Pues a ver si es verdad, que se ahonde esta fractura no podría darnos más que beneficios. Nuestra labor actual precisamente debería ser la de desligar el verdadero patrotismo español de todo europeísmo y nacionalismo racista, especialmente el de los identitarios. Si nos dejamos confundir con según qué (que quizá es precisamente lo que se pretende desde el Sistema) podría pasarnos factura muy gravemente. Yo antes creía que era posible un entendimiento con esta gente, pero sinceramente, a poco que se aproxima uno a ellos ya ve que todo eso es imposible.
Y yo creo que, a pesar de todo, el discurso racista no calará en España -dónde ciertos dogmas católicos todavía quizá siguen existiendo ya secularizados- del mismo modo que en los países que vienen del protestantismo, por lo que yo no le auguro un futuro muy brillante a los identitarios. Por lo tanto, sigamos a lo nuestro: pragmatismo y acción, sí, pero sin admitir lo que no se puede; ni la retórica extranjerizante (y, por ello, acomplejada) ni las posiciones europeístas -y, por ello, antiespañolas- de esta clase de grupos.
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