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Tema: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

  1. #141
    Avatar de Kontrapoder
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Cita Iniciado por DOBLE AGUILA Ver mensaje
    Comprobamos que la mafia masónica dentro de Italia y el Vaticano sigue imperando como hace décadas; a pesar de los intentos de Salvini de neutralizarla.
    ¿Mafia masónica del Vaticano neutralizada por Salvini? ¿De dónde sacáis esas ideas tan disparatadas?



    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  2. #142
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Recientemente, Salvini[1] ha pactado no aceptar masones en el Gobierno Italiano.

    https://www.bbc.com/mundo/noticias-i...ional-44232646

    https://infovaticana.com/2018/05/21/...erdo-liga-m5s/

    Por otra parte, el "Rotary Club" es una organización paramasónica muy conocida por Francisco; de hecho fue nombrado miembro de honor, y de vez en cuando les invita al Vaticano.

    https://www.rotary.org/es/pope-welco...bilee-audience

    El Papa fue socio rotario honorario del RC Buenos Aires en 1999 | Noticias

    http://www.rotaryclubpalmaalmudaina.org/component/k2/item/1-fusce-pulvinar-consectetur3




    Es un hecho comprobado, que la masonería siempre busca el sincretismo y la mixtificación de la religión; en el Sínodo parece claro que van por esa vía.

    [1] No es "santo de mi devoción" este individuo, por razones obvias; pero hay que reconocer, que al menos algo ha hecho contra la masonería.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 29/10/2019 a las 02:56

  3. #143
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Y seguimos con las dudas sobre qué es un cisma, pero es que tal como se vio en el anterior post ha habido muchos cismas, pero no del calado de lo que está pasando. También comenté al cierre del Sínodo que las consecuencias se irían viendo, en realidad se están ahondando, y el católico de a pie mirándose el dedo porque no sabe dónde está la luna a la cual mirar. Temo parecer un cismático, pero ¿quién me conoce salvo en mi casa, amigos y vecinos?, sin embargo, ¿soy yo el cismático que me horrorizo ante lo que veo, o los cismáticos son los que están protagonizando un acto tras otro que son un puro escándalo? Hay momentos de consuelo cuando uno ve que existen cardenales, obispos y sacerdotes que no conciben lo que pasa y se atreven (cuántos callan lo que realmente piensan) a expresar lo que desde su posición pueden decir. Lo peor es que los que están provocando esta situación no responden de verdad, eluden las respuestas claras y directas. Y cuando sí responden incurren en situaciones patéticas, y hablo del Papa pidiendo perdón porque unos católicos indignados habían tirado al Tíber unos trozos de madera simbolizando una diosa de la fertilidad. ¿Pero qué le pasa a este Papa?



    El obispo Schneider condena el culto a la Pachamama realizado en el Sínodo del Amazonas

    El obispo Athanasius Schneider publicó el sábado una carta abierta condenando enérgicamente el uso de la estatua de Pachamama en el Sínodo del Amazonas en el Vaticano. La considera un «nuevo becerro de oro»

    28/10/19 1:10 PM

    (InfoCatólica) En la carta abierta del 26 de octubre, el obispo Schneider también pide a todos los católicos, obispos, sacerdotes y laicos, que ofrezcan actos de reparación, protesta y corrección por el uso de las estatuas de Pachamama, a las que llama un «nuevo becerro de oro».

    El viernes, el Papa Francisco confirmó que varias estatuas de una mujer embarazada sin ropa, que se usaron en una ceremonia del 4 de octubre en los Jardines del Vaticano, se procesaron en la Basílica de San Pedro y se guardaron en un altar lateral de la Iglesia de Santa María en Traspontina en la vía della Conciliazione , son símbolos de la "Pachamama". Hablando con los obispos y otros participantes sinodales en la sala sinodal, el Papa pidió perdón a quienes se sintieron ofendidos por las estatuas tomadas de la iglesia de Traspontina y arrojadas al río Tíber.

    Amplios extractos de la carta de Mons. Schneider

    «No tendrás dioses ajenos delante de mí», dice el Señor Dios, como el primero de los mandamientos (Ex 20: 3). Entregado originalmente a Moisés y al pueblo hebreo, este mandato sigue siendo válido para todas las personas y todos los tiempos, como Dios nos dice: «No se tallarán ídolos en forma de nada en el cielo arriba o en la tierra abajo o en el aguas debajo de la tierra; no te inclinarás ante ellos ni los adorarás »(Ex 20: 4-5). Nuestro Señor Jesucristo guardó este mandamiento perfectamente. Cuando se le ofrecieron los reinos del mundo si tan solo se inclinara ante el diablo, Jesús respondió: «¡Vete, Satanás! porque está escrito: 'Adorarás al Señor tu Dios y solo a él servirás' »(Mt 4:10; Dt 6: 13-14). Por lo tanto, el ejemplo de Cristo es de suma importancia para todas las personas que desean «el Dios verdadero y la vida eterna»;

    En nuestros días, este mensaje tiene una importancia especial, porque el sincretismo y el paganismo son como venenos que entran en las venas del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia. Como sucesor de los Apóstoles, encargado del cuidado del rebaño de Dios, no puedo permanecer en silencio ante la flagrante violación de la santa voluntad de Dios y las desastrosas consecuencias que tendrá sobre las almas individuales, la Iglesia en su conjunto, y de hecho la totalidad. raza humana. Por lo tanto, es con gran amor por las almas de mis hermanos y hermanas que escribo este mensaje.

    2. El 4 de octubre de 2019, en vísperas del Sínodo del Amazonas, se celebró una ceremonia religiosa en los Jardines del Vaticano, en presencia del Papa Francisco y de varios obispos y cardenales, que fue dirigida en parte por chamanes y en la que objetos simbólicos fueron usados; a saber, una escultura de madera de una mujer embarazada sin ropa. Estas representaciones son conocidas y pertenecen a los rituales indígenas de las tribus amazónicas, y específicamente al culto de la llamada Madre Tierra, la Pachamama. En los días siguientes, las figuras femeninas desnudas de madera también fueron veneradas en la Basílica de San Pedro frente a la Tumba de San Pedro El Papa Francisco también saludó a dos obispos que llevaban el objeto Pachamama sobre sus hombros y lo procesaron en el Salón del Sínodo, donde fue colocado en un lugar de honor. Las estatuas de Pachamama también se exhibieron en la iglesia de Santa María en Traspontina.

    En respuesta a las protestas de los fieles católicos con respecto a estos ritos y el uso de estas estatuas, los portavoces del Vaticano y los miembros de los comités del Sínodo del Amazonas minimizaron o negaron el evidente carácter sincretista religioso de las estatuas. Sin embargo, sus respuestas fueron evasivas y contradictorias; fueron actos de acrobacias intelectuales y negaciones de evidencia obvia.

    La compañía estadounidense de medios visuales «Getty Images» hizo una fotografía oficial de prensa de este ritual con esta descripción: «El Papa Francisco y el cardenal Cardenal Cláudio Hummes, Arzobispo Emérito de São Paulo, Presidente de la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), se paran en frente a una estatua que representa a la Pachamama (Madre Tierra) ». El reverendo Paulo Suess, participante del Sínodo del Amazonas, no dejó dudas sobre el carácter pagano de las ceremonias con las imágenes de madera en los Jardines del Vaticano y se atrevió incluso a recibir ritos paganos. , diciendo: «Incluso si este era un rito pagano, sin embargo, es una adoración pagana a Dios. No se puede descartar el paganismo como nada »(17 de octubre, entrevista de Vatican News). En una declaración oficial, el 21 de octubre, La Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM) condenó el acto heroico de los caballeros que habían arrojado las imágenes de madera al Tíber como un acto de «intolerancia religiosa». De este modo, desenmascararon las mentiras y los trucos con los que negaban el carácter religioso del veneradas imágenes de madera. Voluntarios de la Iglesia Carmelita Santa María en Traspontina, donde se exhibieron las estatuas de madera, corroboraron esta declaración, diciendo : «La madre [tallada] que traje de Brasil ... que estaba en la procesión, bueno, la trajimos de Brasil. Fue realizado por un artista indígena, y le pedimos una obra de arte que simbolizara toda esa conexión de la Madre Tierra, de las mujeres, el aspecto femenino de Dios, que Dios es quien protege y nutre la vida «. dijo, llamándolo tanto un símbolo de »Madre Tierra« como de »Pachamama«.

    Fuentes objetivas señalan que la Pachamama es un objeto de veneración, una diosa a la que algunos bolivianos sacrifican llamas , una deidad de la tierra adorada por algunos peruanos , arraigada en las creencias y prácticas paganas incas .

    3. Los católicos no pueden aceptar ningún culto pagano, ni ningún sincretismo entre las creencias y prácticas paganas y las de la Iglesia Católica. Los actos de adoración de encender una luz, inclinarse, postrarse o inclinarse profundamente en el suelo y bailar ante una estatua femenina desnuda, que no representa a Nuestra Señora ni a una santa canonizada de la Iglesia, viola los primeros Mandamientos de Dios: »Tú no tendrá dioses ajenos delante de mí «y la prohibición explícita de Dios, que ordena:» Ten cuidado de no levantar los ojos al cielo, y cuando veas el sol, la luna y las estrellas, todo el ejército del cielo, serás apartaos, adóralos y sírveles, cosas que el Señor tu Dios ha asignado a todos los pueblos debajo de todo el cielo «(Dt 4:19), y:» No se harán ídolos, ni imagen esculpida, ni criarán una imagen de pie.

    Los apóstoles prohibieron incluso las más mínimas alusiones o ambigüedades con respecto a los actos de veneración de ídolos: «¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?» (2 Cor, 6: 15-16), y «Huir de la idolatría. Las cosas que los gentiles sacrifican, sacrifican a los demonios, y no a Dios: y no quisiera que ustedes tengan comunión con los demonios. No puedes beber la copa del Señor y la copa de los demonios: no puedes ser partícipe de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿Provocamos al Señor a los celos? ¿Somos más fuertes que él? »(1 Corintios 10:16, 21-22).

    San Pablo, sin duda, diría a todos los que participaron activamente en los actos de veneración de las estatuas de la Pachamama, que simbolizan cosas materiales o creativas, estas palabras: »Pero ahora, después de eso, han conocido a Dios, o más bien son conocidos por Dios«. : ¿cómo volverte a los elementos débiles y necesitados, a los que deseas servir de nuevo? »(Gal 4: 9). Los paganos, de hecho, adoraban a los elementos como si fueran seres vivos. Y observando los actos religiosos sincretistas o al menos altamente ambiguos en los Jardines del Vaticano, en la Basílica de San Pedro y en la iglesia de Santa María en Traspontina, San Pablo diría: «Adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendecido para siempre» (Rom 1:25) [...]

    4. La tradición ininterrumpida de la Iglesia evitó las más mínimas ambigüedades o colaboraciones con actos idólatras. Las explicaciones que dieron los portavoces del Vaticano y las personas relacionadas con el Sínodo del Amazonas, para justificar la veneración religiosa de la figura de madera de una mujer embarazada desnuda, fueron muy similares a los argumentos dados por los paganos en la época de los Padres. de la Iglesia, según lo informado por San Atanasio. San Atanasio refutó los seudos argumentos de los paganos, y sus refutaciones se aplican plenamente a las justificaciones dadas por las autoridades del Vaticano. San Atanasio dijo: «Se jactarán de que adoran y sirven, no meras existencias y piedras y formas de hombres y pájaros irracionales y animales y bestias rastreras, sino el sol y la luna y todo el universo celestial, y la tierra, deificando así la creación» (Contra Gentiles , 21, 1-3) y: «Se combinarán todos juntos, como un solo cuerpo, y dirán que el todo es Dios» ( Contra Gentiles , 28, 2). «En lugar del Dios verdadero y verdadero, deificaron las cosas que no eran, sirviendo a la criatura en lugar del Creador (ver Rom. 1:25), involucrándose así en la necedad y la impiedad» ( Contra Gentiles , 47, 2).

    El apologista del siglo II, Atenágoras, dijo sobre la veneración de los elementos materiales por parte de los paganos: «Deifican los elementos y sus diversas partes, aplicándoles diferentes nombres en diferentes momentos. Dicen que Kronos es el tiempo, y Rea la tierra, y que Kronos la deja embarazada y da a luz, de donde es considerada como la madre de todos. Al no descubrir la grandeza de Dios, y al no poder elevarse en lo alto con su razón (porque no tienen afinidad por el lugar celestial), se extienden entre las formas de la materia y arraigan a la tierra, deifican los cambios de los elementos »( Apol . 22).

    Las siguientes palabras del Segundo Concilio de Nicea son completamente aplicables a todos los eclesiásticos, quienes apoyaron los actos religiosos sincretistas mencionados anteriormente en Roma: «Muchos pastores han destruido mi vid, han contaminado mi porción. Porque siguieron a hombres impíos y confiaron en sus propios frenéticos calumniaron a la santa Iglesia, que Cristo nuestro Dios se ha abrazado a sí mismo, y no pudieron distinguir lo santo de lo profano, afirmando que los íconos de nuestro Señor y de sus santos no eran diferente de las imágenes de madera de los ídolos satánicos».

    Según lo establecido por el Segundo Concilio de Nicea, la Iglesia permite la veneración con gestos exteriores de adoración, como reverencias, besos y bendiciones, sin otros símbolos, imágenes o estatuas sino «los iconos de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, el de Nuestra Señora Theotokos, las de los venerables ángeles y las de todas las personas santas. Siempre que se contemplen estas representaciones, harán que quienes las miren conmemoren y amen su prototipo ».

    5. Los creyentes en el Único Dios Verdadero siempre han trabajado para eliminar la adoración de dioses falsos y eliminar sus imágenes del medio del pueblo santo de Dios. Cuando los hebreos se inclinaron ante la estatua del Becerro de Oro, alentados y alentados por el alto clero, Dios condenó tales actos. Su siervo Moisés también condenó estos actos de «bienvenida y tolerancia» hacia las divinidades indígenas locales de aquellos tiempos y molió la estatua en polvo y la esparció sobre el agua (ver Ex. 32:20). Del mismo modo, los levitas fueron elogiados por detener a todos los que adoraban al becerro de oro (Ex 32: 20,29). A lo largo de los siglos, los verdaderos católicos también han trabajado para derrocar los «poderes de esta oscuridad actual» (Efesios 6:12) y la veneración de las imágenes que los representan.

    En medio de la consternación y la conmoción por la abominación perpetrada por los actos religiosos sincretistas en el Vaticano, toda la Iglesia y el mundo han sido testigos de un acto altamente meritorio, valiente y digno de elogio de algunos valientes caballeros cristianos, que el 21 de octubre expulsaron las estatuas idólatras de madera de La Iglesia de Santa María en Traspontina en Roma, y ​​los arrojó al Tíber. [...]

    El Papa San Gregorio Magno, en una carta a San Aethelbert, el primer rey cristiano de Inglaterra, lo exhorta a destruir imágenes idólatras: «Suprime la adoración de ídolos; derrocar sus edificios y santuarios »(Bede, Historia Eclesiástica , Libro I).

    San Bonifacio, el Apóstol de Alemania, derribó con su propia mano un roble dedicado al ídolo Thor o Donar, que no solo era religioso, sino también un símbolo de la protección de los soldados, de la vegetación e incluso de la fertilidad de los indígenas. cultura de las tribus germánicas.

    San Vladimir, el primer príncipe cristiano en Kiev, pasó a tener los ídolos de madera que había erigido, derribado y cortado en pedazos. La estatua de madera del principal dios pagano, Perun, la arrojó al río Dnieper. Este acto de San Vladimir recuerda mucho al acto heroico de esos caballeros cristianos, que el 21 de octubre de 2019 arrojaron al río Tíber las estatuas de madera de la cultura indígena pagana de las tribus amazónicas.

    Si las acciones de Moisés, de Nuestro Señor Jesucristo al expulsar violentamente a los mercaderes del Templo, de San Bonifacio y de San Vladimir hubieran tenido lugar en nuestros tiempos, los portavoces del Vaticano seguramente los habrían condenado como actos religiosos y culturales. intolerancia y robo.

    6. La oración del documento de Abu Dhabi, que dice: »El pluralismo y la diversidad de religiones, color, sexo, raza e idioma son deseados por Dios en su sabiduría« encontró su realización práctica en las ceremonias del Vaticano de la veneración de la madera. estatuas, que representan divinidades paganas o símbolos culturales indígenas de fertilidad. Fue la consecuencia práctica lógica de la declaración de Abu Dhabi.

    7. En vista de los requisitos de la adoración y adoración auténticas del Único Dios Verdadero, la Santísima Trinidad y Cristo Nuestro Salvador, en virtud de mi ordenación como obispo católico y sucesor de los Apóstoles, y con verdadera fidelidad y amor. Para el Romano Pontífice, el Sucesor de Pedro, y por su tarea de presidir la »Cátedra de la verdad« ( cathedra veritatis ), condeno la veneración del símbolo pagano de Pachamama en los Jardines del Vaticano, en la basílica de San Pedro, y en la iglesia romana de Santa María en Traspontina.

    Sería bueno para todos los verdaderos católicos, ante todo obispos y luego sacerdotes y fieles laicos, formar una cadena mundial de oraciones y actos de reparación por la abominación de la veneración de los ídolos de madera perpetrados en Roma durante el Sínodo del Amazonas. Frente a un escándalo tan evidente, es imposible que un obispo católico permanezca en silencio, sería indigno de un sucesor de los Apóstoles. El primero en la Iglesia que debe condenar tales actos y hacer reparación es el Papa Francisco.

    La reacción honesta y cristiana al baile alrededor de la Pachamama, el nuevo Becerro de Oro, en el Vaticano debería consistir en una protesta digna, una corrección de este error y, sobre todo, en actos de reparación.[...]

    Se podría proponer para este objetivo la siguiente oración:

    «La Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, recibe de las manos de la Inmaculada Madre de Dios y de la Virgen María desde nuestro contrito corazón un acto sincero de reparación por los actos de adoración de ídolos y símbolos de madera que ocurrieron en Roma , la Ciudad Eterna y el corazón del mundo católico, durante el Sínodo para el Amazonas. Derrama en el corazón de Nuestro Santo Padre el Papa Francisco, de los Cardenales, de los Obispos, de los sacerdotes y fieles laicos, tu Espíritu, que expulsará la oscuridad de las mentes, para que puedan reconocer la impiedad de tales actos, que ofendió su majestad divina y le ofreció actos de reparación públicos y privados.

    Derramar en todos los miembros de la Iglesia la luz de la plenitud y belleza de la fe católica. Enciende en ellos el ardiente celo de llevar la salvación de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, a todos los hombres, especialmente a las personas en la región amazónica, que todavía están esclavizadas al servicio de materiales débiles y cosas perecederas, tal como son los símbolos e ídolos sordos y mudos de la »madre tierra, para todas las personas y especialmente para las personas de las tribus amazónicas, que no tienen la libertad de los hijos de Dios, y que no tienen la felicidad indescriptible de conocer a Jesucristo y tener en Él parte en la vida de tu naturaleza Divina.

    Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tú, el único Dios verdadero, además de Quien no hay otro dios ni salvación, ten piedad de tu Iglesia. Mira especialmente las lágrimas y los suspiros contritos y humildes de los pequeños en la Iglesia, mira las lágrimas y las oraciones de los niños pequeños, de los adolescentes, de los hombres y mujeres jóvenes, de los padres y madres de familia y también de los verdaderos héroes cristianos, quienes en su celo por tu gloria y en su amor por la Madre Iglesia arrojaron al agua los símbolos de abominación que la contaminaron. Ten piedad de nosotros: ¡perdónanos, Señor, parce Domine, parce Domine ! Ten piedad de nosotros: ¡ Kyrie eleison !



    El obispo Schneider condena el culto a la Pachamama realizado en el Sínodo del Amazonas
    Última edición por Valmadian; 29/10/2019 a las 03:17
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  4. #144
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    "Por los frutos los conoceréis"

    Doy gracias a Dios por no ser cismático, y es que los herejes y cismáticos son ellos, y no sólo eso, además blasfemos y paganos. Hay que dar un tiempo prudencial, aunque no demasiado no vaya a ser que la ira de Dios se desate, pero esperar si para comprobar si se produce algún cambio de rumbo en lo que se está viviendo. En caso contrario habrá que acabar con ello ajustándose al Depósito de la Fe.


    Cantos a la «Pachamama» en la Catedral de Lima

    Por INFOVATICANA | 29 octubre, 2019

    «Madre Tierra, Pachamama, te venimos a cantar»

    En el vídeo que les ofrecemos se puede ver la procesión de entrada de una Misa en la Catedral de la capital peruana, celebrada el pasado 1 de setiembre y presidida por el Arzobispo Carlos Castillo, en la que los fieles cantan una canción a la Pachamama. «Madre Tierra, Pachamama, te venimos a cantar» dice la letra, «Madre Tierra, Pachamama, a dar gracias al Señor», prosigue.


    La canción se compuso, según la web musical Siembra, para acompañar la Campaña “Tierra y Vida”, de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), órgano dependiente de la Conferencia Episcopal Peruana.


    Letra de la canción Madre Tierra.


    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA,
    A DAR GRACIAS AL SEÑOR.

    Para comenzar el día nos llenamos de tu luz
    y al final de la jornada no nos dejas de alumbrar,
    no se apague, madre, el fuego que tenemos por amar,
    por cuidarte y respetarte por vivir y construir

    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, A ALABAR A MI SEÑOR.

    Pachamama, madre buena, destruida, sin amor,
    con tu suelo maltratado, y ríos enturbiados ya,
    ya no hay bosques, hay ciudades con cemento y soledad,
    perdón madre, por mi olvido, Madre Tierra, he de volver.

    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA,
    A ENCONTRAR A NUESTRO DIOS.

    Nos ofreces, de tu vientre, los regalos de mi Dios,
    nuestras siembras y trabajos que tu cuidas con amor,
    hoy no llegan para todos y no alcanzan pa’ vivir,
    danos madre, incienso nuevo que haga santo el compartir.

    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, A ALABAR A MI SEÑOR.

    Pachamama, madre, amiga, compañera en este andar,
    soy tu hijo un poblador, de la tierra labrador,
    sin trabajo y sin justicia, sin amparo y sin calor
    llega el tiempo, Pachamama, de anunciar la libertad.

    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA,
    A ENCONTRAR A NUESTRO DIOS.

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    Pachamama te queremos los que estamos junto a ti,
    te cantamos y bailamos bien unido el corazón,
    no me olvido de mi gente, no me olvido del país,
    llega el tiempo, Pachamama, de vivir en amistad.

    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, TE VENIMOS A CANTAR,
    MADRE TIERRA, PACHAMAMA, A DAR GRACIAS AL SEÑOR.



    https://infovaticana.com/2019/10/29/...edral-de-lima/

    EL VÏDEO SACRÍLEGO:

    https://www.youtube.com/watch?v=jYOjJHPf7zs
    Última edición por Valmadian; 29/10/2019 a las 18:18
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  5. #145
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Desde luego, el cisma es ya un hecho, y recuerdo nuevamente que los cismáticos son ellos, no los que no queremos "otra" Iglesia. Cristo la instituyó y prometió estar con ella hasta la consumación de los tiempos. Por tanto, cualquier intento de modificación o de "modernización" o "adaptación a las modas actuales", no puede ser obra de Dios, sino del Demonio. Ellos verán, porque quien excomulga es Dios a cuyo juicio inapelable no escapa nadie.

    Hay que seguir el ejemplo en todas partes.


    DURANTE EL CREDO


    El P. Christopher Hartley, sacerdote y misionero en África, ha compartido un testimonio impactante. El pasado domingo, al acudir a celebrar la Misa dominical en una parroquia de Sudán del Sur. Durante el rezo del credo, los fieles católicos quemaron los ídolos paganos que habían requisado esa semana.

    29/10/19

    (InfoCatólica) «Ante el sacrilegio cometido en estos días durante el sínodo, con las imágenes vergonzosas idolátricas que trajeron del Amazonia, os quiero contar lo que me pasó en esta selva de África, en Sudán del Sur, en la segunda Misa que celebré en una de las parroquias que me ha confiado el obispo, que me ha confiado la Iglesia».

    Así empieza el testimonio del P. Christopher Hartley, sacerdote diocesano de Toledo y misionero, actualmente destinado en Sudán del Sur.

    El P. Hartley quedó impactado ante el hecho de que los fieles de la parroquia habían decidido quemar todos los ídolos paganos que habían requisado en las casas de otros fieles que los habían escondido y les seguían dando un uso idolátrico.

    La hoguera se preparó antes de rezar el Credo. El diácono que asistía al sacerdote le explicó en voz baja que los líderes seglares de la parroquia (catequistas) «no permiten que nadie tenga brujería ni ídolos de la religiones de antes, ni nada que no sea cristiano...».

    Y añadió: «Han estado visitando casas y han encontrado que algunos católicos tenían escondidos algunos ídolos o imágenes, y les hacían oraciones y lo mezclaban con la religión católica y entonces les han dicho que o son católicos o se tienen que ir».

    El catequista responsable determinó que la quema de los ídolos se haría cuando estuviera toda la parroquia reunida cantando el credo de la fe católica.

    El misionero explica: «Yo no daba crédito a mis oídos ante lo que me estaba susurrando al oído mientras toda la asamblea cantaba el Credo a pleno pulmón. Y nada más que pensaba ¿esto por qué no lo puede ver el Papa? ¿esto por qué no lo pueden ver en el Sínodo? ... ¿Qué mas da la selva del Amazonia que la selva del África central? Si las selvas son todas selvas y los ídolos son todos ídolos y los sacrilegios son sacrilegios. Y aquí, el pueblo de Dios, que ni siquiera había tenido tiempo de consultar con su párroco había decidido que eso era lo que había que hacer».

    El P. Hartley decidió decir a los fieles, al acabar la Misa, que estaba emocionado, que les felicitaba con todo el corazón, pero que la próxima vez que hagan eso le avisen, no para pedirle permiso sino para estar de nuevo presente.

    El P. Christopher Hartley da testimonio de cómo los fieles de una parroquia de Sudán del Sur quemaron ídolos paganos en plena Misa
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  6. #146
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    OBISPOS SE RESISTEN. No participarían en Misa de clausura con estatuas paganas presentes



    Obispos en la sala del sínodo dijeron que no participarían en la misa de clausura en San Pedro si las estatuas de la Pachamama estarían presentes.


    Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría”, dijo el Obispo Mariano Eleganti, de Coira, Suiza.

    Hubo varios prelados en el Salón del Sínodo que tuvieron una manera de pensar similar y, por lo tanto, hicieron saber que se abstendrían de asistir a la Misa de clausura el domingo en San Pedro en caso de que las estatuas de la Pachamama estuvieran presentes.


    Por Maike Hickson. LifeSiteNews. 29 de octubre de 2019.

    Para sorpresa de muchos observadores, las estatuas de “Pachamama” no estuvieron presentes en la Basílica de San Pedro durante la Misa de clausura del Sínodo del Amazonas el 27 de octubre. Fuentes en Roma escucharon a los obispos en la sala del sínodo diciendo que no participarían en la misa de clausura en San Pedro si las estatuas de la Pachamama iban a estar presentes.

    El sitio católico austríaco de noticias Kath.net ha informado sobre este hecho [ver aquí], y una fuente bien posicionada en Roma confirmó la historia a LifeSite, diciendo que escuchó de un testigo presencial en el Salón del Sínodo que algunos obispos anunciaron que no participarían en el Misa dominical en San Pedro. Debido a la tensa atmósfera actual en Roma, nuestra fuente tuvo que hablar explícitamente bajo la condición de anonimato.

    El mismo sitio Kath.net escribe sobre el hecho de que las estatuas de Pachamama estauvieron ausentes durante la misa de clausura del domingo: “Se escucha de círculos generalmente bien informados en el Vaticano que, por parte de los obispos, hubo algunas declaraciones de antemano, según las cuales no serían capaces de participar en la Misa de clausura si estas estatuas [de Pachamama] serían utilizadas”.

    Tal como informó LifeSiteNews, el Papa Francisco había anunciado [ver aquí] el viernes que las estatuas de Pachamama, que habían sido arrojadas al río Tíber por algunos católicos indignados, habían sido recuperadas [ver aquí]. También mencionó la posibilidad de que se exhibieran nuevamente en la Basílica de San Pedro durante la misa de clausura del domingo.

    Dijo el Papa: “El Comando de los Carabineros estará encantado de seguir cualquier indicación que querrá dar sobre el modo de publicación de la noticia [de la recuperación de las estatuillas de la Pachamama] y sobre otras iniciativas que se quieran tomar al respecto, por ejemplo, informa el comandante, ‘la exposición de las estatuas durante la Santa Misa de clausura del Sínodo’, se verá. Delego al Secretario de Estado para que responda a esto”.


    El sábado, varios prelados y sacerdotes hablaron, señalando el carácter pagano de las estatuas de la Pachamama y oponiéndose a su exhibición en cualquier iglesia católica, mucho menos cualquier acto para honrarlas o venerarlas.

    Por ejemplo, el obispo Athanasius Schneider de Astana, Kazajistán, al hablar sobre la presencia de las estatuas de la Pachamama en varias ceremonias en el Vaticano, declaró que

    “los católicos no pueden aceptar ningún culto pagano, ni ningún sincretismo entre las creencias y prácticas paganas y las de la Iglesia Católica”.

    Continuó, diciendo que “los actos de adoración de encender una luz, inclinarse, postrarse o inclinarse profundamente en el suelo y bailar ante una estatua femenina desnuda, que no representa a Nuestra Señora ni a una santa canonizada de la Iglesia, viola Los primeros mandamientos de Dios: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’.” [ver aquí]

    Mons. Schneider elogió a los hombres que removieron las estatuas de la Pachamama de una iglesia católica en Roma como “héroes”, y dijo acerca de ellos: “Como los nuevos Macabeos, actuaron en el espíritu de la santa ira de Nuestro Señor, que expulsó a los mercaderes del templo de Jerusalén con un látigo. Los gestos de estos hombres cristianos se registrarán en los anales de la historia de la Iglesia como un acto heroico que trajo gloria al nombre cristiano”.

    Al mismo tiempo, el obispo Schneider denunció a aquellos que observaban y no hicieron nada sobre la presencia de las estatuas de la Pachamama en Roma, al decir que

    “los actos de clérigos de alto rango, por el contrario, que contaminaron el nombre cristiano en Roma, pasarán a la historia como actos cobardes y traicioneros de ambigüedad y sincretismo”.


    El obispo Mariano Eleganti, de Coira, Suiza, declaró el sábado [ver aquí] que, incluso si el Papa Francisco de alguna manera insiste en que estas estatuas fueron utilizadas “sin intenciones idolátricas”, “permanecería aún el escándalo de que, al menos, parece idolatría, y que a la Roca de Pedro [el Papa] no le preocupa en absoluto”. Por el contrario, dijo Eleganti, el Papa “incluso defiende aquellos rituales realizados en los Jardines del Vaticano” que son “ajenos al cristianismo”.

    “Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría”, agregó.

    Como parece ser, hubo varios prelados en el Salón del Sínodo que tuvieron una manera de pensar similar y, por lo tanto, hicieron saber que se abstendrían de asistir a la Misa de clausura el domingo en San Pedro en caso de que las estatuas de la Pachamama estuvieran presentes.

    A principios de esta semana, el jueves, el cardenal Gerhard Müller ya había alzado su voz en resistencia contra las estatuas de Pachamama. El Cardenal Müller dijo al periodista de EWTN Raymond Arroyo que

    “El gran error fue ingresar los ídolos de la Pachamama a la iglesia de Santa María en Traspontina, no sacarlos de allí, porque de acuerdo con la Ley de Dios mismo – el Primer Mandamiento – la idolatría es pecado mortal y no puede mezclarse con la liturgia cristiana”.

    “Sacarlos”, continuó Müller, “tirarlos, puede ir contra de la ley humana, pero traer a los ídolos a la Iglesia fue un pecado mortal, un crimen contra la Ley Divina”.



    https://dominusestblog.wordpress.com...nas-presentes/

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  7. #147
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    El Sínodo Amazónico, el espíritu de la Pachamama y el espíritu de Elías

    Roberto de Mattei

    -


    30/10/2019





    ¿En qué ha consistido, y a dónde nos llevará, el Sínodo de la Amazonia? Para responder a esta pregunta no podemos limitarnos a hacer un análisis del documento final votado el pasado 26 de octubre. El sínodo panamazónico forma parte de un proceso que es preciso considerar en la gradualidad de sus etapa sy en su contexto, incluido el mediático, para entender su objetivo último: la redefinición de los sacramentos y del sacerdocio jerárquico; la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados y mujeres diaconisas; y sobre todo la promoción de una nueva cosmología eco-indigenista y cultos idolátricos en el seno de la Iglesia Católica.


    Por lo que se refiere a los documentos redactados en los últimos meses, las fases concatenadas entre sí de este proceso, en el que cada etapa esclarece la anterior y anuncia una nueva, son: el documento preparatorio del 8 de junio de 2018, el Instrumentum laboris del pasado 17 de junio, el documento sinodal de este 26 de octubre de 2019 y, por último, la exhortación postsinodal cuya publicación ha anunciado Francisco para antes de fin de año, mucho antes de lo previsto. Igual importancia reviste el contexto en el que se ha llevado a cabo el Sínodo. El propio documento final, en su primer punto, pone de relieve la importancia de este aspecto y recuerda que «fuera del aula sinodal hubo una presencia notable de personas venidas del mundo amazónico que organizaron actos de apoyo en diferentes actividades, procesiones, como la de apertura con cantos y danzas acompañando al Santo Padre, desde la tumba de Pedro al aula sinodal. Impactó el vía crucis de los mártires de la Amazonía, además de una masiva presencia de los medios de comunicación internacional».


    Se puede hablar, por tanto, de un espíritu del Sínodo que se ha cernido sobre éste, del mismo modo que se habla de un espíritu del Concilio Vaticano II, que está asociado asus documentos y constituye la clave para interpretarlo. El símbolo de ese espíritu amazónico ha sido la imagen de la Pachamama, diosa pagana de la Tierra y la fertilidad, que el propio papa Francisco ha querido defender contra unas supuestas ofensas. Según el documento sinodal, «la sabiduría de los pueblos ancestrales afirma que la Madre Tierra tiene rostro femenino» (nº 101) y la Iglesia de rostro amazónico se construye mediante el diálogo con las religiones indígenas y las afrodescencientes, que «merecen ser conocidas, entendidas en sus propias expresiones y en su relación con el bosque y la Madre Tierra» (nº 25).


    La imagen de Pachamama, la Madre Tierra de las poblaciones amerindias, apareció el pasado 4 de octubre en los jardines vaticanos, en la víspera de la inauguración del Sínodo, durante una ceremonia que tuvo lugar en presencia del papa Francisco y de cardenales y obispos que es posible ver íntegramente en video. El pasado día 7, el ídolo entró en procesión en la basílica de San Pedro, donde fue objeto de un nuevo homenaje por parte del Papa y los padres sinodales. Uno de los principales artífices del Sínodo, el teólogo germano-brasileño Paulo Suess, ha declarado que «aunque fuera un rito pagano, lo que se ha realizado es un culto de adoración. Un rito siempre tiene que ver con la adoración, y no poder cerrar los ojos a la realidad» (https://www.vaticannews.va/de/vatikan/news/2019-10/amazonien-synode-paolo-suess-indigenen-ritus-wert-zeit-kinder.html). Las estatuillas de la Pachamama fueron posteriormente instaladas en la Iglesia de Santa Maria in Transpontina, donde cada día se celebraban ritos mágicos a los que llamaron Momentos de espiritualidad amazónica. El día 19 la Pachamama volvió aparecer en el blasfemo Vía Crucis amazónico, que tuvo lugar, entre otros, en presencia del cardenal Pedro Barreto, vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica, organizadora de todos estos maléficos actos.


    Finalmente, el día 21, unos valerosos católicos entraron en la iglesia profanada, se apoderaron de las estatuillas paganas de la Pachamama y las arrojaron al Tiber. «El gran error ha sido meter ídolos en la Iglesia –ha afirmado el cardenal Gerhard Müller– y no sacarlos, porque según la ley de Dios –el Primer Mandamiento-, la idolatría es un pecado grave y no hay que mezclarlos con la liturgia cristiana. Sacarlos, arrojarlos, puede ser contrario a la ley humana, pero meter ídolos en la iglesia ha sido un pecado grave, una infracción de la ley divina» https://infovaticana.com/2019/10/28/...en-la-iglesia/. Pero este 25 de octubre, hablando en el aula del Sínodo casi en respuesta a Müller, el papa Francisco manifestó que se había sentido ofendido, pero no por la profanación, sino por quienes trataron de interrumpir dicha profanación: «Buenas tardes. Me gustaría decir unas palabras sobre las estatuas de la Pachamama que fueron retiradas de la iglesia de la Transpontina, que estaban allí sin intenciones idolátricas y fueron arrojadas al Tíber. Primero que nada, esto sucedió en Roma, y como obispo de la diócesis pido perdón a las personas que se hayan sentido ofendidas por este gesto».


    Uno de los pocos obispos que tienen hoy en día valor para decir la verdad, monseñor Athanasius Schneider, ha declarado por el contrario que «la reacción onesta y cristiana al baile alrededor de la Pachamama, el nuevo Becerro de Oro, en el Vaticano debería consistir en una protesta digna, una corrección de este error y, sobre todo, en actos de reparación. Con lágrimas en los ojos y una tristeza sincera en el corazón, se deben ofrecer a Dios oraciones de intercesión y reparación por la salvación eterna del alma del papa Francisco, el Vicario de Cristo en la Tierra, y la salvación de esos sacerdotes y fieles católicos que perpetraren tales actos de adoración, que están prohibidos por la Revelación Divina».


    El culto a la Pachamama oscurece o más bien arroja una luz siniestra sobre las propuestas que se han expresado en el Sínodo: la de «ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida» (nº 111); la de instituir un nuevo ministerio de «la mujer dirigente de comunidad», y de revisar el motu proprio de Paulo VI Ministeria quedam para que las mujeres puedan acceder a ministerios femeninos, hasta el punto de que «en un alto número» de las consultas sinodales «se solicitó el diaconado permanente para la mujer» (nº 103). Sobre este punto, el papa Francisco dijo en el discurso de clausura que tiene la intención de recoger el guante lanzado por los padres para reabrir el debate en torno al diaconado femenino después de que la comisión que instituyó en 2016, después de dos años de trabajo, no ha llegado a ninguna conclusión.


    Entre las propuestas de los obispos que el papa Francisco ha pedido que se traduzcan en disposiciones oficiales está la «elaboración de un rito amazónico» (nº119) y la definición de un nuevo pecado, el ecológico, junto con la creación de un observatorio pastoral socio-ambiental y un organismo a tal efecto. El Sínodo Amazónico se ha celebrado en Roma y no en la Amazonía a fin de conferir un valor universal a sus propuestas, solicitudes y decisiones. El papa Francisco dejará en manos de las diversas conferencias episcopales la aplicación concreta de las innovaciones, y los obispos alemanes trazarán el camino para la creación de la nueva Iglesia de rostro amazónico, que no será otra cosa que la Iglesia de la Pachamama. Mejor dicho, la iglesia idolátrica de la Pachamama instaurada en la única Iglesia de Cristo. Todo ha salido a la luz. Ha llegado el momento de que el espíritu del santo profeta Elías se enfrente al de la Pachamama.



    https://adelantelafe.com/el-sinodo-a...ritu-de-elias/
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  8. #148
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    ¿Es diosa la Pachamama? Responde un obispo: «Son manifestaciones del amor de Dios, no dioses»

    Por INFOVATICANA | 08 noviembre, 2019

    Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de SCLC


    Compartimos con ustedes un artículo de Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, sobre las famosas pachamamas.



    Gran revuelo han causado las imágenes o figuras que se usaron en ceremonias al inicio del Sínodo Panamazónico en los jardines de El Vaticano, en la procesión inicial desde la Basílica de San Pedro al Aula Sinodal, en las que participó el Papa Francisco, y después en otras iglesias de Roma. Algunos condenan estas acciones como si fueran una idolatría, una adoración a la “madre tierra” y a otras “divinidades”. Nada de eso hubo. No son diosas; no fue un culto idolátrico. Son símbolos de realidades y vivencias amazónicas, con motivaciones no sólo culturales, sino también religiosas, pero no de adoración, pues ésta se debe sólo a Dios. Es mucho atrevimiento condenar al Papa como idólatra, pues nunca lo ha sido ni lo será. Al final de la ceremonia en los jardines vaticanos, le pidieron una palabra y se limitó a orar con el Padre nuestro. No hay otro dios que nuestro Padre del cielo.


    Hace años, en un encuentro del CELAM que me tocó coordinar en Cochabamba, Bolivia, sobre los diferentes nombres de Dios en las culturas originarias del Cono Sur, pregunté a un indígena aymara si, para ellos, la pachamama (la madre tierra) y el inti (el padre sol) son dioses, y me respondió: Quienes no han recibido la evangelización, los consideran dioses; para quienes ya fuimos evangelizados, no son dioses, sino los mejores regalos de Dios. ¡Estupenda respuesta! ¡Eso son! Son manifestaciones del amor de Dios, no dioses.

    En mi anterior diócesis, cuando yo escuchaba que con mucho cariño y respeto se hablaba de la “madre tierra”, me sentía molesto, pues yo me decía: Mis únicas madres son mi mamá, la Virgen María y la Iglesia. Y cuando veía que se postraban para besar la tierra, más me incomodaba. Pero conviviendo con los indígenas, comprendí que no la adoran como a una diosa, sino que la quieren valorar y reconocer como una verdadera madre, pues es la que nos da de comer, la que nos da el agua, el aire y todo lo que necesitamos para vivir: No la consideran una diosa; no la adoran; sólo le expresan su respeto y oran dando gracias a Dios por ella.

    Lo mismo me pasaba cuando veía que se dirigían hacia los cuatro rumbos del universo, los puntos cardinales, les hacían reverencia, oraban y se dirigían también al sol con todo respeto. Antes de conocerlos y compartir la vida y la fe con ellos, sentía la tentación de juzgarlos y condenarlos como idólatras; después, aprecié su respeto a estos elementos de la naturaleza que nos dan vida, y me convencí que no los adoran como dioses, sino como obra de Dios, regalo suyo para la humanidad, y de esta forma también educan a sus hijos para no destruirlos, sino cuidarlos y respetarlos. No son idólatras. Quienes eso afirmen, no los conocen y los juzgan a distancia, desde lejos y desde fuera. La tierra y el sol son creaturas de Dios y sólo a El adoramos.

    PENSAR

    Dice la Biblia: “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra” (Gen 2,7). El miércoles de ceniza se nos recuerda: “Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver”. Esta es la realidad de todos los humanos.

    En el Documento de Aparecida damos el calificativo de “madre” a la hermana tierra, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que no era idólatra: “Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como signo de su bondad y de su belleza. También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos. Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aun destruye su ‘habitat’. “Nuestra hermana la madre tierra” (Cántico de las criaturas, 9) es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida. El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador” (DA 125).

    Y para quitar toda duda sobre la actitud del Papa, basta recordar esto que escribió en Laudato si: “Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san Francisco de Asís: Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas…” (No. 87). “Las criaturas de este mundo no pueden ser consideradas un bien sin dueño: «Son tuyas, Señor, que amas la vida» (Sb 11,26). Esto provoca la convicción de que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (No. 89). “Esto no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar que implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad. Tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad” (No. 90).



    ACTUAR

    Como dice Jesús, no juzguemos ni condenemos como idolatría lo que no es. Conozcamos más a fondo las culturas originarias. Y es nuestra tarea compartir el Evangelio de Jesús, que nos libera de idolatrías, cuando las hubiere.


    Felipe Arizmendi Esquivel

    Obispo Emérito de SCLC


    https://infovaticana.com/2019/11/08/...ios-no-dioses/


    Conozcamos más a fondo las culturas originarias


    No sabía yo que ahora El Vaticano es la nueva cátedra de Antropología Social, Cultural, Etnología y Etnografía, y algunos de sus prebostes los nuevos profesores ayudantes y asociados de dicha cátedra.

    De todos modos, me quedo con la siguiente reflexión hecha por una comentarista a esta noticia de INFOVATICANA:


    María

    8 noviembre, 2019 a las 10:01 am

    "Yo cada vez entiendo menos a los obispos y jerarquías eclesiásticas, de tanto pensar se han vuelto idiotas. Si esos idolillos o esas adoraciones no son dioses sino manifestaciones del amor a Dios. ¿Qué preocupación tienen con llevar la Eucaristía a esos pueblos?. ¿Para qué ordenar a hombres casados?. ¿para qué ordenar diaconisas?. ¿Qué nos importa que no haya sacerdotes católicos en la Amazonía?. Si ya tienen chamanes y chamanas . ¿Qué nos importa que no se celebren misas? Pues que sigan como están recibiendo el amor de Dios. ¡Ganas tienen de complicarse la vida estos del Vaticano!"
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  9. #149
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    El Castillo Sant'Angelo y San Miguel forman un binomio inseparable

    Roberto de Mattei

    Revista Radici cristiane, nº147. Octubre de 2019




    Una antigua y célebre tradición vincula la veneración del Arcángel con un prodigioso
    suceso acaecido mil años antes. Entre los años 589 y 590, una epidemia de peste, la
    temible lues inguinaria, se desencadenó sobre la ciudad de Roma. Los habitantes de la
    urbe vieron en dicha epidemia un castigo divino por la corrupción de la ciudad. El 7 de
    febrero de 590 falleció a causa de la peste el propio papa, Pelagio II, y fue elegido como
    sucesor Gregorio I, que estaba destinado a pasar a la historia como San Gregorio
    Magno. A fin de aplacar la cólera divina, el papa mandó celebrar una letanía
    septiforme, es decir, una procesión general del clero y de la población romana
    constituida por siete cortejos que confluirían ante la basílica vaticana. Mientras la
    nutrida multitud recorría la Ciudad Eterna, la epidemia se agravó al extremo de que en
    el breve espacio de una hora ochenta personas cayeron muertas al suelo. Con todo, San
    Gregorio no dejó por un momento de exhortar al pueblo para que siguiese rezando y
    pidió que un cuadro de Nuestra Señora de Araceli, pintada por el evangelista San Lucas,
    encabezara la procesión.


    Milagro: conforme avanzaba la imagen, el aire se iba volviendo más limpio y saludable
    y se disolvían los pestíferos miasmas, como si no pudieran soportar la sagrada
    presencia. Cuando llegaron al puente que comunica la ciudad con el castillo, de repente,
    por encima de la imagen sagrada se oyó a un coro de ángeles que cantaban: «¡Regina
    Cœli, laetare, Alleluja / Quia quem meruisti portare, Alleluja / Resurrexit sicut dixit,
    Alleluja!» A lo que San Gregorio respondió en voz alta: «¡Ora pro nobis Deum,
    Alleluia!» Fue así como nació el Regina Cœli, la antífona con la que en el tiempo
    pascual saluda la Iglesia a María Reina con motivo de la resurrección del Salvador.
    Terminado el canto, los ángeles se colocaron en círculo en torno al cuadro y San
    Gregorio Magno, alzando los ojos, vio en lo alto del castillo a un ángel exterminador
    que, tras limpiar la espada chorreante de sangre la enfundaba en señal de haber cesado
    el castigo.


    Gracias a las oraciones de San Gregorio, la peste había terminado milagrosamente. A
    partir de ese momento los romanos comenzaron a llamar al mausoleo de Adriano
    Castillo del Santo Ángel, y en recuerdo del prodigio instalaron en lo alto una estatua de
    San Miguel enfundando su espada. Hoy en día la Ciudad Eterna también está siendo
    devastada por una terrible epidemia, pero en este caso no se trata de una dolencia física,
    sino espiritual y moral, la cual aqueja a las almas en vez de los cuerpos. Esta peste
    espiritual es a la vez una culpa y un castigo, pero al parecer quien lleva las riendas de la
    Iglesia no percibe ni el pecado ni el castigo. Quién sabe si sólo un castigo de los
    cuerpos, una guerra, una epidemia o un terremoto podrá despertar a las almas y llevarlas
    al arrepentimiento y la conversión. El castigo vendrá por mano de los ángeles, y
    también por mano de los ángeles tendrá lugar la restauración de la sociedad y de la
    Iglesia.


    Santo Tomás de Aquino enseña que Dios se vale de causas segundas para gobernar el
    orden de la creación y, en particular, de la vida de los hombres. Esas causas segundas son los ángeles, los primeros seres que fueron creados, precisamente porque estaban destinados a ser instrumentos suyos para gobernar sobre todas las demás criaturas.


    Según el Aquinate, tienen por cometido «ejecutar la Providencia divina en lo relativo a
    los hombres» (Suma Teológica, I, q. 113, a. 2). Desde esta perspectiva, la devoción a los
    ángeles reviste más importancia que la devoción a los santos. Ciertamente los santos
    son modelos de virtudes a los que debemos imitar y pedir que intercedan por nosotros.
    Sin embargo, salvo en casos extraordinarios, los santos no tienen tanto poder sobre las
    criaturas como tienen ordinariamente los ángeles por decreto divino.


    En 1916, un ángel inauguró el ciclo de las apariciones de Fátima, y en el tercer secreto
    que reveló la Virgen, según Sor Lucía, «Vimos un ángel con una espada de fuego en la
    mano izquierda que despedía unas llamas que parecía que fueran a incendiar el mundo.
    Pero se apagaron al entrar en contacto con el esplendor que irradiaba hacia él desde la
    mano derecha de Nuestra Señora. Y señalando a la Tierra con la mano derecha, el ángel
    exclamó con voz sonora: “¡Penitencia, penitencia, penitencia!”»


    ¿Cuándo y cómo se abatirá sobre la Tierra esa espada de fuego? Tremendo misterio ante
    el cual no podemos menos que abandonar nuestra debilidad en manos de la Virgen y de
    nuestro Ángel Custodio.


    Ahora bien, a fin de prepararnos para ese momento, debemos creer firmemente en la
    misión de los ángeles. Y debemos creerlo con devoción, porque aunque la razón nos
    demuestra la existencia de Dios, no nos demuestra la existencia de los ángeles. Creer en
    los ángeles es un acto de amor de orden sobrenatural. Hoy en día la devoción a los
    ángeles es fundamental para la resistencia católica a la autodemolición de la Iglesia y
    una condición necesaria para el restablecimiento de la civilización cristiana.

    En el Cielo está preparado un ejército de ángeles, la acies ordinata de la que habla San
    Lucas cuando anuncia en la noche de Navidad «toda la hueste celestial», «multitudo
    militiae coelestis laudantiam Deum et dicentes: Gloria in altissimis Deo et in terra pax
    hominibus bonae voluntatis» (2, 14). Esto es, un ejército de Dios compuesto por
    legiones de ángeles listos para combatir el mal y la injusticia a fin de glorificar a Dios y
    traer a la Tierra paz para los hombres de buena voluntad. Contemplando en todo
    momento el rostro de Dios (Mt.18,10), que es la verdad eterna, los ángeles combaten
    toda forma de error y toda afrenta a la ley divina y revelada.


    Ellos, que son espíritus guerreros, no sólo nos ayudan y sostienen en la inevitable
    batalla defensiva, sino también en el combate agresivo contra toda suerte de error y de
    mal. En este momento en que las fuerzas de las tinieblas están más activas que nunca se
    hace más necesario que nunca recurrir a los santos ángeles, y a San Miguel en
    particular, al ángel guerrero por antonomasia, el vencedor de Lucifer, que aplasta con
    sus talones y atraviesa con su lanza.


    El combate que enfrentó a los ángeles al comienzo de la creación se repite a diario en la
    historia de la Iglesia, y en este mes de octubre llega a un momento crucial con el Sínodo
    para la Amazonía que se celebra en el Vaticano. Queremos rogar a los ángeles
    formando a imagen de ellos en filas como una legión, una acies ordinata que combate
    por la gloria de Dios y la paz en la Tierra. Y la paz en la Tierra no es otra cosa que la
    paz del orden natural y cristiano.





    https://www.radicicristiane.it/2019/...-inscindibile/

  10. #150
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Entrevista a Alexander Tschugguel


    Hemos entrevistado a Alexander Tschugguel, el joven austriaco que realizó el sonado gesto demostrativo del baño de las pachamamas.



    En todo el mundo se preguntan quién eres, de dónde vienes y que hacías el mes pasado en Roma.


    Soy un joven vienés de veintiséis años. Desde mi conversión, cuando tenía quince años, me ha interesado mucho todo lo que sucede en la Iglesia. Por eso, he seguido de cerca el Sínodo de la Amazonía y me dirigí a Roma al principio del mismo para asistir a algunas conferencias. Durante ese tiempo tuve oportunidad de visitar la iglesia de Santa Maria in Transpontina y hablé con voluntarios allí. Me dieron mucha información sobre el Sínodo y sobre la estatuilla en cuestión. Me dijeron que simbolizaba la Madre Tierra.


    ¿Qué te motivó a tirar al Tíber los ídolos de la Pachamama?


    Para mí estaba bastante claro que aquel ídolo pagano que representaba la Madre Tierra no tenía nada que hacer en una iglesia católica. Por eso volví dos semanas después y me las llevé. Las tiré al Tíber porque me pareció la mejor manera de deshacerme de ellas. No quería que volvieran a la iglesia. ¡Fue todo un éxito! Y aunque algunos digan que se recuperaron, no las usaron al final del Sínodo.


    ¿Te consideras un católico tradicionalista?

    Sí.


    Normalmente no se pueden realizar acciones tan escandalosas como lo que tú hiciste. ¿Qué pueden hacer los católicos de hoy para dar testimonio de su fe?

    No deben hacer cosas así. Hay muchas formas de luchar. Por ejemplo, crear asociaciones pro vida o participar en la más próxima. Integrarse a una asociación pro familia. Ayudar a la iglesia tradicionalista más próxima. ¡Y hablar! Hablar de la fe con los parientes y los amigos. Empezar a ser misioneros. Rezar el Rosario todos los días. ¡Y podría poner muchísimos más ejemplos! En resumidas cuentas, hay que ser católicos sin tener miedo del qué dirán. Y también hay que pedirle ayuda a Nuestra Señora.


    ¿Te preocupan las posibles consecuencias legales de lo que hiciste? Parece que se ha denunciado a las autoridades.

    Ya veremos lo que pasa. En cuanto sepa qué es lo que me espera, informaré a todos. Pero no tengo miedo.


    Una última pregunta. ¿Lo volverías a hacer?


    Desde luego, pero espero que no sea necesario.






    Un campari con... Alexander Tschugguel ~ CampariedeMaistre

  11. #151
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    IV. PRINCIPALES CISMAS

    1. Cismas de la Iglesia naciente de Corinto
    2. Los Ebionitas
    3. Cismas locales en los siglos tercero y cuarto
    4. Los novacianos
    5. Donato Fortunato y Felicísimo
    6. El cisma de Melesio
    7. El cisma de Antíoco
    8. El diácono Félix
    9. Los Luciferianos
    10. Los Donatistas
    11. El cisma de Acacio
    12. El cisma de Aquilea
    13. El cisma de Focio
    14. El Gran Cisma de Oriente o cisma griego
    15. El cisma de Anacleto
    16. El Gran Cisma de Occidente
    17. El cisma de Enrique VIII
    18. El cisma de Utretch
    19. El cisma de la "Iglesia Constitucional"
    20. Petit Eglise o los Incomunicantes
    21. Chatel y la Iglesia Católica Francesa
    22. Los “Católicos Alemanes”
    23. Comunidades separadas despues del Concilio Vaticano I

  12. #152
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Por definición un “ cisma “ constituye una separación en la comunión de la Iglesia basado en la rebelión contra la autoridad espiritual

    Siempre que existe una rebelión, existe un grupo rebelado – esto es lógico -, contra una autoridad que sustenta el poder ( en este caso el eclesiástico ) identificado en la figura del PAPA, designado mediante cónclave ( que los cismáticos determinan por erróneo e inválido pues coligen que según sus criterios los cardenales no han sabido impregnarse del Espíritu Santo para elegir al Santísimo que ellos hubiesen deseado ) .

    Según la Iglesia, el mismo hecho de promulgar un cisma – allá aquel que se sienta cismático - por creerse valedor de una certeza por encima de las designaciones Cardenalicias en un cónclave inspirado por el Espíritu Santo, puede ser culpable del pecado de herejía o soberbia

    No hay Cisma sin PAPA-alternativo, y para esto es necesario un Antipapa ¿ es Bergoglio un Antipapa?, y si es un Antipapa ¿ quien es el PAPA?

    No se puede hablar de Cisma si no existe una alternativa al Orden Eclesiástico actual; ¿ que Cisma? ¿ que alternativa? ¿ que cabeza visible?

    Yo en el Vaticano veo a los de siempre …

  13. #153
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    El cisma, la herejía y la apostasía en el derecho canónico

    PEDRO MARÍA REYES VIZCAÍNO.

    La Iglesia se sabe depositaria de un cuerpo doctrinal entregado por Jesucristo para la salvación de los hombres. Es el llamado depósito de fe. Es función de la Iglesia defender la integridad del depósito de fe, para lo cual cuenta con la indefectibilidad prometida por el Señor (cf. Mt 16, 18; 28, 20). Por ello uno de los elemento de esta función de la Iglesia consiste en señalar aquello que no está incluido en el depósito de la de.

    La Iglesia, además, tiene la misión de difundir el depósito de la fe entre los hombres, para lo cual es consciente de que la verdad que la Iglesia enseña se propone, no se impone, o como dice el Concilio Vaticano II, «la verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas» (Declaración Dignitatis humanae, n. 1).

    Forma parte de la doctrina de la Iglesia el derecho a la inmunidad de coacción en esta materia, «de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos» (Declaración Dignitatis humanae, n. 2). Nadie puede ser coaccionado para abrazar las enseñanzas de la Iglesia, pero la Iglesia tiene el derecho de indicar cuál es el cuerpo doctrinal al que deben adherirse quienes quieran considerarse católicos.

    El cisma, la herejía y la apostasía.

    El Código de Derecho Canónico define estas tres figuras:


    Canon 751: Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.

    Por lo tanto, la herejía es la negación pertinaz de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica. El canon 750 § 1 define qué se debe creer con fe divina y católica:

    Canon 750 § 1: Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria.

    Entre estas doctrinas se encuentran los artículos del Credo y los dogmas proclamados por el papa o los Concilios Ecuménicos, como los dogmas marianos o la infalibilidad del Romano Pontífice. El rechazo de estas doctrinas constituye herejía.

    El cisma

    El cisma es el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos. El que incurre en cisma no niega ninguna verdad de fe, pero rompe el vínculo que le une al Romano Pontífice y a los demás miembros de la Iglesia. Rompe uno de los tria vincula que nos une a los católicos, el vinculum regendi, al declararse no sometido a la autoridad del Papa. No incurre en cisma quien desobedece al Santo Padre. Este hecho, aunque puede ser muy grave, en sí no constituye un cisma. Lo que es esencial al cisma es negar al Papa su autoridad sobre la Iglesia.

    Como dijo el Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos en la Nota Explicativa de 24 de agosto de 1996 sobre la excomunión en que incurren los seguidores de Lefebvre en su n. 5, el cisma (y la consecuente excomunión) afecta a aquellos que se adhieren formalmente a un movimiento cismático. Aunque sobre la cuestión del alcance exacto de la noción de ‘adhesión formal al cisma’ sería competente la Congregación para la Doctrina de la Fe, parece que tal adhesión debe implicar dos elementos complementarios:

    a) uno de naturaleza interna, que consiste en participar libre y conscientemente en la sustancia del cisma, esto es, en el optar por los seguidores de Lefebvre en tal modo que se ponga tal opción por encima de la obediencia al Papa;

    b) otro elemento de índole externa, consistente en la exteriorización de esta opción, cuyo signo más manifiesto sería la participación exclusiva en los actos lefebrianos, sin tomar parte en los actos de la Iglesia Católica. Se trataría, sin embargo, de un signo no unívoco, puesto que existe la posibilidad de que algún fiel tome parte en las funciones litúrgicas de los seguidores de Lefebvre sin participar en su espíritu cismático.

    Naturalmente estas indicaciones se deberán aplicar en movimientos cismáticos análogos.

    La apostasía

    La apostasía es el rechazo total de la fe cristiana. En este caso no se rechaza una doctrina católica, sino que se rechaza a la Iglesia Católica entera. Puede que el apóstata comparta algunas doctrinas católicas, pero rechaza la autoridad de la Iglesia. Un ejemplo sería el del católico que se hace musulmán: este sujeto sería un apóstata, aunque cree en algunas doctrinas católicas, como la existencia de Dios Uno. Sin embargo cree en esas doctrinas no por la autoridad de la Iglesia, sino por otros motivos. Por eso se puede afirmar que rechaza totalmente la fe cristiana.

    Un caso particular es la defección formal de la Iglesia Católica. De ella habló especialmente la Comunicación a los Obispos sobre el acto formal de defección de la Iglesia Católica, enviada por el Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos el 13 de marzo de 2006.

    En este documento, en su n. 2, se dice:

    El contenido del acto de voluntad ha de ser la ruptura de aquellos vínculos de comunión –fe, sacramentos, gobierno pastoral– que permiten a los fieles recibir la vida de gracia en el interior de la Iglesia. Esto significa que un tal acto formal de defección no tiene sólo carácter jurídico-administrativo (salir de la Iglesia en el sentido relativo a su registro con las correspondientes consecuencias civiles), sino que se configura como una verdadera separación con respecto a los elementos constitutivos de la vida de la Iglesia: supone por tanto un acto de apostasía, de herejía o de cisma.

    Sanción canónica

    La herejía, el cisma y la apostasía están tipificados como delitos canónicos castigados con excomunión latae sententiae (cf. can. 1364). Además, las Modificaciones a las Normas de los delitos más graves de 21 de mayo de 2010 en su art. 2º, establece que estos son delitos más graves y están reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

    La herejía, el cisma y la apostasía tienen otras consecuencias:

    a) El can. 1184 § 1, 1 indica que se deben negar las exequias eclesiásticas “a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos”, salvo que haya manifestado algún signo de arrepentimiento antes de morir.

    b) Según el can. 1041, 2, son irregulares para recibir las órdenes sagradas “quien haya cometido el delito de apostasía, herejía o cisma”.

    c) El can. 194 § 1, 2, establece que queda removido del oficio eclesiástico ipso iure “quien se ha apartado públicamente de la fe católica o de la comunión de la Iglesia”.


    El cisma, la herejía y la apostasía en el derecho canónico - Iuscanonicum - Derecho Canónico en la Web
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  14. #154
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Las penas y los castigos para la idolatría aplicados en las visitas de idolatría en Lima durante el siglo XVII*


    Macarena Cordero Fernández

    Candidata a Doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora del departamento de Historia de la Universidad Adolfo Ibáñez. Santiago de Chile.




    RESUMEN

    El sistema punitivo aplicado a los indígenas, judicialmente declarados como apóstatas por las visitas de idolatrías, tuvo una serie de peculiaridades que implicaron la reformulación de la tipología penal y sus finalidades, que fueron diferentes de las consideradas en el orden del Antiguo Régimen. Se produjo, en efecto, una fisura en el sistema punitivo susceptible de ser calificado como modernizante o protomoderno. Ello, porque con base en el estatuto protector indígena y la praxis judicial, se idearon castigos cuyos objetivos debieron adecuarse a la realidad cultural de las poblaciones andinas. Se estatuyó, por ejemplo, la cárcel en el sentido moderno y se descartaron otras por la imposibilidad de ser aplicadas.

    I. Las visitas de idolatría

    A inicios del siglo XVII, el cura doctrinero Francisco de Ávila descubrió que los indios bautizados de la región de Huarochirí continuaban practicando idolatrías y que, en buenas cuentas, estaba en presencia de apóstatas. Ante tamaño problema decidió que el mal debía atacarse de un modo más eficiente y duradero, y dio origen a las visitas de idolatrías, proceso único que llegó a transformarse en una verdadera institución, equiparable a la inquisición para los españoles, debido al hecho que las visitas de idolatrías, que se desarrollaron a partir de 1607 en las zonas rurales de la diócesis de Lima, fueron constituidas como verdaderos tribunales, cuyo objetivo era investigar y castigar a los apóstatas de la fe.

    Por lo anterior, es posible establecer que un tránsito hacia un nuevo orden colonial se empezaba a gestar en las políticas eclesiásticas iniciadas a principios del siglo XVII, que dejaban atrás los años de tolerancia a diversas manifestaciones de los pueblos andinos que no se contrapusieran al dogma cristiano. Así, a partir del siglo XVII se privilegiaba un mayor control religioso sobre esta población y sus dirigentes, quienes eran cuestionados por permitir la pervivencia de las idolatrías.

    El problema ocurría, principalmente, en las zonas rurales de la diócesis de Lima, pues en los centros urbanos los indígenas se mostraban como fervientes católicos, que paulatinamente se habían adaptado al sistema de vida hispano, aunque incorporado según sus propias categorías mentales. Sin embargo, a pocos kilómetros de Lima se descubría una realidad diferente y disonante a la de la capital virreinal. Miles de indígenas se encontraban entregados a la idolatría, situación que, para la Iglesia, era del todo inaceptable, puesto que se ponía en peligro la salvación de estas almas y se dejaba en evidencia el fracaso del proceso de evangelización realizado durante décadas.

    En coincidencia con la instauración de la ortodoxia católica en el Nuevo Mundo, luego de Trento y de la instalación del Santo Oficio en México y Perú, se dio inicio a un movimiento que tuvo por finalidad suprimir los rebrotes de la idolatría. Así fue que se creó una nueva institución -las visitas de idolatrías-, que se estructuró en dos etapas. Una primera, de carácter judicial represivo, realizada por tribunales itinerantes que tenían por objeto someter a proceso judicial a los idólatras y destruir todo vestigio de la religión pagana. Y una etapa pastoral, dirigida por los sacerdotes jesuitas, a quienes les correspondía acompañar a los visitadores de idolatrías con el fin de afianzar la fe católica entre los indígenas.

    Los séquitos extirpadores se diseminaron por la diócesis de Lima con el firme propósito de descubrir la idolatría y restaurar la fe católica entre sus habitantes. La novedad que presentó el sistema no fue la destrucción de la idolatría o la represión de conductas heterodoxas de los indígenas, sino el hecho de someter a proceso judicial a los indios apóstatas de la fe católica, en un contexto en que el Santo Oficio carecía de jurisdicción para poder enjuiciarlos. Lo anterior, significó que aquellos considerados idólatras ya no sólo pecaban gravemente contra la sanidad de la doctrina, sino que arriesgaban ser calificados de delincuentes, pues sus actos podían dar pie para incoar un proceso judicial que finalizaría con una sentencia condenatoria, si correspondía. El apóstata ya no sólo era pecador, sino que además, pasaba a ser un peligro para la sociedad colonial, pues con su actuar ponía en jaque el máximo valor jurídico custodiado e impuesto por la Corona y la Iglesia: la fe.

    Aún más, el hallazgo realizado por los sacerdotes no estaba circunscrito sólo a la consideración individual "del apóstata", sino que denotaba un "comportamiento social" de los pueblos de indios. Es decir, tras las prácticas y modos de acción que la mayoría de la población ejecutaba había, sin duda, un cierto consenso social indígena de retomar la religión de sus padres, para así mantener su propia identidad y cultura, aunque también transformada por la influencia del catolicismo. Desde esta perspectiva, se justificaba instituir un sistema que pudiera ser eficiente y eficaz en destruir los vestigios de idolatrías que aún eran observables en las zonas rurales y reafirmar el catolicismo.

    Frente a la pervivencia de las idolatrías y del proceso de superposición de ritos andinos y católicos, fenómeno que desviaba a los indígenas de la pureza de la fe católica, más la imposibilidad de aplicar la jurisdicción del Santo Oficio en el estamento indígena, los obispos limeños, durante el siglo XVII, consideraron que sobre la base de sus facultades ordinarias, entre ellas la de inquirir, estaban en condiciones de organizar una institución dirigida especialmente a los indios con el objetivo de poner fin a las prácticas y ritos alejados de la ortodoxia: las visitas de idolatrías.

    A su vez, la necesidad de crear una nueva institución se debió porque la población y el espacio geográfico donde se implementó era distinto a lo entonces conocido por la Iglesia, cuestión que en definitiva impulsó la formulación de alternativas viables y acordes con la realidad cultural y social andina. Asimismo, esta nueva institución debía contener un sistema normativo acorde a sus destinatarios -los nativos- , lo que implicaba modificar el modelo inquisitorial y el sistema de penas y castigos, en razón del estatuto protector indígena.

    Aún más, el sistema antiidolátrico pensado y constituido dio paso a una institucionalidad protomoderna o modernizante, puesto que contempló una serie de garantías a sus destinatarios. Incluso, la práctica judicial de los primeros séquitos extirpadores se estructuró sobre la base del respeto al estatuto protector indígena y sus beneficios, al cual debía ceñirse el sistema de extirpación de idolatrías por la vía judicial y punitiva. Así, a los culpables de idolatrías se les aplicaron penas más leves y reducidas respecto de los condenados por la Inquisición, e incluso con finalidades diversas a las del Antiguo Régimen, lo que es por sí solo un poderoso argumento para sostener que en los Andes se abrió una puerta hacia la transformación e incorporación de nuevos discursos cuyo objeto fue instituir y organizar un sistema de justicia tendiente a resguardar a las partes más débiles frente al aparato estatal, beneficiando a los procesados y sentenciados.

    Por lo anterior, es preciso definir si el sistema punitivo observado tenía por fin sólo castigar las prácticas idolátricas, establecer castigos ejemplificadores que desmotivaran futuras transgresiones, o servir de herramienta para convertir a los indígenas acusados.

    El objeto nuestro es abordar el sistema punitivo implementado en la extirpación de idolatrías realizada durante el siglo XVII por los tribunales itinerantes, en las zonas rurales de la diócesis de Lima. De ello dan cuenta los expedientes de idolatrías conservados en el Archivo Arzobispal de Lima[1], en virtud de los cuales pretendemos establecer que un nuevo sistema de penalización se implementó, principalmente, porque se debió reformular el sistema contemplado en el Antiguo Régimen, produciéndose una incipiente modernización del mismo.

    II. Penas y castigos para la idolatría

    Durante el proceso judicial seguido por los visitadores de idolatrías podía suceder que el reo fuese declarado culpable. De ser tal el caso, se le debía aplicar una pena o castigo. La legislación canónica indiana no realizó una conceptualización ni tipificación ni graduación de la pena; menos aún, elaboró una doctrina relativa a las finalidades de la misma. Por su parte, la legislación penal del Antiguo Régimen tampoco teorizó sobre este concepto, y los pocos que lo hicieron "orientan poco acerca de cómo eran éstas en la ley y en la práctica judicial[2]", pues lo pensado por los juristas constituía una cuestión "ideal", lo que creían que debía ser el sistema penitenciario, el que no se condecía con el sistema represivo aplicado por el sistema judicial de la época.

    Cabe preguntarnos ¿de qué manera era posible penalizar a una persona declarada judicialmente culpable de idólatra? En virtud del arbitrio judicial con que contaron los foros de justicia del Antiguo Régimen el castigo se determinaba para cada caso concreto, cuestión que conllevaba la indeterminación legal de la pena. Es decir, si distintos sujetos cometían un mismo delito, no había ley alguna que dispusiera cuál era el castigo por ello, y en consecuencia podían variar su proporcionalidad según el criterio del juez que conociese el proceso[3]. Ello también significó que los jueces se constituyesen en co-creadores de derecho al establecer para cada delito una pena.

    Con todo, las Partidas definían el concepto de pena y establecían su finalidad, entendida como: "[...] enmienda de pecho o escarmiento que es dado según ley a algunos por los yerros que fizieron"[4]. Por su parte, Sebastián de Covarrubias señalaba que se entendía por "pena: el castigo que fe da en razon de culpa"[5]. En otras palabras, se debe entender que la pena fue conceptualizada como el castigo que se daba al delincuente por su actuar dañino.

    En el caso que nos ocupa, y al igual que la Inquisición[6], las penas o castigos impuestos a los delincuentes por los visitadores de idolatrías se fundamentaron en la ofensa infligida a Dios y el gravísimo daño que podían causar tales conductas a la comunidad; por ello es que las penas eran tan severas y rigurosas. Sus principales objetivos o finalidades eran la corrección y enmienda del delincuente. Como señala Tomás y Valiente: "En general se opina que la pena tiene un fin correccional: equilibra el orden y repone la paz tanto en la sociedad como en el alma del delincuente, ya que este castigo expía su culpa"[7].

    En buenas cuentas, la pena en el Antiguo Régimen tenía un fin correccional y enmendador, que equilibraba el alma del delincuente, puesto que el castigo expiaba sus culpas, en nuestro caso las del idólatra. Más aún si consideramos que el castigo, teóricamente, era una penitencia voluntariamente aceptada por el penitente para la valoración de su alma[8]. Correctivo, además, porque debía servir de escarmiento para toda la sociedad[9].

    A su vez, al igual que la Inquisición, las penas impuestas por las visitas de idolatrías tuvieron una finalidad ejemplificadora para la sociedad, esto es, provocar por su aplicación al delincuente un temor en los demás miembros de la comunidad, de tal forma que se desincentivaran las acciones que comprendiesen delitos contra la Fe. Se trata, dicho de otro modo, de un castigo ejemplar, utilizando para ello el temor y el miedo, pues mediante ellos era posible lograr que las personas se apartasen del error. Esa situación se ve claramente reflejada en los autos de fe, cuya espectacularidad y publicidad de las penas impresionaban a cualquiera. Asimismo, la pena de azotes, trasquilación o cualquier otra que conllevase la vergüenza pública, impactaban a los indígenas, quienes bajo el sentimiento del miedo y humillación abandonaban, aunque fuese por un tiempo, las prácticas idolátricas.

    A su vez, las penas impuestas podían compartir un rasgo utilitarista o una finalidad social, en el sentido de que el castigo inferido no sólo lograse amedrentar e intimidar a los indígenas individualmente, sino que además prestase alguna ventaja o beneficio para la comunidad. Tal es el caso de las penas de prestación de servicios en hospitales o conventos, o la tan temida de galeras impuesta en Lima durante el siglo XVII por el Santo Oficio[10] y las visitas de idolatrías.

    La pena, además, tenía por finalidad reeducar al delincuente. En efecto, no sólo se castigaba, cautelaba, reprimía y ejemplificaba con la aplicación de una pena a una persona, sino que también se buscaba volverlo al seno de la Iglesia. De ahí que a muchos idólatras se los sancionó con la obligación de concurrir a la doctrina una cantidad determinada de días; o bien con la realización de trabajos para la comunidad, o ser adoctrinados en la Cárcel de Santa Cruz del Cercado de Lima. Tal objetivo de reeducar y reformar al indígena idólatra llama profundamente la atención, puesto que el sistema de penas aplicado en las Indias era el propio del Antiguo Régimen, es decir, con carácter represivo, ejemplificador y con gran impacto social[11], tales como: el cepo, los azotes, la horca, el garrote, el sambenito o la pena de destierro. De ahí que nos asombre la existencia de penas diversas con finalidades novedosas respecto de las que comúnmente aplicaban los tribunales reales y canónicos. Más aún, si tomamos en consideración que el sistema penal en Occidente sólo se reformuló en el sentido de establecer penas tendientes a reformar y reeducar al hombre, con carácter más formativo que represivo, a partir de la influencia de la Ilustración y por el impacto que provocaron las reflexiones y críticas al sistema penal de Cesare Beccaria en el "Discurso sobre las penas" de 1792.

    Así pues, la creación a principios del siglo XVII de la Cárcel de Santa Cruz a instancias del arzobispo de Lima Bartolomé Lobo Guerrero y organizada por el jesuita Pablo de Arriaga[12], constituyó un salto modernizador en el sentido de que se deseó que en ella no sólo estuvieran recluidos y cautelados de por vida los hechiceros y dogmatizadores, verdaderos peligros para la cristiandad, sino también que se los convirtiera y reformara, logrando, de paso, su salvación[13].

    Una vez más, en pos de la protección de los indios y la necesidad de darles un trato más benigno que a los españoles, el sistema se vio forzado a reformularse y modificarse conforme a las exigencias reales y eclesiásticas. No era posible aplicar las penas y objetivos tal como estaban fundamentados jurídica y teológicamente. Se debió introducir un nuevo objetivo que se reconciliara y ajustara al estatuto jurídico protector de los indios. En tal sentido, la Iglesia, pese al temor que tenía a la existencia de opositores a su doctrina y de movimientos heréticos, con respecto a los neófitos del Nuevo Mundo debió flexibilizar su postura y actuar de manera más adaptable, quizás tolerante, pues seguramente sólo de esa forma podía ganar más almas para su causa y conquistar a todos sus habitantes.

    De ahí que las penas no sólo tiendan a reprimir y atemorizar a la comunidad, sino que también cumplen con la función de civilizar, pues el primer deber de la Iglesia así como el de la Corona era precisamente captar almas para salvarlas. De haberse aplicado sólo una política abiertamente represiva sobre las conductas idolátricas, ello habría implicado, por una parte, una mayor resistencia por parte de los nativos a los españoles, su Dios y sistema de vida, y por otra, el incumplimiento del primer deber que tenían en tierras indianas tanto la Corona como la Iglesia de evangelizar y cuidar de los indígenas.

    A su vez, mediante la pena carcelaria se lograba un vasto control social sobre aquellos indígenas idólatras considerados de mayor peligro para la sociedad. En efecto, mediante la vigilancia y control continuo que se obtenía al interior de la cárcel, era posible reeducar al criminal y reconvertirlo a la fe católica de manera más efectiva[14]. La introducción de la pena carcelaria en sentido moderno, esto es, encierro del criminal con la finalidad de reeducarlo, constituyó un avance en lo relativo al sistema de corrección penitenciario, lo que evidencia un incipiente debate antropológico jurídico de los teóricos en torno de cuestionamientos que el cuerpo social de la época formuló respecto de la utilización de penas humillantes e infamantes a los sectores indígenas.

    Por otra parte, y con el solo objetivo de lograr que las finalidades de la pena se cumpliesen, era indispensable la publicidad de la misma. Para ello, era fundamental la realización del auto de fe, acto público por excelencia que daba a conocer a todos los miembros de un pueblo de los delitos de sus integrantes y las respectivas sanciones que se aplicarían. A ello se sumaba el pregonero, quien recorriendo las principales calles y plazas del pueblo, gritaba a viva voz que "fulano de tal" "manifestaua el delito merecedor de aquel castigo[15]".

    Ahora bien, como ya se ha dicho, las penas no estaban fijadas normativamente en la legislación, fuese penal o eclesiástica. En otras palabras, las penas no estaban impuestas por ley positiva y vigente en relación con cada delito en concreto, sino que, a base del principio de la arbitrariedad judicial que tenía el juez, se iba fijando qué pena se aplicaba una vez que el delincuente resultaba condenado.

    Con todo, el visitador de idolatrías debía tener presente a la hora de sancionar a los indígenas que los principios de la legislación indiana contemplaban castigos más leves que los establecidos para los españoles: "[...] minorando en quanto puede la de los pacientes, cuya poca capacidad y natural rendiminto les hacia menos culpables, valiéndome para ello de lo que en casos semejantes juntan y resuelven Cateliano Cota y Pedro Caballo"[16].

    De esta manera se justifica y se explica por qué a los indios se les castigó con penas menos severas que a los españoles por los mismos actos. E incluso más, refleja la condescendencia que muchas veces tuvieron los séquitos extirpadores frente a indígenas relapsos y reincidentes, como: "A la dicha Juana Mayo le compensava y compenso por pena de su culpa y castigo de su delito, el tiempo que a estado presa desde çinco de febrero deste presente año mil seisçientos y sesenta y nueve y la exortava y exorto a que viva de aquí en adelante como buena christiana temerosa de Dios y de su conçiencia frecuentando los sanctos sacramentos con apersevimiento que si volviere a incidir en este delito o semejantes sera castigada con todo rigor y como se hallare convenir en derecho"[17].

    Sumado a lo anterior, se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones las penas se vieron rebajadas en atención a que el delincuente había concurrido libremente a confesarse, o bien a la avanzada edad o al mal estado de su salud, entre otras: " [...] con lo qual el dicho señor visitador por ser mui bieja le commuto la pena corporal en que truxese una cruz colgada por insignia de penitenciada [ [...] ]"[18].

    A contrario sensu, existen casos en que los castigos fueron bastante severos debido, principalmente, a que los indígenas eran relapsos o bien sus actos habían sido de tal gravedad que las autoridades de la época en razón de la arbitrariedad consideraban que la pena debía ser mayor: "[...] condeno al dicho Pedro Sebastián en cien azotes coraça trasquilado el cabello cruz perpetua al cuello y dos años de galeras en las del puerto del Callao [ [...] ]"[19].

    Lo anterior nos permite concluir que de alguna manera se estableció un criterio no normativo para fijar una cierta proporcionalidad de las penas, lo que sin duda fue promovido por el estatuto jurídico protector de los indígenas y por la práctica judicial de los jueces. En efecto, del corpus documental que existe es factible sostener que los visitadores de idolatrías fijaron criterios no sólo morales (la ofensa a Dios) para establecer una pena, sino que, además, tomaron en cuenta el sexo, edad, estado de salud y la calidad de reincidente o no del acusado de idolatría, entre otras consideraciones. Sumado a ello, establecieron pautas en virtud de las cuales distinguieron, según el daño que podía provocar el delito, la pena respectiva. De ahí que al condenado por dogmatizador, tal vez el delito más peligroso, se le aplicaba la pena más grave que contemplaba la legislación antiidolátrica, esto es, la de encierro en la cárcel, mientras que si un indígena era curandero o simplemente "mochaba sus huacas", se le asignaba una pena más leve, como la de tener que asistir a la doctrina o bien prestar servicios en hospitales.

    La obligación que asistía a las instituciones coloniales de supeditarse al estatuto indígena implicó salvaguardar y establecer mayores garantías a este grupo. Si lo comparamos con el derecho penal dirigido a los otros habitantes indianos, evidentemente se produce una fisura. Al derecho penal, en general, no le importó la proporcionalidad de la pena. Si bien los criterios que predominaron para establecer un castigo fueron los morales, la frecuencia de un mismo delito o el hecho de que determinadas prácticas se calificaran como "plaga social" implicó que la justicia penal no se detuviera a ponderar las penas, ni menos aún a considerar las voces teóricas que intentaban establecer una cierta graduación; por el contrario, en tales situaciones la justicia penal abusó de la pena más grave: la muerte, sin importar si un robo era con o sin violencia, o si simplemente se trataba de un hurto doméstico[20].

    Sin embargo, en los expedientes de idolatrías queda registrada una situación diversa y novedosa que rompe con las prácticas judiciales de la época. Sabemos que la idolatría era el delito más grave. A su vez, que para el siglo XVII quedaba en evidencia el fracaso del proceso evangelizador en las zonas rurales, lo que se manifestaba en la persistencia de múltiples focos idolátricos en las comunidades indígenas. Esta especie de "plaga idolátrica" debía ser perseguida y castigada. Pero henos aquí frente a un conjunto de procesos judiciales dirigidos contra los indígenas apóstatas en los que se puede ver que los diversos jueces a quienes les correspondió conocer de los autos aplicaron con mesura la pena más grave -cárcel- al delito más grave -idolatría-. La práctica judicial no se alejó de los planteamientos teóricos del jesuita Joseph Arriaga, de los arzobispos Bartolomé Lobo Guerrero o Pedro de Villagómez, quienes sostenían que en el amplio espectro de las idolatrías había que diferenciar si se trataba de hechiceros y dogmatizadores o de indios que por efecto del olvido y mala doctrina seguían mochando sus huacas y mallquis. Esta actitud, en definitiva, se impuso en los visitadores de idolatrías, quienes al tiempo de fallar hicieron la distinción correspondiente, lo que se reflejó en la proporcionalidad de las penas que aplicaron a los condenados.

    Finalmente, en conjunto con la pena, el visitador de idolatrías imponía una penitencia al reo condenado, cuyo objetivo era que el idólatra se reconciliara y reinsertara en la comunidad cristiana. Con todo, debemos establecer que la penitencia no suprime el delito, puesto que el acto de confesar ante el juez lleva a la pena, mientras que confesarse ante Dios lleva al perdón o expiación. En buenas cuentas, las dos esferas jurídicas -Derecho sacro y Derecho profano- se mantienen diferenciadas.

    El derecho canónico contenía entre sus normas una serie de penitencias espirituales, como la oración, la asistencia a una misa pública, el adoctrinamiento por un período de tiempo. Así, al reo se le podía condenar a las penas corporales más las penitencias espirituales, o bien sólo a estas últimas, cuando: "[...] por no temerse que seran perjudiciales a los otros, se les pondra por pena que acuda todos los días a la doctrina por la mañana y tarde y que no falten della sin licencia del cura [...]"[21].

    En la causa seguida contra Juan Chuchu, se concluyó que era culpable de haber sacado cadáveres de sus tumbas, penalizándolo de la manera que sigue: "[...] de condenar y condeno al dicho Juan Chuchu a que salga con Guasca y cruz en las manos y a que sirva un año en la yglesia de dicho pueblo y acuda a la doctrina con los muchachos"[22].

    Ahora bien, de los registros analizados podemos concluir que 543 personas fueron condenadas por las visitas de idolatrías. De ellas, 209 son mujeres; y 204, varones, desconociendo el sexo del 22% restante de los condenados.



    De los 543 condenados sólo conocemos las penas aplicadas al 58.9% de ellos, ignorando las penas dictaminadas al no despreciable número de 223 personas, equivalente al 41.06% del total.





    III. Las penas de trasquilación, azotes y vergüenza

    La pena de azotes consistía en latigazos que se daban sobre la espalda desnuda del reo y su cantidad era determinada por el visitador de idolatrías. Esta pena tenía un fuerte contenido penitencial, además de la propiamente punitiva, puesto que: "[...] está ligada a la búsqueda de la perfección espiritual de la Iglesia católica, pues no hay que olvidar que la administración por propia mano de las disciplinas o azotes ha sido una práctica, no solo permitida, sino en ocasiones, recomendada por las reglas de algunas órdenes religiosas[23]".

    Asimismo, esta pena no sólo tuvo como objetivo el castigo corporal, además significaba para el condenado una ignominia o descrédito de su honor, toda vez que ella se aplicaba por las calles más concurridas del pueblo y con un pregonero que daba cuenta a los habitantes y vecinos del delito cometido por el reo[24]: "[...] como consta destos autos [...] son culpados [...] en las idolatrías que an cometido los principales y demas yndios e yndias de este dicho pueblo en tan grande ofensa de Dios nuestro señor [...] que se executeen ellos la pena que mereçen en quanto puede y de derecho a lugar mandaba y mando sean sacados de la carçel y prision donde estan y atadas las manos con boz de pregonero que manifieste sus delitos y pecados publicos le sean dado por las calles acostumbradas a cada uno çien açotes [...]"[25].

    En cuanto a la cantidad de azotes que se podía inferir a un reo, ello quedaba sujeto al arbitrio del visitador. Con todo, la Carta Pastoral de Villagómez señalaba al respecto algunas distinciones que se debían aplicar al momento de fallar: "Y el indio particular no fuere cacique, alcalde, mayordomo, o mandon y que mandare por la primera vez cincuenta azotes en el rollo con voz de pregonero que manifieste su delito, y por la segunda ciento, y por la tercera sea desterrado por tiempo de un año, abiendole dado cien azotes y quitadole el cabello y sobre el cumplimiento deste mandato se le encargara gravemente la conciencia al cura"[26].

    Junto con la ignominia y el descrédito del honor, la pena de azotes generalmente iba acompañada de la pena de vergüenza pública, castigo infamante que consistía en la exposición del condenado con una coroza en la cabeza, soga al cuello, cirio en la mano o montado sobre una llama o asno recorriendo las calles del pueblo. Así lo relata la Carta Annua de 1660-1662 al decir: "[...] hizo sacar por la plasa veytidos de estos ydolatras y hechiceros con corozas en la cabeza, Cruces en los pechos atadas al cuello las brujerías e instrumentos de su deprabado ministerio y descubiertas las espaldas a voz de pregonero, que manifestaua el delito merecedor de aquel castigo le hacia dar en ellas conpetente cantidad de acotes para escarmiento de los demás"[27].

    Constituía en sí un espectáculo, pues todos notaban visualmente la aplicación de la pena. Un ejemplo de ello fue el caso de Hernando Julca, a quien: "[...] mandaba y mando [...] que quando este toda la gente del dicho pueblo junta y congregada sea sacado el dicho Hernando Julca desnudo de la çentura arriva en una bestia de enjalma y se le den cien azotes por las calles publicas deste dicho pueblo [...]"[28].

    Así pues, variantes de la vergüenza pública fueron la soga al cuello, pena aplicada por la Inquisición y trasladada a las visitas de idolatrías, que consistía en una cuerda con nudos que se amarraba al cuello[29]. También podía establecerse la coroza en la cabeza, consistente en un cucurucho que se ponía en la cabeza por castigo, en el que había generalmente un dibujo alusivo a la afrenta cometida por el reo. Y la vela o cirio prendido[30], que era un símbolo de fe que sólo se encendía luego de la abjuración del reo[31].

    Sumado a lo anterior, las visitas de idolatrías castigaron a los indios con la pena de trasquilación, variante indiana de la vergüenza, que consistió en rapar la cabeza, corte de cejas y pasear ante los ojos de los habitantes al nativo idólatra, sin distinción de sexo o edad, la que fue considerada por los indígenas como grave y severa. Lo anterior, porque un signo de estatus al interior de las comunidades era el cabello: "el trasquilallos sienten mucho, porque tienen por grande ornato la coleta del cabello [...]"[32].

    La trasquilación dejaba al reo en evidencia de haber cometido un delito, y de paso, humillado frente a sus pares por haber perdido su honor producto de su actuar: "[...] el señor visitador dezia las que las tubieran avian de ser castigadas una vezina mia las tenia yo y luego al ynstante por las calles me dieron con pregon çien azotes y mas me trasquilaron como bruja y hechicera [...]"[33].

    Asimismo, penas como portar la cruz al cuello a perpetuidad o por un cierto período[34] fueron castigos que conllevaron una humillación pública, toda vez que, mediante ese tipo de signos externos, el pueblo tenía conciencia de la calidad de delincuente del indígena. Además, mediante la cruz se perpetuaba el delito y castigo por todo el tiempo que le correspondía portarla al culpable.

    En otras palabras, las penas de azotes, trasquilación o de portar la cruz implicaban una deshonra. Junto con esto, el carácter público de las penas, al imponerlas en las plazas o calles del pueblo, en presencia de todos los habitantes, importaba una degradación y menoscabo del indígena, quien quedaba frente a sus pares reducido y castigado por contrariar normas y principios cristianos.

    Así pues, a través de este tipo de sanciones se producía un impacto psicológico en todos los habitantes, fuesen o no sinceramente cristianos, puesto que mediante la pérdida del honor y la humillación infligida por estas penas, se buscaba socavar la pervivencia de la idolatría colonial y enrielar a quienes estuviesen confundidos en asuntos de fe. Es por ello que estas penas fueron las que mejor contribuyeron a alcanzar la finalidad ejemplificadora que tenía el derecho penal del Antiguo Régimen, pues se llevaban a cabo en los espacios públicos, en presencia de todos.

    Conforme consignan los expedientes de idolatrías, las penas más frecuentemente aplicadas fueron la confiscación de bienes, la obligación de portar la cruz al cuello, la de azotes y la de pasear al culpable en burro u otro animal con coroza mientras el pregonero comunicaba al pueblo el delito atribuido al condenado. Esto sin embargo, no considera la información proporcionada por los visitadores de idolatrías a los arzobispos ni la consignada en la correspondencia de los jesuitas.



    En efecto, el 16% de los fallos estableció la obligación de portar la cruz al cuello por un tiempo que iba de los 6 meses a la perpetuidad, según el delito y criterio del visitador de idolatría. Esta condena fue aplicada tanto a mujeres como varones en una proporción de 69,2% y 30.75%, respectivamente.



    Seguidamente, el 13% de los condenados fue sentenciado a la pena de azotes, cuya cantidad variaba conforme a la gravedad del delito, el criterio del visitador, el sexo y la edad del culpable, entre otras variables.

    Según lo constatado, del 13% referido el 63.4% fueron mujeres. Sin embargo, en algunas oportunidades, ellas vieron atenuada la pena mediante una disminución de la cantidad de azotes (siempre inferior al sufrido por los varones) o en la conmuta de la sanción por otros castigos.



    Un 9% de los sentenciados debió portar la coroza. De ese total, el 68.9% fueron mujeres.





    IV. Penas de carácter económico

    De acuerdo con el sistema correccional y penitenciario del Antiguo Régimen se estableció la equivalencia entre el daño producido, en nuestro caso por una idolatría, y el castigo consistente en la privación de bienes del idólatra. Tales penas económicas podían ser de dos tipos. A saber: la pena pecuniaria, que eran multas en dinero que el visitador de idolatrías imponía al reo, las que eran destinadas a la Iglesia como satisfacción por los pecados cometidos[35]. Así pues, en la causa seguida contra María de la Cruz y otras mujeres, por el delito de proveer brebajes y otras pócimas, para asuntos de amor y hechicerías, el visitador de idolatrías Juan de Sarmiento de Vivero resolvió aplicar como pena multas en dinero: "Ya a la dicha Maria de la Cruz, doña Josepha de Escobar y Anna de Ozerin las condenava a cada una por via de multa y condenación en diez pesos de a ocho reales por mitad conforme al nuevo orden dado por su Majestad y en las costas de esta causa, sin que se tripliquen conforme la ley real sino que cada qual pague lo que pareciere aver echo de costas en sus declaraçiones denunciaciones y confesiones [...]"[36].

    Por otra parte, las penas económicas también podían consistir en la confiscación de los bienes del condenado, debiéndose tener en cuenta para su cuantificación: la calidad del reo en orden a su riqueza, y la gravedad del delito. Ahora bien, al igual que la Inquisición y la Justicia Penal[37], los visitadores la impusieron a las acciones de idolatrías más graves, pues implicaba la pérdida de todos los bienes[38] y la ruina familiar.

    Para aplicar la pena de la confiscación de bienes, se procedía primeramente a embargarlos para luego rematarlos a beneficio de la Corona: "[...] dixo que en la dicha vesita a resultado que los dichos ministros de ydolos tenian casa y en ella ocho pesos en moclones de las ofrendas que avian hecho a los dichos idolos y vna fanega y vn selmin de mais para el seruisio de sus dichos ydolos los quales bienes pertenecen a su magestad y son confiscados por derecho y para que se puedan bender por aueres del rei nuestro señor [...] y como tal los confisco y mando que el dicho mais se mida y venda y los ochos pesos de moclones en publica almoneda a quien diere mas por tal remate y de los procedido se pague al notario desta uisita el trabajo de lo escrito de los autos y visita y a Miguel Sanches y a Juan cristiual de Mendosa su trabajo de oficio de interpretes y otorguen carta de pago [...]"[39].

    Ahora bien, los bienes embargados para su posterior remate consistieron generalmente en ganado, maíz u otro tipo de productos agrícolas. Podía suceder que los ídolos hallados fuesen de oro, plata o tuviesen algún valor, y por lo tanto eran confiscados a beneficio de la Corona: "[...] aquillas y vasos, trompetas y huamas y las demás cosas que se hallan de plata, aunque sean de poco valor se pesan y toman por cuenta en estas exhibiciones públicamente y se escribe en el proceso para dar quenta de ello a quien se debe dar y asi estas exhibiciones las firman el visitador y los padres que se hallan presentes porque importa más de lo que se puede fácilmente entender que los indios vean y se persuaden que no se pretenden en estas visitas quitarles cosa ninguna suya sino solo aquello que sin ser de provecho para nadie, es el perjuicio de todos y ofensa de Dios nuestro Señor [...]"[40].

    Un total de 9% de los condenados sufrió esta pena. El 67.8% fue aplicado a varones, implicando con ello una severa merma de sus patrimonios.





    V. Pena de destierro

    Esta pena restringía la libertad de circulación del condenado pues le impedía por un cierto tiempo el ingreso a los lugares o ciudades señalados en la sentencia, constituyendo la prueba más concreta de la eliminación espacial de los sujetos indeseados[41]. Asimismo, implicaba generalmente, un perjuicio económico y social pues el sentenciado quedaba alejado de su familia, amigos y privado de la fuente de obtención de sus recursos[42].

    La pena de destierro impuesta por las visitas de idolatrías consistió en prohibir a los reos estar físicamente en un determinado lugar, que generalmente correspondía al pueblo donde eran conocidos por sus idolatrías. De esta forma la pena cumplía un doble objetivo. Por una parte, aislaba y alejaba al delincuente del lugar de la comisión del delito, y, por la otra, tenía una finalidad ejemplificadora, en el sentido de que el pueblo escarmentaba al comprobar que el reo era arrancado de su casa y se le prohibía volver.

    No obstante, la pena de destierro impuesta al culpable de idolatría no sólo se podía circunscribir a un pueblo o ciudad determinada; era completamente posible que el juez la ampliara a grandes extensiones, o incluso a todo el territorio del arzobispado, como sucedió con Joana Muñoz, vendedora de coca, a quien se condenó al destierro por cuatro años de la diócesis de Lima[43].

    En cuanto a su duración, era relativa, pues podía ir de meses a años, siendo la generalidad de ellas de dos años. Con todo, si el reo rompía la pena, el tribunal mediante la "cláusula de quebrantamiento[44]" podía duplicar el período de destierro: "[...] Ana Maria de Ribera [...] y en rason de ser vendedora de coca [...] con pena de sien asotes y dos años de destierro treinta leguas del contorno de esta ciudad [...]"[45].

    VI. Pena de galeras

    La pena de galeras consistía en la entrega del condenado por el visitador de idolatrías a las autoridades civiles para su traslado y posterior embarque en una nave, tipo galera, donde el sentenciado debía remar para propulsar el navío.

    La pena de galeras no fue conocida durante el medioevo, sino que fue utilizada en España por la Inquisición, probablemente por un asunto económico, puesto que favorecía al Tribunal y a la Corona al evitarse tener que mantener en las cárceles perpetuas a los condenados, prestándose de paso un servicio[46] y excluyendo del pueblo al peligroso e indeseado hereje.

    En Lima durante el siglo XVII fue utilizada por la Inquisición Española. De ahí pasó a las visitas de idolatrías, en las que se conservaron ciertos requisitos establecidos por la Inquisición. Esto es, aplicarla sólo a hombres, atendiendo al estado de salud y edad del sancionado.

    Ahora bien, la pena de galeras era extremadamente dura, pues implicaba desgastes serios en la salud del reo, incluso su muerte. Es por ello que en las visitas de idolatrías, esta pena se impuso, casi siempre, a los reos relapsos. A su vez, en caso que el sentenciado por idolatría no cumpliese la pena dada por el visitador, generalmente la cláusula de quebrantamiento establecía la pena de galeras. Pero en definitiva, la aplicación efectiva de la pena de galeras fue muy escasa, precisamente por las consecuencias que presentaba. De ahí que en muchas causas la pena es impuesta, pero conmutada por otras.


    VII. Cárcel de Santa Cruz

    La pena de cárcel, tal como la entendemos en la actualidad, fue implementada por el sistema penal moderno, a diferencia de lo que ocurría en el Antiguo Régimen, donde sólo tenía un carácter preventivo[47], orientado a asegurar la comparecencia del delincuente en el juicio[48].

    Ahora bien, para el Derecho canónico la pena de cárcel era de las más graves, pues equivalía a la de muerte, pena que la Iglesia no podía aplicar. Con todo, el Derecho canónico contempló en su ordenamiento la pena de reclusión en un monasterio para los clérigos autores de algún delito, cuyo objetivo era que el delincuente se arrepintiese luego de haber meditado en una celda aislada. Por lo que la cárcel tuvo más un carácter de penitencia que de pena[49].

    La Inquisición, por su parte, incorporó la cárcel para castigar a los herejes penitentes, con la particularidad de que los condenados a ella pasaban todo el día en la calle y durante la noche volvían para recluirse. Estas eran las llamadas cárceles de penitencia.

    A su vez, la Inquisición estableció una modalidad de la cárcel de penitencia, conocida con el nombre de reclusión, cuyo objetivo fue que el delincuente por delitos leves o menores estuviese confinado en un monasterio u hospital por un período realizando trabajos de asistencia a enfermos o pobres menores.

    La pena de cárcel impuesta por las visitas de idolatrías consistió en privar de libertad al delincuente con la finalidad de que el idólatra escarmentara, se desengañara de su falsa creencia, se arrepintiera de su error y volviese al seno de la Iglesia. Pero además se pretendía que, mediante su encierro, el reo no continuara delinquiendo, por constituir un peligro para la comunidad, de tal manera que este castigo tenía la doble calidad de pena y penitencia. Pena porque mediante el encierro del delincuente se lograba apartarlo de la sociedad y prevenir nuevos delitos. Y penitencia porque se procuraba su arrepentimiento. Asimismo, tuvo una finalidad utilitarista, puesto que los presos estaban obligados a realizar trabajos para su manutención.

    En buenas cuentas, la pena de cárcel impuesta por los visitadores de idolatría se acerca en algunos aspectos al moderno concepto de cárcel, puesto que el objetivo fundamental que persiguió la legislación antiidolátrica con esta pena fue impedir que el delincuente siguiera delinquiendo, y, al mismo tiempo, evitar exponer a la comunidad a actos que la pudiesen afectar. De ahí que la pena de cárcel tuvo un carácter excepcionalísimo, ya que se aplicó sólo a aquellos que con su actuar pudiesen poner en jaque la religión católica: "[...] que muchas veces se ha ordenado se traigan a la Casa de Santa Cruz del Cercado todos los indios ministros de idolatría que se han huído de ella y los demás que en sus pueblos han sido relapsos, o son muy perjudiciales [...]"[50].

    Es más, el virrey Príncipe de Esquilache fue enfático al informar a la Corona que: "Ordeneles a los visitadores que prendiesen a todos los dogmatizadores de los indios y que los remitiesen a una reclusión que fabrico en el Cercado, donde estarán ocupados y enseñados, sin comunicación de otros indios porque con esto se atajará la contagión que con su mala doctrina a cundido entre tantos"[51].

    Así pues, la cárcel de Santa Cruz se creó sólo para aquellos indígenas que fuesen hechiceros, dogmatizadores o confesores, que tenían influjo en sus comunidades, y que como tales podían instigar a que los indios volviesen a las idolatrías.

    Una vez que se determinó quiénes iban a ser recluidos en la cárcel especial para indios, el arzobispo Lobo Guerrero consideró necesario que el establecimiento fuese construido en un lugar que impidiese que los sacerdotes paganos "les enseñen sus falsos ritos y aconsejen que perseveren en ellos y desdeñen la Religión Cristiana [...]".

    Para cumplir los fines propuestos, la cárcel se estableció en Lima. De esa manera se cumplía el objetivo de mantener aislados e imposibilitados de influir en las comunidades a los hechiceros, dogmatizadores y sacerdotes. Asimismo, se proyectó que al interior de esta cárcel los nativos serían fuertemente adoctrinados en la religión católica, debiendo, además, prestar servicios a la comunidad como compensación por los males que habían realizado al desconocer la fe católica, así como también para ganarse el pan de cada día[52].

    Seguidamente, como el sistema de las visitas de idolatrías formaba parte del plan de asentar la religión católica en las comunidades periféricas de la diócesis de Lima, la reclusión en la cárcel debía provocar: "[...] que la conversión destos sea verdadera y que no vuelan a sus idolatrías y ritos en que el demonio los tiene tan ciegos [...]"[53].

    Ahora bien, para dar curso a la creación de una cárcel especial para indios hechiceros y dogmatizadores, Lobo Guerrero solicitó la ayuda de la Corona, no sólo para financiar su construcción, sino que también para contar con la plena autoridad para realizar el proyecto y evitar así posibles críticas o protestas de sectores contrarios a la medida[54]. La Corona acogió la petición y ordenó al virrey Príncipe de Esquilache que colaborara con el arzobispo. Y así lo hizo. Al poco tiempo, Esquilache dispuso la fundación de una casa de reclusión anexa al pueblo del Cercado, cuyos planos y construcción fueron encargados al padre Pablo de Arriaga[55].

    Incluso más, comprometido con el sistema forjado por Lobo Guerrero, Esquilache se encargó de notificar a los visitadores de idolatrías de la construcción de esta nueva cárcel para dogmatizadores, explicándoles sus fines y objetivos: "Ordeneles a los visitadores que prendiesen a todos los dogmatizadores de los indios y que los remitiesen a una reclusión que fabrico en el Cercado, donde estarán ocupados y enseñados, sin comunicación de otros indios porque con esto se atajará la contagión que con su mala doctrina a cundido entre tantos"[56].

    La Cárcel de Santa Cruz quedó regentada por la Compañía de Jesús, cuyos sacerdotes tuvieron que velar por la conversión y adoctrinamiento de estos indígenas. Para ello vital fue establecer un régimen de trabajo, que consistió en hilar lana bajo la dirección de un intendente español. Mediante ese trabajo los indios pagaban su comida durante su reclusión[57].

    El tiempo de estadía en esta cárcel era generalmente de por vida -y en este aspecto, preanuncia el concepto moderno de prisión-, puesto que se estaba en presencia del mayor mal y peligro al que podía quedar expuesta la religión católica en los Andes. Por ende, se hacía imperioso contrarrestar el peso que tenían estos idólatras en sus pueblos. Más aún, la Iglesia desde hacía mucho había comprendido que el actuar de los falsos sacerdotes socavaba el esfuerzo evangelizador de las diversas órdenes religiosas. Como señalaba un sacerdote al jesuita Arriaga, bastaba con nombrar la Casa de Santa Cruz, y lo que ello implicaba, para que los indios, temerosos y asustados, iniciaran sus confesiones y adoctrinamiento[58].

    Con todo, y pese a que estamos en presencia de la pena más severa y dura que aplicaban los visitadores de idolatrías, no es menos cierto que el encierro de por vida podía terminar cuando los culpables acreditaran que se habían corregido y convertido verdaderamente a la religión católica[59].

    Ahora bien, los extirpadores de idolatrías que visitaban las distintas doctrinas daban cumplimiento a lo ordenado por el arzobispo, e intentaban descubrir, detener y enviar a la Cárcel de Santa Cruz a todos los indios dogmatizadores y hechiceros, con el objetivo de mermar su influencia en las comunidades indígenas, tal como relata la Carta Annua de 1660-1662: "Entre estos fue más señalada una india hechisera que tenia vna piedra blanca y publicaua de ella tal virtud, que decia bastaua el agua donde vbiera entrado, para quitar todos los pecados del que se vañasse en tal agua, y que asi no era menester confessarse. Quien duda que con esta mentira y embuste tan pernicioso lleuaria tras de si a muchos que tanto rehusan acudir a este sacramento esta mala india por ser de tanto daño junto con otros siete de mas de nombre se mandaron lleuar a Lima ala cassa de s.ta Cruz que esta en el sercado edificada para este efecto de recluir semejante fente que nunbuelba a sus pueblos"[60].

    A su vez, mediante el encarcelamiento se pretendía lograr la conversión a la fe católica de los dogmatizadores y hechiceros. Por ello, la Compañía de Jesús, desde 1621, tuvo a su cargo la cárcel: "[...] En la casa de los hechiceros hay más de ciento cuarenta, a los cuales todos los días se les hace doctrina y exhorta a que se manifiesten, con que se ha hecho mucho fruto confesando algunos pecados enormes"[61].

    En efecto, el padre Pablo de Arriaga señalaba que muchos de estos indios recluidos en la Casa de Santa Cruz, tocados de Dios, comenzaban a manifestar la existencia de las huacas habidas en sus pueblos. Es más: "[...]otro indio de éstos viejos viendose enfermo y desahuciado, sin esperanza de vida, llamó a un padre de los nuestros y le dijo que tomase por escrito todo lo que había dejado encubierto, que pertenecía a sus huacas, porque quería morir como buen cristiano"[62].

    Los resultados obtenidos en la Casa de Santa Cruz fueron mejores de lo que esperaban. Lobo Guerrero informó del éxito de la creación de la cárcel y de las esperanzas cifradas en ella y de la labor de la Compañía de Jesús para desarraigar el mal idolátrico extendido en las zonas rurales: "Vanse trayendo a la carcel que se ha hecho los dogmatistas, maestros y sacerdotes de la idolatría más perjudiciales, a donde estan como en la carcel perpetua porque no dañen a los demás y alli son instruidos y catequizados por los Padres de la Compañia que cierto Señor son los que les doctrinan con amor y solo por Dios y su bien espiritual ; y al servicio que en ello se hace a V.M El Principe de Esquilache a acudido muy bien en todo aquello que ha sido a su cargo y a cabar la dicha carcel [...]"[63].

    La Casa de Santa Cruz funcionó como tal durante la primera oleada de visitas de idolatrías y también bajo el período del arzobispo Pedro de Villagómez. Así pues, vemos en 1662 al visitador de idolatrías Bernardo de Noboa condenar a un grupo de dogmatizadores y hechiceros a la mentada cárcel: "Y a Domingo nunca callan en su ausencia y reveldia por docmatisador y ministro de los ydolos del dicho curaca y que repartia ydolos en el pueblo de Copa ya todos los repaxes de casas taria el dicho ydolo Coyahuarmi para que le isieran ofrendas y mochas en el dicho ydolo le dava respuestas al demonio le condeno en perpetuo destierro de su pueblo y que sea recluso en la Casa de Santa Crus del sercado y que se le den dusientos asotes y se le quite el cavello a bos de pregonero que manifieste su delito y por la misma causa a Pedro rimaichaua ministro de dichos ydolos le condeno a dusientos asotes y que sea trasquilado y desterrado por toda su vida de su pueblo y recluso en la casa de Santa Crus del Sercado"[64].

    Por lo demás, la Carta Pastoral del arzobispo Pedro de Villagómez señalaba expresamente: "Los hechizeros confesores y adivinos y demás ministros del demonio que tiene de oficio pervertir a los demás indios y apartarlos de la religión christiana, se pongan y encierren en un lugar apartado de los demás [...] a los que an sido perjudiciales para los demas sin remedio, los manden tener encerrados, pero no se les deje enseñar la doctrina y proveer de lo necesario con particular cuydado, para que sean salvos, mas si cuallquiera de los dichos hallare el cura, que es relapso, y como tal exercita las idolatrías y dogmatiza contra la fe, luego sin dilacion lo haga encarcelar y preso lo envie al diocesano para que lo castige con el rigor del derecho"[65].

    Finalmente cabe señalar que el tema de los hechiceros y dogmatizadores debió quitar el sueño a los organizadores de las visitas de idolatrías. Sabemos que el peligro más grande que podía enfrentar la Iglesia en las Indias era precisamente la existencia de estos dogmatizadores y sacerdotes de la idolatría. Es probable que su número haya sido elevado precisamente por las informaciones proporcionadas por los jesuitas Arriaga y Barraza[66], pese a que de acuerdo a los fallos encontrados solo el 4% de los penalizados por idolatrías fueron castigados con la cárcel perpetua. El bajo porcentaje se explica a base de que se trataba de la pena más grave que se podía aplicar a un culpable. Por otra parte, debemos establecer desde ya, que esta pena se aplicó indistintamente a varones y mujeres, constituyendo cada género 50%.

    A su vez, este tipo de castigo debió ser considerado por los ideólogos de las visitas de idolatrías como eficiente, ello nos explica las sugerencias de Arriaga acerca de construir más cárceles en otras zonas de los Andes, puesto que, a juicio del jesuita, el único remedio para terminar con el arraigado mal era: "[...] la reclusión en Santa Cruz, que la temen grandemente [...] Y habrá de hacer necesario en cada obispado hacer otra, pues con buena traza no será dificultoso el sustentallos, y donde no hubiere casa donde esten reclusos, se podrían repartir en los conventos de religiosos y hospitales y en otras casa de gente pía, donde los guarden, enseñen y sustenten"[67].

    El concepto de cárcel estaba en plena transformación modernizante, pues ya no sólo era para que los reos se arrepintieran y escarmentaran de sus delitos, o evitar que se ausentaran mientras pendía el juicio, sino que también con la reclusión se intentó contrarrestar el peligro que significaba la presencia de este tipo de delincuentes en los pueblos de indios, reeducarlos y de paso lograr un control social y religioso sobre los indígenas catalogados de peligrosos.


    VIII. Pena de prestación de servicios a conventos u hospitales

    El sistema de penas aplicado por las visitas de idolatrías tuvo finalidades utilitaristas, en el sentido de que su imposición prestase algún servicio a la comunidad. Como hemos visto, tal es el caso de la pena de galeras impuesta por la Inquisición y extendida a los indios declarados idólatras.

    Pero a su vez la Iglesia indiana creyó conveniente establecer otras penas cuya aplicación perseguía variados objetivos: sanción al delincuente por su actitud idolátrica; reparación del mal, mediante la ayuda que debía prestar el reo a la comunidad, y reevangelización del mismo. En buenas cuentas, estamos en presencia de una pena cuya finalidad, más que la represión, tuvo como propósito, por una parte, reeducar al hechor de la conducta alejada de la ortodoxia, con el fin de que se reincorporara al seno de la Iglesia, y por la otra, indemnizar a la comunidad por el quebrantamiento de la paz y orden social debido a su conducta idolátrica.

    Tal es el caso de la sentencia condenatoria pronunciada por el visitador de idolatrías Juan Ignacio de Torres i Solis, quien sentenció a Agustin Ricapa: "[...] sobre ser embustero cerimoniero i dar entender a otros yndios e indias con palabras supersticiosas que es adivino para que hagan lo que el dixere i lo demas contenido en los autos. Dixo que atento a ser lo susodicho enbuste sin aver pacto ni concierto con el demonio le devia de condenar i condeno tan solamente a seis meses de servicio de los pobres del hospital de la misericordia desta dicha ciudad donde sea llebado para que cumpla en el dicho servicio [...]"[68].

    Cabe destacar que este tipo de pena, menos severa, pues no conllevaba en sí una denigración del delincuente, podía ser graduada. Esto es, si de los expedientes resultaba que el acusado había confesado y cooperado a esclarecer los hechos, se lo podía sancionar simplemente con la obligación de prestar servicios por un tiempo, el que podía ir de meses a años.

    Lo anterior se ve claramente reflejado en la causa seguida por Juan Sarmiento de Vivero contra los nativos de Quinti, quienes son acusados y condenados por hechicerías, supersticiones y blasfemias. Las penas variaron de un reo a otro, según su grado de responsabilidad y participación en los delitos, como también conforme con su cooperación en el juicio. Así pues, a muchos de estos indígenas idólatras, y pese a la gravedad de sus delitos, se les impuso la pena de prestar servicios a la iglesia local una vez por semana, ello como premio a su buen comportamiento durante el juicio. Mientras que aquellos que no confesaron u omitieron antecedentes para esclarecer y determinar los hechos vieron agravada la pena y complementada por otras más severas: "A don Pedro Solis [...] por dogmatista hechicero idolatra confesso y convicto le condeno a sien asotes sobre una bestia de albarada corosa cruz perpetua al cuello y la pena de destierro la conmuto en dos años de serbicio personal en barrer todos los sabados la iglesia de Quinti [...]. A Maria Guanico [...] por hechicera idolatra mingadora convicta i confesa la condeno a corosa cruz perpetua al cuello i la pena corporal se la conmuto por aber denunciado de otros en dos años de serbicio los sabados de ellos en barrer la iglesia del dicho pueblo [...]"[69].

    En el mismo sentido, a Maria Susa Ayala, calificada de contumaz, convicta y hechicera, entre otros cargos, se le condenó a ser paseada sobre una bestia por las calles del pueblo, con voz de pregonero que publicara sus delitos y dos años de destierro en la ciudad de Lima, los cuales debió cumplir en el hospital de los naturales prestando servicios[70].

    En otras palabras, cómo se graduaba esta pena dependía de si el reo había sido buen confesante o no. Así, en los casos en que el delincuente había tenido una actitud negativa hacia el tribunal, la pena se veía agravada en dos sentidos: por una parte, porque iba complementada con otras más severas, y por la otra, porque la prestación de servicios debía realizarla en Lima en el hospital de los naturales, viéndose desarraigado de su pueblo y comunidad.

    Por el contrario, en el caso de aquellos que el tribunal calificaba de buenos confesantes, la prestación de servicios a la comunidad servía como atenuante de la responsabilidad y disminuía la pena, como acontece con varios indios del pueblo de Santa Catalina de Pimache, entre ellos: "[...] Francisca Quillay Tanta por la misma causa y teniendo con ella toda la misericordia por auer sido buena confesante la debo condenar a que salga en cuerpo a asistir en la iglesia y la sirua y a la doctrina con los muchachos en la yglesia deste pueblo tiempo dos años a disposición de su cura [...]"[71].

    Ahora bien, esta pena, aunque con importantes transformaciones, se encontraba en estrecha relación con la pena de reclusión que imponía la Inquisición por la comisión de delitos menos graves. En efecto, la pena de reclusión impuesta por los inquisidores era una privación de libertad que se cumplía en un convento, hospital u otro establecimiento de beneficencia, lo que daba carácter de utilitarista al castigo. En las sentencias emanadas de los visitadores de idolatrías no siempre la pena de prestar servicios conllevó una privación de libertad. Tal como se ha señalado, hubo idólatras a los que se les impuso la obligación de concurrir a la doctrina y ayudar al sacerdote una vez por semana, sin que ello constituyera límites para su circulación. Más aún, ello nos muestra que muchos de los condenados a prestar servicios continuaron viviendo junto a sus familias y realizando las labores que comúnmente ejecutaban, de tal forma que la pena inquisitorial se adecuó a la realidad indígena.


    IX. Abjuración

    La pena de abjuración consistía en una detestación solemne y pública de la herejía o idolatría, la que se hacía bajo juramento, repudiando las falsas creencias y errores religiosos, cuestión que comprendía la reconciliación con la Iglesia y la absolución de la excomunión. En otras palabras, era el medio que tenía aquel que había incurrido en un error en la fe para volver a ser admitido en el seno de la Iglesia.

    Para ello, quien abjuraba debía cumplir ciertas condiciones. Entre ellas: detestar el error en que se había incurrido, confesar tal error, realizar la profesión de la fe católica y jurar que no volvería a abandonar la fe. A su vez, se establecía que toda esta ceremonia debía quedar por escrito. Era, por tanto, un acto solemne, pues se hacía bajo juramento y además porque: "[...] los que abjuraron y de los que ellos supieren escribir lo firmaran con el juez, y el notario y testigos[72]".

    Asimismo, la abjuración que hacían los reos, se realizaba luego de leída la sentencia en el Auto de Fe. En consecuencia, la abjuración era una pena que tenía un carácter público, puesto que se realizaba en presencia de todo el pueblo. De ahí que también fuese una pena infamante, toda vez que involucraba la humillación de quien había sido sospechoso o condenado por idólatra.

    La pena de abjuración era aplicada por la Inquisición desde la Edad Media y contemplaba variadas fórmulas[73]. Sin embargo, la abjuración aplicada por los visitadores de idolatrías no hizo tales disquisiciones. Muy por el contrario, hubo una fórmula única para todos los que estaban obligados a realizarla.

    Su aplicación fue bastante frecuente debido, precisamente, al hecho de que todos los idólatras, e incluso los sospechosos de ser tales, estaban obligados a abjurar públicamente. De no hacerlo, no podían reconciliarse con la Iglesia y arriesgaban ser excomulgados.

    La fórmula para llevarla a cabo se encontraba establecida en la Carta Pastoral del arzobispo Pedro de Villagómez, en virtud de la cual el visitador debía llamar a todos los acusados, quienes debían arrodillarse a la entrada de la iglesia para realizar la profesión de fe. Posterior a ello, el visitador con su pulgar les ponía la señal de la cruz en la frente de cada uno, y los invitaba a entrar en la iglesia.

    A continuación el visitador pronunciaba una serie de oraciones, y nuevamente les hacía unas preguntas. Una vez contestadas, los empezaba a reconciliar. Los indios, de rodillas, hacían públicamente profesión de la fe: "[...] y la abjuración en voz alta en su lengua [...] Los indios que aquí estamos de rodillas, y cada uno de nosotros por si solo, decimos: que conocemos la verdadera, catolica y apostolica fe de Jesucristo nuestro señor y la profesamos de todo corazón, y por el contrario aborrecemos y maldecimos aquí públicamente todas las heregias que son contra de la dicha fey señaladamente las idolatrias errores y supersticiones del demonio en que avemos caido o de que asta aquí avemos estado infamados o sospechoso y sentimos y creemos los mismos que la Santa iglesia Romana cree y con la boca y corazon confesamos que creemos y tenemos la misma fe que ella tiene [...]"[74].

    Hecha la reconciliación, se los absolvía solemnemente de la excomunión.



    X. Consideraciones finales

    Al momento de organizarse la institucionalidad antiidolátrica en la diócesis de Lima se debió forzosamente tomar en consideración la realidad social, geográfica y cultural de la población indígena de las zonas rurales andinas y el Estatuto Protector, lo que implicó una transformación al sistema coactivo, que le dio características especiales y diferenciadas del sistema penal e inquisitorial del Antiguo Régimen adecuándose a la realidad andina; asimismo, anticipó las críticas públicas que se realizarían una centuria después en el mundo occidental al orden penal del Antiguo Régimen, estableciéndose un sistema punitivo protomederno o modernizante.

    Lo anterior se refleja en las finalidades de la pena, pues no sólo tuvieron por fin reprimir y ejemplificar para provocar un impacto en la sociedad aplicada, por ejemplo, las penas infamantes, sino que además tuvieron por objeto reeducar y reformar al idólatra. Es decir, el sistema de castigo tuvo una intencionalidad represiva, pero también formativa. Ello se manifiesta claramente, por ejemplo, en la obligación que tuvieron algunos condenados de concurrir a la doctrina una determinada cantidad de días, o bien, de realizar trabajos para la comunidad.

    Aunque lo más sorprendente fue la implementación de la cárcel de Santa Cruz en el Cercado de Lima. Ella se ideó para que todos los considerados peligrosos para la cristiandad estuviesen allí recluidos de por vida, pero con la variante de que además fuesen convertidos y reformados para lograr su salvación.

    Considerar el encierro del delincuente como una alternativa coactiva, evidencia un incipiente debate antropológico jurídico que hizo el cuerpo social referente a la época de la aplicación de penas humillantes o infamantes a los indígenas. En otras palabras, es posible sostener que se estaba iniciando una reflexión relativa al sistema correccional penitenciario.

    Además, la pena carcelaria significó lograr el control social sobre aquellos que las autoridades limeñas consideraban el mayor peligro para la ortodoxia religiosa -los dogmatizadores y sacerdotes de la idolatría-, puesto que se los alejaba de las comunidades, perdiendo así su influjo social, político y religioso.

    Tales objetivos de reeducar y reformar al hombre constituyeron un salto modernizador, que fue posible por la necesidad de observar el Estatuto Protector. Ya no era posible aplicar el sistema punitivo tal como estaba justificado jurídica y teológicamente. En efecto, debieron introducir nuevas finalidades y tipos de penas que se adaptaran a la población a la que iba dirigida. Incluso, pese al celo que tuvo la Iglesia en perseguir y terminar con las idolatrías y todo aquello que pudiese poner en jaque la ortodoxia, se vio forzada a flexibilizar su postura respecto a las sanciones y castigos, atenuando el carácter represivo e infamante que la caracterizaba. Evitaban con esto también la Iglesia y la Corona quebrantar el primer deber que tenían: evangelizar y proteger a los indígenas, para así ganar más almas para su causa: la salvación.


    NOTAS

    [1] Para el desarrollo del siguiente artículo se revisaron ciento setenta y ocho expedientes de los legajos correspondientes al siglo XVII. De estos expedientes, ciento treinta y siete son inéditos conservados en el Archivo Arzobispal de Lima, en adelante AAL.

    [2]Tomás y Valiente, Francisco, El Derecho penal en la Monarquía absoluta. Siglo XVI, XVII y XVIII (Madrid, Tecnos, 1969), p. 353.

    [3] En la actualidad la pena debe ser legal, impuesta por ley anterior y vigente en relación a cada delito concreto.

    [4] Partida VII,31,1.

    [5]Covarrubias Horozco, Sebastián, Tesoro de la lengua castellana o española (Madrid, Luis Sánchez, 1611).

    [6]Las visitas de idolatrías tuvieron como modelo la Inquisición. Lo anterior cobra importancia porque quienes organizaron la institución de las visitas de idolatrías no elaboraron una teoría relativa a la pena, de ahí que nos hemos remitido al sistema inquisitorial para deducir aquellos aspectos no contemplados o analizados por los gestores del nuevo sistema. Para más detalles relativos a la finalidad de la pena en la Inquisición española, véase: García Marín, José María, Magia e Inquisición. Derecho penal y procedimiento inquisitorial en el siglo XVII, en Escudero, Antonio (editor), Perfiles jurídicos de la Inquisición Española (Madrid, Universidad Complutense, 1992), p. 217.

    [7]Tomás y Valiente, Francisco, ct. (n. 2), p. 353.

    [8]Lea, Henry, Historia de la Inquisición Española (Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983), II, p. 611

    [9]Foucault, Michel, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión (Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2004), capítulo II: "Castigar".

    [10]Millar, René, Inquisición y sociedad en el virreinato peruano (Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1997), p. 73.

    [11]León, Marco Antonio, Encierro y corrección. La configuración de un sistema de prisiones en Chile. (1800.1911) (Santiago, Universidad Central, 2003) p. 58, afirma respecto de las finalidades de las penas que: "[...] desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, frente a la espectacularidad de los suplicios, la penalidad estuvo dominada por las necesidades de Estado, ya fuese en lo relativo a disponer de fuerza de trabajo gratuita (las galeras), a manifestar su poder en la comunidad (ejecuciones) o financiar los gastos militares (confiscación de bienes) que se hicieron imprescindibles para solventar la expansión a nuevos territorios".

    [12]Desde el siglo XVI se contempló la necesidad de recluir a los dogmatizadores y hechiceros en un local especial, designándolos con signo distintivo, cuestión que se concretó en la constitución 107 del II Concilio de Lima, ratificado por el III Concilio de Lima. A su vez, las normas conciliares consideraban que estos indígenas debían ser encerrados de por vida. Con todo, las constituciones no contemplaban la finalidad reeducadora de la pena. A su vez, los locales que se crearon para recluir a los indígenas, las más de las veces se trataba de sitios transitorios e improvisados, lo que provocaba la poca o casi nula efectividad de la pena. Para más detalles, véase: Borges Morán, Pedro, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI (Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1940), cap. V.

    [13]AGI, Lima, 301: "Carta del arzobispo Lobo Guerreo al Rey", 20 de abril de 1611. Respecto de la cárcel y su evolución, Mayntz, Renate, Sociología de la organización (Madrid, Alianza, 1972), p. 18. Señala: "[...] los precursores de la prisión actual fueron, hasta el final de la Edad Media, ante todo, las mazmorras en las plazas fuertes de los señores espirituales y temporales. Si en las ciudades había calabozos para deudores y cárceles municipales, en general era menos corriente la privación de libertad, como pena impuesta por los tribunales, a causa de la violación de las leyes, que las penas corporales y las que recaían sobre la vida y la propiedad [...] al final del siglo XVI se difundieron las prisiones de trabajo [...]. Desde entonces se desarrolló la prisión moderna. Hacia finales del siglo XVIII las prisiones de trabajo fueron reemplazadas por prisiones celulares en las cuales ya no se trabajaba [...]".

    [14]Foucault, Michel, cit. (n. 9).

    [15] ARSI Perú, 16: "Carta Annua Lima", 1660-1662.

    [16]Solórzano y Pereira, Juan de, Política Indiana (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1972), II, p. 304.

    [17] AAL, leg, VI, exp. 8.

    [18] AAL, Leg, IIA, exp. 3. Causa criminal de hechicera contra Maria Caxa Pampay india del pueblo de San Pedro de Carac del ayllo Callan.

    [19] AAL, Leg. IIA, exp. 9: "Sentencia de la causa criminal de hechicero de oficio contra Pedro Sebastián, indio del pueblo de San Agustin de Huaquis, provincia de Yauyos".

    [20] En tal sentido Tomás y Valiente, cit. (n. 2), p. 359, señala: "Una misma pena para el que comete hurto doméstico, por pequeño que sea, en Madrid, y para quien roba con violencia en despoblado; una misma pena para el padrino de un desafío entre nobles y para el monedero falso; una misma pena para el sodomita y para el que comete un delito de traición al rey; una misma pena para el bandido que tiene aterrorizada una comarca y para el hombre que tiene trato carnal con un animal. Y esa misma pena es siempre la muerte. Por eso, como un último intento de respetar la proporcionalidad y, al mismo tiempo, persiguiendo esa intimidación que tanto importa, se aplica la pena de muerte en diversas formas: la horca para los plebeyos, y no para los nobles; la muerte de saeta para los casos de Hermandad [...]".

    [21]Villagómez, Pedro de, Carta Pastoral de exhortación e instrucción acerca de las idolatrías de los indios del arzobispado de Lima (Lima, 1649), p. 68.

    [22] AAL, Leg. III, exp. 8: "Causa hecha contra los camachicos del pueblo de Santo Domingo de Pariac por auer sacado los cuerpos cristianos de la yglesia y llevandolos a los machayes y otras ydolatrias", 1656.

    [23]García-Molina Riquelme, Antonio, El régimen de penas y penitencias en el Tribunal de la Inquisición de México (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999), p. 435.

    [24]En general esta pena fue aplicada por la Inquisición a delitos menos graves, pues no causaba perjuicios irreversibles. Este mismo criterio está recogido en Partida VII,31,4, y aplicado por las visitas de idolatrías.

    [25]AAL, leg. I. exp. 2: "San Miguel de Cauri", 1615.

    [26]Villagómez, Pedro de, cit. (n. 21), f. 72 y vuelta.

    [27] ARSI Perú 16: "Carta Annua", 1660-1662.

    [28] AAL, leg. II, exp. 1: "Aberiguacion y auto contra Hernando Julca, yndio, por hechicero".

    [29]Respecto a la pena de soga al cuello, no existe disposición que la regule y establezca su significado. Con todo, es una pena introducida por la Inquisición, que ha sido objeto de discusión en lo relativo al significado de sus nudos. Véase: Lea, Henry, cit. (n. 8),II. p. 649. Maqueda Abreu, Consuelo, El auto de fe, en Escudero, José Antonio (editor), cit. (n. 6), p. 238.

    [30] Partida I,6,11.

    [31]La Inquisición Española aplicó otras variantes de vergüenza pública como el sambenito, la mordaza, la asistencia a misa en forma de penitente, portar algún elemento alusivo al delito, el cuerpo sin cinto ni bonete, entre otras. Para más detalles véase: Eimeric, Nicolau, El manual de los inquisidores (Barcelona, Muchnik Editores, 1983); Lea, Henry, cit. (n. 7); García-Molina Riquelme, Antonio, cit. (n. 23).

    [32]Arriaga, Pablo de, Extirpación de la Idolatría en el Perú (Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1999), p. 126. En sentido similar Betanzos, Juan de, Suma y narración de los Incas. (Madrid, Atlas, 1987), p. 30, señala que el Inca Yupanqui al vencer a los chancas mandó "por cuanto eran orejones, que luego les fueran trasquilados sus cabellos". La incorporación de la pena de trasquilación se puede interpretar como una transculturación colonial, en el sentido que se trata de una infamia que los indígenas aplicaban, siendo adaptada por los españoles para aplicarla en quienes precisamente importaba una ofensa y vergüenza.

    [33] AAL, leg. V, exp. 3.

    [34]Villagómez, Pedro de, cit. (n. 21), p. 68.

    [35] La pena pecuniaria tiene un origen en la Edad Media, siendo readaptada por la Inquisición Española. Para más detalles, véase: García-Molina Riquelme, Antonio, cit. (n. 23), pp. 391 ss. Como se ha señalado, las penas pecuniarias, fuesen multas o confiscaciones, fueron utilizadas por la justicia penal del Antiguo Régimen, cumpliendo al igual que en las visitas de idolatrías la finalidad de equilibrar el daño causado por el delincuente a la víctima directa del hecho, como en el estupro, donde el victimario debía de pagar una suma de dinero a la doncella víctima del delito. Tomás y Valiente, cit. (n. 2), pp. 361 y 393. Del mismo modo, el idólatra debía compensar a la Iglesia, víctima del delito de idolatría.

    [36] AAL, leg. VI, exp. 8

    [37] La pena de confiscación era utilizada por la Inquisición cuando el reo era culpable de herejía. Por su parte la justicia penal la aplicaba en delitos graves como la traición, falsificación de moneda, formas agravadas de homicidio, acompañada de la pena de muerte. Respecto de la justicia o injusticia de la pena, poco es lo que dicen los penalistas de la época. Tomás y Valiente, cit. (n. 2), p. 393.

    [38] Con todo, las visitas de idolatrías no impusieron esta pena a idólatras fallecidos, a diferencia de lo que aconteció en el Santo Oficio.

    [39] AAL, leg. V, exp. 1: "Causa de ydolatrias contra los yndios hechiceros de los aillos de Chamas y Nanis deste pueblo de señor San Francisco de Mangas", 1663.

    [40]Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 138 s.

    [41]En el mismo sentido: Araya, Alejandra, Ociosos, vagabundos y malentretenidos (Santiago, DIBAM, Centro de Investigaciones Barros Arana, Lom, 1999), [ Links ] p. 64.

    [42] La pena de destierro se encuentra contemplada en Partidas VI,3,4.

    [43] AAL, leg. VI, exp. 15.

    [44]Cláusula de quebrantamiento consiste en una advertencia que se le hacía al reo en caso de que volviera sin autorización antes del tiempo de la condena. Para más detalles, véase: : Las Partidas. 7,31,10. Tomás y Valiente, cit. (n. 2), p. 392.

    [45] AAL, leg. VI. exp. 14.

    [46]Fernández Giménez, María del Camino, La sentencia inquisitorial (Madrid, Editorial Complutense, 2000), p. 179; García-Molina, Antonio, cit. (n. 23), p. 214; Tomás y Valiente, cit. (n. 2), p. 357; Lea, Henry, cit. (n. 8), II, p. 653.

    [47]Tomás y Valiente, cit. (n. 2), p. 387, establece que la pena de cárcel solo tenía carácter preventivo, puesto que se basaba en el derecho romano, que consideraba la prisión perpetua equivalente a la esclavitud, la que no se podía aplicar a los hombres libres. Por su parte León, Marco Antonio, cit. (n. 11), p. 58, afirma: "Respecto de la prisión, es preciso indicar que ésta ocupaba un lugar marginal dentro del inventario de penas establecidos por las monarquías europeas, ya que la privación de libertad no era considerada en sí misma como un castigo [...] su misión estaba más bien restringida a ser un espacio de encierro preventivo, donde el inculpado esperaba la sentencia por su delito".

    [48]Partida VII,31,4: "[...] Ca la carcel non es dada para escarmentar los yerros: mas para guardar los presos tan solamente en ella, fasta que sean judgados [...]".

    [49]Donoso, Justo, Instituciones del Derecho canónico americano (Paris, Librería de Rosa y Bouret, 1858), III, p. 327.

    [50]"Ordenanza que crea la Casa de Santa Cruz", en Revista Inca, 1 (1923) 4, p. 76.

    [51]"Carta del Príncipe de Esquilache al Rey", Lima, 15 de abril de 1617, en Mss. "Colección Vargas", en Vargas Ugarte, Rubén, Historia eclesiástica del Perú (Burgos, 1959), II, p. 312.

    [52]"En la casa de Santa Cruz, que sirve de reclusión para los más perjudiciales maestros y ministros de idolatrías [...] no salen sino en los días de fiesta a misa y sermón en procesión con sus fiscales; aquí se les enseña cada día uno de nuestros Padres la doctrina. Dáseles por orden del virrey suficientemente de comer, porque aunque tienen muchos tornos armados para hilar lana, que es oficio fácil y muy usado por los indios para que ganen su comida [...]": Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 148.

    [53] AGI, Lima, 301: "Carta del arzobispo Lobo Guerreo al Rey", 20 de abril de 1611.

    [54] Ibíd.

    [55]AGI, Lima, 301: "Carta del arzobispo Lobo Guerrero al Rey", 9 de marzo de 1617. Para más detalles, véase: Duviols, Pierre, La lutte contre les religions autochtones dans le Pérou colonial (Paris, Institut Français d'Etudes Andines, 1971).

    [56]"Carta del Príncipe de Esquilache al Rey", Lima, 15 de abril de 1617, en Mss. "Colección Vargas", en: Vargas Ugarte, cit. (n. 51), II, p. 312.

    [57]Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 148.

    [58] Ibíd., p. 106.

    [59] "Los que vienen aquí por tiempo limitado salen cuando se cumple; los demás cuando se entienden que están escarmentados, enmendados y enseñados": Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 149.

    [60] ARSI, Perú 16: "Carta Annua", 1660-1662.

    [61]"Carta Annua de la Provincia del Perú de la Compañía de Jesús", 1621, en Revista de Archivos y Museos Nacionales, 5 (Lima, 1900, año III), p. 58.

    [62]Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 149.

    [63] AGI, Lima, 301: "Carta del arzobispo Lobo Guerrero al Rey", 15 de abril de 1619.

    [64] AAL, leg. V, exp. 2: "Causa de ydolatria contra los yndios ydolatras hechiceros del pueblo de señor San Francisco de Mangpas", 1662.

    [65]Villagómez, Pedro de, cit. (n. 21), p. 68.

    [66]Barraza, Jacinto, Historia de las fundaciones de la Compañía de Jesús en el Perú (Copia dactilografiada en Biblioteca Nacional de Lima).

    [67]Arriaga, Pablo de, cit. (n. 32), p. 110.

    [68] AAL leg. IV, exp. 3: "Autos criminales seguidos contra Agustin Carvajal o Ricapa, indio natural de Huanuco", 1662.

    [69] AAL leg. IIA, exp. 6: "Sentencia que pronuncia el visitador bachiller Juan Sarmiento de Vivero en las causas que se fulminaron a varios indios del pueblo de Quinti, en orden a la idolatría y supersticiones", 1660.

    [70] AAL, leg. V, exp. 7: "Causa criminal contra Maria Susa Ayala, mercanchifle, acusada de inquietar a los hombres y comerciar con tierra, agua y hierbas que tienen virtud de ventura. Tambien son procesados, su compadre Sebastián Huata Quito por suersticioso, usar de venenos y haberse fugado del cepo donde estaban preso. Y el padre de este, Sebatian Quito el viejo por vivir apartado, ser hechicero al que consultaban para los casamientos y no saber los rudimentos de la doctrina cristiana", 1662.

    [71]"Causa hecha a los yndios camachicos del pueblo de Santa Catalina de Pimachi anejo de la doctrina de San Pedro de Hacas por aver sacado los cuerpos de la yglesia y llevadolos a sus machayes y aver adorado ydolos y otros ritos y ceremonias antiguas", en Duviols, Pierre, Procesos y visitas de idolatrías, Cajatambo Siglo XVII (Lima, Pontificia Universidad Católica de Lima, 2003), p. 320.

    [72]Villagómez, Pedro de, cit. (n. 21), p. 70.

    [73] Para más detalles, véase: Eimeric, Nicolás, cit. (n. 31), p. 190 ss.; García-Molina Riquelme, Antonio, cit. (n. 23), pp. 551 ss.

    [74]Villagómez, Pedro de, cit. (n. 21), p. 70.

    Bibliografía

    Araya, Alejandra, Ociosos, vagabundos y malentretenidos (Santiago, DIBAM, Centro de Investigaciones Barros Arana, Lom, 1999).

    Arriaga, Pablo de, Extirpación de la Idolatría en el Perú (Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1999). [ Links ]

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    Lea, Henry, Historia de la Inquisición Española (Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983), II. [ Links ]

    León, Marco Antonio, Encierro y corrección. La configuración de un sistema de prisiones en Chile. (1800.1911) (Santiago, Universidad Central, 2003). [ Links ]

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    Mayntz, Renate, Sociología de la organización (Madrid, Alianza, 1972). [ Links ]

    Millar, René, Inquisición y sociedad en el virreinato peruano (Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1997). [ Links ]

    Solórzano y Pereira, Juan de, Política Indiana (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1972), II. [ Links ]

    Tomás y Valiente, Francisco, El Derecho penal en la Monarquía absoluta. Siglo XVI, XVII y XVIII (Madrid, Tecnos, 1969). [ Links ]

    Vargas Ugarte, Rubén, Historia eclesiástica del Perú (Burgos, 1959), II. [ Links ]

    Villagómez, Pedro de, Carta Pastoral de exhortación e instrucción acerca de las idolatrías de los indios del arzobispado de Lima (Lima, 1649).



    Correspondencia: Candidata a Doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora del departamento de Historia de la Universidad Adolfo Ibáñez. Dirección postal: Correo electrónico: maria.cordero@uai.cl. *Este artículo es parte de la investigación elaborada en el marco de la tesis para obtener el grado de Doctor en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Chile, dirigida por el profesor René Millar Carvacho.

    Recibido: 11 de agosto de 2010. Aprobado: 21 de agosto de 2010.



    https://scielo.conicyt.cl/scielo.php...52010000100013
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Monseñor Viganò: «Así tendrá su templo la neo-religión mundial. Con la aprobación del papa»

    Por INFOVATICANA | 21 noviembre, 2019

    Estimados amigos de Duc in altum:

    He recibido de monseñor Carlo Maria Viganò un artículo que con gusto les propongo. Atañe al proyecto de la Abrahamic Family House, un edificio que se construirá en Abu Dhabi y que acogerá una sinagoga, una mezquita y una iglesia. «En el jardín de Abu Dhabi -escribe Viganò-, está a punto de surgir el Templo de la Neo-Religión sincrética mundial con sus dogmas anticrísticos. ¡Ni siquiera el masón más esperanzado se podría haber imaginado algo así!».

    ***

    «A los Venerables Hermanos… que en paz y comunión con la Sede Apostólica defienden la Verdad revelada por Jesucristo, salud y Bendición Apostólica. Tal vez en el pasado nunca haya sucedido que el corazón de las criaturas humanas estuviese tan predispuesto como lo está hoy a un vivo deseo de fraternidad… Se comprende fácilmente… por qué son tantos los que claman para poder ver, cada vez más unidas entre ellas, las distintas naciones, llevadas a ello por esta hermandad universal».
    Quien se expresa así es el Sumo Pontífice Pío XI al principio de su encíclica Mortalium animos del lejano 1928, firmada el día de la Epifanía, cuando la Iglesia recuerda a los tres sabios Magos venidos de Oriente, primeros de una interminable caravana procesional guiada por una brillante estrella que apareció en el firmamento cuando hacía su entrada en la tierra el Hijo de Dios encarnado, Único Salvador, centro del cosmos y de la Historia.

    Noventa y un años después, el viernes 15 de noviembre de 2019, como refiere "VaticanNews", el papa Bergoglio recibió en audiencia al gran imán Ahmed Al-Tayeb, acompañado por varias personalidades y representantes de la Universidad de Al-Azhar y del Comité Superior, todos ellos animados por la voluntad de dar forma y concreción a los contenidos del Documento sobre la Hermandad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia común, firmado el pasado mes de agosto siguiendo la estela de la histórica Declaración de los Emiratos, firmada a su vez por el pontífice y el imán durante el Año de la Hermandad.

    A propósito de este Documento, Su Excelencia Mohamed Khalifa Al Mubarak, como representante de los Emiratos Árabes Unidos, había declarado con anterioridad ("VaticanNews", 21 de septiembre de 2019) que «en un mundo en el que son tantas las cosas que dividen, los Emiratos están comprometidos en unir. Como faro luminoso, quieren llevar la luz a un mundo oscuro, sacando a la luz este Documento, el más importante firmado en estos últimos tiempos»; es como decir que la «Orientale Lumen» que ha venido a visitarnos como el Sol que nace de lo alto (Lc 1, 78) ha sido eclipsado por un nuevo «Faro Luminoso».

    Los coloquios del encuentro vaticano han sido cordiales, con palabras y gestos que demuestran una amistad consolidada: recordemos que se trata del sexto encuentro entre el pontífice y el gran imán. La calidez latinoamericana ha prevalecido sobre el largo y rígido «hielo» que había entre la sede apostólica y la máxima representación del islam suní. El encuentro ha ofrecido, además, la oportunidad de presentar al pontífice un proyecto singular del que es posible hacerse una idea gracias a la maqueta en 3D.

    Sir David Adjaye Obe es quien ha ideado este proyecto arquitectónico, que surgirá en la opulenta y extravagante Abu Dhabi. Se trata de la Casa de la Familia Abramítica, que surge de la Nueva Tienda de la Hermandad Universal, evocadora de esa otra Tienda de la Acogida en la que el antiguo patriarca acogió a tres misteriosos ángeles (cf. Gn 18), prefiguración del Dios Trinitario plenamente revelado a la legítima posteridad abramítica por medio de la fe en Jesucristo.

    La Casa de la Familia Abramítica es, por tanto, el nombre de este edificio que acogerá en su interior una sinagoga, una mezquita y una iglesia, dedicada claro está a san Francisco.

    El proyecto de sir David prevé que los tres lugares de culto estén unidos entre ellos por unos cimentos únicos y que los tres surjan dentro de un jardín, evocación de un Nuevo Edén, reedición en clave gnóstica y masónica del paraíso de la Primera Creación.

    Como se le ha explicado al papa Bergoglio, esta «construcción… servirá como lugar de culto individual, pero también para el diálogo y el intercambio interreligioso». De hecho, se ha previsto también la construcción de un cuarto edificio, sede del Centro de Estudios e Investigación sobre la Hermandad Humana, cuyo objetivo, que se deduce del documento de Abu Dhabi, será «dar a conocer las tres religiones». En esta misma sede tendrán lugar las ceremonias para la entrega del Premio Hermandad Humana.


    La construcción de la Casa de la Familia Abramítica parece una empresa babélica, ideada por los enemigos de Dios, de la Iglesia católica y de la única verdadera religión capaz de salvar al hombre y a toda la creación de la destrucción, tanto presente como eterna y definitiva. Los cimientos de esta «Casa», destinada a ceder y a derrumbarse, surgen donde, por mano de los mismos constructores, está a punto de ser increíblemente eliminada la Única Piedra Angular: Jesucristo, Salvador y Señor, sobre el que surge la Casa de Dios. «Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo», advierte el apóstol san Pablo (1 Cor 3, 10-11)

    En el jardín de Abu Dhabi está a punto de surgir el Templo de la Neo-Religión sincrética mundial con sus dogmas anticrísticos. ¡Ni siquiera el masón más esperanzado se podría haber imaginado algo así!

    El papa Bergoglio lleva a cabo, así, una ulterior apostasia, fruto del neomodernismo panteísta y agnóstico que tiraniza la Iglesia romana, germinado en el documento conciliar Nostra aetate. Estamos obligados a reconocerlo: los frutos envenenados de la «primavera conciliar» están ante los ojos de quienes no se dejan cegar por la Mentira imperante.

    Pío XI nos había advertido y puesto en guardia. Pero las enseñanzas anteriores al Vaticano II han sido arrinconadas porque consideradas intolerantes y obsoletas. La comparación entre el Magisterio preconciliar y las nuevas enseñanzas de Nostra aetate y Dignitatis humanae -por citar sólo estas-, manifiestan una terrible discontinuidad, de la que hay que tomar nota y que urge enmendar. Deo adiuvante…

    Escuchemos las palabras del Sumo Pontífice Pío XI, cuando los papas solían hablar con el lenguaje de la Verdad, cincelado con fuego en el diamante.
    «Es habitual que convoquen congresos, reuniones, conferencias, con una amplia intervención de público, al que invitan a discutir en todo momento: infieles de todo tipo, cristianos e incluso aquellos que miserablemente apostataron de Cristo o que con gran terquedad niegan la divinidad de su Persona y de su misión. Ciertamente, no pueden obtener la aprobación de los católicos estos intentos basados en la falsa teoría que presupone buenas y loables todas las religiones, dado que todas ellas, aunque de manera distinta, manifiestan y representan ese sentimiento que es inherente a todos y por el cual nos sentimos llevados a Dios y al consiguiente reconocimiento de su dominio. Ahora bien, los seguidores de esta teoría, no sólo viven en el engaño y el error, sin que repudian la verdadera Religión, depravando su concepto y dirigiéndose lentamente al naturalismo y el ateísmo; de ello se deriva que todos los que se adhieren a estas teorías e intentos se alejan del todo de la Religión revelada por Dios… La Esposa mística de Cristo, a lo largo de los siglos, nunca fue contaminada, y nunca podrá contaminarse, según las palabras de Cipriano: «La Esposa de Cristo no puede ser adúltera: es incorrupta y púdica. Conoce una única casa y custodia con casto pudor la santidad de un sólo tálamo»»
    (Mortalium animos).

    «Hoy más que nunca… la Iglesia necesita oír doctrinas fuertes y coherentes. En medio de la disolución… los compromisos son cada vez más estériles, y cada uno de ellos se lleva un trozo de la verdad… Mostraos por tanto… tal como sois en el fondo, ¡católicos convencidos…! Hay una gracia vinculada a la confesión plena y total de la fe. Esta confesión, nos dice el Apóstol, es la salvación de quienes la realizan, y la experiencia demuestra que es también la salvación de quienes la desean»
    (dom Prosper-Louis-Pascal Guéranger, Il senso cristiano della Storia).

    También el pontífice emérito Benedicto XVI ha roto de nuevo su silencio para hacer pública su oración, llena de dolor, por la Iglesia, que atraviesa un momento muy difícil de su historia: «También hoy nuestra fe está amenazada por los cambios a los que las modas mundanas desearían someterla para sustraerla a su grandeza. Señor, ayúdanos en este tiempo a ser y seguir siendo verdaderos católicos – a vivir y morir en la grandeza de Tu verdad y en Tu divinidad. Danos obispos valientes que nos guíen a la unidad en la fe y con los santos de todos los tiempos, y que nos muestren como actuar de manera adecuada al servicio de la reconciliación, al que nuestro episcopado está llamado de manera especial. Señor Jesucristo, ¡ten piedad de nosotros!».

    Publicado por Carlo Maria Viganò en el blog de Aldo Maria Valli, Duc in altum.

    Traducción de Verbum Caro para InfoVaticana.


    https://infovaticana.com/2019/11/21/...cion-del-papa/


    Sin nada que quitar o que aportar, sin intento alguno de interpretación de ninguna clase, resulta difícil sustraerse de las palabras de San Pablo en Tesalonicenses 5-3:

    Cuando se dicen: <<Paz y seguridad>>, entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina como los dolores del parto a la preñada, y no escaparán.

    Para seguir en los siguientes:

    4 Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como ladrón; 5 porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. 6 Por consiguiente, no os durmáis como los otros, antes bien velad y vivid sobriamente. 7 Los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. 8 Pero nosotros, hijos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y la caridad y del yelmo de la esperanza en la salvación. 9 Que no nos destina Dios a la ira, sino a la salvación por nuestro Señor Jesucristo, 10 que murió por nosotros para que n vida y en muerte vivamos unidos a Él. 11 Así, pues, consolaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  16. #156
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Boicotean una exposición del Sínodo de la Amazonía en Madrid


    Por INFOVATICANA | 21 noviembre, 2019

    Hace una semana, en la parroquia de San Francisco de Borja de Madrid, de los jesuitas, se celebró una mesa redonda en la que participaron miembros de la REPAM, y en la que se exhibieron las Pachamamas que fueron objeto de idolatría en los jardines del Vaticano y en la Iglesia Santa Maria in Traspontina.

    Se exhibió también el resto de objetos utilizados en los rituales del sínodo: la canoa, el hombrecillo semidesnudo, las plumas coronando la cabeza de algunos índigenas, redes con los colores del arco iris, una especie de sonajero gigante, un loro multicolor, la foto de una mujer dando de mamar a un extraño animal y, por supuesto, dos esculturas de la Pachamama colocadas en lugar de honor.

    En los días posteriores a la citada mesa redonda, la parroquia de los jesuitas mantuvo una exposición permanente relacionada con la Pachamama y el Sínodo de la Amazonía.

    Ayer a mediodía unas personas accedieron al claustro de la iglesia, donde se encontraba la exposición, y se han hecho con los folletos y carteles de la misma, arrojándolos a un contenedor de basura. Los autores se autodenominan el «Comando San Bonifacio».


    https://infovaticana.com/2019/11/21/...nia-en-madrid/

    No hay mucho que comentar, simplemente es que estos son abiertamente unos apóstatas, y sólo recordar, sobretodo a quienes no viven en Madrid, que en esta misma pseudoparroquia se denegó a la familia Franco una misa por el alma de su abuelo, un católico que murió abrazando la Cruz. ¡Vaya tropa de frailunos! Parroquia hereje, cuidado con sus misas, no vayan a ser en honor de Mitra.
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  17. #157
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Francisco: «No tengamos miedo de querer inculturar el Evangelio cada vez más»

    https://infovaticana.com/2019/11/22/...-cada-vez-mas/


    <<Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura...>>

    Palabras de Jesucristo en S. Marcos 16-15, y S. Mateo 28-19


    No es lo mismo inculturar el Evangelio, que evangelizar todas las culturas predicando el Evangelio a todas las naciones. Hasta ahora las nuevas modas vaticanas están demostrando que pretenden cambiar el sentido del Evangelio, y éste es el fundamento de la propia Iglesia. No hacen sino hablar de inculturación, que es un neologismo sustitutivo de aculturación, término éste presente en todos los diccionarios de Antropología hasta ahora, y que significa cambiar, transformar, sustituir, ciertos elementos para incorporar otros nuevos.

    El Evangelio es la Sagrada Tradición, y no se puede inculturar, sólo transmitir, enseñar tal cual y bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    "El lugar de la Pachamama está en el infierno, por eso quemé ese ídolo"


    • 22-11-2019



    "Quemé la Pachamama para ponerla en su lugar, en el fuego del infierno". Por primera vez en Europa habla a La Nuova BQ el padre Hugo Valdemar, el sacerdote mexicano que se hizo viral en internet por haber quemado tres reproducciones de Pachamama. "Los fieles se escandalizaron por lo que vieron durante el Sínodo. Fue una ofensa al primer mandamiento". Luego sobre los frutos de la Teología de la Liberación dice: Es culpable de la secularización de Latinoamérica porque ha vaciado la fe y ha favorecido el desplazamiento de los católicos a sectas protestantes".




    Mientras se espera el documento postsinodal que el Papa Francisco prometió publicar antes de que termine el año, el debate en torno al Sínodo para la Amazonía está más vigente que nunca, pues el mismo desvelaría la decisión final del pontífice en cuanto a los tres “puntos de la discordia” propuestos por la Asamblea Sinodal: la ordenación de hombres casados, el diaconado femenino y la elaboración de un rito amazónico proprio. “Tres graves aberraciones que dividen a los católicos y que esperamos que el Papa no ceda a semejante barbaridad”, afirmó el padre Hugo Valdemar, canónico penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, en un video publicado el pasado 04 de noviembre en el periódico “ContraRéplica”.

    Fue el sínodo del “escándalo” y de la “división”, indicó el P. Valdemar en el video.“No pasará a la historia por sus aportes pastorales para la evangelización de esa zona (la Amazonía), ya mayoritariamente protestante, a causa del abandono de una verdadera misión y evangelización por una labor más bien social, que sigue siendo un laboratorio de la peste de la Teología de la Liberación, que lo único de lo que ha liberado a los nativos es de la fe católica”.

    Un día antes se había hecho viral en las redes sociales un video del padre Hugo Valdemar, en donde quemaba tres imágenes de “Pachamama” junto a un grupo de fieles, como acto de protesta contra la utilización de los símbolos amazónicos en Vaticano durante el Sínodo. Un gesto impactante realizado por un sacerdote con gran relevancia en la nación latinoamericana, pues durante 15 años fue portavoz de la arquidiócesis de México, durante el gobierno pastoral del Cardenal Norberto Rivera. La Brujula Cotidiana lo entrevistó para conocer sus motivaciones.



    ¿Qué lo impulsó a realizar este gesto tan fuerte contra Pachamama?


    Mientras se llevaba a cabo en Roma el sínodo del Amazonas, muchas personas se acercaron a mí escandalizadas, heridas y enojadas por los varios actos de culto idolatra realizados a la diosa andina Pachamama y a otros fetiches amazónicos. Fue una gravísima ofensa al primer mandamiento y a la santidad de Dios, por eso decidí hacer con los fieles de mi parroquia un acto de desagravio en el interior del templo y afuera unas peticiones de perdón, con la quema pública de 3 imágenes de Pachamama. Fue una manera de ponerla en su lugar, que es en el fuego del infierno.

    ¿En qué consiste realmente este culto a Pachamama?

    Cómo sabemos, ni siquiera es una deidad amazónica, sino andina, y es la divinización de la tierra, como si fuera un ser animado y divino,una persona a la que se le pide y se le rinde culto; lo cual es una superstición propia del pensamiento mágico, pero nunca justificable desde la razón y desde la fe cristiana. Si Pachamama es una deidad indígena, no tiene cabida en un templo cristiano, es tanto como introducir una imagen de Satanás, eso es sacrílego y blasfemo.


    Y justamente en el video de la quema, usted calificó de “acto sacrílego” lo sucedido en los jardines vaticanos y de “profanación” la ceremonia realizada con los símbolos amazónicos dentro de la Basílica de San Pedro, bajo estas premisas ¿cómo ve la decisión del Sínodo de dar luz verde a la creación de un “rito amazónico”?


    Sería algo gravísimo, sería querer dar culto a Dios y al diablo al mismo tiempo. Una verdadera inculturación supone primero una purificación de los elementos culturales, cosa que ni siquiera se mencionó en el Sínodo. Lo que se pretende es un sincretismo blasfemo e idolátrico, que atenta contra la fe de la Iglesia que adora a un Único Dios Verdadero en sus Tres personas divinas, pero jamás rinde adoración a las creaturas ni consiente el pensamiento mágico y supersticioso.

    En cambio, para el Vaticano Pachamama “representaba la vida, la fragilidad y la madre tierra”, de acuerdo con las declaraciones de Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano…

    Fue una explicación del todo insuficiente que no pudo quitar la acusación de idolatría. Ahí están los videos y las imágenes donde se rinde un verdadero culto de adoración. Me pregunto, ¿se puede negar la evidencia? Las imágenes son clarísimas y devastadoras, y no son de un solo acto, este escandaloso culto se prolongó por días en la iglesia de Santa María Traspontina, la Conferencia Episcopal Italiana le compuso una oración y hay intención de propagar su culto, lo cual es condenable.

    Pero, el Osservatore Romano y las voces oficiales de la Santa Sede sostienen que no hay idolatría hacia Pachamama porque es un simple símbolo de una cultura, ¿qué opina?

    Si delante de un símbolo se rinden danzas cultuales, se hacen oraciones, invocaciones, y se le adora de rodillas hasta tocar la cabeza en el suelo, entonces se le considera un símbolo divino y por lo tanto es un acto abominable de idolatría. Los católicos somos personas pensantes, no pueden ofender la inteligencia de los fieles con esas explicaciones tan débiles e insostenibles.




    Hay quien comparan la Pachamama con la Virgen de Guadalupe, ¿es posible esta comparación?

    Semejante comparación además de ignorante es blasfema, la santísima Virgen de Guadalupe cuando se aparece se presenta como la verdadera madre de Dios, nunca como si ella fuera una deidad. La Virgen trae a Jesús en su seno porque lo porta a los pueblos del continente americano, con el mensaje del Evangelio vino a combatir la idolatría, la superstición, el culto diabólico a los ídolos y los sacrificios humanos. Vino a reconciliar a dos pueblos y culturas, pero nunca divinizó los ídolos aztecas o los integró a su mensaje.

    ¿Qué piensa de esta casi demonización de la primera evangelización de América Latina?

    Es fruto de la ignorancia, pero sobre todo de una mentalidad insostenible, la del buen salvaje, como si el mundo indígena viviera en perfecta armonía entre los pueblos y con la naturaleza, cuando sucede todo lo contrario. Al menos en México los pueblos indígenas vivían en interminables guerras, los aztecas eran crueles, sacrificaban cada año a miles de personas y tenían sometidos a otros pueblos. De hecho, la conquista la hicieron los españoles, pero ayudados por miles de indígenas que estaban cansados de la opresión y crueldad de los aztecas. Los misioneros hicieron una labor titánica, fueron hombres llenos de fe. Gracias a ellos hoy conocemos sus culturas, sus lenguas y sus tradiciones. Los misioneros llegaron para evangelizar, para civilizar, para traernos lo más valioso que es la fe católica, les debemos estar eternamente agradecidos.

    ¿Cuál es el desafío más importante que tienen hoy los católicos en América Latina?

    Tenemos necesidad de una evangelización más profunda, de volver a la fe católica en su integridad. La teología de la liberación es la culpable de la secularización de muchos países y sobre todo del cambio de los fieles católicos a otras sectas protestantes, porque esos grupos ofrecen el Evangelio, la trascendencia, la vivencia de la caridad. Mientras la teología de la liberación vacío de contenido la fe, la politizó y ahora es el instrumento para reinstaurar la idolatría y la superstición.

    ¿Y el desafío de los católicos mexicanos?

    Dar profundidad y un verdadero sentido evangélico a la enorme religiosidad popular que tiene nuestro pueblo. Hacer compatibles la fe y la vida, hacer de la fe un verdadero encuentro con Jesús que hace incompatible la desigualdad, la corrupción, la violencia, el egoísmo. Es decir, lo que hace falta es una profunda evangelización.


    Marinellys Tremamunno







    https://lanuovabq.it/it/el-lugar-de-...ueme-ese-idolo
    Valmadian y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.

  19. #159
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Valmadian dijo en #156:

    No hay mucho que comentar, simplemente es que estos son abiertamente unos apóstatas, y sólo recordar, sobretodo a quienes no viven en Madrid, que en esta misma pseudoparroquia se denegó a la familia Franco una misa por el alma de su abuelo, un católico que murió abrazando la Cruz. ¡Vaya tropa de frailunos! Parroquia hereje, cuidado con sus misas, no vayan a ser en honor de Mitra.
    Es lo que iba a decir yo, pero tú ya lo has hecho muy bien. En efecto, esta comunidad "jesuítica" que tanta prisa se ha dado en poner imágenes sacrílegas de la "pachamama" y todas esas zarandajas masónico-sincréticas, es la misma que se HA NEGADO a oficiar una misa por el Generalísimo; lo que es un acto gravísimo, pero LO ES AÚN MÁS, hasta la atrocidad, porque se trata de la Iglesia a la que acude tradicionalmente la familia Franco (y la familia Carrero Blanco)...es el mismo Templo del que salió el Almirante Carrero Blanco justo antes de ser vilmente asesinado.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 23/11/2019 a las 03:44
    Valmadian dio el Víctor.

  20. #160
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    Re: ¿Pero ya hay cisma de facto o no lo hay?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Hablando de cuestiones infernales, la Jerarquía Eclasiástica debería condenar duramente y DE INMEDIATO el evento satanista que se va a producir nada menos que en la Facultad de Filología de la UCM. Lo que va a ocurrir va a hacerse impunemente y con alevosía, utilizando un lugar público. Enlazo el sitio, únicamente por interés informativo:

    https://satanistas.es/la-experiencia...tanismo-y-lhp/

    Se va a homenajear al mismísimo "príncipe de este mundo", en expresión evangélica, a la vista de todos; demostrando hasta qué punto está degradada la institución académica por excelencia (la Universidad). Es algo lógico, que después de rechazar la Religión y sustituirla por la "diosa razón" se termine de esta manera. Las Autoridades civiles, lejos de prohibir tales infamias, las promueven y protejen, pues no son más que la expresión de la pura maldad que ellos mismos rezuman; de la igual manera que han profanado santos lugares, ahora permiten adorar a Satanás.

    https://infovaticana.com/2019/11/26/...a-complutense/

    En estos momentos vienen a mi mente aquellos héroes universitarios de Fuerza Nueva, AJT, SEU y la Primera Línea, que durante la Transición no hubieran dejado tal felonía sin su justo castigo.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 27/11/2019 a las 02:28

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