El pueblo no existe. Existe una multitud de hedonistas, sin norte ni guía, perfectamente anestesiados, perfectamente programados para decir los mismos topicazos.
Por otro lado, existe una tiranía peor todavía que la de un dictador: la que establecen los partidos que son agencias políticas de los intereses económicos que los manejan.
¡Viva la Tradición... Y muera la Revolución! ¡Viva la Religión... Y para los tontos la Constitución!
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