Es una verdadera pena el nombramiento de Mons. Muller al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Detesta a la FSSPX, hizo declaraciones publicas que había que cerrar sus seminarios, que sus obispos debían renunciar, etc.
Además tiene puntos doctrinales dudosos.
Mons. Fellay hizo todo lo que pudo para arreglar, y Su Santidad Benedicto XVI quería el acuerdo.
Lamentablemente el sector progresista y los "autodemoledores" lo impidieron.
Abra que seguir rezando.
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