Aquí hay un artículo sobre lo que decía San Agustín de Hipona sobre la Gracia y la predestinación, artículo en el cual estoy mayormente de acuerdo, pues es notorio que los jesuitas se desviaron mucho (de ahí salió la "teología de la liberación") de lo que originalmente había planteado San Ignacio de Loyola, que era hacer un ejército de sacerdotes. Por eso yo prefiero seguir la interpretación tomista-agustiniana de la predestinación, que es la más tradicional y ortodoxa.

LA GRACIA Y LA PREDESTINACIÓN, SEGÚN SAN AGUSTÍN

A raíz de un comentario en nuestro artículo "LA SANGRE DE CRISTO, ¿"PRO MULTIS" O "PRO OMNES"?" (sobre las palabras del Canon de la Misa), comentario donde afirman que NO ESTAMOS EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA (tildándonos indirectamente de Jansenistas), publicamos este artículo de nuestro aliado SURSUM CORDA sobre la definición que San Agustín (PADRE Y DOCTOR DE LA IGLESIA) presenta sobre la Predestinación, y de cómo esta es parte de la Doctrina Católica.


San Agustín (PADRE Y DOCTOR DE LA IGLESIA)
Recientemente estaba leyendo mucho material producido por teólogos de la Compañía de Jesús, no la actual modernista, sino la pre-conciliar, que también era modernista y antes de que se inventara el modernismo era laxista, algo de lo que jamás se desprendieron.

Si algo me ha sorprendido de los jesuitas es su constante ínsistencia en que todos los hombres pueden salvarse. En este blog hemos hablado ya del universalismo, es decir la creencia de que todos los hombres se salvarán. Esto los jesuitas de hoy lo dicen abiertamente, más los pre-conciliares habían elaborado un sistema muy cercano al semipelagianismo por el cual bastaba la voluntad del hombre para conseguir su salvación, siendo el gran arquitecto de ese sistema teológico el jesuita Molina que rechazaba la eseñanza católica de la predestinación y la gracia eficaz. Los jesuitas, herejes y calumniadores, cuando se les hechaba en cara su error tan cercano a la herejía respondían con ataques y acusaban a quienes exponían la verdad de calvinistas. Así, por ejemplo llegaron al extremo de hacer poner en duda nombres tan notables como los del Cardenal de Noris, famoso agustino italiano del Siglo XVIII.

El principal de los argumentos de los jesuitas (pre y post-conciliares) es el versículo de I Timoteo 2:4 "Dios quiere que todos los hombres se salven".

Sin embargo, muy pocas veces vemos que incluso entre los tradicionalistas más inteligentes haya un análisis de este versículo apelando a la enseñanza del gran Doctor de la Gracia San Agustín de Hipona.

¿Que nos dice el Maximo Doctor de la Iglesia? Para él las palabras del Apostol de los gentiles debe entenderse en el sentido de los elegidos, es decir de los predestinados. El principal argumento de San Agustín es la omnipotencia de Dios, es decir, Dios hace lo que él quiere y lo que él quiere debe cumplirse efectivamente. En efecto, en las Confesiones San Agustín, retomando a Platón señala que Dios está fuera de la Historia, es decir, al margen del tiempo, porque el tiempo fue creado por Dios y por lo tanto el devenir histórico no puede afectarlo, porque en caso contrario Dios no sería inmutable... los jesuitas con su teoría de la concausalidad niegan este dogma de fe.

Continuemos. Si Dios ha decidido que alguien debe salvarse, entonces esa persona no puede quebrar la voluntad de Dios, porque la misma existe efectivamente desde antes del nacimiento de esa persona y además porque lo que Dios quiere efectivamente se cumple. En caso contrario Dios no sería omnipotente. Para reforzar su argumento, San Agustín cita varios pasajes de las Sagradas Escrituras donde se muestra que los milagros no siempre convertían a todos, sino a unos pocos y además, en algunas oportunidades el Espíritu evitaba que los Apostoles visitaran y predicaran en determinados lugares, y mucho más Nuestro Señor como ocurre en Mt XI donde Cristo predica contra las ciudades incrédulas. Eso demuestra, según el Doctor que el sentido de "Dios quiere que todos los hombres se salven" se refiere a aquellos que Dios quiso "guardar" y no a todos los hombres en absoluto. EN efecto, aquellos que se salvan son guardados, preservados, ese es el sentido del "Don de perseverancia":

"Esta es la predestinación de los santos, - nada más, a saber, el conocimiento previo y la preparación de los dones de Dios, por el que se entrega con toda seguridad, sean quienes sean, que se entregan . Pero ¿dónde están el resto dejado por el justo juicio divino, excepto en la masa de la ruina, donde los tirios y sidonios quedaron? que, por otra parte, hubiera podido creer si habían visto maravillosos milagros de Cristo. Pero como no se les dio para pensar, de creer los medios también se les negó. [...] Pero, ¿Lo que dijo el Señor de los tirios y sidonios no puede acaso ser entendida de otra manera: que nadie, sin embargo viene a Cristo a menos que se le ha dado, y que es dado a aquellos que se escogió en él antes de la fundación el mundo, confiesa sin lugar a dudas el que oye la palabra divina. [...] "Para ti", dijo, «es dado saber el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado.'' (El don de la perseverancia 35)


Dios, si quisiera podría salvar efectivamente a todos los hombres, podría convertir a todos con solo desearlo desaparecería el pecado, la herejía, la apostasía y todos iríamos a Cristo. Todos si él lo deseara. Pero Dios no quiere eso... porque ha decidido salvar a unos para mostrar su misericordia, mientras que a otros, como enseñó San Agustín, los deja perder para mostrar su justicia.

Y nadie puede objetar la acción de Dios, porque nadie puede ser más justo ni más misiericordioso que el Señor.
Publicado por Jorge Rondón Santos en 15:37 Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook

Etiquetas: Doctrina Católica, Espiritualidad, Sagrada Escritura, San Agustín, Tradición
Fuente: Miles Christi.