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Tema: Entrevistas sobre Montejurra 76

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    Re: Entrevistas sobre Montejurra 76

    Fuente: Sábado Gráfico, Número 1.017, 27 de Noviembre de 1976, página 56.



    «ESTUVE EN MONTEJURRA Y DENUNCIO AL SIONISMO»

    UN ESCRITO DE FELIPE LLOPIS, CARLISTA DE DON SIXTO


    Don Felipe Llopis, un gigante de dos metros, es activo miembro de la Comunión Tradicionalista y fue –como él mismo recuerda– aludido en estas páginas en relación con los acontecimientos del último Mayo en Montejurra y a raíz de la expulsión de España de Don Sixto de Borbón-Parma. Para aclarar su postura y exponer sus ideas, este hombre de terrible aspecto, pero de gran cordialidad y espíritu siempre amistoso, pide acogida en las columnas de SÁBADO GRÁFICO. Huelga repetir que, como otros muchos personajes que por aquí han desfilado, les conciernen exclusivamente sus opiniones, que nuestro semanario siempre respeta y rara vez comparte.


    La revista SÁBADO GRÁFICO mencionó mi presencia en una entrevista que Su Alteza Real Don Sixto Enrique de Borbón-Parma concedió al periodista Lavandeira, a raíz de los sucesos de Montejurra. Hasta entonces mi nombre no había sonado en relación con aquellos sucesos, pero desde ese momento he sido acusado por ciertos diarios y revistas de haber estado huido de la Policía; de haber estado en la cumbre de Montejurra el día 9 de Mayo último; de hacer ostentación de poseer armas de fuego; de haber asistido a una reunión de neofascistas internacionales en el hotel Savoy, de Roma, el pasado 3 de Octubre; y de no sé cuántas cosas más, todas ellas falsas, y que por las apariencias sólo pueden servir para señalarme como blanco inconfundible para los asesinos políticos, que no son menos asesinos que los que lo son por motivos pasionales, económicos o lucrativos, porque suelen obedecer a idénticas razones.

    Como si se tratara de una cita taurina con la muleta, cuando Lavandeira decidió tender mi ropa al sol, casi toda la prensa tendenciosa embistió contra mí, alegando información de otras fuentes. Por esta razón, recientemente, me ha brindado mi viejo amigo Eugenio Suárez la oportunidad de aclarar las cosas desde las páginas de esta revista, que fue la primera en denunciar mi presencia en Montejurra, ya que no salí en ninguna de las fotografías de aquellos acontecimientos ni represento nada en el carlismo.

    No voy a limitarme a declarar «mi» inocencia en aquellos sucesos, porque estoy convencido de que, cuando finalicen las investigaciones que se están llevando a cabo, quedará perfectamente demostrado que ninguno de los que acompañábamos a Don Sixto Enrique puede ser culpable de ningún acto delictivo. Se nos ha acusado de provocadores, por ir a Montejurra este año, a los pocos carlistas auténticos que quedan todavía, cuando año tras año han venido provocando este enfrentamiento Don Hugo y sus cuatro seguidores, antiguos carlistas, reclutando en el llamado Partido Carlista a cuantos socialistas y comunistas se han querido enrolar, para poder cantar canciones enemigas y lanzar a su gusto gritos subversivos, amparados por las boinas rojas, al tiempo que profanaban un lugar sagrado por el recuerdo de nuestros mártires.

    Como deben de estar comprobando por medio de su avispado letrado, que ninguno de los once acusados como responsables de los sucesos de Montejurra somos culpables de ningún acto delictivo, ya que sólo pueden acusarnos de haber repelido un ataque y habernos defendido, ahora su prensa alentadora está aireando la posibilidad de que hubiera algunos extranjeros mezclados entre los seguidores de Don Sixto Enrique, señalándolos en ampliaciones de las fotografías tomadas en Montejurra y comparándolas con otras fotografías de un personaje veinte años más joven. Espero que se demuestre también esta patraña, y tanto el verdadero «Chacal» como los otros acusados escriban a las revistas acusadoras haciendo uso de su derecho de réplica y protestando por haber sido citados sus nombres sin haber estado en Montejurra. Tendría su gracia.

    En cualquier caso, no tendría nada de particular que hubieran querido asistir a los actos de Montejurra cuantos extranjeros se sintieran identificados con el carlismo, pues también hubo extranjeros luchando en los Tercios de Requetés durante nuestra Cruzada de Liberación. Y, por si fuera poco, también había «invitados» moros del Frente Polisario y portugueses entre los seguidores de Don Hugo. Además, estamos hartos de saber que a los actos de la UGT y de CC.OO., así como a otros actos socialistas y comunistas, han venido invitados representantes y observadores comunistas y socialistas extranjeros, desde italianos a rumanos, polacos y demás ciudadanos de países del otro lado del telón de acero. Incluso se han traído, según se ha dicho, al propio Carrillo.

    Pero eso es lo de menos. De lo que se trata es de acusarnos a los carlistas de fascistas, que por lo visto es el peor insulto que cabe tanto en la Europa del dólar como en la del rublo, ya que tanto los hijos del Tío Sam como los del Tío Marx obedecen al sionismo, porque ambos padres eran judíos. En nuestro Gobierno y entre nuestros políticos no es posible saber quiénes predominan. Lo cierto es que ya no es posible sostener por más tiempo el régimen llamado del Movimiento Nacional, por ser considerado un tanto totalitario. Antes de morir Franco se empezó a acusar al régimen de inmovilista, y, después de fallecido, se dice claramente que era un régimen dictatorial, acusando de fascistas a cuantos sirvieron alguna vez a dicho régimen.

    Entre estos fascistas se encuentran muchos personajes de relevante actualidad, y todos ellos vistieron la camisa azul, y actualmente se consideran los pioneros de la alegre democracia. Sin embargo, nadie podrá decir que los carlistas –tan antisionistas, anticomunistas, antiliberales, antirrepublicanos, antidemocráticos y antitodo– se hayan llevado demasiado bien con el régimen y con Franco. Los carlistas sabían muy bien lo que iba a suceder, y que todo quedaría reducido a «pan para hoy y hambre para mañana». Que, al no promover el régimen los cuerpos sociales, naturales e independientes –todos ellos al servicio de unos ideales superiores de Dios, Patria, Fueros y Rey, pero con autonomía administrativa y propias jerarquías–, todos estos cuerpos naturales se formarían bajo los auspicios de la subversión, que es lo que ha pasado.

    Que no se extrañe nadie ahora de tanta agrupación separatista con etiqueta de regionalista; de tantos sindicatos libres; de tantas asociaciones de vecinos; y de tantos anhelos de participación ciudadana. Nuestro antiguo Delegado Nacional, Fal Conde, y tantos otros, se jugaron el destierro y muchas cosas más por advertir de estos riesgos a tiempo. Si algunos carlistas «tragaron» y sirvieron al régimen de Franco, dejaron de ser carlistas, porque fueron expulsados de la Comunión Tradicionalista.

    Hoy, como «única» solución para eliminar el régimen totalitario e inmovilista, los «listos» de la política sólo ofrecen opciones democráticas al uso, que es tanto como decir opciones liberales. Se habla de «Reforma Democrática» o de «Ruptura Democrática», pero nadie se acuerda de la lógica «Reforma Tradicionalista» en una Monarquía que se titula «Tradicional». Ni siquiera los antiguos falangistas ni los que siguen siéndolo ahora. Peor aún, ni siquiera se acuerdan de esto los que se llaman tradicionalistas. Hasta estos mismos prefieren considerarse «líderes» de unos partidos políticos dispuestos a «participar» en las próximas elecciones.

    Por esto, el carlismo cree en las corporaciones, pero no en el corporativismo. Cree en los gremios, pero no en el sindicalismo. Cree en la sociedad, pero no cree en el socialismo. Por esto el carlismo considera «indiscutibles» los Principios de Dios y de la Patria, y propugna que, para entenderse en todo los que sí es «discutible», es imprescindible instaurar los Fueros, como únicos compromisos firmes entre el poder y el pueblo, que limitan el poder real y garantizan las libertades «concretas» de los ciudadanos.

    Al tener el régimen tradicionalista este asiento popular tan firme, el sionismo –que persigue dominar y esclavizar al mundo imponiendo su dictadura política inventada por Marx, para poder implantar la dictadura económica o capitalismo de Estado, por ser ellos los que manipulan el comunismo internacional– ha perseguido siempre al carlismo, desprestigiando, comprando o anulando a sus principales hombres o intentándolo al menos. Para ello se ha servido siempre de la mentira y los falsos testimonios, como ha sucedidos en Montejurra. Y al referirme al sionismo, incluyo también la masonería; pues bien, es sabido que la masonería está integrada por aquellos individuos que, sin ser judíos, quieren servir al sionismo.

    Para pertenecer al sionismo hay que ser judío, pero esto no quiere decir que todos los judíos sean malos –que fue el error de Hitler–, pero sí aseguro que al final de cualquier proceso «revolucionario» habrá un sionista tirando de los hilitos. Y el comunismo es un proceso revolucionario. Rusia se entiende con el sionismo porque en la plaza de Carlos Marx de Moscú está instalado el Chase Manhattan Bank, y la Westinghouse tiene en Rusia sus mayores factorías, así como la Fiat y otras empresas multinacionales judías. Son sociedades privadas al 50 por 100 entre el sionismo y el partido comunista ruso. Y aunque lo disimulen, en China han tomado el poder los «amigos» de sionistas y rusos. En EE.UU., el pueblo americano ha «elegido» a Carter, desconfiando de la complicidad de Ford con el sionismo de Rockefeller y Kissinger, pero el tiempo nos dirá si no estaba pensado así de antemano para irresponsabilizar al sionismo de toda intervención en lo que pueda pasar a partir de las últimas elecciones. Tal vez sean las últimas de verdad y para siempre. Por lo pronto, Europa ya está casi entregada totalmente al comunismo-sionismo por la CEE, la OTAN y demás organismos «dirigidos» por no se sabe quién.

    Mientras tanto, a los carlistas nos siguen llamando «fascistas», y en verdad que vamos a tener que considerar esta posibilidad –a pesar de todo lo expuesto en este artículo en su contra– porque no cabe duda que son los únicos que saben cómo tratar al sionismo y al comunismo, tanto en el plano nacional como internacional. Y como se está poniendo el panorama político, va siendo hora de tomarlo en serio.


    FELIPE LLOPIS


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    Última edición por Martin Ant; 10/06/2020 a las 18:13

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