Revista FUERZA NUEVA, nº 503, 28-Ago-1976
Referéndum capcioso
(…) Aunque todo esté ya reformado, se va a proceder en octubre a la reforma. Todo está reformado, repito, por cuanto la base de nuestro ordenamiento institucional ha sido disuelta. La Ley de Partido Políticos acabó con el Régimen anterior y, del mismo modo, ha terminado también con la prosperidad y el desarrollo que aquel Régimen nos proporcionaba. Ello es natural, teniendo en cuenta que ese desarrollo y esa prosperidad tenían su única base en el peculiar (…) Sistema político de Franco, basado en la cooperación de todos, y prohibida –en el Principio VIII del Movimiento, hoy inexistente- toda promoción de lucha y de disgregaciones ilegales. Lo que quiere decir que el Sistema se dedicaba al noble intento de servir los intereses y necesidades del pueblo, sin escuchar discursos programáticos ni supeditar la gobernación a postulados irreductibles de los vencedores en urnas (…)
***
Como habrá podido observar el lector, la liquidación del Régimen de Franco, representada por la promulgación de la citada Ley (reguladora de la discordia como obligación previa para poder acceder al mando por el mando), se ha llevado a cabo sin referéndum.
No quiero decir que la supeditación de aquélla a plebiscito hubiera tenido visos de ilegalidad, porque –todavía no lo ha olvidado nadie- el Principio VIII del Movimiento, hoy derogado, era “inderogable por su propia naturaleza”. Pero sí quiero decir que, ya que esa derogación se ha llevado a cabo por vías de anormalidad o de ilegalidad, y a través de una tremenda infracción constitucional acompañada de reniegos evangélicos, referidos a esas Escrituras Sagradas que hubieron de soportar el contacto de tantas manos infernales, la cuestión hubiera tenido ciertos paliativos si se hubiese insertado aquella Ley en el referéndum de que tanto se habla, o en otro preliminar. (…)
***
No obstante, la dinamitación del Régimen de Franco sin referéndum constituiría una constante acusación de malevolencia tanto para los gobernantes como para los procuradores en Cortes que la apoyaron.
En evitación de esto, el pueblo va a votar “sí” a los partidos políticos a través de referéndum.
¿Que no es necesario, porque la Ley está ya vigente? Sí es necesario. Y, además, posible.
Cuando el pueblo español se pronuncie en el plebiscito próximo, dirá que sí, que quiere los partidos políticos. Claro que la pregunta no se le hará.
Pero cualquier contestación a una o varias de ellas llevará implícita la aprobación de dicha Ley, porque, estando vigente, se podrán formular posiciones o interrogaciones dando por sentado lo que es ya inamovible.
(…) El referéndum, será capcioso. Porque formulará preguntas dando por cierto que el pueblo acepta los partidos. (*) Pero (…) el pueblo, en 1966, por abrumadora mayoría, los rechazó para siempre.
Pero el honor quedará a salvo, porque cuando en un futuro inmediato (y también lejano) se pregunte cómo sucedió aquello de derribar el Régimen político de Franco, sonará, a la manera de eco sordo y confuso, la idea de que hubo un referéndum. Y si lo hubo, claro: el pueblo decidió instaurar los partidos políticos.
Pero, en definitiva, ¿qué se va a esperar de unos “servidores” de la herencia de Franco que, en nombre de la democracia, propician un Gobierno que puede disponer a su antojo de (…) las Cortes (…) ordenándoles el procedimiento a seguir en las deliberaciones? (…) Este Gobierno, por tanto, manda en las Cortes. ¿Puede hacerlo? No, a no ser que las mismas Cortes le confieran esos poderes. Pero, ¿le han conferido las Cortes esos poderes? No. Sólo el democrático presidente de ellas, que en realidad no es más, en este aspecto, que un dictador, se ha erigido en único representante de todos los procuradores y de todo el pueblo español.
Y, por fin, ¿qué se va a esperar de un Gobierno cuyo presidente [Suárez], después de jurar “la más estricta fidelidad a los principios del Movimiento”, no adopta, como primera y rápida providencia, la decisión de abolir la Ley de Partidos, mediante la cual se inutiliza el VIII de aquellos Principios, y se infringe también el artículo primero de la Ley que los promulgó, que también por ellos está inspirada?
***
Lo que está pasando en España no es sólo una dictadura. Es algo más. Nos han convertido en esclavos. Y aun esto no sería tanto si no fuera porque, en nuestra calidad de esclavos, usan de nosotros para humillarnos y servirles de bufones.
Juan RÍOS DE LA ROSA
|
Marcadores