http://bicentenariodistinto.blogspot.com/2011/10/saavedra-tradicionalista.html


¿Saavedra tradicionalista?


El comerciante altoperuano Cornelio Saavedra se convirtió, tras las Invasiones Inglesas, en el comandante de los Patricios, el cuerpo militar compuesto exclusivamente por criollos. Pero, desde ese momento, se convirtió también en actor político de renombre, como conspirador nato que era. Sin él, la Revolución de Mayo de 1810 no hubiese tenido éxito, del mismo modo que fue él quien frustró la de 1809 para deponer a Liniers.


Hábil calculador, en esta ocasión estaba convencido de que las brevas ya estaban maduras (según expresión que solía usar con sus complotados), y se puso al frente de la Revolución.


Como comerciante de buena posición que tenía mucho que ganar con el cambio de autoridades (rompiendo así con el monopolio que beneficiaba fundamentalmente a los comerciantes peninsulares -y a las pequeñas industrias locales), pero que podía también perder bastante si estallaba la anarquía jacobina (que pudiese hacer peligrar los buenos negocios con las importaciones inglesas), lo suyo fue el conservadurismo. El saavedrismo representó así la versión porteña del girondismo revolucionario francés.


Pero hete aquí que para la historiografía revisionista nacionalista, Saavedra se ha convertido en uno de los próceres máximos de la patria (esa "patria" pequeña conseguida con la independencia revolucionaria a costas de la gran "patria", las Españas, donde nunca se ponía el sol). Es más, algún autor contemporáneo oriundo de Cuyo, llega a decir que Saavedra era tradicionalista. Así, como lo lee.


Como puede confirmarse con algunos de los textos que aquí en esta bitácora se enlazan en el margen derecho bajo el título "Leyenda rosa nacionalista", los autores nacionalistas o revisionistas suelen despreciar la Memoria Autógrafa de Saavedra. Texto que ya de por sí da con tierra con unos cuantos mitos historiográficos del nacionalismo. Pero, dicen ellos, la Memoria es un texto de un Saavedra ya anciano, donde los recuerdos no son claros (¡sólo habían pasado 19 años!) y donde existe la intencionalidad de no privar a sus hijos de los "beneficios" de la Revolución (pensiones y privilegios... ¡ay de las revoluciones igualitarias!).


Pues bien, vamos, entonces, a traer un texto de Saavedra bien contemporáneo a los hechos: el voto particular de este traficante devenido jefe militar en el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810. Anotó allí de su puño y letra:
Y que no quede duda de que el Pueblo es el que confiere la autoridad, o mando.
¡Qué tradicionalista! Un tradicionalista defensor de la teoría de Juan Jacobo Rousseau de la soberanía del pueblo.


(Por no hablar de los que pretenden falsear la historia convirtiendo a esta proclama revolucionaria en un silogismo suareciano... demostrando no haber leído jamás a Francisco Suárez.)


Cornelio Saavedra, el Bonaparte del Río de la Plata,
sólo que sin la genialidad militar del Gran Corso,
ni la posibilidad de implementar su plan para coronarse Rey






https://www.facebook.com/notes/chris...50328963671809

Aprovechando la coyuntura independentista


de Christian SJ, el El miércoles, 12 de octubre de 2011 a la(s) 20:33 ·

“[…] cuando el Sol del Perú se levante sobre el Océano, la estrella que ha brillado hasta aquí, se eclipsará para siempre […]”

Recurrir a esta cita, nos grafica los intereses de fondo de la naciente burguesía chilena eclipsada por más de trescientos años por parte del Virreinato del Perú. Una burguesía muy particular que entendió claramente, desde los inicios de la guerra por la independencia, que sus designios en el siglo XIX y hasta la actualidad eran y son consolidarse económicamente en el Pacífico sudamericano.

Este es un aspecto de la independencia peruana que debe ser analizado con detenimiento. Evidentemente la coyuntura era propicia para controlar al moribundo mercado del otrora poderoso Virreinato del Perú, una lucha feroz por parte de los grupos hegemónicos, obteniendo los mayores beneficios. Tras ello, claro está, estuvo el gigante mundial, Inglaterra, que no escatimaba esfuerzos por brindar préstamos a las “empresas militares” (corrientes libertadoras) en aras del dominio comercial mundial del siglo XIX.

Uno de los primeros personajes que comprendió claramente los intereses de la burguesía chilena fue Manuel Vidaurre, quien con una claridad poco acostumbrada por sus congéneres de la época, escribió lo siguiente:

“[…] los beneficios comerciales de Cádiz y Lima (Tribunal del Consulado) que hasta aquí han hecho los mayores sacrificios por defender los derechos de la Corona, se reducirán a la clase de mendigos […] sus caudales se convierten en humo y se disipan. Entrar a nuestros puertos los buques estrangeros (Chile, Inglaterra) es inundar nuestros países de mercancías que no se consumirán en muchos años […] por complacer a unos pocos se abren nuestros puertos a los estrangeros […]”

Pero el párrafo siguiente, es más específico en referencia la Expedición Libertadora, su vinculación con los mercaderes chilenos, y estos a su vez con sus pares ingleses:

“[…] es sin duda el contrato (Expedición Libertadora), que se paga con trigo; y conducirlos al Callao en buques ingleses […] este es el modo de sostener a nuestros enemigos, y que se destruyan y arruinen los infelices hacendados (peruanos) que están procsimos a recoger sus cosechas.”

La cita anterior, nos indica claramente que: la Expedición Libertadora se financiaba con dinero inglés, así como era el momento propicio para invadir el mercado peruano con trigo chileno, duro competidor de su par peruano en la Colonia; esto sin duda ocasionaría la ruina de los hacendados y con ella de toda nuestra economía.

Otro de los aspectos pocos conocidos, es que a la llegada de San Martín y sus soldados, en ese mismo instante, en caletas contiguas a Pisco y Paracas fondearon barcos comerciales chilenos que traían productos a muy bajo precio, y con ello inundaron nuestro mercado con bienes a bajo costo. Ya para el año de 1822, señalaba el viajero inglés Proctor que casi la totalidad de casas comerciales que existían en Lima y Callao eran de origen chileno y argentino ¿qué casualidad no?

La tesis que sostengo es que el quiebre del circuito comercial Callao – Valparaíso, luego del triunfo sanmartiniano en Maipú (1817), trajo dos consecuencias: la primera fue la emergencia de la burguesía chilena en el espectro comercial del Pacifico sudamericano, eclipsando a su rival peruana y, la segunda, que los ricos hacendados criollos y sobre todo del Norte Chico en particular, ante esta ruptura comercial no tenían otra oportunidad que la de independizarse (España se convertía en un obstáculo); era preciso pues, mirar hacia otros potenciales mercados para colocar sus productos, es así que lo manifiestan políticamente dos años después en la Jura de la Independencia de Supe (1819).

Sin duda, la historia oficial del Perú y hasta su versión nacionalista/ chauvinista, nos señala que los inicios del problema con Chile parten de la guerra de esta nación para destruir la Confederación Perú – Boliviana. Craso error. Hay que derribar este mito sobre su origen. El problema venía de antigua data, cuyo embrión estuvo en el dominio comercial del Pacífico Sur, a raíz de las reformas borbónicas que permitieron a las colonias comercializar entre sí. Esto lo comprendió claramente el terrateniente conservador Bernardo O´Higgins, primer Presidente de Chile, posteriormente sentando sus bases doctrinarias el rico comerciante Diego Portales, primer ministro durante la guerra contra la Confederación (1836 -1839) y se aplicó en toda su extensión en la llamada Guerra del Guano y del Salitre (1879 -1884) bajo las ordenes de Baquedano, Lynch, Escala, Del Canto etc. apoyados por Inglaterra, la cual también está llena de mitos, mentiras y traiciones, pero que hasta ahora no hemos aprendido las lecciones que de ella se desprenden.

N. de R. La dirección del diario LA PRIMERA Edición de Lima Provincias, no se solidariza necesariamente con las ideas aquí expuestas por el distinguido docente César Christian Sánchez Jara.