Una disculpa y una reflexión sobre el uso de imágenes.
“En la Era de la Imagen, el derecho a salvaguardar la propia imagen no existe”. Así podría formularse una falacia digital ampliamente asumida que hoy nos toca desmontar como inesperados copartícipes del problema.
En un mundo donde todas llevamos una cámara de fotos y de vídeo integrada en el smartphone, corremos el riesgo de dar por hechas muchas cosas. Por ejemplo, que todas somos periodistas en potencia y que por tanto absolutamente todo a nuestro alrededor es susceptible de ser fotografiado, filmado… y difundido.
Hasta que la realidad nos obliga a poner los pies en el suelo. No; no todo puede difundirse. Entre los pocos derechos que todavía nos permiten conservar está el de salvaguardar la propia imagen personal del ojo público.
Recientemente una persona se puso en contacto con nosotros para pedirnos la retirada de una imagen en la que aparecía retratada (una escena colectiva captada durante un viaje en transporte público). Teníamos el consentimiento del autor para utilizarla… pero no el de la/s persona/s fotografiada/s. Y es que en la Era de la Imagen la saturación visual a la que estamos sometidas, con cientos de millones de fotografías circulando libremente por todo Internet, puede llevarnos a pasar por alto que detrás de cada rostro ‘anónimo’ hay una persona real con vida, nombre y apellidos.
En efecto, la ley española ampara el derecho de toda persona a que su imagen no sea captada o divulgada -en una forma que resulte claramente identificable– sin su consentimiento. La única excepción son los personajes de proyección pública retratados en el transcurso de un acto público o en espacios abiertos al público, así como personas que aparezcan accesoriamente en una foto sobre un suceso o acontecimiento público de actualidad. Nosotros, como muchas y muchos de nuestros lectores, no lo sabíamos. Hasta que una persona quedó afectada y nos hizo caer del guindo.
Uno de los frentes en los que venimos luchando desde el principio en Sal de la Máquina es, precisamente, el de la protección de la intimidad de las personas, habitualmente pisoteada por gobiernos y corporaciones. Pero en este tema, como en muchos otros aspectos que afectan a nuestra libertad y al resto de nuestros derechos, todos somos en gran medida copartícipes. Evidentemente la imagen mencionada fue retirada y borrada de inmediato, y nos pusimos a revisar con lupa los próximos contenidos pendientes de publicación para evitar incurrir en el mismo error en lo sucesivo.
Al igual que lo hicimos en privado, reiteramos también públicamente nuestras disculpas a la persona afectada y le agradecemos que nos haya dado el necesario toque de atención, que nos motivará para ser aún más escrupulosos en la plasmación práctica del discurso que sostenemos.
En el otro platillo de esta delicada balanza quedan, por su parte, todas aquellas personas que utilizan la fotografía como medio de expresión de sus ideas y su visión del mundo. ¿Cómo plasmar, por ejemplo, una determinada realidad social a través de una imagen sin afectar al derecho de cada persona a mantener su intimidad? ¿Cómo conjugar la irrenunciable espontaneidad de algunas de las tomas realizadas con la necesidad de solicitar la autorización a cada una de las personas retratadas? Ciertamente, las salidas a estos dilemas aparentemente irresolubles no son muchas, pero existen. Y es aquí donde la mente creativa de cada autor/autora y de cada divulgador/divulgadora debe exprimir sus capacidades para hallar una solución de compromiso suficientemente aceptable desde todos los puntos de vista.
No nos queda más remedio que quebrar otro más de los muchos espejismos de la Máquina.
https://saldelamaquina.wordpress.com...o-de-imagenes/.
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