Espero que al Sr. Alacrán no le moleste esta incursión mía en una respuesta directa contra él, pero a la vista del tono demagógico empleado por su autor no he podido resistirme.
1.- Ciertamente Franco instituyó una monarquía recurriendo a un miembro de la dinastía liberal, pero no por eso restituyó ésta en sí. Y viene a cuento también preguntarse ¿por qué? éste y no otro. Y la razón apunta de todas a todas a que el "aspirante" D. Javier no supo ganarse a Franco, y mucho menos su querido hijito, Carlos Hugo, o Hugo a secas pues el Carlos no se lo pusieron cuando lo bautizaron, el "rojodemócrata" que era la alternativa al "chisgarabis" Juan Carlos que, para mayor recoña, estaba enfrentado con su padre, tal como se puso bien de manifiesto una vez que accedio al Trono y para pasmo de propios y extraños, ya que en España, por tener, hemos tenido hasta una "diarquía", con la consiguiente división entre "legitimistas demoliberales".
Sin duda para Franco hubiese sido mucho más fácil nombrar un regente o, directamente, haber dado paso a una república nacional demostrando así que sí era revolucionario. Pero no, los "revolucionarios" fueron D. Javier, su hijito Hugo, Juanito y su otro hijito Juan Carlos. Y todo esto junto y para mayor gloria de España.
2. Esos términos pronunciados, sin duda, por el Sr. D. Jaime Alonso, no estaría de más que no fuesen sacados de contexto, y ello sin contar con que aparte de la incuestionable lealtad del Sr. Alonso hacia Franco y su total ausencia de intencionalidad en perjudicar su obra y memoria, no hace sino expreaar su propio parecer que no tiene por qué coincidir con otros, porque a toro pasado todo es posible.
3. Que Franco admitiese la posibilidad de que "después" de su muerte se implantase una democracia liberal, con la consiguiente derogación de todas las "Leyes Fundamentales del Reino" (¿está usted seguro de que así fue?), demuestra dos cosas: la primera es que sabía que se había equivocado en su elección, tal como manifestó su viuda en aquella recepción, incluida la frase de la propia Dña Carmen "pero ya era tarde para rectificar", algo que escuchamos tanto el Sr. Alonso como un servidor, usted no, ¿qué se la va a hacer? Y la segunda cuestión es que era de lógica que así sucediera, sobretodo en base a su misma argumentación atribuyendo a Franco que sólo estaba por debajo de Dios, pues muerto él vendría otra persona en su lugar, otra con sus propias ideas e intenciones, otra que no había vivido la guerra, otra que venía, eso sí, de la peor de las tradiciones liberales decimonónicas, con una España infectada que se iba a ver películas guarras a Perpiñan porque aquí los putones verbeneros no podían exhibirse más que en los puticlubs. Y es que esa era ya la moralidad de un pueblo que había olvidado sus esencias por las que fue capaz de derramar su sangre cuarenta años antes.
La pregunta podría ser muy bien ésta, sino fuese una ucronía, ¿y sinceramente cree usted que los acontecimientos hubiesen sido muy distintos sí en lugar de dejar a quien dejó en su lugar hubiera quedado el principito carlista? Pues muy probablemente hubiera sido peor el remedio que la enfermedad. ¿Se acuerda de lo que le dije en el mensaje anterior, de que no hay rey sin pueblo? pues tampoco Caudillo sin fieles que lo sigan. Recuerde usted el origen y rasgos del caudillaje.
4. Franco "permitió", Franco "mató", Franco "fusiló", hay que ver cuántas cosas podía hacer Franco cada día, sus días debían de ser como los del Señor es decir, como 1.000 días cada uno, y para nada de 24 horas. Ese tipo de discurso, además de falaz hasta el absurdo, es tonto, bobo e irracional. Franco NO era Dios, luego carecía de todos los atributos suyos y, por ende, para más recochineo de quienes nos damos cuenta del planismo encefalográfico generalizado del país (ya ni es Patria, ni es nación, ni es España), resulta que el 85 o 90% de los españoles eran colaboracionistas necesarios" del Régimen y al despacho de El Pardo llegaban las noticias no sólo con cuentagotas, sino interesadamente filtradas. Mire a usted a muchos de los aduladores que estaban a su alrededor, no se equivocará al hacerlo, recordando que ellos, como pasa con la Iglesia, NO eran el Régimen y recuerde aquello de que al rey no hay quien lo vista.
En aquellos años, Franco era ya como uno de esos abuelitos encantadores que no se enteran de nada. Yo lo sé porque siendo bien joven lo ví muy de cerca casi hasta poderlo tocar, unas cuantas veces cuando nos pasaba revista militar y nos miraba como un niño contempla un diorama de soldaditos de plomo en formación. Y eso usted tampoco lo ha vivido, ¿qué le vamos a hacer? Por estas razones yo suelo insistir a veces en que para saber las cosas de verdad hay que vivirlas, no juzgarlas según el propio juicio moral.
Marcadores