Y ahora una nota simpática. Se cuenta que cuando apareció el Anís del Mono allá por 1870 el dueño de la empresa, Vicente Bosch, de Badalona (Barcelona) lanzó un concurso para escoger la etiqueta. El mono era una mascota que él tenía. Como la teoría de Darwin era bastante reciente y la polémica estaba en todo su furor, al final salió elegida una que tenía un mono con rasgos bastante humanos y unas pobladas patillas que recordaban la barba de Don Carlos y tenía en la mano un pergamino que decía: "Es el mejor. Lo dice la ciencia y yo lo creo."