El refuerzo positivo se está aplicando al estilo de los conocidos libros
'Un mundo feliz', de Aldous Huxley, y Walden Dos, de B. E Skinner: darle algo positivo a la gente cuando cumple las normas impuestas por el Club, pero cerrando cualquier posibilidad de que estas normas se analicen o cuestionen. Los amos del mundo intentan hacer que la gente se sienta «buena» y «responsable» cuando hace lo que ellos disponen; durante los últimos treinta años la población se ha vuelto cada vez más obediente y sumisa (por ejemplo, vemos últimamente cómo se está promoviendo el voluntariado, elogiando y «heroificando» a los que se unen a él, aunque su fin último sea reducir el malestar provocado en la sociedad por el desempleo y así prevenir los «disturbios sociales»).
Para saber hasta dónde pueden llegar sin que la población se subleve, están realizando múltiples experimentos, como la actual campaña contra el tabaco.
Que la gente fume o no, no es algo tan importante para los gobiernos como parece. Mucho más nefasto para la salud de la población son los gases que sueltan los coches, contra los que no se hace nada. Aunque los técnicos que aplican las campañas antitabaco crean fervientemente en su necesidad, desde arriba es sólo un experimento más sobre la sumisión de la población, y sobre el que deben estar bastante contentos con los resultados: observen lo que ocurre en el metro o en el AVE si a algún «loco» se le ocurre encender un cigarrillo. En seguida será observado como si se tratara de un leproso y alguien se le acercará para decirle educadamente que está prohibido fumar. Observen también la cara de satisfacción de quien hace el comentario: la misma que cuando sacaba una buena nota en el colegio o cuando ayuda a alguien: la satisfacción de haber cumplido con su deber y de sentirse «apropiado» para formar parte del sistema.
¿Pueden ustedes recordar si esta actitud era habitual hace veinte o treinta años?. A un nivel mucho más profundo dentro de la sociedad civil hay un pacto, un pacto de silencio y pasividad y la mayoría deciden callar y seguir con sus cómodas rutinas cotidianas: lo que ocurra no les afecta. Pero el problema es que sí les afecta. La batalla se está librando en este preciso instante y la dictadura global -el Gobierno Mundial Único- va ganando terreno día a día.
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