Creo que el problema, estando también en la hipocresía de los conservadores a través de muchas cosas con sus alianzas aplaudidas, en este caso no se trata de rarezas o de excentricidades, sino de lo que representa el caso. Ya tenemos una monja ye-ye en Italia que es asidua participante en ese programa de Rafaela Carrá, pero mañana lo mismo nos sale otra que monta un despacho de brokers en la Bolsa de Nueva York, o nos sale otra como secretaria de una sección falangista purísima cantando el "Cara al Sol". Es decir, cada cosa en su sitio es lo oportuno. Si una monja, o cualquier otra persona consagrada, quiere dedicarse a una actividad mundana diferente a la de su misión libremente aceptada y para la cual hizo sus votos, lo coherente y lo decente es que se salga de su condición, "A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", y esas no son palabras mías. Y si aun así no tuviese suficiente, como propugnar la desmembración de este país y hasta el enfrentamiento entre españoles, debería salirse también de la Iglesia cuyos fines son la unión, la paz y el amor entre hermanos.