No me parece bien que algunos sectores católicos aprueben con buenos ojos esta ley. Parece que la máxima virtud en estos días consiste en moderar el pecado; como dicen hoy: "alejarse de los extremos y buscar el centro". Y lo peor de todo es que va a hacer que muchas personas se relajen y dejen de luchar contra el aborto de forma efectiva.

Creo que no se debe legalizar en ningún supuesto, porque si no la gente se agarrará ahí. Si permitimos que cuando la vida de la mujer esté en peligro se aborte, los médicos (que muchos, asumamoslo, le han tomado gustillo a asesinar niños) verán cualquier molestia de la mujer como un peligro para su vida. En estos temas hay que ser tajante, no permitir que haya interpretaciones relativas por parte de los médicos sobre lo que es una situación peligrosa para la mujer.