C) Intromisiones en asuntos eclesiásticos. Baviera
El gobierno volvió a entrometerse en los nombramientos eclesiásticos y en la administración de los bienes de la Iglesia, llegando en1868, durante el ministerio liberal de Jules Jolly, a dar una ley quitando a la Iglesia el derecho de enseñar; pronto quedaron suprimidos los institutos religiosos y sus establecimientos. Entonces los católicos se armaron con la resistencia pasiva. El gran ducado de Baden, aun antes de 1870, fue el terreno de experimentación del Kulturkampf.
El segundo campo de experimentación había de ser la católica Baviera. Como ya indicamos, el concordato de 1817 había sido bastardeado por el edicto de religión.
En 1849, el arzobispo de Munich, mons. Reisach, pidió al rey Maximiliano la vuelta al concordato; pero la comisión encargada de la revisión empeoró la situación por la adición de otros 20 párrafos. Los obispos se reunieron en Freising en 1850 y protestaron contra tal política anti-eclesiástica. Mons. Reisach fue sacado de Baviera y nombrado cardenal de Curia; pero mons. Weiss, obispo de Espira, tuvo la valentía de seguir su camino. Queriendo formar a sus seminaristas sin los peligros de la universidad, abrió en 1865 un curso de teología, pero el ministro Koch hizo expulsar a los seminaristas.
Pronto salió a colación la cuestión escolar. Efecivamente, después de la batalla de Sadowa, el ministro bávaro Hohenlohe, de tendencias anticlericales y antiaustríacas, propuso una ley escolar de secularización de las escuelas. Las protestas de los católicos se organizaron. Las Hojas Histórico Políticas, con su director Jörg, orientaron la lucha. Según los católicos, aquel combate contra la Iglesia significaba un combate en favor de Prusia. Hohenlohe disolvió el Parlamento de 1869, cuya mayoría era católica. Pero se organizaron mítines de labradores católicos, y en noviembre, nuevas elecciones llevaron a nuevo triunfo católico, de suerte que Hohenlohe tuvo que dimitir.
Sobrevino en esto la guerra franco-prusiana. Bismarck tuvo la osadía de solicitar del papa que influyese sobre el clero francés para desarmar la resistencia y sobre el clero y los católicos de Baviera y Silesia para que colaborasen a la unificación (prusificación) de Alemania. Naturalmente, el papa se negó a tales manejos indignos. Pero, terminada la guerra con la victoria prusiana y proclamado el Imperio alemán el 18 de enero de 1871, Bismarck iba a ser omnipotente...
(continúa)
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