La Sección Femenina fue una institución nacida a impulsos de la Falange e inspirada en la autenticidad, el rigor y la inquietud revolucionaria que José Antonio infundió a su Movimiento.
Además de adoptar el emblema del yugo y las flechas, como los demás falangistas, convirtió a Isabel la Católica y a Santa Teresa de Jesús en arquetipos, modelos, símbolos y bandera. Pilar Primo de Rivera, ante el hecho de nombrar a Santa Teresa de Jesús como Patrona de la Sección Femenina, explicó el motivo diciendo: “Pensé que debíamos buscar apoyos sobrenaturales que vinieran en ayuda de nuestra limpia intención de servir”.
Es a gente sencilla, como Santa Teresa, a los que revela el Padre los grandes secretos. Fue muchísimo lo bueno que salió de su pluma y el espíritu de trabajo y sacrificio que siempre tuvo. Esas virtudes de Teresa las quisieron las camaradas de la Sección Femenina para ellas.
La educación teórica y práctica del catolicismo se convirtió en disciplina fundamental en sus escuelas y centros de instrucción.
Franco les entregó el Castillo de la Mota de Medina del Campo y lo vieron como un símbolo de unidad entre el pasado y el presente. La Mota llegó a ser el centro creador y propulsor de la Sección Femenina.
Su fundadora y única Delegada Nacional de la misma durante los 43 años de existencia fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio. Quién vivió las horas difíciles de la persecución y de la guerra, conoció el éxito y el fracaso, la alegría y la decepción, y alcanzó a ver como la Sección Femenina, obra de su vida, era fríamente destruida sin que nadie dijera nada en su defensa.
El 29 de octubre de 1933 asistieron al acto fundacional de Falange Española en el teatro de la Comedia 5 muchachas jóvenes, Pilar Primo de Rivera y su hermana Carmen, sus primas Inés y Dolores y una amiga de ellas, Luisa Maria Aramburu, y ese día nació la Sección Femenina, pues esa mañana, como siempre ha dicho Pilar Primo de Rivera: “Tomé la decisión de entregarme a Falange con todas mis fuerzas”. Pilar, Inés y Dolores se apuntaron a SEU (Sindicato Español Universitario) y allí conocieron a otras dos estudiantes universitarias, Justina Rodríguez de Viguri y Mercedes Fórmica (que llegaría a ser una gran escritora).
En Junio de 1934, empezó la persecución contra Falange y se tomó la decisión de crear, todavía dentro del SEU, una sección de mujeres con un cometido específico: realizar las labores de propaganda, con menos riesgos que los muchachos, porque aún existía, por aquellos años, cierto respeto a la condición femenina; además se les encomendaba la atención de los detenidos proporcionándoles tabaco, comida, etc...
Para entrar en los locutorios de la cárcel, tenían que fingir ser hermanas o novias de los detenidos. También tenían que atender a las familias de los caídos y recaudar dinero. Así, en los años en que Falange fue ilegalizada, la Sección Femenina asumió la misión de enlace en la clandestinidad, cumpliendo el cometido que se le había encomendado. Era una labor social, clandestina y peligrosa que las afiliadas cumplían como, por ejemplo, haciendo cuestaciones entre los amigos, organizando rifas y vendiendo de todo, como las pastillas de jabón en cuyo envoltorio figuraba una proclama política sobre los colores rojo y negro: “ Por la revolución nacional-sindicalista, por la Patria, el Pan y la Justicia. Arriba España”.
Muchas fueron detenidas, la mayoría de las veces acusadas de promover alborotos en los juicios contra falangistas o asistir en manifestación a los entierros de los caídos, cada vez más frecuentes y promover disturbios en las calles al contestar a los insultos… Desde luego eran unas mujeres de los pies a la cabeza, dignas de admiración y muy lejos de las mujeres tontas y metidas en su casa como nos las quieren describir hoy en día.
La Sección Femenina estaba compuesta al principio por siete mujeres: Pilar Primo de Rivera, que se convirtió en Jefe Nacional, cargo que como ya he dicho antes nunca abandonaría; Dora Maqueda, Secretaria; Luisa María de Aramburu, Jefe Provincial de Madrid; Inés Primo de Rivera, Secretaria Provincial; Dolores Primo de Rivera; María Luisa Bonifaz, que más adelante profesaría como religiosa; y Marjorie Munden, que era inglesa. Este grupo no estaba destinado a ser un sector de mujeres dentro de un partido compuesto indistintamente por personas de ambos sexos, sino una sección autónoma destinada a cobrar cada vez mayor importancia.
En Diciembre de 1934, en una circular, José Antonio estableció el estatuto de organización de la Sección Femenina, el cual estuvo vigente hasta finales de abril de 1937, cuando se produjo el Decreto de Unificación. Como consecuencia del Decreto aparecieron tres cargos nacionales coordinados: Pilar Primo de Rivera como Delegada Nacional de la Sección Femenina, María Rosa Urraca Pastor, procedente de los carlistas, Delegada de Frentes y Hospitales (enfermeras, auxiliares y equipos de campaña) y Mercedes Sanz Bachiller Delegada de Auxilio Social. El Movimiento (FET y de las JONS) se presentaba en los Estatutos como un proyecto de reforma política en donde se unían tres corrientes: nacional, católica y de justicia social. La Sección Femenina tuvo que modificar sus normas para acomodarse a dichos Estatutos, con gran sacrificio ya que suponía el dejar las misiones que hasta el momento habían desempeñado y sólo quedarse con la tarea de formar a la mujer en el “nuevo estilo”.
El 19 de Octubre de 1937, Franco firmó el decreto que señalaba la primera lista del Consejo Nacional del Movimiento. El primer nombre en la lista de los 48 consejeros nacionales fue el de Pilar Primo de Rivera como homenaje al apellido que llevaba y como reconocimiento al papel que había desempeñado en la Sección Femenina.
La meta de la Sección Femenina era “nada menos que despertar en los españoles, por medio de sus afiliadas, conciencia de lo que supone ser español”, rompiendo la injusticia social que tantos hombres y mujeres padecían y haciéndoles comprender que aún tenía España cosas grandes que hacer en el mundo.
Una de las bases de su doctrina era la dignificación de la mujer, pero no sólo de la mujer en cuanto a ser humano igual en derechos al varón, sino en cuanto que es portadora de valores específicamente “femeninos” en la vida moderna. “Hay que ser femeninas y no feministas “, frase que por cierto estoy de acuerdo al cien por cien. Las mujeres de Falange estaban empeñadas en “una verdadera revolución” para que lo femenino, normalmente menospreciado, se convirtiera en algo justamente valorado.
Siguiendo en esta línea y en el ámbito de la legislación, vieron a la luz innumerables disposiciones a favor de la mujer trabajadora. La ley más importante de las propuestas y conseguidas por la Sección Femenina fue la del 22 de Julio de 1961, de “Igualdad de Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la Mujer”, en donde Pilar Primo de Rivera en la presentación que hizo de la Ley ante el pleno de las Cortes dijo: “Estamos convencidas de que al proteger el trabajo y sobre todo, el estudio de la mujer, no cometemos desafuero. Una mujer refinada y sensible por esa misma cultura, es mucho mejor educadora de sus hijos y más compañera de su marido”. Y además dijo: “Si a las universitarias se les ha exigido el mismo esfuerzo y las mismas pruebas que a los varones, se les deben dar después las mismas oportunidades. En noble competencia ganará quien se lo merezca; en todo caso ganará España, en una elevación del nivel medio de cultura al tener que luchar más los contendientes”. Así con esta ley se ponía fin a todas las discriminaciones e injusticias que venía sufriendo la mujer tanto en el ámbito laboral como en los medios intelectuales.
Los detractores de la Sección Femenina pasan página a estos hechos, ya que no les interesa el que la gente se entere, sin darse cuenta que la historia por mucho que la ignoren está ahí e incluso mujeres de esa época viven y estudiaron una carrera, trabajaron, pero también se casaron, tuvieron hijos y como se suele decir hoy en día se “realizaron como mujeres” desde todos los puntos de vista. El tener una profesión no impide el poder tener una familia, claro que ahora se tiende a la comodidad y dentro de esta palabra sobra el sacrificio que pueda suponer en algún momento el tener hijos, el crear una familia y atenderla como es debido.
Las mujeres de la Sección Femenina se entregaron al servicio de la totalidad de la sociedad española, sin distinciones de clases o de partidos, y realizaron una labor social nada parecida a las viejas formas de beneficencia hipócritas e ineficaces, y con atención permanente a la familia y al hogar con una gran fidelidad a los principios morales, realidades hoy marginadas en nombre de la modernidad y de un falso progresismo.
En lo cultural, se dedicaron a buscar y recuperar, pueblo a pueblo, las raíces más puras del folklore de España, esforzándose por mantener viva su esencia en una embajada del arte y de las más limpias tradiciones de nuestra patria, ya que se dedicaron a ir por todo el mundo mostrándolo con gran éxito.
En la actualidad se pretende desconocer el sentido de modernidad que la Sección Femenina imprimió al ejercicio de sus múltiples actividades, actuando en algunos campos en los que todo estaba por hacer. Muy significativa fue la promoción que hizo de la Educación Física, donde se partió de cero, y que frente a las críticas de Congregaciones Religiosas y censuras obispales, consiguió introducir su enseñanza en todos los ámbitos docentes. Creó también el Servicio Social para la incorporación de las mujeres a tareas sociales y formativas y promovió la participación sindical.
Es una pena que toda esta obra realizada por estas mujeres se quiera tapar e incluso se las trate de mojigatas, como en el libro que tuve el año pasado en la asignatura de Historia, en donde al hablar de la Sección Femenina decía que “solo se dedicaban a formar “buenas amas de casa” para lo que impartían clases de labores, de cocina, de gimnasia o de música” y también comentaba en plan jocoso que la Sección Femenina decía a la mujer que: “Cuando estéis casadas, pondréis en la tarjeta vuestro nombre propio, vuestro primer apellido y después la partícula “de”, seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín… Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos la personalidad, sino que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín”. Esto último lo comenta como si se perdiera la libertad, cosa que no es cierta, y en cambio omiten que en los países sajones directamente la mujer pierde sus apellidos totalmente a la hora de casarse, pero claro como son los dueños del mundo no pasa nada. Hoy en día, con sus críticas quieren dar a entender que estas mujeres eran tontas, yo tengo el ejemplo de una bisabuela mía que era de la Sección Femenina y como todas estas mujeres era de lo más adelantada en la manera de pensar y actuar. Fue actriz, poetisa, escritora, realizo guiones de obras de teatro y cine, y también fue una gran madre y esposa.
Como dijo José Utrera Molina al hablar de la Sección Femenina: “ La historia de la Sección Femenina de la Falange no fue otra cosa que la obra de un grupo numeroso de mujeres abnegadas que no conocieron en su vocabulario la palabra imposible, que fieles a un ideal –que aún no ha perdido vigencia- trabajaron con la alegría de la sobriedad, bajo el sol de la calle, y que sobre todo supieron mirar a España con el alma y los ojos abiertos y con la vida enamorada del sueño de un mundo mejor”.
Es un orgullo recordar hoy, día de Santa Teresa, a estas mujeres valerosas que lo dieron todo por España. Espero que su semilla siga latente y que cada vez seamos más las mujeres que luchemos por nuestra Patria y que, con orgullo y desde dentro de nuestro corazón, gritemos al unísono: ¡¡¡ ARRIBA ESPAÑA!!!
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