Además, la polémica ha sido aún mayor cuando muchos de los parroquianos han decidido quejarse al propio párroco de su postura y les ha expulsado y asegurado que tienen vetada la entrada al templo durante el resto de su vida.
A este lobo con piel de cordero, hay que agarrarle una pata con un cepo de hierro dentado. Deberían sus feligreses IMPEDIRLE A ÉL la entrada en la casa de Dios y manchar la misa.

Esto es lo que hay que hacer:
Tensión en Cartagena entre los defensores y detractores de Mongolia - La Opinión de Murcia