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Tema: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

  1. #1
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    Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este



    ALFONSO CARLOS DE BORBÓN Y AUSTRIA-ESTE








    Extraído del Foro Viena-Budapest: http://vienabudapest.superforos.com






    Alfonso Carlos I de Borbón y Austria-Este nació en Londres el 12 de septiembre de 1849, era el segundo hijo del matrimonio formado por el príncipe carlista don Juan de Borbón y Braganza, segundo hijo de Carlos María Isidro, y la archiduquesa doña Beatriz de Austria-Este, hija del duque de Módena. Por tanto, era el hermano menor de don Carlos VII, el rey carlista que dirigió la 3ª Guerra por sus derechos al trono de España.







    Sus padres casi nunca se entendieron. Doña Beatriz era una legitimista consumada, conservadora y devota católica, de hecho, acabaría ingresando como carmelita en un convento de Graz. Pese a ello, Beatriz decidió separarse de su marido, con el que se había casado en 1847, y acudió a su corte natal de Módena con sus dos hijos. Quería apartarlos de la causa carlista para que no tuvieran que sufrir las desgracias de su abuelo Carlos V, y la leyenda popular afirma que los traía a menudo al panteón carlista de Trieste, y que allí les explicaba, en italiano claro, los sinsabores y desventuras sobre la misma tumba de Carlos María Isidro.







    Allí pasó Alfonso Carlos sus primeros años, hasta que las tropas de unificación italiana destronaron a su familia materna de Módena, y fueron a refugiarse a Viena, donde el emperador Francisco José I daba cobijo a muchos de los soberanos exiliados del momento.







    Cuando los Estados Pontificios también fueron objetivo de las tropas liberales de Saboya, gran número de voluntarios pertenecientes a la nobleza europea o a los partidos legitimistas corrieron a alistarse al cuerpo papal de zuavos pontificios.







    Entre ellos se encontraba don Alfonso Carlos, que llegó a conseguir un merecido grado de teniente en dicho cuerpo. Forjó una buena amistad con el príncipe mexicano Salvador de Iturbide. Salvador era nieto del emperador Agustín I de México y había sido adoptado por el emperador Maximiliano I.








    Enrolado como simple soldado en el cuerpo de Dragones Pontificios en 1868, Salvador Iturbide hizo amistad con don Alfonso Carlos de Borbón (Alfonso Carlos I), el hermano menor de don Carlos VII, que lo introdujo en la familia carlista. Al acabar la guerra en 1870, con la entrada de las tropas saboyanas en Roma, Salvador fue a refugiarse a Venecia, posesión entonces del Imperio Austro-Húngaro, donde se convirtió definitivamente en el más fiel amigo de Carlos VII, ya que casi tenían la misma edad.






    En Veinte años con Don Carlos, el conde de Melgar se refiere a él:
    "El mayor amigo que tuvo en Venecia Don Carlos fue el príncipe don Salvador de Iturbide, nieto del emperador Agustín de México, que venía diariamente al palacio de Loredán y acompañaba a Carlos VII casi todos los días al Lido. El príncipe de Iturbide era, después de Don Carlos, uno de los hombres más hermosos que yo he visto, lo cual fue causa de que, en su primera juventud, mientras servía en el Ejército Pontificio, fuese el héroe de muchas aventuras galantes, pues todas las señoras de la aristocracia romana se lo disputaban".






    Tanto lo llegó a apreciar don Carlos, que, al regresar de su viaje por Suramérica, en 1887, durante el cual también visitó, por recomendación de su amigo, México, le dijo:



    "Si no fuese español, quisiera ser mexicano".







    Ya en 1882, Carlos VII le daba a su fiel amigo una condecoración muy especial en reconocimiento por sus apoyos a la causa carlista, y para compensarle un poco de la desgraciada vida errante de exiliado que le había tocado llevar al defender el malogrado Imperio de Maximiliano:






    "Mi querido Iturbide: siento no haberte conocido durante la guerra, se refiere a la Tercera Guerra Carlista, pues sé que hubieras sido un buen soldado y un leal defensor de mi causa, pero te he conocido en el destierro y he encontrado en ti a un verdadero amigo. Hoy es el día de mi santo y te envío, juntamente con este billete, una medalla de Carlos VII, de las mismas que distribuía a mis heroicos voluntarios durante el combate. Llévala como un recuerdo mío y si alguno te dice que no puedes ostentarla oficialmente, contesta que nadie puede avergonzarse de ser cortesano de la desgracia. Tu afectísimo, CARLOS".






    Los zuavos pontificios eran bastante similares a las tropas carlistas en varios aspectos, y Alfonso Carlos tomó buena nota de ello para inspirarse en el diseño de un batallón de zuavos que, durante la Tercera Guerra Carlista, lo acompañó a él y a su esposa María de las Nieves de Braganza a modo de guardia de honor.






    Se trató siempre de una selecta unidad de choque y de asalto que participó, por ejemplo, en la famosa victoria de Alpens de 9 de julio de 1873 o en el asedio, igualmente victorioso para las armas carlistas, de Igualada los días 17 y 18 de julio de 1873.






    Estos zuavos carlistas formaban un selecto grupo dentro del ejército de Cataluña y del Maestrazgo, y por eso causaron ciertos recelos y envidias entre los demás batallones y partidas de los jefes del carlismo catalán: especialmente capitaneados por Francesc Savalls, cabecilla de Girona.
    Vestían, como el mismo Alfonso Carlos, un uniforme gris azulado que se inspiraba bastante en ciertos aires orientales. Pantalones bombachos e inflados hasta la altura de la rodilla, polainas y faja roja apretada a la cintura.






    Los oficiales se distinguían gracias a un color algo más claro, entre gris y azul claro, y por la boina blanca, la roja estaba reservada a los generales, a Carlos VII, y a su hermano Alfonso Carlos y a su mujer, María de las Nieves de Braganza, que menuda era, iba armada con dos pistolas.







    Su divisa era también el "DIOS-PATRIA-REY" y sus emblemas guerreros la Inmaculada Concepción y el Sagrado Corazón de Jesús con el "detente-bala" grabado en el pecho, cerca del corazón. Los requetés de la Guerra Civil Española copiaron ese símbolo heredado de sus abuelos. El mismo don Alfonso Carlos I, en una reunión celebrada en Toulouse el 3 de junio de 1932, prometió que si algún día llegaba a reinar, incorporaría el Sagrado Corazón al escudo nacional español.









    Contrajo matrimonio don Alfonso Carlos con doña María de las Nieves, la popular "doña Blanca" tan elogiada por los carlistas catalanes y valencianos y por poetas como Frederic Mistral, el 26 de abril de 1871. No tuvieron hijos, pero siempre estuvieron muy unidos.







    Volviendo con el recorrido militar del príncipe, transcurrió éste al cargo de las tropas carlistas catalanas, aragonesas y valencianas como comandante general. Don Carlos VII le confió este cargo como prueba de su máxima y firme confianza, pero, la verdad sea dicha, su hermano le decepcionó en más de una ocasión.







    Alfonso Carlos ya tuvo muchos problemas la primera vez que pisó tierras catalanas por la frontera norte francesa.







    En el contexto general de anárquicas partidas y de influyentes jefes que reinaban en tierras catalanas y valencianas, el deseo de Alfonso Carlos de orden, rigurosidad y disciplina nunca pudo llegar a fraguarse bien. Él quería que los voluntarios se ajustaran a una compañía de forma fija, prohibió que se llevaran cargados los fusiles durante los momentos innecesarios, obligaba a los oficiales a pasar continuas revistas a las tropas, a llevar bien colocados sus galones para acreditar adecuadamente sus grados, y exigía rigurosos comunicados de guerra e informes de cada acción. Y para completar el cuadro, prohibió también que se cantara durante las largas marchas por las sierras y los llanos catalanes.







    Esto lo enfrentó casi de inmediato a diferentes y muy individualistas jefes, sobretodo a Savalls, pero le dio el apoyo de otros menos influyentes como Camps y Castells.






    Pisaron Cataluña don Alfonso Carlos y su esposa en diciembre de 1872, y acto seguido surgió el antagonismo con Savalls, porque se dio el caso de que éste había prometido salir a recibirlos a la frontera de la Garrotxa para escoLtarlos... pero al final no se presentó.






    Semejante plante ya auguraba malas relaciones entre ambos, que se tornaron más malas aún si cabe, cuando Alfonso Carlos comunicó su decisión de nombrar jefe del Estado Mayor del Ejército Carlista de Cataluña al navarro Larramendi.






    Savalls se negó en redondo, tal era su indomable e inevitable orgullo, y en una acalorada entrevista que mantuvo con el príncipe en el Santuario de Santa María de Finestres, en Girona, se impuso con insultos y amenazas a su teórico superior. Resultado: Larramendi se tuvo que volver despechado a Navarra y don Alfonso Carlos no tuvo más remedio que ceder y concederle el mando a Savalls, que aportaba un considerable apoyo popular sin el que el carlismo no podría hacer casi nada en tierras de Girona.





    Sabemos la mayoría de fechas en que acontecieron estos sucesos gracias a la provindencial faceta de escritora de doña María de las Nieves, dama muy culta y curiosa, que en sus "Memorias" divide en dos partes su estancia en el ejército carlista: la primera del 21 de abril de 1872 al 21 de agosto de 1873, y la segunda del primero de septiembre de dicho año hasta el 3 de abril de 1874.






    Después de vagar por las comarcas del Ripollés, Osona, el Vallés y el Bages, Alfonso Carlos recibió otro plante de Savalls cuando éste se negó a acompañarlo en su retirada ante el avance del ejército republicano. Savalls era de la opinión de dividirse, lo que tenía su lógica, para despistar mejor así al enemigo.






    Alfonso Carlos tuvo que ceder otra vez, y se marchó indignado hacia Ripoll mientras Savalls hacía lo propio hacia la zona de Olot, ciudad que, por cierto, conquistó.






    La batalla de Alpens, pese a haber resultado muy satisfactoria para los carlistas, produjo otro notable borrón al advertir el príncipe que, en la caja de Intendencia que llevaba consigo el general liberal Cabrinnety, faltaban unos 10000 reales, Savalls la había "revisado" previamente.






    Sumando a esto otro plante en Igualada, Alfonso Carlos tomó la decisión fulminante de destituir al jefe catalán.






    Desde su cuartel general situado en Prats de Lluçanès, el príncipe firmó la orden de destitución el 26 de septiembre de 1873 acusándolo, no sin razón, de grave insubordinación.






    Parecía haber terminado el arduo conflicto de competencias, pero lo mejor del caso es que, Savalls, ni corto ni perezoso, se fue precisamente a Navarra para entrevistarse con don Carlos VII a propósito del tema. Le contó, evidentemente, su propia versión... y Carlos VII, que por otro lado sabía que necesitaba contar con su popularidad magistral en Cataluña, no sólo lo perdonó y le restauró sus grados, sino que también le concedió grandes honores y el título de marqués de Alpens, en premio a su victoria en dicho pueblo catalán.






    Al enterarse de esto don Alfonso Carlos, la reacción no se hizo esperar. Completamente humillado, incluso por su propio hermano y por su padre, Juan, que vino expresamente de Navarra con encargo de hacerle entrega de una carta ordenando la inmediata bienvenida a Savalls, se marchó junto a su esposa, con todo el equipaje, en señal de protesta, a los Pirineos franceses del Rosellón, la retirada-protesta duró del 8 de octubre de 1873 al 27 de abril de 1874.






    Hay que decir, sin embargo, que haciendo honor a la verdad, Savalls tenía mucha pericia y sabía burlar contínuamente en largas marchas y emboscadas a los desorganizados liberales, mientras que Alfonso Carlos, con tanta oficialidad, muy bonita pero prácticamente nula sobre el campo catalán, era un estratega desastroso.






    Su cuerpo de zuavos era demasiado elitista: entre sus miembros se contaban por ejemplo don Alfonso de Borbón y Austria, conde de Caserta e hijo de Fernando II de Dos Sicilias, el jóven sargento irlandés O'Bryan, los holandeses Augusto e Ignacio Wils, el noble castellano Luis de Barrantes Elío, el capitán granadino Julio Godoy, el barón austriaco Pío Lazarini, y los suboficiales Murray, un canadiense, y Carlos Eça de Gama Lobo, aristócrata portugués. La mayoría se situaba en primera fila de ataque, y por eso muchos fallecieron valientemente y para mayor honra de los zuavos en los combates de Igualada, Vic y Manresa. Incluso falleció en Igualada el mismísimo instructor de Alfonso Carlos en Roma, su apreciado maestro belga De France.






    En el Maestrazgo surgieron muchos jefes carlistas de gran carisma, entre ellos el popular Pacual Cucala de Alcalà de Xivert, Ignasi Polo, el "confiter de Cinc Torres", Ramón Fabra, Borrás, el "Desorellat", Tomás Segarra, Ramón Piñol, el "Panera". La rebelión carlista en este sector fue confiada en un principio a Dorregaray, que fracasó en su intento de tomar Valencia, y después lo relevó Alfonso Carlos. Con el nuevo comandante del Maestrazgo llegaban, en mayo de 1874, nuevas órdenes de destitución, para Santés, y Marco de Bello, y el acostumbrado grupito de floridos militares, la cohorte de los generales Lafuente, Freixa, y sus primos don Alberto y don Francisco de Borbón.






    Como ya sucedió en Cataluña, cosa que demuestra la terquedad del príncipe en sus métodos, volvió a surgir una rivalidad de envidias muy perjudicial para el carlismo de aquellas tierras. Los pomposos uniformes de la "corte carlo-alfonsina" no eran precisamente el nombroso ejército, bien pertrechado de armas, que se esperaban los valencianos que les llegaría de parte de su rey.






    Los aragoneses, disgustados por el encarcelamiento de su jefe Marco de Bello, ya no actuaron tan eficazmente como hasta entonces lo habían hecho (fracasos de Teruel y Alcanyís)... y don Alfonso Carlos no tuvo más salida que quedar otra vez en ridículo delante de su hermano Carlos VII. El general Rafael Tristany, comisionado al efecto, le volvió a llevar una enojosa orden fraterna de apartamiento del mando. Sólo logró Alfonso Carlos la efímera toma de Cuenca, en julio, que causó una terrible matanza que, con el tiempo, contribuiría muy gustosamente a las intenciones de los liberales de formar la "leyenda negra del carlismo".






    Los desaciertos del príncipe, aliviados solamente por las brillantes pero aisladas actuaciones de Santés, Segarra, Vallés, Polo, "el Serrador", "L'Arbolero", el barón de Benicàssim, Corredor, Valls, "Ximo el de Tales", el "Sec de les Parres", el "barber d'Useres", etc.







    El jefe Villalaín fue siempre el ojo derecho de Alfonso Carlos, que lo protegía en todo momento, pero eso incrementó aún más los problemas. Finalmente, el pobre príncipe tuvo que abandonar el frente hacia Francia dejando la situación del Maestrazgo en un estado pésimo en diciembre de 1874.






    Alfonso Carlos pasó el resto de su vida fuera de España. Tras la muerte de Carlos VII, pasó a ser considerado rey por los carlistas su hijo Jaime III. Al morir Jaime III en 1931, Alfonso Carlos se convirtió en el nuevo rey carlista.






    Don Alfonso Carlos I murió en Austria, en Viena. Lo atropelló un camión del ejército el 8 de septiembre de 1936. Cruzaba en ese momento la Ringstrasse, cerca del palacio del Belvedere, cuando lo sorprendió el fatal accidente. Algunos rumores incluso apuntaron a un asesinato premeditado. El funeral se ofició a poco de fallecer el rey carlista, que ya era muy viejo, presidido por su viuda doña María de las Nieves y por su sobrino político don Javier de Borbón-Parma. El mismo general Franco mandó sus pésames en un telegrama, calificándolo de "buen español y espejo de caballeros". Fue enterrado en la capilla del castillo de Pucheim.






    Saludos Imperiales.





    Xaxi dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    DON ALFONSO DE BORBON - AUSTRIA ESTE Y LOS ZUAVOS PONTIFICIOS


    (1868-1870)


    image.jpg


    Por Luis María De Ruschi


    Buenos Aires. Argentina.


    "Tú, hermano mío, que tienes la dicha envidiable de servir bajo las banderas del inmortal Pontífice, pide a ese nuestro Rey espiritual para España y para mí su bendición apostólica".


    Su Majestad Carlos VII se despedía con estas palabras de su hermano Don Alfonso Carlos en aquella carta de junio de 1868, a la que el Conde de Rodezno llama con razón "primer manifiesto doctrinal a los españoles"1 .


    Pocos recuerdan y muchos ignoran el paso de quien fuera el último rey de la dinastía proscripta por el cuerpo armado pontificio, conformado por voluntarios de todas partes del mundo. Estas líneas tratarán de brindar a nuestros lectores una breve descripción de aquella actuación, que enaltece la figura de Don Alfonso Carlos y honra a la causa de la Tradición.


    Para situarse adecuadamente en este episodio de la historiografía carlista, a saber, la participación del entonces Infante Don Alfonso en el cuerpo de zuavos pontificios, resulta conveniente hacer un breve pantallazo sobre el contexto en el cual se crea el célebre cuerpo armado.


    I. El proceso de unidad italiana y la cuestión de los Estados Pontificios


    El año de 1848 (nacía para esa época en el exilio Carlos VII) comenzó con graves disturbios en toda Europa. En la península Itálica la revolución comenzó en Nápoles, continuando en el Piamonte, la Toscana, Módena y en los mismos dominios del Pontífice. Los principales enemigos de esta vasta conjuración ideada por las logias eran el Papado, la archicasa de Habsburgo y los Borbones de Parma y de Nápoles. La casa de Saboya, en la persona de Carlos Alberto, encabezó una llamada "cruzada antiaustríaca" buscando lograr la unidad de toda la península (por cierto bajo su égida). En la ciudad del Papa los disturbios alcanzaron su máxima expresión con el asesinato del Conde Pellegrino Rossi, comisionado por Pío IX para reimplantar la tranquilidad en sus dominios. A la mañana siguiente de este hecho, la turba invadió el Quirinal exigiendo la declaración de guerra a la Casa de Austria y la proclamación de una constitución 2, produciéndose además saqueos en varias casas de congregaciones religiosas y vejaciones contra algunos miembros del Sacro Colegio. Ante este hecho, el Papa huye a Gaeta, dominio de Ferdinando II de Dos Sicilias, para salvaguardar su persona. Concomitantemente se declara una "república" romana, regida por un triunvirato encabezado por José Mazzini.


    Recién en abril de 1849, después de una acción combinada de tropas francesas, españolas, austríacas y napolitanas, Pío IX puede volver a su capital. El General Oudinot, libertador de Roma, queda al mando de una guarnición francesa que garantizará el orden en la ciudad de los Papas.


    Tras la restauración del poder pontificio se vivió un período de relativa calma, o mejor dicho, de aquella calma que precede a la tormenta. La secta no dejó de conspirar y de accionar . La actuación de las sociedades secretas (principalmente de la francmasonería) se pudo palpar en toda su magnitud cuando la policía pontificia desbarató en 1853 una conjuración cuyo principal objetivo era el asesinato de Pío IX: tan lejos se había llegado que incluso formaba parte de esa conjura un sacerdote. En 1855 un fallido intento de asesinato contra el Cardenal Antonelli, Secretario de Estado y mano derecha del Pontífice, perturba nuevamente la tranquilidad.


    Por medio de una importante campaña de prensa comenzó a difundirse por todo el continente la tesis por la cual se proponía como solución a la cuestión de Roma, la renuncia por parte del Papado a su autoridad temporal y una dedicación plena a la esfera espiritual. Así vieron la luz diversos opúsculos que propugnaban dicha tesis, entre los que se destacaron los realizados por d’Azzeglio, el sacerdote Gioberti y el marqués Gualterio. Ciertamente Pío IX rechazó de plano tal pretensión: él no era más que el administrador de un legado transmitido de Pontífice a Pontífice, siendo cualquier renuncia, por lo tanto, una traición a su cargo .


    En 1858 las fuerzas de la revolución trataron por medio de un nuevo affaire cargar las tintas contra el gobierno temporal del Papa: el caso Mortara. Este era un niño hebreo de Bolonia que en peligro de muerte había sido bautizado por su nodriza cristiana en 1851. Siete años después, ante la enfermedad de otro niño de la familia Mortara, la joven (cuyo nombre era Anna Morisi), reveló lo que había hecho. Conforme al derecho canónico y al derecho secular vigente en los Estados Pontificios, el pequeño debía ser quitado a sus padres para salvaguardar su fe, cosa que se hizo. Un aluvión de ataques contra la Santa Sede partió de diversas partes del mundo, provenientes ciertamente de los más acérrimos enemigos del altar 3.


    Si bien estos arteros intentos no lograron debilitar el poder papal, la casa de Saboya (manipulada por la francmasonería), en la persona de su emisario Camilo Cavour, comenzó a planificar la toma de los diversos territorios pontificios. Luego de los acuerdos de Plombières, que sellaban la alianza franco-piamontesa, comenzó a ejecutarse el desmembramiento de los territorios de San Pedro, asegurado por la política ambigua del antiguo carbonario Napoleón III. Así, hacia mayo de 1859, se perdían las cuatro Legaciones, tras la retirada de las tropas austríacas. Al mismo tiempo Garibaldi comenzó a preparar la invasión al reino de las Dos Sicilias, que se concretó en la famosa expedición de los Mil de 1860.


    El Cardenal Secretario de Estado Antonelli, anticipándose a los acontecimientos, supo que las tropas francesas no defenderían el territorio del Papa. Propuso entonces a Monseñor Xavier de Mérode, a la sazón Camarero Participante del Pontífice, el mando de las escasas tropas pontificias en orden a una reestructuración y mejoramiento en la capacidad bélica. Monseñor de Mérode - descendiente de una ilustrísima casa principesca belga - tenía una vasta experiencia militar, ya que había combatido bajo la bandera francesa en la campaña de Argelia. Convocó éste a su antiguo camarada de África, el General de Lamorcière, y le pidió que asumiera el mando de las tropas papales. Se realizó una importante convocatoria a la que respondieron con generosidad católicos de diversas nacionalidades.


    II. La Creación del Cuerpo de Zuavos Pontificios


    El general de Lamorcière, tras la apelación de Pío IX, logró reclutar aproximadamente unos 16.000 hombres venidos de Francia, Flandes, Canadá, Irlanda, Inglaterra y Suiza, a los que cabría agregar las tropas austríacas enviadas secretamente por la Corte de Viena (incluyendo por cierto a los soldados regulares ciudadanos de los Estados Pontificios)4. Los primeros en responder al llamado de Roma fueron el coronel suizo Allet y los franceses marqués de Pimondan, conde de Becdelièvre y barón de Charette, sobrino éste del famoso general vandeano 5 : los tres primeros conformaron el Estado Mayor del general de Lamorcière. Inicialmente se crearon batallones divididos por nacionalidades, siendo el franco-belga el núcleo del cual surgieron luego los zuavos pontificios.


    La marcha de Garibaldi - que ya había tomado Palermo - hacia Nápoles fue el pretexto aducido por la casa de Saboya para pedir al Emperador Napoleón venia de paso de sus tropas por los territorios pontificios con el objetivo de detener al condottiere. El ejército piamontés invadió las Marcas y Umbría, tomando entonces Monseñor de Mérode la decisión de hacer frente a los "saboyanos". En la aldea de Castelfidardo un 18 de septiembre de 1860 el cuerpo de voluntarios tuvo su bautismo de fuego. Si bien la batalla fue perdida por los pontificios el honor quedó salvado y Lamorcière logró escapar del cerco tendido por los enemigos con 4000 hombres.


    Fue en la batalla de Castelfidardo, donde el batallón franco-belga ganó fama por su valentía y coraje. Cuentan que Pío IX hablando con Monseñor Xavier de Mérode dijo querer tener un cuerpo armado "que recuerde a vuestros zuavos de África, tan admirados en la campaña de Italia", a lo que el pro ministro de armas respondió "Y bien Santo Padre, llamémosle «zuavos pontificios»". Satisfecho, Pío IX contestó: "He entendido: ese será su nombre" 6.


    En el período 1861 - 1867 el cuerpo de zuavos adquiere su perfil definitivo, forjado, sin duda, por el riguroso entrenamiento al que fue sometido. Con la partida de Monseñor de Mérode en octubre de 1865 - aparentemente por disidencias con el Cardenal Antonelli - el General Hermann Kanzler asume el ministerio de armas de los Estados Pontificios.


    En diciembre de 1866 el Emperador Napoleón ordena el retiro de las tropas francesas de Roma, enviando como único apoyo a la "Legión de Antibes", al mando del General de Aurelles de Paladines. Pío IX supo entonces que sólo restaba prepararse y esperar el ataque final contra la Ciudad Santa. En la audiencia que diera a los oficiales franceses que partían dijo: "No hay que hacerse ilusiones: la Revolución pronto llegará aquí: así lo proclamó, así lo proclama ahora" 7.


    La invasión prevista por Pío IX se iba gestando con Garibaldi a la cabeza, sostenido por Urbano Rattazzi, primer ministro del Reino de Italia. Como bien señala el R. P. Juan José Franco SJ, la unidad italiana con Roma como capital fue un mero pretexto y argumento para la plebe ingenua, los jefes de la guerra "ni lo dijeron ni lo pensaron. Contentos con recibir de los ministros del rey las armas, las provisiones, las pagas y la promesa de auxilio en todo evento, pedían a otros monarcas ocultos otras órdenes que estaban dispuestos a cumplir. Y las órdenes decían: Levantad en rebelión el Patrimonio de San Pedro..." 8.


    III. La incorporación del Infante Don Alfonso


    Las escaramuzas habían comenzado en octubre. La actitud equívoca del Gobierno de Florencia en relación a Garibaldi, sumado a la invasión de algunas zonas aledañas a Roma por tropas del condottiere, llevaron al Emperador Napoleón a enviar un nuevo contingente armado para colaborar con el ejército pontificio. En noviembre de 1867 un cuerpo francés al mando del General de Failly arribó a Roma.


    La campaña de 1867 fue gloriosa: luego de una serie de batallas menores en las que el cuerpo de zuavos se batió exitosamente (Acquapendente, Vallecrosa y Nerola entre otras) y habiendo cedido sólo una vez en Monte Rotondo, las armas pontificias alcanzaron un resonante triunfo en Mentana, donde 3000 cruzados derrotaron a más de 10.000 camisas rojas, logrando la huída de Garibaldi.


    En ese momento, luego de realizar un viaje por los Lugares Santos junto a su tío Francisco V Duque de Módena, en junio de 1868 el Infante Don Alfonso pidió en una entrevista con el Pontífice ser incorporado al regimiento de zuavos. Pío IX estaba al tanto de la resolución del príncipe, ya que su madre Doña María Beatriz, conociendo el deseo de su hijo, escribió al Papa: "Envío a Vuestra Santidad lo que más amo en el mundo". Por lo tanto no tuvo necesidad de exponer a Pío IX su anhelo. Sólo hubo de manifestar la intención de servir como simple soldado raso y no como oficial, tal como era el deseo del Pontífice 9. Seguidamente fue presentado al General Kanzler y al Coronel Allet, jefe del regimiento, para pasar luego al cuartel. Allí comenzó a recibir la dura instrucción militar de los zuavos, que al decir de Carulla ayudó a templar su carácter y a solidificar su religiosidad.


    IV. La toma de Roma y la batalla de Porta Pía.


    El gran temor de Don Alfonso era no llegar a batirse por el Pontífice Rey: así lo manifestó a Carulla en una entrevista que tuvieran en Montefiascone 10. Esa oportunidad llegaría pronto.


    La inminencia de la guerra con Prusia hizo que el Emperador ordenara la evacuación de las legiones francesas en Roma, hecho que se consumó en agosto de 1870.


    El 20 de agosto tres cuerpos de ocupación de unos treinta y cinco mil hombres tomaron ubicación en torno al territorio pontificio: uno en Chiavone, otro en las Marcas y el tercero en la frontera con Nápoles. Los generales Pianelli, Cadorna y Petinengo comandaban los grupos, teniendo como director general al príncipe Humberto de Saboya.


    El día 10 de septiembre Víctor Emanuel de Saboya enviaba al Papa, por medio de su legado el conde de San Martino, una carta - obra maestra de la hipocresía - en la que después de asegurar la independencia del Papado en todo lo relativo a su misión espiritual pedía lisa y llanamente la autorización de Pío IX para legitimar el despojo de sus territorios. El glorioso Pontífice, después de ratificar el non possumus, haciendo gala de su proverbial clarividencia dijo: "¿ Y quién me garantizará esas garantías ? Vuestro rey no puede prometer nada. Vuestro rey no es más rey: él depende de su parlamento y éste depende de las sociedades secretas" 11.


    El territorio de San Pedro fue invadido por tres flancos a la vez por los generales Cadorna (sacerdote exclaustrado), Bixio (compañero de Garibaldi en la expedición de los Mil) y Angioletti. El 19, mismo día en que el ejército prusiano sitiaba París (quien quiere entender que entienda), las tropas piamontesas asaltaron la capital del mundo cristiano.


    Las fuerzas pontificias conformadas por gendarmes, artilleros, suizos y zuavos, sumaban unos doce mil efectivos. Pío IX envió una carta al ministro Kanzler en la que , después de agradecer la lealtad demostrada a lo largo de esos años por sus tropas, mandó que la resistencia se limitara a una protesta contra la violencia sacrílega, y que una vez abierta una brecha comenzaran las negociaciones para la rendición de la ciudad. Esta carta no fue conocida inmediatamente por la oficialidad 12. Entregada la misiva, el anciano Pontífice abandona los palacios apostólicos y se retira a rezar a la Scala Santa.


    A las cinco de la mañana del día 20, un disparo de cañón anunció el ataque. Cadorna resolvió bombardear con artillería la ciudad desde cinco puntos a la vez: en los Tres Arcos, en la Puerta de San Juan, en la de San Sebastián, en el Trastevere y en la Porta Pía. Este punto fue el indicado para la apertura de la brecha: cincuenta y dos cañones y dos divisiones enteras se enfrentaron contra dos compañías de zuavos, acompañados solamente por algunos gendarmes y artilleros munidos de ocho cañones. La sexta compañía del segundo batallón de zuavos, donde el Infante Don Alfonso servía, estaba allí.


    Los pontificios se defendieron con una gallardía inaudita, resistiendo casi exclusivamente con sus fusiles los embates de los piamonteses. Pruebas acabadas de heroísmo y devoción a la santa causa dieron los zuavos. Así, por ejemplo, los tenientes Niel y Brondeis, muertos al grito de ¡Viva Pío IX!; o el zuavo Burel, quien hizo su testamento herido de muerte en pleno combate: "Lego al Papa todo lo que poseo" 13.


    Juzgando Cadorna viable la apertura de una brecha, hizo cesar el bombardeo y ordenó el avance de las tropas de asalto a las 10 horas. Un oficial del estado mayor del general Kanzler avisó la nueva a Pio IX, quien en ese momento estaba reunido con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Los embajadores se retiraron y el Papa comenzó a deliberar con el Cardenal Antonelli. Se decidió la capitulación, y se liberó a los soldados del juramento de fidelidad, a fin de facilitar el retorno a sus países de origen.


    De conformidad a las órdenes del Papa se enarboló la bandera blanca sobre la Puerta Pía. Los zuavos siguieron disparando contra las columnas de asalto al grito de ¡Viva el Papa Rey! y entonando el himno pontificio compuesto por Gounod, preparándose para la lucha cuerpo a cuerpo.


    Llegó la orden de Kanzler a los combatientes: muchos zuavos quedaron consternados, estupefactos, puesto que estaban listos para morir por la religión (Carulla dice que el alférez Borbón y Austria Este, fue quien más tardó en ceder al mandato de Pío IX 14). El teniente de zuavos Maudit enarboló la bandera blanca y la hizo ondear sobre la brecha abierta en la centenaria muralla. El sacrilegio estaba consumado.


    Los piamonteses cubrieron de injurias a los bravos pontificios, agraviando inclusive sus personas: uno de ellos dispara fallidamente contra el teniente de Kerchove, otro arrancó al capitán de Couessin sus condecoraciones amenazándole con un revolver en el pecho. Al mismo tiempo el ministro de armas acompañado por el cuerpo diplomático se dirigió hacia el campamento enemigo para discutir la capitulación.


    Relata el conde de Rodezno, que las dos compañías de zuavos de la Puerta Pía, no entraron en la capitulación general, que garantizaba la vida, honras militares a la tropa y la conservación por los oficiales de su espada. Si bien esos zuavos tendrían que haber sido fusilados, el enemigo les perdonó la vida, "... no sin que las compañías fuesen paseadas por las calles de Roma, dejando al pueblo liberal que insultase a placer a los que en ellas formaban. A los oficiales les quitaron las espadas, los revólveres y hasta las cruces que llevaban; más cuando los italianos pretendieron desarmar a Don Alfonso, éste les rechazó con energía y salvó estas prendas. La espada de Don Alfonso era de Toledo y había pertenecido a su abuelo Carlos V"15.


    La mañana del 21 se efectuó la retirada de las tropas de Roma. Los últimos cruzados hicieron su saludo de despedida a Pío IX, quien apareció por una ventana y bendijo lentamente a sus hijos por última vez 16.








    V. Conclusión


    La participación de Don Alfonso confirmó una vez más las virtudes de su raza. La gratitud y el afecto de Pío IX por ese hijo ilustrísimo se mantuvo viva por el resto de sus días. Un codicilo autógrafo adjunto a su testamento lo confirmó patentemente: "En el Vaticano, 2 de octubre de 1877... a S.A.R. don Alfonso de Borbón, antiguo zuavo, lego una representación en madreperla de la Resurrección".


    Ya octogenario, en 1931, el "siempre zuavo" tomó la antorcha de la legitimidad. Murió en un absurdo accidente - por designios misteriosos de la Providencia - en septiembre de 1936, siendo el último monarca de la dinastía carlista.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  3. #3
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Madrid, 10 julio 2013, los Siete Hermanos Mártires; Stas. Rufina y Segunda, vírgenes y mártires. Nueva incorporación a la biblioteca digital de Carlismo.es: las Memorias del Infante, luego Rey, Don Alfonso Carlos de Borbón en la defensa de la Roma papal.

    Las Memorias de Alfonso Carlos

    Terminaba la década de 1860 y empezaba la de 1870. Frente al asedio de las tropas revolucionarias del Rey del Piamonte, gran número de católicos se integraron en el Ejército Pontificio. Uno de ellos fue Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, hermano del Rey legítimo de las Españas, Carlos VII. El Infante seguía una larga tradición de príncipes guerreros, que no se limitaron a las funciones de gabinete y salón. Una realeza que, ante todo, era campeona de la Cristiandad.

    Don Alfonso Carlos renunció a cualquier puesto de alto mando y sólo aceptó el grado de alférez. Se distinguió en la defensa de la Puerta Pía, triste símbolo de la resistencia romana. Fue su bautismo de fuego antes de la Tercera Guerra Carlista. Estas Memorias nos muestran el servicio que siempre ofreció el Carlismo a la Iglesia y la intensa relación de la Dinastía proscrita con el Papado, hecho manifiesto en el testamento de Pío IX.

    También se plasma el perfil del Infante: profundamente religioso, honrado, sencillo y con un fuerte sentido del deber. El prólogo fue escrito por el Marqués de Villores, político carlista, Jefe Delegado del Rey Jaime III, sobrino de Don Alfonso Carlos a quien en 1931 éste sucedería en la corona.

    Para acceder al libro en formato pdf, pinchar aquí:
    http://carlismo.net/wp-content/uploa...nso-Carlos.pdf

    Agencia FARO
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  4. #4
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Michael Ver mensaje
    Ya octogenario, en 1931, el "siempre zuavo" tomó la antorcha de la legitimidad. Murió en un absurdo accidente - por designios misteriosos de la Providencia - en septiembre de 1936, siendo el último monarca de la dinastía carlista.
    Artículo antiguo; hoy don Luis Mª De Ruschi no cometería el error de decir que el Rey Don Alfonso Carlos fue "el último monarca de la dinastía carlista". La Dinastía legítima no se extingue; y don Luis María incluso le ha puesto Sixto Enrique a uno de sus hijos.

  5. #5
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    Artículo antiguo; hoy don Luis Mª De Ruschi no cometería el error de decir que el Rey Don Alfonso Carlos fue "el último monarca de la dinastía carlista". La Dinastía legítima no se extingue; y don Luis María incluso le ha puesto Sixto Enrique a uno de sus hijos.
    Pues hoy D. Sixto Enrique, igual que su padre D. Javier hasta 1952, es el legítimo regente de la Comunión Tradicionalista, pero no es considerado rey legítimo. En cualquier caso parece que ni D. Jaime ni D. Sixto, que han sido ambos excelentes candidatos para ocupar el trono de sus mayores, hayan hecho mucho para asegurar la continuidad de la dinastía (a D. Alfonso Carlos no se le puede achacar nada en este aspecto), y al final la legitimidad acaba recayendo en alguien de más dudosa integridad.
    Última edición por Rodrigo; 14/07/2013 a las 11:28
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  6. #6
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Pues hoy D. Sixto Enrique, igual que su padre D. Javier hasta 1952, es el legítimo regente de la Comunión Tradicionalista, pero no es considerado rey legítimo. En cualquier caso parece que ni D. Jaime ni D. Sixto, que han sido ambos excelentes candidatos para ocupar el trono de sus mayores, hayan hecho mucho para asegurar la continuidad de la dinastía (a D. Alfonso Carlos no se le puede achacar nada en este aspecto), y al final la legitimidad acaba recayendo en alguien de más dudosa integridad.
    Estimado Rodrigo: Hablar de la sucesión legítima y de sus titulares requiere más precisión. Cuando no se conoce lo suficiente para hacerlo con esa precisión, es aconsejable no hablar, o hacerlo con más prudencia.

    Efectivamente el padre de Don Sixto Enrique fue Regente hasta 1952. Año en el cual, habiendo quedado más que claro que no existía nadie de mejor derecho, Don Javier se convirtió en Rey legítimo de las Españas.

    El primo y antecesor de Don Javier, el Rey Don Jaime, vio frustrados sus planes de matrimonio con Matilde de Baviera y los subsiguientes por la acción concertada de los gobiernos liberales de Madrid, del traidor Emperador Francisco José, de ciertos altos dignatarios eclesiásticos también liberales (como Merry del Val, tan injustamente alabado en medios tradicionalistas) y del gobierno británico. Aún así, cuando murió repentinamente en 1931 aún no había renunciado a la posibilidad de contraer matrimonio dinástico.

    Don Sixto Enrique es actualmente el Regente legítimo de las Españas, y el segundo en el orden de sucesión. Es decir: que si su sobrino Don Jaime de Borbón y Lippe-Biesterfeld no sucede, el propio Don Sixto Enrique se convertirá en Rey. Lo cual sin duda será una bendición para el Carlismo y para España. Para ser Rey no importa que esté casado o no; y como Rey, aunque no tuviere descendencia propia, puede dejar fuera de toda duda quién es su sucesor legítimo. Que no puede ser nadie de "dudosa integridad", naturalmente.

  7. #7
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    Estimado Rodrigo: Hablar de la sucesión legítima y de sus titulares requiere más precisión. Cuando no se conoce lo suficiente para hacerlo con esa precisión, es aconsejable no hablar, o hacerlo con más prudencia.
    Ciertamente no tengo el conocimiento sobre este asunto que tiene usted, pero si hablo del tema es porque me interesa y preocupa. No pretendo ofender, pero me parece que se podría haber actuado mejor en la cuestión sucesoria, que es algo fundamental para un legitimismo o una monarquía hereditaria.

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    El primo y antecesor de Don Javier, el Rey Don Jaime, vio frustrados sus planes de matrimonio con Matilde de Baviera y los subsiguientes por la acción concertada de los gobiernos liberales de Madrid, del traidor Emperador Francisco José, de ciertos altos dignatarios eclesiásticos también liberales (como Merry del Val, tan injustamente alabado en medios tradicionalistas) y del gobierno británico. Aún así, cuando murió repentinamente en 1931 aún no había renunciado a la posibilidad de contraer matrimonio dinástico.
    No niego que fuera así, pero creo que a lo largo de sus 61 años de vida tuvo tiempo de elegir a una buena candidata y tener descendencia regia. Al parecer, también se habló del matrimonio con alguna de las hijas de Alfonso XIII, uniendo así la dinastía carlista y la isabelina. Anteriormente Jaime Balmes ya había planteado lo mismo con el hipotético matrimonio entre Isabel II y Carlos VI, cuya frustración motivó la 2ª Guerra Carlista. No niego las buenas intenciones, sobre todo teniendo en cuenta que tanto en la época de D. Jaime como en la de D. Carlos VI aun había elementos monárquicos medianamente sanos en el campo liberal-monárquico, que podrían haberse reconducido al de la Tradición, cosa que hoy sería impensable. En cualquier caso, en el caso de D. Jaime, lo fundamental era tener descendencia, ya que era el único hijo varon de D. Carlos VII, y eso no sucedió.

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    Don Sixto Enrique es actualmente el Regente legítimo de las Españas, y el segundo en el orden de sucesión. Es decir: que si su sobrino Don Jaime de Borbón y Lippe-Biesterfeld no sucede, el propio Don Sixto Enrique se convertirá en Rey. Lo cual sin duda será una bendición para el Carlismo y para España. Para ser Rey no importa que esté casado o no; y como Rey, aunque no tuviere descendencia propia, puede dejar fuera de toda duda quién es su sucesor legítimo. Que no puede ser nadie de "dudosa integridad", naturalmente.
    No tengo ningún problema en reconocer la legitimidad de D. Sixto como regente, aunque si se tarda mucho más en dilucidar su condición de rey legítimo es posible que no la llegue a ostentar jamás. Mientras tanto, otros sectores carlistas ya han coronado a Carlos Javier y no creo que su hermano Jaime se vaya a enfrentar a él en este asunto. Después de D. Sixto parece que el legitimismo se extingue, a no ser que Carlos Javier resulte ser tradicionalista, aunque usted de entrada ya descarta, sea por su matrimonio morganático o civil (que no niego que supongan un problema), la que yo creo que es la última esperanza para el legitimismo, pues sinceramente no creo que ni Jaime de Borbón-Parma ni Carlos Enrique de Lobkowicz vayan a reclamar derecho alguno sobre el trono de España.
    Última edición por Rodrigo; 14/07/2013 a las 22:53
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  8. #8
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Ciertamente no tengo el conocimiento sobre este asunto que tiene usted, pero si hablo del tema es porque me interesa y preocupa. No pretendo ofender, pero me parece que se podría haber actuado mejor en la cuestión sucesoria, que es algo fundamental para un legitimismo o una monarquía hereditaria.
    Se actuó como se pudo, por parte de príncipes que se tomaban la legitimidad muy en serio. Pero además se actuó sin esa prisa que hoy sienten algunos: como insistiré más abajo, la Dinastía no se extingue fácilmente.

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    No niego que fuera así, pero creo que a lo largo de sus 61 años de vida tuvo tiempo de elegir a una buena candidata y tener descendencia regia. Al parecer, también se habló del matrimonio con alguna de las hijas de Alfonso XIII, uniendo así la dinastía carlista y la isabelina. Anteriormente Jaime Balmes ya había planteado lo mismo con el hipotético matrimonio entre Isabel II y Carlos VI, cuya frustración motivó la 2ª Guerra Carlista. No niego las buenas intenciones, sobre todo teniendo en cuenta que tanto en la época de D. Jaime como en la de D. Carlos VI aun había elementos monárquicos medianamente sanos en el campo liberal-monárquico, que podrían haberse reconducido al de la Tradición, cosa que hoy sería impensable. En cualquier caso, en el caso de D. Jaime, lo fundamental era tener descendencia, ya que era el único hijo varon de D. Carlos VII, y eso no sucedió.
    Ya le he explicado sucintamente las dificultades a que tuvo que enfrentarse el Rey Don Jaime, y son dificultades mayores. En cuanto a lo que dice de una hija del imaginario "Alfonso XIII" (seamos serios y no llamemos así al usurpador Alfonso Puigmoltó Habsburgo-Lorena), era dinásticamente imposible y nunca lo tomó en serio ningún carlista: habría sido matrimonio inhábil a todos los efectos sucesorios. No hay dos dinastías, ni dos legitimidades simultáneas: o una, u otra. Son mutuamente excluyentes.

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    No tengo ningún problema en reconocer la legitimidad de D. Sixto como regente, aunque si se tarda mucho más en dilucidar su condición de rey legítimo es posible que no la llegue a ostentar jamás. Mientras tanto, otros sectores carlistas ya han coronado a Carlos Javier y no creo que su hermano Jaime se vaya a enfrentar a él en este asunto. Después de D. Sixto parece que el legitimismo se extingue, a no ser que Carlos Javier resulte ser tradicionalista, aunque usted de entrada ya descarta, sea por su matrimonio morganático o civil (que no niego que supongan un problema), la que yo creo que es la última esperanza para el legitimismo, pues sinceramente no creo que ni Jaime de Borbón-Parma ni Carlos Enrique de Lobkowicz vayan a reclamar derecho alguno sobre el trono de España.
    A Carlos Javier no lo ha "coronado" ningún carlista: sus seguidores se dividen entre los recién llegados que no tienen ni idea, los trastornados y los malintencionados. La legitimidad no se elige. Si Carlos Javier hubiera sucedido, lo habría hecho recibiendo los derechos de su abuelo el Rey Don Javier a través de la regencia de su tío Don Sixto Enrique. Si no, no tendría derechos que recibir. Pero invoca la sucesión de su padre, el traidor Carlos Hugo, que ya había abandonado la Causa e incurrido en ilegitimidad cuando murió Don Javier. Sólo esa invocación basta para declarar excluído a Carlos Javier. Pero hay más, mucho más: reconocimiento explícito, repetido y público de Juan Carlos como "rey", por ejemplo. Además de absoluta heterodoxia religiosa y política. Y sí, su matrimonio desigual invalida por completo su descendencia. La misma pretensión de dar títulos a su mujer es ridícula y añade causas de ilegitimidad.

    Me hace gracia lo que algunos de estos carlojavieristas difunden sobre Don Jaime de Borbón y sobre Don Carlos Enrique de Lobkowicz, de quienes en realidad poco o nada saben. Menos mal que la responsabilidad de dilucidar estos asuntos la tiene Don Sixto Enrique, que sí sabe. Y que sí conoce que sigue habiendo príncipes para posteriores llamamientos.

    La sucesión se establece por exclusión. Importa en primer lugar saber quién no puede suceder. El expríncipe Carlos Javier no puede. Laméntese si se quiere, pero así es. Por mi parte lo lamentaré poco: cuando en 1997 nació su hijo ilegítimo Carlos Hugo Klynstra, Carlos Javier, en una extraña declaración de prensa, afirmó literalmente que se desentendía porque el niño lo había querido tener la madre, y no él. Es decir: que había otras alternativas al nacimiento de su hijo... De la abundancia del corazón habla la boca, y de la formación recibida y asumida, también.
    Última edición por Chanza; 15/07/2013 a las 03:32

  9. #9
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Se ha pronunciado D. Sixto, en la calidad de regente, sobre la ilegitimidad de D. Carlos Javier?

    Lo ultimo que supe fue que ha escrito una carta a ambos sus sobrinos, de fecha de 18 de julio de 2009, a preguntarles si asumían los principios de la Tradición española que confieren legitimidad de ejercicio. No me constó que haya recibido respuesta de ninguno de los dos en tres años, o tampoco que haya declarado, en la calidad de regente, que D. Carlos Javier no podría suceder a su abuelo...

    Espero no ofender a nadie por permitirme comentar este asunto no siendo siquiera español; pero, no sería tiempo, después de 3 años, que los carlistas supieran cuál es la posición de la regencia sobre la sucesión legitima de España? Si D. Sixto hizo publica la carta que escribió a sus sobrinos, no debería también hacer publica lo que decide, en cuanto regente, en resultado de la falta de respuesta a la misma carta?

    La dinastía usurpadora se tambalea en escándalos, la república se gana adeptos, la unidad de la patria española se deshace y, mientras tanto, se espera 3 años (en puridad se espera desde 1977) para que los españoles sepan que tienen rey legitimo en quien confiar la salvación de su patria? Hombre, peor sólo en Portugal donde estamos reducidos a la posición de protectorado europeo, con una patria fallida, desangrada por la corrupción, minada por los partidos políticos, la masonería y grupos de intereses, en real peligro de muerte, sin que del inútil D. Duarte Pio - repito y subrayo - inútil D. Duarte Pio, se oiga una sola palabra digna de un príncipe de la casa de Bragança.
    res eodem modo conservatur quo generantur
    SAGRADA HISPÂNIA
    HISPANIS OMNIS SVMVS

  10. #10
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Irmão de Cá Ver mensaje
    Se ha pronunciado D. Sixto, en la calidad de regente, sobre la ilegitimidad de D. Carlos Javier?

    Lo ultimo que supe fue que ha escrito una carta a ambos sus sobrinos, de fecha de 18 de julio de 2009, a preguntarles si asumían los principios de la Tradición española que confieren legitimidad de ejercicio. No me constó que haya recibido respuesta de ninguno de los dos en tres años, o tampoco que haya declarado, en la calidad de regente, que D. Carlos Javier no podría suceder a su abuelo...

    Espero no ofender a nadie por permitirme comentar este asunto no siendo siquiera español; pero, no sería tiempo, después de 3 años, que los carlistas supieran cuál es la posición de la regencia sobre la sucesión legitima de España? Si D. Sixto hizo publica la carta que escribió a sus sobrinos, no debería también hacer publica lo que decide, en cuanto regente, en resultado de la falta de respuesta a la misma carta?

    La dinastía usurpadora se tambalea en escándalos, la república se gana adeptos, la unidad de la patria española se deshace y, mientras tanto, se espera 3 años (en puridad se espera desde 1977) para que los españoles sepan que tienen rey legitimo en quien confiar la salvación de su patria? Hombre, peor sólo en Portugal donde estamos reducidos a la posición de protectorado europeo, con una patria fallida, desangrada por la corrupción, minada por los partidos políticos, la masonería y grupos de intereses, en real peligro de muerte, sin que del inútil D. Duarte Pio - repito y subrayo - inútil D. Duarte Pio, se oiga una sola palabra digna de un príncipe de la casa de Bragança.
    Estimado Irmão de Cá: Me temo que estemos apartando demasiado este hilo de su asunto inicial, pero le contestaré brevemente.

    Los asuntos dinásticos tan dificultosos como éste requieren tiempo y delicadeza. Don Sixto Enrique ha mostrado una delicadeza exquisita hacia sus sobrinos; muestra pública de ella son las cartas de 2009 a que usted se refiere. Y ha habido muchas muestras privadas.

    Ahora bien: a los legitimistas les compete, ante todo, saber quién es el Abanderado al que toca obedecer, que es sin duda (y con exclusión de cualquier otra opción) el Regente Don Sixto Enrique. A quien competen los asuntos dinásticos.

    Pero le competen con una cierta limitación. Él no puede cambiar las leyes tradicionales, con arreglo a las cuales Carlos Javier ya ha incurrido plenamente en exclusión. Si mañana Don Sixto Enrique proclamara a Carlos Javier (lo cual no va a producirse, claro está), a los carlistas les tocaría ignorar tal proclamación, porque es legal y legítimamente imposible.

    No obstante, para quienes no quieren negarse a ver la realidad, las cosas están más que claras, también en cuanto a la postura oficial:


    • La Secretaría Política de Don Sixto Enrique de Borbón no emite documentos oficiales sin su aprobación, como es obvio. El 22 de noviembre de 2010 se refirió a la boda de Carlos Javier y a sus consecuencias en términos inequívocos: Sobre la boda de Carlos Javier de Borbón Parma « Comunión Tradicionalista
    • El Jefe de dicha Secretaría, profesor José Miguel Gambra, publicó en junio de 2012 un artículo que pone a Carlos Javier en su sitio: Del carlismo tardosocialista al neocarlismo parroquial « Comunión Tradicionalista. Alguno ha intentado restarle importancia, diciendo que se trata de un artículo de opinión particular. Es evidente que si así fuese, quien ostenta la principal representación de Don Sixto Enrique no lo habría firmado con su nombre y publicado en la web oficial de la Comunión. Y así lo hizo.
    • Después de la autoproclamación de Carlos Javier como "rey de los carlistas" (que no como rey legítimo de España, puesto que él reserva a Juan Carlos, en la misma línea de fraudulenta esquizofrenia política de su difunto padre), Don Sixto Enrique ha seguido ejerciendo la Regencia y haciendo gestos de soberanía neta, como crear y ascender caballeros de la Orden de la Legitimidad Proscrita, la última vez en marzo de este mismo año.


    Lo que los carlistas con prisa deben hacer es cerrar filas en torno al Abanderado, Don Sixto Enrique, y dejar de llenar Internet de especulaciones sin fundamento. Una Comunión fuerte, unida y leal es la mejor garantía de continuidad dinástica. Porque ¿a qué príncipe va a apetecerle lanzarse a una vida de sacrificios, si ni siquiera puede fiarse de sus supuestos partidarios?

  11. #11
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    Estimado Irmão de Cá: Me temo que estemos apartando demasiado este hilo de su asunto inicial, pero le contestaré brevemente.

    Los asuntos dinásticos tan dificultosos como éste requieren tiempo y delicadeza. Don Sixto Enrique ha mostrado una delicadeza exquisita hacia sus sobrinos; muestra pública de ella son las cartas de 2009 a que usted se refiere. Y ha habido muchas muestras privadas.

    Ahora bien: a los legitimistas les compete, ante todo, saber quién es el Abanderado al que toca obedecer, que es sin duda (y con exclusión de cualquier otra opción) el Regente Don Sixto Enrique. A quien competen los asuntos dinásticos.

    Pero le competen con una cierta limitación. Él no puede cambiar las leyes tradicionales, con arreglo a las cuales Carlos Javier ya ha incurrido plenamente en exclusión. Si mañana Don Sixto Enrique proclamara a Carlos Javier (lo cual no va a producirse, claro está), a los carlistas les tocaría ignorar tal proclamación, porque es legal y legítimamente imposible.

    No obstante, para quienes no quieren negarse a ver la realidad, las cosas están más que claras, también en cuanto a la postura oficial:


    • La Secretaría Política de Don Sixto Enrique de Borbón no emite documentos oficiales sin su aprobación, como es obvio. El 22 de noviembre de 2010 se refirió a la boda de Carlos Javier y a sus consecuencias en términos inequívocos: Sobre la boda de Carlos Javier de Borbón Parma « Comunión Tradicionalista
    • El Jefe de dicha Secretaría, profesor José Miguel Gambra, publicó en junio de 2012 un artículo que pone a Carlos Javier en su sitio: Del carlismo tardosocialista al neocarlismo parroquial « Comunión Tradicionalista. Alguno ha intentado restarle importancia, diciendo que se trata de un artículo de opinión particular. Es evidente que si así fuese, quien ostenta la principal representación de Don Sixto Enrique no lo habría firmado con su nombre y publicado en la web oficial de la Comunión. Y así lo hizo.
    • Después de la autoproclamación de Carlos Javier como "rey de los carlistas" (que no como rey legítimo de España, puesto que él reserva a Juan Carlos, en la misma línea de fraudulenta esquizofrenia política de su difunto padre), Don Sixto Enrique ha seguido ejerciendo la Regencia y haciendo gestos de soberanía neta, como crear y ascender caballeros de la Orden de la Legitimidad Proscrita, la última vez en marzo de este mismo año.


    Lo que los carlistas con prisa deben hacer es cerrar filas en torno al Abanderado, Don Sixto Enrique, y dejar de llenar Internet de especulaciones sin fundamento. Una Comunión fuerte, unida y leal es la mejor garantía de continuidad dinástica. Porque ¿a qué príncipe va a apetecerle lanzarse a una vida de sacrificios, si ni siquiera puede fiarse de sus supuestos partidarios?
    Queridísimo Chanza, espero que no te importe que te tutee. A través de tus precisas intervenciones a lo largo de este hilo, he comprendido cuán importante es ser fiel a la legitimidad de las cosas. Comparado con muchos compañeros, yo soy un recién llegado que, hasta hace poco, esgrimía -con cierto orgullo, he de confesarte- un calendario con la imagen de D. Javier de Borbón Parma.

    Y es gracias a tus palabras, que me he propuesto informarme mejor de la cuestión dinástica. Releeré con cuidado este hilo, y pasaré el tamiz a los enlaces últimos que has puesto. No sé cómo los malintencionados han conseguido desvirtuar la realidad con especulación. He pecado de iluso, de ingenuo, al pensar que un movimiento como el carlista, pudiera ser inmune a la maldad de vernos divididos y enfrentados; a la misma división absurda que, al fin y al cabo, sólo obedece a los enemigos de España.

    No obstante, no pienso ser partícipe de esa estupidez, si se me permite llamarlo así. Y nada hay mejor que combatirla desde la cultura y el saber.

    Espero poder exponer, en un espacio prudencial de tiempo, mi análisis sobre todo lo comentado aquí, así como contar con tu opinión.

    Si tienes más documentación, u otro compañero puede aportar más al respecte, será de gran ayuda.

    Un fuerte abrazo en Cristo, desde Valencia.
    Última edición por LUX; 16/07/2013 a las 01:56

  12. #12
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

    Cita Iniciado por Chanza Ver mensaje
    ...
    Lo que los carlistas con prisa deben hacer es cerrar filas en torno al Abanderado, Don Sixto Enrique, y dejar de llenar Internet de especulaciones sin fundamento. Una Comunión fuerte, unida y leal es la mejor garantía de continuidad dinástica. Porque ¿a qué príncipe va a apetecerle lanzarse a una vida de sacrificios, si ni siquiera puede fiarse de sus supuestos partidarios?
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  13. #13
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    Re: Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este

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    Cita Iniciado por LUX Ver mensaje
    Comparado con muchos compañeros, yo soy un recién llegado que, hasta hace poco, esgrimía -con cierto orgullo, he de confesarte- un calendario con la imagen de D. Javier de Borbón Parma.
    Lux: yo también muestro con orgullo, si hace falta, las fotografías de Don Javier de Borbón, hasta ahora último Rey legítimo de las Españas, sucesor de Don Alfonso Carlos. Tengo mientras escribo una de esas fotos a la vista. Don Javier falleció en 1977, con sus últimos días amargados por la traición, el maltrato y las amenazas que sufrió a manos de su hijo Carlos Hugo, a quien Dios haya perdonado.

    El Carlos Javier de que aquí se habla es hijo de ese traidor Carlos Hugo, y sigue los pasos y las desviaciones de su padre.

    Frente a ellos, el otro hijo varón del Rey Don Javier, Don Sixto Enrique de Borbón, viene ejerciendo la Regencia desde la muerte de su padre, y sostiene los principios invariables de la legitimidad española. Que son, como los dejó canónicamente definidos el Rey Don Alfonso Carlos:

    1. "La Religión Católica, Apostólica y Romana con la unidad y consecuencias jurídicas con que fue servida y amada tradicionalmente en nuestros Reinos.
    2. La constitución natural y orgánica de los estados y cuerpos de la sociedad tradicional.
    3. La federación histórica de las distintas regiones y sus fueros y libertades. Integrantes de la unidad patria española.
    4. La auténtica monarquía tradicional, legítima de origen y de ejercicio.
    5. Los principios y espíritu y, en cuanto sea prácticamente posible, el mismo estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo".
    Candidus dio el Víctor.

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