Gracias por indicarnos que, efectivamente, Vázquez de Mella poseía relaciones influyentes con miembros políticos del aparato oficial del régimen alfonsino; influencia que le servía (como igual ocurría con otros políticos no oficiosos del régimen) para las negociaciones de los escaños de los distritos electorales en las "elecciones"; influencia de la cual dejó de "beneficiarse" la Comunión en su labor propagandística en las "Cortes" con su escisión.
Lea los artículos de Melchor Ferrer y Luis Hernando de Larramendi, y verá que prácticamente todo el pueblo legitimista español permaneció junto a don Jaime (familias, círculos, organizaciones, etc...). El régimen alfonsino sabía perfectamente dónde se encontraba el peligro real y verdadero (no el peligro ficticio de una oposición minoritaria –ya sea la del Partido Tradicionalista de Vázquez de Mella, ya sea la del Partido Político instrumental de la Comunión, da igual– en unas "Cortes" no menos ficticias, y representativas... de nada).
Pues no dudo de esas simpatías, pero lo cierto y verdad es que siendo su hermana Emperatriz de Austria sirvió como como coronel de artillería en el Ejército Belga durante la Gran Guerra, y en la Resistencia de la República Francesa en la II Guerra Mundial.
¿Y acaso le convierte en aliadófilo prestar sus servicios a un país oficialmente neutral que recibe el ataque injusto de Alemania en la I Guerra Mundial?
Alrededor de 1921, cuando fue invitado a un congreso en París, se le preguntó [a Dietrich von Hildebrand] si estaba dispuesto a reconocer que Alemania era la responsable de la primera guerra mundial. Respondió que aunque no tendría dificultad alguna en admitir este hecho, si la historia lo probaba, sus conocimientos eran muy limitados para sostener tal posición. «Yo necesitaría, dijo, tener acceso a los documentos secretos de todos los países que han tomado parte en ella». Luego, se le preguntó: «¿Qué piensa usted de la invasión de Bélgica en 1914?», a lo que sin dudar un momento contestó: «Fue un crimen atroz».
Alice von Hildebrand.
¿Y acaso le convierte en aliadófilo ayudar indirectamente al Mariscal Petain en el rechazo al invasor de Francia desde su castillo de Bostz, uno de sus forzados lugares de residencia ante la imposibilidad de estar en suelo español? ¿Qué tenía que hacer, cruzarse de brazos ante la situación habida a su alrededor? ¿Le convierte en aliadófilo acudir, como testigo de descargo, a defender la gestión de Petain ante el invasor en su injusto juicio posterior a la II Guerra Mundial (juicio realizado precisamente por los gaullistas, es decir, los herederos político-morales de los que habían provocado la invasión con su estúpida política exterior)? ¿Acaso Don Javier se lo tenía merecido el ir a Dachau, cuando los alemanes telefonearon al Gobierno revolucionario español antes de su internamiento para ver si lo ponían en libertad, y recibieron la contestación de que "no le conocían de nada" (contestación de Serrano Suñer, según versión de los Apuntes, Vol. 5, de M. de Sta. Cruz; contestación de Franco, según versión de Benito Tamayo en la presentación de Requetés. De las Trincheras al Olvido)?
Bueno, me vas a permitir que lo de "carlista vergonzante" es un juicio de valor tuyo, que supongo que los carlistas navarros de toda la vida no compartirán en su mayoría (incluidos muchos javieristas por cierto).
Es un juicio de valor que compartía (y comparte) toda la Comunión desde que el Conde de Rodezno consumó su traición adhiriéndose, primero al franquismo, y después al juanismo.
Antes de consumar esa traición, como digo, el Conde de Rodezno ya daba muestras de su talante entreguista:
Instrucciones de Alfonso Carlos I al Conde de Rodezno (6 de Mayo de 1934)
Queriendo que nuestro partido sea respetado como merece, prohíbo toda unión oficial con la Renovación.
Prohíbo que nadie que tenga un cargo en nuestro partido, ni sea Diputado a Cortes, tome parte en reunión alguna de otro partido.
Debe suprimirse la TYRE, que sólo autoricé para el momento de las elecciones.
Al hablar en los discursos de nuestra Comunión no quiero que se diga Monárquico, sino partido Tradicionalista o mejor Carlista.
No se puede servir a dos Caudillos, es decir, a mí y a Don Alfonso o Don Juan.
No puede existir unión ni afiliación alguna con los de Renovación.
Firmado: Alfonso Carlos
Carlismo 1936 - 1939.
La reintegración en la Comunión de los ya políticamente inoperantes mellistas (por muerte de su único elemento político influyente verdadero, es decir, Vázquez de Mella), comenzaron su reintegración en la Comunión, junto con los integristas, a raíz y a partir de la llegada de la República, es decir, con don Jaime como Abanderado, y con el Marqués de Villores como Jefe de la Comunión. El Conde de Rodezno no comenzó su dirección de la Comunión hasta 1932.
Respecto al criterio que vuelve a utilizar usted como "prueba del algodón" de la mayor o menor influencia política general que se pueda tener por el hecho de disfrutar de una mayor o menor presencia de diputados en las sucesivas "Cortes" revolucionarias, le reitero lo que le he dicho antes (en referencia al periodo revolucionario alfonsino) sobre dónde se encuentra siempre la verdadera y real influencia política y, en concreto, donde se ha encontrado siempre la verdadera y real influencia política de la Comunión.
Siguiendo ese criterio de usted, habríamos de concluir que a la hora de la verdad, es decir, cuando realmente se ve dónde está la verdadera influencia política, la CEDA (por ejemplo) que tenía tropecientos diputados más que el Partido Político instrumental de la Comunión, debía haber tenido una influencia enorme en ese acto político del Alzamiento y, sin embargo, no fue así; sino que quien lo tuvo de verdad fue la Comunión (¡ojo!, no el Partido Político instrumental de la Comunión, SINO LA COMUNIÓN).
¿Me permitiría usted afirmar, entonces, DOBLE AGUILA, que la dirección de la COMUNIÓN de Fal Conde sí se puede calificar de verdadera y auténtica buena dirección de la Comunión, en contraposición a la del nefasto y traidor Conde de Rodezno?
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