Frente a la “Historia de los Heterodoxos” de Menéndez Pelayo, (escrita desde el punto de vista ortodoxo), el libro de Javier Herrero “Los orígenes del pensamiento reaccionario español” vendría a ser, al contrario, una “Historia de los “Ortodoxos Españoles” (desde 1770 a 1814) pero desde el punto de vista heterodoxo.
En general, concebida dicha obra en clave progresista, confunde sibilinamente, intencionadamente y con absoluta mala fe la defensa de la Fe católica y del pensamiento español heredero y continuador de esa Fe (que Herrero y los suyos llaman “reaccionario”) frente los ataques a la impiedad, la falsa filosofía, la antirreligión; lo confunden, digo, con el ataque en bloque contra la CULTURA, la ILUSTRACION, y la FILOSOFIA en su aspecto sano (cosa que jamás imaginaron aquellos defensores reaccionarios); achacándoles además la defensa de la ignorancia, el servilismo y la opresión del pueblo.
Panorama anterior a la Revolución Francesa (1770-1789)
Las obras de Voltaire y Rousseau estaban prohibidas en aquella España de Carlos III (aunque no por eso tachan a este rey los progresistas de oscurantista, ni muchísimo menos), lo que no impedía que circularan clandestinamente textos subversivos en francés, de mano en mano, y entre gente instruida.
Ello no obstante, ya se publicaban, desde años atrás, en Francia (donde los estragos eran mayores) y en Italia réplicas de autores católicos frente a tales desvaríos, disparates y blasfemias.
El ambiente de 1770 en España ya predisponía a que se fueran tomando medidas contra tales desvaríos y sandeces, habida cuenta de que se tenía constancia de que gran parte del mundo culto español estaba siendo intoxicado doctrinalmente por novedades disparatadas y subversivas.
Entre 1769 y 1772 aparecen en España dos traducciones de dos obras del abate francés Nonotte (1711-1793), por el padre Rodríguez Morzo, defendiendo la Religión contra los ataques de Voltaire y Rousseau:
“Los progresos de la incredulidad son tan rápidos, que parece que se quieren avecindar en todos los reinos y provincias. Hasta aquí destilaban gota a gota su veneno, pero en el día fluye a borbotones.... Los sabios de este tiempo, a su parecer, poseen el arte de convertir el bien el mal; invierten todas las ideas de las cosas, confunden la luz con las tinieblas... alteran el mal pacífico de nuestra creencia y religión. La raíz última de esta subversión se encuentra en el nefasto espíritu de rebelión contra la disciplina moral y la sujeción intelectual... con orígenes en las pasiones carnales que intentan liberarse del yugo del espíritu... estragos de esta libertad de pensar que es la cuna en que está enroscada la serpiente del ateísmo”.
“El famoso cuanto execrable Voltaire, que desde su casa de campo en Lucerna reta a todo el ejército católico...pero sus armas son las mismas de siglos atrás; sus blasfemias son las mismas que las de Luciano, Protágoras o Lucrecio.”
“Niegan la espiritualidad e inmortalidad del alma... la humanidad, la buena fe, la equidad, la rectitud, la templanza, son para ellos solo ideas y de sola institución humana... según ellos, para evitar terribles guerras religiosas debemos tolerar las diversas creencias”,... ya que según Voltaire, si tuviéramos más caridad excusaríamos a los chinos en sus altares y a los indios en sus pagodas a los pies de sus ídolos abominables...
“Ataques que nacen en Suiza y se propagan por Europa... se levantan del lago ponzoñoso de Ginebra...”
Además, ataca la tolerancia propugnada por Voltaire como el peor de los males, cuyo fin es “el total trastorno y la entera destrucción de la religión”, tal libertad de pensamiento atacará al cielo y la tierra, a los papas, reyes, reinas, ministros, magistrados”, etc.
Afirma que “los (nuevos) filósofos son los enemigos más envenenados de los soberanos, que los pintan con los colores más negros, arrancando el pan de los pobres, mandando hurtos, cohechos e injusticias... abolir el culto religioso y sus ministros y establecer el deísmo y el materialismo.
Estuvo en lo cierto absolutamente en toda su previsión: la cercana Revolución Francesa corroborará sus predicciones.
Respuesta: Javier Herrero ignora que la “tolerancia” es una idea moderna y que jamás ha sido usada por la Iglesia sino como un mal menor; que es una idea ajena a la Teología católica, y que su uso es circunstancial y de facto, pero habiendo estado siempre condenado que una nación católica debiera soportar religiones falsas; que tal tesis es viejísima y que la “intolerancia” no nació con los “reaccionarios”:continuaba existiendo, de hecho, con su “alabado” Carlos III.Herrero: “con Nonotte comienza el principal sofisma “reaccionario”: extender el sentido de la palabra “tolerancia” haciéndola odiosa a los creyentes... contra sus propugnadores se formularán los más feroces ataques: la prisión, la muerte misma”
Y no se habla aquí de “dar muerte” a nadie. Eso lo imagina en su odio anticatólico, el señor Herrero.
La contribución del abate Nonotte al “mito reaccionario” es importantísima; se encontrará, años después, en otros dos “reaccionarios”: el abate Barruel y el español Hervás y Panduro.
Respuesta: Nadie sino este progresista habló aquí de “fanatismo”.Herrero, irónico: “es evidente que el fanatismo y la más implacable intolerancia son los medios de que debemos valernos para librarnos del mal abominable de la razón y de la filosofía”
Compruébese la premeditada confusión progresista sobre el equívoco de los sentidos de las palabras “razón” y “filosofía” mediante su acaparamiento absoluto y tendencioso.
Posteriormente, en 1777, fue traducida por el abogado F. de Represa (del Consejo de Castilla) la obra del dominico italiano Valsecchi (“De los fundamentos de la religión y de las fuentes de la impiedad”) en cuyo prólogo el traductor se propone “rebatir los sofismas, dicterios e imposturas que los incrédulos esparcen contra las verdades que defendemos”.
Este carácter francés o italiano de los autores traducidos denota la universalidad de este género apologético en sentido católico y frente a los librepensadores de la época.
¡¡Increíble!! Para este señor, prohibir la circulación de obras estimadas nocivas por el poder legítimo equivale nada menos que ¡¡a “guerra de exterminio” contra sus autores!!Herrero: por el contexto de esas obras se trata de un contraataque de la Iglesia apelando al poder civil a que declare una guerra de exterminio contra esos rebeldes... esa guerra debe ir adelante...
Asimismo fue traducida del francés, en 1777, la obra del padre Bergier “El deísmo refutado por sí mismo” en el que el traductor denunciaba en el prólogo la entrada en España, “de poco a esta parte” de ideas impías deístas y materialistas de Montesquieu, Voltaire, Helvecio, Rousseau, etc.
En dicha obra se escribía que “el dogma de la tolerancia universal es el que más agrada a los ateos... así se dará salvoconducto a la tolerancia universal, correrá el libertinaje; se vivirá sin ley, sin Dios, viviremos como brutos y moriremos como tales”.
Respuesta: Nadie, sino este señor, habla aquí de “destrucciones, espadas y hogueras”, simplemente de restringir la publicación y difusión de obras, opuestas al sentir católico del 99% de aquella población española de entonces.Herrero: “tal prohibición de la tolerancia equivalía a la prisión y a la hoguera, ...se precisa de la espada... mediante la destrucción sistemática del hombre ilustrado”
En 1788 se publicaron en Berlin las “Obras póstumas” de Federico de Prusia, en donde aparecía su correspondencia con los enciclopedistas franceses (Voltaire, Diderot, Condorcet...) las cuales, con desparpajo y franqueza, contenían abundancia de pasajes antirreligiosos y antieclesiásticos, “especialmente preciosa para los pensadores reaccionarios que habían venido denunciando una conspiración impía” (Herrero). Así pues no había dudas ya sobre tal conspiración.
Está claro que el delito para los progresistas no es la conspiración para atacar a clero y monarquía, sino la denuncia por los “reaccionarios” de la conspiración de los nuevos “filósofos”.
Tal conspiración fue denunciada por el exjesuita italiano Mozzi en su obra “Proyectos de los incrédulos” en 1791, (con su “fe fanática”), y coincidiendo con los años más crudos posteriores a la Revolución Francesa , tal obra acabaría siendo la fuente de información favorita para los “reaccionarios teóricos del absolutismo”, como el P. Vélez, en España.
En ella se indicaba que “la facción filosófica prepara aniquilar en Francia la religión cristiana y la monarquía, ...mediante una espantosa revolución”).
“Una asamblea de filósofos entró a gobernar la nación... los Proyectos de los incrédulos se han llevado a un extremo que habrá que llorar por muchos siglos”.
I - Fray Fernando de Zeballos.
Aclamada su obra por Menéndez Pelayo como “síntesis suprema de la verdad católica en todas las esferas de conocimiento” y superior a la obra de Nonotte, (aunque ignorando Menéndez Pelayo, según Herrero, la dependencia ideológica de Zeballos de la obra del abate Nonnotte).
Su obra principal “La falsa filosofía, crimen de Estado”, en donde “se combaten las máximas sediciosas y subversivas de toda sociedad y aun de la humanidad”, se publicó en 1775. Zeballos denunciaba en ella “los males públicos que pueden nacer de unos sistemas y proyectos impíos que unos hombres vagantes llamados filósofos, conciben en la oscuridad y podredumbre de su ocio” ... “la impiedad y religión que dicha filosofía predica va a revolver el orden público, a derribar a los soberanos...
Efectivamente acertó en su profecía, ya que pocos años después estallaba la Revolución Francesa.
Escribía Zeballos:
“El nombre de deísta” empieza a resonar aquí aunque “es nuevo en nuestra España, que era una tierra afortunada y santa cuando ni ésta ni otra mala bestia atravesaba por ella”... “una casta de impíos, que no tienen otro espíritu ni otro Dios que el orgullo y la vana complacencia de sus almas”.
Establece tres grados en el movimiento impío:
en un primer grado, el hombre aplica peligrosamente la razón a los principio religiosos (protestantismo);
en un segundo grado, la razón reemplaza a la religión natural, pero como es imposible al hombre mantenerse en la simple bondad natural...
por lo que se termina en el tercer grado de impiedad: el deísmo, “el de todos aquellos que viven sin alguna ley.. ni religión”
Respuesta. Si entendemos por “violencia” la simple prohibición de publicar libros impíos y falsos, tiene razón el progresista.Herrero: “Zeballos incitará a los poderes establecidos a la aplicación de la violencia para la necesaria represión de tan peligrosa subversión... su pensamiento ultramontano... “el hombre culto será para Zeballos un monstruo intelectual y moral, digno de los peores castigos y aun la muerte misma”
Zeballos no menciona para nada ni “los peores castigos ni la muerte misma”, eso lo imagina de Zeballos gratuitamente el señor Herrero.
Y sobre el “hombre culto” seguramente se imagina el señor Herrero que no hubo “hombres cultos” en el mundo hasta que llegaron Voltaire y sus comparsas...
El progresismo atribuye a Zeballos el comienzo de la típica “manía conspiratoria”, propia de todo “reaccionario”: la de que hombres corruptos maquinan en la sombra planes de destrucción universal, lo cual es un “rasgo importantísimo del pensamiento reaccionario”.
(Efectivamente, en este punto la tesis de Zevallos parece algo disparatada, cuando cita que los “deítas” habrían nacido en Polonia a partir de una secta de luteranos, que como albañiles alemanes se trasladaron a Francia y sembraron allí el deísmo y la falsa filosofía).
Pero es curioso que como Zeballos ( como tantos en dicha época) ignoraba el concepto (posterior) de Ilustración, el progresismo le endilga por ello la ignorancia del significado de las “luces” de la Ilustración, en su conjunto, como si considerara todo el proceso ilustrado (en bloque) como una “conspiración”.
Aparece ya en Zeballos la apelación a la conspiración de los francmasones (¡¡los fundadores de la secta habrían sido dos artesanos: Quintino y Coppino”...!!); francmasones, “cuya moral es lograr hacer lícito todo lo que es posible”; que el fin de esa filosofía es el de permitir al hombre la satisfacción de sus instintos más bestiales; que la guerra contra los nuevos “filófosos” (o sea “la Ilustración, según Herrero) y la Iglesia no es sino un capítulo más entre Dios y el demonio... el hombre de pecado (o sea, el “ilustrado”, como remata Herrero); que niegan el orden verdadero de toda autoridad terrestre, que desciende de Dios a los reyes y afirman impíamente que la fuente de soberanía es el “pueblo pestilente”... que asciende de los charcos de la plebe como una niebla que sube del suelo o del cieno y quiere envolver al mundo...”
Respuesta. Esas torturas y castigos no las pide Zeballos, lo imagina de él nuestro progresista.Herrero: “así pues los más violentos castigos, la tortura y la muerte misma serán necesarios para evitarlo”...
Comete Zeballos la barbaridad de atacar un icono de la bibliografía progresista: “De los delitos y de las penas” del italiano Beccaria:Herrero, irónicamente: ...”así pues para desarmar a la sociedad, el ilustrado atacaría el valor moral de los castigos de la sociedad, como la pena de muerte y la tortura; atacaría también el hecho de las guerras, defendidas por San Pablo, San Agustín y los Santos Padres”...
“este tratadito... habla acá y allá de las penas... contra la pena de muerte en favor de los parricidas, sodomitas y ladrones”... “Dios puede quitar la vida... y lo mismo cualquier hombre en nombre de Dios y por sus órdenes... aun cuando por parte de estos no hubiera culpa”
Respuesta: Zevallos no habla en absoluto de arbitrariedad, sino que parece referirse a que el celo por cumplir un deber de justicia no impediría que por un hipotético error en la aplicación concreta de la pena de muerte, se pidiera proscribir la pena de muerte totalmente; cosa muy distinta.Herrero, escandalizado: “o sea, derecho absoluto de los príncipes, incluso a la ejecución arbitraria de sus súbditos; algo escalofriante; con la implacable lógica que su fondo de odio hacia la cultura arguye en favor de los más inexorables excesos”...
Y sobre el “odio hacia la cultura” de Zevallos, debe matizarse más bien como el odio hacia la demagogia, la tontería y las sandeces como camuflaje de la maldad (o sea, efectivamente, la llamada “cultura” en jerga progre).
Y finaliza nuestro glorioso Zeballos:
“Cuando en una Corte o en una gran ciudad veo la cárcel pública, la venero por una obra tan acepta a Dios y no menos necesaria que muchísimas obras sagradas”.
Sublime.
II - El padre Rodríguez.
Autor muy alabado por Menéndez Pelayo.
El cisterciense Antonio José Rodríguez publicó “El Philoteo” en 1776.
Incide en dicha obra sobre los principales motivos del padre Zeballos; cita, contra las doctrinas impías, los edictos de Clemente XIV, los de los Estados generales de las Provincias Unidas (Países Bajos) y la condena del Consejo de Ginebra contra el “Emilio” de Rousseau, así como el implacable ataque a Voltaire del abate Nonotte.
Escribe el P. Rodríguez: “Los vasos que contienen el veneno andan entre muchas manos en nuestra España... se duda del purgatorio, del castigo eterno, inmortalidad del alma, sobre revelación, autoridad soberana, sacando conclusiones para la disolución y el libertinaje...”)
“La desatinada filosofía del perverso Judas dio ejemplo a la incredulidad de sus sucesores... aquella mala semilla produjo tanta infernal herejía que desde el principio infestó la Iglesia Católica”
“Monsieur Voltaire, epiloguista de la impiedad moderna, defensor acérrimo de la religión natural contra la revelada... se reviste de declamador contra la castidad y favorable a los vicios de la carne”
Y sobre Rousseau: “Qué bestialidad, afectar hipócritamente moderación de las costumbres y ejercicios de piedad, ...pero mojando su pluma en zumo de sapos y culebras, igualar el ser del hombre con el de las bestias...”
Respuesta: Todo falaces equívocos:Herrero: el P. Rodriguez recoge los conceptos esenciales de esa ideología que las fuerzas conservadoras están creando contra los filósofos...
Primer equívoco : repetir la Iglesia sus condenas de siempre contra los ataques a la Fe viene a ser ya en esta época “ideología” para los progresistas. Curiosísimo. ¿Por qué las condenas contra Lutero o contra Nestorio o contra Arrio no se consideran “ideológicas”, pero sí las condenas a Voltaire?
Segundo equívoco: al orden tradicional de siglos lo denomina “fuerzas conservadoras” (el mismo proceso de perversión lingüistica subversiva, tal como hoy día a los normales de siempre se les pasa a denominar “heteros”)
Tercer equívoco : ¡¡Equipara a sus "filósofos" con la totalidad y plenitud de la Filosofía!
“filósofos”...que no tienen más interés para un progresista que el de alborotadores del cotarro; si sus “teorías” hubieran servido para mantener aquel orden no les habrían interesado lo más mínimo.
III – El padre Valcarce
“Los desengaños filosóficos”, publicados entre 1787 y 1790 inciden en los mismos puntos que Zeballos y el P. Rodríguez:
Habla en su obra de “algunos semisabios y espíritus pequeños que preciados de su ciencia desprecian las máximas antiguas y la sólida y sana doctrina”...)
Respuesta: otros recordamos (mira tú por dónde) algunas caricaturas de Menéndez Pelayo contra la insolente ignorancia de nuestros “ilustrados” que, con dos o tres sofismas, creían haber destruido a los más ilustres filósofos clásicos y escolásticos.Herrero, irónico: “su actitud recuerda algunas caricaturas de Feijoo, donde describía la insolente ignorancia de nuestros escolásticos que con dos o tres silogismos destruyen a los más importantes pensadores de la Europa moderna”.
Continúa Valcarce: “no hay especulación en los modernos en puntos metafísicos que no se halle mil veces en los escolásticos” y aquello que es original suyo no sirve sino “para alterar la sana doctrina que enseñan los católicos”, así pues “lo útil y sano que tengan éstos lo hallaremos en los nuestros; lo demás no lo queremos; mejor nos es dormir que despertar para tales paradojas...
“nada nuevo trajo al mundo Descartes con su nueva metafísica”;
“todos los pensamientos de Malebranche son extravagantes... pero sirven maravillosamente a los modernos libertinos, a los incrédulos y a los presuntuosos”;
“poco puede esperarse de la metafísica de Locke, que tiene de ella una noción superficial, sin método alguno ni geométrico ni silogístico”...
¡¡Blasfemias monstruosas para el progresismo!!, por ello comenta Herrero:Respuesta: ...Descartes, Newton... precursores de los “sapientísimos” iluminados Engels, Marx, Jean Paul Sartre, etc. Efectivamente, nadie puede oponerles a estos “ciencia” alguna, aun hoy día, so pena de quedar por “ignorante reaccionario oscurantista”.Herrero: “pocas veces ha hablado la ignorancia, incluso entre nuestros más feroces oscurantistas con tanta ingenua franqueza... ésta es la ciencia que oponen a Descartes y Newton”... ¿Qué importa para nuestra ilustración y el bien de la sociedad lo que escribe Helvetius y Rousseau en su “Emilio”?
Lo de “nuestra ilustración y el bien de la sociedad”... interesaba muchísimo... sobre todo a los alborotadores en cuanto les servía de disculpa para guillotinar reyes y matar curas, como se vería pocos años después en Francia. O se aceptaban las nuevas ideas ...o a la guillotina: lo pedía la “ilustración” y “el bien de la sociedad”.
Y es que el “bien de la sociedad” equivalía a república anticlerical; sin ella no hay ni puede haber bien social alguno, claro.
Y termina Valcarce: “...frente al desorden que hoy reina entre los falsos eruditos nada mejor que la intolerancia, la severidad y el rigor contra todo novador”.
O sea, ni más ni menos “intolerancia” que la que siempre hubo en siglos pasados menos veleidosos que el XVIII.
Precisamente, la falta de esa severidad confirmaría los presagios “reaccionarios” sobre una futura caída de reinos y persecuciones religiosas.
¿En qué se equivocaba Valcarce, entonces? ¿En no ser un progresista ilustrado, y de no desear ver rodar cabezas en la guillotina en nombre de la "cultura" (como luego se vería)?
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