Cita Iniciado por Gothico Ver mensaje
Entiéndase. Quería referirme, mejor que a los que "lo leen", a aquellos que se entusiasman leyendo sus barbaridades y disparates en materia de religión; ésos, generalmente, no tienen ninguna formación religiosa previa a esa lectura. Lo que no es obstáculo a que hagan suyas las simplezas del filósofo. Cualquier católico bien formado no podrá soportar leer las cuatro tonterías seguidas del filósofo sin tirar el libro a la basura (caso semejante en España, por ejemplo, al de Unamuno).


¿No podría ser también que quienes, en algún momento, llegan a considerar seriamente los escritos de Nietzsche lo hacen por resentimiento hacia una visión actual de la religión que, en realidad, no se ajusta a la Verdad? Me explico: En estos tiempos es francamente difícil llegar, en la primera etapa de nuestras vidas, a discernir siquiera el espíritu que anima al cristianismo, si alguien no cuenta con fuentes privilegiadas de información a su alcance.

No ya por oposición decidida o dejadez manifiesta, sino porque todo parece encaminado hacia una especie de concepción pusilánime y tolerante que parece tener, únicamente y a toda costa (en una maniobra de simplificación extrema) el amor al prójimo -en tanto que hombre- como centro y la atención a los necesitados como fin último. No me malinterpretéis, esto es un reduccionismo absurdo pero es la imagen apolémica que a muchos les conviene proyectar y que sí que resulta muchas veces, cuanto menos, irritante.

Toda la transmutación vitalista tendente a la recuperación de los valores aristocráticos frente a, lo que él llama, la “moral de esclavos” se hunde por su propio peso. El tan citado “superhombre” no crea valores nuevos en calidad de elevación potencial superior, por el contrario, abre paso al relativismo más absoluto (en el marco del cual se considera aceptable cualquier error por igualdad de rango al resto de absurdos) y con ello al demencial nihilismo.

La altanería de este individuo “nuevo”, de este guerrero de nobleza ridícula, no es fuerza de la voluntad ni sentido de la tierra. Es debilidad y cobardía al no ser capaz de anteponer la trascendencia a su propia vida. Es temor a su propia insignificancia y orgullo vano e improductivo. Es la confianza ilusoria de quien se cree libre sin serlo. De todo esto, la triste existencia de Nietzsche fue muestra ejemplificante.

Un saludo en Cristo.