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Tema: "Elegía heroica del Alcázar" por Gerardo Diego

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    Re: "Elegía heroica del Alcázar" por Gerardo Diego

    Aprovechamos ya para añadir un texto sobre Gerardo Diego y sus poesías durante la Guerra civil, en que por supuesto, simpatizó con el bando nacional :


    A Gerardo Diego le coge la Guerra Civil española en la localidad francesa de Sentaraille, de donde era su mujer Germaine Main. Una vez que se libera Santander, a últimos de agosto de 1937, se reincorpora a su cátedra y dos años más tarde un nuevo traslado lo lleva a Madrid. En ese tiempo apenas escribe algunos artículos en el diario La Nueva España de Oviedo, periódico que pertenecía a FET y de las JONS. El primero de ellos aparece en este diario el 17 de abril de 1938 y se tituló Retaguardia, en honor de una reciente novela de la escritora Concha Espina que se enfrenta con el tema de lo que se pudiera llamar el reverso de la guerra: «Este revés –escribe Diego– es mucho más interesante novelísticamente entre los rojos que en la retaguardia nacional, que se acerca a la normalidad de una vida laboriosa y pacífica todo lo que las circunstancias militares permiten. Por el contrario, todos los que han vivido los trágico horrores de la revolución roja, sobre todo en los primeros meses, saben muy bien por dolorosa experiencia qué grado de intensidad alcanzan las pasiones humanas…»{16}.

    De 1938 es el poema
    Soy de Oviedo. Torre de la catedral, «mutilada torre catedralicia»{17}, herida y símbolo del dolor, que el poeta quiso dedicarle en recuerdo del cerco y asedio que aguantó la heroica ciudad durante la Guerra Civil, y del bombardeo que padeció su catedral como años antes, en la llamada Revolución de Asturias, había sufrido la voladura de su Cámara Santa. El poema, que difícilmente encontraremos en la mayoría de los libros dedicados al poeta ni tan siquiera en sus Obras Completas, dice así:

    Nunca supe lo que es miedo.
    Soy de Oviedo.
    Aunque me veis sin diadema
    y mútil mi flanco enhiesto,
    no supe arrancarme el gesto
    esa metralla blasfema.
    Ya mi estatura es emblema.
    No quiero morir, no puedo.
    Soy de Oviedo.
    Porque el general Aranda
    me dijo: «quieto», aquí estoy,
    que si me ordenara: «anda»,
    le respondiera: «allá voy».
    Y echará a andar por la banda
    pasos de piedra y denuedo.
    Soy de Oviedo.
    ¿Veis cómo trepa la hiedra,
    una hiedra imaginaria,
    por mi línea que fue piedra,
    mi piedra que fue plegaria?
    Cómo crece, cómo medra.
    Qué dulce y divino enredo
    Soy de Oviedo.
    Contra el heroico Naranco
    mi aguja en fe se dibuja,
    y de nuevo al cielo puja
    y en el cenit hace blanco.
    Duélenme sienes y flanco,
    pero en pie sigo y no cedo.
    Soy de Oviedo.
    Mi piedra sangra y no gime.
    Torre soy y centinela.
    Duerme, Oviedo, que te vela
    madre de siglos sublime.
    De tus hijos seré abuela.
    Nunca supe lo que es miedo.
    Soy de Oviedo.
    {18}

    También de esta época es su colaboración en la Corona de sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera, editada en 1939 por Ediciones Jerarquía. Gerardo Diego le dedica el poema que tituló Soneto a José Antonio. De esta misma época es su extensa poesía Elegía heroica del Alcázar, dedicado a celebrar la gesta del Alcázar de Toledo. Nos ha llamado la atención que en esta poesía no cite de manera clara al coronel Moscardó lo mismo que citó al general Aranda en la anterior:

    Oh ruina del Alcázar de Toledo.
    Yo cantarte no puedo,
    convulsa flor, sin desnivel de rimas.
    Vivero de esforzados capitanes.
    Nido de gavilanes,
    que ensayan vuelo hacia las altas cimas.
    Ahí nacieron proféticos los sueños.
    los sublimes empeños
    de la firme y radiante adolescencia.
    Y el Tajo que lo sabe, amansa el paso,
    sonoro a Garcilaso
    y el cielo otra vez cabe en su conciencia…
    {19}

    Pocos días después de finalizar la guerra fallece el aviador militar Joaquín García Morato a quien Gerardo Diego le dedica este poema que tituló Hallazgo del Aire:

    ¿El aire? No. Aún no existe.
    Nadie lo ha visto, nadie.
    Trepan ramas de hojas
    sedientas a buscarle.
    Copas, cúpulas, torres,
    agujas, flechas, ágiles
    le sueñan. Le persiguen,
    alpinistas acróbatas
    sin identificarle.
    Porque ese azul es cielo
    y es azul. Y lo sabe.
    Y el viento es sólo música
    y la brisa mensaje...
    {20}

    Por estas mismas fechas sale a luz un libro titulado Laureados, donde colaboran cerca de medio centenar de firmas: Manuel Machado, Camilo José Cela, Giménez Caballero, Víctor de la Serna, Cortés Cavanillas y el propio Gerardo Diego, son algunas de ellas. El libro descubre toda una antología de heroísmo. Quizá lo menos importantes de él sea la exaltación personal de cada héroe: es el relato simple de una anécdota que demuestra la calidad, el temple, el tono de una acción; es, en suma, la historia repetida en sucesos aislados, pero que, al verlos reunidos, constituyen un compendio de lo que pueden dar de sí las reservas de un pueblo.

    Gerardo Diego dedica su extenso artículo a un guardia civil llamado César Casado Martín, un héroe del que muchos años después solamente nos queda el testimonio del poeta:: «Fue en aquellos días heroicos de comienzos de septiembre del 36. Acodada en la barrera de los Bajos Pirineos, Europa, frívola e incrédula, contemplaba, restregándose los ojos inverosímiles, la lucha española. El guardia civil César Casado Martín conquista al mando de dos escuadras las primeras casas del de Behovia. Cuando logra su objetivo sólo le quedan dos hombres y él mismo está herido. Durante cuatro interminables horas se mantiene solo y desangrándose, contra el fuego nutridísimo del enemigo, que no puede ni recuperar casas ni apoderarse de los blindados por él defendidos. ¿Será menester alardes de literatura para exaltar esta hazaña como se merece?…»{21}.

    https://www.nodulo.org/ec/2013/n136p08.htm
    Última edición por ALACRAN; 07/02/2025 a las 13:30
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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