El cisma ya existe, tal como lo explican en el siguiente artículo con toda claridad, ¿dónde estás o estarás? Reconozco que durante muchos años yo he tenido la fe del carbonero, me ocupaba, si, de otras cuestiones más mundanas, como la política o el gusto por algunas ciencias. De la política huyo cada vez más, porque lo que hay es pura bufonería, prácticamente no hay casi nada serio, nada digno de ser analizado y tomado como propio ni por aproximación. De ahí que más despacio antaño, fuera buscando un cierto refugio en las cuestiones de la Iglesia, la casa en la que estar a salvo de los vientos (pronto huracanes y ciclones, me temo) del mundo. Pero a medida que voy profundizando veo con creciente preocupación que ya no hay ni refugios, como no sean los de la propia mente y conciencia cristianas, los libros que sabes ciertos y tu propia casa. Y aun a riesgo de parecer en ocasiones un milenarista, que no lo soy, es verdad que los signos de los tiempos son aterradores y coinciden con los avisos de Los Evangelios.


¿Un cisma en la Iglesia Católica?

José Miguel Arráiz, el 6.03.17 a las 4:13 PM

Fr. Dwight Longenecker

Recientemente Fr. Dwight Longenecker ha escrito en su blog personal un artículo que me ha parecido muy interesante porque trata de forma prudente pero a la vez valiente, un tema que aunque es evidente muchas veces evitamos tocar. Al final del artículo comparto, para quienes no le conocen, una breve biografía de este sacerdote católico converso desde el anglicanismo.

¿Cisma? ¿Qué cisma?

Los titulares de la semana pasada en los noticieros comentaban que un grupo de cardenales cree que el Papa Francisco debe renunciar para evitar un cisma catastrófico en la Iglesia Católica.

Es un hecho que la Iglesia Católica en la actualidad ya está en el cisma, pero es un cisma interno, oculto para la mayoría de las personas.

La división es muy clara y sin embargo prácticamente tácita. Nadie se atreve a hablar de ello. La división existe entre cardenales, entre obispos y arzobispos, entre teólogos y entre párrocos. Existe también entre liturgistas y catequistas, trabajadores de iglesias, músicos, maestros, periodistas y escritores.


No es realmente una división entre conservadores y liberales, entre tradicionalistas y progresistas.

Es una división entre quienes creen que Jesucristo es el Hijo de Dios, nacido de la Virgen, y que como la segunda persona de la Trinidad Santa e indivisa estableció su iglesia en la tierra sobrenaturalmente llena del Espíritu Santo que permanecería firme hasta el fin de los tiempos, y los que creen lo contrario.

Los que creen lo contrario son los modernistas. Ellos son los que piensan que la iglesia es una institución de construcción humana. Un accidente histórico que ocurrió hace dos mil años y que tuvo éxito por algunos giros del destino y algunas circunstancias felices. Desde esa perspectiva la iglesia “puede” y “debe” adaptarse y cambiar para cada edad y cultura en la que se encuentra.

Esta es la gran división. Este es el cisma que ya existe.

Pero ¿es la iglesia una institución divinamente designada y establecida para la salvación eterna de las almas o es una construcción social en donde las personas sinceras se han juntado para hacer del mundo un lugar mejor?

Esta es la división que existe dentro de la iglesia hoy y cada conflicto que ocurre -desde la música, la arquitectura, el arte, la educación católica, la liturgia, la literatura, las devociones a las disciplinas y las doctrinas- todo vuelve sobre esta división básica.

Por supuesto yo estoy de acuerdo con los primeros: en que la iglesia fue establecida por el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo para la derrota de Satanás, la salvación de las almas y la redención del mundo a través de las gracias sobrenaturales potenciadas por la muerte sacrificial de Jesucristo en la cruz.

Todo lo demás, desde salvar el medio ambiente hasta alimentar a los hambrientos, desde la igualdad de derechos de los trabajadores hasta la apertura de un comedor de beneficencia, desde la educación de los jóvenes hacia el logro de la paz y la justicia, todo eso es secundario y depende de esta primera y eterna prioridad.

El cisma ya existe.

Todo lo que se requiere es que cada católico decida en qué lado está.


¿Un cisma en la Iglesia Católica?