Y por cierto, Franco mejoró en lo que pudo para España el documento bastardo de la de Dignitatis Humanae, que quedó aplicado así en el FUERO DE LOS ESPAÑOLES, 1966:
"La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado español, gozará de la protección oficial.
El Estado asumirá la protección de la libertad religiosa, que será garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el orden público."
Está claro que se extralimitó a favor de la antigua unidad católica, lo que suscitó quejas de algunos sectores progresistas y sectas heréticas españolas.
¿Cuanto hubiéramos dado ahora por haber mantenido un texto así?
De hecho, la canalla postfranquista (obispos incluidos) fue lo primero que se cargó.
Así que Franco no solo no "consumó la destrucción de la unidad católica de España "sino que, en lo que de él dependió, mantuvo de ella lo que pudo hasta su muerte. Que Dios se lo pague.
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