Sí se vieron varias banderas con las aspas, en diversos lugares, así como muchas rojigualdas con el Sagrado Corazón. Mención aparte los trapos como la bandera inentada por Blas Infante, banderas de revoluciones liberales que luego se han institucionalizado como oficiales de determinados Estados, ikurriñas e incluso la indisimuladamente masónica senyera separatista con el triángulo masónico y la estrella soviética. Las solían llevar los jmjeros típicos-tontainas que solían guardar muy poco el decoro que un Vía Crucis (y más como el de ayer, con el inmenso patrimonio escultórico español en las calles) se merecía. No obstante también se pudo ver auténticas confusiones inaceptables, como la de un sacerdote ensotanado que a la altura de la calle Hermosilla que ondeaba una ikurriña junto a una bandera tricolor de la Revolución francesa. No obstante lo bueno prevalecía, como un grupo de montañeros católicos polacos, todos ellos con camisas caquis, que se unieron al piquete de los católicos españoles y llegando a Tirso a eso de la 01:00 de la madrugada.
En cualquier caso el enemigo ya de antemano tiene ganada la partida, pues toda la discusión se hace en los términos de lenguaje manipulado que él marca. Si nos fijamos no se está poniendo en entredicho el carácter blasfemo de los anticatólicos sino la presunta "dignidad humana" y el "derecho a la libertad religiosa" de los peregrinos. Una blasfemia pública y de las dimensiones y características de la organizada por esos enemigos de Dios y España merecería que fuesen barridos directamente por los católicos conscientes, sin apelar a derechos abstractos y subjetivos.
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