Re: Beatificación de Juan Pablo II

Iniciado por
Jorge Zamora E.
Dos cuestiones de primerísima necesidad, desde mi punto de vista:
1.- Ante tan abrumadora "evidencia" yo, como católico, quiero escuchar y conocer el alegato de los acusados, eso es lo que se debe hacer en justicia. Quiero ser yo quien determine ante mi conciencia, y es ante mi conciencia pues es esta la que se ve afectada muy gravemente por lo que se está exponiendo y no me vale ni la consideración de usted ni la de nadie más, se diga lo que se diga o se piense lo que se piense, sólo la mía pues sólo yo y nadie más que yo he de rendir cuentas ante el Altísimo de mis propios actos, de si son justas las acusaciones o hay manipulación malvada en todo o en parte, de un lado y de otro.
2.- Si tanta certeza hay sobre estas evidencias, si tanta es la convicción de lo acontecido durante el pontificado de JPII, ¿por qué no se planteó un cisma inmediatamente? ¿Por qué un importante sector de la Iglesia no se separó de la otra?
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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