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Tema: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

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  1. #1
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    NADIE HABLA DE ESTO, P. Carlos Spahn

    #HablarClaro #Predicación #Dios

    En este video, el Padre Carlos Spahn, ante el ataque de las fuerzas del mal, nos anima a comportarnos como auténticos soldados de Cristo.





    https://www.youtube.com/watch?v=-wygERHmIcM

  2. #2
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    La muerte reflexionada #UNCRISTIANOAMA





    https://www.youtube.com/watch?v=pVRTVPw2eBs

  3. #3
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    ¿Os atrevéis a asomaros a la descarnada verdad que se oculta en el Espejo de clarisas?

    Una de las muchas joyas y curiosidades que atesora el fascinante Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid

    Una tapadera corrediza anima a contemplar "lo que has de ser (...) en la luna de este espejo..."

    El chasquido de la madera al desplazarse descubre una calavera con tocado de clarisa.

    Desde la profundidad de las cuencas vacías de sus ojos parece aseverar la ineludible certeza de las palabras grabadas sobre la tapa del espejo.


    Que dicen así:


    "Lo que en mí vienes a ver/
    te pido que consideres/
    y enmendaras lo que eres/
    mirando lo que has de ser:/
    la hermosura y el Poder/
    el Donayre y el Despejo,/
    con otras Gracias que dejo/
    tus Esperanzas burlaron,/
    por que todas se quedaron/
    a la luna de este Espejo"


    -Anónimo español, S. XVII


    -La otra Corte. Mujeres de la Casa de Austria en los Monasterios Reales de las Descalzas y la Encarnación. Madrid, Patrimonio Nacional, 2019.
















    https://twitter.com/Anita_Woolf/stat...02792045826053
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  4. #4
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    971-El cementerio, un CAMPOSANTO convertido en un lugar de SACRILEGIO. ¿Muertos o FIELES DIFUNTOS?





    https://www.youtube.com/watch?v=-fhQ-WAFPkU

  5. #5
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    LA GRACIA DE LA BUENA MUERTE - P. Carlos Spahn





    https://www.youtube.com/watch?v=vkKOY6p5aPI

  6. #6
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Acerca del fin de año, y de la brevedad de la vida

    por Meditación

    31/12/2022




    PUNTO PRIMERO. Considera a Cristo nuestro Señor recién nacido y llorando en el pesebre. Te sorprenderá, tal vez, que al averiguar las causas de su llanto, hallarás que no son tanto el frío que padece, ni la inclemencia del tiempo, cuanto más bien tu descuido y el olvido con que vives de tu propio bien. Él viene al mundo a despertarte con sus gemidos y voces que te da desde aquella dura cama, para que te des cuenta de tu daño y vuelvas sobre ti, y dejes el camino de la perdición y entres por el de tu salvación. Porque como dice el apóstol San Pablo, apareció la gracia de nuestro Salvador y Dios hecho hombre, enseñándonos que negando todos nuestros desordenados apetitos y deseos mundanos, vivamos en este mundo templada y santamente, ajustándonos a la ley de Dios, por lo cual sin perder de vista el ejemplo que te da tan insigne Maestro, que te hallas en el último día y fin del año, considera cómo tienes este año menos de vida. Mira cómo pasó el otro sin que apenas te dieras cuenta, y que de la misma manera se pasarán los que restan por venir, de los cuáles desconoces su número y fortuna. Contempla cómo se pasa la vida sin parar, y que va como una nave azotada por los vientos, en la cual los que caminan comiendo y bebiendo y durmiendo, no cesan de navegar. Así, tu vida no para de correr, comiendo y durmiendo, velando y obrando, te llevan sin detenerte un punto; y esto mismo que estás leyendo te va quitando la vida. De lo cual debes sacar gran fervor y aliento para sufrir cualquier trabajo por Dios y por tu salvación, viendo cuán breves son todos, como también para obrar en tu beneficio y acrecentar tu caudal, reconociendo cuán poco tiempo te queda para ganar inmortales riquezas.

    PUNTO II. Considera cuántos empezaron contigo a correr el curso de la vida de este año, que se quedaron en el camino, y no llegaron al fin como haz llegado tú. Vuelve los ojos atrás, y míralos en los sepulcros comidos de gusanos, que acabaron sus roles en la farsa de este mundo, y no les duraron todo el año cómo ellos pensaron. Mira sus designios burlados, sus trabajos perdidos, sus haciendas confiscadas en la aduana de la muerte, las cuales ahora mismo gozan otros. Su fama se deshizo como el viento, y todo pasó como sombra, y de ellos apenas hay memoria. Y reconoce la fragilidad de esta vida y sus engaños, y que todo es locura, si no se aprovecha sólo para buscar la eterna y lo que dura para siempre. Considera qué sentirías si te hubieras quedado en el camino como ellos, y que dentro de poco tiempo será de ti lo que ha sido de ellos. Coteja lo presente con lo eterno, que nunca se ha de acabar. Extiende los ojos por aquel año que empezará el día de tu muerte, y no ha de tener fin ni sucesión de otro, sino que ha de durar y continuarse sin término, ni remate, ni límite, ni fin, ni día postrero, mientras Dios fuere Dios, con dos destinos inevitables: o el cielo o el infierno. Y hallarás que la más larga vida en este mísero mundo es como un punto respecto de la eterna y como una gota de agua respecto a todo el mar; y exclama con admiración y llanto, viendo la ceguera de los hombres, pues por gozar de un soplo de vida tan breve y engañosa, pierden la eterna y verdadera. Pide al Señor que no te permita caer en tal engaño, y que te dé luz y gracia para despreciar lo temporal y codiciar solamente lo eterno.

    PUNTO III. Tiende los ojos por los sucesos de este año pasado, y considera las mudanzas que ha tenido, los varios acaecimientos, los fracasos y desgracias, la caídas de los unos y el resurgimiento e incremento de los otros. Entra dentro de tí mismo y considera lo que ha pasado por ti en el decurso de este breve tiempo, la variedad de afectos, de alegría y de tristeza, ya de contento, ya de descontento, las turbaciones de ira y enojo, los días buenos y malos, la mengua de salud. El desmedro en lo temporal y espiritual. Las ocasiones de impaciencia contigo y con los hombres; la variedad del clima y la inestabilidad de todo cuanto está debajo del cielo. Y hallarás que no tiene la luna tantas fases, ni cambia el camaleón tantos colores al día, como lo han sido las mudanzas de tu corazón en lo que has vivido este año. Desengáñate de lo temporal, y deseos de despreciar vida tan engañosa y mudable, y anclar firmísimamente en la verdadera y constante, que es la espiritual y santa que nos está enseñando el Hijo de Dios desde que entra en este mundo hasta que sale. Pon los ojos en la tranquilidad de ánimo que gozan los siervos de Dios, resignados y seguros en su santa voluntad, sin tener otro deseo que lo que Dios quiere o no quiere. Mira cómo, aunque corran los años no los desperdician, porque los invierten en santas obras, de las que han de gozar para siempre; pero los malos los pierden, porque dejan pasar el tiempo en vano, y así se quedan sus años vacíos y sus días inútilmente gastados. Acuérdate que el tiempo pasado nunca vuelve, y que no has de ver más este año que pasó, y logra el que Dios te da para bien de tu alma. Llora el tiempo perdido, y enmienda la vida porvenir.

    PUNTO IV. Mira a Cristo nuestro Señor en el pesebre, y entra con la consideración en su pecho, y contempla cómo desde el instante de su concepción, y desde el día y hora que nació en el mundo hasta lo último de su vida, no dejó de obrar y merecer sin perder un instante de tiempo. Considera los actos de agradecimiento que haría a su Eterno Padre por las mercedes que la había hecho sobre todos los hombres, y los que harías mismo de amor y caridad, amándole intensísimamente y ofreciéndose en holocausto a su santo servicio. Los actos que haría en su alma de celo de su gloria, deseando y pidiendo que fuese glorificado y ensalzado sin fin, y del bien de las almas, deseando y pidiendo al Padre su salvación, y ofreciendo desde el pesebre su vida por sus hermanos. Grande es la lección que recibes ¡oh alma mía! Este Divino Catedrático del cielo te enseña a lograr el tiempo y los años que te da para servirlo. Oye, ve, aprende su doctrina, y no olvides sus enseñanzas, y saca de aquí propósitos firmísimos de imitarlo, y recuperar en los años que te diere de vida lo que has perdido en éste y en los pasados por tu descuido y flojera, y pídele gracias para enmendar tu vida en adelante, despreciando al mundo y siguiendo sus pisadas en el porvenir, como si el que viene fuese el último año de tu vida.



    Padre Alonso de Andrade, S.J


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    https://adelantelafe.com/acerca-del-...ad-de-la-vida/

  7. #7
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Velatorio




    La civilización moderna tiene pavor al luto porque en el fondo tiene miedo de morir. Y por eso no quiere el luto



    En la foto piadosas mujeres velando un cadáver en una pequeña aldea extremeña en la España de 1951. Están consternadas por el dolor de la separación. Pero en su sufrimiento no hay desesperación, ni acidez, ni rebeldía. Una atmósfera de serena conformidad, suave resignación y oración recogida domina el ambiente. Se trata de un verdadero hogar cristiano y donde quiera que haya un hogar cristiano rico o pobre, herido por la muerte, la atmósfera será siempre esta. Los hijos de la Iglesia creen en la resurrección de la carne y saben que por la Redención del género humano “la muerte ha sido destruida por la victoria”.

    De vez en cuando debemos meditar sobre la muerte, para que comprendamos lo que hay de profundamente real en aquella advertencia que el sacerdote hacía a los fieles al comienzo de la Cuaresma: Recuerda que eres polvo, y en polvo te convertirás. No somos más que polvo y volveremos a ser polvo.

    Eso nos hace dar una dimensión exacta a todas las cosas de esta vida. Todos, en este momento, podemos estar movidos por deseos muy diversos. ¿Pero qué son esos deseos, cuando se piensa en lo que somos? ¡Es algo tremendo!

    La muerte nos puede sobrevenir en cualquier momento. Somos algo tan inconsistente que un coágulo en la sangre puede acabar con todos nuestros deseos, todas nuestras aspiraciones en relación a las cosas de esta vida. En último análisis, sabemos que moriremos y cuando pasamos por un cementerio vemos que allí nuestro destino está fijado: nos volveremos polvo.

    ¿No es buena esta meditación para refrigerar muchos ardores, para crear muchos desapegos, para humillar mucho orgullo y hacernos comprender que podemos comparecer a cualquier momento ante el juicio de Dios? ¿Quién sabe si dentro de una hora nos esteremos quemando en las llamas del Purgatorio?

    Sin esas incertidumbres la vida no tiene ninguna grandeza. Nada es bello, nada es atractivo, a no ser con un telón mortuorio de fondo. Sólo por el contraste el hombre conoce el valor de las cosas de esta vida. Y es sólo por el contraste con esta miseria fundamental que uno comprende como todo cuanto queremos en esta vida es poco en comparación con la grandeza del destino que nos espera.

    La civilización moderna tiene pavor al luto porque en el fondo tiene miedo de morir. Y por eso no quiere el luto.

    Se debe encarar la muerte con serenidad, con grandeza, inclusive en lo que ella tiene de aflictivo y de tremendo. Esta es la lección que los muertos y la muerte nos da. Una lección incomparable de profundidad, de fuerza de alma, de coraje y de grandeza.

    Antiguamente había reportajes que al describir la muerte de alguien decían: la majestad de la muerte revistió sus trazos. Es una idea muy bonita.

    Recemos por las almas del Purgatorio que estén más abandonadas y por las que nadie reza, almas que quizás tengan que cumplir mil años en el fuego purificador. Pidámosles que nos obtengan la comprensión, el amor y el entusiasmo por todas las sombras con que la muerte enriquece la estética del universo y los panoramas verdaderos de la vida humana.



    Última edición por Hyeronimus; 14/02/2023 a las 12:16
    Mexispano y Pious dieron el Víctor.

  8. #8
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Y SI HOY MURIERAS, ¿A DÓNDE IRÍA A PARAR TU ALMA?

    Ve a misa, confiésate, comulga, y mantente en oración para evitar el pecado. Procura mantenerte en estado de gracia, porque nunca sabes cuándo el Señor te llamará a Su presencia.

    Algunos se han dejado convencer por los errores del protestantismo y, para no ir a confesarse, dicen que el Buen Ladrón fue llevado al paraíso estando clavado en la cruz, sin confesarse con un cura, probablemente sin bautismo, sin pertenecer a la Iglesia, sin ir a misa. Sin embargo, eso fue así...


    - ANTES de que Jesús resucitado les diera a los apóstoles el poder de perdonar pecados (Jn 20,19-23)

    - ANTES de que Jesús resucitado instituyera el bautismo de salvación (Mc 16,14-20; 1 Pe 3,21)

    - ANTES de la venida del Espíritu Santo (Hch 2,1-4)

    - ANTES del nacimiento y comienzo de la Iglesia (Hch 2,37-47)

    - ANTES de que la Iglesia comenzara a celebrar la Eucaristía (Hch 20,7)

    - ANTES de que Jesús ascendiera a los cielos y dejara Su autoridad en la Iglesia (Jn 21,15-19; 1 Tim 3,15)

    - ANTES de que dejáramos de vivir bajo la ley, para empezar a vivir bajo la gracia (Rom 6,14)


    Por eso los cristianos tenemos que ir a misa, confesarnos, comulgar, llevar vida de oración, hacer obras de caridad, y obedecer todo lo que la Iglesia nos mande para nuestra salvación.

    "Mi alma irá a donde Dios quiera", dicen algunos desde un fingido conformismo. ¡Grave error! Tu alma irá a parar a donde tú quieras, porque el Señor ha colocado fuego y agua frente a ti (Sir 15,17). Lo que escojas, eso recibirás. Si nada procuraste hacer en vida por la salvación de tu alma, no esperes que el Señor te dé la salvación así como así. Recibirás lo que escogiste, según tus propias obras (Rom 2,5-8; Mt 16,27).

    Anda, ve al confesionario y libérate de las cadenas del pecado, que impiden tu salvación. No esperes un mejor día. ¡Hoy es el mejor día!








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  9. #9
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Oda a la buena muerte

    "Oh Señor y Salvador mío, fortaléceme en aquella hora con los brazos vigorosos de tus sacramentos y con la fresca fragancia de tus consuelos. Que se pronuncien sobre mí las palabras absolutorias y que sea signado y sellado con los santos óleos; que tu propio Cuerpo sea mi alimento y que sea rociado con tu propia Sangre; permite que me aliente mi dulce Madre, María, y que mi ángel me susurre con un mensaje de paz, y que mis gloriosos santos me sonrían: para que en su compañía y por su mediación reciba yo el don de la perseverancia, y muera, tal como deseo vivir, en tu fe, en tu Iglesia, en tu santo servicio, y en tu amor".

    ♰ San John Henry Newman






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  10. #10
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    El médico y el sacerdote

    por Dardo Juan Calderón

    12/04/2023



    (extracto del libro de Rubén Calderón Bouchet, “LA ARCILLA Y EL HIERRO”).


    Alguien, a veces el mismo médico, trata de animar a un enfermo incurable hablándole de su probable restablecimiento. Esta falsa luz de esperanza brilla por un momento en las pupilas mortecinas y acaso, durante un breve lapso, la perspectiva ilusoria de un reencuentro con la vida tienta la imaginación del moribundo. Es poco o casi nada. Falta la fuerza que hace circular la sangre, que da alegría y plenitud a los músculos y pone calor en la médula de los huesos. Ahora el cansancio está en todas las articulaciones y resulta vano ese empeño en arrimar una ilusoria primavera que no está en los miembros del enfermo.

    Nuestros contemporáneos, salvo casos de imbecilidad absoluta, tienen clara conciencia de que todos aquellos principios espirituales que daban solidez y fundamento a la conducta, están totalmente en quiebra. Saben también que las consignas publicitarias con que se trata de llenar el vacío dejado por la religión, sólo tienen eficacia cuando se trata de hombres reducidos al mínimo por la influencia obsesiva de los medios de comunicación masivos.

    La Iglesia Católica fue para sus fieles una madre atenta y trató siempre de sostenerlos en los momentos más importantes de sus vidas. Los proveyó con hábitos y costumbres que daban solidez a las instituciones, seriedad a las promesas, honor a los compromisos y dignidad a sus actitudes anímicas y corporales. Los puso constantemente ante la verdad obligándolos a mirar cara a cara la caducidad de la vida corpórea y les dio, al mismo tiempo, confianza en la Palabra de Dios para superar las instancias deprimentes de una existencia que se tambaleaba al borde de la caída. Los previno contra las ilusiones colectivas conminándolos a cultivar la vida íntima y a huir de los espejismos políticos que carecen de fundamento en la naturaleza de las cosas.

    Cuando la revolución pintó sus falsas auroras en el horizonte de la historia, la Iglesia esgrimió contra ella la segura doctrina de su certero realismo. Como es más fácil destruir que construir y matar a un hombre que llevarlo hasta su perfección personal, la revolución contaba con todos los movimientos de la naturaleza caída y con esa proclividad al derrumbe que tienen las instituciones del hombre cuando no las sostiene otra fuerza que el interés de unos y la pasiva complicidad de los otros.

    En clima revolucionario los médicos habían perdido la fe y solían consolar a sus enfermos con mentiras piadosas, pero si el enfermo era un cristiano, el sacerdote se encargaba de volverlo a la realidad haciéndole ver la frágil consistencia de los recursos medicinales y la necesidad, en esos momentos que la lengua existencialista nos ha enseñado a llamar límites, de poner nuestra confianza en Dios y prepararnos para el trance en que debemos comparecer ante el único juez insobornable.

    Desgraciadamente el sacerdote perdió también la costumbre de decir la verdad. No porque se haya contagiado del médico, que aún entre sus peores representantes suele saber algo de lo que sucede con los enfermos, sino porque ha adquirido la verborragia de los «managers» motivacionales y trata de conciliar el fuerte brebaje sobrenatural del Reino esjatológico, con el jarabe de alguna quimera ideológica.

    Frente a los vendedores de ilusiones colectivas el Magisterio de la Unam, Sanctam, Catholicam, Ecclesiam parece paralizado por el temor de poner en peligro la consistencia de la panacea democrática y toma con demasiada seriedad la versión revolucionaria de la historia, sin considerar para nada lo mucho que se ha escrito en contra de esa interpretación, tanto del punto de mira católico como desde otros ángulos de observación. Su preocupación fundamental ha dejado de ser la verdad y ha puesto su atención en las consignas que mueven el ánimo de las masas, como si su propósito fundamental fuera conquistar la adhesión de las muchedumbres.

    El lector atento a los cambios provocados en la enseñanza de la Iglesia por la influencia del modernismo, no hallará difícil encontrar en los documentos eclesiásticos actuales, una explícita confirmación de las mentiras políticas que doscientos años de revolución han sembrado en los pueblos haciéndoles creer que el sufragio, los gobiernos anónimos y la propaganda periodística son los fundamentos infalibles de una progresiva liberación.

    Ya no se enseña, como en mejores tiempos, que son simples instrumentos de un sometimiento, tanto más odioso, cuanto más sirve al poder de las minorías subrepticias que tienen en sus manos el efectivo gobierno del mundo.

    ¿De dónde un cristiano puede creer que el sufragio sirve a la dignidad del hombre y prepara el camino de la emancipación de los pueblos, cuando la auténtica dignidad y la verdadera libertad son asuntos de santidad personal?

    Es perfectamente falso que la existencia de autoridades concretas, de carne y hueso, fueran más enajenantes y arbitrarias que los poderes ocultos de la publicidad.

    ¡Cuántas zonceras mentirosas y consignas invendibles son aceptadas sin críticas por la Iglesia actual, justamente cuando la inteligencia más alerta de los hombres de estudio, sean católicos, protestantes o ateos de cualquier índole, se vuelven contra las imposturas del mundo moderno, las señalan a los cuatro vientos y las delatan con valor en sus mentiras fundamentales!

    Son los hombres de Iglesia los que hoy recogen los argumentos que la revolución no podía vender ni a los más estúpidos de sus clientes y los hacen brillar con un horrible barniz de cosmética teológica ofreciéndolos con zalemas curialescas para hacer entrar su rebaño en el chiquero de la revolución.

    Realmente es un caso extraordinario de regresión intelectual y dentro de lo que alcanzo a percibir, nunca visto en los anales de la historia. En vía de querer explicarlo con el concurso de antecedentes puramente humanos, se puede pensar que la mayor parte de los sacerdotes, educados en una profiláctica separación del mundo, no han creado los anticuerpos suficientes para resistir los virus revolucionarios en cuanto se han visto expuestos al contagio.

    Pero este argumento no es satisfactorio por dos razones que considero importantes: primero porque el morbo modernista fue mejor resistido por los que permanecieron alejados de las influencias contemporáneas; segundo porque los modernistas hicieron su faena en abierto contacto con los movimientos intelectuales más a la página y si no aceptaron la crítica que contra esas corrientes hicieron los católicos a partir de Pío X, es porque obedecían a una inclinación espiritual demasiado fuerte en ellos y no por simple ignorancia de las puestas antimodernas.

    Maritain, autor de una serie de libros que se colocaron entre los buenos hechos por la contra revolución, terminó cayendo en los engaños revolucionarios más sofisticados en cuanto perdió contacto con los teólogos de Acción Francesa que habían contribuido a su conversión.

    En un capítulo anterior nos referimos a un documento pontificio redactado por el Cardenal Ratzinger que aparece en la Iglesia Oficial como una de las figuras de mayor prestigio. En ese escrito podemos leer una referencia apologética a la Declaración de los Derechos Humanos, sin contar varias alabanzas a las ideas madres de la Revolución, en contradicción abierta con lo dicho en las Encíclicas Papales anteriores al Concilio Vaticano II.

    Pienso, no sin alarma, que para que tales afirmaciones aparezcan en un documento que compromete el Magisterio de la Fe, no solamente se echó en saco roto todas las encíclicas papales anteriores a Juan XXIII, sino que también se dio pruebas de un absoluto desdén para con los pensadores y teólogos más esclarecidos de los siglos XIX y XX, sin contar a los grandes maestros de la Iglesia que no han sido tenidos en cuenta para nada en tales reflexiones.

    Todavía más, los encendidos encomios que el Señor Cardenal Ratzinger prodiga a la Revolución tampoco ha considerado con atención lo que los propios pensadores revolucionarios han dicho con respecto a los resultados de ese movimiento que considera como una de las grandes conquistas del espíritu humano: ¿Leyó Monseñor Ratzinger el “Manifiesto de los Iguales” de Babeuf? ¿Echó una ojeada al «Comunista» de Marx? ¿Recuerda cuáles fueron las conclusiones que esos revolucionarios profesionales extrajeron de la Revolución Francesa?

    Se aplicó la igualadora nacional a todas las diferencias sociales fundadas en el crecimiento orgánico de los diversos talantes naturales y sólo se reconocieron las desigualdades fundadas en el dinero. ¡Hermoso juego de igualación! Desaparecen para siempre las jerarquías incomparables y quedan en subasta las que pueden ser obtenidas por el soborno. Éste debe ser el progreso que Monseñor contempla en éxtasis.

    Nuestro tiempo está enfermo y no tiene a la cabecera de su lecho quién lo prepare con luz sobrenatural para entrar en la noche de la muerte. El sacerdote, contagiado por el charlatán, le ofrece la civilización del amor que no veremos jamás y que, en este preciso instante, nos importa un comino.




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    El médico y el sacerdote - Adelante la Fe

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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Catafalco Funerario de Toluca.

    La visión de la muerte en la Nueva España con un fuerte arraigo occidental empezó a introducir las costumbres funerarias traídas de Europa; una parte importante de este ceremonial originó la construcción de monumentos de arquitectura provisional o de arte efímero, denominados catafalcos o túmulos funerarios; en donde la muerte estaba creada por imágenes visuales y metafóricas presentes en sus costumbres, valores, prácticas y razonamientos, lo cual ayudó a difundir la construcción de catafalcos en memoria de distintos personajes; como una forma de ofrecerles respeto, a su vez estaban cargados de gran lujo, que provocaban una gran impresión en la población española, criolla e indígena.

    Francisco de la Maza, las llama piras funerarias y las describe:

    “hechas de madera, pintadas de aceite, imitando mármoles, jaspes o canteras; las estatuas copiaban también mármoles o bronces, e iban algunas veces policromadas, estofadas o vestidas; cubiertas con telas y alfombras, y se adornaban con candelabros, incensarios y macetones de verdad, así como con centenares de velas de la mejor cera”.

    Esta arquitectura efímera de tradición europea fue aprovechada por los religiosos para impulsar una escenificación de la liturgia enfocada hacia el culto a la muerte, en sus inicios fue exclusiva de reyes y príncipes, lo cual no funcionó para estas tierras, ya que con el transcurso del tiempo se fueron construyendo piras para los distintos estratos sociales novohispanos; tal fue el caso del Catafalco de la villa de Toluca; Perteneció a la Iglesia y Convento del Carmen de Toluca, clasificada como obra única en su estilo, se menciona que un sacerdote del templo lo donó al Gobierno del Estado de México, y posteriormente llegó al Museo de Bellas Artes donde se restauró y se volvió a armar. Esta obra fue elaborada por o para la orden de los carmelitas descalzos, debido a que todas las orlas de sus cartelas están coronadas con el escudo de la orden.














    Última edición por Mexispano; 24/10/2023 a las 18:18

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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?


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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    TORMENTO DE LAS MALAS LENGUAS

    Anónimo cuzqueño. Siglo XVIII

    “Retrato del castigo infernal que aguarda a todos los mentirosos”

    Subastado en la casa de subastas Christie’s







    _______________________________________

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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    Escena de Vanitas y la muerte.

    Un esqueleto humano con guadaña soporta en una de sus manos un reloj de arena en señal de que a todos se nos acaba el tiempo. Dentro de su cuerpo lleva un hombre en señal de que el destino es encontrarse con la muerte. Un ángel sobre una torre juega con pompas de jabón, clara alusión a lo efímero de la vida. Bajo sus pies y de manera desordenada, miras, coronas, cascos y armaduras, muestran que no hay estatus que importe cuando el desenlace de la vida se aproxima.

    Los murales de Tadeo Escalante en el Templo de San Juan Bautista de Huaro. Quispicanchi, Departamento de Cusco.

    Crédito fotográfico: Vidas Virreinales.







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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    IDEA DE LA MUERTE, del caballero cristiano – Por Manuel García Morente.




    En la idea que el caballero cristiano tiene de la muerte puede condensarse el conjunto de su percepción y actitud ante la vida. Porque una de las cosas que más y mejor definen a los hombres es su relación con la muerte. El animal difiere esencialmente del hombre en que nada sabe de la muerte. Ahora bien; las concepciones que el hombre se ha formado de la muerte pueden reducirse a dos tipos: aquellas para las cuales la muerte es término o fin y aquellas para las cuales la muerte es comienzo o principio. Hay hombres que consideran la muerte como la terminación de la vida. Para esos hombres, la vida es esta vida que ellos ahora viven y de la cual tienen una intuición inmediata, plena e inequívoca. La muerte no es, pues, sino la negación de esa realidad inmediata. ¿Qué hay allende la muerte? ¡Ah! Ni lo saben ni quieren saberlo; no hay probablemente nada, según ellos, y sobre todo, no vale la pena cavilar lo que haya, puesto que es imposible de todo punto averiguarlo.

    El otro grupo de hombres, en cambio, ven en la muerte un comienzo, la iniciación de una vida más verdaderamente vida, la vida eterna. La muerte, para éstos, no cierra, sino que abre. No es negación, sino afirmación, y el momento en que empiezan a cumplirse todas las esperanzas. El caballero cristiano, porque es cristiano y porque es caballero, está resueltamente adscrito a este segundo grupo, al de los hombres que conciben la muerte como aurora y no como ocaso. Mas ¿qué consecuencias se derivan de esta concepción de la muerte? En primer lugar, una concepción correspondiente y pareja de la vida. Porque es claro que para quien la muerte sea el término y fin de la vida, habrá de ser la vida algo supremamente positivo, lo más positivo que existe y el máximo valor de cuantos valores hay reales. En cambio, el hombre que en la muerte vea el comienzo de la vida eterna, de la verdadera vida, tendrá que considerar esta vida humana terrestre —la vida que la muerte suprime— como un mero tránsito o paso o preparación efímera para la otra vida decisiva y eterna. Tendrá, pues, esta vida un valor subalterno, subordinado, condicionado, inferior. Y así, los primeros se dispondrán a hacer su estada en la vida lo más sabrosa, gustosa y perfecta posible, mientras que los segundos estarán principalmente gobernados por la idea de hacer converger todo en la vida hacia la otra vida, hacia la vida eterna.

    Para el caballero cristiano, la vida no es sino la preparación de la muerte, el corredor estrecho que conduce a la vida eterna, un simple tránsito, cuanto más breve mejor, hacia el portalón que se abre sobre el infinito y la eternidad. El “muero porque no muero” de Santa Teresa expresa perfectamente este sentimiento de la vida imperfecta. En cambio, hay colectividades humanas que han propendido y propenden más bien a hacerse una idea positiva de la vida terrestre. Ven la vida como algo estante, duradero —aunque no perdurable—, que merece toda nuestra atención y todos nuestros cuidados. Esos pueblos, que saben paladear la douceur de vivre, cuidan bien de aderezar y realzar las formas diversas de nuestra vida terrenal; aplican su espíritu y su esfuerzo a cultivar la vida; convierten, por ejemplo, la comida en un arte, el comercio humano en un sistema de refinados deleites y la hondura santa del amor en una complicada red de sutilezas delicadas. Son gentes que aman la vida por sí misma y le dan un valor en sí misma, y la visten, la peinan, la perfuman, la engalanan, la envuelven en músicas y en retóricas, la sublimizan; en suma, le tributan el culto supremo que se tributa a un valor supremo.

    Pero el caballero cristiano siente en el fondo de su alma asco y desdén por toda esta adoración de la vida. El caballero cristiano ofrenda su vida a algo muy superior, a algo que justamente empieza cuando la vida acaba y cuando la muerte abre las doradas puertas del infinito y de la eternidad. La vida del caballero cristiano no vale la pena de que se la acicale, vista y perfume. No vale nada, o vale sólo en tanto en cuanto que se pone al servicio del valor eterno. Es fatiga, y labor, y pelear duro, y sufrimiento paciente, y esperanza anhelosa. El caballero quiere para sí todos los trabajos en esta vida, justamente porque esta vida no es lugar de estar, sino tránsito a la eternidad.

    Y así, la concepción de la muerte como acceso a la vida eterna descalifica o desvaloriza, para el caballero cristiano, esta vida terrestre, y la reduce a mero paso o tránsito, harto largo, ¡ay!, para nuestros anhelos de eternidad. Y esta manera de considerar la muerte y la vida viene a dar la razón, en último término, de las particularidades que ya hemos enumerado en el carácter del caballero español. En efecto, un, tránsito o paso no vale por sí mismo, sino sólo por aquello a que da acceso. Así, la vida del caballero no vale por sí misma, sino por el fin ideal a cuyo servicio el caballero ha puesto su brazo de paladín. Así, el caballero despreciará como mezquina toda adhesión a las cosas y cultivará en sí mismo la grandeza, o sea la conciencia de su dedicación a una gran obra. Así, el caballero será valiente y arrojado; lejos de temer a la muerte, la aceptará con alegría, porque ve en ella el ingreso en la vida eterna. El caballero no será servil; y en la vida, nada, sino su ideal eterno, le parecerá digno de aprecio. El caballero vivirá sustentado en su fe más bien que en los cómputos de la razón y de la experiencia en esta vida. Afirmará su personalidad ideal, la que ha de vivir en lo eterno, ocultando pudorosamente y con vergüenza la individualidad real, manchada por el pecado, que sería deshonroso exhibir. En suma, el caballero cristiano extrae la serie toda de sus virtudes —y defectos— de su concepción de la muerte y de la vida. Porque subordina toda la vida a lo que empieza después de la muerte.


    “IDEA DE LA HISPANIDAD”




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  16. #16
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    Re: ¿Alguna vez pensáis en la muerte?

    La reverenda madre priora Tomasa Josefa de San Rafael, fundadora del Carmen Descalzo de Popayán. Falleció el día 7 de agosto de este presente año de 1768 de edad de 66 años con una muerte tan preciosa como lo fue su vida, y general sentimiento de sus amantísimas hijas, y de toda la ciudad.

    Manuel Merchan Cano me hizo en Popayán, octubre de 1768

    Banco de la República de Colombia








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