Revista FUERZA NUEVA, nº 360, 1-Dic-1973
DIARIO DE UN INGENUO
LOS MALOS PASTORES
La falla clerical de la Cárcel de Zamora, las encerronas de curas que han abandonado su ministerio sagrado para dedicarse al gamberrismo en locales eclesiásticos y la reunión de elementos rojos y separatistas en un local parroquial de Barcelona, ha sido la música con que el ala marchante de la Iglesia ha acogido la visita del representante del papa, monseñor Casaroli, al Gobierno español. Había que meter ruido para ver si en Roma se asustaban y daban marcha atrás en el propósito de regular, sobre nuevas bases, unas relaciones entre el Estado y la iglesia, deterioradas por el esfuerzo de unos clérigos que pretenden, a la vez, destruir a la Iglesia y al Estado.
Ellos mismos, en el caso de los miembros de la ETA, se han proclamado marxistas-leninistas, y ningún obispo puede ignorar lo que significa ser marxista-leninista ni lo que entraña mantener como sacerdote a un marxista-leninista. ¿Cómo se explica entonces que haya obispos que amparen a los curas marxistas en vez de expulsarlos de un sacerdocio al que han traicionado y en el que resulta sacrílega su presencia? No se explica de ninguna manera. Se oculta.
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EL PUEBLO DE DIOS
Una mentira repetida mil veces parece una verdad. La máxima es de Lenin, pero los curas progresistas la han aprendido bien. Se esfuerzan de tal forma en presentar a unos grupos de curas y de militantes laicos como representantes de los católicos españoles, que han llegado a creérselo. De otra forma no se explicaría que en un editorial de “Vida Nueva” se reproche a monseñor Casaroli haber marginado, durante su visita (de 1 a 3 de noviembre), al “pueblo católico español”.
¿Quién es el “pueblo católico español” para la revista que dirige Martín Descalzo?
¿Los 500.000 españoles que se manifestaron en diciembre de 1970 en la Plaza de Oriente o los 110 que se han encerrado en la nunciatura? ¿Los 300.000 que desfilaron por Barcelona aclamando a Franco o los 113 reunidos ilegalmente en una parroquia de la ciudad? ¿Los 100.000 bilbaínos que desfilaron al grito de “Gora España” el 24 de diciembre de 1970 o los 50 que se han encerrado en el obispado? ¿Los 2.000 sacerdotes que se reunieron para orar en Zaragoza en 1972 o los 6 que han quemado la capilla en la cárcel de Zamora?
Estas son las preguntas a las que hay que responder antes de hablar en nombre del “católico pueblo español”. Porque una mentira, aunque se diga mil veces, sigue siendo una mentira.
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EL PROBLEMA
Monseñor Casaroli, en uno de los discursos que pronunció durante su visita a España, dijo: “El Papa vive no la tragedia pero sí los problemas del catolicismo. La Iglesia tiene que vivir para seguir el cambio de los tiempos y para poder ser hoy -en nuevas situaciones frente a nuevos problemas- lo que fue en siglos pasados”.
Comprendemos muy bien los problemas de la Iglesia, que en no pequeña medida se los ha buscado ella misma al no haber sido capaz de mantener el dogma, la moral y la disciplina con la energía que el servicio al pueblo de Dios exige. Pero lo que no vemos es por qué el Estado ha de sufrir la consecuencia de problemas ajenos. Si la Iglesia tiene que adaptarse a los tiempos modernos, bien, que lo haga, pero que deje al Estado seguir su camino con el mismo respeto al menos, con que el Estado le deja seguir el suyo. En otro caso se puede dar la impresión de que la Iglesia intenta librarse de sus tensiones internas descargándolas sobre el Estado. El procedimiento, además de injusto, es peligroso, pues puede dar lugar a medidas de retorsión. Si la Iglesia necesita un chivo expiatorio sobre el que descargar sus propias debilidades, que lo busque en otra parte.
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PROHIBIDO ARROJAR BASURAS
Leemos que varias docenas de sacerdotes en su mayoría extranjeros, han sido expulsados de Chile por actividades marxistas. Entre ellos, un jesuita que dirigía el movimiento Cristianos para Marxismo, duramente calificado en España por algunos obispos. No sabemos dónde irán a parar con sus camisas rojas, sus hoces y sus martillos. Si hubiera lógica en el mundo, se encaminarían a Cuba, donde el clero está prácticamente extinguido, y gozarían de la benévola protección de Fidel Castro, perseguidor de cristianos. Pero ellos no tienen nada que temer. Ellos son marxistas.
También podrían dirigirse a Rusia, China o Albania, según tendencias. Pero mucho nos tememos que elijan países capitalistas, donde tan ricamente viven los curas “progres”. Y hasta que alguno quiera venir a “sufrir” bajo la “dura tiranía franquista”. Posibilidad que había que prevenir. De cara a un eventual envío de curas rojos en las fronteras de España se debía poner un aviso con grandes letras: “Prohibido arrojar basuras.” Bastante tenemos con las nuestras.
Juan NUEVO
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