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Tema: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Fuente: “Julius Evola desde el Tradicionalismo Hispánico”, Francisco Elías de Tejada, 2ª ed., Graal. Revista de cultura para el tiempo presente, Número 1, Junio – Julio de 1977, páginas 37 – 39.



    Tal vez el minucioso cuidado con que suelo seguir la cultura italiana, cuidado en verdad no común aquí en nuestro siglo, así como los errores de perspectiva que, incluso entre los más eruditos, ofrece el panorama hispano presente a los observadores de más allá de las fronteras, haya motivado que pueda ver claro lo que desde tierras italianas no se mira con rigor bastante: el hecho de que muchos de los caracterizados por Gabriele Fergola como auténticos tradicionalistas, no lo sean en verdad, aunque pueda parecer que en algunas ocasiones juegan al amparo de esta palabra santa, detrás de la cual es inexacto cobijarlos.

    De ahí que al acercarme ahora a Julius Evola desde el Tradicionalismo español, deba comenzar por rechazar la visión que del Tradicionalismo hispánico ofrece Fergola en su antes citado y meritorio estudio. Para Fergola, por ejemplo, son tradicionalistas hispánicos Juan Donoso Cortés, Jaime Balmes, Marcelino Menéndez y Pelayo, Ramiro de Maeztu o, entre los vivos, Vicente Marrero Suárez. En la lista por Fergola confeccionada solamente añade Juan Vázquez de Mella, ignorando Magín Ferrer, Gabino Tejado, los dos Nocedal, Antonio Aparisi y Guijarro o Enrique Gil y Robles; o, entre los vivos, Francisco Puy Muñoz, Rafael Gambra, Manuel Fernández Escalante, Wladimiro Lamsdorf-Galagane, Antonio Pérez Luño, José Iturmendi o Joaquín García de la Concha, por reducir a pocos nombres una lista que sería larguísima. Porque Jaime Balmes no tiene nada de tradicionalista, sino que, por el contrario, es el anticipo en un siglo a la democracia cristiana servilmente vaticanista que hoy por desgracia padecemos. Porque Juan Donoso Cortés no fue jamás teórico de la Tradición, sino de las dictaduras de urgencia, remedios transitorios para salir de una crisis, nunca sana y serena Tradición. Porque Menéndez y Pelayo desentierra textos tradicionales en la literatura, mas sin la menor intención de considerarlos desde el punto de mira del pensamiento político. Porque Ramiro de Maeztu llega al Tradicionalismo por caminos anglosajones, ignorando el valor de la legitimidad que es signo insoslayable para delimitar la Tradición auténtica. Y en cuanto a Vicente Marrero, viejo y queridísimo amigo, en tal grado ligado a mí que fui yo quien apadriné académicamente su tesis doctoral sobre el padre Santiago Ramírez, maneja criterios que no tienen nada que ver con la dimensión auténtica de la Tradición española. En España no hay más Tradicionalismo que el Carlismo, en sus gestas y con sus pensadores a lo largo de los últimos dos siglos. Presentar el panorama tradicionalista español al modo en que lo hace Fergola, es crear confusionismos entre los lectores italianos, confusionismos que parece necesario aclarar antes de enfocar a Julius Evola desde el Tradicionalismo español.

    Puesto que nuestra única Tradición verdadera es el Carlismo, causa maravilla cómo Fergola pudo caer en yerro semejante al antes indicado, cuando hace constar sin embargo lo que sigue: “El discurrir del Tradicionalismo español es diverso al de los planteamientos de Evola, en cuanto fundamenta sus raíces en una Tradición aún viva y operante, por lo menos en algunas regiones de España, como en el caso de Navarra. En un cierto sentido podríamos decir que Evola no ha sido traducido hasta ahora al castellano porque los españoles no tenían necesidad de él. No existía un vacío que llenar ni histórica ni sobre todo culturalmente” [3].

    Pues si no había vacío que llenar es porque lo llenó el Carlismo. No lo llenaron ni Balmes, ni Donoso, ni Menéndez y Pelayo, ni Maeztu, ni Marrero. Porque ni ellos entendieron lo que el mismo Fergola estima ser el contenido de la Tradición, como por ejemplo los “Fueros”, ni tuvieron ninguna relación con la dinastía legítima que desde Carlos V hasta Alfonso Carlos I [*] abanderaron las libertades concretas contra la libertad abstracta de la Revolución. Si en España “el Tradicionalismo constituye toda una escuela”, si las ideas tradicionalistas “son una realidad todavía concreta e históricamente operante” [4], es gracias al Carlismo, no a los generalillos liberaloides y dictatoriales ensalzados fugazmente por Donoso, ni al retrasado y absurdo güelfismo de Jaime Balmes, ni al remedo de “L´Action Française” que fue la Acción Española de Ramiro de Maeztu. De suerte que cuando algún carlista unióse a la dinastía usurpadora que va desde la llamada Isabel II al llamado Alfonso XIII [* *], deja de ser tradicionalista sin más; Alejandro Pidal en los finales del siglo XIX, o los burgueses capitalistas con ánimo de mercaderes como Antonio Oriol en nuestros días; aquél entrando en un partido político, el conservador, mientras la Tradición española rechaza los partidos políticos; éste implantando la ruptura legal de la unidad católica, siendo así que la unidad católica es el primero de los lemas de la Tradición hispana.

    Rectificaciones necesarias para que el lector comprenda desde qué criterios enfrentamos la figura de Julius Evola en el presente estudio. A las que hay que añadir otra puntualización ante otro error no menos grave de Gabriele Fergola: el de achacarme a mí –y en consecuencia al Carlismo que aquí y ahora ideológicamente represento– de ser “de orientación católica se non addirittura guelfo[5]. Porque los carlistas cobramos nuestra razón de ser en abanderar la continuidad de Felipe II, de Trento y de la Contrarreforma. Es ahí donde reside la última raíz de nuestras ideas, servidas con lealtad de hidalgos. Los reyes legítimos que acaudillaron la Tradición en el siglo XIX valen en la medida en que prolongan a los Reyes de las Españas áureas, los que fueron más papistas que los Papas cuando, contra los errores de los Papas, era preciso defender la Cristiandad. El Rey de Nápoles Carlos Emperador V encerrando al Papa Clemente en Sant´ Angelo, o el Rey sardo Felipe II encarcelando Obispos en Nápoles, son nuestros modelos de católicos, al servicio de Dios incluso cuando los Papas actuaban políticamente en contra de los intereses universales del Reinado Universal de Jesucristo. En lo de meter políticamente a Papas en cintura, nadie aventajó a nuestros Reyes comunes de las dos penínsulas. Somos católicos, pero no vaticanistas. Es la radical distinción entre nuestro catolicismo y los nuevos güelfos de las presentes democracias cristianas.






    [3] GABRIELE FERGOLA, Evola e il Tradizionalismo spagnolo, 119.

    [*] Nota mía. A partir de 1962, Francisco Elías de Tejada continuó sus formidables actividades de política cultural tradicional al margen de la Comunión legitimista, pero manteniendo siempre un exquisito respeto hacia la persona del Rey Javier I.

    [* *] Nota mía. Este escrito de Elías de Tejada salió en su 1ª edición en 1973, razón por la que no aparece mencionado el nombre del llamado Juan Carlos “I” en el elenco de usurpadores liberales; circunstancia que, por lo que se ve, no fue corregida en la 2ª edición, a pesar de que, por supuesto, Elías de Tejada también consideraba a aquél como tal.

    [4] G. FERGOLA, Evola e il Tradizionalismo spagnolo, 120.

    [5] G. FERGOLA, Evola e il Tradizionalismo spagnolo, 118.


    .
    Última edición por Martin Ant; 05/06/2020 a las 13:18

  2. #2
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Hay aspectos cuestionables:

    Para Fergola, por ejemplo, son tradicionalistas hispánicos Juan Donoso Cortés, Jaime Balmes, Marcelino Menéndez y Pelayo, Ramiro de Maeztu o, entre los vivos, Vicente Marrero Suárez. En la lista por Fergola confeccionada solamente añade Juan Vázquez de Mella, ignorando Magín Ferrer, Gabino Tejado, los dos Nocedal, Antonio Aparisi y Guijarro o Enrique Gil y Robles; o, entre los vivos, Francisco Puy Muñoz, Rafael Gambra, Manuel Fernández Escalante, Wladimiro Lamsdorf-Galagane, Antonio Pérez Luño, José Iturmendi o Joaquín García de la Concha, por reducir a pocos nombres una lista que sería larguísima. Porque Jaime Balmes no tiene nada de tradicionalista, sino que, por el contrario, es el anticipo en un siglo a la democracia cristiana servilmente vaticanista que hoy por desgracia padecemos. Porque Juan Donoso Cortés no fue jamás teórico de la Tradición, sino de las dictaduras de urgencia, remedios transitorios para salir de una crisis, nunca sana y serena Tradición. Porque Menéndez y Pelayo desentierra textos tradicionales en la literatura, mas sin la menor intención de considerarlos desde el punto de mira del pensamiento político.
    A lo mejor, si no tradicionalistas del todo, al menos, Balmes, Donoso y Menéndez Pelayo eran contrarrevolucionarios. Por cierto, desecha de una tacada Elías de Tejada a lo mejorcito de la cultura española del siglo XIX y únicos personajes respetados y con fama en el extranjero, nada menos que Balmes, Donoso y Menéndez Pelayo; por contra los que elige son bastante discretos a nivel de pensamiento y desconocidos en el extranjero.

    El tema de si Tradicionalismo equivale a Carlismo ya se trató en algún hilo hace años.

    Los reyes legítimos que acaudillaron la Tradición en el siglo XIX valen en la medida en que prolongan a los Reyes de las Españas áureas, los que fueron más papistas que los Papas cuando, contra los errores de los Papas, era preciso defender la Cristiandad. El Rey de Nápoles Carlos Emperador V encerrando al Papa Clemente en Sant´ Angelo, o el Rey sardo Felipe II encarcelando Obispos en Nápoles, son nuestros modelos de católicos, al servicio de Dios incluso cuando los Papas actuaban políticamente en contra de los intereses universales del Reinado Universal de Jesucristo. En lo de meter políticamente a Papas en cintura, nadie aventajó a nuestros Reyes comunes de las dos penínsulas.
    ¿Y esto?
    Parece algo exagerado referido a los Austrias

    Y referido a los Borbones (el "catoliquísimo" Felipe V sobre todo), hubo conflictos con Roma pero nada de por problemas de Cristiandad y de ser "más papistas que el Papa" sino por los catoliquísimos problemas del nombramiento de obispos afectos al rey, de quedarse con rentas de obispados, de apoyo al jansenismo, de expulsión de jesuitas, etc. Eso eran los Borbones catoliquísimos, que Elías de Tejada defiende como defensores de la Tradición y de los fueros.
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  3. #3
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    A lo mejor, si no tradicionalistas del todo, al menos, Balmes, Donoso y Menéndez Pelayo eran contrarrevolucionarios
    Pues entonces, para ver qué significa ser contrarrevolucionario, antes se debe especificar qué se entiende por revolucionario.

    El tema de si Tradicionalismo equivale a Carlismo ya se trató en algún hilo hace años
    No. Solamente lo dejamos planteado.

    El asunto lo inició usted en un mensaje que escribió en el hilo que yo abrí sobre la antitradicionalidad del régimen de Franco. Yo le contesté, a continuación, en otro hilo. Y ahí se quedó la cosa.

    Yo sigo con la misma idea: es imposible ser tradicional sin ser al mismo tiempo legitimista, es decir, sin respetar y defender al mismo tiempo el derecho y las leyes de las Españas en general, y de la Monarquía hispánica en particular.

    ¿Y esto?
    Parece algo exagerado referido a los Austrias

    Y referido a los Borbones (el "catoliquísimo" Felipe V sobre todo), hubo conflictos con Roma pero nada de por problemas de Cristiandad y de ser "más papistas que el Papa" sino por los catoliquísimos problemas del nombramiento de obispos afectos al rey, de quedarse con rentas de obispados, de apoyo al jansenismo, de expulsión de jesuitas, etc. Eso eran los Borbones catoliquísimos, que Elías de Tejada defiende como defensores
    de la Tradición y de los fueros.
    Ése texto de Elías de Tejada es una clarísima crítica a la mentalidad política ultramontana. Elías de Tejada odiaba a muerte a los ultramontanos o catolicistas, y a sus políticas.

    No se trata de una crítica a los Austrias ni a los Borbones (aunque, todo sea dicho, también escribió muchas críticas acérrimas contra estos últimos, constituyendo con diferencia la parte más débil e infundada de toda su magnífica e impresionante obra).

    Sobre este tema del ultramontanismo, también estuvimos escribiendo en su día en este hilo.


    .
    Última edición por Martin Ant; 19/06/2020 a las 13:23

  4. #4
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Verdaderamente la cuestión puede reducirse a un mero significado semántico, o ir a la profundidad del tema. No se trata de delimitar "qué es la revolución", la cual per se será rupturista con todo lo anterior o no será revolución, guerra, revueltas, desórdenes, caos, sí, sin duda sí será todo eso, pero para ser verdaderamente considerada como una revolución necesita atacar y trastocar todo lo que la precede viniendo a sustituirlo por un nuevo orden. Y esto queda así explicado, de forma más o menos extensa, con otros términos y lo que se quiera, en cualquier manual de Ciencia Política que trate sobre historia de los sistemas políticos.

    Pero lo que sí ha de contar aquí, es qué se entiende por tradición. Esta es una cuestion que ya ha sido abordada más de una vez, y es que no es lo mismo el significado que el contenido, según los casos. Tradición, con mayúscula, con el añadido Santa Tradición, son los contenidos de Los Evangelios, y cuando fueron escritos ni existía la Monarquía Hispánica, ni había Carlismo. Por tanto, cualquier persona, cualquier autor, cualquier historiador, que se declare católico, apostólico, romano, o es tradicionalista o no es nada de lo dicho. Luego, tradición con minúscula, es todo aquello que se transmite de padres a hijos, y así desde generaciones atrás y con perspectiva de otras futuras que preservarán aquello que constituye el legado de los mayores. Y toda nación, pueblo y cultura, tiene sus propias tradiciones, aunque sean diferentes entren sí, y esto es un hecho objetivo estudiado hasta la saciedad y se quiera ver como se quiera.

    Tradición con mayúscula asociada a una idea o una tendencia política, que en el caso del Carlismo se inicia como una reacción contra la revolución, y en esos instantes no había teóricos de ninguna clase. Es, por tanto, una asociación de sentimientos, Dios, Patria, Rey, la que da lugar al nacimiento del Carlismo en torno a la figura de Don Carlos. Lo demás, viene por añadidura después, década a década, ahí están sus pensadores y teóricos, y en el término Dios se encuentra la idea de la Santa Tradición.

    Negar el tradicionalismo como filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia en personas no vinculadas al Carlismo, como corriente ideológica, y de estructura y organización de la sociedad, no está entre las facultades ni la autoridad moral de nadie se llame, como se llame. No pasará, pues, más que de hipótesis y, por ello, perfectamente rebatible. Sólo Dios sabe quién sigue sus enseñanzas de verdad, y por ello es tradicionalista. Sólo Él puede juzgar tal realidad moral exclusivamente interior en la conciencia de cada cual.

    Sí, por otro lado, no hay coincidencia en la cosmovisión de las cosas, es menester recordar que el Carlismo, frente a las pretensiones de algunos, NO es monolítico. Y quién así lo crea esta´totalmente equivocado.

    Saludos en Cristo.
    ALACRAN y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  5. #5
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Negar el tradicionalismo como filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia en personas no vinculadas al Carlismo, como corriente ideológica, y de estructura y organización de la sociedad, no está entre las facultades ni la autoridad moral de nadie se llame, como se llame.
    Para ser un verdadero tradicional hispánico, ciertamente es condición necesaria considerar la Tradición socio-política de las distintas y variadas Españas o pueblos españoles "como filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia", "como corriente ideológica, y de estructura y organización de la sociedad".

    Pero no es condición suficiente. Hace falta también descender del plano de lo meramente teórico o abstracto, al plano de lo concreto y jurídico-legal. ¿Sería, por tanto, coherente, un español que se diga socio-políticamente tradicional, pero que no quisiera ser legitimista? ¿Sería, incluso, coherente, un católico español que afirmara la perfecta licitud de la violación de las leyes o el quebrantamiento del derecho? ¿Acaso hay alguna otra forma de extraer esa "filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia" específicamente española, esa "corriente ideológica" particularmente española, esa "estructura y organización de la sociedad" especialmente española, que sacándolas de las legislaciones jurídicas de las Españas y de la Monarquía hispánica?

  6. #6
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Para ser un verdadero tradicional hispánico, ciertamente es condición necesaria considerar la Tradición socio-política de las distintas y variadas Españas o pueblos españoles "como filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia", "como corriente ideológica, y de estructura y organización de la sociedad".

    Pero no es condición suficiente. Hace falta también descender del plano de lo meramente teórico o abstracto, al plano de lo concreto y jurídico-legal. ¿Sería, por tanto, coherente, un español que se diga socio-políticamente tradicional, pero que no quisiera ser legitimista? ¿Sería, incluso, coherente, un católico español que afirmara la perfecta licitud de la violación de las leyes o el quebrantamiento del derecho? ¿Acaso hay alguna otra forma de extraer esa "filosofía de la vida basada en la fe en Cristo y en su Iglesia" específicamente española, esa "corriente ideológica" particularmente española, esa "estructura y organización de la sociedad" especialmente española, que sacándolas de las legislaciones jurídicas de las Españas y de la Monarquía hispánica?

    "Tradición, con mayúscula, con el añadido Santa Tradición, son los contenidos de Los Evangelios, y cuando fueron escritos ni existía la Monarquía Hispánica, ni había Carlismo."
    Disculpe que me autocite, pero es perentorio no sacar de contexto lo que dije, porque he intentado ser muy breve y muy conciso. No es preciso ser legitimista, es decir, a quién corresponde el Trono de España por razón de legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio, para ser un buen cristiano, hijo de Dios, obediente a sus Mandamientos y a la Palabra de Cristo recogida en los santos Evangelios -de nuevo Santa Tradición y no soy yo quien la califica así, sino la propia Iglesia y tampoco a partir del CVII precisamente-, para que dicha persona disociada de la cuestión dinástica sea tenida como tradicionalista.

    Y ello sin contar, conque los principios del tradicionalismo político no es patrimonio exclusivo de España, sino que se trata de un tradicionalismo más bien tardío, pues entre los tradicionalistas franceses -Chateubriand, Taine, Balzac, Maistre, Barrés, Montherlant, Bonald, Royer-Collard...-, aunque de tales se suele acusar con justicia que Chateubriand contribuyó sobremanera a la caída de los Borbones en Francia, lo cual le hizo merecedor todas las invectivas de Maurrás, que no lo tragaba, sin embargo, no le quita de ser lo que muchos han considerado el autor de "la poesía de la tradición".

    En España la teorización del tradicionalismo aplicado al legitimismo es tardío y de lenta aparición. Pero, además, es injustamente excluyente con aquéllos que o bien se acaban apartando, o desentendiéndose, de la cuestión dinástica, véase la situación de Vázquez de Mella-, o entrando en terrenos mucho más resbaladizos, como los nocedalistas que yo personalmente no considero ya tradicionalistas, sino fundamentalistas. Y tal como decía al final de mi anterior intervención, el Carlismo NO es monolítico. Luego, destacar la dimensión anglosajona de Maeztu es un golpe bajo. Él no eligió a sus padres y, por tanto, es obvio que su madre, inglesa, alguna influencia tendría en su catoliquísimo hijo. Y en esa misma línea, habrá que descartar a señores como Chesterton, Tolkien, Evelyn Waugh, y el resto de autores católicos ingleses y, por qué no, también a Sheed y hasta el propio Cardenal Newman.

    Yo, en cambio, mantengo otras posturas, siendo la primera que no reconozco más dogmas que los de la fe cristiana contenida en los libros sagrados y lo que dice y manda la Santa Madre Iglesia, y no los escritos de algunos señores que hacen sus propias interpretaciones sobre lo que entienden por tradición y cómo ha de ser ésta, por muy respetables que sean ellos y sus escritos. Siendo que la segunda no se centra en un falso puritanismo de ideas, sino de hechos y sus consecuencias. Hoy eso que algunos siguen llamando Carlismo , y que por los hechos se demuestra que no es sino adoración de las cenizas, en palabras de Chesterton, es algo ya inerte, algo que no tiene peso alguno. Que ante la situación por la que España viene sufriendo desde hace décadas, que ante lo que sucede en el mundo, yo no veo más que cuatro palabras muy bien escogidas y redactadas, alguna que otra cena, y algunas misas conmemorativas. Eso es lo que queda del carlismo hoy en día. Y la pregunta que yo me hago es muy sencilla de plantear, pero muy difícil de responder: ¿quiénes son los responsables de esta debacle y por qué se ha llegado a este extremo?

    Cuando no se tienen respuestas, cuando no se tiene aliento, cuando no se es capaz de afrontar los hechos, ni por la Patria, ni por la Causa, lo mejor que se puede hacer es callar y dejar que otros sirvan de guía. Gracias a unos cuantos, el Carlismo hoy en día se ha convertido ya en un objeto de museo.
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    Gracias a unos cuantos, el Carlismo hoy en día se ha convertido ya en un objeto de museo.
    No así la Tradición, la Santa Tradición que seguirá por otros derroteros y que jamás será derrotada, pues su Abanderado y Legítimo Rey no es otro que el propio Jesucristo y su triunfo total nos está prometido y garantizado.
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    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cuestión primordial en España ante su tamaña destrucción sin duda es la discusión intelectual sobre qué es y que no, ser tradicionalista acorde con algunas interpretaciones un tanto personales. Queden pues todos los problemas aparcados ante tan gravísima cuestión, que ya se solventarán adecuadamente cuando el Carlismo gobierne España. Pero vayamos al artículo por si mereciera la pena, pese a que no lo ha escrito un carlista, ni por supuesto tradicionalista, y es que cualquier posible parecido es simple coincidencia. Y lo mismo puede decirse del medio en el que se ha publicado.


    Derribo y destrucción total de nuestro pasado e indignidad como españoles.

    ERNESTO LADRÓN DE GUEVARA LÓPEZ DE ARBINA - 19 JUNIO 2020

    Vivimos nuevamente una oleada de agresiones contra el espíritu fundacional de la acción civilizatoria hispana en América, tras el descubrimiento del continente por Colón. Las estatuas del genovés encomendado por los Reyes Católicos a navegar en la búsqueda de las Indias orientales cruzando el Atlántico están siendo derribadas y decapitadas en los EE.UU de América por las hordas satánicas que preconizan el Nuevo Orden Mundial contra Trump. Con la pasividad estúpida de los españoles que deberían tener un orgullo sano y justo de la gran empresa desarrollada por el legado de Isabel la Católica y sus sucesores por línea dinástica hasta la llegada de los Borbones.

    Habrá que recordar que el Imperio Español fue, como decía Gustavo Bueno, generador, no depredador, como lo fueron los desarrollados por el mundo protestante; aplicando el derecho romano que establecía que todo territorio conquistado debía ser dominado con derecho pleno de apropiación. En contra, el Imperio Español establecía, por mandato real tanto de los Reyes Católicos como de sus sucesores inmediatos Carlos I y Felipe II, que cada territorio descubierto y civilizado bajo el auspicio de la religión Católica, tenía que respetar a sus gentes indígenas y tratarlos con respeto, considerándoles súbditos de la corona; asimilándolos a los conquistadores. Y no abusar de ellos, y protegiendo su vida y hacienda.



    Son multitud los relatos de personajes insignes que dan fe de la obra civilizadora y humanizadora del Imperio español en la América hispana. El jurista criollo peruano,Vicente Morales y Duárez, diputado y presidente de las Cortes de Cádiz decía:

    “La América desde la conquista y sus indígenas han gozado los fueros de Castilla. Óiganse las palabras con que termina un capítulo de las leyes tituladas del año 1542, donde el Emperador Carlos así habla: -queremos y mandamos que sean tratados los

    indios como vasallos nuestros de Castilla, pues lo son con respecto a esta justicia, había hecho antes en Barcelona una declaración en Septiembre de 1529 que dio mérito a la Ley l.Título 1, del libro 3.° de la Recopilación de las Indias, donde se dice que las Américas son incorporadas y unidas a la Corona de Castilla, conforme a las intenciones del Papa Alejandro VI. Debe hacerse alto en esas palabras incorporadas y unidas, para entender que las provincias de América no han sido ni sonesclavas o vasallas de las provincias de España; han sido y son como unas provincias de Castilla, con sus mismos fueros y honores”


    Tenemos un grave problema con el arrasamiento de la educación y de la cultura histórica, con la manipulación del conocimiento objetivo de nuestro pasado, con los moldes cognitivos masónicos implantados en las mentes de nuestras jóvenes generaciones, con la ignorancia general supina que lleva a graves distorsiones de la realidad. Pero eso no nos lo va a solucionar la ministra Celáa. Más bien al contrario, va a generar una profunda brecha en la formación cultural de nuestros escolares. ¡Qué triste realidad!

    Podríamos mencionar a Rafael Altamira, a Julián Juderías, al ministro en la II República Salvador Madariaga, etc. Todos ellos nada sospechosos de ser ultramontanos. O, si se prefiere, lo contenido en el excelente e imprescindible libro del sacerdote José María Iraburu Hechos de los apóstoles en América, pero ya sabemos que el campo es yermo a las semillas cuando ha sido arrasado por un sol abrasador. El de la ignorancia y el adoctrinamiento. Por eso, desespero, pues razones objetivas y pruebas irrefutables son inasequibles para quien ha sido lobotomizado desde el sistema educativo español. Es esfuerzo baldío, pero yo sigo intentándolo.



    El tan mentado genocidio español es una vulgar patraña carente de toda veracidad historiográfica. Una sarta de mentiras entretejidas para poner en cuestión a España y sus raíces culturales y antropológicas, porque así se impide ver la verdadera naturaleza de las importantes gestas de los españoles en América que no admiten la más mínima comparación con la nula aportación de los invasores anglos bajo la batuta de las logias y el sionismo para derrumbar la obra cristianizadora en América. Cada una de las piedras de los edificios de las Misiones, de las iglesias, hospitales, universidades (23 en contraste con la ausencia de ellas en el espacio dominado por los ingleses hasta momentos tardíos) etc., dan testimonio de ello. Lo mismo que el contraste entre la hibridación de los hispanos con los indígenas que ha producido el mestizaje más rico y abundante del mundo, dando reflejo de la convivencia entre los que allí llegaron y los allí preexistentes. Cuestión que no sostiene la leyenda negra que se la deberían aplicar los acusadores, por la ausencia de mestizaje alguno en las américas de dominio francés, holandés o inglesa.

    “Mientras que la Monarquía Hispánica reconoció derechos, nobleza, dignidad, jerarquías, usos, costumbres, instituciones, entre otros latierra comunal indígena y concedió fueros, honores, privilegios, títulos de nobleza a los indios, prohibiendo su esclavitud so pena de muerte, tal como se mencionó en el apartado anterior. Las repúblicas americanas después de su proclamada independencia desconocieron y borraron de un plumazo todo esto, miles de años de historia y tradición omitidos por las «luces» y la «ilustración» dizque criolla bajo el inmortal lema de «libertad, igualdad y fraternidad». ¿Qué ha sido de la suerte del indio desde la creación de las repúblicas americanas?” se pregunta Francisco Núñez del Arco Proaño en su excepcional libro “Quito fue España. Historia del realismo criollo”



    O si prefieren, respecto a derechos y libertades, al margen (que no es poco) de lo dispuesto por el dominico Antonio de Montesinos en la Junta de Burgos en 1511, o por Francisco de Vitoria, verdadero introductor las primeras normas internacionales sobre derechos humanos y Derecho Internacional Público, podemos reseñar esta norma de protección de derechos fundamentales de la población india:

    “Por la Ley VI, Libro III, Título VI, Felipe II, en 1593, ordena, según consta en la Recopilación de Leyes de Indias: 'Todos los obreros trabajarán Ocho horas cada día, cuatro en la mañana y cuatro en la tarde en las fortificaciones y fábricas que se hicieren, repartidas a los tiempos más convenientes para librarse del rigor del Sol, más o menos lo que a los Ingenieros pareciere, de forma que no faltando un punto de lo posible, también se atienda a procurar su salud y conservación.» Esta ley es tan sorprendente cuando se ve que con 370 años de anticipación, la Corona de España reglamentó el trabajo de ocho horas, y que hoy se la tiene como una conquista de los pueblos civilizados y de los movimientos obreros a nivel mundial, en las Constituciones modernas y en los Códigos del Trabajo. Resalta además el aspecto de la previsión social, cuando ordena que «también se atienda a procurar su salud y conservación.” Ya me gustaría a mí que la población obrera española se sujetara a este criterio laboral y se asegurara su cumplimiento.

    Ricardo Levene en su obra No eran colonias afirma:

    “Toda la organización institucional de Castilla y León se transvasaba en Indias, adaptándose al medio y transformándose a su influencia.

    Se crearon órganos centrales y dirigentes en la metrópoli, como la Casa de Contratación y el Consejo de Indias, que señalaron la orientación general en el Gobierno, pero la acción vigorosa surgió de los órganos locales, formados en los ámbitos físicos y morales de Hispanoamérica.

    Esta compleja estructura institucional hacía imposible el Gobierno absoluto. Ninguna autoridad detentaba todo el Poder. La fuente nominal era el rey, pero sus poderes se desplegaban en una complicada organización. Además, cada una de las autoridades defendía celosamente sus propias prerrogativas.

    […] no fueron nunca colonias, sino parte integrante de la monarquía y sus reyes habían jurado mantenerlas unidas para su mayor perpetuidad, prohibiendo su enajenación, prometiendo y dando fe y palabra real de que para siempre jamás no serían enajenadas.



    “Ninguna autoridad detentaba, pues, el poder omnímodo, ni siquiera el virrey, constantemente vigilado por la Audiencia, cuya función política ahora conocemos mejor, y aun por el cabildo metropolitano, como acaeció en Buenos Aires. No se había adoptado el principio de la división y equilibrio de Los Poderes, que es una conquista del siglo xvm, pero había lucha contra la preeminencia de cualquiera de ellos.”

    “El principio de la incorporación de estas Provincias implicaba el de la igualdad legal entre Castilla e Indias, amplio concepto que abarca la jerarquía y dignidad de sus instituciones, por ejemplo, la igualdad de los Consejos de Castilla y de Indias, como el reconocimiento de iguales derechos a sus naturales y la potestad legislativa de las autoridades de Indias, que crearon el nuevo Derecho Indiano, imagen fiel de las necesidades territoriales.”

    “Pues que las Indias no eran colonias o factorías, sino Provincias, los Reyes se obligaron a mantenerlas unidas para su mayor perpetuidad y firmeza prohibiendo su enajenación y en virtud de los trabajos de descubridores y pobladores y sus descendientes, llamados ‘Tos beneméritos de Indias”, prometían y daban fe y palabra real de que para siempre jamás no serían enajenadas.”

    “Conforme a estos principios, una Ley de Indias mandaba que por justas causas convenía que en todas las capitulaciones que se hicieren para nuevos descubrimientos ‘se excuse esta palabra conquista y en su lugar se use de las de pacificación y población’, para que aquella palabra no se interprete contra la intención superior (Recopilación de las Leyes de Indias, Libro IV, Titulo I, Ley VI).”


    Pero es más. Tras la celebrada a todas luces independencia de las “colonias” españolas por los luceferinos que se implantaron a raudales en España en el siglo XIX, tras la Revolución Francesa, la cosa no fue como la pintan. Así lo manifiesta el citado Francisco Núñez del Arco en el libro anteriormente citado:

    “Al destruirse esas leyes, los indígenas quedaron desamparados y los terratenientes se lanzaron sobre sus tierras, antes protegidas por la corona.

    Ahora, en América latina, encontramos una gran paradoja: los pueblos indígenas andan buscando las cédulas reales que les reconocían sus territorios. Esta es la demostración más palpable de que las Leyes de Indias fueron un sistema mejor para los indígenas que lo que vino después de la independencia. Por otra parte, las oligarquías, profundamente reaccionarias, establecieron un sistema de estado en el que la riqueza era todo para ellos y nada para los pobres. Ese es el origen de la desigualdad que hoy tenemos en Latinoamérica.”




    Que aún prevalezcan en nuestro solar patrio doctrinas foráneas que inspiran a los bolivarianos españoles, subversores de nuestro orden tradicional para despedazar lo que queda de la hispanidad en España (que ya es decir) constituye un delito que no se contempla en nuestros códigos penales, asimilable a ultraje a la patria. Hacer apología de derrumbe de la estatua de Colón en Barcelona, en palabras de Iglesias, infectado del odio a nuestra historia y a nuestra unidad, y aún más a nuestra idiosincrasia secular, es realmente lamentable. Iglesias representa aquello que decía el cronista romano Trogo: los hispanos siempre están en actitud bélica, si no encuentran enemigos fuera los encuentran dentro. No tenemos peor enemigo que los que desde nuestras filas derrotan todo vestigio del pasado en nuestras ya modeladas mentes, enclaustradas en doctrinas que producen moldes mentales que falsifican la realidad.

    Pero todo esto no es casual. Los mismos que incendiaron y dividieron los virreinatos hispanos desvinculándolos de la madre patria son los que ahora están intentando dar el hachazo final a lo que queda de matriz del Catolicismo, es decir España, tratando de arruinar nuestro futuro. Lo hacen desde logias o desde el satanismo mundialista, desde un nuevo Orden Mundial que destroza las bases de la dignidad antropocéntrica del ser humano, rompiendo su naturaleza y cosificando la existencia de nuestra especie; y los derechos inherentes a su esencia. Ya lo manifestó el Papa emérito Benedicto XVI al exministro Jorge Díez en una entrevista que menciona, citando palabras de este extraordinario intelectual que es este Papa dimisionario. En esencia, Satán ha fijado su mirada en España, y estamos en vías de una tremenda arremetida que, sin duda, los españoles seremos capaces de frenar y resolver. Pues siempre, en las peores circunstancias surge la fuerza del espíritu en nuestra naturaleza. Y las raíces de nuestra civilización son demasiado profundas como para derribar un árbol tan robusto con un simple golpe de hacha, por muchos y fuertes contubernios que se produzcan.

    El bien siempre prevalece y se sobrepone al mal. Hay que tener confianza y rezar.

    ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Ernesto Ladrón de Guevara López de Arbina

    Personalidad política alavesa nacida en San Román de San Millán (Álava) el 30 de diciembre de 1950.

    Maestro, diplomado en Pedagogía terapéutica y Licenciado en Pedagogía, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Profesor de ESO. Autor de diversos artículos en la Revista Española de Pedagogía y en la Revista de Educación y de los libros Historia de la Educación en Álava (1860-1936). Centralización y foralismo y Educación o Adoctrinamiento nacionalista .

    En su vertiente política, fue delegado territorial de Educación de Álava con el Partido Socialista de Euskadi; como miembro de Unidad Alavesa, ha sido procurador en Juntas Generales de Álava de 1990 a 1994 y, desde 2003, parlamentario autonómico vasco de 1990-1995 y portavoz y secretario de Política General e Institucional de Unidad Alavesa.


    https://elcorreodeespana.com/histori...e-Guevara.html
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  9. #9
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    No es preciso ser legitimista, es decir, a quién corresponde el Trono de España por razón de legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio, para ser un buen cristiano, hijo de Dios, obediente a sus Mandamientos y a la Palabra de Cristo recogida en los santos Evangelios -de nuevo Santa Tradición y no soy yo quien la califica así, sino la propia Iglesia y tampoco a partir del CVII precisamente-, para que dicha persona disociada de la cuestión dinástica sea tenida como tradicionalista.
    Pero ésa sigue siendo la cuestión: ¿Resulta consecuente un católico español que, afirmándose doctrinalmente tradicional (tanto en los principios teóricos comunes socio-políticos emanados de la Iglesia, como en los principios teóricos propios socio-políticos inferidos del Corpus Iuris hispánico), sea indiferente a las leyes españolas en general, y a las de la Monarquía española en particular?

    ¿Acaso un católico español considera que se es mejor católico arrumbando la legalidad jurídica española, y resignándose a la aceptación de los hechos consumados, dejando a un lado el derecho?


    .
    Última edición por Martin Ant; 20/06/2020 a las 18:32

  10. #10
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Pero ésa sigue siendo la cuestión: ¿Resulta consecuente un católico español que, afirmándose doctrinalmente tradicional (tanto en los principios teóricos comunes socio-políticos emanados de la Iglesia, como en los principios teóricos propios socio-políticos inferidos del Corpus Iuris hispánico), sea indiferente a las leyes españolas en general, y a las de la Monarquía española en particular?

    ¿Acaso un católico español considera que se es mejor católico arrumbando la legalidad jurídica española, y resignándose a la aceptación de los hechos consumados, dejando a un lado el derecho?


    .
    Su argumentación es obviamente capciosa y se aparta de la propia realidad de lo que es el Carlismo y la tradición. Le recomiendo que relea usted ¿Qué es el Carlismo? relea íntegro el capítulo 5, LA TRADICIÓN, y deje de hacer sus propias y particulares interpretaciones. Usted ha negado que Donoso Cortés fuera un tradicionalista, y físeje en lo que se dice en el punto 62, página 90 del capítulo 5º de la obra mencionada:

    "Cuando nacemos, no nacemos desnudos y abstractamente. antes, al contrario, nacemos poseyendo fórmulas vitales transmitidas por nuestros padres y que integran los que decimos nuestra cultura y nuestra TRADICIÓN. Por eso dijo soberbiamente DONOSO CORTÉS .

    'Los pueblos sin tradiciones se hacen salvajes.'
    (20)

    Donoso Cortés con todas las letras en mayúsculas en el texto original.

    (20) Juan Donoso Cortés, Cerco de Zamora, en sus O.C. ed. Juan Juretschike, t. 1, Editorial Católica, Madrid, 1946, págs., 77 y sigs; loc. cit, a pág. 78



    https://books.google.es/books?id=WSB...C3%B3n&f=false


    ¿Y éste argumento de dónde se lo saca usted?¿A usted quién le cuenta semejante historia? Ya sé que a usted le complacen mucho los argumento circulares, pero que no valen para otros. En cambio, no ha respondido a los míos, sino que se limita a sacar balones fuera.

    ¿Acaso un católico español considera que se es mejor católico arrumbando la legalidad jurídica española, y resignándose a la aceptación de los hechos consumados, dejando a un lado el derecho?

    Y ahora le voy a plantear una pregunra en base a este texto neotestamentario:

    "Pero Pedro y Juan respondieron y dijéronles: 'Juzgad por vosotros mismos si es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a Él...' (Hechos 4, 19)


    Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos 5, 29)

    Y según usted ¿a quién hay que obedecer antes para ser considerado y tenido por tradicionalista, a Dios y su Evangelio, o a una tradición asociada a una corriente sociopolítica que no tiene todavía ni doscientos años?

    Y, por cierto, todas mis respuestas tienen su base o fundamento en la obra citada de ¿Qué es el Carlismo? del que dispongo de una copia en papel,ya que yo mismo me honro en haber sido miembro del Centro de Estudios Históricos y Políticos <<General Zumalacárregui>>

    Hágame caso y deje de retorcer los argumentos.

    https://books.google.es/books/about/...AJ&redir_esc=y
    Última edición por Valmadian; 20/06/2020 a las 22:25
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  11. #11
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Repaso somero sobre la Tradición en España.



    Tradicionalismo

    1. Doctrina filosófica. Se entiende por tradicionalismo, en la historia de la filosofía, la tendencia a sobreestimar la tradición en cuanto conjunto de normas transmitidas en el curso de la historia pasada. Puede entenderse este tradicionalismo, en un sentido amplio, cuando las normas transmitidas son el conjunto de la historia humana, o al menos ciertas normas, o en un sentido estricto, como una teoría de la historia, que recibe también el nombre de utramontanismo, y que afirma que todo el orden social e histórico debe hallarse sometido a la autoridad superior de la Roma católica y articularse en una jerarquía de orden divino. Los principales defensores de este tradicionalismo estricto son los franceses L. de Bonald y Maistre y el español Juan Donoso Cortés.

    El tradicionalismo se apoya, a la vez, en motivos político-religiosos y filosóficos. Los primeros son obvios y defendibles. Los segundos se basan, a su vez, en la relación que se establece entre la verdad y la historia. Para el tradicionalismo, la verdad es la revelación de la Providencia. El error es un castigo, pero no algo que la verdad puede llevar en sí, como momento suyo. La verdad, en definitiva, no es asunto de la razón, sino de la autoridad, transmitida por tradición.

    Como es natural, la Iglesia no puede apoyar el «ultramontanismo». Aunque acepte sus motivos político-religiosos –obediencia a la Iglesia, orden social regido por sus principios, &c.–, no acepta, de ningún modo, su base filosófica: considerar la verdad como exclusivo asunto de la autoridad es algo que destruye la naturaleza misma de la inteligencia.

    En España, aunque el principal representante del tradicionalismo sea Donoso Cortés –cuyo renombre, en cuanto adalid de tal actitud, supera nuestras fronteras, para ser una de sus principales figuras en la Historia–, hay, sin embargo, algunos otros pensadores de menor importancia que se adhieren a la postura ultramontana, si bien de un modo menos tajante.

    Puede decirse, de un modo general, que el fin del siglo XVIII estuvo impregnado de tradicionalismo. Se recurría a la autoridad divina como última instancia, si bien este tradicionalismo quedaba mezclado con otras doctrinas igualmente vigentes: sensismo condillaquista, empirismo, eclecticismo, &c.

    Las primeras manifestaciones del tradicionalismo podemos apreciarlas entre los filósofos sensualistas o filosensistas, preocupados por problemas del lenguaje y de ideogenia. El portugués Luis Antonio Verney († en 1792), apodado «El Barbadiño», hacía notar que las ideas universales no las obtenemos por abstracción –según Locke–, sino por tradición de nuestros mayores, mediante el instrumento del lenguaje. Ramón Campos, en su Sistema de Lógica (1790) y en El don de la palabra (1804), sostiene que la palabra es un don divino, que no ha inventado el hombre, sino que ha recibido directamente de Dios.

    También se muestran influidos por el tradicionalismo del ambiente el portugués Luis Pereyra, profesor en Madrid, y Gaspar Melchor de Jovellanos (v.), que sin ser propiamente filósofo, fue hombre atento a los sistemas de su tiempo. Aunque su postura es en general escéptica –y quizá por serlo–, se refugió según lo usual en un tradicionalismo filosófico-teológico. Realmente, piensa Jovellanos, lo poco que sabemos lo debemos a la Revelación. De un modo especial se reflejan sus convicciones tradicionalistas en sus ideas sobre el lenguaje y sobre pedagogía. Entiende que las palabras no son, simplemente, auxiliares del pensamiento, sino necesarias tanto para hablar como para pensar.

    Hay también vestigios de tradicionalismo en el padre Lorenzo Hervás y Panduro (v.), Andrés María Santa Cruz (El Teofilántropo), don Pablo Olavide (1798), autor de El Evangelio en triunfo, &c.

    Como hemos dicho, el principal defensor del tradicionalismo es Juan Donoso Cortés (1809-1853). Su obra más importante la constituye el Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, que apareció en 1851, dos años antes de su muerte. Extraordinario orador y polemista apasionado, más que filósofo estricto, es, sin embargo –junto con Balmes–, el segundo gran representante del pensamiento católico a mediados de siglo. El estudio del Ensayo, según Menéndez y Pelayo, es el mismo estilo violento que empleaba en sus discursos. Su publicación levantó grandes controversias. «...Acusóse a Donoso de temerario, de fatalista, de místico, de enemigo jurado de la razón, de teocrático y hasta de hereje.» Donoso Cortés, que había sido un racionalista acérrimo en sus primeros años, pasó después al irracionalismo extremo. «Sus opiniones ideológicas –continúa diciendo Menéndez y Pelayo– aprendidas en una escuela que no es ciertamente la de Santo Tomás ni la de Suárez, sino otra escuela siempre sospechosa y para muchos vitanda, que la Iglesia nunca ha hecho más que tolerar, llamándola al orden en repetidas ocasiones, y en el último concilio de un modo tan claro, que ya no parece lícito defenderla sino con grandes atenuaciones. En suma, Donoso Cortés era discípulo de Bonald; era tradicionalista, en el más riguroso sentido de la palabra, pareciendo en él más crudo el tradicionalismo por sus extremosidades meridionales de expresión.»

    Contrapone al estilo agustiniano de la Civitas Dei y Civitas terrena el catolicismo y la filosofía, la revelación y la razón. «La razón humana –dice el propio Donoso– no puede ser la verdad si no se la muestra una autoridad infalible y enseñante.» La filosofía, como tal, tiene una misión muy concreta y «teológica»: «reducir a sistema y método las verdades fundamentales que nos han sido reveladas, relacionarlas, ordenarlas y deducir consecuencias. La parte filosófica del Ensayo es, naturalmente, la más pobre y discutible. Su terminología es muy poco rigurosa, puesto que Donoso no estaba formado en la Escolástica, sino en la cultura francesa –expone una teoría de la libertad humana en términos pintorescos, un tanto infantiles–. No obstante, y a pesar de todos los defectos de fondo y forma de su obra, hay que conceder a Donoso Cortés el puesto que como pensador le corresponde. El Ensayo tiene trabazón, tiene un cierto orden «sistemático» y ha resistido, a pesar de sus múltiples portillos, muchos ataques sin conmoverse. Su filosofía de la historia, agustiniana y tradicionalista a la vez, trata las cuestiones de un modo eminentemente teológico. Donoso Cortés sostiene que la Historia, en apariencia, es un triunfo del mal sobre el bien. Sin embargo, en lo más íntimo del acontecer histórico, hay un triunfo de Dios sobre el mal.

    Pese a todo, lo que quizá tenga más importancia en el Ensayo es su parte de filosofía social. Dice Menéndez y Pelayo: «Quizá no hay en castellano moderno páginas de vida más palpitante y densa que las que Donoso escribió contra el doctrinarismo, cien veces más aborrecido por él que el socialismo y el maniqueísmo proudhoniano, porque éstas, al fin, son teologías del diablo y traen afirmaciones dogmáticas sobre todos los problemas de la vida, al paso que esa escuela... la más estéril, la menos docta, la más egoísta de todas..., escuela que domina sólo cuando las sociedades desfallecen...; impotente para el bien porque carece de toda afirmación, y para el mal porque le causa horror toda negación intrépida y absoluta...; nada sabe de la naturaleza del mal y del bien, apenas tiene noticias de Dios y no tiene noticias del hombre».

    Pensaba Donoso que en toda cuestión social había una cuestión filosófica o incluso teológica. En este sentido, su postura tradicionalista, dejando aparte sus extremismos, es sana y positiva, y su huella como pensador católico, fecunda.

    Además del Ensayo, merecen destacarse entre sus obras Memoria sobre la situación de la monarquía (1832), Consideraciones sobre la diplomacia (1834), un folleto sobre la Ley electoral y unas Lecciones de derecho político, que explicó en el Ateneo, y en las que resume sus ideas, aún «racionalistas», de su primer período.

    En medio de la decadente situación filosófica española de su época, Donoso Cortés fue un hombre dotado de auténtico temperamento filosófico, tendió al sistema, a las grandes síntesis, relaciones, con un criterio más lógico que ontológico, pero siempre con la cierta incoherencia que prestaba a sus escritos su temperamento fogoso y exaltado. Según Menéndez y Pelayo, «la mejor obra y el mejor ejemplo de Donoso fue su muerte de santo, acaecida en París el 3 de mayo de 1853, Dios nos conceda morir así aunque no escribamos el Ensayo». Nos dice también Menéndez y Pelayo que es «difícil, casi imposible, reducir a número y poner en algún orden a los modernos apologistas [457] españoles, y arriesgado y odioso tasar su valor comparativamente. En filosofía, el tradicionalismo duró poco, al paso que fue cobrando bríos la restauración escolástica».

    No obstante, en torno a Donoso se agruparon algunos discípulos y admiradores, que, tanto en libros -no muy extensos– como en la controversia periodística, defendieron las ideas del maestro. Sobre todo los periodistas católicos de Madrid se inclinaron por Donoso y el tradicionalismo. Tuvieron especial relieve Gabino Tejado, gran amigo de Donoso, a la vez que su editor y defensor; Navarro Villoslada, novelista y autor de la famosa serie de los Textos vivos, revista inapreciable del movimiento heterodoxo en la Universidad, y González Pedroso, autor de un Discurso sobre los autos sacramentales.



    Bibliografía: S. Herrero Galindo, Donoso Cortés en su paralelo con Balmes y Pastor Díaz, en «Rev. Est. Pol.», núm. 69, 1953; L. Martínez Gómez S.J., Bosquejo de Historia de la Filosofía española, Apéndice a la «Historia de la filosofía», de J. Hirschberger, Barcelona 1965; Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, B.A.C., tomo II, Madrid.

    José María Benavente Barreda
    Catedrático del Instituto
    de Enseñanza Media de Madrid.



    2. Doctrina política. Aunque el tradicionalismo, como toda doctrina política, ha pasado por diversas tendencias e interpretaciones, sin embargo, puede definirle como la doctrina política que se basa fundamentalmente en los principios tradicionales de la religión y la monarquía pura. El tradicionalismo encierra, a su vez, cierta tendencia regionalista –libertad municipal y reconocimiento de fueros–, propugna un estado estamental; detesta el liberalismo y subraya el sentido de autoridad representada por el monarca, como recibida de Dios. No es tampoco concebible un tradicionalismo que no sea católico.

    A. Trayectoria histórica. El tradicionalismo, como ideología conjunta, capaz de movilizar hombres y regiones enteras, no surge en España hasta principios del siglo XIX y tiene su escenario en las primeras Cortes de Cádiz. Las decisiones que allí se tomaron y que dieron como resultado la Constitución de 1812 no agradaron a una porción de asambleístas. Frente al signo de apertura que marcaban los «afrancesados», se señaló la parte contraria, que estimaba más bien que había de volverse hacia la esencia española más presente en nuestra Edad Media, en nuestras costumbres y nuestra religión, que en la ideología que comenzaba a imperar en el mundo y que Francia se había encargado de hacer presente. Este conjunto fue calificado de «serviles» y sus ideas fueron expuestas con claridad por vez primera al discutirse en las Cortes el proyecto de ley de imprenta con su secuela de libertades. Naturalmente, los tradicionalistas se oponían a ello, así como al resto de las medidas liberales adoptadas por la Asamblea, como la abolición de la Inquisición.

    Fernando VII se encargó de restablecer el absolutismo, pero tampoco con las medidas del monarca quedó satisfecha la facción tradicional y es conocido el manifiesto que dirigieron a Fernando VII, llamado el «manifiesto de los persas», porque comenzaba diciendo: «Era costumbre de los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey...» En conjunto, el manifiesto resume la ideología absolutista de los disidentes de las primeras Cortes de Cádiz. Puede asegurarse que de aquí brotaría lo que más adelante en la Historia de España, se conoce, con el nombre de carlismo (ver).

    Sus puntos más esenciales son: el soberano ha de tener una autoridad absoluta. Pero no puede usar de ella sin razón. La monarquía habrá de estar sometida siempre a la ley divina, a la justicia y a las leyes fundamentales del Estado. Piden al rey que convoque nuevas Cortes, pero no al estilo liberal, sino de acuerdo con la tradición medieval española. Las restantes peticiones, en cuanto al cumplimiento de la justicia, rendición de cuentas de todos los que habían utilizado armas en la guerra, acabar con el despotismo ministerial, &c., apenas sí agrega algún matiz nuevo a esta ideología esbozada.

    La tendencia más absolutista que liberal del tradicionalismo hizo que sus seguidores se constituyeran en oposición contrarrevolucionaria durante el trienio constitucional. En 1823, los «serviles» son ya conocidos con el nombre de «apostólicos» y son ellos los que enarbolan la bandera del tradicionalismo.

    Pronto se va a mezclar en la esencia del tradicionalismo un nuevo matiz que arrastrará hasta nuestros días: en el fondo del carlismo –reconoce un doctrinario– hay dos cuestiones, ideología y pleito dinástico mezclados y una conciencia propia. La dirección tomó dos caminos: el absolutista, con el rey restablecido, y el tradicionalista, con un nuevo pretendiente.

    Desde 1825 a 1830, don Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, se fue convirtiendo en símbolo para los tradicionalistas, por su tendencia más absolutista que la del monarca. A la muerte de Fernando VII y derogada la «Pragmática sanción» había de subir al trono Isabel II. Las tendencias entonces se dividieron en fernandinos y carlistas. Tres días después de que la esposa de Fernando VII, María Cristina, subiera al trono como reina gobernadora, en la minoría de Isabel, estalló un conflicto en Talavera de la Reina, y luego en numerosos lugares de España. Los tradicionalistas se pasaron todos al bando de don Carlos, quien desde Abrantes (Portugal) lanzó un manifiesto en el que se intitulaba Carlos V, rey de España, mientras los liberales se adhirieron a María Cristina. Fue entonces cuando se iniciaron las guerras carlistas. Unas guerras que disputaban una cuestión dinástica como pretexto, ya que la lucha era por el triunfo de una de las dos ideologías que dividió la última historia del país: o los liberales o los tradicionalistas. Desde entonces cada uno de ellos tenía un programa político concreto. Cuando el carlismo fue derrotado, la reina se inclinó por un régimen constitucional, preferido por los liberales. Entonces la porción tradicional, que había permanecido a su lado, desertó para pasarse al carlismo, único sistema que llevaría a la práctica el absolutismo buscado por ellos, tan pronto subiera el pretendiente al trono e hiciese realidad el lema de los tradicionalistas: «Dios, Patria y Rey».

    Las libertades que concedió la revolución de 1868 hizo que los tradicionalistas comenzaran a divulgar ampliamente su doctrina y su programa. La doctrina hasta entonces sostenida se concreta en un verdadero programa político de partido, el cual recibe el nombre de «Comunión Tradicionalista». Los más decididos postulados del partido son: el Gobierno habría de ser obra del rey, sujeto sólo a los límites de la ley de Dios, la justicia y las libertades y fueros de los pueblos; descentralización del gobierno, con libertad a cada provincia y al municipio en el aspecto administrativo; la familia tiene que ser independiente e inviolable; las libertades no han de ser escritas en constituciones, sino practicadas por la sociedad; la tiranía no se tolera; la única religión sería la católica; en las Cortes estarían representados los estamentos sociales y no los partidos, que no habría.

    Frente al afrancesamiento y el liberalismo vigente, la doctrina tradicionalista fue capaz de movilizar a muchas regiones y a un verdadero ejército. Pero no se alimentaron sólo de voluntarios guerreros capaces de combatir hasta cansar al Gobierno, sino que en sus filas combatieron auténticos doctrinarios que fueron perfilando su teoría. Entre ellos se destacaron al principio Aparisi Guijarro, Navarro Villoslada, Pallés, Cerralbo, Brunet, quienes a través de los periódicos de que disponían alentaron [458] continuamente a los seguidores de don Carlos y la Comunión Tradicionalista.

    El manifiesto de la Restauración promovió las consiguientes escisiones. Parece que el nuevo monarca llegaba con el ánimo de evitar los sentimientos encontrados por fanatismos que tanto mal producían en la España de entonces.

    La Restauración exponía el futuro programa del monarca español, Alfonso XII, y, entre otras cosas, prometía «ser buen católico» y «buen liberal». Pero el tradicionalismo no pudo convencerse. La más importante separación dibujada entonces, aparte de la provocada por Pidal, fue la del integrismo de Nocedal, quien acusaba a don Carlos de liberalizarse. El integrismo combatía el liberalismo en cualquier terreno, incluso prescindiendo de la que para algunos, parecía cuestión principal, pero que en realidad, según se ha dicho, era mero pretexto: la cuestión dinástica. El Siglo Futuro era el más importante periódico integrista, y el primer círculo se fundó en Madrid en 1892. Las palabras de Nocedal pronunciadas en el Congreso de 1902 para combatir el gabinete reunido por Sagasta resumen claramente la doctrina del integrismo: «No predico la guerra ni el motín, ni la algarada, pero a ésos y a cuantos oigan mi voz quiero decir que si no se deciden a ejercitar sus derechos, desoyen la voz venida del cielo y desobedecen la voluntad soberana que nos manda unirnos en apretado haz y lanzarnos en falange a reivindicar nuestros derechos conculcados, a defender la verdad desconocida, a restaurar el imperio absoluto de nuestra fe íntegra y pura y a pelear con los partidos liberales, a quienes no yo, sino León XIII, llama imitadores de Lucifer, hasta derribar y hacer astillas el árbol maldito». El integracionismo no fue más allá de Nocedal.

    A su muerte quedó como principal cabeza Senantes, y prácticamente en el golpe de Estado de 1923 quedó extinguida esta organización.

    Otro de los que provocaron la división interna del tradicionalismo fue don Jaime de Borbón y de Parma, hijo de Carlos María de los Dolores. La mayor parte de los carlistas se hicieron «jaimistas» a la muerte de don Carlos. Fue reconocido por ellos como Jaime III (1909), pero durante la guerra europea se mostró partidario de los aliados, mientras que una de las cabezas más poderosas del tradicionalismo, Juan Vázquez de Mella, era germanófilo. En un manifiesto publicado por don Jaime en 1918 desautorizó a los germanófilos, por lo que Vázquez de Mella y los principales representantes de la ideología tradicionalista se separaron del jaimismo. Jaime III murió sin sucesión.

    Vázquez de Mella quiso reunir a cuantos habían militado en el primitivo carlismo y hasta trató de que se unieran los católicos sociales. El carlismo, sin embargo, fue perdiendo virtualidad en gran parte de España, conservando mucha de su fuerza en las provincias vascongadas y su centro en Navarra, con algunos ramalazos considerables en Cataluña, Aragón y Valencia. En nuestros días, don Carlos Hugo de Borbón y de Parma, casado con la princesa Irene de Holanda, es quien se considera pretendiente al supuesto trono de España al que aspiraba don Carlos María Isidro a la muerte de Fernando VII.

    B. Doctrinarios tradicionalistas. El pensamiento político del tradicionalismo se encuentra diseminado entre varios autores –no muy numerosos– y expuesto con harta frecuencia en un tono patriótico y efusivo. En la línea del carlismo, por afiliación patriótica, se destaca Antonio Aparisi Guijarro (ver). Está ligado a las contiendas carlistas. Aparisi Guijarro fue la voz tradicional que proclamó con más fuerza la necesidad de solucionar los conflictos mediante la unidad. El problema de la política española era el de la unidad. «Si proclamáis unión moderada, viviréis un año; si proclamáis unión liberal, podréis vivir año y medio; si queréis vivir más, tenéis que proclamar unión española.» Como elementos de la tradición en Aparisi Guijarro hay que señalar el militarismo y una cierta democracia campesina y municipal.

    Hay en el tradicionalismo, sobre todo, dos pensadores que destacan sobre los demás y que, sin embargo, desde el punto de vista político no militaron en las mismas filas del carlismo. Se trata de Jaime Balmes (ver) y Juan Donoso Cortés. Balmes es conocido como escritor de sus propias revistas, La Civilización, La Sociedad y El Pensamiento de la Nación. Como filósofo y apologista, con sus libros El Criterio y El protestantismo comparado con el catolicismo. Pero hay en toda su obra una constante preocupación social y política. «Las teorías políticas de Balmes, desperdigadas en libros y en artículos, pueden ser condensadas sobre la línea de la sociabilidad y contra el pactismo, acatando a la autoridad, apoyada por Dios, y en la espera de que la resistencia haya de ser deber; la libertad ha de concertarse con la verdad y con el orden... Las referencias más concretas al régimen democrático-liberal se encuentran en la disección que hace del protestantismo. Hay, dice, dos democracias: la protestante y la cristiano-católica. El sufragio es combatido porque confunde las opiniones y las verdades, el número y el objeto. Quiere unas Cortes tradicionales y un constitucionalismo, eficaz. Se lanza en contra de los parlamentos que encubren camarillas. La soberanía es del monarca; las Cortes poseen competencia hacendística y fiscalizadora» (Beneyto). En su gran amor a la unidad coincide con Aparisi y Guijarro. Para Balmes es esencial la concordia en el pueblo y, por tanto, es imprescindible la unidad. Por lo que tiene de orden en el mundo, Balmes se confiesa monárquico y católico en perfecta interrelación.

    El contenido de la tradición en Balmes no hay que buscarlo en la continuidad de los hechos, ni en las instituciones, ni en las creaciones literarias a artísticas (aunque pueden ser válidos todos esos elementos), sino en ese espíritu, en esa armónica unidad de la religión, la moral, el derecho, el honor y la conciencia histórica de un pueblo, «que hemos de considerar al mismo tiempo como la matriz de sus realizaciones históricas, como el espíritu de sus instituciones, como el alma de sus creaciones artísticas. Este concepto de tradición es el que se encuentra implícito en el pensamiento de Balmes y que de alguna manera hasta va expresado en el título de su obra sobre el protestantismo y el catolicismo» (Sánchez Agesta).

    Juan Donoso Cortés (ver) dejó entre sus escritos el más importante, titulado Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. La interpretación política de su pensamiento hay que examinarla, sobre todo, a la luz de su famoso discurso sobre la dictadura, en la revolución de febrero, que echa abajo la monarquía francesa. «La revolución –sostiene– llega de improviso, como la muerte. Tras sí va sembrando un total desorden al que únicamente se le podrá dominar mediante la dictadura. Esta es la concentración en una sola mano de las fuerzas resistentes frente a las fuerzas invasoras. C. Schmitt ha considerado al marqués de Valdegamas como el primer teorizante del Estado que saca la consecuencia de que la dictadura es la única solución vital para un país, cuando se ha destruido el concepto tradicional de la legitimidad.»

    Su contacto más directo con los tradicionalistas lo tuvo en 1837, para discutir la negociación de un empréstito. La obra de Donoso, robusta y profunda, ha tenido, sin embargo, poca influencia, no sólo en su tiempo, sino después. Quizá como reconoce uno de sus comentaristas, por la ausencia de estilo romántico en sus páginas y porque las ideas que combatió también desaparecieron.

    Pero quizá la máxima figura española del tradicionalismo, desde el punto de vista de teorización política, sea sin duda Juan Vázquez de Mella (ver). Su contacto con el carlismo lo tuvo a través del marqués de Cerralbo. Escribió en diversos periódicos carlistas, siempre con un estilo profundo y efusivo. En 1893 salió diputado por Estella. Su doctrina política puede resumirse en que «la verdadera voluntad nacional es la de las generaciones que se han sucedido, por eso se manifiesta en los hechos constantes de la Historia, que tiene su exacta expresión en las tradiciones esenciales de un pueblo». «La tradición –sostiene Vázquez de Mella– supone algo permanente que se transmite, un caudal de ideas e instituciones que pasan de unas generaciones a otras como una herencia social.» «Hay una ley social importantísima que expresa la continuidad histórica de un pueblo.» Y esto último entraña en sí el que si esa transmisión social se interrumpe, caerá la continuidad histórica de un pueblo. Por eso agrega Vázquez de Mella: «Que se despoje (un pueblo) de lo que ha recibido de sus ascendientes, y verá que lo que queda no es [459] lo mismo, sino una persona mutilada que reclama la tradición como complemento de su ser». La época culminante de España, de donde ha de arrancar la tradición, es para Vázquez de Mella la época imperial, desde Cisneros a Felipe II. Entonces es cuando ve mejor vibrar el alma de la patria. Las más importantes tradiciones por las que hay que velar son: la unidad católica, la monarquía cristiana y la libertad municipal. Al contrario de lo que pueda pensarse, cuando Vázquez de Mella insiste en su idea de reivindicación tradicionalista, es porque piensa que es el único método de un verdadero progreso y muy diferente a una rutina recibida de nuestros antepasados: «El progreso individual no llega a ser social si la tradición no les recoge en sus brazos».

    Vázquez de Mella fundó el partido tradicionalista, y lo definió, al separarse de los jaimistas, en el casino de Archanda en un acto celebrado en 1919, durante el mes de agosto. También fundó el periódico El Pensamiento Español, de corta duración.

    Un pensador español de la generación del 98 que ha escrito sobre doctrinas tradicionalistas ha sido Ángel Ganivet (ver). En su Idearium afirma que cuando España se construya con carácter nacional debe de estar sustentada sobre los sillares de la tradición. El romperla para iniciar una nueva vida sería algo ficticio, incluso sería «una violación de las leyes naturales, un cobarde abandono de nuestros deberes, un sacrificio de lo real por lo imaginario». Sin embargo, he aquí un claro ejemplo de lo que anteriormente se decía de que no es concebible en España un tradicionalismo que no sea católico. Para Ganivet lo tradicional es algo bien distinto a cuanto afirmaban los teóricos anteriores. Los hechos sobre los que ha de basarse la tradición no son precisamente la unidad católica y su monarquía hereditaria. Su sentido de tradición es «como una fuerza que vive en estado latente en nuestra nación».

    Tradicionalista es Marcelino Menéndez y Pelayo (ver) al defender la doctrina patria de una ortodoxia de fe y costumbres y examinar dónde ha estado a lo largo de los tiempos situada la España de la innovación, de la heterodoxia, «la otra España», según la denomina Menéndez Pidal. Pero Menéndez y Pelayo no militó en las filas políticas del carlismo, sino que perteneció al partido conservador.

    Más cercanos a nuestro tiempo pueden llamarse teóricos del tradicionalismo Enrique Gil Robles, catedrático de Derecho Político, para quien la tradición hay que buscarla en la misma Historia de la Edad Media española si se quiere encontrar en toda su pureza. Ramiro de Maeztu (ver), que, cuando en sus madurez escribe la Defensa de la Hispanidad, sostiene que es tradición todo lo que es capaz de remontar su propio tiempo, «es el valor el que crea el pasado y lo que vale está por encima del tiempo». Víctor Pradera (ver), muy ligado al movimiento monárquico conocido por «Acción Francesa», es otro de los teóricos del tradicionalismo español, para quien la tradición es todo el pasado que sobrevive y tiene virtud para hacerse nuevo futuro (el nuevo Estado). Para él, si se quiere una mayor pureza en las fuentes tradicionalistas, habría que buscar en el Estado nacido con los Reyes Católicos.

    Últimamente han estudiado el tradicionalismo español intelectuales y catedráticos, tanto desde el punto de vista de investigación histórica como de recopilación doctrinal.

    Puede señalarse la obra de Francisco Elías de Tejada, como La monarquía tradicional. Luis Sánchez Agesta, catedrático de Derecho Político, al desentrañar El concepto de España, estudia el contenido de la tradición en los clásicos doctrinarios españoles y en las diversas interpretaciones históricas. Rafael Gambra ha escrito, entre otros libros, La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional. Santiago Galindo Herrero ha ofrecido la más reciente recopilación de textos de Vázquez de Mella y Aparisi y Guijarro, con un estudio sobre los mismos. Federico Suárez Verdaguer ha realizado varios estudios sobre la tradición, como La crisis política del antiguo régimen en España. Y Rafael Calvo Serer, entre otros, ha estudiado La aproximación de los neoliberales a la actitud tradicional.



    Bibliografía: Fernando Díaz-Plaja, Historia de España en sus documentos. El siglo XIX; A. Aparisi y Guijarro, En defensa de la libertad, Estudio y selección de Santiago Galindo Herrero; Juan Vázquez de Mella, Regionalismo y Monarquía, Estudio y selección de Santiago Galindo Herrero; J. de Encinas, La tradición española y la revolución; S. Galindo Herrero, Los partidos monárquicos bajo la segunda república, Madrid 1954; J. Torras y otros, La actitud tradicional en cataluña; Francisco Elías de Tejada, La monarquía tradicional, Madrid 1954; Rafael Gambra, La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional, Madrid 1954; Luis Sánchez Agesta, En torno al concepto de España, col. «O crece o muere», núm. 5, Madrid; F. Suárez Verdaguer, La crisis política del antiguo régimen en España; id., Donoso Cortés en el pensamiento europeo del siglo XIX, col. «O crece o muere», núm. 64, Madrid; Edmund Schramm, Donoso Cortés, ejemplo del pensamiento de la tradición, col. «O crece o muere», núm. 28, Madrid; Víctor Pradera, El nuevo Estado, Burgos 1937; E. Gil Robles, Tratado de Derecho Político, Madrid 1961; Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad, 6ª ed., Madrid 1952; Juan Beneyto, Historia de las doctrinas políticas, Madrid 1948; «Diccionario de Historia», Revista de Occidente.

    Juan Rodríguez Ruiz
    Licenciado en filosofía,
    Graduado en la Escuela Oficial de Periodismo, Madrid.


    Tradicionalismo en la Enciclopedia de la Cultura Española / 1968
    ALACRAN y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  12. #12
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Pienso que la incongruencia de un tradicional socio-político no legitimista, es clara.

    Yo puedo entender que los intelectuales de la Comunión legitimista (Aparisi y Guijarro, Vázquez de Mella, Víctor Pradera, Elías de Tejada, Álvaro D´Ors, Rafael Gambra, Miguel Ayuso, etc., etc.) hagan glosas y comentarios de los cuerpos jurídico-legales españoles, y traten de excogitar a partir de los mismos los postulados o fundamentos de la filosofía socio-política característica o peculiar de las Españas en general, y de la institución monárquica hispánica en particular.

    Esta labor no es ociosa, sino que era y es necesaria, dada la singularidad del revolucionarismo "español", que casi siempre ha tratado de presentarse a sí mismo, no como rupturista, sino como simple reformador y fiel continuador del milenario régimen monárquico español. Con estos exámenes y estudios de los ordenamientos jurídico-legales de los reinos o pueblos españoles, se ponía en evidencia la falacia de las razones y argumentos de los revolucionarios.

    Por supuesto, todo este trabajo de indagación y explicitación de las características socio-políticas definitorias de las Españas, es un trabajo rico en distintos y variados aspectos y matices respecto de los cuales se puede seguir profundizando, y nadie afirma que se trate de llegar a unas ideas monolíticas inalterables y definitivas, sino que caben nuevas y continuas reflexiones sobre las leyes y el derecho de los pueblos españoles y de la Monarquía española que nos pueden llevar a puntualizar, o incluso corregir, afirmaciones o aserciones asentadas por anteriores intelectuales de la Comunión.

    PERO otra cosa muy distinta, es la de aquellos otros intelectuales, ajenos a la Comunión, que también se ponen a intentar indagar y excogitar esos principios o postulados ius-filosóficos y polis-filosóficos de las leyes y derecho de las Españas y de la Monarquía española (porque creen que esos principios y postulados pueden ser buenos para su aplicación socio-política actual), y al mismo tiempo consideran superados y caducados esos mismos cuerpos jurídico-legales de los cuales han querido extraer y sonsacar esos susodichos principios.

    ¿Cómo diantres se puede casar o compaginar el hecho de que estos intelectuales ajenos a la Comunión legitimista, quejosos de la situación "jurídico-legal" socio-política imperante, quieran ir a sacar y beber en las fuentes de las legislaciones jurídicas españolas los postulados socio-políticos salvadores y rectificadores de la actualidad política imperante, y, sin embargo, acepten la nueva "legalidad jurídica" socio-política existente y consideren legalmente abrogadas esas legislaciones y derecho prerrevolucionarios de los cuales quieren servirse para obtener y descubrir los susodichos postulados socio-políticos tradicionales españoles? ¿Es que no vé usted la incongruencia de ese comportamiento?


    .
    Última edición por Martin Ant; 21/06/2020 a las 11:50

  13. #13
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Pienso que la incongruencia de un tradicional socio-político no legitimista, es clara.

    El problema que tiene es que está mezclando las cosas, "a priori" la discusión versa sobre qué es "tradicionalismo", pues usted mismo lo ha planteado. Y define como "pseudotradicionalistas" a personalidades no actuales, sino de tiempos bastante pretéritos, y cuyos escritos sirvieron para demostrar su total oposición a la "revolución emergente" que llegaba de Francia y de los recién surgidos Estados Unidos.

    La asociación en España, aquí, en nuestra Patria, entre Tradicionalismo y Carlismo, es tardía tal como ya se lo indiqué en otro post, habiendo surgido el "tradicionalismo" bastantes años antes que el "Carlismo" que se inicia como una disputa dinástica. Ergo, sí el tradicionalismo es anterior al propio carlismo, no es coherente afirmar que fuera de dicha corriente no hay tradicionalismo.

    Yo puedo entender que los intelectuales de la Comunión legitimista (Aparisi y Guijarro, Vázquez de Mella, Víctor Pradera, Elías de Tejada, Álvaro D´Ors, Rafael Gambra, Miguel Ayuso, etc., etc.) hagan glosas y comentarios de los cuerpos jurídico-legales españoles, y traten de excogitar a partir de los mismos los postulados o fundamentos de la filosofía socio-política característica o peculiar de las Españas en general, y de la institución monárquica hispánica en particular.

    Esta labor no es ociosa, sino que era y es necesaria, dada la singularidad del revolucionarismo "español", que casi siempre ha tratado de presentarse a sí mismo, no como rupturista, sino como simple reformador y fiel continuador del milenario régimen monárquico español. Con estos exámenes y estudios de los ordenamientos jurídico-legales de los reinos o pueblos españoles, se ponía en evidencia la falacia de las razones y argumentos de los revolucionarios.

    Y yo tampoco he cuestionado esto que usted afirma, lo que he hecho desde el primer instante es hablar de tradicionalismo, el que está justificado en la Santa Tradición y que usted se empeña en todo momento en ajustarla al Derecho español surgido mil quinientos años más tarde. Es decir, ese derecho, y la filosofía inherente al mismo, y la sociología correspondiente, para ser tradicionalista, o se ajusta a la Santa Tradición, o no es, y no al revés.

    Por supuesto, todo este trabajo de indagación y explicitación de las características socio-políticas definitorias de las Españas, es un trabajo rico en distintos y variados aspectos y matices respecto de los cuales se puede seguir profundizando, y nadie afirma que se trate de llegar a unas ideas monolíticas inalterables y definitivas, sino que caben nuevas y continuas reflexiones sobre las leyes y el derecho de los pueblos españoles y de la Monarquía española que nos pueden llevar a puntualizar, o incluso corregir, afirmaciones o aserciones asentadas por anteriores intelectuales de la Comunión.
    De igual modo, tampoco se ha dicho hasta ahora que no sea una aportación rica en matices, en parte alguna se dice, y parece ser bastante complicado pretender en que se centre en el eje de la cuestión que tan "generosamente" ha definido en el mismo título del tema.

    PERO otra cosa muy distinta, es la de aquellos otros intelectuales, ajenos a la Comunión, que también se ponen a intentar indagar y excogitar esos principios o postulados ius-filosóficos y polis-filosóficos de las leyes y derecho de las Españas y de la Monarquía española (porque creen que esos principios y postulados pueden ser buenos para su aplicación socio-política actual), y al mismo tiempo consideran superados y caducados esos mismos cuerpos jurídico-legales de los cuales han querido extraer y sonsacar esos susodichos principios.
    La cuestión es que salvo Chateaubriand en Francia, ninguno de los pensadores mencionados hasta ahora tampoco manifestaron en sus escritos que fueran republicanos, o que se posicionaran apoyando a las diferentes ramas dinásticas en las que los Borbones se escindieron, tanto en la parte francesa, como en la española. Sí, alguno lo hizo le ruego que me lo haga saber.

    ¿Cómo diantres se puede casar o compaginar el hecho de que estos intelectuales ajenos a la Comunión legitimista, quejosos de la situación "jurídico-legal" socio-política imperante, quieran ir a sacar y beber en las fuentes de las legislaciones jurídicas españolas los postulados socio-políticos salvadores y rectificadores de la actualidad política imperante, y, sin embargo, acepten la nueva "legalidad jurídica" socio-política existente y consideren legalmente abrogadas esas legislaciones y derecho prerrevolucionarios de los cuales quieren servirse para obtener y descubrir los susodichos postulados socio-políticos tradicionales españoles? ¿Es que no vé usted la incongruencia de ese comportamiento?.
    La incongruencia en nuestros días radica en que diferentes plumas en distintos medios de comunicación, parecen estar descubriendo que los principios tradicionalistas son los necesarios para sacar a España de la situación en la que se encuentra. Y esa contradicción viene dada, sea por ignorancia, o porque desconocen el verdadero alcance de las cosas, que esas personas tienen que cambiar su propia manera de pensar dado que abiertamente son liberales. Alguno hay que puede ser considerado conservador, término extraño en sí mismo, pues el propio Carlismo en su legítimo afán de preservar y dar continuidad a las Españas lo es también. Pero entre unos y otros, ha habido un empeño feroz en descalificarlo, cuando es totalmente normal en otros países en los que no tienen un concepto del tradicionalismo como el nuestro.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Y ahora, a continuación, reproduzco un texto que no es mío y que espero le resulte útil para acabar de entender que se puede ser tradicionalista sin ser carlista, algo tan cierto como que no se puede ser carlista sin ser tradicionalista.


    "(...) Es el nacionalismo teoría política que aparece en el siglo XIX heredando los principios formulados por los revolucionarios de la Francia de 1789 en lo próximo y en lo remoto el antihistoricismo de la Ilustración, secuela a su vez de la escisión protestante entre naturaleza y gracia. El nacionalismo es además la proyección en política del positivismo filosófico y consiste por ende en afirmar que las diferencias entre grupos humanos tienen lugar mediante rasgos físicos: apelando a la raza o a la geografía.

    La raíz del tradicionalismo, por el contrario, aliente en ver al hombre según la antropología católica, cual entidad metafísica condenada por su misma naturaleza a obrar historia en tanto grado que lo eterno trascendente dependa del actuar concreto terrenal. Es la historia el horizonte concreto del destino humano, la plaza prcisa donde se pierde o se gana la salvación eterna. Lo decisivo en el hombre, que es su encuentro definitivo con Dios, prepárese en el marco de una realidad no elegida, pero no por ello menos determinante del obrar del individuo. Hablamos una lengua, poseemos el honor de un apellido, pertenecemos a una patria y todo ello sin intervención de nuestra voluntad, simplemente porque somos titulares forzosos de una herencia sociológica y cultural. Vivimos para la eternidad de Dios, mas vivimios en el presente histórico. Un presente formado por la decantación de quehaceres de las generaciones que plasmaron a lo largo de los siglos este tesoro de la Tradición que necesariamente recibimos al nacer.

    Por supuesto que para el tradicionalismo la raza o la geografía constituyen factores que intervienen en la constitución de los pueblos, igual que las decisiones de nuestros antepasados. Pero no infieren directamente, sino en la medida en que han contribuido a la forja de la Tradición viva que los pueblos son. Cribados en el tamiz de la historia, los datos físicos repercuten en nosotros; pero solamente así. Un pueblo es la condensación viva de los aconteceres del pasado, jamás la suma de determinados rasgos físicos. Por la escueta naturaleza distínguense entre sí los animales, no los hombres. Pues, el hombre está destinado por fuerza a hacer historia a tenor de su misma naturaleza, porque el hombre es cultura más allá de la escueta biología; porque lo que distingue al hombre del animal es la condición de heredero más que la de descendiente; porque desde el ángulo de la sociología el ser humano que negara ser tradicionalista daría en animal puro y simple. Razón y sociabilidad de consuno truecan al hombre en ser histórico, esto es el heredero de una Tradición viva. De la Tradición merced a la cual los pueblos son lo que son en el curso de los siglos (...)"


    Francisco Elías de Tejada. Los Fueros de Vizcaya, Centro E.H.P. <<General Zumalacárregui>> Ediciones JURRA Sevilla 1977. Cap. 2, "El Señorío de Vizcaya y su Fuero". págs., 67-68


    En las palabras de Elías de Tejada entiendo que queda sobradamente de manifiesto que todo hombre es tradicionalista "per se", de nacimiento y en cualquiera tiempo o lugar, cuestión aparte es lo que pase después, lo que decida hacer con su vida, al igual que salvarse o condenarse.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  15. #15
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Y define como "pseudotradicionalistas" a personalidades no actuales, sino de tiempos bastante pretéritos, y cuyos escritos sirvieron para demostrar su total oposición a la "revolución emergente" que llegaba de Francia y de los recién surgidos Estados Unidos.
    ninguno de los pensadores mencionados hasta ahora tampoco manifestaron en sus escritos que fueran republicanos, o que se posicionaran apoyando a las diferentes ramas dinásticas en las que los Borbones se escindieron, tanto en la parte francesa, como en la española. Sí, alguno lo hizo le ruego que me lo haga saber.
    Los cinco publicistas mencionados por Elías de Tejada (Jaime Balmes, Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, Maeztu y Vicente Marrero) son ejemplos claros de esa incongruencia.

    A todos ellos no les gustaban los efectos socio-políticos que surgían de las respectivas "legalidades" revolucionarias en las que ellos vivieron. Estudiando y examinando los textos jurídico-legales de los reinos y pueblos españoles en general, y de la institución monárquica española en particular, pudieron vislumbrar e inducir algunos principios o postulados teóricos socio-políticos que consideraron esenciales para la rectificación y corrección de aquellos nefastos efectos. Pero no consideraban esos mismos órdenes legales prerrevolucionarios como jurídicamente vigentes, sino como legítima y legalmente abrogados por las nuevas "legalidades" revolucionarias: ellos se sometían a este nuevo "derecho", en lugar de combatirlo y oponerse a él.

    ¿Qué vale más: las leyes y el derecho, o los principios y postulados que se han extraído de esas leyes y derecho? Por eso digo que ese comportamiento es contradictorio: toman el zumo exprimido de los principios, pero rechazan las naranjas de las leyes jurídicas de las cuales han extraído ese zumo. Desprecian esas leyes, esa legalidad, motejándolas como definitivamente canceladas y periclitadas. ¿Qué clase de "total oposición a la revolución" es ésa?

  16. #16
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Los cinco publicistas mencionados por Elías de Tejada (Jaime Balmes, Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, Maeztu y Vicente Marrero) son ejemplos claros de esa incongruencia.

    A todos ellos no les gustaban los efectos socio-políticos que surgían de las respectivas "legalidades" revolucionarias en las que ellos vivieron. Estudiando y examinando los textos jurídico-legales de los reinos y pueblos españoles en general, y de la institución monárquica española en particular, pudieron vislumbrar e inducir algunos principios o postulados teóricos socio-políticos que consideraron esenciales para la rectificación y corrección de aquellos nefastos efectos. Pero no consideraban esos mismos órdenes legales prerrevolucionarios como jurídicamente vigentes, sino como legítima y legalmente abrogados por las nuevas "legalidades" revolucionarias: ellos se sometían a este nuevo "derecho", en lugar de combatirlo y oponerse a él.

    ¿Qué vale más: las leyes y el derecho, o los principios y postulados que se han extraído de esas leyes y derecho? Por eso digo que ese comportamiento es contradictorio: toman el zumo exprimido de los principios, pero rechazan las naranjas de las leyes jurídicas de las cuales han extraído ese zumo. Desprecian esas leyes, esa legalidad, motejándolas como definitivamente canceladas y periclitadas. ¿Qué clase de "total oposición a la revolución" es ésa?

    ¿Ha leído personalmente a los publicistas mencionados? Se lo pregunto porque no parece usted tener más referencia que a Elías de Tejada. De momento, parece que ya ha desistido de seguir con la Tradición y el tradicionalismo. Bueno, pues vamos a ver estas otras consideraciones. Francisco Puy Muñoz redactor de la "Introducción" a la obra ya mencionada ¿Qué es el Carlismo? en santiago, a 19 de marzo de 1971, y en la página 21 afirma:

    "Todo lo que aquí se expresa es discutible, porque los carlistas no conocen otros dogmas que los de la Religión Católica y la fe de Cristo."


    Dicha obra fue revisada por Francisco Elías de Tejada y por Rafael Gambra Ciudad, además de por el mencionado Francisco Puy. ¿Y qué significan tales términos? Pues que para usted lo afirmado por Elías de Tejada va a misa, y a mi no me lo parece igual.


    "La ley, ha dicho con admirable concisión y sabiduría STO. TOMÁS es <<una ordenación de la razón, dirigida al bien común, promulgada por el que tiene el cuidado de la comunidad>> Rationis ordinatio ad bonum communae, ab eo qui curam conmmunitatis habet promulgata.

    Ordenación de la razón; Rationis ordinatio. Los seres racionales deben ser gobernados por la razón, no por la voluntad del que manda. la voluntad sin la razón , es pasión o capricho; y el capricho o la pasión gobernando son arbitrariedad y tiranía..."


    Jaime BALMES. Filosofía Elemental. Librería de Garnier Hermanos. París, 1860. Cáp. XXV, "La Ley Civil" página 439.

    ¿Considera usted que hay alguna contradicción en esos términos? Mire, hay algo que ya ha sido aquí expuesto por el propio Elías de Tejada en el fragmento que reproduje en mi anterior post: "presente formado por la decantación de quehaceres de las generaciones que plasmaron a lo largo de los siglos este tesoro de la Tradición que necesariamente recibimos al nacer.", es decir, que cada generación es responsable única y exclusivamente de su momento histórico. Los acusa de esto:

    "Estudiando y examinando los textos jurídico-legales de los reinos y pueblos españoles en general, y de la institución monárquica española en particular, pudieron vislumbrar e inducir algunos principios o postulados teóricos socio-políticos que consideraron esenciales para la rectificación y corrección de aquellos nefastos efectos. Pero no consideraban esos mismos órdenes legales prerrevolucionarios como jurídicamente vigentes, sino como legítima y legalmente abrogados por las nuevas "legalidades" revolucionarias: ellos se sometían a este nuevo "derecho", en lugar de combatirlo y oponerse a él."


    ¿Y qué otra cosa hacen hoy todos los carlistas, incluidos los publicistas sino lo mismo? ¿Acaso no pagan impuestos? ¿Acaso algunos de tales publicistas no ocupan cargos en alguna de las administraciones de este Estado masónico revolucionario y demoliberal? ¿Acaso están encabezando un movimiento político que ponga en la picota todos los principios legales, alegales y abiertamente ilegales que se supone que rigen en España contra la propia España?

    ¿Quiere una respuesta? NADA, no hacen nada de nada. Bueno, sí, algunas cenas año con cierto boato, en las que se pronuncian estériles discursos, eso sí, impecables en cuanto a dicción y retórica. Así como las preceptivas misas conmemorativas. Y para que no se diga que no se haca nada más, hay un elegante blog en el que se insertan sesudos artículos. Mientras tanto, en la calle, en los medios de comunicación y desde las instituciones siguen desmontando España cada día cacho a cacho. Y siendo que el movimiento se demuestra andando, hay que salir a esas calles, hay que estar en los medios, hay que proceder a convencer con la razón, tal como dice Balmes en ese fragmento.


    "La tradición española puede mostrar modestamente, pero como valores positivos y universales, un Balmes, un Donoso, un Menéndez Pelayo, un González Arintero. No hay un liberal español que haya enriquecido la literatura del Liberalismo con una idea cuyo valor reconozcan los liberales extranjeros, ni un socialista la del socialismo, ni un anarquista la del anarquismo, ni un revolucionario la de la revolución.

    Ello es porque en otros países han surgido el liberalismo y la revolución por medio de sus faltas, o para castigo de sus pecados. En España eran innecesarios. Lo que hacía falta era desarrollar, adaptar y aplicar los principios morales de nuestros teólogos juristas a las mudanzas de los tiempos. La raíz de la revolución en España, allá en los comienzos del siglo XVIII, ha de buscarse únicamente en nuestra admiración del extranjero. No brotó de nuestro ser, sino de nuestro no ser. Por ello, sin propósito de ofensa para nadie, la podemos llamar la Antipatria, lo que explica su esterilidad, porque la Antipatria no tiene su ser más que en la Patria, como el Anticristo lo tiene en el Cristo. Ovidio hablaba de un ímpetu sagrado de que se nutren los poetas: <<Impetus ille sacer qui vatum pectora nutrit>>. El ímpetu sagrado de que se han de nutrir los pueblos que ya tienen valor universal es su corriente histórica. En el camino que Dios les señala. Y fuera de la vía, no hay sino extravíos."


    Ramiro de MAEZTU. Defensa de la Hispanidad Madrid 1941, 4ª edición, "Preludio" págs. 21-22


    "No vimos entonces que la pérdida de la tradición implicaba la disolución del Imperio, y por ello la separación de los pueblos hispanoamericanos. el Imperio español era una Monarquía misionera, que el mundo designaba propiamente con el título de Monarquía Católica. Desde el momento en que el régimen nuestro, aun sin cambiar de nombre, se convirtió en ordenación territorial, militar, pragmática, económica, racionalista, los fundamentos mismos de la lealtad y de la obediencia quedaron quebrantados..."

    R. de MAEZTU, misma obra, páginas 45, 46.


    ¿Le parece a usted que tales términos son los de un pseudotradicionalista? Mire, deje de insistir porque no convence y no lo hace porque no puede. Lea usted algo más aparte de lo que dicen algunos teóricos -los llamo así porque de ahí no pasan, no lo hacen para un requeté como yo-, porque nuestra Patria ha dado siempre algo más que santos, eso en el pasado -sobre el hoy prefiero guardarme las palabras-, y fórmese un juicio propio. Y termino con una pregunta que tiene su enjundia: ¿usted cree que a mí me gustan los Borbones?
    Última edición por Valmadian; 21/06/2020 a las 22:25
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  17. #17
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    ¿Y qué otra cosa hacen hoy todos los carlistas, incluidos los publicistas sino lo mismo? ¿Acaso no pagan impuestos? ¿Acaso algunos de tales publicistas no ocupan cargos en alguna de las administraciones de este Estado masónico revolucionario y demoliberal? ¿Acaso están encabezando un movimiento político que ponga en la picota todos los principios legales, alegales y abiertamente ilegales que se supone que rigen en España contra la propia España?
    Que un legitimista español tenga que cumplir o acatar a la fuerza la vigencia fáctica de la "legalidad" revolucionaria actualmente existente para poder vivir, no implica que ese legitimista acepte o reconozca la vigencia jurídica o legítima de esa "legalidad".

    ¿Cómo se puede preparar psicológicamente a un español para una auténtica lucha contrarrevolucionaria, si antes no está totalmente convencido de la total y absoluta ilegalidad y antijuridicidad de la "legalidad" y el "derecho" revolucionarios imperantes?

    Precisamente la mejor arma dialéctica de la que gozan los legitimistas es la de la defensa de la ley y el derecho. Si a un legitimista se le dice que las leyes y el derecho españoles del Antiguo Régimen español (o Régimen de Cristiandad español), están ya totalmente extinguidos y enterrados, entonces se le está desarmando completamente para la guerra contrarrevolucionaria. ¿Qué locura es ésa de que, para mejor oponerse a la Revolución, previamente debemos aceptar y someternos a su nueva "legalidad" revolucionariamente inventada e impuesta por ella; que para poder luchar contra la Revolución... antes debemos claudicar y rendirnos a las nuevas "reglas" y al nuevo "derecho" establecidos por ella?

    He ahí la única razón de ser de los legitimistas españoles. He ahí la única forma coherente de ser contrarrevolucionario, y, por tanto, genuinamente tradicional. Un legitimista español siempre le dirá a un revolucionario: "toda vuestra "legalidad" es realmente ilegal; todo vuestro "derecho" es realmente nulo de pleno derecho. Yo no defiendo opciones ideológicas caprichosas, ni elijo seguir a personalismos arbitrarios: yo me limito única y exclusivamente a defender la LEY y el DERECHO ESPAÑOLES, NUNCA LEGALMENTE ABROGADOS POR VUESTRA ILEGAL REVOLUCIÓN. Nada más. Así de simple".


    .
    Última edición por Martin Ant; 21/06/2020 a las 23:12

  18. #18
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Que un legitimista español tenga que cumplir o acatar a la fuerza la vigencia fáctica de la "legalidad" revolucionaria actualmente existente para poder vivir, no implica que ese legitimista acepte o reconozca la vigencia jurídica o legítima de esa "legalidad".

    ¿Cómo se puede preparar psicológicamente a un español para una auténtica lucha contrarrevolucionaria, si antes no está totalmente convencido de la total y absoluta ilegalidad y antijuridicidad de la "legalidad" y el "derecho" revolucionarios imperantes?

    Precisamente la mejor arma dialéctica de la que gozan los legitimistas es la de la defensa de la ley y el derecho. Si a un legitimista se le dice que las leyes y el derecho españoles del Antiguo Régimen español (o Régimen de Cristiandad español), están ya totalmente extinguidos y enterrados, entonces se le está desarmando completamente para la guerra contrarrevolucionaria. ¿Qué locura es ésa de que, para mejor oponerse a la Revolución, previamente debemos aceptar y someternos a su nueva "legalidad" revolucionariamente inventada e impuesta por ella; que para poder luchar contra la Revolución... antes debemos claudicar y rendirnos a las nuevas "reglas" y al nuevo "derecho" establecidos por ella?
    Vamos a ver, para que haya cambios tiene que haber acción, para que la gente "empiece" a entender, a abrir los ojos, hay que prepararlos psicológicamente y preparar el terreno de acción sociológica, y nada de eso se hace quedándose en casa, nada. De verdad, no es tan dificil, y a la gente hay que hablarla en su idioma, incluso en su jerga si hiciera falta, y no con discursos cesarianos que no los entienden y les aburren.

    Este es un país en el que todo el mundo habla de todo, pero no entiende de nada. Y cuando se les indica que hay que formarse un poco salen corriendo. En cierto modo, muchos adultos siguen teniendo mentalidades un tanto infantiles. Y desde esos ámbitos de los que hablamos, tan enjundiosos ellos, parece que no han entendido todavía este problema. ¿Sabe usted lo que me respondieron unos alumnos hace unos años acerca de cuando empieza la historia? No lo sabe naturalmente porque no estaba allí, pero debería intuirla: ¡con sus abuelos!. Antes de ellos la vida era en blanco y negro. Y de ahí la permanente actividad revolucionaria de los partidos políticos en las aulas. Eso usted no lo ha vivido, como no lo han vivido en esas etapas los publicistas de la Tradición hoy allí reunidos.

    Yo he tenido la oportunidad de deshacer muchos entuertos, pero que probablemente habrá sido en balde, porque después de mi otra vez los eriales intelectuales.

    He ahí la única razón de ser de los legitimistas españoles. He ahí la única forma coherente de ser contrarrevolucionario, y, por tanto, genuinamente tradicional. Un legitimista español siempre le dirá a un revolucionario: "toda vuestra "legalidad" es realmente ilegal; todo vuestro "derecho" es realmente nulo de pleno derecho. Yo no defiendo opciones ideológicas caprichosas, ni elijo seguir a personalismos arbitrarios: yo me limito única y exclusivamente a defender la LEY y el DERECHO ESPAÑOLES, NUNCA LEGALMENTE ABROGADOS POR VUESTRA ILEGAL REVOLUCIÓN. Nada más. Así de simple". .

    De siempre he sido mucho más simple y tajante: "desde hace 200 años en este país no ha habido nada legal", Y empiezo a relatar qué es el Auto Acordado de 10 de mayo de 1713, y los justifico diciendo que es Tradición porque desde el fallecimiento de la última reina, Doña Juana, habían transcurrido 205 años sin reinas, salvo las consortes. Y continuo hablando de las Cortes de Aranjuez de 1789, para pasar directamente a la Novísima Recopilación de Autos Acordados de 1805, para desmontar a renglón seguido la Pragmática sanción acorde con la... bla,bla,bla falsa de que Don Carlos IV había derogado el Auto de 1713. Y, finalmente, llego a la Constitución vigente que consagra dicho Auto: "Y si no, explicarme´ porqué es rey D. Felipe y no su hermana Elena que es mayor que él"

    Cuando llego a ese punto mis oyentes está totalmente entregados.

    Pero lo que no puedo hacer es soltarles toda una perorata sobre principios legales, ni la filosofía que ha de alimentar la Historia de los derechos..., porque ese discurso está muy bien para hipnotizar a estudiantes de Derecho con las cabezas llenas de ilusiones con las que llegar a la judicatura o a la fiscalía. Pero a la gente común no se le puede hablar en estos términos, suyos por cierto:


    ¿Cómo diantres se puede casar o compaginar el hecho de que estos intelectuales ajenos a la Comunión legitimista, quejosos de la situación "jurídico-legal" socio-política imperante, quieran ir a sacar y beber en las fuentes de las legislaciones jurídicas españolas los postulados socio-políticos salvadores y rectificadores de la actualidad política imperante, y, sin embargo, acepten la nueva "legalidad jurídica" socio-política existente y consideren legalmente abrogadas esas legislaciones y derecho prerrevolucionarios de los cuales quieren servirse para obtener y descubrir los susodichos postulados socio-políticos tradicionales españoles? ¿Es que no vé usted la incongruencia de ese comportamiento?
    Desde luego, la mayéutica no es el fuerte de estas cabezas pensantes, como tampoco la adecuada pedagogía. Y, sería muy conveniente que haga citas concretas de esas contradicciones, aunque comprendo que la búsqueda puede ser tediosa a la par que discutibles ya que la ciencia que se ocupa de todas estas cuestiones, no es una ciencia exacta y, desde luego, en modo alguno dogmática, tal y como bien señala Francisco PUY.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  19. #19
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Podría cuestionar muchos puntos que Vd, Martín Ant ha tratado, pero me conformo con uno, solamente:

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    los intelectuales de la Comunión legitimista (Aparisi y Guijarro, Vázquez de Mella, Víctor Pradera, Elías de Tejada, Álvaro D´Ors, Rafael Gambra, Miguel Ayuso, etc., etc.) hagan glosas y comentarios de los cuerpos jurídico-legales españoles, y traten de excogitar a partir de los mismos los postulados o fundamentos de la filosofía socio-política característica o peculiar de las Españas en general, y de la institución monárquica hispánica en particular

    .
    Con estos exámenes y estudios de los ordenamientos jurídico-legales de los reinos o pueblos españoles, se ponía en evidencia la falacia de las razones y argumentos de los revolucionarios.
    En estos comentarios, aunque Vd concede cierto margen de fallo (“...traten de”) , sin embargo, por el tono que Vd usa en el hilo y, en general en todas sus intervenciones como forista, denota que Vd. da por válidas esas glosas y comentarios como absoluta verdad política española sin ningún atisbo de duda.

    Así, reconociendo la valía de tales intelectuales, que no cuestiono (y con la que simpatizo en muchos puntos: jamás he creado un hilo ni aun para menospreciarlos y sí bastantes para valorarlos), alguno podrá tener dudas sobre el grado de veracidad de la interrelación entre glosas y comentarios legitimistas, los cuerpos jurídico-legales españoles, y la monarquía hispánica.

    Sin entrar a que nos digan esos autores cuántas y cuáles son exactamente "las Españas", y porqué habrían de de ser muchas en vez de una; habría mucho que aclarar sobre "estudios excogitadores" de unos y "falacias" de otros:

    I-de todos los legitimistas que Vd cita, solamente son juristas, es decir tiene capacidad sobre la asignatura "Historia del Derecho español" Elías de Tejada, Alvaro D'Ors y Miguel Ayuso; los demás (Aparisi y Guijarro, Vázquez de Mella, Víctor Pradera, Rafael Gambra) meros aficionados, no deberían pintar nada en el tema

    II- qué cuerpos jurídico legales españoles han consultado esos autores legitimistas y de cuáles otros se han escabullido por comodidad, ignorancia o antipatía; máxime cuando su objetividad se supone empañada por su pública militancia política;

    III- qué textos de esos cuerpos legales han considerado ellos oportuno considerar “Tradición”, cuáles no y por qué razones; punto decisivo, máxime cuando su objetividad se supone condicionada por su notoria militancia ;

    VI-asimismo, si los comentarios que esos intelectuales hacen de esos cuerpos jurídicos son realmente objetivos (o si al menos, han pretendido serlo), y hasta qué punto pueden están precondicionados por sus simpatías o prejuicios;

    VI-qué grado de fiabilidad indiscutible admiten sus comentarios (dando por bueno lo anterior), para fundamentar doctrinalmente la milenaria Monarquía Hispánica, y no ser consideradas meras aproximaciones o ensayos sobre la materia;

    VII-saber si esos intelectuales legitimistas han considerado sus propios comentarios como indiscutibles e irrebatibles, con categoría suficiente para demonizar a los disidentes como “revolucionarios”, “traidores” o similares;

    VIII-al margen de lo anterior, si ha habido estudios críticos independientes o algún tipo de autoridad hacia esos comentarios que les otorgue validez académica contrastada, que posibilite menospreciar o llamar “revolucionarios” a sus cuestionadores;

    VII-si el señor Elías de Tejada (o vd mismo) goza de un carisma de ciencia e infalibilidad suficientes para repartir carnets de tradicionalista, que permita tachar de “revolucionarios” o “pseudotradicionalistas” a los discrepantes.

    IX-plan de estudios, quién y dónde se imparten, para lograr carnets de ortodoxia tradicionalista.

    No servirá de mucho, pero al menos entienda Vd los puntos de crítica de los disidentes y por qué difícilmente coincidiremos

    Muchas gracias.
    Última edición por ALACRAN; 25/06/2020 a las 00:14
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  20. #20
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    Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    No servirá de mucho, pero al menos entienda Vd los puntos de crítica de los disidentes y por qué difícilmente coincidiremos

    Muchas gracias.
    Pienso que todas las observaciones que usted me hace no son pertinentes, pues lo dicho por mí queda suficientemente aclarado en los tres párrafos siguientes a los que usted cita:

    "Por supuesto, todo este trabajo de indagación y explicitación de las características socio-políticas definitorias de las Españas, es un trabajo rico en distintos y variados aspectos y matices respecto de los cuales se puede seguir profundizando, y nadie afirma que se trate de llegar a unas ideas monolíticas inalterables y definitivas, sino que caben nuevas y continuas reflexiones sobre las leyes y el derecho de los pueblos españoles y de la Monarquía española que nos pueden llevar a puntualizar, o incluso corregir, afirmaciones o aserciones asentadas por anteriores intelectuales de la Comunión.

    PERO otra cosa muy distinta, es la de aquellos otros intelectuales, ajenos a la Comunión, que también se ponen a intentar indagar y excogitar esos principios o postulados ius-filosóficos y polis-filosóficos de las leyes y derecho de las Españas y de la Monarquía española (porque creen que esos principios y postulados pueden ser buenos para su aplicación socio-política actual), y al mismo tiempo consideran superados y caducados esos mismos cuerpos jurídico-legales de los cuales han querido extraer y sonsacar esos susodichos principios.

    ¿Cómo diantres se puede casar o compaginar el hecho de que estos intelectuales ajenos a la Comunión legitimista, quejosos de la situación "jurídico-legal" socio-política imperante, quieran ir a sacar y beber en las fuentes de las legislaciones jurídicas españolas los postulados socio-políticos salvadores y rectificadores de la actualidad política imperante, y, sin embargo, acepten la nueva "legalidad jurídica" socio-política existente y consideren legalmente abrogadas esas legislaciones y derecho prerrevolucionarios de los cuales quieren servirse para obtener y descubrir los susodichos postulados socio-políticos tradicionales españoles? ¿Es que no vé usted la incongruencia de ese comportamiento?"

    Es justamente esa dialéctica contrarrevolucionaria limitada únicamente al plano de las ideas o teorías socio-políticas características o definitorias de los pueblos o comunidades españolas en general, y de la monarquía española en particular, la que yo pretendo evitar. Es al enemigo revolucionario al que le interesa siempre desplazar exclusivamente la discusión hacia esos derroteros, precisamente por ese mayor margen de maniobra que le proporciona la mayor amplitud, inconcreción y equivocidad de ese plano puramente teorético o filosófico. En cambio yo pretendo siempre retornar el enfrentamiento dialéctico al terreno relativamente más firme, seguro, concreto e inequívoco de lo estrictamente jurídico-legal, en donde puede mostrarse con mayor evidencia el verdadero carácter revolucionario del interlocutor que se presenta a sí mismo como supuestamente tradicional o filotradicional en lo socio-político español.

    .
    Última edición por Martin Ant; 26/06/2020 a las 13:06

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