Re: Verdadera memoria histórica.
Pero como no hay octava sin repique, resulta que siempre hay recalcitrantes, entre los que honrosamente me incluyo, que no dejan de dar por la mené a tanta idiocia generalizada de estos bufoncitos contemporáneos. Preguntémonos, pues, por las verdaderas razones que motivaron que algunos miles de republicanos anti-españoles vivieron la experiencia de pasar por un campo de tercera, es decir, de trabajo duro-duro, similar al que sus "coleguis" soviéticos condenaban a cientos de miles de disidentes, y que en España también afloraron, aunque no pasaran de capullos porque su revolución se vio interrumpida. Que nadie dude de que la consecuencia inmediata de las checas de Madrid, Barcelona, los barcos de la muerte de Bilbao, etcétera, hubieran sido campos de internamiento con trabajos forzados para la re-educación de los rebeldes contrarrevolucionarios, en caso de que las armas les hubieran sido favorables. Que nadie lo dude, repito, pues los ejemplos los hay por cientos en todos los países que se vieron sometidos a la tiranía de la bota marxista.
Hay una verdad, una máxima, que los maestros de la calumnia, la mentira, la ocultación, manipulación, del odio y el revanchismo por sus propios crímenes, no han aprendido, y es que la Historia NO se puede cambiar, no se puede ocultar, no se puede tergiversar. Todavía no han aprendido esta lección, en realidad la más sencilla de todas. Y si no lo han hecho, o es que son idiotas de babero, o es que sólo saben conspirar para tiranizar a los demás. Elijan la respuesta.
Los españoles de Mauthausen: independentistas, terroristas, comunistas y criminales de guerra
26 octubre, 2018
Entre enero y febrero de 1939, la liberación de Cataluña, por parte del Ejército nacional, trae como consecuencia que alrededor de medio millón de rojos huyan, como ratas, hacia el país vecino y crucen apresuradamente la frontera franco-española. Lejos de agasajos, son las democráticas autoridades de la República Francesa las que recluyen a los fugitivos, en infrahumanas condiciones, en campos de concentración.
Una cifra indeterminada de ellos conocerá la muerte por epidemias y enfermedades, como el tifus, o víctima del hambre. Si en Mauthausen los alemanes internaron a 7.300 españoles, los franceses hacinan, tan sólo, en Argelès-sur-Mer a cerca de 100.000 de nuestros compatriotas. Sin instalaciones médicas, careciendo de agua corriente, con la arena de la playa como suelo y el raso como techo. Hombres, mujeres y niños son amontonados, por la Francia democrática, en paupérrimas condiciones entre piojos y excrementos. Una tragedia, la de los españoles muertos en los campos de concentración galos, que daría para toda una saga de dramáticas películas.
Paradójicamente, es el estallido de la guerra en Europa, en septiembre de 1939, y la arrolladora victoria de la Wehrmacht germana sobre Francia la que va a poner punto y final al sufrimiento de la mayoría del medio millón de izquierdistas españoles huidos.
Los menos de ellos van a alistarse como mercenarios en el Ejército francés, principalmente en la Legión Extranjera, o en batallones de trabajadores para construir fortificaciones. Se trata de los más politizados que, tras la aplastante derrota del comunismo en España, pretende seguir extendiendo la tiranía estalinista a Europa occidental. Tras el armisticio francés, en junio de 1940, un buen número de ellos pasará a engrosar las filas de los grupos terroristas conocidos como la “Resistencia” o el maquis.
El grueso de los españoles que salen de los campos de concentración franceses decide quedarse en el país vecino, ya sea en la zona ocupada o en la de Vichy. Por otra parte, serán decenas de miles, probablemente más de 60.000, los que partan voluntariamente al III Reich como trabajadores. Alemania se desangra en los frentes de guerra y necesita brazos para sostener su economía e industria bélica. Entre ellos se encuentra Enric Marco, que fuera presidente de la «Asociación Amical de Mauthausen y otros campos». Este personaje protagonizó unos de los episodios más bochornosos que se recuerdan de las imposturas “holocausters” cuando, en 2005, se descubrió que, en vez de haber sido prisionero, se había presentado voluntario para trabajar, por un buen salario, para la Alemania nazi.
Y no fueron pocos los que, ante el compromiso generoso y conciliador del Caudillo de respetar a todos aquellos individuos que no hubiesen participado en la salvaje persecución política y religiosa que había tenido lugar en la zona republicana, regresan a España. Legislativamente, esta promesa se concretará en el Decreto de 9 de octubre de 1945 “por el que se concede indulto total a los condenados por delito de rebelión militar y otros cometidos hasta el 1.º de abril de 1939”.
¿Quiénes fueron entonces los españoles internados por Alemania en el campo de trabajo de Mauthausen y por qué fueron recluidos? Se trataba, en su gran mayoría, de terroristas comunistas o de izquierda radical pertenecientes al maquis. Es decir, no se encontraban amparados por el artículo 1 de la Tercera Convención de Ginebra de 1929, relativo al trato de prisioneros de guerra. Este tratado remitía a los artículos 1, 2 y 3 del Reglamento anejo al Convenio de La Haya de 1907. Los maquis no quedaban bajo su protección al NO “sujetarse en sus operaciones a las leyes y costumbres de la guerra”, NO “llevar armas ostensiblemente” y tampoco “tener una señal como distintivo fijo y reconocible a distancia”.
Concretando, los prisioneros de Mauthausen no fueron encerrados por su adscripción política de izquierdas, ya hemos visto que miles de republicanos fueron contratados por los alemanes, y muchísimo menos por su condición de españoles, mediterráneas o cualquier otro argumento de demagogia lacrimógena y barata de la actual historiografía oficial y de la filmografía “holocáustica”.
Pero si retrocedemos unos años a la década de los 40, encontraríamos a la práctica totalidad de los prisioneros de Mauthausen militando activamente u ocupando puestos de responsabilidad en los partidos políticos, sindicatos y cuerpos policiales responsables del genocidio que, durante la Guerra Civil, la izquierda perpetró en España. Esquerra Republicana de Catalunya, PSOE, UGT, CNT, Cuerpo de Carabineros, Brigadas Internacionales o Partido Comunista de España son las principales organizaciones que dieron cobijo a estos hombres relacionados, de forma directa y en primera persona, con los terribles episodios de salvaje represión desatada por la República en las zonas bajo su dominio.
Las cifras oficiales de españoles que, entre 1940 y 1945, murieron en Mauthausen, y cuyo cuestionamiento puede conducir al investigador a la cárcel, asciende a casi 4.000. Las condiciones en aquellos campos de trabajo eran durísimas. Sobre todo cuando a raíz de los bombardeos terroristas de los Aliados, que arrasaban indiscriminadamente objetivos civiles y militares en Alemania, los prisioneros debían contribuir al esfuerzo bélico europeo incluso en complejos subterráneos o bajo las bombas de las democracias.
Cabría señalar que a la República, a la que con tanto denuedo habían defendido los prisioneros de Mauthausen, le fueron necesarias menos de cuatro semanas para masacrar a 4.000 inocentes en Paracuellos del Jarama.
Miguel Sardinero
http://www.despiertainfo.com/2018/10...les-de-guerra/
Última edición por Valmadian; 09/08/2019 a las 15:53
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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