Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

Iniciado por
Martin Ant
Para ser un verdadero tradicional hispánico, ciertamente es condición necesaria considerar la Tradición socio-política de las distintas y variadas Españas o pueblos españoles "como filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia", "como corriente ideológica, y de estructura y organización de la sociedad".
Pero no es condición suficiente. Hace falta también descender del plano de lo meramente teórico o abstracto, al plano de lo concreto y jurídico-legal. ¿Sería, por tanto, coherente, un español que se diga socio-políticamente tradicional, pero que no quisiera ser legitimista? ¿Sería, incluso, coherente, un católico español que afirmara la perfecta licitud de la violación de las leyes o el quebrantamiento del derecho? ¿Acaso hay alguna otra forma de extraer esa "filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia" específicamente española, esa "corriente ideológica" particularmente española, esa "estructura y organización de la sociedad" especialmente española, que sacándolas de las legislaciones jurídicas de las Españas y de la Monarquía hispánica?
"Tradición, con mayúscula, con el añadido Santa Tradición, son los contenidos de Los Evangelios, y cuando fueron escritos ni existía la Monarquía Hispánica, ni había Carlismo."
Disculpe que me autocite, pero es perentorio no sacar de contexto lo que dije, porque he intentado ser muy breve y muy conciso. No es preciso ser legitimista, es decir, a quién corresponde el Trono de España por razón de legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio, para ser un buen cristiano, hijo de Dios, obediente a sus Mandamientos y a la Palabra de Cristo recogida en los santos Evangelios -de nuevo Santa Tradición y no soy yo quien la califica así, sino la propia Iglesia y tampoco a partir del CVII precisamente-, para que dicha persona disociada de la cuestión dinástica sea tenida como tradicionalista.
Y ello sin contar, conque los principios del tradicionalismo político no es patrimonio exclusivo de España, sino que se trata de un tradicionalismo más bien tardío, pues entre los tradicionalistas franceses -Chateubriand, Taine, Balzac, Maistre, Barrés, Montherlant, Bonald, Royer-Collard...-, aunque de tales se suele acusar con justicia que Chateubriand contribuyó sobremanera a la caída de los Borbones en Francia, lo cual le hizo merecedor todas las invectivas de Maurrás, que no lo tragaba, sin embargo, no le quita de ser lo que muchos han considerado el autor de "la poesía de la tradición".
En España la teorización del tradicionalismo aplicado al legitimismo es tardío y de lenta aparición. Pero, además, es injustamente excluyente con aquéllos que o bien se acaban apartando, o desentendiéndose, de la cuestión dinástica, véase la situación de Vázquez de Mella-, o entrando en terrenos mucho más resbaladizos, como los nocedalistas que yo personalmente no considero ya tradicionalistas, sino fundamentalistas. Y tal como decía al final de mi anterior intervención, el Carlismo NO es monolítico. Luego, destacar la dimensión anglosajona de Maeztu es un golpe bajo. Él no eligió a sus padres y, por tanto, es obvio que su madre, inglesa, alguna influencia tendría en su catoliquísimo hijo. Y en esa misma línea, habrá que descartar a señores como Chesterton, Tolkien, Evelyn Waugh, y el resto de autores católicos ingleses y, por qué no, también a Sheed y hasta el propio Cardenal Newman.
Yo, en cambio, mantengo otras posturas, siendo la primera que no reconozco más dogmas que los de la fe cristiana contenida en los libros sagrados y lo que dice y manda la Santa Madre Iglesia, y no los escritos de algunos señores que hacen sus propias interpretaciones sobre lo que entienden por tradición y cómo ha de ser ésta, por muy respetables que sean ellos y sus escritos. Siendo que la segunda no se centra en un falso puritanismo de ideas, sino de hechos y sus consecuencias. Hoy eso que algunos siguen llamando Carlismo , y que por los hechos se demuestra que no es sino adoración de las cenizas, en palabras de Chesterton, es algo ya inerte, algo que no tiene peso alguno. Que ante la situación por la que España viene sufriendo desde hace décadas, que ante lo que sucede en el mundo, yo no veo más que cuatro palabras muy bien escogidas y redactadas, alguna que otra cena, y algunas misas conmemorativas. Eso es lo que queda del carlismo hoy en día. Y la pregunta que yo me hago es muy sencilla de plantear, pero muy difícil de responder: ¿quiénes son los responsables de esta debacle y por qué se ha llegado a este extremo?
Cuando no se tienen respuestas, cuando no se tiene aliento, cuando no se es capaz de afrontar los hechos, ni por la Patria, ni por la Causa, lo mejor que se puede hacer es callar y dejar que otros sirvan de guía. Gracias a unos cuantos, el Carlismo hoy en día se ha convertido ya en un objeto de museo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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