EUTANASIA : LA SEDUCCIÓN MORTAL.
Gran parte de mi vida profesional como psiquiatra en EEUU ha estado dedicado al estudio y tratamiento de personas que querían acabar con su vida, algunas eran enfermos terminales. Mi trabajo me llevó a ocuparme de aquellos cuyo sufrimiento es tal que les lleva a pedir ayuda médica para el suicidio.
Hace más de 15 años contribuí a organizar la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, organización que subvenciona la investigación y educación para la prevención del suicidio. No estaba preocupado por el suicidio asistido ni la eutanasia.
En los últimos años, el activismo a favor del suicidio asistido y la eutanasia ha cambiado las cosas.
Reconozco que en algunos casos de enfermos terminales el ayudarles a morir en las últimas semanas de la enfermedad parece muy humano, pero me preocupaban los denodados esfuerzos por legalizar el suicidio asistido y la eutanasia antes de que la opinión pública tuviese la oportunidad de entender las implicaciones de su legalización y su potencial impacto en la atención de la gente que se siente deprimida a causa de una enfermedad grave o terminal.
La eutanasia y el suicidio asistido han sido a menudo invocados como medios para proporcionar a los enfermos un más amplio control sobre su muerte y como un modo de mejorar las condiciones de ésta. Pero ¿ES ESO CIERTO? En una eutanasia
¿Qué parte de la decisión recae en el enfermo y qué parte en el médico?
¿Cuál es el efecto de la legalización de la eutanasia para los suicidas potenciales?
¿Qué pueden decirnos el suicidio asistido y la eutanasia sobre el cuidado que debemos proporcionar a los enfermos terminales?
Cualquiera que quiera responder honestamente estas y otras preguntas similares acabará en Holanda, el único país donde la eutanasia es una práctica aceptada. Cuandlo llegué allí, mis colegas holandeses sabían que, pese a mis reservas, no tenía una posición preconcebida sobre cuál debía ser la legislación en el tema.
Pocos conocen el sistema holandés de primera mano y pocos han oído los detalles de los casos relatados por sus más firmes defensores y los encargados de ejecutarlos. Pensaban que cuánto más supiese más favorable me volvería, pero ocurrió lo contrario. Cuanto más oía, cuánto más veía, cuánto más hablaba con los defensores holandeses de la eutanasia más impactado quedaba, no sólo por el elevado número de las denominadas “MUERTES EQUIVOCADAS” sino también por la insistencia en defender lo que es totalmente indefendible.
Estoy convencido que cualquiera que pueda ver con sus propios ojos el suicidio asistido o la eutanasia en acción, incluidos a muchos defensores de los mismos, habrían reaccionado como yo hice.
El debate sobre la eutanasia está poblado de rostros. Queramos o no habitan nuestro imaginario colectivo:
Karen Ann; Quinlan; o Terri Schiavo en EEUU.
Ramón Sampedro o Inmaculada Echevarría en España.
Vicent Humbert o Chantal Sébire en Francia.
Pierpaolo Welby en Italia.
Hugo Claus en Bélgica, etc.
Los movimientos pro eutanasia han puesto su empeño en mediatizar unos cuantos casos extremos y presentar ante la "opinión pública" su carácter más dramático. Ha sido una estrategia muy bien aireada y provechosa para ellos: la discusión se focaliza en torno a unos cuantos casos “límite” que desencadenan una gran carga emocional.
El resultado es que el debate público sobre la compleja y delicada cuestión de la eutanasia se reduce a unos simples eslóganes concebidos por y para los sentimientos en vez de buscar el intercambio de argumentos racionales.
Hay numerosas publicaciones especializadas en la eutanasia, pero la inmensa mayoría de sus estudios filosóficos quedan inéditos o reducidos a un minúsculo grupo de profesionales, y las publicaciones jurídicas no suelen salir del círculo de los juristas.
Mientras tanto, la opinión pública navega entre tópicos, malentendidos y aproximaciones, y, a menudo, el rigor de la reflexión brilla por su ausencia difuminado entre las pasiones, los fantasmas y pavores que rodean la muerte.
El uso que se hace hoy en día de la razón es cuando menos paradójico. Parece como si el campo racional se limitara, estrictamente, a lo mensurable, observable y verificable. Confiamos en ella, más aún, es exaltada, en el terreno de la ciencia y de la técnica. En cambio se tiende a no escuchar más que el corazón y las pasiones en cuestiones vitales, nunca mejor dicho, de vida y muerte, del sentido y los valores.
Así,sustraídas del imperio de la razón se temina por dejar las cuestiones existenciales en manos de la opinión individual. Es comprensible, pero nos conduce a un enfoque insuficiente, incluso PELIGROSO, de estas cuestiones. Comprensible, porque los principios éticos y jurídicos, por muy afinados que estén, siempre son percibidos como abstractos y alejados de la complejidad de las situaciones vividas en su dramática realidad.
No se pretende ignorar el desamparo de ningún enfermo pero hay que insuflar razón en el debate. No es prudente extender la legalización de la eutanasia a nuevos países sin que sus ciudadanos tengan un conocimiento, siquiera mínimo, de lo que pasa allí donde ya ha sido legalizada la asistencia al suicidio (Oregón, Holanda y Bélgica, por ejemplo) y la eutanasia, llamada “actieve levensbeëindiging” (terminación activa de la vida) en Holanda.
Hay muchas razones que hacen insuficiente un enfoque excesivamente casuístico de la eutanasia, entre otras que raras veces conviene que una legislación se base en “casos límite”. El buen legislador debe evitar lo que se denomina, en sociología jurídica, el efecto macedonio, o tendencia desacertada a moldear una regla general sobre la base de casos excepcionales o marginales, por mediáticos que ésos sean.
En caso contrario ningún principio jurídico estaría a salvo, pues toda norma plantea problemas en los límites de su ámbito de aplicación.
Si se enfatizan ciertos casos especialmente trágicos se corre el riesgo de ocultar los múltiples aspectos que están en juego en el debate sobre el fin de la vida.
En los últimos años, las discusiones sobre este tema se han centrado en la reivindicación de un “derecho a la eutanasia” pero se siguen descuidando muchas otras preocupaciones sobre el fin de la vida, el control del dolor y de los síntomas, la atención global al enfermo, el desarrollo de los cuidados paliativos, etc.
No se puede afirmar sin más que la eutanasia sea una cuestión o una ELECCIÓN PRIVADA. Al fin y al cabo, no se trata de reivindicar un derecho sobre la propia vida sino que se trata del derecho concedido al cuerpo médico de cooperar en la muerte de otros. Así, es difícil negar el impacto de la eutanasia sobre el tejido social y, en consecuencia, su dimensión socio-jurídico-política.
En realidad, su legalización modifica sustancialmente la concepción y la práctica de:
-la medicina al atribuir a los “profesionales de la salud” un nuevo poder: ADMINISTRAR LA MUERTE.
- la consideración social hacia los enfermos y moribundos, al plamar en la ley una suerte de duda colectiva sobre el valor o la dignidad de ciertas vidas humanas, y además
- los fundamentos del orden jurídicoal permitir que unos hombres dispongan de la vida de otros.
No hay que olvidar que la ley, el Derecho, es más que un mero instrumento de regulación de las libertades individuales. En la práctica ejerce una importante función simbólica y pedagógica; pues conlleva ciertos valores.
Por eso, antes de legislar sobre la eutanasia, no se puede escatimar una reflexión de fondo sobre el modelo de medicina, de sociedad, de vida y de humanidad que queremos promover.
Por eso es tan peligroso hacer hincapié en unos casos límites pues el riesgo de manipulación es muy real. Las cosas pueden ser juzgadas de otro modo si se conocen los elementos de juicio que se han SILENCIADO al presentar los casos ante la opinión pública.
En Francia, por ejemplo, los trágicos casos de Vincent Humbert y Chantal Sébire fueron fuertemente mediatizados, más tarde los testimonios del kinesiterapeuta de Vincent Humbert y del médico de Chantal, en contraste con la imagen mediatizada, ofrecieron una visión más matizada de ambos casos. Desgraciadamente al público se le escamotearon estas importantes visiones de primera mano.
La cuestión de la legalización de la eutanasia centra tanto la atención que nos olvidamos de considerar con detalle el modo en que se deben tratar las últimas etapas de la vida y en qué se debe cuidar a quines ya no podemos curar.
Holanda es un claro ejemplo del argumento de “pendiente resbaladiza”, pues la eutanasia se ha ido extendiendo gradualmente desde una inicial “eutanasia para enfermos terminales” hasta la “eutanasia para enfermos crónicos”, desde la “eutanasia para enfermos físicos” hasta la “eutanasia para enfermos psiquiátricos”, y desde la “eutanasia voluntaria” a la “eutanasia no voluntaria e, incluso, involuntaria”.
En Bélgica la eutanasia fue despenalizada en 2002. No hubo que esperar para que políticos de distintos partidos manifestaran su deseo de ampliar la ley a los menores de edad, a los incapaces de expresar su voluntad (por ejemplo personas con enfermedades degenerativas como el alzheimer), etc. Y se presentaron diversas prouestas de ley al Parlamento en ese sentido.
Y aunque no tienen campañas mediáticas mundiales, hay bastantes casos REALES, tan dramáticos, trágicos y mucho más numerososque los mediatizados para fomentar la eutanasia y que cuando se conocen hacen repensarse el tema. El problema es que son muy poco conocidos y no suelen divulgarse. Más bien suelen silenciarse.
Por otro lado hay que albergar serias dudas sobre la VOLUNTAD de controlar con rigor la PRÁCTICA de la EUTANASIA. Hasta hoy, más de 2.000 declaraciones han pasao por las manos de los 16 miembros de la Comisión Federal de Control y de la Evaluación de la Eutanasia, y NINGUNA ha sido comunicada al ministerio público.
La Comisión dice ser consciente de los límites del control de la aplicación de la ley que debe ejercer. Es evidente, dice la Comisión de Control, que la eficacia de su misisón depende del respecto por parte de los médicos de la obligación de declarar las eutanasias practicadas y la manera de redactar dichas declaraciones. Es ilusorio pretender que el médico se autdenuncie si no ha cumplido los requisitos legales.
La ley belga prevé que la petición del paciente sea expresada por escrito. El docuemnto debe ser redactado, fechado y firmado por el mismo paciente, o si él no puede, por un mayor de edad que el propio paciente haya elegido (art. 3.4).
El primer Informe de la Comisión de Control apunta que, en 14 declaraciones, no se menciona la existencia de ninguna petición escrita, en estos casos la Comisión estimó que la urgencia de la situación y su carácter dramático podían explicar la ausencia del documento escrito, en otros casos se señala, sin más, que el médico consideró superfluo un escrito cuando el fallecimiento era inminente.
Entre los requisitos legales de la eutanasia está que el paciente sufra una afección accidental o patológica grave e incurable (art. 3.1). En abril de 2008, por primera vez, el ministerio público ha designado un juez de instrucción par que aclare el caso de Jeanne, una señora de 88 años, muerta por eutanasia a petición suya sin que, al parecer, sufriera ninguna enfermedad grave e incurable.
En este caso la Comisión de Control ha admitido ya algunos casos e los que se puede observar una combinación de patologías que no son ni graves ni incurables pero cuyos “efectos acumulados” provocan un sufrimiento insoportable.
Otro requisito legal es que el peticionario padezca un sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable que no pueda ser aliviado (art. 3.1). En este caso la Comisión de Control INTERPRETA que el carácter insoportable del sufrimiento “es subjetivo” y depende de la personalidad del paciente (de sus valores), en la práctica la Comisión de Control RENUNCIA a controlar dicho requisito.
De esta y otras formas se comprueba la gran dificultad para controlar la eutanasia una vez aprobada, y por el efecto pendiente resbaladiz tiende a extenderse a más y más casos.
Muchos hemos sido testigos de situaciones en que parece adecuado que un médico ayude a un enfermo terminal a morir. En parte por esas experiencias, cuando se nos pregunta ¿Estás a favor de la eutanasia? Muchos contestan que sí.
Normalmente quieren decir con ello que prefirirían morir sin dolor a morir con él.
Pero supongamos que la pregunta fuera: Si Ud. fuera un enfermo terminal ¿qué preferiría, recibir un tratamiento para eliminar su dolor o que un médico le diera fin a su vida? Las respuestas suelen ser entonces muy distintas.
Tanto médicos como la opinión pública consideran, a menudo, la cuestión de la eutanasia con una valoración predeterminada. Suele verse el suicidio asistido como un DERECHO, pero cuanto más se sabe de la PRÁCTICA de la eutanasia y del suicidio asistido, más evidente se hace que es preciso profundizar más en el tema.
Los propios médicos holandeses que contribuyeron a establecer las políticas de eutanasia en su país son conscientes de que ésta se halla FUERA DE CONTROL. Lo admiten en privado, pero en sus declaraciones públicas y en sus artículos sostienen que no hay problemas serios.
EL CASO ESPAÑOL.
En España la eutanasia aún no está legalizada pese a que reiteradamente se producen iniciativas legislativas y declaraciones más o menos equívocas sobre la bondad de dichas prácticas. También porque en España la eutanasia es más una reivindicación de la autonomía, desde un caso de gran impacto mediático, que de reivindicación deontológica de los médicos (el medio usado en Holanda).
Sin embargo en los últimos tiempos, desde los casos del Hospital Severo Ochoa (Leganés) y la institucionalización de Montes como icono eutanásico, parecen abonar la tesis de que nos encontramos en un proceso de seducción de un sector de los médicos por la muerte asistida.
Además la respuesta de los administradores de la justicia en nuestra nación parece seguir, lenta pero inexorablemente, el ejemplo holandés de abstención de la fiscalía, primero, y luego de los propios tribunales ante actos de estricta eutanasia.
Según el doctor Leon Kass para la deontología médica la eutanasia es la superación de la barrera que limita el poder del médico de llegar a matar a su paciente, de ahí que su provocadora pregunta ¿Quiere Ud. que su médico pueda matar?
En este sentido el proceso de la seducción puede resumirse en una relación de poder por la que en nombre de la autonomía de una mayoría de personas que se encuentran en situación poco autónoma, en realidad de extrema dependencia, se facilita que, en circunstancias más o menos determinadas, un médico, o un servicio, o el sistema sanitario, a instancia de personas, cercanas o no, pontan fin a la vida de un paciente.
Visto así deberíamos atender menos a la mayor o menor autonomía del paciente, la mayor o menor extensión de los paliativos, los casos de rechazo a tratamientos que pueden considerarse fútiles o indicados, y deberíamos preocuparnos mucho más por lanueva relación de poder que se establece, que se traduce en la autorización legal a que se rompa la norma deontológica y la regla fundamental del cuidado humano por la que el médico o el próximo al enfermo lo que tiene vedado en todo caso, la tentaicón que debe resistir, es la de poner fin a la vida, aún por misericordia.
Cuando nos fijamos en el paciente, en vez de en el agente, de la eutanasia la cuestión es aún más clara. En la tradición occidental el atendido puede esperar cuidado médico en cualquier circunstancia.
Tras los excesos de la tecinificación y la acción intensiva de la segunda mitad del XX, el paciente puede esperar ahora que se considere la proporción o desproporción de los medios que se le aplica, es más, su autorización es decisiva.
Incluso parece que el Estado quiere garantizar que más allá de su competencia o incompetencia en un momento determinado, su decisión esté siempre presente mediante un testamento vital y un complejo sistema de requisitos.
En España, imitando los procesos iniciados en UK y EEUU el paciente puede esperar una eficaz acción paliativa y exigir la puesta en marcha de planes globales que genralicen el efectivo cuidado contra el dolor. Probablemente es auqí donde se encuentra la explicación de la nueva relación de poder que impondría la eutanasia.
El programa eutanásico propuesto es totalmente gratuito, no tiene coste, por el contrario, un sistema de atención generalizado y extendido es costoso. Basta este dato para desvelar el uso de la ideología.
EL CASO DE RAMÓN SAMPEDRO Y LA VALORACIÓN DE LA VIDA DEL TETRAPLÉJICO.
La reclamación del “derecho” a la muerte como facultad de exigir que se ponga fin a la vida de una persona que está en condiciones de vida especialmente gravosas, en España, está fuertemente ligada al caso Ramón Sampedro.
Este marinero gallego en 1968 al zambullirse en el mar, verano 1968, se dió un golpe que le produjo tetraplejia a los 28 años de edad.
En 1993 entró en contacto con un grupo de activistas de la Asociación del Derecho a Morir Dignamente, decidió iniciar una campaña destinada a lograr el reconocimiento de su derecho a que se le aplicase la eutanasia.
El caso Sampedro ha marcado el debate en España porque no se trataba de un debate en torno a un enfermo terminal o aquejado de graves dolores, sino de una persona que consideraba que sus circunstancias de vida eran indignas.
En su libro Cartas desde el infierno, narra su actitud, afirmando que en abril de 1993 tomó la determinación de reclamar la eutanasia como un derecho personal y denunciar la Intolerancia del Estado y de la Iglesia.
Sampedro no se limitó a buscar la muerte como un derecho sino que se erigió en representatne de una forma de valorar la vida dependiente y las exigencias de derecho. El autor de Mar Adentro hace una clara apología de la eutanasia y muestrauna visión UNILATERAL de la misma.
Y el judío Alejandro Amenábar, en su prólogo a la 10ª edición de la obra de Sampedro, nos dice que Ramón nos anima a reflexionar sobre la muerte sin miedo, aunque desde luego a juicio de otros autores como Romañach, filósofo parapléjico, la visión que extiende sobre la vida del parapléjico es la propia de quien desprecia la discapacidad (Los Errores Sutiles del Caso Ramón Sampedro, Cuenta y Razón del Pensamiento Actual, nov. 2004, Javier Romañach).
La actitud de Sampedro provocaría un impacto negativo en la opinión pública sobre las personas que sufren tetraplejia y sobre los que padecen limitaciones funcionales en general.
Finalmente el 12 de enero de 1998 Sampedro murió tras serle suministrado veneno que ingirió y que le produjo una dolorosa agonía. Como precedente de otros casos que luego se han conocido, la administración de justicia mostró una notable incompetencia o desidia en investigar quién practicó la eutanasia con Sampedro.
A raíz de esta muerte, tanto el Tribunal Constitucional como diversas instancias internacionales entendieron que ya no era preciso pronunciarse de nuevo sobre los recursos de Sampedro. Esta muerte no tuvo gran impacto en los medios de manera que en aquellos meses se daba a entender que la eutanasia era una cuestión social de primera magnitud y existía un notable apoyo a su legalización.
MAR ADENTRO UN PRODUCTO DIGNO DE LA ESCUELA GOEBBELS.
Sería en la España sociata donde se realizaría un epígono de las obras de Goebbels: el bodrio melodramático de Mar Adentro (2004), dirigido por el remilgado homosexual "chileno-español" Alejandro Amenábar (así se definió él mismo en la revista homosexual Shangay Express en septiembre 2004: htpp://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro-Amen%C3%Albar).
La película del asiduo a las celebraciones carnavalescas del día del orgullo gay (las carrozas con personas disfrazadas y/o travestidas, ligeras de ropa y practicando posturas obscenas que nos venden como tan “modernas” y “progresistas” están copiadas de las que hacían los nazis en sus celebraciones paganas del día de las amazonas y similares. No es extraño pues la mayor parte de los dirigentes nazis también fueran homosexuales. Son cosas que suelen ocultarse para que no se identifiquen los “mitos” de la “modernidad” con la filosofía nazi.
Al igual que se oculta que la afamada firma de moda Hugo Boss, fundada en 1923 por el nazi Hugo Ferdinand Boss cuya fortuna se inició, a partir de 1933, con el diseño de los uniformes negros de las SS y de las Juventudes Hitlerianas, fabricada con mano de obra esclava.
Algo que hoy no parece haber cambiado pues buena parte de las “marcas” de mayor “prestigio” mundial se fabrican, incluso en alta mar (fuera de aguas jurisdiccionales) para ahorrar impuestos y seguros sociales, mientras que complacidos ciudadanos occidentales pagan sumas desorbitadas por una supuesta “calidad” de esas marcas que generan beneficios ingentes a los esclavistas modernos que de paso se han cargado la auténtica confección de calidad artesana (en España tenemos otro ejemplo, la firma de prendas y calzado de piel, de excelente calidad, de Valverde del Camino, vende a bajo precio, unos 100 euros, las piezas que luego son revendidas por "marcas judías tan acreditadas" como Loewe por 600 o más en París y Bruselas o Londres. Eso sí, se les hace firmar a las fábricas españolas una cláusula de confidencialidad para que parezca que las intermediarias que se limitan a poner una chapa con su "marca" son las fabricantes).
Otra aportación cultural nazi al “progresismo” imperante es el culto obsesivo y la praxis antinatural que supone la batalla, perdida de antemano, contra el envejecimiento que hoy domina ad nauseam.
Como no podía ser de otra manera la película del director homosexual fue apoyada por los sociatas españoles de hoy, como los nazis apoyaban ayer a las propagandísticas del Reich, en uno y otro caso los elogios se extendieron como si fuerea una cuestión de Estado.
La película de Amenábar, como es “lógico” le otorgaron el Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
La similitud de la cinta Mar Adentro con la nazi Yo Acuso es asombrosa, en la trama, guión, personajes, contrapunto (el zafio e ignorante hermano de Sampedro que hace la denuncia de asesinato), etc.
La diferencia con la alemana es que la actual está basada en un hecho real, lo que no quiere decir que sea fiel a los hechos. Drácula está basada en hechos reales lo que no asegura que el conde fuera un vampiro, ni Sampedro un “santón” como el interpretado por Bardem.
En realidad, Sampedro tuvo un desgraciado accidente en una playa gallega que le produjo una lesión medular a nivel de la 7ª vértebra cervical. Lesión que con una rehabilitacion adecuada podría haber movilizado los brazos y las manos, incluso podría haber conducido vehículos. Incluso podría haberse suicidado sin necesidad de pedir ayuda alguna. Pero Sampedro siempre se NEGÓ, obstinadamente, a recibir rehabilitación algunay emprendió una batalla jurídica para que se reconociera un “supuesto derecho” a que alguien le ayudara a suicidarse.
La película presenta un Sampedro respetuoso con los tetrapléjicos que desean vivir, lo que es completamente falso. El auténtico Sampedro, escribió y dijo toda suerte de descalificaciones sobre los tetrapléjicos: “escoria humana”, “piltrafas”, “taras de cuerpos deformes”, “patéticas sillas de ruedas”, “carnes y mentes atrofiadas”, “cerebros sin cuerpo”, “espanto de los vivos”, etc. etc.
La obra que escribió: Cartas desde el Infierno, ya retrata por su título al personaje real y su estado mental. Tampoco podía faltar, como no, la habitual ridiculización y ataque a la Iglesia, haciendo escarnio de un cura en silla de ruedas, etc.
LA UTILIDAD DE UNA VIDA.
Es sabido que la situación de enfermedad crónica o degenerativa en la que puede establecerse la “poca utilidad o productividad” de una vida es una situación a la que casi todos llegaremos, antes o después. Al menos en el mundo desarrollado. A casi todos nos llegará una enfermedad incapacitante para según que actividad. A todos nos ha de llegar la dependencia, en mayor o menor grado, de otros. Es decir, todos somos suceptibles de ser eutaniasados, dependiendo del criterio subjetivo de alguien.
No existe, realmente, una Eutanasia Activa y otra Pasiva. Todas son Activas. La única división conceptual que cabe en la Eutanasia, como acción volitiva para provocar una muerte antinatural si sufrimiento físico es el suicidio asistido (elegido “libremente” por la víctima).
Casi todos los intentos de suicidio reflejan una ambivalencia del paciente ante la muerte, igual que entre los solicitantes del suicidio asistido. El deseo de morir en pacientes terminales aumenta primero para disminuir luego, y esto es así, incluso en los pacientes que más persisten en su deseo de morir.
Algunos pacientes expresan deseos suicidas como respuesta a una depresión pasajera o a un intenso dolor, pero se sienten aliviados cuando se les trata adecuadamente tras lo cual se sienten agradecidos de seguir vivos. También es un hecho que la inmensa mayoría de los pacientes terminales luchan por vivir hasta el último suspiro.
Y las estadísticas reflejan que es mayor el número de suicidios entre las personas que temían tener un cáncer que entre las que realmente lo tienen. Igualmente la preocupación por el suicidio es mayor en quienes esperan el resultado de un test de sida que entre quines ya saben que son seropositivos.
En ambos casos cuando el miedo y la incertidumbre son tratados por médicos bien informados y que realmente se preocupan por los pacientes las peticiones de morir desaparecen.
Como otras personas con tendencias suicidas, los pacientes que piden la muerte ante enfermedades graves o terminales suelen sufrir depresiones tratables. Que un paciente se sienta aliviado por la perspectiva de una muerte rápida no es, per se, señal de que esa sea la mejor solución. El factor clave suele ser el médico, no la enfermedad, en la responsabilidad de esas muertes (Dr. Roberte Hendin, op. cit. Pgs. 44-48).
La Eutanasia que se ejecuta en países “desarrollados” sobre todo a enfermos terminales alcanza a otros casos, aplicándose a diversas personas con los mismos “argumentos humanitarios” de los nazis de ayer o los “progresistas” de hoy.
Así entre los ejecutados están también: los pacientes congénitos o personas con características diferenciadas de nacimiento, evaluadas antes y tras nacer.
Se incluye a los que tienen enfermedades degenerativas y/o accidentados o por causa natural que ven limitadas de forma prolongada o perenne algunas funciones vitales, físicas y/o mentales, según estime la ciencia del momento.
Y, por supueto, están generalizadas las prácticas abortivas eutanásicas, destrucción de embriones. Donde el ejecutado carece de voz y voto y es condenado a muerte inmediata, la mayoría de las veces de forma atroz y encarnizada, (descuartizándolo o quemándolo vivo con soluciones salinas, etc.) por mucho que intente taparse. Para el más débil, inocente e indefenso no hay razón humanitaria que valga.
LA EUTANASIA
El término Eutanasia es una denominación torticera para referirse al método con el que se provoca la muerte sin sufrimiento físico e impidiendo la muerte natura. En muchos métodos denominados eutanásicos se genera un gran sufrimiento físico en el ejecutado.
EL TESTAMENTO VITAL
La selección de las personas a eutanasiar se realiza bajo diversas formalidades. La más extendida es la propia petición del ejecutado expresada en el mal llamado “Testamento Vital” que no es tal testamento, sino un Mandato.
No tiene nada de malo realizar un Testamento Vital, incluso puede ser recomendable prevenir que una persona no puueda expresar su voluntad y quiera impedir cualquier medida extraordinaria encarnizada que sólo serviría para prolongar su agonía un poco más a costa de un gran sufrimiento. El Testamento Vital puede permitir a la persona pasar los últimos momentos de su vida acompañada por los suyos y si quiere, ponerse a bien con Dios.
La Conferencia Episcopal Española tiene un modelo de “Testamento Vital” que se ajusta perfectamente a la doctrina y humanística católica.
En él se dice:
“Pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida mediante tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana”.
Es una postura constante en la tradicción de la Iglesia Católica. Ya Santo Tomás de Aquino, respecto a la obligación de preservar la vida: “Semper, sed non pro semper” (siemrpe, pero no en toda circunstancia). Pues es lícito renunciar a la vida, al bien temporal, si es un obstáculo en nuestro camino a Dios.
Luego el Cardenal Juan de Lugo aplicaba el axioma: “Moraliter pro nihilo reputatur”
Cuando los cristianos son condenados por Nerón a ser devorados porlas fieras, estos en vez de entablar una batalla perdida con las bestias cantaban alabanzas a Dios y rezaban, con esta actitud muestran una postura sobrecogedora y valiente, preparándose para la muerte que aceptaban. Así denominaban al día de su muerte como “dies natalis” (día del nacimiento) porque sabían que ese día nacerían a la verdadera vida.
Por el contrario hay “testamentos vitales” com el diseñado por la Generalidad de Cataluña, que inciden en la Eutanasia aplicable a quienes padecen diversas enfermedades. La decisión de aplicarla se deja a la libre VOLUNTAD MÉDICA, por cierto en menor número que en la ley NAZI: “si dos medicos autónomos coinciden en que mi fase es irrevesible”
Y el colmo es que el propio paciente libera a esos médicos de cualquier responsabilidad, como al Rey: “libero a los médicos que me atiendan de toda responsabilidad civil y penal que ueda derivarse por llevar a cabo los términos de esta declaración”
El documeto de la Generalidad alcanza al caso de sufrir “demencias preseniles o seniles”, la inmensa mayoría de las cuales son irreversibles, provocadas por el alzheimer o la demencia vascular.
Pero hay casos de demencia transitoria que fácilmente pueden confundirse con las irreversibles.
El que firme el documento de la Generalidad NO puede estar seguro de que, por ejemplo, en el futuro, al llegar a cierta edad, se rompa la cadera por una caída y le ingresen en un hospital. Debido al trajín, el dolor, la medicación, etc. puede ser víctima de un alto grado de desubicación generando síntomas de demencia lo que le hace sujeto de que le den “matarile” amparándose en su firma en dicho documento.
El resultado práctico de la historia es que la Generalidad se habría ahorrado un pastizal en este (y otros casos) que podrán usar de forma muy “progresista” para fomentar el uso del catalán en Honolulu o para algo similar. Para colmo, los asesinos, estarían eximidos por el documento firmado de cualquier responsabilidad.
Los modelos de ambos testamentos: Conferencia Episcopal Española y el de la Generalidad pueden leerse completos en: Modelos Testamento Vital
En ausencia de “testamento vital” la eutanasia puede aplicarse también por petición de los representantes del eutanasiable, si éste está incapacitado (física o legalmente) para mostrar su voluntad, lo que deja abierta una puerta muy amplia a herederos ambiciosos.
Entre los eutanasiables están incluidos los apreciados inferiores en función de un baremo de “calidad de vida” que los ejecutores y/o promotores asignan, erigiéndose en dogmáticos jueces tasadores.
Tampoco faltan los partidarios de que sean las leyes los que vinculen la decisión de la ejecución a la única evaluación de unos peritos, científicos o jurídicos, y todo el que sea evaluado como discapacitado e irreversible, debe ser ejecutado, independientemente de su voluntad o de la de sus familiares.
Ayer, como hoy, el uso de la Eutanasia se intenta “justificar” con soflamas “humanitaristas” intentando convecer a la población de lo compasivo que es acortar la vida de quien sufre una enfermedad incurable u otra condición o estado que se entiende razonable para ejecutarlo. Se trata, como siempre, de vender la “muerte compasiva” (algo que no se aplica, por ejemplo a Rockefeller que con más de 90 años y varios trasplantes de corazón sigue operándose una y otra vez)
Pero la realidad no se corresponde con estas apreciaciones demagógicas ya que “la aplastante mayoría de los enfermos terminales no quieren acelerar su muerte y casi nunca se plantearían tal cosa si su sufrimiento fuera tratado adecuadamente” (Roberte Hendin en Seducidos por la Muerte: Médicos, Pacientes y Suicidio Asistido, Edit. Planeta, 1997,pg.22. Hendin es consejero delegado y director médico de Suicide Prevention International y catedrático de psiquiatría en el New York Medical College, y está considerado uno de los principales especialistas mundiales en el estudio y prevención del suicidio).
EL CASO DE ELUANA ENGLARO Y EL SUICIDIO ASISTIDO.
Llevar el debate de la Eutanasia al análisis de casos particulares es una MANIPULACIÓN DEMAGÓGICA, como en el caso de Eluana Englaro (2009), la desafortunada chica italiana que llevaba 17 años en coma.
No es lo mismo MATAR para acortar de golpe el curso natural de la enfermedad que DEJARLA MORIR al surpimir los métodos artificiales que la mantenían con vida sine die, y sin los cuales moriría inmediatamente. Para llegar a ese punto hay que valorar hasta que punto esos medios (que suponen sufrimiento) conceden una mínima esperanza racional.
Lo primero es un ASESINATO (o suicidio), con independencia de lo que diga el Código Penal. Lo segundo es evitar un encarnizamiento terapéutico inútil. En ésta situación también está el enfermo terminal al que se le administran sedantes que le alivian el dolor aún a sabiendas que le aceleran la inevitalbe y próxima muerte.
En el primer caso, se aplica la Eutanasia, un acto volitivo para ejecutar, inmediatamente, una muerte, es decir, es un ASESINATO inmoral.
En el segundo, prevalece un acto volitivo de permitir la muerte, que se hubiera producido de forma natural mucho tiempo antes de no usarse métodos técnicos extraordinarios, lo cual puede ser o no inmoral.
Como comenta el Dr. Hendin: “el derecho de un enfermo a suspender un tratamiento es lo mismo que su derecho a iniciarlo, sea cual sea su capacidad de salvar su vida. No tiene nada que ver con el derecho a “acelerar su muerte” y sí con el hecho de que la práctica médica dependa del consentimiento informado del paciente … Esto no es lo mismo que el suicidio asistido cuya intención siempre es la de acabar con la vida del enfermo; de hecho cuando el suicidio asistido fracasa, lo que es frecuente, familiares y médicos intervienen ACTIVAMENTE” en la ejecución (Ob. Cit. Pgs. 20-21).
Moralmente los procedimientos para sostener una vida no deben retirarse con la intención directa de matar, pero pueden obviarse, en ocasiones, cuando no hay esperanza razonable de preservar la vida e imponen riesgos, inconvenientes y un encarnizamiento inútil.
El caso de Eluana no se ajustaba a esta situación y privarla de la vida fue una ejecución inmoral, se le condenó a una muerte con dolor, salvo que se le administraran dosis sedantes mortales, algo negado por los que la atendieron en la autopsia. Hasta entonces se mantenía sin sufrimiento, se usaban medios naturales (alimentacion con sonda) y no era necesario usar medios extraordinarios para sostener sus constantes vitales.
La provisión de nutrientes y líquidos no es tratamiento médico (los niños aunque estén sanos hay que proporcinárselos) es el cuidado mínimo que debe suministrarse a cualquier enfermo, indepenientemente de su situación. Todos precisamos comida y bebida para vivir pero la nutrición no cura las enfermedades, no son medicamentos. Suprimir su administrción es una condena de muerte al negar lo esencial para mantener la vida, se esté sano o enfermo. La muerte no será causada por la enfermedad sino por la omisión de nutrientes e hidratación.
A Eluana se la ejecutó dejándola morir de hambre y sed, es decir, fue ejecutada.
Y como de costumbre se tapa la otra cara de la historia, Eluana estuvo atendida, en todo momento, durante muchos años por las Hermanas de la Misericordia, una institución de la Iglesia Católica, que sin cobrar nada a cambio se comprometieron a cuidarla hasta su restablecimiento o muerte natural (algo que “sorprendentemente” pasa desapercibido, como de costumbre, para los mass media).
Si Eluna no sufría ¿Por qué ese empeño en matarla, y con sufrimiento?
Quienes apoyaron, y ejecutaron, la eutanasia de Eluana se consideran y dicen muy “progresistas” pero es muy posible que desconozcan que el director médico del Hospital Psiquiátrico de Eichberg desde 1938: Mennecke, como acusaron múltiples testimonios, prohibía alimentar a los pacientes por sonda alegando: “quien no pueda alimentarse solo tampoco necesita vivir”
El doctor NAZI aplicaba los argumentos que imponía el Reich de Eutanasia masiva (275.000 enfermos asesinados, incluyendo 8.000 niños) eso sí, como hoy, siempre con la coartada del “progreso científico” o del “pseudo humanismo caritativo”.
Los mismos argumentos que siguen empleándose hoy por los partidarios de la Eutanasia, y los nazis sólo practicaban los conceptos promovidos por las diversas sociedades eugenésicas, tan en boga durante finales del XIX e inicios del XX que se aplicó en Japón, EEUU, Alemania (antes y con los nazis), Francia, Inglaterra, etc.
En España también hubo un entusiasta seguidor de estos métodos “científicos” y “modernos de progreseo” el iluminado Sabino Arana (y en Chile el masón Salvador Allende).
En la Alemania nazi la Eutanasia era promovida por el régimen (como antes de la llegada al poder de estos) como una práctica piadosa para eliminar las “vidas indignas de vivir”.
EL YO ACUSO NAZI.
La ilustrada propaganda nazi para educar a la ciudadanía comenzó a producir películas.
En 1941 se estrenaría Yo Acuso (Ich Klage an) un encargo del Ministro de Propaganda e Ilustración Joseph Goebbels como reconoció, tras la guerra, su director Wolfgang Liebeneiner, su objetivo era preparar el camino a la legalizacion de la Eutanasia (Damián Muñoz en su artículo: Eutanasia y Cine, nº 51 de la Revista Médica, 2 mayo 2005)
El guión se basaba en la novela escrita por el oftalmólogo Helmut Unger en 1936. Es la lacrimógena historia del profesor Heyt, casado con la joven y hermosa Hanna. Él es un prestigioso científico al que la joven suplica entre lágrimas que siente muchas ganas de vivir, pero tras el diagnóstico de esclerosis múltiple, quiere que le ayude a morir antes de convertirse en una piltrafa humana.
Heyt, que la ama mucho, no se siente capaz de hacerlo y Hanna suplicará al médico (amigo de la familia) que también se niega porque la misión del médico es salvar vidas, no quitarlas.
La joven insistirá una y otra vez a su marido.
En la escena cumbre Hanna ruega al médico que les deje solos, se irá a una habitación contigua a tocar una melodrámatica melodía al piano. Heyt ejecutará a su mujer con veneno disuelto en agua que ella bebe, mientras se dicen reiteradamente que se quieren.
El contrapunto es la criada Bertha, una “tipeja” poco aria e ignorante, que denunciará a Heyt por homicidio.
El ejecutor se defenderá ante los jueces y el médico le apoyará en el tribunal. La sentencia es que la ley debe cambiarse para permitir la “filantrópica” Eutanasia.
Como era de esperar la película fue un gran éxito, con apoyo total de las autoridades nazis y hay que reconocer que técnicamente estaba muy realizada.
Es un buen ejemplo de la factoría propagandística Goebbels, el pionero de la técnicas publicitarias modernas. Que buscan, ante todo, el impacto efectista sobre la mente del espectador, afectando su lado emotivo, no el racional.
LA ESTRATEGIA PARA IMPONER LA EUTANASIA.
El método de imposición de la Eutanasia está bien descrito por los profesores universitarios: Martínez e Irala.
Describen perfectamente los pasos, cuidadosamente cronometrados, para lograr una estrategia de marketing social que consiga que los ingenuos se traguen la aceptabilidad de la Eutanasia, son los siguientes:
1º.- buscar un caso muy, muy lacrimógeno.
2º.- darle toda la publicidad posible, por todos los medios y a todas horas.
3º.- cuando el caso sea muy conocido hacer una transgresión deliberada y abierta a la ley.
4º.- darle toda la publicidad posible a la transgresiń por todos los medios y a todas horas.
5º.- buscar un enemigo para demonizarlo y ridiculizarlo, caricaturalizarlo y atacarlo cruelmente, con cualquier motivo y a todas horas. La Iglesia es un blanco fácil.
6º.- difundir que la eutanasia es una “realidad social” y que el legislador debe regular esta demanda “popular”.
7º.- defender una ley que tenga, teóricamente, un carácter altamente restrictivo.
8º.- una vez conseguida la aprobación de la ley, ir interpretándola cada vez más laxamente y con la presión mediática llegar a un uso generalizado.
Es una metodología casi idéntica que la usada para extender la aceptación y aplicación del aborto.
Llegados al punto 8º los profesores revelan unos datos estremecedores sobre lo sucedido en Holanda, país “progresista” por antonomasia y estado pionero en la praxis eutanásicas.
Así el 40% de todas las muertes en Holanda están precedidas de una actuación médica para acelerarlas. Cada año se realizan más de 1000 eutanasias sin que el paciente las solicitara nunca.
Por ejemplo, a una paciente con cáncer de mama se le aplicó la eutanasia sin su consentimiento porque, en palabras del médico holandés, podría haber tardado aún una semana más en morir y él tenía necesidad de una cama libre.
No sorprende pues que: “muchos ancianos de los Países Bajos, temerosos de lo que pueda pasarles, están emigrando a otros países para vivir allí sus últimos años. En la ciudad alemana de Bolcholt, fronteriza a Holanda, ha habido una creciente llegada de holandeses mayores, tan poco usual que ha obligado a las autoridades alemanas a construir un asilo especial para albergarlos, dado el aumento enorme de la demanda en los últimos tres años. Lo que hace que se exilien “voluntariamente” a esa edad y a un país de distinta lengua es el temor a que les eutanasien sin su cosentimiento”. (Noticias | Últimas noticias | Recetario para una campaña pro-eutanasia | Universidad de Navarra.)
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