Cuando me refería a denunciar el Concordato de 1953 era más bien a cambiarlo para minimizarlo y en lo posible, librarse de anclajes con el estamento clerical, que ya no era de fiar ni en España ni en Roma. De hecho, estaban en modificarlo tanto el Gobierno como Roma como el revuelo de los de Zamora y clero cómplice bilbaíno y madrileño.
Aunque para la Iglesia el problema parecía radicar sólo en romper nominalmente con la “dictadura”, ya que todo lo demás del Concordato le era ventajoso. No así al Estado ni al Régimen, obviamente.
Sobre ello, y según lo que ciertamente comentas de los Acuerdos Iglesia-Estado (a los que hubo que esperar a 1979), hubo gran distensión entra ambos ya antes, en 1976, tras la desaparición del odiado "dictador" cuando el Gobierno español y Pablo VI, zanjaron el problema, de modo muy sencillo: permitiendo a Roma nombrar obispos libremente en España a cambio de renunciar la Iglesia al fuero eclesiástico para religiosos.
A la vista de lo cual, cabría preguntarse si tanto hubiera costado hacer esa doble concesión, ya en vida de Franco en vez de aquellos intentos frustrados para reformar el Concordato entre 1972-1975...
No entra en cabeza alguna que aquellos Gobiernos de Franco se hubieran negado a algo tan sencillo, máxime cuando de facto Roma ya nombraba bajo cuerda los obispos auxiliares que le daba la gana sin contar con el Régimen. Por lo cual, no cabe sino que era la Iglesia quien no quería perder privilegios ya que, pese a todo, estaba cómoda.
Y al respecto debe señalarse que cuando en 1968, Pablo VI pidió a Franco la renuncia a la designación de obispos, no se refirió que retiraría, a cambio, el fuero eclesiástico para sus servidores españoles... En cambio, desaparecido Franco, lo de mantener el fuero eclesiástico ya ni se planteó (más bien no tuvieron más remedio: sabían que se les acabó el chollo).
Por cierto, el Concordato de 1953 hoy día no está derogado formalmente sino en el desván de los trastos viejos. En teoría, pues, sigue vigente aunque ignorado.
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Otras medidas de presión del Estado contra el abuso clerical debió de haber, cuando el articulista de Fuerza Nueva indignado insinuaba:
"contemplamos asombrados, mas que porque sucedan en sí, porque no hayan tenido la réplica contundente y clara por parte del Estado y por parte de quienes, fieles a unos ideales, no podemos seguir consintiendo estos desafueros por más tiempo".
Pero es difícil ya situarse en aquélla época para especificar qué medios de réplica habría habido disponibles.
En cualquier caso, se entró desde el año siguiente (1974) en tener menos contemplaciones con religiosos díscolos y prepotentes: así a Añoveros casi se llegó a expulsarle para que hiciera compañía en Roma al "jefe".
Se suspendió la subversiva Asamblea de Vallecas (1975) que convocara el obispo auxiliar Iniesta (marxista), y algo parecido también con el obispo de Las Palmas (Canarias).
Se pasó a castigar por los Gobernadores Civiles las predicaciones subversivas de curas (las llamadas "homilías multadas") ... que pagaban religiosamente (nunca mejor dicho) los obispados respectivos.
Se tuvieron menos contemplaciones con las okupaciones de iglesias por revoltosos protestones de cualquier pelaje compinchados con curas y obispos; la Policía entraba al templo por las bravas, sin permiso y los desalojaba directamente, aunque rabiara el obispo y amenazara con excomulgar a gobernador y policías .
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