Se actuó como se pudo, por parte de príncipes que se tomaban la legitimidad muy en serio. Pero además se actuó sin esa prisa que hoy sienten algunos: como insistiré más abajo, la Dinastía no se extingue fácilmente.
Ya le he explicado sucintamente las dificultades a que tuvo que enfrentarse el Rey Don Jaime, y son dificultades mayores. En cuanto a lo que dice de una hija del imaginario "Alfonso XIII" (seamos serios y no llamemos así al usurpador Alfonso Puigmoltó Habsburgo-Lorena), era dinásticamente imposible y nunca lo tomó en serio ningún carlista: habría sido matrimonio inhábil a todos los efectos sucesorios. No hay dos dinastías, ni dos legitimidades simultáneas: o una, u otra. Son mutuamente excluyentes.
A Carlos Javier no lo ha "coronado" ningún carlista: sus seguidores se dividen entre los recién llegados que no tienen ni idea, los trastornados y los malintencionados. La legitimidad no se elige. Si Carlos Javier hubiera sucedido, lo habría hecho recibiendo los derechos de su abuelo el Rey Don Javier a través de la regencia de su tío Don Sixto Enrique. Si no, no tendría derechos que recibir. Pero invoca la sucesión de su padre, el traidor Carlos Hugo, que ya había abandonado la Causa e incurrido en ilegitimidad cuando murió Don Javier. Sólo esa invocación basta para declarar excluído a Carlos Javier. Pero hay más, mucho más: reconocimiento explícito, repetido y público de Juan Carlos como "rey", por ejemplo. Además de absoluta heterodoxia religiosa y política. Y sí, su matrimonio desigual invalida por completo su descendencia. La misma pretensión de dar títulos a su mujer es ridícula y añade causas de ilegitimidad.
Me hace gracia lo que algunos de estos carlojavieristas difunden sobre Don Jaime de Borbón y sobre Don Carlos Enrique de Lobkowicz, de quienes en realidad poco o nada saben. Menos mal que la responsabilidad de dilucidar estos asuntos la tiene Don Sixto Enrique, que sí sabe. Y que sí conoce que sigue habiendo príncipes para posteriores llamamientos.
La sucesión se establece por exclusión. Importa en primer lugar saber quién no puede suceder. El expríncipe Carlos Javier no puede. Laméntese si se quiere, pero así es. Por mi parte lo lamentaré poco: cuando en 1997 nació su hijo ilegítimo Carlos Hugo Klynstra, Carlos Javier, en una extraña declaración de prensa, afirmó literalmente que se desentendía porque el niño lo había querido tener la madre, y no él. Es decir: que había otras alternativas al nacimiento de su hijo... De la abundancia del corazón habla la boca, y de la formación recibida y asumida, también.
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