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Tema: Hay “otro” bicentenario

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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Les dejo un brillantísimo artículo de mi amigo, el gran historiador ecuatoriano, don Francisco Núñez del Arco Proaño:


    QUITO FUE ESPAÑA:

    HISTORIA DEL REALISMO CRIOLLO



    ¿La Independencia liberó a los pueblos de sus opresores? ¿Cómo explicarse que la llamada Guerra de Independencia haya durado más de 15 años en la América del Sur? ¿Cómo explicarse que nuestra región, llamada en nuestros días América latina, sea la más involucionada del mundo tan sólo después de África? ¿Cuáles son las causas de todo esto?

    Es en el período que ha sido denominado como Independencia, cuando se conforman los actuales Estados-nación de la América hispana o mejor dicho, de la España americana, por la acción de un puñado de hombres sedientos de más poder y riqueza de los que ya gozaban y bajo los intereses británicos de división y dominación de nuestro continente, es entonces cuando podemos encontrar estas respuestas. Allí podremos encontrar la raíz de las dolencias que nos aquejan hasta el día de hoy. La acumulación desequilibrada de la riqueza y de la tenencia de la tierra, el estancamiento en una fase agraria de nuestros países y sociedades, la nunca realizada revolución industrial y la ausencia de desarrollo cultural, político, económico y hasta científico-técnico encuentran su explicación en el período de la independencia y lo que ocurrió en las décadas inmediatamente siguientes producto exclusivo de esta etapa.

    Que la Independencia o las independencias hayan liberado a los pueblos de sus opresores es una falacia absoluta que no se sostiene en investigaciones históricas sino en la mitología e ideología oficiales que sirvieron y sirven para justificar la existencia de las repúblicas americanas, medios de explotación del colonialismo financiero internacional.

    ¿Quiénes eran y son los opresores y cuáles los oprimidos?

    Una evidencia de lo sucedido es que la Guerra de la Independencia en América del Sur, duró más de 15 años, casi el triple de tiempo que la Segunda Guerra Mundial, y eso considerando la convicción y tenacidad de los alemanes. ¿Cómo y por qué se extendió tanto un conflicto donde se ha supuesto que la mayoría de la población nativa: criollos, mestizos, indios, negros, mulatos y demás castas, se encontraba a rajatabla a favor de la separación, de la independencia?

    Las últimas guerrillas realistas durante la independencia en rendirse fueron: 1839, capitulación de las guerrillas realistas indias del Perú. 1845, rendición y exterminio de las guerrillas negras, pardas y mulatas dirigidas por un indio en Venezuela. 1861, derrota de los últimos reductos realistas de Sudamérica en la región india de Araucanía al sur de Chile -nunca incorporada al Estado Hispánico, curiosamente-. Es más que notable que los últimos reductos realistas en América del Sur hayan sido sostenidos y defendidos por personas de los grupos humanos que supuestamente habían sufrido el saqueo de cientos de años.

    Nuestra historia oficial, difundida mediante la educación formal confunde y divide a propósito a los ecuatorianos, facilitando de esta forma su control y sometimiento mental. La futilidad de la historiografía oficial contiene contradicciones insalvables que afectan a las psiquis de quienes la conocen, contradicciones que sólo pueden considerarse salidas de mentalidades esquizofrénicas o mal intencionadas, o producto de ambas. ¿Cómo entender que los Incas pasan de ser genocidas y brutales invasores extranjeros que sometieron al épico y rebelde pueblo caranqui quitu-cara, verdadero núcleo de la nacionalidad moderna ecuatoriana -concepto europeo éste, por cierto- en episodios como Yahuarcocha cerca de 1520 y que esos mismos incas en 1534 sean heroicos resistentes a la invasión colonial española, entregando su vida por el núcleo de la nacionalidad moderna al cual anteriormente habían arrasado? ¿O cómo explicar que los libertadores son en 1822 padres de la patria, colosos y redentores nacionales a los cuales les debemos homenaje y tributo eterno, sin quienes seguiríamos en el oscurantismo y la explotación colonial y que los mismos libertadores para 1830 sean militaristas extranjeros, tiránicos usurpadores de la soberanía nacional, causantes de la postración de la república? ¿Cómo asumir los hechos de que la «generosidad del apoyo británico a la Independencia» se transforme casi de inmediato en medio de dominación a través de la Deuda Inglesa en la época republicana o cómo se puede considerar a la independencia como un hecho puramente local latinoamericano con la determinante actuación de las potencias internacionales sobre el continente en ese período? No, estas contradicciones no son producto del azar o de la casualidad, son el resultado del interesado criterio de quienes escribieron la historia para beneficio propio y perjuicio de todos los demás.

    Psicopatología sería más propiamente lo que aconteció y acontece con aquellos individuos que sufren de auto-odio, de hecho el criollo, el mestizo, el indio hispanoamericano reniega de todas sus raíces, quisiera ser inglés o estadounidense o francés o italiano o lo que sea, menos ser ellos mismos, menos ser hispano-indios.

    Siempre será más fácil asumir la posición alienante de víctima, echándoles la culpa a monarcas muertos hace siglos de nuestros problemas y males, antes que asumir nuestra responsabilidad en nuestro momento actual como beneficiarios de nuestra propia herencia bio-psico-histórica, finalmente el destino de nuestros países es el que nosotros lo labremos con nuestras propias manos de ahora en adelante. Vivimos permanentemente engañando y engañándonos, sin querer asumir nuestra responsabilidad.

    El criollo hispanoamericano trata de hacerse pasar por indio cuando no lo es, como un medio cómodo de cortar la dependencia, tanto en lo que se refiere a Europa como a Estados Unidos. El indigenismo es una forma de facilismo ideológico.

    La fijación con la figura del padre, desde la mitificada y mitificadora independencia que se constituyó en una revuelta en contra de la imagen paterna simbolizada y representada por la Monarquía, dejando vacío después ese espacio en el inconsciente colectivo, dejando un país huérfano; hasta nuestro momento actual donde los destinos del país están en manos de un hombre profundamente marcado por la relación de conflicto con su padre, también huérfano.

    No deja de ser llamativo que si bien la sociedad ecuatoriana es profundamente matriarcal –con las debidas excepciones-; nótese por ejemplo las diferencias entre la celebración del Día de la Madre con el Día del Padre; por otro lado produce hombres dependientes de esa relación con el matriarcado –mamitis aguda, de quienes remplazan a su madre por su esposa, por ejemplo- y de profundo rechazo al padre, lo que da la pauta para su comportamiento social y público. Imponiéndose así, implícitamente, moral de mujer al hombre. Hasta para insultar se lo hace con una de las denominaciones vulgares del aparato reproductor masculino: ¡Esto o aquello «vale verga»! Nadie dice ¡Esto o aquello vale vagina! Yo por mi parte no insulto al pene, al pene hispánico dador de nuestra propia existencia, quizás la mayor responsabilidad de esto es justamente la de los padres que no han hecho valer su presencia como corresponde.

    La Monarquía Universal Hispánica no era un sistema perfecto, evidentemente no lo era, como no lo es toda creación humana. Donde está el hombre está el error, sin embargo, la misma reconoció su falibilidad y se fundó sobre bases de realismo socio-político que le permitieron mantenerse coherentemente en el espacio y el tiempo, a diferencia de las repúblicas que le sucedieron endeblemente mantenidas en sucesión infinita de ilusorias constituciones de papel higiénico, guerras civiles, revoluciones de cuarto de hora, golpes de Estado y fraudes electorales. La Monarquía Hispánica, se consolidó en su época como la estructura política más importante que haya existido hasta ahora en los últimos cinco siglos a nivel mundial, sostén de multiplicidad de etnias y matriz de diferentes pueblos, fue demolida desde adentro en un plan excelentemente orquestado por la plutocracia apátrida residente en ambos lados del océano Atlántico y los eternos enemigos extranjeros que ha tenido España. La mal llamada independencia no consistió meramente en la separación de Quito de la Península y del resto de América, sino que cortó de cuajo el enorme y complejo sistema social, político y económico de la Monarquía Hispánica, que a pesar de sus numerosos defectos y múltiples errores funcionaba convenientemente para su integrantes. Una unidad, un sistema y una estructura política de alcance mundial que como la Monarquía Hispánica había demostrado durante siglos, ser real, siendo capaz de integrar nacionalidades antagónicas, tensiones sociales e intereses económicos dispares; a menudo conflictivos. Donde los estamentos superiores de América formaban parte integral de la élite imperial de la Monarquía, donde las necesidades de los más humildes eran reconocidas, protegidas y aún facilitando su promoción e integración. Enlaces familiares, logros políticos y económicos, pero sobre todo una unidad de destino, fines comunes y compartidos, así como relaciones de todo tipo, desde lo cultural a lo científico, sustentaban el tejido de la Monarquía Hispánica, en la cual cada reino y provincia integrante ya fuera en Europa, África, América o Asia, aportaba su singularidad particular incrementando un rico acervo común de forma orgánica, complementándose los unos con los otros, logrando así consolidarse como el primer poder verdaderamente global de la Tierra en toda su historia. Basada en su unidad, la Monarquía Hispánica, de la cual Quito formaba parte integral y por la cual lucharon y murieron denodada y heroicamente sus hijos criollos regando con su noble sangre la tierra que hoy pisamos, y Quito en correspondencia con su identidad imperial, obtuvo y mantuvo su participación efectiva y suprema en la política y la economía mundial, siendo, como parte de la Monarquía, no solo respetada sino temida y aún reverenciada en todo el orbe. Se trata de un intrincado tejido que servía de ancla a la Monarquía, que iban creciendo conforme lo hacía su población y su economía, proveyendo un espacio integrador común, político y económico capaz de dar respuesta efectiva a cualquier disquisición partidista surgida en su interior, contendiendo a las presiones externas y permitiendo de esta forma que el complejo equilibrio de poderes funcionara razonablemente bien de forma sostenida durante tanto tiempo y espacio.

    Canonizados si no sacralizados, los llamados libertadores, autores de este ignominia desastrosa denominada independencia, no son objeto de crítica o de estudio, sino de idolatría y culto por parte de la oligarquía académica –aunque, evidentemente, no toda la academia forme parte de esa-, sustentadora de la oligarquía socio-política-económica, que no permite sacrilegio alguno de sus figuras y acciones; esa misma oligarquía académica dueña o usufructuaria de escuelas, colegios, universidades e instituciones educativas y culturales públicas y privadas, la cual impone su visión unilateral, totalitaria y dogmática de los hechos históricos a diestra y siniestra, la cual borró a la Monarquía Universal Hispánica de sus registros después de la independencia, que sólo enseña de la Conquista y la Independencia pero se engulle tres siglos de historia conjunta entre América y Europa, que construye cárceles mentales donde se obliga a reverenciar a ídolos de barro para su propio mantenimiento y conveniencia, y que además pretende ejercer una inquisición del silencio y una policía del pensamiento para vigilar y aún castigar las herejías y traiciones que pudieran afectar a la estructura de engaño, expoliación, fraude y estafa establecida y mantenida desde hace dos siglos en nuestro país y en nuestro continente, por sobre quienes se atreven y nos atrevemos a pensar, a investigar y a buscar la verdad por nosotros mismos.

    ¿Cómo, entonces, se ha escrito sobre la independencia de Quito? Pues, a base de corrección política, liberalismo político, marxismo clásico y cultural, fetichismo constitucional kelseniano, relativismo conceptual y semántico, anacronismos ideológicos y chauvinistas típicos -ni hablar de los jurídico-políticos, V.g., la visión lineal de su interpretación-, como llamar colonias a los territorios de los Reinos de las Indias, o llamar ecuatorianos a personas que nacieron y murieron antes de que el Ecuador siquiera existiera, o llamar naciones a las culturas prehispánicas que nunca fueron tales. Repitiendo las fórmulas clásicas de los historiadores patrioteros, citando refritos como de costumbre (casi queriendo citar al Terruño). Publicando los mismos documentos de siempre. Desconociendo de relaciones internacionales, de geopolítica, de historias de las ideas, de historia social, así como de genealogía y nobiliaria. Y, por supuesto, repitiendo con el lirismo acostumbrado hasta el cansancio que Quito era más independentista que la independencia y más libertario que la libertad… Queriendo incinerar en la neo-inquisición democrática lo que no comulga con la pretendida lógica de las ideas bolivarianas-alfaristas-liberales-neoizquierdistas (así de largo, contradictorio y absurdo es este pensamiento, consecuente nada más con el proceso de decadencia moderno). Lo ha dicho Pablo Andrés Brborich refiriéndose a la severidad de la verdad: «Qué mayor seriedad que la verdad.»

    Latinoamérica, que no la América Hispánica, es invulnerable al desaliento. No importa cuántas veces fracase nuestro sistema político republicano basado en irrealidades desde hace dos siglos, lo seguimos intentando. Aunque no se concrete y no se vea posibilidades de concretarse ineludiblemente, siempre deberá realizarse a futuro, aun cuando nos hayamos dado con la misma piedra en los dientes diez mil veces. Una bella ucronía, casi tan bella como la del socialismo científico soviético que nunca llega a concretarse, pero que como género literario es envidiable. Nosotros los latinoamericanos conocemos el mejor sistema de gobierno que jamás se haya querido experimentar, aunque siempre quede en experimento. El hecho de que hasta ahora no se haya llevado acabo, es la más patente prueba de que se lo llevará más adelante y así hasta la eternidad. Hoy no hay república, mañana sí. ¡Volvamos mañana, pues!

    La epopeya realista criolla americana con sus tintes terribles, con sus ribetes desoladores, con sus luces enceguecedoras y sus sombras pasmosas; con los cientos de miles de muertos, de masacrados, de fusilados, de azotados y humillados públicamente, de condenados al ostracismo sin regreso, muriendo lejos de sus lares, separados para siempre de sus familias y los suyos, despojados de sus bienes, perseguidos hasta la infamia; muestran que esta tierra, que esta América, parió hombres y mujeres bien paridos a la altura de los principios universales imperecederos por los que dieron y antepusieron todo, hasta su último aliento, hasta su propia vida.

    Ahora que sentimos que no podemos seguir más debido a que toda nuestra esperanza se ha ido. Ahora que nuestras vidas se han llenado de confusión, cuando la felicidad es sólo una ilusión, mientras el mundo a nuestro alrededor está desmoronado. Ahora que todo está patas arriba, ahora cuando los doctores destruyen la salud, los abogados destruyen la justicia, las universidades destruyen el conocimiento, los gobiernos destruyen la libertad, los medios destruye la información y las religiones destruyen la espiritualidad. Ahora cuando ya no tenemos en qué asirnos, cuando todavía nos encontramos en pie en medio de las ruinas, esos muertos, nuestros muertos, esos coterráneos nuestros, nos extienden la mano desde la eternidad para reconfortarnos, para mandarnos, para decirnos que su hermosa tragedia nos brinda la esperanza de volver a encontrarnos, de volver a ser nosotros mismos.

    Para como dijera ese gigante mexicano, Octavio Paz, ante otra España desangrada más de un siglo después:

    «Su recuerdo no me abandona. Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos. En cada hombre late la posibilidad de ser o más exactamente, de volver a ser otro hombre.»



    __________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/lonspatrici...33341510013086






  2. #2
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    "Masones & Libertadores": la novela que redescubre el plan secreto de la emancipación americana

    Su autor, el abogado y académico Waldo L. Parra, devela la intención de que príncipes europeos gobernaran las naciones independizadas.


    Por Alberto Rojas

    sábado, 07 de mayo de 2016 17:07





    "Masones & Libertadores. El amanecer de la República".

    Foto: Editorial Planeta



    Las guerras napoleónicas de comienzos del siglo XIX, el rol que jugó la Gran Logia Masónica de Inglaterra en el debilitamiento del poderío español en América, y las emblemáticas figuras del chileno José Miguel Carrera, el argentino Carlos María de Alvear y el español Francisco Javier Mina, son solo algunos de los elementos que forman parte de la trama de la novela "Masones & Libertadores. El amanecer de la República" (Planeta, $ 15.900), del escritor y abogado Waldo L. Parra.

    "Durante junio de 2006 comencé a insinuar en un papel las primeras líneas de un incipiente capítulo, que creía que sería el primero, pero que finalmente encontró su lugar a mitad de camino de la historia que relata esta novela", recuerda Parra, quien además es Doctor en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Director de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Viña del Mar, y miembro del Instituto de Investigaciones José Miguel Carrera.

    "El libro quedó terminado a fines de 2009, casi tres años después de comenzar este verdadero 'emprendimiento', entre realizar la investigación histórica, elaborar la construcción de los personajes, definir los diferentes lugares en que la historia se iba a desarrollar, establecer el contenido de la historia y su desenlace, comenzar a escribir y corregir los textos definitivos", agrega.

    En ese contexto, "Masones & Libertadores" se publica ahora en su edición final. Y tal como lo explica su autor, es el inicio de una trilogía.



    Su novela se suma a otros títulos de ficción y no ficción que exploran el pasado de Chile, como "Logia" o "Historia secreta de Chile", que se han transformado en superventas. ¿A qué atribuye usted este interés de los lectores por el pasado del país?

    Creo que estamos viviendo una época de grandes cambios en los diferentes ámbitos del quehacer de la sociedad, como consecuencia ?entre otros aspectos? del acceso de las personas a las nuevas tecnologías de la información. Se trata de cambios que hacen que las personas estén disponibles y les interese conocer rápidamente y de fuente fidedigna la verdad de las cosas. La historia, y en particular nuestra historia como país, no son indiferentes a este fenómeno. Libros como "Logia", de Francisco Ortega o "Historia secreta de Chile", de Jorge Baradit, sumados a otros como "La Patria Insospechada", de Rodrigo Lara o "Código Chile", de Carlos Basso, siguen esta tendencia. Y "Masones & Libertadores" quiere ser un aporte en igual sentido.


    En su opinión, ¿qué permitió a los diferentes grupos masones de la época lograr tanta influencia en los procesos de emancipación americanos?

    En aquella época la masonería se erigió como un grupo de poder, antagónico a quienes detentaban el dominio oficial, llámese monarquía e Iglesia Católica. En el caso del Imperio español, ambas instituciones estaban integradas, por lo tanto, cuando sobrevinieron las guerras de la Independencia, el enemigo era uno solo. La masonería es el reflejo del deseo de mayores grados de libertad en todo sentido: de culto, de expresión y la aspiración de mayor acceso a la justicia. La Revolución Francesa, en un principio, ejemplificó ese anhelo de libertad, pero más que todo fueron los autores de la Ilustración quienes dieron fundamento ideológico a los grandes movimientos revolucionarios de la época. La masonería sería transversal a ese proceso, pero si hay algo que redundaría en una consecuencia definitiva, sería su ingreso a los círculos del poder. De ahí en adelante, la masonería saldría triunfante y no cejaría en entreverse en los pasillos del poder hasta el día de hoy.

    En la novela se plantea que San Martín no deseaba crear una república, sino establecer una monarquía constitucional con príncipes de diferentes casas europeas.

    José de San Martín no vino a libertar Chile, sino a conquistarlo. Sus verdaderas razones están ligadas al Plan Maitland, elaborado y promovido por el Gobierno británico para lograr arrebatar los territorios americanos al Imperio español que, con todo, venía en una decadencia determinante. En aquella época el sistema democrático y la república no estaban consolidados en las mentes de nuestros padres fundadores; existía un profundo debate. San Martín y O´Higgins, digamos las cosas como realmente son, fomentaron, impulsaron y promovieron la llegada de príncipes de casas europeas para venir a gobernar en Sudamérica. Un príncipe inglés para Chile, un príncipe francés para Argentina, el mismo San Martín para gobernar Perú. Esa es una verdad que no se puede seguir tapando con un dedo. El gobierno británico apoyaba esta decisión. ¿Por qué no fuimos una monarquía constitucional? Por la sencilla razón de que hubo próceres, principalmente Lord Cochrane, José Miguel Carrera, Carlos María de Alvear, Manuel Belgrano y Francisco Javier Mina, entre otros, que lucharon fervientemente para que en estas tierras no se estableciera el sistema monárquico. A eso hay que sumarle la progresiva influencia de Estados Unidos, que desplegó agentes por todo el territorio español, y al decisivo ascendiente de los militares franceses que huyeron a América después de la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo (1815), muchos de los cuales llegaron a Argentina, Brasil y también a Chile. A todo ellos les debemos nuestra libertad como nación y tener 200 años de vida independiente, republicana y democrática.

    Si pudiera intervenir en los programas escolares de Historia de Chile, ¿qué contenidos eliminaría y cuáles agregaría?

    Creo que los programas escolares de Historia de Chile deben exhibir una historia con una visión más panorámica, no centrada básicamente en el conflicto local. Lo que ocurrió en otras partes del continente sí fue muy influyente respecto de lo que sucedió en Chile. Por otro lado, creo que hay que avanzar hacia una mirada más colectiva del proceso de Independencia. No fuimos libertados por una suerte de súper hombres; un solo Libertador, un único Padre de la Patria. Se trató de un proceso colectivo en donde hubo muchas mujeres y hombres que dieron su vida, su libertad y su fortuna por la causa de la Patria. Seguramente, en esa pléyade de padres fundadores, quienes más destacan son José Miguel Carrera, quien inició el proceso emancipador, y Bernardo O´Higgins, que lo culminó.

    ¿Y cuáles son sus próximos proyectos literarios?

    Estoy convencido que existen muchas historias interesante por contar. En lo inmediato, "Masones & Libertadores" todavía debe continuar. La saga está recién comenzando. Respecto de otros proyectos, es mi interés adentrarme en los vericuetos del poder durante el siglo XX. También estoy comprometido a publicar un libro póstumo que dejó escrito mi padre. Finalmente, me interesa aproximarme a la idea de un thriller contemporáneo, algo relacionado con sexo, drogas y Rock and Roll. Los años 70´s resultan ser muy interesantes de abordar.



    __________________________

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    "Masones & Libertadores": la novela que redescubre el plan secreto de la emancipación americana

  3. #3
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Publicado el

    30/04/2016


    Marcelo Helfrich

    Hispanoamérica celebra el bicentenario: de su suicidio


    Relatos, Falacias y distorsiones o 'la historia negra' del imperio español en América





    América hispana, botín británico


    Desde niños se nos habla de “próceres” que lucharon por independizar las naciones del yugo español.

    Lo que se oculta es una serie histórica de calamidades y atrocidades como consecuencia y a partir de las “Guerras de la Independencia” como no se había visto jamás en tierras americanas.

    Esos supuestos héroes fueron en verdad agentes traidores a su Patria, España.

    Al falsear y tergiversar la historia, se logró que las desgracias se repitieran hasta la actualidad. Hoy nos encontramos con un conjunto de países sumergidos, cuando de acuerdo con sus recursos naturales y su gente, podrían gozar de un desarrollo digno de envidia.

    Se falseó la historia verdadera con el fin de dividir a los que fueran los grandes virreinatos americanos, en más de veinte países, muchas veces absurdamente enfrentados entre sí.

    Se inició un plan perfectamente orquestado desde Gran Bretaña (1711), para “humillar a España” (tal la denominación que le dio su autor), cuyas operaciones se iniciaron de inmediato con el fin de minar el poder ibérico en sus territorios del Nuevo Continente, Asia y Oceanía.







    En el virreinato rioplatense, se logró separar las zonas productoras de metales preciosos (principal fuente de riquezas de la América virreinal) de las proveedoras de alimentos: así se explica la secesión de dicho Virreinato en lo que hoy es Argentina, Paraguay y Bolivia (Alto Perú). El fin fue descalabrar esa actividad enriquecedora.

    Por otro lado y aprovechando las guerras napoleónicas, intentaron apoderarse de la capital de ese territorio español, enviando dos expediciones militares en 1806 y 1807 contra Buenos Aires, derrotadas por la heroica acción de las milicias populares criollas. A pesar de ello, los invasores lograron robar inmensas riquezas que se enviaron al Reino Unido y, lo que resultó peor, plantaron la semilla de la próxima etapa del plan: las revueltas que se llevaron a cabo pocos años después y que concluyeron en una nominal “independencia”.

    Para ello contaron previamente con planes de acción llevados a cabo por personajes hoy devenidos en “Padres de la Patria”. Mucho se ha hablado a lo largo de los años de Bolívar y de San Martín y su gesta “libertadora”. La misma fue organizada e impulsada desde Londres, con su complicidad y la de los contrabandistas e “iluminados” porteños de entonces.

    Desde entonces los resultados fueron devastadores. Divisiones, guerras civiles, saqueos, empobrecimiento general, pérdidas territoriales y establecimiento de estructuras históricas de poder subordinadas a intereses extraños, con muy contadas excepciones.

    Cuando emergieron movimientos que llevaron a cabo políticas destinadas a revertir ese estado de situación, fueron presionados y calumniados cuando no, brutalmente derrocados.

    Una muestra de esa herencia se ilustra a través de una anécdota del Presidente Yrigoyen (1916–1922/1928–1930), con el embajador británico, quien le indicó que “Su Majestad vería con agrado estos miembros en su gabinete” (entregando una lista con nombres de personajes afines a la política británica), aquel le manifestó: “Señor Embajador, hágale llegar a Su Majestad mi agradecimiento por la sugerencia, pero de ahora en más en Argentina, el gobierno lo decide su pueblo”. Poco tiempo después es derrocado.

    La historia se repite en casi todos los países de la región, ya que no se trata de una sucesión de hechos aislados, sino una proyección de situaciones y circunstancias a través del tiempo, relacionadas entre sí. Hoy vemos tristemente los resultados.






    __________________________


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    http://es.blastingnews.com/opinion/2...-00898631.html

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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Gracias al fútbol, una fuente de primer orden me acaba de informar -de forma extraoficial y reservada, por supuesto- que al parecer un grupo de asambleístas y un magistrado de una de las cortes superiores del país están esperando la publicación de mi libro QUITO FUE ESPAÑA: HISTORIA DEL REALISMO CRIOLLO -no quieren cometer el error de la otra vez de actuar antes de tener con qué hacerlo-, para solicitar se me retire la nacionalidad ecuatoriana -no fue suficiente hace dos años que el gobierno declarara que mi otro libro atentaba contra los principios constitucionales de la república, elevándome a la categoría de enemigo de Estado-, ¿será uno de los mismos asambleístas que saltó la vez anterior? De lo que entiendo la constitución no permite aquello, claro, a menos que quieran reformar la misma con dedicatoria para mí, lo que no sólo me acabaría de honrar sino que de hecho y de derecho echaría abajo siglos de teoría ilustrada de que todos tenemos los mismos derechos, haciéndonos un favor enorme a todos. Por mi parte desde ya les quedo agradecido, sería uno de los honores más grandes de mi vida: ¡Allá vamos apátridas!

    __________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/francisco.n...85963981653721

  5. #5
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    SE ACATA PERO NO SE CUMPLE,

    se suele utilizar como cita textual para afirmar que las Leyes de Indias no se cumplían. Eso lo podría afirmar un ignorante o hasta un bruto, pero un investigador histórico que alguna vez haya puesto un pie en un archivo histórico sólo podría decirlo por mal intencionado. Basta revisar los miles de legajos de procesos judiciales en los archivos nacionales americanos, en el General de Indias de Sevilla y en el de Simancas para constatar los millares de millares de causas que se siguieron y de sentencias que se dictaron y se cumplieron acatando esas Leyes. Claro, a menos que pensemos que algún hispanista fanático se dio el trabajo de falsificar más de tres siglos de documentación y en connivencia con la más de veintena de estados que le sucedieron a la Monarquía Hispánica, haya ido depositando esa documentación en sus archivos.

    __________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/francisco.n...74456679471118

  6. #6
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Más del libro del ecuatoriano Francisco Núñez del Arco



    QUITO FUE ESPAÑA, LA HISTORIA DE LOS VENCIDOS



    Una polémica obra de un polémico autor que ya nos brindó “El Ecuador y la Alemania Nazi”, obra que movilizó a dos Estados (Ecuador y Alemania), siendo perseguida antes de su lanzamiento, como lo está siendo ahora “Quito fue España: Historia del realismo criollo”, segundo volumen de la serie Ecuador Políticamente Incorrecto, que hoy inquieta a todo el continente americano y aun a Europa.

    Sin duda alguna, un gran y sólido trabajo de investigación histórica, “con datos para dejar boquiabiertos a todos”, con “buenas citas y claras fuentes”, mediante el cual el autor desciende hasta los orígenes de la fundación de las repúblicas del continente hispanoamericano; destruyendo, con el rigor de una investigación metódica y documentada, los mitos y leyendas que sostienen los más de veinte Estados en Hispanoamérica. En un tiempo cuando los gobiernos del continente sostienen su discurso ideológico sobre acontecimientos alcanzados por personajes del pasado cuyos méritos son celebrados anual y religiosamente como fiestas cívicas en honor al nacimiento de las repúblicas nuevas y en repudio divisor de un pasado oscurecido en la ignorancia, el historiador Francisco Núñez del Arco Proaño nos entrega una obra de carácter revisionista sobre la historia de nuestros territorios hispanoamericanos antes de ocurrir uno de los mayores cataclismos geopolíticos de nuestra era: La Guerra de Secesión de las Españas Americanas, llamada comúnmente como “La Independencia”, un abismo hacia el atraso y el subdesarrollo.

    Gran sorpresa tendrá el lector al encontrarse con el libro que había prometido Núñez del Arco, el cual parece, más bien, una especie de biblia que un libro como tal. Y no es por lo complejo o lo abultado de las palabras, sino por lo voluminoso que ha resultado contar la otra historia del Ecuador y de la llamada América Latina, la visión de los vencidos, fundamental para comprender nuestra realidad actual. Conocer las miles de historias de una época traumática y complicada nos ha dejado llagas que, aunque cicatrizaron en su inicio, volvieron a ser abiertas tras la incursión de los apologetas de la llamada “leyenda negra” como la calificara Juderías, la cual ha sido el resultado de años y años de conspiración justificada y justificadora de anglo-sajones, franceses o germanos para la guerra contra todo lo que era católico y español. No en vano, la propaganda calvinista nos pintaba a unos conquistadores sanguinarios y codiciosos asesinando niños y mujeres cual bárbaros de oriente ejecutando a la razón grecorromana en el saqueo de la Ciudad Eterna de 475. Y asimismo, hoy en día, el latinoamericano promedio ve a la España y a los españoles históricos, como “ladrones, saqueadores y asesinos”. Es precisamente ahí donde Núñez del Arco entra, blandiendo la espada de la justicia histórica y basando su ofensiva en tres puntos específicos: que las Indias no eran colonias ni su organización política respondía a un imperialismo moderno, que los criollos no fueron apartados nunca del poder real: político, religioso, cultural y económico de las Indias Españolas; además de ser los indígenas respetados y sus autonomías mantenidas, y que la mal llamada “guerra de independencia” fue una guerra civil que enfrentó y dividió a pueblos americanos enteros, en su mayoría realistas, y que, en última instancia, acabó con las autonomías de esos mismos pueblos autóctonos y de los criollos, sumiendo a la América española en una inestabilidad política, económica y social, que hasta ahora no finaliza. Con esos ejes establecidos, Núñez del Arco va desentrañando una historia que parecía hasta el día de hoy una aventura a lo Indiana Jones, descubriendo y reconociendo tesoros que nos fueron ocultados para servicio de la propaganda republicana oficial.

    Podemos ver, entonces, como los al parecer los lejanos episodios de Agustín Agualongo o de las guerrillas realistas indígenas del Perú, considerados ajenos y peculiares, hasta que se lee sobre la epopeya de los indígenas guarandeños, o del Púñug Camacho, o de los indios riobambeños y cañarejos leales a Fernando VII. Pero también el lector se quedará de piedra al conocer a las mujeres del Rey. No, no a Marizápalos ni a ninguna de sus amantes, sino a Josefa Sáenz (sí, la hermana de Manuelita) o a María Antonia Bolívar, (sí, la hermana del “libertador”) quienes hubieron de asumir papeles masculinos y empuñar el fusil y la cruz de Borgoña para luchar por Dios, la Patria y el Rey.

    Un estudio que amenaza directamente los antiguos mitos sobre los cuales descansa la existencia y continuidad de las repúblicas de la América Hispánica, una obra que invita a aceptar nuestra vocación como Estado Continental. Este libro lanzará por los suelos los fundamentos de la historiografía oficialista que se ha enseñado en centros educativos y universidades por más de un siglo. Las mismas historias que han convencido a nuestros pueblos en ignorar y sentir vergüenza de nuestra unión Supraterritorial hispánica y preferir costumbres e identidades extranjeras antes que abrir los ojos frente a la realidad suprema que une y unirá de forma inevitable a los hombres y mujeres por encima de la soberanía de los Estados-naciones del continente, descubriendo así las venas abiertas de la hispanidad. Alzará por fin, la verdad ocultada sobre nuestra herencia y tradiciones llenas de gloria, que son a la vez prefiguras de los grandes acontecimientos que estamos llamados emprender, siempre y cuando, estemos a la altura de la historia para darle la resolución final al problema de la Hora Presente. Un libro de historia que hará historia.

    En fin, describir en pocas líneas un libro tan revelador sería imposible. Pero se puede afirmar que atrapará a la gran mayoría, asombrará a todos, maravillará a otros, y sobre todo, provocará el amor y el odio de muchos. Este libro está ya marcando un antes y un después en la historia e historiografía de nuestra patria, porque ha decidido tocar la llaga, aplicar yodo y sanar la herida demostrando con la verdad lo que otros, por conveniencia y contubernio, taparon con la mentira.


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    Re: Hay “otro” bicentenario

    El fin del Imperio Español y sus mitos (I)


    La independencia de los territorios españoles del continente americano es uno de los episodios más interesantes, pero a la vez, de los menos estudiados de nuestro pasado. Mientras vivimos preocupados por futilidades y en medio de absurdas polémicas, El 200 aniversario de estos trascendentales sucesos va transcurriendo sin pena ni gloria.En las repúblicas de Hispano América se están realizando los mayores homenajes en las efemérides patrias. En algunos casos, se han creado auténticas mitologías nacionalistas cuyo parecido con la realidad es mera coincidencia, y lejos de retractarse, estas visiones falseadas (y antiespañolas) cada día cobran más vigencia. Cierto es que los académicos de historia, por lo menos los más rigurosos, tratan de ofrecer una visión más equitativa. Pero estos esfuerzos no parecen permear demasiado en las instituciones y la sociedad.El ánimo de estas líneas que siguen es hacer descubrir al lector la historia verdadera de la emancipación americana; sin patrioterismo, pero sin vergüenza. Debemos derruir los mitos sobre los que se sustenta la visión oficial para comprender mejor el mundo en el que vivimos. Ofrecemos nuevas armas para el combate dialéctico contra los enemigos de lo hispano, y motivos para mantener bien alto nuestro orgullo. De lo que fuimos, lo que somos y –ojalá- lo que seremos.





    1 – LA CRISIS


    Durante siglos los territorios pertenecientes al imperio español fueron patrimonio de la monarquía, considerados a este respecto en pie de igualdad con el resto, teóricamente al menos. Con el ascenso de los borbones el sistema de gobierno cambió en pos de la mentalidad reformista de la nueva dinastía. Por primera vez se empezó a considerar a los territorios ultramarinos como colonias. Convino a los intereses económicos españoles, mejoró la recaudación de los impuestos, la administración de justicia y la organización de los ejércitos. De hecho, fue necesaria para organizar un cuerpo de funcionarios leales a la corona y difícilmente corruptibles; casi siempre de la península para evitar nepotismos. Pero fue un paso en falso que destruyó la esencia misma de lo que siempre había sido el Imperio español. El ideal inspirador desde los Reyes Católicos no se trataba de la dominación de una nación sobre unos territorios ajenos, sino de la integración de todos a una cultura y valores comunes, tal y como había hecho Roma en el mediterráneo.De esta manera, muchos americanos quedaron decepcionados con esta nueva política y comenzaron a sentir a España como algo ajeno , aun cuando ellos mismos fueran españoles tanto por sangre como por ley; al relacionarla con la distante metrópoli, y no sin cierta razón. Las disposiciones reales fueron muy restrictivas en ocasiones. Por ejemplo, en Nueva España, la ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular en ejercicio y una criolla. El reformismo ilustrado, aún con innegables buenas intenciones, sembró la inevitable discordia que estallaría unas décadas después. Como veremos más adelante, muchos emancipadores hispanoamericanos del siglo XIX lo que deseaban en el fondo el regreso del antiguo régimen, que es decir, de la más pura tradición hispánica.Nadie era ajeno a este estado de cosas. El último arzobispo de Charcas (Perú) monseñor Moxó y Francolí, dijo hacia el 1800:


    “Que la América no era una colonia, sino una parte integrante de la monarquía y que los americanos eran iguales a todos los demás españoles.”

    El arzobispo tenía muy clara la conciencia de lo que eran sus fieles: españoles de América; que respondían a los mismos deberes, pero que a su vez, demandaban los mismos derechos tantas veces negados. El ilustre marino Jorge Juan redactó en un informe una visión muy ilustrativa de lo que ocurría en la sociedad del momento:


    “ No deja de parecer cosa impropia… que entre gentes de una nación, una misma religión, y aún de una misma sangre, haya tanta enemistad, encono y odio, como se observa en el Perú, donde las ciudades y poblaciones grandes son un teatro de discordias y continua oposición entre españoles y criollos(…)Basta ser europeo o chapetón, como le llaman en el Perú, para declararse contrario a los criollos; y es suficiente el haber nacido en las Indias para aborrecer a los europeos…”

    En otras zonas debía ser peor.

    A este tenso panorama social vino a añadirse un escenario internacional nuevo y que puso contra las cuerdas el sistema político del imperio. La independencia de los Estados Unidos en 1783 sentó un claro precedente de lo que pudiera ocurrir más tarde en la América Hispana. La revolución francesa al poco sentó otro, no menos peligroso. Las nuevas ideas se abrían paso inexorable, y sobre la burguesía comercial de los criollos más que nadie. La mecha estaba lista para ser prendida.


    EL PLAN DE ARANDA

    Estos sentimientos no fueron desconocidos en Madrid, capital del imperio. Sorprende comprobar hasta qué punto en las altas esferas se disponía de buena información a pesar de la enorme distancia y de la lentitud de las comunicaciones en la época, quizá tuviera algo que ver eficiente sistema de información que España tenía. Fue José Ábalos, intendente de la capitanía de Venezuela y por tanto conocedor de la situación de primera mano, el que propuso el primer plan de independencia pactada para Hispano América, una manera de prevenir antes que curar. La propuesta llegó a oídos del Conde de Aranda, el cual la modificó sustancialmente para elaborar una memoria que presentó al rey Carlos III en secreto. Aquí se puede leer la carta que el ministro le envió al monarca detallándole el proyecto.




    Semblanza de un visionario



    El gran estadista español no se engañaba respecto a la situación. Después de la independencia de las Trece Colonias el destino del imperio se presentaba muy negro. Tomando el plan de Ábalos, proponía desprenderse pacíficamente de todos los territorios ultramarinos en América excepto Cuba y La Española, sellando pactos de familia y alianzas permanentes. Hombres sabios e ilustrados como él sabía a lo que estábamos jugando; pero como le ocurrió -y le ocurre tanto a la gente brillante de España- no fue escuchado. Años más tarde, el valido Manuel Godoy, un tipo que no era tan tonto como se le retrata, hizo una propuesta parecida. Aún no había comenzado la invasión francesa y España estaba a tiempo de salvar los muebles, como vulgarmente se dice. Pero tampoco se hizo nada por aplicar el plan ni ningún otro semejante. Cuando hacia 1821, ya en la fase terminal de la dominación española en América, el gobierno del Trienio Liberal trató de ofrecer un acuerdo basado en el plan Aranda a los revolucionarios. Pero entonces la guerra ya estaba casi perdida para la causa y sólo quedaba el Perú como territorio realista, por lo que todo cayó en saco roto. Con la ventaja del tiempo que ha pasado, y estando tan de moda la “ficción-histórica”, se podría reflexionar de lo que hubiera ocurrido si se hubiera aplicado un proyecto así, muy similar a la Commonwealth británica. Hoy en día, Australia y Canadá; pese a ser estados independientes, están unidas profundamente a Gran Bretaña toda vez que comparten la misma monarquía, numerosas instituciones y alianzas indestructibles ¡incluso en la bandera nacional australiana conservan la Union Jack con orgullo, que sería como si la bandera de un país hispanoamericano contuviera la española! Desde luego, la historia del mundo hispano hubiera sido otro.



    2 – LOS COMIENZOS DE LA INSURECCIÓN

    Existieron numerosos desórdenes y levantamientos que precedieron a la revolución hispanoamericana, mas ninguno fue de gran importancia excepto uno: la rebelión de Túpac Amaru II. Este hombre se nombró así en referencia al último caudillo inca depuesto por el conquistador Francisco Pizarro. Túpac se erigió como líder de una gran revolución de la región de Cuzco en el 1780, en el virreinato del Perú. Fracasó estrepitosamente, pero tuvo un fuerte apoyo popular entre sectores indígenas, indignados por los aumentos de impuestos desde la corona. Puede ser catalogada como la única verdadera revolución patriota americana por haber sido protagonizada, esta sí, por indios. Pero aunque Túpac Amaru sea reconocido como parte de la identidad nacional peruana, sin embargo no tiene nada que ver con lo acontecido posteriormente ni con ningún otro movimiento de juntas autónomas americanas, ni de los movimientos constituyentes americanos, ni tampoco con el establecimiento de los nuevos estados independientes americanos. Todas las demás fueron protagonizadas por criollos, que es decir, por españoles de América.En 1808, Napoleón invadió la península e impuso a su hermano José como nuevo rey de España; la patria se dividió entre los que apoyaban el gobierno de los ocupantes y las juntas que proclamaban la lealtad a Fernando VII. Cuando llegaron las noticias a América, se desató una terrible inestabilidad: nadie sabía cómo obrar. Las autoridades virreinales debían teóricamente acatar a José Bonaparte, pero no lo hicieron; decantándose en unos casos pro acatar a la junta central suprema, en otros, manteniéndose a la expectativa y obrando por su cuenta. Mientras tanto, se produjeron movimientos diversos por todas partes sin una finalidad evidente, de 1808 a 1810 trascurrieron acontecimientos que pudieron haber terminado de cualquier manera. En México y Argentina se celebró el bicentenario en el año 2010 (1810-2010) con fastos y celebraciones de un calibre espectacular; pero en realidad es incorrecta la fecha, puesto que en ningún caso se proclamó independencia alguna…más bien al contrario.





    Esta es la bandera de la Junta Autónoma de Quito: la cruz de San Andrés, la bandera del imperio español durante siglos; la enseña de la hispanidad.



    El cura Hidalgo, considerado padre de la independencia de México, proclamó la fidelidad absoluta al monarca Fernando VII. Lo mismo hizo la primera junta surgida de la revolución de mayo en Buenos Aires. Lo mismo proclamó el primer congreso de Nueva Granada. Si la independencia era el objetivo oculto de los revolucionarios (muy probable en los independentistas de Buenos Aires y de Bogotá, dudoso en otros) se guardaron muy bien de proclamarlo desde un principio. ¿Por qué no lo hicieron, si lo tenían todo a favor? España estaba bajo ocupación militar y las autoridades estaban inactivas, expectantes entre las órdenes que pudieran llegar de la Junta Central y los movimientos revolucionarios. Los ejércitos reales eran escasos en número y dudosos en su lealtad en gran parte. Les hubiera sido muy fácil proclamar la independencia en ese momento. Quizá el pueblo no hubiera aceptado de primeras una separación, sin más; habida cuenta de que todos se seguían considerando españoles. Después, con la guerra y la propaganda, poco a poco se irían modificando los términos para hablar abiertamente de independencia y república. Nunca se reconocerá en un libro de texto de historia oficial el apoyo del pueblo a la monarquía y a España pero ¿por qué no pensarlo? No es la única evidencia que lo demuestra y en las próximas líneas veremos más.Sobre la lealtad proclamada hacia la monarquía y España de los “padres de la independencia” no cabe duda alguna, no hace falta bucear en oscuros archivos secretos para encontrar evidencias. Están ahí mismo:


    Ésta es la proclama del 10 de mayo de 1810 en Buenos Aires:

    Juráis a Dios nuestro señor y a estos santos evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las provincia del Río de La Plata a nombre del Sr Fernando Séptimo, para guarda de sus augustos derechos, obedecer sus ordenes y decretos, y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo publica y privadamente a sus seguridad y respeto.Todos juraron y todos morirán antes que quebrantes la sagrada obligación que se han impuesto.



    El cura Hidalgo proclamaba lo siguiente en su “Grito de Dolores”:

    “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”



    Los próceres de la independencia de Nueva Granada no se quedaron atrás:

    ¿Jura usted defender la patria hasta derramar la última gota de sangre, para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del señor don Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor; conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia y reconocer al supremo Consejero de Regencia como representante de la majestad Real?


    Lo mismo podría decirse del bando de la junta gubernativa de Santiago de Chile en 1810:


    ¿Jura usted defender la patria hasta derramar la última gota de sangre, para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del señor don Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor; conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia y reconocer al supremo Consejero de Regencia como representante de la majestad Real?



    La junta gobernativa de Quito de 1811 estaba presidida por Juan Pío de Montúfar, hijo de español y criolla, que firmó tan patriótica proclama:

    El actual estado de incertidumbre en que está sumida la España, el total anonadamiento de todas las autoridades legalmente constituídas, y los peligros a que están expuestas la persona y posesiones de nuestro muy amado Fernando VII de caer bajo el poder del tirano de Europa, han determinado a nuestros hermanos de la presidencia a formar gobiernos provisionales para su seguridad personal, para librarse de las maquinaciones de algunos de sus pérfidos compatriotas indignos del nombre español, y para defenderse del enemigo común

    Un deseo eficaz, un celo activo, y una contraccion viva y asídua á proveer, por todos los medios posibles, la conservacion de nuestra Religion Santa, la observancia de las leyes que nos rigen, la comun prosperidad y el sostén de estas posesiones en la mas constante fidelidad y adhesion á nuestro muy amado Rey, el Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores en la corona de España; ¿no son estos vuestros sentimientos? – Esos mismos son los objetos de nuestros conatos.



    3 – ¿ESPAÑOLES CONTRA AMERICANOS?

    Aún existe en el imaginario colectivo de los pueblos americanos, y en parte de la propaganda oficialista – en Venezuela, por ejemplo- la idea de que la emancipación de las nuevas repúblicas fue una guerra de liberación de los habitantes de América contra unos supuestos ocupantes españoles. Se trata de un auténtico disparate que increíblemente aún tiene su público. Como dice el historiador Tomás Pérez Viejo en su ensayo Criollos contra peninsulares: la bella leyenda:

    Una afirmación que hoy muy pocos historiadores se atreverían a mantener de forma explícita pero que sigue siento el trasfondo último del relato hegemónico sobre las independencias americanas.




    Aparte de otras importantes razones, hay un problema de números que hacen insostenible esta teoría: la proporción de españoles peninsulares (y digo “peninsulares” porque españoles eran todos) respecto al de americanos en Las Indias era insignificante. En ciudad de México, por ejemplo, el censo de 1811 cifra apenas un 2% de peninsulares. En Buenos Aires no pasaban del 4%. Similares proporciones o menores hallamos en Bogotá, Cartagena o Lima. Hablamos de las urbes más importantes y donde más peninsulares debían residir de toda América. No nos deben extrañar estas cifras, dado lo difícil del transporte y las comunicaciones de la época, además de que España era un país poco poblado. Y con estos datos en la mano ¿cabe pensar en una guerra entre europeos y americanos como dicen? Hubiera durado cuatro días.Más bien fue al contrario: la mayoría de estudios serios coinciden en señalar que el apoyo, explícito o pasivo, a la monarquía hispánica fue muy extendido entre todas las razas y clases sociales. El sentimiento independentista pudo ser mayoritario en el estuario de La Plata, y con más dudas, en Santiago de Chile. En Nueva Granada sólo fue mayoritario entre las élites criollas; mientras tanto, en Nueva España y el Perú –bastión realista de las américas- fue claramente minoritario.La inmensa mayoría de los que lucharon bajo las banderas del Imperio habían nacido en América. Una expedición de 1815 al mando de Pablo Morillo que arribó en las costas de Venezuela fue la única tropa europea de tamaño considerable que se llevó al Nuevo Mundo, con 10.000 soldados. Además, hemos de tener en cuenta que el carácter de la guerra quitó protagonismo a los ejércitos regulares. Pensemos que con los medios de principios del XIX era completamente imposible tejer estrategias en un escenario tan inmenso y diverso. América no era la Europa llana y bien comunicada de las guerras napoleónicas, sino un continente entero lleno de territorios inhóspitos, desérticos, abruptos y difíciles incluso para la vida. En consecuencia, en vez de grandes ejércitos imposibles de mover y abastecer, casi todo el peso de la lucha lo llevaron fuerzas irregulares de muy diversa procedencia; guerrillas de montoneros, indígenas, milicias locales, etc… éstas estaban siempre conformadas por americanos; indígenas y mestizos en la inmensa mayoría. Así por ejemplo, en el Virreinato del Perú, los oficiales y suboficales del Ejército Real del Perú hablaban en la lengua quechua para dirigir a las tropas amerindias ya que era la que éstas hablaban en su gran mayoría. Estas tropas “del país” se movilizaron para sus respectivos teatros de guerra locales, y con raras excepciones partieron fuera de sus lugares de origen. De esta forma, y también para los independentistas, las personas identificadas con las múltiples castas de amerindios mestizos (cholos), o de negros mestizos (mulatos o pardos), junto con negros esclavos liberados fueron el grueso de la tropa realista dependiendo del predominio étnico en la población en cada lugar. Las guerras de independencia no fueron sino guerras civiles entre americanos.Gran parte de los mandos militares realistas e incluso de los cargos políticos estuvieron ocupados por criollos, e incluso por mestizos en algunas ocasiones. Si bien es cierto que generalmente se prefería optar por peninsulares para asegurarse la lealtad, durante el conflicto las circunstancias obligaron a la promoción de españoles americanos; los cuales en ocasiones demostraron superar en lealtad y valor a los europeos (así lo declaró en una ocasión el virrey novohispano Calleja) Por mencionar algunos que alcanzaron altos grados: José Manuel de Goyeneche, natural de Arequipa, fue mariscal del ejército realista del Alto Perú. Agustín de Iturbide, oriundo de Nueva España, fue comandante realista durante una década hasta que las circunstancias lo convirtieron en independentista. Guillermo Marquiegui, oriundo de Jujuy, actual Argentina, fue de los mejores comandantes de caballería de Los Andes. Antonio Vigil, peruano que llegó al grado de general; y Francisco Picoaga, llegó también a ser mariscal de Campo, que fue capturado y asesinado por sus enemigos en 1815. Pío Tristán, Miguel Aráoz y Arce, Felipe Rivero y Lemoine… podríamos seguir con esta lista un largo rato, pero valga como muestra. En apartados posteriores mencionaremos más.Incluso existieron casos de españoles nacidos en España que tomaron parte del bando de Bolívar y San Martín. Y no fueron pocos. El más conocido es Vicente campo Elías, prócer de la independencia de Venezuela. Otros: Xabier Mina, un famoso guerrillero navarro que se enfrentó a las tropas de Napoleón, desembarcó en México para apoyar el movimiento independentista y después fue derrotado por el virrey Apodaca. El ceutí José María Fernández fue partidario de la independencia de Chile, y el vasco José María Fagoaga y Leyzaur, de México.Añadamos para finalizar este apartado con una afirmación quizá chocante, pero real: realmente los próceres de la independencia eran españoles y nunca dejaron de serlo. San Martín, hijo de españoles; peleó por España en la Batalla de Bailén y dos de sus hermanos se mantuvieron leales al rey. Su sangre, su religión y lengua eran españolas. Lo mismo que Bolívar, Itúrbide…y tantos otros. Incluso el sentimiento privado de muchos de estos personajes estuvo con España por más que públicamente manifestaran lo contrario. Esto no es una suposición, sino un hecho real, demostrado por el testimonio de un boletín secreto de la época de la independencia publicado en Buenos Aires en 1937.



    4 – LA OTRA CARA DE BOLÍVAR

    Bolívar, San Martín, O,Higgins, Sucre…apellidos que en América conforman auténticos mitos nacionales. Dado que ellos fueron los principales artífices de la independencia de sus países es justificable que así sea. Sin embargo, sus vidas encierran episodios poco gratificantes para sus defensores, siempre silenciados por la propaganda oficial.



    El “dios” del panteón independentista

    El caso más polémico es el del más renombrado de todos: el mismísimo Simón Bolívar. Bolívar fue racista, cosa que choca bastante con la idolatría que le profesa el que se ha erigido en actual paladín del llamado “neoindigenismo”. El “Libertador” volvió a gravar a los indios con un antiguo impuesto que ya había sido abolido y que pesaba sobre ellos por el solo hecho de serlo. Son conocidas también sus expresiones insultantes hacia y sobre ellos. Cuando la expedición por él comandada llegó al Perú, restableció la esclavitud de los negros, que habían sido declarados libres por San Martín. Y como colofón, decretó que las tierras comunales que pertenecían a los indígenas peruanos, concedidas por autorización real (que en ocasiones eran previas a la conquista) se enajenarían por el estado, para venderlas después a precio de saldo a sus amigos criollos acaudalados. Esta medida condenó a la hambruna a cientos de pueblos amerindios.Visto lo visto, no de extrañarnos que en numerosos territorios los últimos realistas fueran los indios. Por ejemplo, en Colombia: los pastusos fueron partidarios férreos de la corona y mantuvieron guerrillas hasta una fecha tan tardía como 1830, en la guerrilla del caudillo Huachaca. Lo mismo ocurrió en Chile: los araucanos habían llegado a proponer en 1813 “formar para la defensa del Rey una muralla de guerreros en cuyos fuertes pechos se embotarían las armas de los revolucionarios”. Como respuesta a su lealtad a la corona, fueron vilmente masacrados por los próceres chilenos. Uno de los últimos reductos realistas de Suramérica fue la islita chilena de Chiloé, donde los indígenas fueron prácticamente exterminados. Y por supuesto, en el Perú, donde las víctimas de las medidas boliviarianas estuvieron combatiendo en guerrillas hasta principios de 1830.



    5 – EL PAPEL EXTRANJERO Y LA MASONERÍA

    Los mayores beneficiados de la independencia no fueron los pueblos de Hispano América, ni siquiera sus élites criollas, sino los británicos. Su papel fue determinante, hasta límites insospechados que los historiadores oficialistas no se atreven a reconocer –aunque no lo puedan negar-Hay que ver los antecedentes históricos del hecho. Carlos III le declaró la guerra a Gran Bretaña durante la guerra de independencia de EE.UU. La apertura de un segundo frente de batalla debilitó militarmente la posición británica en el continente americano, y resultó vital desde el punto de vista estratégico para el inicio de las victorias de los rebeldes. Esto unido a la ayuda económica y a la reconquista de Florida, hizo que los norteamericanos reconocieran la ayuda española; tanto que durante la parada militar del 4 de julio, Bernardo de Gálvez, el conquistador de Florida, desfiló a la derecha del mismísimo George Washington en reconocimiento a su labor y apoyo a la causa americana.




    Es abrumadora la presencia de símbolos masones en los santuarios de los próceres



    Como era de esperar, los británicos, de todo menos tontos, no se quedaron de brazos cruzados y empezaron a conspirar de todas las maneras posibles para devolvernos el golpe. Y lo hicieron muy bien.Su participación fue más velada, en forma de dinero e influencias, que directa. Aun así, no faltaron tropas británicas en momentos clave, pese a que la nación insular se encontraba teóricamente en paz con España (aliados de hecho durante la Guerra de Independencia) Una legión británica de 2000 hombres tuvo un papel decisivo en Carabobo, que fue la batalla más importante para la independencia venezolana. La flota de Thomas Cochrane intervino para ayudar a lograr la independencia de Chile, impidiendo el socorro de los realistas chilenos desde el Perú y contribuyendo al ataque sobre el Callao en 1826, último bastión realista. Pero tales intervenciones puntuales sólo fueron la punta del iceberg.La anglofilia prendió como un voraz incendio entre los principales políticos de las independencias. Resulta sumamente ilustrativo que el primer presidente argentino, en 1826, haya sido un anglófilo del calibre de Bernardino Rivadavia, que gustaba de escribir extensas cartas a sus amigos ingleses en los que tanto elogiaba a Inglaterra como insultaba a España. En sus tiempos, al parecer, hasta los reglamentos para los debates de la nueva Cámara de Diputados eran los del Parlamento inglés. No debe extraños que La primera nación en reconocer la independencia de las Provincias Unidas fuera Gran Bretaña, que lo hizo oficialmente en febrero de 1825, cuando la guerra aún no había cesado.Pero más importante aún que las maquinaciones de los gobiernos fue el papel de una organización: la masonería. En los próceres, unida a la anglofilia estaba la afiliación casi unánime como masones. Es difícil verter juicios objetivos sobre el papel de la masonería en Hispanoamérica, dada la opacidad de la información y las dificultades para separar el grano de la paja . Obviamente, tuvo gran importancia a la hora de las independencias; lo que no se sabe es cuánto. Algunos dicen que aún hoy las organizaciones masónicas siguen controlando al 100% los países de América, otros que su papel está magnificado por teorías conspiracionistas. Suponemos que la verdad estará en algún punto medio.Los símbolos comunes de la masonería se encuentran en las enseñas nacionales, monumentos y en general, en cada testimonio de las independencias. Todos los grandes próceres fueron parte de alguna logia. La más famosa era la Logia Lautaro fundada por el venezolano Francisco de Miranda…en Londres. El objetivo principal de esta logia era la independencia de Hispano América, con inspiración en las ideas liberales de la revolución francesa y un intenso odio a todo lo que representara el Antiguo Régimen. Todos estos líderes habían estado en Inglaterra en algún momento o tenido amigos ingleses, y todos eran profundos admiradores, ora del inglés, ora de la Francia napoleónica. El asturiano Rafael Del Riego, responsable de la revuelta en la expedición de Cabezas de San Juan (1820), episodio que dio un golpe mortal a la causa realista, fue también masón, lo que no es casual.Que conste que no hablamos aquí de una gran conspiración masónica orquestada desde la sombra. El ser masón no es una causa de ser revolucionario, sino más bien una consecuencia de ciertas ideas y principios que estaban en contra de la monarquía y a favor de un nuevo orden de las cosas. Además, hay muchas ramas diferentes dentro de la masonería que en ocasiones difieren mucho entre sí. También debe reconocerse que hubo muchos masones partidarios de la unidad del imperio (como los generales Rodil y Espartero) si bien fuera de España predominaron los primeros de manera aplastante.


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    Fuente:

    El fin del Imperio Español y sus mitos (I) | Soul Guerrilla

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    Re: Hay “otro” bicentenario

    La segunda parte del último artículo de la página anterior puede leerse aquí:

    EL FIN DEL IMPERIO Y SUS MITOS (II)
    Última edición por Mexispano; 19/06/2016 a las 00:43

  9. #9
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    DESDE ARGENTINA LLEGA LA PRIMERA RESEÑA INTERNACIONAL DE MI LIBRO:


    Núñez del Arco Proaño, Francisco (2016). Quito fue España. Historia del realismo criollo. Ecuador, Quito. Editorial JG. Colección Ecuador Políticamente Incorrecto II. Primera Edición. ISBN: 978-9942-14-433-1.



    Quito fue España: cementerio de los mitos de la independencia sudamericana



    El estudio de la Historia como disciplina científica forma parte de la base que la modernidad ha constituido para conocer y comprender, tanto a si misma como a otras épocas que la precedieron. En las últimas décadas, con la revolución metodológica de la “Escuela de Cambridge”, los textos políticos-históricos de los pensadores clásicos comenzaran a ser leídos dentro de los contextos históricos en que fueron generados, teniéndose en cuenta el horizonte político y social, como la propia biografía del autor, para así hallar la intencionalidad que el mismo muchas veces ocultaba, quizás inconscientemente, con la creación de su propia obra. Si quisiéramos buscar la intencionalidad de los historiadores modernos sudamericanos, encontraremos que la misma tiene como fin la conformación de una ideología para la comprensión de los procesos históricos. Ideología donde se resguarda los valores que sirvieron para construir su propia época. Sin embargo, en este resguardo, la Verdad fue ocultada; y sigue siendo ocultada para no herir las susceptibilidades, no solo del mundo académico sino de la sociedad entera que fue educada sobre los mencionados valores, los cuales, se van desmoronando paulatinamente en nuestros días.

    Por ello, para hacer justicia a la Historia, debemos buscar trascender las aflicciones y desilusiones que genera el descubrimiento de verdades que contradigan nuestro pequeño reservorio de ideas a partir de las cuales nos constituimos. El historiador Francisco Núñez del Arco Proaño, ex presidente del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica, conferencista y especialista sobre la Historia de España y del Ecuador, autor de El Ecuador y la Alemania Nazi. Los secretos de una relación ocultada, libro en el cual expone detalladamente la colaboración ecuatoriana-alemana a nivel político, académico, militar y social desde el ascenso al poder del Nacionalsocialismo hasta luego de su caída en 1945, con su nuevo trabajo Quito fue España. Historia del realismo criollo pondrá al descubierto esas verdades ocultas que preferiríamos jamás saber.

    El objetivo de Núñez del Arco Proaño es simple y concreto: desnudar los mitos que conforman la historia de nuestra Independencia sudamericana. A través de la presente investigación podremos entrever como la Independencia vendría a expresar el choque de dos tipos de civilizaciones, la de España y la de Inglaterra, las cuales representarían paradigmas espirituales contrarios y antagónicos. Este choque a nivel del espíritu se trasladará materialmente a las sangrientas batallas independistas de América del Sur. El autor buscará demostrar, concentrándose principalmente en los sucesos de la provincia imperial de Quito, como la Independencia fue una mera elaboración ideológica de un pequeño grupo oligárquico sostenido e influenciado por Inglaterra para quebrar la unidad del Imperio Monárquico Hispánico, y como dicho grupo no tuvo ningún tipo de representación en el pueblo criollo, el cual, en su gran mayoría, se consideraban súbditos del Rey. Núñez del Arco Proaño elimina de plano no solo las “leyendas negras” construidas en torno al Imperio español desde su llegada a la América precolombina, sino también las “leyendas rosas” de los próceres de la Independencia, donde uno de sus mayores referentes, Simón Bolívar, es desenmascarado como un agente al servicio del Imperio Británico y su ideología capitalista. El quiebre de la unidad política de la Monarquía Hispánica en América significo, según el historiador ecuatoriano, no solo el desarraigo espiritual de los criollos americanos de su Patria —con sus consecuencias psicológicas pertinentes las cuales son padecidas por los sudamericanos contemporáneos—, sino también la caída del bienestar económico de las clases sociales de aquellos países que se independizaron de España. Con este trabajo, la versión de la historia oficial donde criollos, indígenas y negros americanos buscaron denodadamente la liberación del Imperio “opresor” español quedará totalmente desarticulada.

    La obra se puede dividir en cuatro segmentos. En la primera parte encontraremos las relaciones entre el Imperio español y el “Reino de Quito”. El autor señala que Quito ya no puede ser entendido como una colonia que era utilizada para la explotación de sus recursos naturales, sino como una verdadera provincia del Imperio español, donde los quítenses usufructuaban los mismos derechos que el europeo. Esta situación de paridad entre criollos y europeos, lleva a Núñez del Arco Proaño a reformular la relación entre los indígenas y los españoles (americanos y europeos) desde la época de la Conquista hasta la Independencia, donde con testimonios de la época se demuestra como los indígenas conservaron sus costumbres, ritos y leyes dentro del Imperio español, reflejando con ello la visión supranacional y multi-etnica de la Monarquía Hispánica. En la segunda sección del trabajo encontramos las relaciones entre la oligarquía de la sociedad quítense con Inglaterra, la cual había puesto sus ojos en Quito por la rentabilidad que le podría generar a su comercio marítimo, cuestión detallada por el autor a través de documentos redactados por los mismos actores británicos, en los cuales se explaya el plan de operaciones utilizado para la apropiación, ya sea de Quito, como también de otras provincias del Imperio español. Si bien los factores de la independencia sudamericana tendrán su atención central en las políticas-económicas buscadas por Inglaterra, sin embargo en el trabajo también se reflejará la expansión de las ideas liberales, no solo en todo el planeta sino dentro de la misma España europea de principios del siglo XIX, lo cual colaboraría para la generación de dicha Independencia. En la tercera sección encontraremos la reacción contrarrevolucionaria de Quito donde se aprecia la falta de respaldo popular hacia las Juntas Suprema de Quito promotora de la Independencia, debido al sentimiento monárquico que primaba en el pueblo quiteño. Se describe los enfrentamientos bélicos entre realistas e independistas como así los personajes históricos relevantes que estuvieron al frente de tales batallas. Las guerras de independencias son reflejadas como una guerra civil entre los mismos hispanoamericanos, fagocitada por agentes exteriores e interiores a la América española. Por último, encontraremos las consecuencias económicas que sufrió Quito debido a la guerra de independencia donde se produce una involución industrial para beneficio de la pequeña burguesía quítense y una dependencia ad infinitum de Ecuador para con el Imperio británico a través de la deuda adquirida por los independistas para cubrir los gastos de guerra.

    Buena parte de las fuentes que el historiador ecuatoriano Núñez del Arco Proaño nos brinda son inéditas para el público académico. Para el hallazgo de esta documentación, el autor se apersono en el Archivo Municipal de Quito como el Archivo Nacional del Ecuador, Argentina y Perú, entre tantos otros. También hay que destacar la utilización de documentos escritos por los mismos actores que tuvieron un lugar relevante en la guerra de independencia, ya sean memorias, autobiografías o cartas inéditas, tal como es el caso de la Correspondencia del General Simón Bolívar donde se describe detalladamente las relaciones que mantenía con Gran Bretaña. El autor pudo conformar de manera brillante un estilo de escritura que genera la lectura amena del texto, como así también la rigurosidad erudita, graficada en las múltiples y diversas bibliografías.

    Estamos convencidos que esta obra magistral marcará un antes y después en el estudio de la historia americana. La misma aporta una visión mucho más amplia sobre las verdaderas causas y verdaderos fines de la supuesta Independencia que muchos de los historiadores liberales y/o marxistas ocultan deliberadamente para poder fundamentar su ideología política en hechos históricos. En estos tiempos posmodernos, donde prima la sobrealimentación de información hacia un individuo que vive del consumo de su fugacidad, encontramos en esta obra un dique de contención a los mitos y leyendas con la cual se construye a dicho individuo. Por lo tanto, en décadas venideras, consideramos que el trabajo de investigación de Francisco Núñez del Arco Proaño deberá ser de lectura obligatoria, no solo para el académico que se especializa en el estudio de la historia americana, sino de todo individuo que busca conocer la historia de su Continente, de su verdadera Patria, y por ende, la historia de sí mismo.


    Marcos R. Mancini




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  10. #10
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    Thumbs up Re: Hay “otro” bicentenario

    Me alegro por Francisco.

    Mexispano también hace un muy buen trabajo difundiendo estos temas en el foro y redes sociales.



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  11. #11
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Cita Iniciado por Erasmus Ver mensaje
    Me alegro por Francisco.

    Mexispano también hace un muy buen trabajo difundiendo estos temas en el foro y redes sociales.

    Hago lo mejor que puedo, pero a veces son tantos los datos que aparecen que luego no se ni por donde empezar.


  12. #12
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Tampoco fue tan así, si la insurgencia hubiera sido aplastante en Nueva España, el orden virreinal hubiera sido depuesto fácilmente y sin embargo la mayoría de los historiadores aceptan que luego de la caída de Xavier Mina los rebeldes estaban prácticamente derrotados.



    Las independencias en Iberoamérica, entrevista con Alfredo Ávila





    https://www.youtube.com/watch?v=fSj6NAY2MrA


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