UN CONDENADO EN EL INFIERNO.
El imaginario infernal en los virreinatos americanos
Uno de los detalles que más diferenciaría a la tradición teológica judaica con la cristiana era, precisamente, el imaginario del infierno. Mientras que el Gehinom hebreo más se asemejaba al purgatorio, el infierno cristiano daría lugar a varios tratados en los cuales se describía el padecimiento de los pecados cometidos en vida, dentro de un ambiente caracterizado por abundantes dolores, penas y padecimientos, añadiéndose una eficaz iconografía infernal desde los tiempos medievales hasta bien entrado el siglo XVIII en lo que respecta a América.
Entre los textos que más influjo tendrían en los virreinatos americanos, se destaca “El infierno abierto, para que le halle el cristiano cerrado dispuesto en varias consideraciones de sus penas distribuidas por los siete días de la semana”, autoría del jesuita italiano Paolo Segneri aparecida en el siglo XVII, obra traducida y presente en América desde los albores del siglo XVIII.
Influido por los ejercicios espirituales de Loyola y la visión teológico-moralizante de San Agustín o Santo Tomás de Aquino, Segneri disertó sobre siete meditaciones que prontamente iban a representarse en varios grabados y pinturas como la que reposa en el Convento de la Merced en el Cuzco. Éstas eran la cárcel de infierno, el fuego, la compañía de los condenados, la pena de daño, el gusano de la conciencia, la desesperación y la eternidad de las penas.
En todos los puntos el autor pretendía sacudir la conciencia de los creyentes, exhortándoles la meditación de aquellos suplicios día y noche, a fin de evitar todos aquellos abominables castigos físicos y mentales del Infierno abierto. En los territorios americanos fue acogida la obra con notable éxito por la Compañía de Jesús y otras órdenes, a tal punto que los sermones eclesiásticos se valían de lienzos cargados de una poderosa iconografía infernal para impactar emocionalmente a los feligreses, manifestando una por una las meditaciones de Segneri.
No era nuevo este fenómeno didáctico de adoctrinamiento, aquel recurso audiovisual a través del sermón y la imagen abrumadora, suficientes para causar un horroroso estremecimiento al espectador en el momento que observaba a un condenado siendo consumido por las llamas, encadenado, a punto de ser devorado por dragones, serpientes y otras fieras, cuyos clamores y gritos desesperados en sus expresiones faciales, y sin opción alguna de salvación, debieron agitar no pocas de las mentes y consciencias de los habitantes del Antiguo Régimen.
“Ay de mi, que ardiendo quedo, ay que pude y ya no puedo, ay que por siempre he de arder, ay que a Dios nunca he de ver"
Fuentes: “El infierno abierto al cristiano de Pablo Señeri”, Abraham Villavicencio García, 2011, En: Escritura, imaginación política y la Compañía de Jesús en América Latina (siglos XVI-XVIII).
“Un condenado en el infierno”, Ramón Mujica Pinilla, 2007, En: RISHEL, Joseph J. y Suzanne Stratton-Pruitt. Revelaciones. Las artes en América Latina, I492-I820.
Imagen: Un condenado en el infierno, anónimo, siglo XVIII, Convento de la Merced, Cuzco.
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Fuente:
https://www.facebook.com/vidasvirrei...551?__tn__=K-R
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