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Tema: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

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  1. #1
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    LA CAÍDA DEMOGRÁFICA O EL SUPUESTO HOLOCAUSTO INDÍGENA:

    Con la conquista española de América desde luego que hubo muertes en las décadas de enfrentamientos, guerras, luchas, alianzas y ofensivas como también las hubo en otros sitios, y con otros protagonistas, y no cabe aquí, en este argumento, desmentir que los españoles invadieran un territorio. Los españoles utilizaban la diplomacia, en la forma de alianzas con una serie de tribus, enemistadas con otras, para enfrentarse a ellas, amén de la estrategia.

    Exactamente lo mismo hicieron los Incas, o los Méxicas, por ejemplo, donde los pueblos conquistados por estos eran muchos, y los odiaban a muerte, y hoy en día, todos se sienten de corazón azteca, pero antes, en aquella época, las cosas no eran de esa manera, ellos hicieron exactamente lo mismo para la construcción de sus añorados imperios. Y como dato a tener en cuenta, del que la Leyenda Negra, desde luego, no habla, es la anécdota de Hernán Cortés a su llegada a la costa con apenas medio millar de hombres, y unas tres o cuatro decenas de caballos, y es que las gentes nativas, les animaban a su paso para atacar y apoderarse de la capital del Imperio, Tenochtitlán, y destruir a los tan odiados Mexicas, y para esto, contó con la inconmensurable ayuda de un enorme ejército no de españoles, si no de no españoles, concretamente por Totonacas, Cempoalenses y Tlaxaltecas, una realidad que seguramente, no es demasiado conocida, y es que el Imperio Azteca fue destruido por sus propios aztecas, esa es la realidad, y no otra, nadie les obligó a punta de lanza a nada.

    En el mismo sentido, hay que recordar lo que los escritores más contemporáneos que se aferran a las fuentes clásicas silencian también, como por ejemplo la matanza de más de diecisiete millones de indios en América del Norte por los anglosajones en un intento de limpieza étnica y cultural sin precedentes, diecisiete millones, una cifra admitida por los gobiernos, y exactamente igual pasó en Australia con la población aborigen, y son cifras reconocidas y admitidas de forma documentada, no así el supuesto holocausto del que se habla en la Leyenda Negra española, donde no se encontrará ningún tipo de documento que indique ni por asomo, la imperiosa necesidad de exterminio étnico indígena para efectuar una limpieza del mismo tipo, ninguno, por mucho que se quiera buscar, y en la lengua u origen que se pretenda, a no ser los escandalosos relatos provenientes de las fuentes de la Leyenda negra.

    Se habla del exterminio masivo de los indígenas americanos a mano de los españoles pero eso no se sostiene entre otras cosa porque no les convenía. Cuál era la razón?, pues muy sencilla, y es que los indígenas, eran considerados españoles de derecho, y, por lo tanto, tenían que pagar sus impuestos a la Corona, y al carecer de dinero, lo hacían con trabajo, durante determinado tiempo al año, ¿a quién le interesaba desprenderse de mano de obra gratuita?...tal crueldad, no pudo ser la causa de la catástrofe demográfica que asoló la población nativa, dada la escasez de población española en la zona, y existen estudios científicos que demuestran que la verdadera razón, no es otra que las enfermedades que los europeos llevaron consigo al Continente, tales como la tuberculosis, gripe, tifus, escarlatina, la peste, la viruela…enfermedades para las que los indígenas no tenían defensas en sus cuerpos, y así lo demuestran varios estudios llevados a cabo por determinadas Universidades americanas en enterramientos masivos pertenecientes a indígenas jóvenes y en apariencia bien alimentados sin mostrar evidencia de maltrato corporal de ningún tipo.






    __________________________

    Fuente:


    https://www.facebook.com/autonomiapa...377775658115:0

  2. #2
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Sobre la población de América en la época de Colón

    ¿Cuál es el verdadero pueblo original de América?

    Es como si una consigna venida del imperialismo yanqui dijera: "Así como para nosotros el único indio que vale es el indio muerto, para ustedes lo único valioso es: que todos sean o se declaren indios".

    10 de marzo de 2017

    ALBERTO BUELA





    Es sabido que hoy día uno de los temas y asuntos más aprovechados políticamente por el progresismo, tanto de izquierda como liberal, es el del indigenismo.

    No existe prácticamente ningún gobernante –nacional o provincial– de nuestra América que no cante loas al mundo precolombino, a los indios, a los autóctonos, a los mal llamados pueblos originarios. Porque el pueblo original de América es el criollo: somos nosotros “ni tan españoles ni tan indios” como gustaba decir Bolivar. Somos el tertius genus,como son los cristianos para san Pablo, ni tan judíos ni tan paganos.

    Ni que decir para los militantes políticos y los intelectuales del pensamiento único, el tema está comprado en bloque. Es como si una consigna venida del imperialismo yanqui dijera: “Así como para nosotros el único indio que vale es el indio muerto, para ustedes lo único valioso es: que todos sean o se declaren indios”.

    Para apoyar este principio de dominación política y cultural nos han vendido, y nuestra intelligensia ha comprado, la teoría del multiculturalismo que hace pedazos la poca unidad que hemos logrado al cabo de 500 años de existencia. Esta teoría ruin se expresa en el apotegma: la minorías tienen derechos por el solo hecho de ser minorías, tenga o no algún valor lo suyo.

    Y así como es políticamente correcto criticar a los fumadores y a los cazadores de ciervos, por el contrario, es políticamente incorrecto criticar a cualquiera de las mil variantes del indigenismo americano.

    De acá se desprende la primera mentira mayúscula: la matanza de indios que realizaron los españoles fue de 120 millones según Escarrá Malavé, presidente de la comisión de relaciones exteriores del Congreso de Venezuela, de 70 millones según el sociólogo brasileño Darcy Ribeiro, y así siguen los números más inverosímiles. Pero estas cifras son solo suposiciones artificiosas teñidas por el odio a España y lo español producto de la “leyenda negra” creada por las oficinas políticas de Holanda e Inglaterra.

    El filósofo e historiador mejicano José Vasconcelos, nada hispanista, hace constar en su Breve historia de México queno había más de seis millones de indios en todo el norte de América, tesis que años después convalidarían las investigaciones del antropólogo W. Denevan. Mientras que don Ángel Rosemblat, profesor de historia de América colonial, y nada sospechoso de pro hispanismo, estimó para toda América una población, a la llegada de Colón, de trece millones y medio. La que disminuyó en gran parte, no por las matanzas, que ciertamente las hubo, sobre todo en los primeros treinta años de la conquista, sino por las epidemias que los españoles trajeron: gripe, viruela, sífilis, etc.

    Angel Rosemblat nació en Polonia en 1902 en el seno de una familia judía y llegó a Buenos Aires a los seis años, realizó sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, se perfeccionó en Europa y en 1946 se afincó en Venezuela, contratado por ese gran pensador venezolano que fue Mariano Picón Salas, habiendo fallecido ahí en 1984.

    Por mi parte, tuve ocasión, allá por 1968, de asistir a varias de sus clases magistrales en la Universidad de Buenos Aires.

    El trabajo que acá publicamos pertenece al libro que le dio mayor fama internacional, La población de América en 1492, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1945 y que ha tenido múltiples reediciones. En este trabajo Rosemblat estudió el proceso demográfico de América desde la llegada de los europeos, para lo cual utilizó un original método “invertido cronológicamente”, es decir, fue desde nuestros días –donde contamos con datos más o menos ciertos– hasta 1492, donde la incertidumbre es mayor. Pasó así de los datos comprobables desde 1940, 1825, 1650, 1570, 1492 hasta los datos menos ciertos o verosímiles.

    Este trabajo eximio que don Ángel realizó en 1945 y sobre el que siguió trabajando hasta las ediciones mejicanas de 1964, es de una erudición apabullante que hoy no se encuentra, y da al traste con la inmensa cantidad de trabajos posteriores, que ni por asomo se aproximan en rigor metodológico ni en el manejo de las fuentes al suyo. Un signo más de la decadencia de nuestro tiempo.


    LA POBLACION AMERICANA EN 1492

    Angel Rosemblat


    Hemos seguido paso a paso el movimiento de la población indígena de América retrocediendo desde la actualidad hasta 1570. Estamos, pues, en condiciones de plantearnos el problema final: la población que tenía el continente a la llegada de Colón. De más está decir que la fecha de 1492 tiene sólo un valor convencional. Significa, en términos generales, el momento en que se produce el contacto entre el mundo americano y la civilización europea. Ya hemos visto que ese contacto se produjo por etapas y que en 1570 una gran parte del continente, apenas descubierta, seguía sometida a sus propias leyes demográficas.

    Las apreciaciones de los contemporáneos y de los autores coloniales, que juegan muchas veces con los millones, están falseadas fundamentalmente en varios sentidos:

    1º Cuando Fray Toribio de Benavente o Motolinia dice que en Méjico los padres franciscanos bautizaron, de 1521 a 1536, cerca de cinco millones de indios (según Pedro Fernández de Quirós, en 1609, 16 millones; según Fray Buenaventura Salinas, en 1631, más de 18 millones; según Juan Díez de la Calle, en 1657, 43 millones) trata indudablemente de exaltar la obra evangelizadora de la Orden.

    2º Cuando Hernán Cortés, en carta a Carlos V, describe una lucha contra más de 149.000 tlascaltecas "que cubrían toda la tierra" (el número tiene apariencias de precisión), trata sin duda de destacar el valor temerario de los 400 soldados que le acompañan y su maestría de capitán.

    3º Cuando el historiador mejicano Clavigero cree verosimil que hayan acudido seis millones de indios a las fiestas de inauguración del templo de la ciudad de Méjico en 1486 se deja llevar, sin duda, por la tendencia, bastante general, a engrandecer el pasado indígena.

    4º Cuando Fray Juan de Zumárraga, en 1531, dice que sólo en la ciudad de Méjico sacrificaban a los ídolos más de 20.000 víctimas al año, o Fray Juan de Torquemada dice que en todo el país inmolaban 72.244 víctimas por año, cifra que otros hacen ascender a 100.000, se hacen expresión del horror que produjo a los españoles esta manifestación del culto azteca y tratan, sin duda, de justificar la destrucción de los templos y la conquista misma.

    5º Finalmente, cuando el P. Las Casas afirma que los conquistadores de Méjico exterminaron más de cuatro millones de indios en los doce años que siguieron a la entrada de Cortés, no hace indudablemente una afirmación de tipo estadístico, sino que maneja las cifras con espíritu de hombre de partido, como defensor apasionado de la causa de los indios y detractor del poder civil y militar.

    Podrían agregarse otras causas de deformación, entre ellas la siguiente, anotada ya por Clavigero: el afán universal de agrandar las cosas nuevas que se describen. Al encontrarse con el Nuevo Mundo, el descubridor y el conquistador tuvieron una primera visión de deslumbramiento. Toda visión global, sobre todo del número de habitantes o de casas de una ciudad, el cómputo de una muchedumbre o de un ejército, se expresa siempre hiperbólicamente, como puede comprobarse con la experiencia cotidiana.

    Esas cifras tienen sin duda un valor histórico, aunque no, desde luego, un valor estadístico. ¿Hay acaso cifras de otro género? Evidentemente sí. Cuando se aparta uno de las polémicas político–religiosa, debidas a veces a rivalidades entre órdenes, a conflictos entre el poder eclesiástico y el temporal o a rencillas y rivalidades entre los mismos capitanes y gobernadores, se encuentran abundantes elementos que se prestan para un cálculo aproxima*do: empadronamientos parciales, repartimientos de indios realizados al día siguiente de la conquista, ya veces también la magnitud de los ejércitos. Con ayuda de estos elementos, tomando en cuenta el desarrollo histórico y analizando los medios de vida de las poblaciones precolombinas y los restos de sus culturas, hemos elaborado el cuadro que damos a continuación:


    POBLACION DE AMERICA HACIA 1492


    Norteamérica (norte del Río Grande) 1.000.000

    Méjico, América Central y Antillas …. 5.600.000

    Méjico .......................................... 4.500.000

    Haití y Santo Domingo (La Española) .. 100.000

    Cuba ................................................ 80.000

    Puerto Rico ....................................... 50.000

    Jamaica ............................................ 40.000

    Antillas Menores y Bahamas .............. 30.000

    América Centrav............................... 800.000

    111. América del Sur ......................... 6.785.000

    Colombia ......................................... 850.000

    Venezuela ....................................... 350.000

    Guayanas ........................................ 100.000

    Ecuador .......................................... 500.000

    Perú ................................... ......... 2.000.000

    Bolivia ............................... ......... 800.000

    Paraguay ..................................... 280.000

    Argentina ........................... ......... 300.000

    Uruguay.............................. ......... 5.000

    Brasil. ................................ ......... 1.000.000

    Chile .............................................. 600.000

    Población total en 1492 ................ 13.385.000



    Esta cantidad de casi trece millones y medio de habitantes, con un margen de error que en conjunto no creemos mayor del20 por ciento. Está de acuerdo con el conocimiento del grado cultural que había alcanzado el continente en 1492.

    La densidad de población depende, en efecto, no sólo del medio, sino también de la estructura económica y social. En el estudio de todos los pueblos se ha observado, como es natural, cierto paralelismo entre densidad de población y nivel cultural. Se da particularmente un gran centro de población allí donde cristaliza una gran formación política bajo formas agrícolas de existencia. Tal fue, en América, el caso de las civilizaciones azteca, maya, chibcha e incaica. En ellas alcanzó su apogeo la agricultura precolombina y se congregaron densos núcleos de población. El maíz (América se ha llamado la "civilización del maíz) era la base de la alimentación y se cosechaba en algunas partes dos veces al año. La zona agrícola abarcaba toda la región alta del Occidente americano, especialmente la meseta, desde Arizona hasta Chile. Pero ni siquiera el maíz era general; el cultivo se reducía, en gran parte de esa zona, a plantas tuberosas como la patata y la mandioca, a granos como la quinua ("el trigo de la puna"), a legumbres como los frijoles o las calabazas. La irrigación, el abono artificial y el empleo de instrumentos agrícolas, de madera o piedra, eran excepcionales. Las crónicas mejicanas han conserva*do el recuerdo de horribles períodos de hambre anteriores a la llegada de Cortés.

    Pero si las grandes culturas llegaron a la etapa agrícola, y en el Perú se llegó a domesticar la llama y la alpaca, la mayor parte del continente vivía de la caza, de la pesca y de la recolección. Los pueblos cazadores necesitan extensas praderas y no crean por sí solos grandes centros urbanos, que resultan de la convergencia de los resortes políticos, el comercio y la producción industrial. Se han analizado admirablemente los medios de vida de la América precolombina. Las regiones polares y subtropicales llegan muy pronto a un grado de superpoblación. Los pueblos que se alimentan de la caza y de la pesca están obligados a cierto nomadismo intermitente. La selva no ha albergado nunca grandes poblaciones, por la gran mortalidad, las condiciones climatográficas difíciles, la lucha con insectos y fieras y la escasez de plantas alimenticias. Contra lo que se cree, los recursos alimenticios de la selva son tan limitados –dice Sapper– que el viajero que no vaya bien provisto se morirá seguramente de hambre. Es paradójico –dice por su parte Humboldt*, pero en la zona tórrida, "donde una mano benéfica parece haber derramado el germen de la abundancia, el hombre indolente y flemático se encuentra periódicamente falto de alimentos" Aun hoy las expediciones científicas que llegan a regiones inexploradas se encuentran con poblaciones poco numerosas que se han creado, a través de una lucha secular con los elementos, un pequeño oasis habitable.

    Fuera de la zona agrícola, que se escalonaba en una estrecha franja a lo largo de los Andes (en la región atlántica sólo hubo islotes, seguramente puntos de expansión), el continente era en 1492 una inmensa selva o una estepa. Ya hemos visto que Kroeber, que aplica exclusivamente el criterio de la densidad de población de las áreas culturales, sin detenerse en los datos históricos, calcula para toda América una población de 8.400.000 habitantes. Por nuestra parte hemos llegado a casi trece millones y medio.

    Según nuestros cálculos, desde 1492 hasta 1570 se ha producido una disminución de 2.557.850 indios, balance negativo del primer período de contacto del blanco y del indio en toda amplitud del continente. ¿A qué se debe que se haya hablado de la extinción de decenas de millones de indios? Sería pueril explicarlo simplemente por la fabricación deliberada de una leyenda negra. Por una parte se ha creído en una grandeza legendaria de América; por otra se ha generalizado a todo el continente el proceso de extinción cumplido en las Antillas y se han tomado los hechos aislados –en el proceso que hemos llamado periférico– como índice de una evolución general.

    Analicemos, pues, con alguna detención, el proceso que condujo a la desaparición del indio antillano.

    Vamos a considerar dos cuestiones:

    1º¿Cómo se explican los millones de indios atribuidos a esas islas cuando nosotros apenas encontramos un total de 300.000 indios?

    2º ¿Cómo se explica la extinción vertiginosa del indio antillano? Veámoslo en La Española, el primer ensayo de colonización americana. Es un hecho comprobado repetidas veces que los primeros viajeros que se

    han puesto en contacto con un país exótico han exagerado considerablemen*te su población, en muchos casos hasta decuplicarla. Es lo que pasó con Groenlandia, con Tahití y las islas Sandwich, con Marruecos y el África Occidental. Es lo que pasó también con las Antillas. El navegante, propenso

    . siempre a descubrir grandezas, calcula la población total por las gentes que sus barcos atraen a la costa o generaliza a todo el país la densidad de población del punto hospitalario donde desembarca.

    La Española fue por unos años el Dorado americano. Colón, sugestionado por su propio descubrimiento, o calculando sus frases con frialdad de propagandista, había visto en ella un puerto hondo "para cuantas naos hay en la Cristiandad", un río en el que cabían "cuantos navíos hay en España", y hasta montañas "que no las hay más altas en el mundo" . La Española era el Ofir de las Sagradas Escrituras. Pero la realidad fue algo distinta. El segundo viaje de Colón –17 naves, 1.500 hombres– debía iniciar la gran empresa colonizadora. Años después quedaban más que recuerdos fatídicos: por las ruinas de la Isabela, la primera colonia, vagaban, según la leyenda, los espectros blasfemantes de los que habían muerto de hambre. El Nuevo Mundo no era aún capaz de alimentar a 1.500 europeos. Hubo que expedir urgentemente barcos a España en busca de víveres. Hubo que desistir de expediciones iniciadas, por miedo a morir de hambre en el trayecto.

    Sin embargo, la isla, fuera de las cordilleras casi inaccesibles, de las depresiones áridas y de los bosques espinosos, era de una fertilidad extraor*dinaria, "un verdadero Paraíso arahuaco", como dice Sven Loven en– su estudio de la agricultura de los taínos. Los indios vivían fundamentalmen*te de los productos del suelo y cultivaban de manera intensiva la yuca o mandioca, la batata, el aje, el maíz, los frijoles o porotos, la yautía, el lerén, etcétera. Tenía, además, gran riqueza de árboles frutales, silvestres y de huerta. Pero el único instrumento agrícola era la coa, una especie de azada de madera: "unos palos tostados que usan por azada", según la definición del P. Las Casas. La base de la alimentación era el pan de yuca, el famoso cazabe antillano. La cultura taína, que dominaba en la isla, una rama de la cultura arahuaca del continente, se encontraba aún en la edad de piedra y no había alcanzado un grado avanzado de agregación social, la única base para la existencia de poblaciones densas. La isla estaba' dividida en una serie de cacicatos independientes (cinco al menos, "los cinco reinos" del P. Las Casas) y no presentaba más que pequeñas aldeas de bohíos y caneyes. Una población de 100.000 habitantes nos parece lo máximo que podía haber sustentado la isla en 1494, cuando se inició el choque con el blanco, y es también lo máximo que permiten suponer los 60.000 habitantes con que contaba, según parece, en 1508 y los 30.000 de 1514.

    La fama de la isla, como expresión de la riqueza de las Indias, debió difundirse rápidamente por España. No fue ajeno a ello, sin duda, la necesidad de alentar la empresa colonizadora y de neutralizar los primeros fracasos. Rápidamente surgieron villas y ciudades: en 1502 había tres pueblos; en tres o cuatro años se fundaron quince, "con mucha gente de vezinos, tratantes e trabajadores de minas y granjerías" . Las ilusiones crearon una grandeza ficticia que pronto se desmoronó. Cuando se percibió el fracaso de la explotación minera, y el Dorado se desplazó hacia tierra firme, sobre todo hacia Méjico y el Perú, los colonos empezaron a emigrar. Sólo quedó el recuerdo de una grandeza; mejor dicho, de la ilusión de una grandeza.

    Colón había creído luchar con 100.000 indios en la Vega Real, había creído que la isla era tan grande como Portugal, aunque con el doble de población, y que con los indios había "para hinchar a Castilla y a Portugal, y a Aragón, ya Italia, a Sicilia, e las islas de Portugal y de Aragón, y las Canarias". ¿Qué tenía de extraño que Las Casas, que había visto 25.000 ríos riquísimos de oro sólo en la Vega de Maguá, hubiera visto también tres o cuatro millones de indios en la isla?

    Con todo cómo se reduce esos 100.000 indios de La Española a 60.000 en 1508, a 30.000 en 1514, incluyendo en este número los introducidos de otras islas y de Tierra Firme, ya unos 500 escasos en 1570, para desaparecer lentamente en los siglos siguientes, absorbidos en la población blanca y negra? El proceso, al mismo ritmo, se repite en Cuba, Puerto Rico y Jamaica, y luego, con un siglo de intervalo, en las Antillas Menores y Bahamas, colonizadas por franceses, ingleses, daneses y holandeses.

    Siempre que se ha puesto en contacto una raza conquistadora con un pueblo aborigen, ese contacto, aunque haya sido pacífico, se ha producido a expensas del pueblo conquistado:" su población ha decrecido necesariamen*te, al menos en la primera etapa. Este hecho ha sido estudiado entre los pueblos coloniales de Africa y Asia, y sobre todo en las islas de Oceanía. El mismo proceso se ha registrado aun en la conquista de un pueblo de cultura superior: la Grecia antigua, sometida al Imperio Romano. Es el "clash of peoples" de los ingleses, choque entre pueblos, tantas veces mortal. Aun en los casos en que el conquistador, por propia necesidad, ha puesto todos sus esfuerzos para estimular el crecimiento demográfico de la colonia, la pobla*ción ha descendido día a día, en forma incontenible. Se ha llegado a hablar de "una atmósfera pestilencial" creada por la raza vencedora, de pueblos destinados por la naturaleza a la extinción como una especie de vegetación inferior, y hasta se ha pensado en una acción oculta de carácter misterioso . y no ha faltado quien sostuviera la necesidad de apresurar portadas los medios el proceso para que "sobre las ruinas de los pueblos desaparecidos se pueda desarrollar la vida superior de razas mejor dotadas".

    Pero la extinción del indio antillano no tiene nada de misterioso ni de oculto.

    Un siglo antes de la llegada de Colón los taínos de La Española y de Puerto Rico se encontraban en una fase expansiva: colonizaron el este de Cuba, superponiéndose a la cultura, más primitiva, de los siboneyes. Les detuvo el avance de otro pueblo, el caribe, que en 1492 había conquistado ya gran parte de las Antillas Menores y había invadido el extremo oriental de Puerto Rico, llegando a hacer incursiones, según parece, hasta la costa de Haití. Por un lado, "los indios cobardes y fuera de razón" de Colón frente a la "gente sin miedo". Expresión clara de este proceso era la coexistencia en algunas islas de dos lenguas, una lengua de las mujeres, de origen arahuaco, otra de los guerreros, de la familia caribe, manifestación lingüística de un sistema de conquista bastante general en el mundo primitivo: exterminio de los hombres y apropiación de las mujeres. La llegada del blanco vino a interrumpir la expansión caribe y a inaugurar un período nuevo .

    Resumamos ahora brevemente los hechos externos de la extinción del indio haitiano. El primer contacto entre Colón y "los indios cobardes" fue pacífico. Pero al volver en su segundo viaje, con instrucción expresa de que tratara a los indios "muy bien y amorosamente", encontró las ruinas del pequeño fortín que había dejado, y muertos los 40 hombres de la guarnición. A principios de 1494, fundada la Isabela, comenzaron las expediciones a la "gran Vega", el Dorado haitiano. Las ansiadas riquezas seguían ocultas. Colón inició una activa campaña contra los indios, que duró casi un año, con el empleo de armas de fuego, caballos, perros de caza. Los indios se sometieron. Pero cuando se les impusieron tributos de oro y de algodón, o el servicio personal en minas y granjerías, talaron los campos y huyeron al monte. Era imprescindible llevar oro a España, pagar las primera expedicio*nes, apaciguar a los colonos descontentos y desmentir a los que se habían fugado a la Península pregonando la pobreza de las decantadas Indias. Esta misión debía recaer sobre los indios. Prosiguió la campaña (la caza del indio) hasta lo más intrincado de los bosques. Se les esclavizó, se les marcó a fuego en la frente, como a los negros (la prohibición de herrar a los indios es del13 de enero de 1532), Y aun se inició el envío de cargamentos de indios esclavos para ser vendidos en la Península, hasta que lo prohibió la reina Isabel . Los primeros años transcurrieron en luchas contra los indios y disensiones entre los españoles. Hasta 1500 la empresa era un fracaso. Símbolo de ese fracaso, Colón volvió a España con grillos en las manos y cargado de cadenas.

    Las instrucciones de 1501 y de 1503 a Ovando, y la Real Cédula del 20 de diciembre de 1503, especificaban la libertad del indio, pero también el derecho de compelerlo, mediante salario, para el trabajo en las minas o en los edificios, y para la labranza y la granjería. En ese compeler está el destino de la población indígena, porque el indio rehuía el trabajo, y su rebeldía era ya motivo de justa guerra, y por lo tanto de esclavitud. Las instrucciones de 1503 establecían, además, que debía juntárseles "para ser doctrinados,· como personas libres que son, y no como siervos" Desde 1502 surgieron ciudades y comenzó la explotación intensiva. A cada colono se le concedió una cantidad de indios, a veces cincuenta, a veces cientos (a los oficiales del Rey mucho más). Los indios repartidos trabajaban a la fuerza en la construcción de edificios, en la agricultura, en las minas. Era preciso alternar la vigilancia del trabajo con cruentas expediciones punitivas y con la caza constante de indios. La Reina Isabel murió en 1504. En el codicilo de su testamento suplicaba al Rey, y encargaba y mandaba a su hija la Princesa, y al Príncipe, su yerno, que procuraran atraer e instruir a los indios en la fe católica y mandaran "que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien" . En 1508 quedaban, según parece, unos 60.000 indios.

    Como los indios no alcanzaban para las necesidades de la colonia, se empezaron a traer indios caribes, los temidos antropófagos de las Lucayas y de Tierra Firme, que la legislación autorizaba a capturar y vender como esclavos, y aun indios pacíficos de las islas no colonizadas todavía. Pero las cantidades fueron sin duda reducidas . En 1509, al llegar Diego Colón con su nueva corte de favoritos, se hicieron otros repartos de los indios de La Española. Entonces comenzó en favor de los indios la violenta campaña de los dominicos, que culminó con el apostolado vehemente y fanático de Las Casas .

    Fray Antonio de Montesinos dió carácter público a la protesta dominica. En 1511 predicó en una iglesia de Santo Domingo, con violenta elocuencia, contra los abusos de los colonos y contra la encomienda como atentado a la naturaleza libre del indio . Diego Colón le acusó ante los superiores de su Orden, que se solidarizaron con el predicador. Se desencadenó una violenta hostilidad entre dominicos y el poder temporal. Los franciscanos se pronun*ciaron contra la orden rival. Los dominicos llegaron a negar los sacramentos s los que tenían indios encomendados. La lucha se enconó. El provincial dominico de España reprendió a sus hermanos de La Española y les anunció que en la corte se había pensado expulsarlos de la isla. Fray Antonio fue a España y se presentó ante Fernando el Católico. El rey convocó una Junta de letrados, que promulgó, el 27 de diciembre de 1512, las famosas Leyes de Burgos, el primer código que reglamenta la situación del indio. Las Leyes proclamaron la libertad del indio, pero sancionaron la encomienda como forma obligatoria, aunque paternal, de trabajo asalariado Entonces se produjo en La Española el repartimiento de Alburquerque.

    El repartimiento de los indios hecho por Rodrigo de Alburquerque en 1514 muestra el proceso de la extinción indígena en una fase aguda. El dinamismo demográfico de La Española estaba ya roto. Hay repartimientos de 40 y 50 indios en que consta expresamente que no hay ni un solo niño; sobre un total de 22.336 hombres y mujeres de servicios, no había con seguridad más de 3.000 niños, a juzgar por los datos parciales (hemos contado 1515, pero no siempre consta el número). Hay aún otro factor de desequilibrio: había más hombres que mujeres, contra lo que se podía esperar después de un período de guerra (en la Concepción, por ejemplo, contamos 1.072 hombres por 880 mujeres). Consta que 60 encomenderos estaban casados con cacicas. ¿ Y el resto de los varios miles de españoles que poblaban la isla? Se sabe que muchos de ellos vivían con mujeres indígenas, y de la época de Roldán y de Bobadilla hay testimonios de que muchos hasta tenían un harén de indias. La escasez de niños está relacionada indudablemente con la escasez de mujeres, y los cronistas dicen que el indio ponía además trabas a la procrea*ción. Es indudable que en 15141a población indígena de La Española –unas 30.000 almas– estaba a un paso de la extinción. Pocos años después casi no quedaban indios, y casi tampoco quedaban colonos, ahuyentados por la miseria.

    El repartimiento Alburquerque, con su cohorte de favoritismos, injusticias y venalidades, desencadenó la lucha entre dominicos y el poder temporal. Las Casas había llegado a La Española en 1502. En 1511 había acompañado a Velázquez en la Conquista de Cuba mientras fray Antonio predicaba contra las encomiendas en Santo Domingo. Luego, en 1514, se siente iluminado, vende sus tierras, pone en libertad a los indios que tenía en encomienda y se entrega, durante cincuenta años, incansable, heroico, fanático, manejando el ruego o el anatema, arrastrando burlas, amenazas y persecuciones, acusado de delirante, loco, bellaco, desvergonzado, revoltoso y sedicioso, y a pesar de fracasos, derrotas y humillaciones, a la lucha contra "la codicia insaciable" y 'la innata ambición" de "los tiranos que comen la carne y beben la sangre de sus ovejas" ya su fervoroso apostolado: la defensa del indio, que para él era manso, dócil, débil, fiel, humilde, paciente, delicado, pacífico, tierno, sufrido, sin maldad ni doblez, sin rencor ni odio, sin soberbia ni ambición ni codicia. El P. Las Casas quería la conquista pacífica y una especie de república india bajo la tutela de los dominicos.

    La campaña de Las Casas, proseguida ante el rey y ante el cardenal Cisneros, determinó el envío, en 1516, de tres Padres Jerónimos para que pusieran paz en la isla. Las instrucciones que llevaban habían sido redactadas por el mismo Las Casas, con modificaciones del Cardenal y de su Consejo. Los Padres Jerónimos llegaron en diciembre de 1516; según algunos creían, para asegurar la libertad de los indios. Encontraron a los nativos "derramados por toda la isla e tan pocos en cada asiento, por estar todos divididos por las mismas e estancias de los castellanos, que no era posible ni convertirlos en buenos cristianos ni asegurar su procreación". Decidieron entonces reunirlos en pueblos de 400 ó 500, manteniendo las encomiendas. Las Casas, de nuevo inquieto, volvió a España con el propósito de mudar "el tiránico gobierno" de la encomienda por otra manera "razonable y humana" de regir los indios.

    El poder temporal, que no podía renunciar al indio –la principal, casi la única riqueza– , puso todos sus esfuerzos en conservar y aumentar la población indígena. Entonces, para relevar al indio del trabajo exterminador de las minas, y ante las demandas insistentes de los colonos, apoyados por los Jerónimos y por Las Casas, se intensificó el comercio negrero, practicado ya intermitentemente desde 1511, pero suspendido por temores políticos . El negro, más fuerte, más resistente, con mayor capacidad de adaptación a las formas europeas de trabajo, desplazó al indio. Los colonos preferían un negro a cinco indios. Para el cultivo de la yuca un indio fuerte podía hacer 12 montones diarios; un negro podía hacer 140. Hacia 1520 escribía Fernández de Oviedo (Historia, 1, 141): ''Ya hay tantos en esta isla, a causa destos ingenios de azúcar, que paresce esta tierra una efigie o imagen de la misma Ethiopía". En 1545 –cuenta Benzoni– muchos españoles de Tierra Firme estaban seguros de que los negros se iban a apoderar de la isla. En 1560, cuando apenas quedaban unos centenares de indios, había ya unos 20.000 negros.

    El negro agravó la situación del indio aun desde otro punto de vista: las epidemias. A las enfermedades introducidas por el blanco, para las que el indio carecía de inmunidad (epidemias exterminadoras de sarampión o de viruelas), vinieron a agregarse las enfermedades africanas. Se ha dicho que la caballería invisible de los microbios ha hecho en toda conquista más víctimas que las armas. El antropólogo alemán Waitz ha llegado a atribuir a las viruelas el exterminio de la mitad de la población indígena de América. En diciembre de 1518, cuando los indios de La Española iban a abandonar las minas para ira sus pueblos, los treinta pueblos en donde los Padres Jerónimos esperaban que se harían buenos cristianos y podrían procrear, "ha placido a Nuestro Señor –dicen los Padres de dar una pestilencia de viruelas que no cesa, e en la que se han muerto e mueren hasta el presente (10 de enero de 1519) casi la tercera parte de los dichos indios". Los oficiales y oidores reales, en carta al rey, calculaban el 20 de mayo de 1519 que de esa pestilencia había muerto más de la mitad de los indios.

    Las viruelas, el sarampión, el romadizo y cualquier enfermedad infecciosa cobran especial virulencia cuando son el sello de la conquista de una población desnutrida. La gran mortalidad de las epidemias en La Española es un síntoma de que la población indígena estaba derrotada. Frente a la extraordinaria receptividad para el germen, y ante los estragos de la enferme*dad, el indio no tenía más defensa que los recursos de su magia.

    Los esfuerzos para salvar al indio fueron infructuosos. Irremediablemente, entró en franca extinción. Su vida espiritual (sentimientos, creencias, jerar*quías) estaba aniquilada, su sistema de vida desintegrado, sus clases dirigentes destruidas. Tuvo la sensación de su impotencia, de su inferioridad, de su esterilidad. La anarquía se adueñó de su mundo moral y psíquico. Lo que pasaba a su alrededor era superior a su capacidad intelectual. De su familia poligámica, de su desnudez, de sus placeres primitivos, se le quería llevar a la monogamia rígida, al trabajo forzado, a vestirse, a un Dios único. Se sintió abandonado por sus "zemíes" protectores. Su "perversidad" llegó entonces hasta el punto de negarse "a los deberes de la reproducción" o Él usar hierbas para practicar el aborto. Para "sustraerse al trabajo" se suicidaba (con zumo de yuca brava, ahorcándose, despeñándose de las rocas o comiendo tierra), y lo hacían las familias enteras, grupos de 50 indios, y aún pueblos íntegros que "se convidaban a ello"; su crueldad llegaba hasta el punto de hacerlo "por pasatiempo". Sin embargo, todavía fue capaz de una insurrección cruenta y larga: desde 1519 hasta 1533, Enriquillo, un indio educado por los francis*canos, con 4.000 indios según unos, con 50 según otros, dirigía la resistencia. Hubo que llevar 200 hombres de la Península y movilizar más soldados que los que acompañaron a Cortés en la conquista de Méjico. En 1542, cuando se dictaron las Leyes Nuevas, con disposiciones de favor para el indio antillano –era el triunfo de Las Casas, sólo quedaban para poner en libertad, porque los colonos alegaban que sus indios no eran los autóctonos, sino comprados en el continente y en otras islas.

    El proceso de La Española se repitió, con variantes, en Cuba y Puerto Rico.

    En las Antillas Menores, pobladas por indios belicosos, los caribes o caníba*les, el proceso fue más violento: la legislación permitió capturarlos, marcarlos a fuego en la frente, venderlos y hasta mandarlos a España. En último término, el mismo proceso de las Antillas españolas se cumplió luego en las francesas, inglesas, holandesas y danesas. ¿Era el indio antillano tan débil que su existencia constituía –como se ha dicho– "un milagro fisiológico"? Su historia prueba evidentemente que no. Además, la desaparición fue más lenta de lo que se cree. En Cuba quedaban indios casi en nuestros días, y también en Santo Domingo. Los últimos indios antillanos se diluyeron en la mezcla con el blanco y el negro.

    ¿Por qué se ha extinguido entonces en las Antillas mientras se conserva hasta nuestros días, con bastante vitalidad, el indio continental? Sin duda por su carácter de indio insular. El mismo proceso de extinción se ha cumplido *como hemos visto– en grandes regiones del continente, desde el descubri*miento hasta nuestros días. En los Estados Unidos, en la Argentina, en todos los países, el indio ha sido arrojado hacia zonas del interior, hacia las tierras de renta más baja. El indio se ha visto obligado a replegarse hacia lo que hemos llamado zona nuclear. En las Antillas, prescindiendo de los indios que huyeron de isla en isla hasta el continente, en proporciones difíciles de determinar , en el cual, por otra parte, se conservan restos densos del indio antillano, ese proceso tenía poco margen. La zona de extinción debía abrazar pronto todo el ámbito de las islas.

    Se explica así que mientras la población indígena del continente ha aumentado, al parecer, en sus cifras de conjunto, desde 1492 hasta la actualidad, en las islas del Mar Caribe no hayan quedado más que familias aisladas en las que el ojo experto puede reconocer, a través del mestizaje con el blanco y con el negro, un resto de la antigua población antillana.

    El proceso antillano no se puede generalizare a toda América, sino a la que hemos llamado zona periférica. De todos modos, el primer contacto entre el blanco y el indio fue fatal para el indio en toda la amplitud del continente. Lo fue en las regiones donde el contacto se produjo en forma pacífica, pero aún más en >Méjico y el Perú, donde adquirió caracteres de gran violencia. La primera época fue sombría. La historia se detiene en los hechos que más impresionan: la persecución del indio con perros de caza, la venta de indios esclavos, marcados con hierro en la frente. ¿No se les llegó a negar el carácter de seres racionales, y no fue necesario que el Papa Paulo 111 afirmara, en su bula del 2 de junio de 1537, que los indios eran verdaderamente hombres, capaces de adoptar la fe de Cristo? Aun un espíritu bastante mesurado como el P. Toribio de Benavente o Motolina, que era contrario a que se imprimieran las obras del P. Las Casas y escribía a Carlos V que "los indios desta Nueva España están bien tratados, tienen menos pecho y tributo que los labradores de la vieja España, cada uno en su manera", analiza diez causas de la despoblación de la Nueva España, "diez plagas con que Dios hirió las tierras y los habitantes de Méjico": las epidemias, las guerras con los españoles, el hambre, los tributos y servicios de los indios, el trabajo de las minas, la esclavitud, et. Un dominico, Fr. Domingo de Betanzos, profetizó la extinción de la raza indígena si continuaban los desastres.

    Los testimonios son coincidentes en toda la extensión de América, y a veces se apoyan en cifras para presentar más gráfica y elocuente mente la destrucción de las Indias. Fuera de los círculos afectos al P. Las Casas, un cronista de Su Majestad, Francisco López de Gómara, dice que en las guerras civiles entre Pizarras y Almagros murió un millón y medio de indios. nada se presta más para las cifras hiperbólicas que los cálculos de la mortalidad bélica. y, sin embargo, no hay que olvidar que las huestes españolas nunca pasaron de varios centenares de hombres, y muchas veces no llegaron al centenar. En 1580 el padre jesuíta Luis López, en lima, dice que la guerra de Vilcabamba, en que se apresó a Túpac maru, y la guerra contra los chiriguanos se han hecho "con injusticia y mucha costa de indios y españoles y muertes, y particularmente la de los chiriguanes", A lo cual contestaba el Virrey Toledo: "solos murieron cuatro en entrambas guerras, y de indios no entiendo que murieron veinte: los ocho u diez mataron los indios de guerra, y los demás se murieron de sus enfermedades" . Más verosímiles son las cifras de la 'mortandad producida por las epidemias: en la mayoría de las provincias de Méjico –dice Motolina– murió la mitad de la gente de las viruelas introducidas en 1520 por el negro de Narváez; según Torquemada murieron 800.000 indios en la epidemia de 1545 y dos millones en la de 1576. Pero son siempre sospechosas las cifras inspiradas en el terror.

    Con todo, por más discutibles que sean los números, parece evidente que el contacto violento o pacífico, las epidemias, las guerras, la migración de pueblos a consecuencia de la conquista, el nuevo régimen de trabajo y de vida, y aun las arbitrariedades y abusos de autoridades y encomenderos, repercu*tieron desfavorablemente en el desarrollo de la población indígena en el siglo XVI. Pero ya hemos visto que ese contacto no fue simultáneo en todas partes, y hemos visto también, a través de cuatro siglos de historia indígena, que aun en las condiciones más desfavorables una población concentrada en núcleos densos, manteniendo casi intactas su cultura, su familia, su organización social, puede rehacerse después de la hecatombe inicial. George Kubler; que ha estudiado detenidamente el movimiento de la población mejicana en el siglo XVI, cree que ha habido un gran descenso de 1520 a1545, un aumento apreciable de 1546 a1575 y un período estacionario de 1577 a1600. Los hechos luctuosos no constituyen toda la historia. La acción indianófila de fuertes núcleos misioneros, que ganaron muchas veces para su causa a las autoridades y a la corona, el apostolado tan discutido del P. Las Casas y el apostolado indiscutido de Vasco Quiroga, la actitud generosa de una parte de los nuevos pobladores, las reformas administrativas y judiciales, la legislación protectora, y aun el matrimonio legal entre españoles e indias, junto a la necesidad de mantener el desarrollo de la población indígena. Sin dejamos llevar por la tentación de una leyenda negra o de una leyenda áurea –a ninguna de las dos se ajusta la historia del hombre. y menos la del hombre hispano*, hemos llegado a calcular una disminución de unos dos millones y medio de indios de 1492 a1570, y una población americana de unos trece millones y medio en 1492.


    CONCLUSIONES GENERALES


    Hemos seguido hasta ahora un camino inverso al de toda investigación histórica: desde la actualidad nos hemos remontado paulatinamente hacia el pasado. Desandemos ahora el camino recorrido. El desarrollo de la población indígena y el proceso demográfico de América desde la llegada del blanco se expresa en las siguientes cifras:



    Dentro de su valor relativo e hipotético, estos números constituyen un índice de la historia de América. La población indígena, sometida a un proceso continua de extinción por el juego de diversos factores (epidemias de origen europeo, guerras de conquista, régimen de trabajo, sistema colonizador, alcoholismo, despojos y arbitrariedades, nuevas condiciones de vida, derrota material y moral, mestizaje), llega hasta nuestros días, acrecida en número, pero muy mermada en su integridad racial. Pueblos enteros, hasta una cultura floreciente como la chibcha, han desaparecido casi sin dejar rastros. En la mayor parte del continente no quedan hoy ni las huellas del indio. Pero las cifras muestran al mismo tiempo un proceso acelerado de reestruc*tura étnica y cultural. Más que de una extinción del indio hay que hablar de una absorción del indio.

    Hace cuarenta siglos que un conjunto de pueblos, portadores de la lengua y de la cultura, penetraron en Europa. Por todos los procedimientos, desde la conquista pacífica hasta el exterminio, se superpusieron a los pueblos primitivos del continente, creando lo que llamamos hoy civilización occidental. La historia moderna de América no es más que una fase de ese mismo proceso. En cuatro siglos de expansión indoeuropea, el continente americano se ha incorporado al mundo occidental. Aun los grandes núcleos de la América india (Méjico, Perú) o de la América negra (Haití viven, en su vida histórica, dentro de los moldes culturales, políticos y económicos de Europa: Desde luego, se han incorporado a la vida americana muchos elementos de la cultura material y espiritual del indio, en amplias zonas se conservan poblaciones indígenas casi intactas y en zonas aun más amplias el indio sobrevive en el mestizo ("el neo–indio"). Pero en su conjunto, culturalmente, aun más que étnicamente, el continente está ganado para la raza blanca.

    ¿Cabe esperar –como hoy tiende a afirmarse– un renacimiento de la cultura autóctona? Después de cuatro siglos de desintegración étnica, política, cultural y lingüística, parece evidente que no. Pero el indio no ha muerto. Si la cultura propiamente indígena quedó paralizada en su desarrollo desde el momento de la conquista, el indio se fue incorporando a la vida social y cultural de América, y su aportación fue fecunda desde la primera generación americana. Una figura del siglo XVI puede simbolizar esa fusión del alma americana con la cultura europea: el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de conquistador y de princesa indígena, criado en el Cuzco hasta los veinte años entre duros conquistadores españoles y los restos de la destronada monar*quía incaica, y que supo, en la más pura y armoniosa lengua de Castilla, traducir los Diálogos de amor de León Hebreo, historiar dramáticamente la conquista de la Florida y reconstruir el pasado incaico y la conquista del Perú en sus magníficos Comentarios Reales, según Menéndez y Pelayo– , quizá el único en que verdaderamente ha quedado un reflejo del alma de las razas vencidas".

    Parece que el porvenir está decidido, y que el pasado americano podrá, cuanto más, sobrevivir como matiz, como estilo, en la gran obra colectiva y universal de nuestra cultura.



    ______________________________________

    Fuente:

    ¿Cuál es el verdadero pueblo original de América? - El Manifiesto

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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    ¿Por qué se acusa a los españoles de haber cometido genocidio en el continente americano?



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    Javier Sanz22 Marzo 2017




    Antes de que se me juzgue y condene por escribir este artículo, rogaría que se leyese y que la prueba acusatoria de mi condena no fuese únicamente el título. Aclarado esto, ¿por qué se acusa a los españoles de haber cometido genocidio en el continente americano?

    La respuesta a esta pregunta es muy fácil si recurrimos a la manida Leyenda Negra. Según la RAE, la leyenda negra “es la opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI“. Y de esto se encargaron ingleses, franceses, holandeses e incluso algunos españoles durante los reinados de Carlos I y Felipe II, curiosamente coincidentes con la época de máximo esplendor del llamado Imperio español. Una leyenda que, cinco siglos después, sigue en vigor, que demasiada gente cree a pie juntillas y que desde el continente americano se repite como una letanía cuando en algún texto se narra la historia de los conquista y colonización del continente americano por parte de los españoles, que no de otras potencias europeas.





    Antes de seguir, habría que precisar que nos encontramos en los siglos XV y XVI donde las potencias europeas se afanan en ampliar sus fronteras, descubrir nuevos territorios y someter a sus pobladores, esquilmar las materias primas y metales preciosos, y extender la fe cristiana -más poder, más riqueza y mayor número de súbditos a sus órdenes-. Exceptuando el matiz religioso, algo que ha sucedido a lo largo de toda la historia y en todos los rincones del mundo (incluso en el continente americano antes de llegar los europeos, como en el Imperio azteca). También los habitantes de la península ibérica hemos sido conquistados por otros pueblos: Cartago, Roma, pueblos germánicos, musulmanes o Francia. No descubro nada nuevo, sólo puntualizo que también hemos estado en el lado de los oprimidos o sometidos. Y esto no nos produce ningún tipo de recelo ni animadversión hacia estos pueblos. De hecho, nuestro patrimonio cultural, nuestra propia lengua o ciertas costumbres son un claro ejemplo de todos esos pueblos que pasaron por la península ibérica.

    Entonces, ¿por qué esa animadversión hacia los españoles de algo ocurrido hace siglos? Parece que la respuesta está incluida en el título de este artículo… la acusación de genocidio de los pueblos precolombinos. Pero es que no hubo tal genocidio, y me explico.

    Si se hubiese producido dicho genocidio (según la RAE, genocidio: “aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos“) sería imposible que en las poblaciones actuales de Hispanoamérica/Iberoamérica se viesen rasgos tan acusadamente indígenas. De hecho, al igual que por los rasgos físicos podemos aventurarnos a decir (y digo aventurarnos, que no asegurar) que un europeo es de un país nórdico, también podemos aventurarnos a hacerlo de alguien procedente de un país sudamericano o centroamericano. Además, estamos hablando de un territorio en el que se habla la lengua de aquellos conquistadores, se practica mayoritariamente su religión (actualmente, con mucho más fervor que en España) y, en lo esencial, rige su forma de derecho.



    La historia es testigo de que para que una cultura se asiente en un territorio o pueblo ajeno no es suficiente con la instauración de un poder político o militar, la educación de una población o el establecimiento de unas costumbres, se necesita, sí o sí, el mestizaje humano.



    Las primeras expediciones al continente americano estuvieron compuestas casi exclusivamente por hombres. Así que, lógicamente los primeros encuentros sexuales entre españoles y mujeres indígenas tenían más que ver con la “necesidad sexual” de aquellos que con otra cosa. Aquellas relaciones, puntuales e inicialmente únicamente carnales, con el tiempo se fueron convirtiendo en habituales. La convivencia variaba desde meras mujeres de compañía hasta esposas, formalizadas a veces a través de ritos indios y no cristianos. El problema es que aquellas relaciones mixtas carecían de un verdadero status legal… hasta 1514. El rey Fernando el Católico aprobó en 1514 una real cédula que validaba cualquier matrimonio entre varones castellanos y mujeres indígenas. Al reconocer la posibilidad del matrimonio entre ambas razas, la cédula de Fernando el Católico sirvió para llenar un vacío legislativo referente a la condición legal de los indios, asegurando la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla. No sólo reconocía una realidad ya existente, también se abría la puerta al mestizaje y a la simbiosis cultural. Esas nuevas generaciones mestizas fueron las responsables de crear una cultura híbrida, mezcla de ambas y con reconocibles patrones indígenas. Si echamos la vista unos kilómetros al Norte, a EEUU y Canadá, donde ingleses y franceses fueron los responsables de la conquista y donde no se produjo el mestizaje humano, podremos comprobar que, exceptuando algunas comunidades aisladas y casi como un reclamo turístico, no queda rastro de las culturas autóctonas, ni rasgos físicos indígenas entre las poblaciones actuales.






    A nadie se escapa que los conquistadores cometieron actos reprochables y miserables a nuestros ojos (propios de todas las conquistas) y que se produjeron muchas muertes, tanto en la lucha directa como a consecuencia del sometimiento y el trabajo en las encomiendas. Aún así, la mayoría de las muertes de indígenas hay que achacarlas a la propagación entre ellos de enfermedades (gripe, viruela, sarampión…) de las que eran ignorantes portadores los recién llegados y para las cuales los indígenas carecían de defensas naturales. En palabras de Agustín Muñoz Sanz, jefe de la unidad de patología infecciosa del Hospital Infanta Cristina de Badajoz y profesor titular de Patología Infecciosa de la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura…


    Este fenómeno representa un excelente y dramático ejemplo de lo que hoy se llama patología del viajero y del inmigrante. Las enfermedades infecciosas fueron un aspecto más, sin duda muy importante, del intercambio de personas, bienes y microbios entre dos zonas del planeta separadas durante milenios por un gran mar y por el océano del desconocimiento mutuo. […] Es materialmente imposible que las armas mataran más que las enfermedades y otros factores asociados. Pensar que algo más de cien hombres y unos cuantos caballos dirigidos por Hernán Cortés barrieron a un imperio enorme muy bien organizado y de alto nivel de civilización, como el azteca de Moctezuma (México), es desconocer la realidad de la historia. Algo similar ocurrió en la aventura de Pizarro en el imperio Inca de Huayna Cápac (Perú). La viruela y el sarampión fueron unos perfectos aliados –involuntarios, no intencionados– en el éxito de conquista española.



    Y para los que no tengan claro lo que significa genocidio, un ejemplo… Cuando se pagaban cinco libras por la captura de un aborigen en Tasmania


    Eso sí, hay que reconocer la labor propagandística de todos aquellos que durante siglos se han ocupado y preocupado en mantener viva la Leyenda Negra. Como decía el escritor mexicano Carlos Fuentes, pintaron a España como…
    brutal, sanguinaria y sádica, empeñada en torturar y asesinar a sus súbditos coloniales, en tácito contraste, sin duda, con la pureza inmaculada de los colonialistas franceses, ingleses y holandeses.


    Fuentes: La viruela y el sarampión en la conquista de América, La ley de matrimonios mixtos que cambió la colonización de América, Grandes polvos de la historia – José Ignacio de Arana




    ______________________________________

    Fuente:

    ¿Por qué se acusa a los españoles de haber cometido genocidio en el continente americano? - Historias de la Historia
    Última edición por Mexispano; 30/03/2017 a las 06:16

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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    «Lo del genocidio en América es una barbaridad, ¿por qué iban a matar a la gallina de los huevos de oro?»

    El hispanista francés ganó relevancia internacional con su libro «Leyenda negra» (Gadir) en el que analizaba todas las mentiras que desde hace siglos alimentan la hispanofobia y, en los últimos años, se ha dedicado a reivindicar la figura del Cardenal Cisneros




    Fotografía de archivo de Joseph Pérez - Juan Manuel Serrano Arce


    César Cervera - C_Cervera_M

    09/05/2017 04:28h - Actualizado: 09/05/2017 18:08h. Guardado en: Historia


    A sus 86 años el historiador Joseph Pérez se permite ser políticamente incorrecto sin que le asusten los riesgos. En estos tiempos decir que España no hizo un genocidio en América o que Felipe II no era más intolerante que cualquiera de los otros reyes europeos es parecido a tirarse en paracaídas desde la torre Eiffel con los ojos cerrados. A la leyenda negra contra lo español que lleva media vida combatiendo este hispanista francés de padres valencianos le ha tomado ahora el relevo la dictadura de lo correcto. Ajeno a este cambio de régimen, Pérez se ha dedicado a reivindicar en los últimos años la figura de un inquisidor general, el Cardenal Cisneros, ferreo defensor de una mentalidad mediterránea con la que el historiador se identifica en contraposición con lo germánico. Y precisamente por el viejo y sabio cardenal ha visitado recientemente Madrid para intervenir en la conferencia «Doctores y espirituales. Fernando de Valdés frente a Cisneros», organizada por la Fundación Banco Santander. Aprovechamos su visita para hablar con Pérez de historia, de Cisneros, de la UE y de la actualidad española.


    –Visita Madrid para hablar de la lucha en el siglo XVI entre dos corrientes religiosas dentro del catolicismo español. ¿En qué consistió esta lucha?

    –Se trata del enfrentamiento en el siglo XVI de los que yo llamo los doctores contra los espirituales. Es un debate de fondo que demuestra que España no se quedó al margen de la reforma espiritual que dio lugar a las distintas corrientes protestantes en Europa. Desde finales del siglo XV hubo en el país una preocupación por llegar a una vida religiosa que fuera más vivida que entendida. Para muchos la religión se había convertido en algo rutinario, por lo que anhelaban algo más: una forma de entender la religión desde la espiritualidad interior. No querían que la religión se redujera a dogmas sino que fuera una actitud vital. Esta era la vocación de los llamados espirituales o místicos (este término no se usaba entonces porque hacía referencia a cosas secretas), frente a la de los doctores, que recelaban de que la gente que no sabía experimentara una vida religiosa no rigurosamente conforme con el dogma.

    Cisneros ayudó con los fondos del arzobispado de Toledo a la traducción y publicación de libros en lengua vulgar y a que los textos religiosos estuvieran al alcance del pueblo.

    –Poniendo nombres y apellidos a estas dos corrientes, usted menciona al Cardenal Cisneros y a Fernando Valdés.


    –Son dos inquisidores generales muy representativos de su tiempo.Cisneros, inquisidor general desde 1507 hasta su muerte, era un espiritual que opinaba que había que tener en cuenta las ganas de los fieles por participar en la religión desde el interior. Cisneros ayudó con los fondos del arzobispado de Toledo a la traducción y publicación de libros en lengua vulgar y a que los textos religiosos estuvieran al alcance del pueblo.


    –El tiempo de Cisneros fue seguido de una persecución contra los espirituales encabezada por Fernando Valdés.


    –Cuando Cisneros murió, sus sucesores tomaron decisiones contra los espiritualistas, entre ellos un decreto en 1527 contra los alumbrados de Toledo. Con motivo de este decreto comenzó una persecución contra los representantes de esta corriente que hizo que ser complutense en la España del siglo XVI fuera, a ojos de la mayoría y de la inquisición, ser heterodoxo, incluso hereje. Por su parte, Fernando Valdés fue un perseguidor de los espiritualistas. Él puso en el índice de libros prohibidos todos los textos de piedad, devoción y mística que Cisneros recomendó y financió. Santa Teresa diría su famosa frase al respecto: como no sé latín Dios me ha dicho que, sin libros en lengua vulgar, yo te daré libros vivos.

    La idea que yo desarrollo es que en esta lucha al final triunfaron los doctores. Y hasta cierto punto esta victoria es la de la escuela de Salamanca, de Francisco y Vitoria y compañía, sobre la de Alcalá levantada por Cisneros.


    –¿Nada sobrevivió de los espirituales?

    –El trabajo de Cisneros tiene continuidad en lo que se han llamado luego las beatas, los alumbrados y los místicos. Santa Teresa y San Juan de la Cruz son los grandes reformadores místicos y devolvieron aparentemente el equilibrio entre ambas corrientes avanzado el siglo XVI. Pero solo en apariencia. A Santa Teresa le ponen en los altares a su muerte; la proclaman patrona de España junto a Santiago Matamoros, pero la verdad es que era valorada como escritora sin entrar en el contenido de sus textos. En paralelo a los homenajes, las obras de Santa Teresa no son recomendadas en la mayoría de órdenes de religiosas. Su doctrina no es aceptada.


    –Además de Cisneros, su obra historiográfica ha girado en torno a la idea de la leyenda negra. Hay muchos libros que han seguido la senda del suyo.

    –Bajo el nombre de leyenda negra se están metiendo muchas cosas últimamente. Yo creo que hay tres cuestiones, ni cinco ni dos, tres. Por un lado, un rechazo a lo que se consideraba como imperialismo español. A Felipe II se le acusaba de ambicionar la Monarquía Universal y a los españoles de creerse los elegidos por Dios, los que deben mandar y regir la civilización. Eso desapareció cuando se terminó la pretensión de Monarquía universal, pero la propaganda quedó ahí.

    Por otro lado está la idea de que España es un buen exponente del catolicismo romano y la leyenda negra es, sobre todo, una reacción contra las naciones católicas. La falsa idea de que las religiones protestantes representan el progreso y los que se mantuvieron fieles al catolicismo fracasaron por el fanatismo y el atraso económico es algo presente en esta intoxicación histórica.

    Y el tercer aspecto es la superioridad de la raza germánica y anglosajona sobre las naciones latinas, romanas y mediterráneas. Esa creencia racista también alimentó esta leyenda contra lo español.


    –¿Sigue vigente este tercer aspecto hoy en día?

    –La Europa que estamos viviendo es una Europa alemana, que dicta las normas al sur. La UE no es la unión europea es el triunfo de Alemania, de una Europa germánica. Cisneros combatió esto ya en el siglo XVI, puesto que él era contrario a la tradición germánica. Él era heredero de la tradición romana, la república, el bien común... En el mundo germánico y anglosajón creen que la suma de la libertad individual y los intereses particulares es el interés general, pero es una creencia falsa, pues, ya advirtió Cisneros, el reino no es el rey, es la comunidad lo que está por encima de todo. Aunque la mayoría piense una cosa no tienen siempre razón. La sociedad debe vivir conforme el orden y el sosiego. Sin discriminación, sin viles y afrentados. Que la mayoría tenga en cuenta lo que opina la minoría.

    Los alemanes no saben y no han comprendido nunca lo que es el servicio público, esto es, que por ser ciudadanos todos tienen derecho a unos beneficios y a un mínimo de igualdad. En Francia, a petición de los alemanes, están suprimiendo los servicios públicos: el correo, las escuelas, el ferrocarril… lo único que importa es si es rentable o no un servicio.


    –Parece usted más decepcionado que nunca con la UE.

    –Procedo de una familia española pero me he criado en Francia y me considero francés. La Francia que yo he conocido no tiene nada que ver con la actual. Se construían infraestructuras públicas constantemente y se velaba por la res pública. Lo actual es todo lo contrario de una civilización mediterránea: el servicio público, el interés del pueblo, el ágora, el debate público son propios de Grecia y Roma… y no lo que estamos viviendo.


    –¿Cree que esta Unión Europea puede ser derrocada por los movimientos populistas?

    –Estoy harto de oír hablar de populismo. Cuando se quiere desprestigiar a un líder se usa esa palabra. Yo entiendo lo que sienten estos populistas. El pueblo piensa que las cosas no funcionan como deberían y quiere cambiarlo. Donde yo vivo la gente está molesta porque han cerrado el correo, el comercio, la escuela y en lugar de ello se construyen estadios de fútbol. Cuando yo vivía en París hace 30 años ponía una carta en el buzón y en cuestión de 24 horas llegaba al Pirineo, donde vivían mis padres. La república que yo he conocido era eso, derechos e igualdad sin entrar en la rentabilidad del servicio. La gente que manda en Bruselas está desconectada de la realidad. Cisneros no hubiera consentido esta Europa.


    –Es España el nacionalismo y el populismo se entrecruzan, ¿cómo cree que se va a resolver el asunto catalán?

    –En Cataluña no sé lo que va a pasar. Harán lo que les dé la gana. Pero la idea de que una región aspire a transformarse en nación me parece normal cuando no hay otra solución, por ejemplo en el siglo XIX sirvió en Alemania para unir a todos los alemanes. El nacionalismo tiene sentido cuando vale para reunir gente o para defender a regiones que se sienten discriminadas porque no se les permite, por ejemplo, practicar su religión o hablar su lengua. Solo en esos dos casos es legítimo que el nacionalismo crezca. ¿Se da alguna de estas situaciones en Cataluña? ¿Están discriminados? ¿Se les impide hablar el catalán o bailar la sardana? No, yo no veo razón para decir que se sienten discriminados. Son los castellanohablantes los que a veces se sienten discriminados en Cataluña. Mire, recuerdo una anécdota poco conocida de la Guerra dels Segadors, en 1640, que vivió la secesión de Cataluña. Los catalanes se pusieron de acuerdo con Francia y llegó a este país un emisario de Cataluña, que no sabía francés, para hablar con el Cardenal Richelieu, que no hablaba catalán pero hablaba muy bien castellano. «No podemos hablar la lengua del enemigo, ¿cómo vamos a entendernos sin hablar castellano?», preguntó el emisario, a lo que Richelieu contestó: «No, son las personas las que se hacen la guerra, no las lenguas. Los idiomas están hechos para entenderse entre la gente. Hablaremos castellano».


    –Volviendo a la leyenda negra parece que cobra fuerza entre la izquierda la idea, refutada en su libro, de que en América hubo un genocidio contra la población indígena. ¿Es políticamente incorrecto sostener que aquello fue propaganda?

    –Lo del genocidio es una barbaridad. Para empezar porque a los españoles les interesaba la mano de obra, ¿cómo iban a matar a la gallina de los huevos de oro? Murieron muchos indígenas pero por enfermedad y no tanto por la guerra. Un catarro cualquiera era mortal para un indio porque no tenía la inmunidad necesaria. Los españoles se comportaron de una manera salvaje en muchos casos, pero no diferente a lo que los ingleses y franceses hicieron luego en el siglo XIX, salvo porque ellos no tuvieron a un Bartolomé de las Casas para denunciar los horrores. Los daños que conocemos de la colonización lo sabemos porque lo escribieron así los españoles, mientras que de los otros no supimos nada hasta hace poco. Lo decía Tácito, matan a los hombres y a esto lo llaman pacificar.


    Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta 1830 para tener los mismos derechos que los anglicanos.

    –Si hablamos de intolerancia religiosa el imaginario popular se traslada automáticamente al reinado de Felipe II y la actividad de la Inquisición, ¿está justificado?


    –Felipe II no tuvo nada de excepcional. No existía la tolerancia religiosa en ninguna parte de Europa. No admitían la pluralidad en ese tiempo. Los soberanos consideraban que el sentimiento religioso formaba parte esencial de la comunidad nacional. Para ser un buen español, un buen francés o un buen alemán había que tener la misma religión que el rey. No existía sentimiento nacional según entendemos hoy, pero uno compartía con el rey la religión y esta comunidad de fe hacía mucho para federar el país. No fue algo único de los Habsburgo, los reyes ingleses tampoco permitían que hubiera católicos en su reino. Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta 1830 para tener los mismos derechos que los anglicanos. No tiene sentido hablar de un rey intolerante en Europa, cuando todos lo eran.


    –A nivel historiográfico la leyenda negra parece retroceder, pero en la ficción sigue muy próxima.

    –Actualmente los historiadores están de acuerdo en su mayoría en que la leyenda negra no corresponde a la realidad. ¿Quién hubiera dicho hace 30 años que un historiador inglés iba a escribir un libro tan bueno y completo como la biografía de Felipe II realizada por Geofrey Parker? Entre historiadores hemos dado un salto de gigante, si bien quedan resquicios de la leyenda por culpa de la prensa, el cine y los novelistas malos. Les interesa montar sensacionalismo. Hace cinco años la televisión francesa me entrevistó para un documental de Isabel La Católica. Al final me enfadé con las preguntas, «ustedes que quieren ¿que diga que era una asesina con las manos manchadas de sangre?», les increpé. Como cualquier jefe de Estado con responsabilidades ella fue responsable de muchas muertes pero no voy a presentarla como una reina sanguinaria e inquisitorial. La idea de los españoles como los malos de la película ha estado presente hasta hace poco y ahora empieza a cambiar poco a poco.




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    Fuente:

    Joseph Pérez: «Lo del genocidio en América es una barbaridad, ¿por qué iban a matar a la gallina de los huevos de oro?»

  5. #5
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    La Conversión de los Indios

    Contrario a lo que se piensa de que la conversión de los naturales o indios fue de forma violenta la realidad fue mucho más compleja de entender. En un inició los sacerdotes si hicieron uso del maltrato ya que el indio o natural no tenia ningún protector y era visto como un hereje o infiel. Las cosas cambiaron con la promulgación de las Leyes de Burgos de 1512 y las Leyes Nuevas de 1542.

    Los ultimó que buscaba la Corona era un conflicto religioso con los indios al momento de su evangelización así que se ordenó a los sacerdotes ingeniárselas para convertirlos sin hacer uso pleno de la violencia. La mayor parte de las conversiones se hicieron mediante mentiras o engaños, los sacerdotes de las ordenes les prometían ciertos privilegios a los indios conversos, pero al final no tenian el poder para cumplir las promesas hechas.

    Otros como Diego Ramirez haciendo uso del ingenio se hacían pasar por Inkas para ordenar a los indios la conversión, les prometían negociar con los españoles para eximirles de los trabajos. Otros sacerdotes aprendían el quechua y las lenguas de los indios para predicarles sobre el infierno y sobre las consecuencias espirituales de no convertirse al catolicismo. Incluso los sacerdotes se disfrazaban de diablos para asustar a los indios en la noche y persuadirlos de esa manera a la conversión, uso del miedo.

    En tanto otros indios se convirtieron cuando sus Señores o Curacas lo hicieron, esto debido a que estos querían mantener su posición social en el Nuevo Orden como los indios de Huaylas. Incluso los Inkas del Reyno de Vilcabamba aceptaron la fé católica y misioneros en sus dominios. Los pueblos quechuas y aymaras se mostraron mas hostiles a la fé católica que los demas, con estos 2 pueblos especialmente si llego a hacerce uso de la violencia para su conversión, además de quemar y destruir todo elemento que mantuviera aun sus creencias.

    La Corona buscaba la unidad de sus Reynos para una mejor administración y control, la religion posibilitaba esa unidad. Durante las Guerras de Independencia los indios y castas que defendían sus Estados de los independentistas usaban símbolos de la fe católica y gritaban "Por Dios y por el Rey".





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    Fuente:

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  6. #6
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    ¿De dónde ha salido esta basura? Dice que los misioneros al principio maltrataban a los indios, porque los veían como herejes o infieles. ¿Herejes? ¿Cómo iban a ser herejes si ni siquiera eran cristianos? Infieles, sí, claro. Por eso cruzaban el mar (que en aquella época era jugarse la vida) para llevarles la luz del Evangelio. Y eso desde el primer momento, ya desde el segundo viaje de Colón. No hubo que esperar a la promulgación de las Leyes de Indias. ¿Que hasta entonces no tuvieron ningún protector los indios? Pues entonces no sé por qué Isabel la Católica escribió el famoso codicilo de su testamento, ni por qué mandó a Colón a buscar los indios que había traído y vendido para recomprarlos y ponerlos en libertad.

    No se evangeliza mediante mentiras ni engaños. Este artículo lo ha escrito evidentemente un anticlerical, que manipula diciendo que los frailes aterrorizaban a los indios amenazándolos con el infierno si no se convertían al catolicismo, y llega a decir que hasta se disfrazaban de demonios para asustarlos por la noche. Claro que les hablaban del infierno, pero también del cielo, y de todas las verdades de fe. Por eso, no sólo se tomaron la molestia de aprender sus idiomas, sino que hasta los codificaron creando las primeras gramáticas y diccionarios de esas lenguas, así como los primeros catecismos. Y pusieron escuelas y les enseñaron a leer y a cultivar la tierra. Y se creó más de una veintena de universidades. No sé de dónde saca que se recurrió a la violencia para la conversión, y menos con quechuas y aymaras.
    Mexispano y ReynoDeGranada dieron el Víctor.

  7. #7
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    EL MITO DEL “GENOCIDIO ESPAÑOL”

    Comienzo diciendo que el término “genocidio” es anacrónico, así lo evidencia un gran artículo que recomiendo, escrito por César Cervera en la ABC en español[1]. Entre los distintos argumentos presentados, encabeza aquél de las cifras infladas y exageradas de una supuesta matanza masiva por parte de los españoles. Ante este mito histórico, algunos pseudo historiadores gustan de imaginar a Don Juan de Austria (héroe de la batalla de Lepanto) vanagloriándose – supuestamente – del martirio de un grupo de indígenas americanos, cuando en realidad no participó de la Conquista… ¡Es más! Ni siquiera pisó suelo americano. Por otro lado, lo que si arrasó con un grupo considerable de la población indígena, fueron las enfermedades de las cuales los europeos fueron portadores. Ciertamente, estas enfermedades encontraron en los pobladores del Nuevo Mundo a un grupo frágil y aislado, que no tuvo la resistencia biológica para defenderse de dichas enfermedades. Como ejemplo tenemos a la población de Santo Domingo que por una epidemia de viruela acabó con casi toda la población entre 1518 y 1519.

    Por último señores, no nos hagamos aquí de la vista gorda, que detrás de esta Leyenda Negra no hay otra cosa que intereses políticos. Tanto Guillermo de Orange[2] como el resto de holandeses, ingleses y franceses, “padres” de la propaganda negativa del Imperio Español, buscaban sobre todo menoscabar el prestigio de la Monarquía hispánica, y así exageraron de manera grotesca y deplorable la conclusión del libro “Brevísima relación de la Destrucción de las Indias”, escrito por el fraile dominico Bartolomé de las Casas.


    A LOS CATÓLICOS ESCANDALIZADOS

    Finalmente, me parece importante dirigirme a mis hermanos católicos que ignoran el trasfondo histórico de la evangelización de las Américas, y que lloran desconsolados por el “crimen cultural” de la destrucción del sistema religioso azteca. Quisiera presentarles una práctica típica:

    “Cuatro sacerdotes aferraban a la víctima y la arrojaban sobre la piedra de sacrificios. El gran sacerdote le clavaba entonces el cuchillo debajo del pezón izquierdo, le habría la caja torácica y después hurgaba con las manos hasta que conseguía arrancarle el corazón aún palpitante para depositarlo en una copa y ofrecérselo a los dioses. Después, los cuerpos eran lanzados por las escaleras de las pirámides. Al pie, los esperaban otros sacerdotes para practicar en cada cuerpo una incisión desde la nuca a los talones y arrancarles la piel en una sola pieza. El cuerpo despellejado era cargado por un guerrero que se lo llevaba a su casa y lo partía en trozos, después ofrecía a sus amigos, o bien éstos eran invitados a la casa para celebrarlo con la carne de la víctima. Una vez curtidas, las pieles servían de vestimentas a la casta de los sacerdotes.”[3]

    Así mismo, los niños eran lanzados al abismo de Pantilán, las mujeres no vírgenes eran decapitadas, los hombres adultos, desollados vivos y rematados con flechas. Todo esto, porque el principio establecía que la ofrenda de corazones humanos a los dioses debía ser ininterrumpida… sería interesante que esta práctica sea analizada por ciertos ignorantes que expresan que “el cristianismo fue peor”.

    Quisiera recordar a mis hermanos cristianos, que la mismísima Historia Sagrada – sin ánimo de incodarla – nos presenta la realidad del pueblo judío a quien Dios prometió una tierra que no les pertenecía, sino que la arrancaron a la fuerza de sus anteriores habitantes. En otras palabras, ciertos pacifismos utópicos, nos queda claro, no son aplicables a la Historia de la Humanidad.

    Verdaderamente el artículo quedará incompleto pues el tema es extenso, sin embargo he tratado de cubrir las principales posturas absurdas que nacen de un mito sin escrúpulos. Por lo demás, a quienes les interese esclarecer más aún el tema, les recomiendo “Los siete mitos de la Conquista Española” de Matthew Restall.

    Hace un par de días se celebró El Día de la Raza, y como es propio de todos los años, tuve el timeline de mi Twitter lleno de “expertos en historia” comentando sobre el supuesto genocidio cultural que se cometió contra los pobres indios a manos de los malvados españoles que vinieron a arrasar con su cultura precolombina “pacífica y civilizada”. Más aún, es propio de los profesores universitarios y de colegio – los prejuiciados contra la Iglesia sobre todo – enseñar una Leyenda Negra y tortuosa que pinta a los españoles como salvajes mercenarios en busca de oro, cuando la documentación histórica de la época y los frutos de dicha colonización advierten algo muy distinto a lo que ciertos catedráticos de la mentira gustan de enseñar.

    Antes de empezar con este artículo que he querido sea un poco extenso, quisiera aclarar que esta Leyenda Negra nace para poder encubrir los pasteles de la “otra” América, la protestante, que dio (y da) tantas desdeñosas lecciones de moral a la América católica. A partir del siglo XVI las potencias nórdicas reformadas – Gran Bretaña y Holanda, a la cabeza – iniciaron en sus dominios de ultramar una guerra psicológica al inventarse la “leyenda negra” de la barbarie y la opresión practicadas por España…

    Sobre esto, Pierre Chaunu, historiador francés, que fue catedrático de La Sorbona y calvinista (para evitar cualquier sospecha) escribe:

    “La leyenda antihispánica en su versión norteamericana (la europa hace hincapié sobre todo en la Inquisición) ha desempeñado el saludable papel de válvula de escape. La pretendida matanza de los indios por parte de los españoles en el siglo XVI encubrió la matanza norteamericana de la frontera Oeste, que tuvo lugar en el siglo XIX. La América protestante logró librarse de este modo de su crimen lanzándolo de nuevo sobre la América católica.”

    Ya entrando en materia, me parece importantísimo que nos deshagamos de moralismos actuales que son irreales, que a menudo tratan de desconocer que la historia es una señora inquietante, y a menudo terrible. En historia señores, resulta impracticable la edificante exhortación de “que cada uno se quede en su tierra sin invadir la ajena”. Toda civilización es fruto de una mezcla que nunca fue pacífica. En otras palabras, quienes se llevan las manos a la cabeza por los malvados usurpadores de las Américas olvidan, que a su llegada, aquellos europeos se encontraron con otros usurpadores. El imperio de los aztecas y el de los incas se había creado con violencia y se mantenía gracias a la sanguinaria opresión de los pueblos invasores que habían sometido a los nativos a la esclavitud.


    LA REALIDAD DE “LA VICTORIA” DE LOS ESPAÑOLES

    Creo que en esto basta un poco de sentido común… el hecho de pensar que un puñado de españoles contra miles de indígenas obtuvo la victoria gracias a sus arcabuces, sus escasísimos cañones (que por cierto resultaban inútiles en aquellos climas porque la humedad neutralizaba la pólvora) o a su caballos (que en la selva no podían ser lanzados a la carga), me parece sencillamente absurdo.

    La victoria de los españoles se dio sobre todo gracias al apoyo de los indígenas oprimidos por los incas y los aztecas. En otras palabras, más que como salvajes colonizadores, los españoles fueron vistos como liberadores. ¡Por amor a Dios! Que algún historiador nos explique cómo fue posible que en tres siglos de dominio hispánico no se produjesen revueltas contra los nuevos dominadores, a pesar de su número tan reducido… Por lo demás, ninguna de las grandes civilizaciones (egipcia, griega, romana ni judía) se creó sin las correspondientes invasiones y las consiguientes expulsiones de los primeros habitantes. Por lo tanto, al juzgar la conquista europea de las Américas me parece sensato que nos cuidemos de la estúpida utopía moralista a la que le gustaría una historia llena de reverencias, de buenos modales, y de “faltaba más, primero pase usted”.


    EL PROTESTANTISMO Y SUS “JOYITAS” BÍBLICAS

    Hemos de saber que en los Estados Unidos de hoy, la población indígena está prácticamente desaparecida, pero por otro lado – al sur – en la zona mexicana, andina y en muchos territorios brasileños, casi el noventa por ciento de la población o bien desciende directamente de los antiguos habitantes o es fruto de la mezcla entre los indígenas y los nuevos pobladores. Más aún, Estados Unidos no le debe a la india más que alguna palabra, ya que se desarrolló a partir de sus orígenes europeos sin que existiese mayor intercambio con la población autóctona, mientras que en la América hispano-portuguesa, la mezcla no fue sólo demográfica sino que dio origen a una cultura y una sociedad nuevas.

    Sin lugar a dudas, esto se debe a los distintos grados de desarrollo que tienen los pueblos, pero se debe además a un planteamiento religioso. A diferencia de los católicos españoles y portugueses, que no dudaban en casarse con las indias, en las que veían seres humanos iguales a ellos, a los protestantes los movía una especie de “racismo” o al menos, cierto sentido de superioridad, de “estirpe elegida”, cual Israel. A esto se le suma, la pérfida teología de la predestinación y la absurda práctica de la Sola Scriptura que llevaban a considerar a los indios como subdesarrollados, porque estaban predestinados a la condenación, mientras que el blanco era desarrollado como signo de “elección divina”.

    En esto señores, no quiero parecer parcializado, pues aunque por parte de los católicos pudo existir algún abuso o comportamiento condenable, dicho comportamiento, al contrario de lo ocurrido en el caso protestante, iba en contra de la teoría y la práctica católicas. El título de “genocidio” o “exterminio” – por otro lado – sí que puede ser atribuido a esa colonización protestante. Un ejemplo muy concreta es, la práctica de arrancar el cuero cabelludo, conocida tanto por los indios del norte como por los del sur. Pero entre estos últimos desapareció pronto, prohibida por los españoles. En otras palabras, esta práctica horrenda no sólo era desconocida en la América católica sino que, de haber tratado alguien de introducirla, habría provocado la indignación de los religiosos – siempre presentes al lado de los colonizadores – y también de los reyes que tutelaban el derecho a la vida de los indios.


    [1] El mito del «Genocidio español»: las enfermedades acabaron con el 95% de la población

    [2] Holandés, escritor de la “Apología”. Padre de la propaganda contra el Imperio Español.

    [3] Vittorio Messori, Leyendas Negras de la Iglesia. Pág. 42











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  8. #8
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    El genocidio español en América no es un mito, es una mentira




    by Admin
    octubre 14, 2016
    in Hispanidad, Hispanoamérica


    Las enfermedades acabaron con el 95% de la población

    Lejos de lo vertido por la Leyenda Negra contra España, la catástrofe demográfica estuvo causada por las epidemias portadas por los europeos. Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo y pagaron a un alto precio su fragilidad biológica


    César Cervera

    El término anacrónico de «Genocidio Americano» es uno de los puntales de la leyenda negra que vertieron los enemigos del Imperio español para menoscabar su prestigio. En un grabado holandés del siglo XVII aparece Don Juan de Austria, héroe de la batalla de Lepanto, vanagloriándose del martirio de un grupo de indígenas americanos. La mentira es insultantemente estúpida: el hijo bastardo de Carlos I de España jamás participó de la conquista ni siquiera pisó suelo americano. Así, entre mentiras, cifras exageradas y episodios novelados, se gestó el mito que pervive hasta la actualidad de que los españoles perpetraron una matanza masiva y ordenada de la población americana. La verdad detrás de esta controversia histórica muestra que el auténtico genocidio, pese a que los españoles no escatimaron en brutalidad para llevar a cabo sus propósitos, lo causaron las enfermedades portadas por los europeos.

    La catástrofe demográfica que sufrió el continente americano desde 1492 –el año del Descubrimiento de Cristóbal Colón– es un hecho irrefutable. Antes de la llegada de los españoles se ha estimado tradicionalmente que la población del continente se encontraba entre los 40 millones y los 100 millones. No obstante, el hispanista venezolano Ángel Rosenblat argumenta en su estudio «La población de América en 1492: viejos y nuevos cálculos» (1967) que la cifra no pasaría de 13 millones, concentrándose los principales grupos en las actuales regiones de México y de Perú, ocupadas por el Imperio azteca y el Inca respectivamente. Sea una cifra u otra, la disminución demográfica fue dramática: el 95 % de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón, según el investigador estadounidense H. F. Dobyns.

    La sangría demográfica hay que buscarla en dos factores: el traumatismo de la conquista (las bajas causadas por la guerra, el desplome de las actividades económicas y los grandes desplazamientos poblaciones) y sobre todo las enfermedades. Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo y pagaron a un alto precio el choque biológico. Cuando las enfermedades traídas desde Europa, que habían evolucionado durante miles de años de Humanidad, entraron en contacto con el Nuevo Mundo causaron miles de muertes frente a la fragilidad biológica de sus pobladores. Un sencillo catarro nasal resultaba mortal para muchos indígenas. El resultado fue la muerte de un porcentaje estimado del 95% de la población nativa americana existente a la llegada de Colón debido a las enfermedades, según los cálculos del ecólogo Jared Diamond.




    ABC, Retrato de Bartolomé de las Casas


    Fueron las grandes epidemias, sin embargo, las que provocaron el mayor impacto. Una epidemia de viruela que se desató en Santo Domingo entre 1518 y 1519 acabó con prácticamente toda la población local. Esa misma epidemia fue introducida por los hombres de Hernán Cortés en México y, tras arrasar Guatemala, bajo hasta el corazón del Imperio Inca en 1525, donde diezmó a la mitad de la población. Precedido por la viruela, la llegada de Francisco Pizarro a Perú fue el golpe final a un imperio que se encontraba colapsado por las enfermedades. La epidemia de viruela fue seguida por la de sarampión, entre 1530-31; el tifus, en 1546; y la gripe, en 1558. La difteria, las paperas, la sífilis y la peste neumónica también golpearon fuerte en la población.


    El genocidio en la leyenda negra


    «Los españoles han causado una muerte miserable a 20 millones de personas», escribió en su texto «Apología» el holandés Guillermo de Orange, esforzado padre de la propaganda negativa del Imperio español. Con la intención de menoscabar el prestigio de la Monarquía hispánica, dueña absoluta del continente durante casi un siglo, los holandeses, los ingleses y los hugonotes franceses exageraron las conclusiones del libro «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», escrito por el fraile dominico Bartolomé de Las Casas. Probablemente, este fraile, que acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje, no habría jamás imaginado que su texto iba a ser la piedra central de los ataques a España cuando denunció el maltrato que estaban sufriendo los indígenas. Como explica Joseph Pérez, autor de «La Leyenda negra» (GADIR, 2012), Las Casas pretendía «denunciar las contradicciones entre el fin –la evangelización de los indios– y los medios utilizados. Esos medios (la guerra, la conquista, la esclavitud, los malos tratos) no eran dignos de cristianos; el hecho de que los conquistadores fueran españoles era secundario».




    ABC, Grabado de T. De Bry para «la Historia de la destrucción de las Indias»


    Las traducciones y reediciones de la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» se multiplicaron entre 1579 y 1700: de ellas 29 fueron escritas en neerlandés, 13 en francés y seis en inglés. Lo que todos obviaron cuando emplearon a de Las Casas para atacar al Imperio español es que él mismo representaba a un grupo de españoles con el coraje de denunciar la injusticia, la mayoría misioneros, y a una creciente preocupación que con los años atrajo el interés de las autoridades. Este grupo crítico consiguió que en 1542 las Leyes Nuevas confirmaran la prohibición de reducir a los indios a la esclavitud y sancionaron el fin del trabajo forzoso, la encomienda. Asimismo, en la controversia de Valladolid, donde por desgracia se sacaron pocas conclusiones finales, se enfrentaron quienes defendían que los indígenas tenían los mismos derechos que cualquier cristiano contra los que creían que estaba justificado que un pueblo superior impusiera su tutela a pueblos inferiores para permitirles acceder a un grado más elevado de desarrollo.


    Las leyes nuevas sancionaron el fin del trabajo forzoso

    Curiosamente, los enciclopedistas franceses, muy críticos con todo lo referido a España en otras cuestiones, fueron los primeros en ver que las cifras presentadas por de Las Casas –20 millones de muertos causados por los métodos de los conquistadores– eran del todo imprecisas. En «El Ensayo sobre las costumbres» (1756), Voltaire afirma que Las Casas exageró de forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia. «Sabido es que la voluntad de Isabel, de Fernando, del cardenal Cisneros, de Carlos V, fue constantemente la de tratar con consideración a los indios», expuso en 1777 el escritor francés Jean-François Marmontel en una obra, «Les Incas», que por lo demás está llena de reproches hacia la actitud de los conquistadores. La Revolución francesa y la emancipación de las colonias en América elevaron a de Las Casas a la categoría de benefactor de la Humanidad.


    Los críticos se convierten en los conquistadores

    Más allá del brutal impacto de las enfermedades, es cierto que la violencia de la Conquista de América provocó la muerte directa e indirecta de miles de personas. El que existiera un grupo de personas críticas con los métodos empleados por los conquistadores –un grupo de hombres que perseguían como principal objetivo el hacerse ricos– o que los Reyes españoles plantearan soluciones –aunque fueran incompletas e incluso hipócritas– no exime a España de sus pecados históricos y del daño cometido, pero sí la diferencia de precisamente los países que censuraron una actuación que luego ellos mismos practicaron. Sin entrar a valorar el fangoso proceso llevado a cabo por los anglosajones en Norteamérica, la explotación de caucho en el África negra dejó a sus espaldas 10 millones de muertos en el Congo Belga.

    «La colonización europea de los siglos XIX y XX fue culpable de crímenes semejantes a los cometidos por los conquistadores españoles. La única diferencia es que no encontraron a un de Las Casas para denunciar las injusticias con tanta repercusión», sentencia el hispanista Joseph Pérez en el citado libro.




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    Fuente:

    https://eldiariodelamarina.com/el-ge...s-una-mentira/

  9. #9
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    «No hubo genocidio en América, 99 de cada 100 nativos murieron por culpa de las enfermedades»

    Borja Cardelús publica «La civilización hispánica», una obra en la que ahonda en las similitudes históricas y sociales que unen a españoles y latinoamericanos




    Manuel P. Villatoro
    @ABC_HistoriaSeguir

    Actualizado:08/05/2018 11:24h
    43


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    Lograr que la verdad histórica una lo que la Leyenda Negra ha conseguido dividir. Este es el principal objetivo que se ha marcado el versado divulgador del legado de España en América, Borja Cardelús, en su nuevo libro: «La civilización hispánica» (Edaf, 2018).


    Pero no es el único, sino que también busca demostrar mediante datos palpables que, a pesar de lo que los enemigos de nuestro país han afirmado durante más de cinco siglos, el genocidio de la mal llamada conquista del Nuevo Mundo (él aboga por denominarla «poblamiento», ya que se llevó a cabo mediante el mestizaje y las escaramuzas fueron mínimas) fue una falsedad forjada con la finalidad de separar a dos pueblos hermanos.






    «Este ensayo pretende poner la primera piedra de un edifico hispánico desmoronado por la Leyenda Negra. Es imprescindible reivindicar lo que hemos construido: una civilización conjunta que cuenta con más de 600 millones de personas», explica el autor a ABC.

    La obra, que será presentada este martes a las 19:00 horas en la Casa de América de Madrid, es además uno de los buques insignias de la fundación «Civilización Hispánica». Una asociación dirigida por el mismo Cardelús que, desde el pasado enero, quiere poner luz sobre una realidad histórica ennegrecida por unos países que vivieron durante siglos a la sombra de nuestro Imperio.

    «Naciones como Holanda o Inglaterra aventaron la Leyenda Negra para separar a los iberoamericanos de los españoles. Debemos darnos cuenta de que hemos sido manipulados y divididos a lo largo de los siglos por intereses espurios y recuperar la unidad que una vez tuvimos», añade Cardelús.


    Grandes falacias

    Como armas contra estas mentiras, el autor usa la historia y la razón. Dos elementos que le permiten hacer añicos falacias tales como que los exploradores españoles se hicieron con el Nuevo Mundo aniquilando sistemáticamente a los americanos. «El saldo final de muertes en las luchas fue minúsculo. De cada 100 nativos muertos que hubo en América, 99 fallecieron por causa de enfermedades como el tifus o la viruela, y solo 1 por los combates», desvela.

    Sin embargo, esta tropelía fue exacerbada hasta la extenuación por Inglaterra, un país que (aunque ha logrado ocultarlo) sí perpetró todo tipo de barbaridades contra los nativos. «Los anglosajones no contaban con los indios, no los querían ni como esclavos. Solo les interesaban sus tierras y, cuando los nativos protestaban, les exterminaban», señala.

    Además, y según se explica en «La civilización hispánica», los ingleses no apostaron por el mestizaje ni por la enriquecedora unión entre civilizaciones. Ellos, por el contrario, cruzaron el océano con sus familias ávidos de riquezas. «Su política era de trasplante, la nuestra de injerto. Los españoles que acudían eran hombres solos que formaron nuevas familias. Y lo revolucionario es que sus leyes alentaban esos matrimonios mixtos», completa.




    Pizarro parte hacia Cajamarca-ABC


    Gracias a este cruce de culturas, hubo un trasvase sumamente beneficioso entre ambos mundos. «Fue algo mutuo, nosotros llevamos hasta allí toda la cultura occidental, pero los médicos y biólogos que fueron a las Indias dejaron también patente la riqueza científica que había allí», destaca Cardelús.

    Con todo, entre las diferentes mentiras que ha extendido la Leyenda Negra hay una especialmente indignante: la que afirma que los españoles trataron a los americanos como esclavos. Algo totalmente falso. «Desde la aprobación de las Leyes de Indias a principios del siglo XVI, los nativos fueron considerados parte de la Corona», señala el autor.

    «Las Leyes de Indias supusieron una auténtica revolución»Estas normas fueron, de hecho, las primeras del mundo en apostar por la igualdad de todos los seres humanos ante la ley. «En ellas se entendía que había que proteger a los nativos. Estipulaban, por ejemplo, que las mujeres locales no debían trabajar y que los hombres debían hacerlo cerca de su casa. Todo ello, para fomentar la vida y la unidad familiar», confirma Cardelús.

    No fueron las únicas ventajas que obtuvieron. Y es que, además, se creó la figura del protector de indios para que los americanos pudieran acudir a él con cualquier reclamación y se estableció (entre otras tantas cosas) que los nativos solo podían trabajar a cambio de un salario digno. «Supusieron una auténtica revolución», finaliza el experto.


    Sabor español

    Para nuestra desgracia, el hombre que construyó los pilares sobre los que se terminó asentado la Leyenda Negra tiene nombre y apellidos castizos: Bartolomé de las Casas.

    Poco después de arribar al Nuevo Mundo, este fraile se encomendó a luchar por los derechos de los nativos. Una noble tarea que llevó a cabo de una forma nada adecuada. «Escribió un libro, la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, en el que exageró y falseó las barbaridades cometidas por los españoles para causar revuelo a nivel social», señala Cardelús.




    Bartolomé de las Casas-ABC


    Así pues, Bartolomé de las Casas aireó falacias tales como que, antes de la llegada de los españoles a América, había nada menos que 100 millones de nativos. Y no solo eso, sino que una ingente cantidad de ellos había sido pasada a cuchillo por los exploradores. «Está perfectamente documentado que había entre 13 y 14 millones, lo que hace que la cifra de muertos sea muchísimo menor», destaca el autor.

    Por si fuera poco, se limitó a recoger los testimonios minoritarios de aquellos americanos que habían sufrido abusos por parte de los encomenderos y atribuyó matanzas a sus compatriotas que, realmente, habían sido perpetradas por tribus locales. «Consiguió que le escucharan, pero los países enemigos de España difundieron y ampliaron sus argumentos por motivos políticos, religiosos y económicos. Así forjaron la Leyenda Negra», finaliza.



    ________________________

    Fuente:

    «No hubo genocidio en América, 99 de cada 100 nativos murieron por culpa de las enfermedades»

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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    NUNCA HUBO UN GENOCIDIO EN AMÉRICA. ¿CÓMO FUE LA CONQUISTA ESPAÑOLA DE AMÉRICA?

    Aun con todos los defectos que se quieran buscar, los conquistadores liberaron y civilizaron Mesoamérica ya que gracias a ellos se dejaron de hacer sacrificios humanos y de practicar el canibalismo, y fundaron infinidad de ciudades, construyeron iglesias, catedrales, universidades, hospitales, puertos, embalses, acueductos, edificios administrativos,... Además de que trajeron el trigo (el pan), el caballo, las vacas (la leche, el queso,...), la gallina (los huevos), las ovejas (la lana), las ocas (el paté), el jabalí, las perdices, el cerdo, la rueda, el alfabeto, el hierro, los libros, la imprenta, la brújula, un idioma común, animales de carga como el burro, la mula o el asno (los aztecas usaban a seres humanos como animales de carga), la vid (el vino), el olivo (el aceite), el vidrio, el azúcar, la miel, muchísimos tipos de frutas (naranjas, limones, peras, manzanas, fresas,...), ... e infinidad de cosas más. Por no hablar del contacto entre productos y culturas precolombinas gracias a los españoles: unos tenían maíz, otros cacao, otros tabaco; pero fue solo el comercio hispánico el que hizo que estos productos americanos se extendieran con eficaz por toda América (patata, cacahuete, aguacate, vainilla, tomate, caucho, etc...). Hace tiempo que está más que demostrado que la mayoría de muertes durante y después de la conquista fue debido a enfermedades traídas, sin saberlo, del viejo mundo (y que de todas formas más tarde o temprano acabarían llegando a América) como lo demuestra que incluso hoy en día en pleno siglo XXI siguen muriendo indígenas en la Amazonia de un simple catarro por eso se los tiene que tener aislados (http://www.bbc.com/mundo/ultimas_noti... ➚), la caída demográfica que hubo en América fue muy parecida a la que sufrió Europa cuando murió entre un tercio y la mitad de toda la población europea por culpa de la peste negra procedente de Asia que trajeron sin saberlo comerciantes venecianos. A pesar de la innegable superioridad tecnológica, es materialmente imposible que tantas personas pudieran morir a manos de un pequeño número de conquistadores con arcabuces, espadas y ballestas, solo una ignorante o un difamador diría lo contrario. Además la propia Corona española creó leyes para tratar de garantizar derechos a los indígenas (Testamento de Isabel la Católica, Leyes de Burgos, Leyes Nuevas,…), y los españoles jamás buscaron exterminar poblaciones sino hacerlas vasallas y cristianizarlas (entre otras cosas para que dejaran de hacer sacrificios humanos y la antropofagia), no se buscó exterminar poblaciones (como si buscaron hacer, no en el siglo XV sino ya en el XIX, algunas naciones “independizadas” en América). ¿Hubo abusos?, si los hubo, como han existido en absolutamente todos las conquistas e Imperios a lo largo de la Historia (imperio azteca incluido), pero lo que diferencia al Imperio Español del resto es que posiblemente no haya habido en la historia ningún caso de un país que conquista a otro y en el que habitantes del propio país conquistador hayan hecho tanta autocrítica y de manera tan exacerbada como fue el caso de España. Y toda esta autocritica desmesurada que hicieron los propios españoles y que intencionalmente magnificaron los rivales de España en el siglo XVI (ingleses, holandeses,…) para difamar a España (creando La Leyenda Negra) es ahora usada por algunos hispanoamericanos para hacer victimismo indigenista recalcitrante y no querer reconocer que, aún con todos los defectos que se quieran buscar, España civilizó a América. SÍ, ESPAÑA CIVILIZÓ AMÉRICA.


    LO QUE A VECES NO SE DICE DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA: ENCUENTRO DE DOS MUNDOS (HÉCTOR B. PETROCELLI): http://argentinahistorica.com.ar/intr...

    "No faltaban en América guerras de conquista y de exterminio, venta de esclavos, sacrificios sangrientos, antropofagia, división de clases y en castas, arbitrariedades e injusticias, epidemias y años de hambre y sequía. Cuando Cortés llego a Yucatán encontró gran cantidad de ciudades en guerra entre sí, diezmadas las poblaciones por las luchas, el hambre y la peste" Ricardo Levene (Historia de América, Ed. Jackson, I, p. 269)

    Puede leerse gratuitamente el libro LO QUE A VECES NO SE DICE DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA. ENCUENTRO DE DOS MUNDOS (HECTOR B. PETROCELLI) aquí: ::: ARGENTINA HISTÓRICA - la historia argentina :::...





    https://www.youtube.com/watch?v=RTvCmEZvjyA

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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Analizando este mapa sobre el porcentaje poblacional de los nativos americanos en el continente podemos ver como en los lugares donde más fuertemente se implementó la sociedad y la cultura española, México y Perú, es precisamente donde ese índice poblacional nativo es mayor. ¿Pero en esos lugares no había habido un genocidio? ¿El colorcito de esas regiones no debería de ser parecido al que hay en el actual Estados Unidos? Según los que se tragan y difunden la leyenda negra debería de ser así... pero no lo es.





    https://www.facebook.com/historiadel...type=3&theater
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    Rodrigo y Pious dieron el Víctor.

  12. #12
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    La Protección Especial a los derechos de los Indígenas en la Nueva España | Columna de Ricardo García López

    julio 3, 2018




    San Luis en su historia


    Los contratos que presentamos a continuación considero que son un botón de muestra de que los indígenas que ocupaban el territorio de la Nueva España, hoy México, no se encontraban totalmente desprotegidos de las leyes como pretenden hacer creer algunos demagogos.

    Siempre los seres más débiles de la Creación necesitan una especial protección por parte de aquellos a quienes la naturaleza o las circunstancias los han dotado de una mayor fuerza física, espiritual, social, política o moral.

    Así lo comprendió Isabel I de Castilla cuando Cristóbal Colón engarzó a su corona la preciosa piedra de América, por ello es que en su testamento, última y final voluntad, pretende brindar toda su protección a los indios del Nuevo Continente puesto que se trata de sus hermanos que la providencia ha puesto bajo su custodia.
    En una de las cláusulas del documento expresa lo siguiente:


    …Cuando nos fueron concedidos por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra firme del mar océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro VI de buena memoria; que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertir a nuestra Santa Fe Católica, y enviar a las dichas islas y tierra firme, prelados y religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas a la Fe Católica y los doctrinar y enseñar buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las letras de la dicha concesión se contiene. Suplico al Rey mi Señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa mi hija y al príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan y que ese sea su principal fin, y en ello pongan mucha diligencia y no consientan, ni den lugar a que los dichos indios vecinos y moradores de las dichas islas y tierra firme, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes: mas manden, que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean de manera, que no exceda cosa alguna lo que por letras Apostólicas de la dicha concesión nos han inyugido (Inyungido, palabra que proviene del verbo latino iniungere y que significa prevenir, mandar o imponer, en este caso como si dijera la frase: que nos fueron impuestos. En: Diccionario de la Lengua Española, edición electrónica, versión 21.2.0 año 1998. y mandado…)


    El cuerpo legislador comprendió que para que tuviera cabal cumplimiento la voluntad de la soberana no bastaba que se conservara como una simple recomendación de un testamento sino que era necesario elevar esas buenas intenciones a preceptos legales por lo que la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias establece en su Libro Sexto una gran cantidad de leyes que protegen y amparan a los indios e incluyó en su título diez, Del buen tratamiento a los indios, la cláusula testamentaria transcrita, añadiendo el legislador al final de ella el párrafo siguiente:


    Y nos a imitación de su Católico y piadoso celo ordenamos y mandamos a los virreyes, presidentes, audiencias, gobernadores y justicias reales, encargamos a los arzobispos, obispos y prelados eclesiásticos, que tengan esta cláusula muy presente, y guarden lo dispuesto por las leyes que en orden a la conversión de los naturales y su cristiana y católica doctrina, enseñanza y buen tratamiento están dadas…


    Con esto no queremos afirmar que por tales disposiciones quedaron a salvo los derechos de los indios y que los conquistadores, encomenderos y soldados respetaron y observaron puntualmente las leyes pues esto no fue, no es y no será posible en las sociedades humanas mientras sea el propio hombre el encargado de promulgar las leyes, cumplirlas y hacerlas cumplir, porque en más de una ocasión sus pasiones están, han estado y estarán por encima de la ley; la historia nos da cuenta clara de ello pues recordemos las famosas capitulaciones de “Carbajal” mediante las cuales Luis Carbajal de la Cueva se comprometió con el rey a fundar villas, ranchos y descubrir minas, al norte de la Nueva España, pacificar la región chichimeca y aculturar sus habitantes. Es sabido cómo este hombre lejos de cumplir con el contenido y compromiso a que se obligó en dichas capitulaciones, éstas le sirvieron para transitar libremente en el norte de la entonces Nueva España y hoy México y Tejas en los EE.UU. y de un lugar a otro, con tales documentos, evitaba que los alcaldes mayores o cualquiera otras autoridades le impidieran el paso por los territorios que estaban bajo su jurisdicción o que le exigieran exhibir un salvoconducto especial. Así, lejos de fundar las pretendidas villas, ranchos, descubrir minas y cultivar a los hombres, tomó a éstos cautivos y los vendió como esclavos y a tanto llegó su furor que despertó gran pánico entre los grupos indígenas, de suerte que quienes los integraban optaron por no darse de paz sino antes bien huir a los montes y, llegado el caso, defenderse a sí mismos, a sus familias y territorios con tal denuedo que esa situación dio origen a la sangrienta guerra chichimeca que había de durar siglos enteros y no únicamente medio siglo como afirman algunos historiadores.




    ________________________

    Fuente:


    La Protección Especial a los derechos de los Indígenas en la Nueva España | Columna de*Ricardo García López - La Orquesta

  13. #13
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    El pueblo indígena con el que se encontró Colón aún tiene descendientes vivos

    Secuenciando el ADN de un diente de 1.000 años de antigüedad, los investigadores conseguido encontrar coincidencias genéticas entre las poblaciones vivas y antiguas del Caribe. Miércoles, 21 Febrero

    Por Sarah Gibbens - National Geographic




    Taínos de Puerto Rico y Estados Unidos se reúnen para un ritual de diez días de paz espiritual en lugares ceremoniales especiales en Puerto Rico. Esta foto muestra a jóvenes bailarinas taíno.

    foto por Maggie Steber, Redux



    Cuando Cristóbal Colón llegó al Caribe en el siglo XV, las comunidades indígenas conocidas como taínos se vieron gravemente afectadas, tanto que los historiadores dividen la historia de la región en la época anterior y posterior a su llegada.

    Una combinación de enfermedades, matanzas y esclavitud acabó con hasta 3 millones de personas en solo unas pocas generaciones, pero un nuevo estudio sugiere que el genocidio no provocó una extinción completa, como sospechaban algunas personas.

    En un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores afirman que el ADN de las poblaciones indígenas precolombinas todavía se encuentra en personas vivas.

    «Demuestra que la historia real es de asimilación, sin duda, pero no de extinción total», afirma Jorge Estevez, del Museo Nacional del Indio Americano, en un comunicado. Para Estevez, que trabajó como asesor en el estudio, el resultado es personal. Respalda una idea que para su abuela siempre había sido cierta pero para cuya confirmación nunca habían existido pruebas científicas: la cultura de los taínos todavía está presente.

    En investigaciones previas, Estevez había sugerido que, al tachar de «extinto» al pueblo de la región, apenas se ha investigado para entender las costumbres y el folclore actuales del Caribe. No hemos podido contactar con Estevez para más comentarios al respecto en el momento de la publicación de este artículo.


    Retrocediendo en el tiempo

    «Hay comunidades en el Caribe que siempre han defendido su continuidad, aunque les han dicho que sus ancestros se extinguieron», afirma Hannes Schroeder, autor del estudio que ha llevado a cabo investigaciones en la región durante más de una década.

    Para comprobar si quedaban miembros de las poblaciones de taínos, el equipo rastreó la presencia de material genético previo a la llegada de Colón en poblaciones vivas.

    La extinción de un grupo étnico tiene lugar cuando «todos los miembros de este grupo en particular mueren y son incapaces de transmitir su material genético», explica.


    Restos de 2.500 años ofrecen pistas sobre los primeros americanos


    Otros estudios anteriores sugerían la continuidad, pero el suyo fue el primero en emplear el ADN. Lo obtuvieron a partir de un diente descubierto en un esqueleto femenino de 1.000 años de antigüedad en las Bahamas. Las condiciones tropicales como las del Caribe impiden que los esqueletos se conserven de forma natural tan bien como lo harían en climas áridos y cálidos, por ello descubrir restos físicos que secuenciar es raro. Pero se cree que los restos descubiertos en una isla diminuta llamada Eleuthera, en las Bahamas, pertenecen a una mujer que vivió 500 años antes de la llegada de Colón.

    El equipo comparó la secuencia de su genoma con conjuntos de datos existentes de poblaciones indígenas modernas y descubrió que los orígenes del ADN antiguo eran más similares a los de los grupos hablantes de lenguas arahuacas del norte de Sudamérica. Determinaron que, en las poblaciones actuales, los genes de los taínos son más habituales en Puerto Rico.


    Antiguas migraciones

    Además de descubrir que los taínos habían sobrevivido a la colonización europea, Schroeder también fue capaz de recavar información sobre posibles migraciones antiguas.

    Sus vínculos con Sudamérica sugieren una antigua migración desde allí. El Caribe fue una de las últimas regiones de las Américas donde se establecieron asentamientos, hace unos 8.000 años. Cuando migaron, los pueblos antiguos habrían transportado con ellos sus vínculos sociales.
    «No tenemos pruebas de endogamia», afirma Schroeder, un hallazgo sorprendente en un esqueleto descubierto en una isla tan pequeña como Eleuthera.

    Esto respalda las pruebas arqueológicas de que las culturas indígenas de la región estaban muy interconectadas.

    Si cuentan con mejores capacidades para secuenciar el ADN antiguo, Schroeder dice que los investigadores podrán rastrear otras alegaciones de continuidad de otros grupos indígenas.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.nationalgeographic.es/hi...ndientes-vivos

  14. #14
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    "Las leyes de Indias eran mera formalidad, en la práctica no se cumplían"

    -Me lo contó un indigenista







    https://www.facebook.com/23052595029...type=3&theater
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  15. #15
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    El genocidio que nunca fue

    Todos los años con motivo de las festividades del 12 de octubre en España y en otros países del mundo resurge idéntico debate: la idoneidad de la celebración en sí misma e, incluso de la conmemoración de la fecha en la que se descubrió América. Todo parte de una idea que conforme pasan los años va ganando adeptos. Dicen que en América hubo un genocidio perpetrado por los reinos europeos contra las poblaciones originarias de América. Conquista hubo, en algunos casos empleando medios expeditivos y crueles, pero, ¿se puede hablar de genocidio?





    https://www.youtube.com/watch?v=CwKbuPHwowU

  16. #16
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    La esclavitud antes de la llegada de los europeos

    Una de las falsedades más de extendidas por las pobres víctimas de la Leyenda Negra es la creencia de que antes de la llegada de los españoles al continente americano, los naturales vivían en una Arcadia feliz. Una especie de paraíso sin odio, sin corrupción, sin esclavitud, sin guerras, sin robos y sin mentiras.

    Una creencia tan extendida como ridícula en la que todo era paz y amor hasta la llegada de los malvados opresores. Sin embargo, las pruebas históricas ponen en evidencia, una vez más, a los enemigos de la verdad.

    La esclavitud, y la trata de personas, ha sido una práctica generalizada en todas las civilizaciones a lo largo de la Historia y en todas las partes del mundo.

    En concreto en América, antes de la llegada de los españoles, los diferentes pueblos indígenas se sometían mutuamente a la esclavitud, donde los más fuertes (mexicas, mayas e incas principalmente) tenían subyugados al resto de los naturales de una forma atroz.

    La mayor parte de estos esclavos eran capturados como prisioneros de guerra y usados en sacrificios humanos para saciar la sed y el hambre de sus dioses zoomorfos, tal y como sucedía por ejemplo, en las llamadas Guerras Floridas o Xochiyáoyotl.

    No obstante, el destino de estos esclavos no era solamente el de servir de banquete para los dioses, sino que eran también utilizados para realizar las tareas más arduas, como por ejemplo, el transporte de materiales a modo de animales de carga (que no existieron hasta la llegada de los españoles) para la construcción de los templos de sus líderes.

    Incluso existen evidencias de mercadeos de venta de esclavos, como el de la plaza mexica de «Tatelulco» (Tlatelolco): «𝐞𝐬𝐜𝐥𝐚𝐯𝐨𝐬 𝐲 𝐞𝐬𝐜𝐥𝐚𝐯𝐚𝐬: 𝐝𝐢𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐫𝐚í𝐚𝐧 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 [𝐚] 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐩𝐥𝐚𝐳𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐮𝐠𝐮𝐞𝐬𝐞𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐆𝐮𝐢𝐧𝐞𝐚, 𝐞 𝐭𝐫𝐚í𝐚𝐧𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐭𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐯𝐚𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐚𝐬, 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐥𝐥𝐚𝐫𝐞𝐬 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐳𝐜𝐮𝐞𝐳𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐥𝐞𝐬 𝐡𝐮𝐲𝐞𝐬𝐞𝐧».

    Pero por suerte, esto cambió con la llegada de los españoles a América, cuando aparecieron las primeras Cédulas y Leyes antiesclavistas de la Historia.

    Lo que suelen desconocer estos grupos de «intelectuales negrolegendarios» es que España fue el primer poder imperial en discutir y reconocer formalmente los derechos de los indígenas:

    ▪️En 1494, la Reina Isabel la Católica ordenó mediante una Real Cédula paralizar la venta de esclavos americanos.

    ▪️En 1512, con las Leyes de Burgos, el Rey Fernando el Católico prohibió la esclavitud de los indígenas salvo en casos extraordinarios (indígenas caníbales, indígenas esclavizados por otros indígenas o indígenas capturados durante alguna batalla).

    ▪️Y finalmente, con las Leyes Nuevas de 1542, el Rey Carlos I prohibió la esclavitud de los naturales sin excepción alguna.

    De este modo, la esclavitud dejó de ser por primera vez en la Historia una actividad lícita y legal, quedando penada por Ley y relegada a la clandestinidad. Ver menos






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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    CAPTURA DE BERGANTÍN FRANCÉS CON TRES INDIOS ESCLAVIZADOS. 1756

    Carta de la Audiencia de Manila: Pedro Manuel de Arandia, Pedro Calderón Enríquez y Francisco Enríquez de Villacorta, dando cuenta del recibo y cumplimiento de la cédula en la que se ordena por punto general no se reputen por esclavos los indios que no sean caribes, mandando su cumplimiento sin permitir ninguna contravención.

    “Por real cédula fecha en Buen Retiro a siete de febrero de mil setecientos cincuenta y seis, sobre consulta del Real Consejo de las Indias se sirvió V.M aprobar a las audiencias de la Isla Española que reside en la ciudad de Santo Domingo, el haber dado libertad a tres indios que fueron aprehendidos en un bergarntín francés que hacía su derrota del Misisipi a las colonias francesas de aquella isla, y que se le previniese que en ningún caso, lugar, ni tiempo podían sufrir esclavitud de indios de la America, que no fuesen Caribes, según estaba dispuesto por la Ley que habla de este asunto y que lo propio se entendiese y practicase con los indios de las colonias poseídas por los extranjeros, respecto de ser en ellos insita y natural y no poderse alterar sin faltar a los contratos de que procede, y con mayor razón estaba el propio beneficio a favor de los de la Nueva Orleans y demás lugares ocupados por los franceses, en aquella parte mediante no haberse consentido lo contrario nunca, ni a sentido a la usurpación de aquel país, antes sí reclamado, siendo muy impropio llamarles salvajes...”








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