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Tema: El tigre enjaulado

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  1. #11
    Avatar de Kontrapoder
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    Re: El tigre enjaulado

    Estimado raolbo, quisiera comentar algunos aspectos que has mencionado en tus mensajes; no porque esté en desacuerdo con las opiniones que has expresado, sino porque me da pie para desarrollar algunas ideas que me gustaría someter a vuestra valoración.

    Comentabas que te producía cierta satisfacción el resultado porque habías observado que el sistema se había manifestado de manera unánime a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE.

    Compartiendo tu satisfacción, sin embargo no creo que el sistema sea tan unánime en lo que respecta al Brexit. Hay sectores del sistema que han recibido con alegría el resultado.

    Por ejemplo, el líder de Izquierda Unida decía esto pocos días antes del referéndum:
    El partido de Alberto Garzón apuesta por romper con la UE y salir del euro | EL MUNDO

    Un dirigente de ERC ha mostrado su alegría ante la vitoria del Brexit:
    Rufián (ERC): "Una buena noticia para la democracia y un fracaso para la UE"

    Los judíos sionistas por lo general están contentos con el resultado, ya que de las grandes instituciones mundiales, la UE es la más favorable a los intereses palestinos:



    El mismo GEES se ha mostrado muy satisfecho por el Brexit:
    Brexit, éxito democrático | GEES

    En este caso del GEES, no sé si pesa más su amor por Israel o por Estados Unidos. Por cierto, no tengo mucha idea de las reacciones que ha suscitado el Brexit en Estados Unidos; no sé si vosotros habéis leído algo. Pero indudablemente hay un sector importante en Estados Unidos que siempre ha visto mal la UE, pues en cierta manera serviría de contrapeso al excesivo poder de EEUU, y por ello este país ha venido usando al Reino Unido como caballo de troya. Traigo este artículo que, a pesar de estar escrito por un rojo y contener por ello errores inasumibles, aporta una perspectiva interesante a la hora de abordar esta cuestión:

    Reino Unido, el caballo de Troya

    Pedro Luis Angosto, 24 de Junio de 2016 (09:55 h.)

    No tengo demasiadas simpatías hacia el general francés De Gaulle, dirigente de la Francia Libre pero amigo de la España tiranizada por su compañero de armas Francisco Franco, dictador contra el que jamás dirigió una sola palabra ni un solo acto. Sin embargo, y con todas las precauciones, De Gaulle tenía una visión de la unión europea mucho más avanzada que la del resto de dirigentes de posguerra, convencido de que Francia y los demás países de la Europa continental sólo podrían sobrevivir a la Guerra Fría si eran capaces de formar organizaciones supranacionales bien articuladas, organizaciones que planteasen una vía plenamente europea frente al bloque soviético y al bloque norteamericano. De Gaulle planeó la creación de una unión en la que se respetasen las peculiaridades de las naciones que la componían pero que, unida en torno a Francia y Alemania, defendiese los intereses continentales frente a los de las potencias emergentes tras la derrota del nazi-fascista. La situación económica crítica en la que se encontraba el Reino Unido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, llevó a los sucesivos gobiernos británicos a emprender una estrategia de acercamiento hacia Estados Unidos, país que había rentabilizado de forma excelente su tardía implicación en la contienda hasta convertirse en la primera potencia económica mundial. Los dirigentes británicos optaron desde el primer momento por convertirse en el país de confianza de la nación americana en Europa. En esa tesitura, Francia, que como Estado se había rendido a las potencias del Eje sin apenas resistencia, tenía pocas salidas, la más fácil habría sido imitar al Reino Unido y ponerse a las órdenes de Estados Unidos, la más difícil encabezar la reconstrucción europea en torno a un proyecto económico, político y militar propio, es decir, hacer de Europa una tercera potencia mundial que se moviese con independencia respeto a los dos nuevos focos de poder internacional. Fue en ese contexto, una vez que el Reino Unido había dejado claras sus preferencias, cuando De Gaulle vetó por dos veces, 1963 y 1967, la entrada del Reino Unido en el Mercado Común Europeo, veto que mantendría hasta su salida de la presidencia de la República en 1969. Para De Gaulle no era posible la unidad europea si en ella se integraba un país que había ya había prometido lealtad y sumisión a una de las dos potencias hegemónicas: Gran Bretaña siempre antepondría su relación y sus intereses ligados a Estados Unidos a los de Europa, sería como abrir las puertas voluntariamente a un Caballo de Troya en las nuevas instituciones supranacionales europeas. No se nos puede escapar que tras el proyecto europeísta de De Gaulle, se escondía la pretensión de convertir a Francia, a una Francia desprestigiada por los colaboracionistas, en una potencia continental y mundial con el apoyo de la Alemania industrial, pero no cabe duda tampoco de que el pronóstico del general de Argelia sobre el papel del Reino Unido era cierto.

    Tras la dimisión de De Gaulle en 1969, Reino Unido y los países miembros de la Comunidad Económica Europea iniciaron conversaciones que culminarían, ya sin el veto de De Gaulle, con el ingreso de la isla en las instituciones continentales en 1973. Sin embargo, la entrada del Gran Bretaña en la Comunidad Europea no aportó nuevas energías al proyecto europeísta, ni caudales con que financiarlo, antes al contrario, la presencia del Reino Unido en los órganos de decisión europeo sirvieron para entorpecer su andadura política, limitar su acción económica y diezmar su ambición social, estrategia que culminaría con la llegada al poder de Margaret Hilda Thatcher y los prohombres de la City Londinense, muy interesados en seguir obedeciendo la voz del amo yanqui, boicotear la Unión Europea y convertir a Gran Bretaña en una potencia financiera mundial desde la que se dirigiesen los paraísos fiscales que ya por entonces comenzaban a florecer en paradisiacas islas casi deshabitadas: El nuevo capitalismo, el capitalismo que ya en los ochenta, por el presumible colapso de la URSS y su bloque, necesitaba cloacas al margen de la Ley para lavar dineros y poner en aprietos al Estado del Bienestar imperante en los países europeos. Desde entonces, Inglaterra en estrechísima colaboración con los Estados Unidos de Reagan, se dedicó no sólo a acelerar el desmoronamiento del bloque soviético, sino también a procurar que el viejo proyecto europeísta no llegase a buen puerto. El cheque británico, que disminuyó de forma drástica la aportación del Reino Unido a las arcas europeas, no sólo sirvió para aliviar la carga fiscal de los británicos sino que, además, demostró la debilidad de las instituciones y los dirigentes europeos para llevar una negociación coherente en un tiempo de cambio de modelo político y económico global, poniendo sobre el tapete una triste realidad que no por triste era novedosa: La puesta en práctica de políticas de apaciguamiento con el díscolo poderoso, políticas que, salvando todas las distancias, ya fueron utilizadas por Chamberlain ante la amenaza nazi-fascista con el resultado que todos sabemos.

    La desaparición de la URSS vino a confirmar un tremendo cambio en el “status quo” mundial, de la división del mundo en dos bloques antagónicos se pasó a la hegemonía global de Estados Unidos, pero no sólo eso, la debilidad y la complacencia de los dirigentes europeos con las políticas ultraconservadoras que venían de Estados Unidos e Inglaterra abrió de par en par las puertas de Europa a los hijos de la Escuela de Chicago, a las políticas más antisociales que ha conocido el continente desde el final de la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, al desmantelamiento de lo que hasta hace poco se conocía como Estado del Bienestar, dando vía libre a la sustitución del modelo europeo de convivencia por el vigente en la Inglaterra de Margaret Hilda Thatcher y Ronald Reagan, un modelo completamente opuesto a la tradición y la cultura democrática europea surgida de la Revolución Francesa y los posteriores movimientos revolucionarios burgueses y proletarios. El Reino Unido había cumplido su misión.

    En desacuerdo con la política agraria común, que no sólo protegía la producción agrícola europea sino también su paisaje y paisanaje, de acuerdo con cualquier propuesta que viniese del otro lado del Atlántico y al mando de los paraísos fiscales que tantísimo daño han hecho a los derechos de los europeos, de haber existido dirigentes capaces y decididos, la negativa del Reino Unido a integrarse en el euro, debería haber sido motivo suficiente para expulsar a ese país de la Unión, empero, no fue así, y una tras otra se fue transigiendo con todas las exigencias del país de la Thatcher, minando de ese modo las capacidades de la Unión y aumentando al mismo tiempo el euro-escepticismo de todos los miembros de la misma. Por increíble que parezca las políticas económicas que se vienen implantando en Europa desde hace más de veinte años son las que Thatcher impuso en su país en la década de los ochenta, el idioma oficial de Europa es el de un país con el que no compartimos moneda y el Reino Unido se ha opuesto sistemáticamente a desmantelar el enjambre de paraísos fiscales que se dirigen desde la City londinense, ¿entonces, por qué es una calamidad que ese país haya decidido abandonar la Unión Europea en la que nunca estuvo de verdad? ¿Por qué algunos medios y personas progresistas ven como una victoria de la democracia lo que sólo es un triunfo del egoísmo, la xenofobia y el palurdismo?

    Mucho se ha hablado durante los últimos años de las virtudes democráticas de los referéndums, pero lo cierto es que los carga el diablo y que siempre han sido instrumento muy querido por las dictaduras: No se puede resolver en un día, lo que se ha hecho durante décadas, más en un tiempo en el que los medios de comunicación, controlados por los poderosos, son capaces de mover opiniones a conveniencia. El tremendo error de Cameron lo pagarán los ingleses, también el resto de europeos, pero para la Unión hoy sería un día de fiesta si sus dirigentes estuviesen a la altura de las circunstancias y decidiesen romper de una vez por todas con las políticas económicas anglosajonas que tantísimo dolor han causado y refundar la Unión sobre los principios democráticos que conforman nuestra idiosincrasia.

    FUENTE: Reino Unido, el caballo de Troya - Pedro Luis Angosto - Diario digital Nueva Tribuna
    * * *

    Comentabas en otro mensaje que habías visto una intervención de Eduardo García Serrano en la que hablaba de "reventar la UE".

    Me imagino que es la postura cuasioficial de Intereconomía ahora que están en plena sintonía con Rusia. Por otra parte, Eduardo siempre ha manifestado ser un acérrimo partidario de Israel, con lo que su postura podría tener otros matices. No he visto la intervención de EGS. Pero lo que quería comentar es que, si bien, no albergo simpatía por la UE y no me importaría mucho que se fuese al garete, ese pensamiento de que "hay que reventar la UE", expresado así, me genera cierta prevención.

    Cuando se revienta alguna institución o régimen, hay que tener previsto otro que lo sustituya con mejores garantías. Porque reventar por reventar puede ser peligroso. Todos estamos contra el régimen de 1978, pero si lo reventamos, habría que cuidar de que el régimen que lo sustituya nos deje en una posición cómoda, porque de lo contrario estaríamos peor que al principio.

    La UE la quiere reventar mucha gente. La podemos querer reventar nosotros, como patriotas españoles, para acercarnos a Hispanoamérica y librarnos de las imposiciones en materia de familia. Pero hay otros países, como Israel o los EEUU, que pueden estar también interesados en reventar la UE, por razones muy diferentes de las nuestras. Los rojos o los separatistas pueden tener también sus razones para reventar la UE.

    Uno de los países que parece que tiene mucho interés en reventar la UE es Rusia, como ya hemos hablado. Cabe presumir que no lo hace por nuestro bien, sino porque cree que eso le puede venir bien a Rusia. Aleksandr Dugin explica en este artículo reciente lo que entiende él por reventar Europa:

    Una cosa está clara: el Brexit significa que las mismas fuerzas que crearon la Unión Europea, el mismo viejo club globalista, ahora está disolviéndolo para sus propios fines, decepcionado o en busca ahora de una estrategia diferente. De todos modos, esto conducirá claramente al caos. Dicho caos ha existido en Oriente Medio y en el mundo árabe desde hace mucho tiempo, pero ahora es el turno de Europa. Y todo está preparado para esto. Los británicos de alguna manera simplemente huyen de un barco que se hunde.

    FUENTE: "Brexit", nada personal | Katehon think tank. Geopolitics & Tradition
    En resumidas cuentas, quiere que Europa se suma en un caos semejante al de Oriente Próximo. No propone ningún modelo que sustituya a la UE; simplemente quiere sembrar el caos. Si esto es lo que Dugin expresa abiertamente, en una página de propaganda como Katehon, no quiero ni imaginar lo que piensa en privado. Por otra parte, parece dar a entender que el Brexit lo habría fomentado la propia élite globalista, con lo que en la práctica los intereses de esos globalistas coincidirían con los de Rusia.

    Una vez que caiga la UE, ¿qué vendrá después? Si recuperamos los viejos Estados nacionales y después viene un acercamiento a Portugal e Hispanoamérica, para mí sería perfecto. Pero me temo que las principales fuerzas interesadas en reventar la UE no han pensado precisamente en esa opción. Los partidos identitarios y euroescépticos españoles tampoco contemplan esa opción; de hecho, son radicalmente contrarios a cualquier clase de unión con Hispanoamérica.

    Algunos piensan que, una vez que caiga la UE, nos podríamos acercar a Rusia, lo cual expresa un deseo general más que un proyecto concreto. Pero además de que esa opción nos alejaría de Hispanoamérica, ¿cómo se articularía esa unión con Rusia? La veo bastante problemática. Para empezar, la propia Rusia no está interesada en unirse con España. La teoría geopolítica que manejan Dugin y los suyos contempla que América sea para los americanos (o sea, para los Estados Unidos), Eurasia para Rusia y Europa occidental para Alemania. Por lo tanto, en principio no quieren unirse con ningún territorio al oeste de lo que fue el Pacto de Varsovia.

    Por otra parte, si España se federase con Rusia, necesariamente habrían de participar en la misma federación los países intermedios, como Francia y Alemania. Al final lo que tendríamos es una UE pero comandada por Rusia y con el añadido de varios países de etnia turco-mongol y religión musulmana. Porque recuerdo que en la Unión Económica Euroasiática, además de Rusia y Bielorrusia, participan Kazajistán y Kirguistán. Pero además dicha Unión Euroasiática está en negociaciones para ampliarse a Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Siria. Si gran parte del jaleo con la UE se ha armado por los refugiados sirios, sería una extraña broma del destino que al final, por escapar de la UE, acabásemos federados con la misma Siria.

    Creo, pues, que lo de "reventar la UE" debería matizarse y debería proponerse un proyecto alternativo.

    Entre los que ven bien el Brexit se pueden dar tres posturas, no del todo incompatibles:

    1) ¡Qué bien que Inglaterra ya no perjudicará tanto a la UE y por extensión a España!.- Ésta es la postura que yo mantengo. Puede ser compatible con la sana indiferencia de la que ha hablado Valmadian.

    2) ¡Qué bien que la UE ya no perjudicará a Inglaterra!.- Me parece una postura equivocada porque confunde las prioridades. Pero además dista mucho de ser cierta, porque se hablado mucho de la legislación antifamilia que promueve la UE, pero el Reino Unido, que yo sepa, no se opone a esa legislación y de hecho el mundo anglosajón suele ser su principal promotor.

    3) ¡Qué bien que reviente la UE!.- Me parece una postura comprensible y la comparto en buena medida, pero si no se acompaña de un proyecto alternativo concreto podría ser peligrosa. Por otra parte, no se debe ver con buenos ojos que potencias extranjeras se inmiscuyan de esa manera en los asuntos españoles, por mucho que en algún momento puedan coincidir con nuestro punto de vista.
    Última edición por Kontrapoder; 27/06/2016 a las 01:43
    DOBLE AGUILA y raolbo dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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