A Florencia K el Che la hubiera fusilado
Por Agustín Laje (*)
La semana pasada se vio a una adolescente bien vestida, caminando con amigas por el centro de El Calafate en busca de bares
top, llevando consigo un llamativo colgante con la cara del guerrillero Ernesto
Che Guevara. La anécdota no daría para hacer un comentario al respecto (después de todo, la torpeza y el mal gusto son parte de lo cotidiano) de no ser por que la joven en cuestión era nada menos que Florencia Kirchner.
Por si hiciera falta, repasemos velozmente quién fue y qué hizo el “Che” como para que la hija de la presidente le rindiera tributo de forma tan banal.
Nacido en la ciudad de Rosario en 1928, Ernesto Guevara de la Serna de joven se mostró inclinado a la rebeldía. En uno de sus viajes como trotamundos conoció al líder cubano Fidel Castro, y se sumó a su guerrilla contra el régimen de Fulgencio Batista. Si en su rol de guerrillero Guevara mostró grados bestiales de violencia (asesinando incluso a propios compañeros por debilidades o sospechas), en su rol como responsable de dos campos de concentración montados para eliminar disidentes tras el triunfo de los barbudos, su inhumana sed de sangre encontró el clímax (en “La Cabaña” ordenó el fusilamiento de más de 1500 personas) (1).
Luego de su fallida experiencia como funcionario cubano, el Che volvió a su vida de desquiciado pistolero intentando exportar la revolución al Congo y Bolivia, país este último donde encontraría finalmente su muerte tras impulsar sin éxito un golpe de Estado y acabar con la existencia de 49 campesinos bolivianos.
La formación marxista −que Guevara absorbió y promovió− supone que la historia del hombre es “la historia de la lucha de clases”. Las clases, según tal reduccionismo, pueden ser “dominantes” o “dominadas”; esto es, traducido a la sociedad industrial, “proletaria” o “burguesa”. Esta batalla a muerte tiene por resultado el cambio radical del sistema imperante: la revolución.
En tales términos leía la realidad el fusilador admirado por la hija de Cristina Kirchner: obreros y burgueses; buenos y malos; blanco y negro. Unos merecían la gloria, los otros el paredón. Y así lo afirmaba públicamente: “Lucho por las cosas en las que creo, con todas las armas de que dispongo, y trato de dejar muerto al otro” (2); “aquí en la selva vivo sediento de sangre” (3); “hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando” (4); “ante la duda mátalo” (5).
No caben dudas de que Florencia Kirchner, una adolescente de condiciones socio-económicas que el Che Guevara hubiera considerado burguesas, cuyo amor por la ropa escandalosamente costosa, la bijouterie lujosa, el shopping, los autos suntuosos (como el Mini Cooper que su madre le regaló a cambio del cierre de su twitter) y los viajes ociosos en avión presidencial con sus amistades, hubiera sido un blanco apetitoso para el fusil de Guevara.
Llevar consigo la imagen del asesino serial más idolatrado de Argentina. Una recurrente patología de quienes hubiesen sido sus potenciales víctimas.
(*) Tiene 23 años; es autor del libro “Los mitos setentistas”. www.agustinlaje.com.ar
Referencias
(1) Investigación citada en Márquez, Nicolás.
El canalla. La verdadera historia del Che. Buenos Aires, Edivérn, 2008.
(1) Carta del Che Guevara a su madre citada en O´ Donell, Pacho.
Che, la vida por un mundo mejor. Buenos Aires, Sudamericana, 2005, p. 91
(2) Carta del Che Guevara a su mujer Hilda Gadea citada en O´ Donell, Pacho.
Che, la vida por un mundo mejor. Buenos Aires, Sudamericana, 2005, p. 101.
(3) Expresiones de Guevara ante la ONU. Citado en Márquez, Nicolás.
El canalla. La verdadera historia del Che. Buenos Aires, Edivérn, 2008.
(4) Citado en Márquez, Nicolás.
El canalla. La verdadera historia del Che. Buenos Aires, Edivérn, 2008.
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