Como a Valmadian, también a mi no me entusiasma el texto. Las virtudes duras o menos blandas de la Cristiandad no eran las supuestas virtudes que representaba el eje. Nuestro Señor Jesucristo ha expulsado los mercaderes del templo, no para que allí se establecieran otros mercaderes, con otra estrategia pero con objetivos no más gustosos a Dios; pero para que allí reinara la Verdad del Padre y nada más.
El argumento de que, al tiempo, no se sabía lo suficiente de la realidad del nazismo puede que valga para la gente común pero no para los decidores políticos. El Papa Pio XII lo sabía, el Generalísimo Franco lo sabía y el Profesor Salazar lo sabía. Franco, con el envío de la División Azul se limitó a pagar dos deudas: una a Hitler y otra a Stalin. Salazar (y puedo hablar objetivamente, pues no soy salazarista ni anti-salazarista) jamás ha movido un dedo, con Hitler y con Mussolini, que no fuera para el mantenimiento de la neutralidad lusa en la II Guerra Mundial y para el beneficio comercial de Portugal - lo que no ha sido el caso, en absoluto, en la Cruzada.
En la II Guerra Mundial el liberalismo ha vencido una batalla de una guerra que ha empezado con la revolución francesa. Pero el verdadero enemigo del liberalismo en esta guerra no ha sido el nazismo alemán, el fascismo italiano o el imperialismo japonés. Ha sido el Cristianismo. Y el Cristianismo ha sido una victima colateral de los dos conflictos mundiales... en la verdad en todos los conflictos del siglo XX, con excepción de la Cruzada y de la Guerra Cristera (donde, mismo perdiendo, los cristeros se han ganado el martirio y la admiración del mundo). Puede que algún otro más... pero tampoco me acuerdo.
Cristianismo y la tradición política de la Cristiandad a parte, lo más son medias tintas del liberalismo, por mucho que se diga el contrario. Porque no arrancan las raíces de la hierba dañina, dejándola renacer en su patio. Quizás con el triunfo del eje, la hierba crecería menos pero crecería. Porque al nazismo y al fascismo italiano (ya ni me refiero al imperialismo japonés) les faltaba la fortaleza moral de luchar por valores más grandes que los de este mundo, los materiales o las falsas idolatrías. Y donde reine el materialismo, impera el liberalismo más temprano que tarde, sea porque el régimen se cae de podrido, sea porque, falleciendo el dictador, se hace una transición hacia una democracia partidocrática.
Y por favor, que no se nos venga con historietas de que el nazismo habría frenado la ascendencia de la homosexualidad o de la pedofilia, si hubiera Alemania ganado la guerra; que de judíos, homosexuales y pervertidos había los bastantes en el propio entorno de Hitler y en el partido NSDAP. Como hoy, ya entonces un carnet partidario hacía toda la diferencia. (Que quede claro que no estoy afirmando que los homosexuales o pervertidos no tienen derecho a existir, sino que deben guardar castidad.)
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