Ni por asomo.Iniciado por Ordóñez
La diferencia que veo entre las Islas Canarias y las del Caribe es bien poca, mientras que la diferencia entre las Canarias y la Península es abismal.
Bueno, tal vez esto no sea del todo cierto ya que en estas islas existe un segmento de población que es étnicamente español, sin lugar a dudas.
Esto tal vez nos podría servir para reflexionar sobre el uso de los conceptos de Nación y Patria. Yo soy de la opinión que el concepto de Patria, sino va íntimamente unido al de Nación, puede llegar a tener connotaciones de mestizaje. Para explicar esto te pondré un ejemplo que viví hace unas semanas:
Estaba buscando una librería en Las Palmas en donde poder comprar unas cartas náuticas. Después de mucho preguntar, di con una por el barrio portuario conocido como La Isleta. No me había dado cuenta de que estaba a la puerta de la "librería" (era, como tantas otras, una casa desvencijada de las que aquí llaman "casa terrera", que bien podría ser una de las viejas casas del barrio de la Habana Vieja (que, por cierto, en este momento me está diciendo un cubano que existe un convenio/compromiso entre Cuba y España, por el cual cada autonomía se hace cargo de remozar una parte de la Habana Vieja). Pregunté a un hombre de unos 60 años que estaba a la puerta, que identifiqué como hispano-americano, aunque no estaba seguro porque ya había visto tantos igual en Las Palmas que se identificaban como canarios. Por sus preguntas, me di cuenta de que me había confundido por un oficial, no sé si de la Armada o de la Mercante, y me empezó a hablar lamentándose de que ya no había patriotismo en España entre la juventud, y no sé porqué en un momento dijo que cómo iba nadie a decirle que no era español (era obvio que se estaba referiendo a su mestizaje, por ligero que fuera).
Sentí simpatía por aquel hombre, e incluso un sentimiento extraño de cariño. Pero a pesar de todo yo no lo podía identificar como parte de mi nación. No veía en él no ya a un valenciano, sino tampoco a un gallego, un catalán, un castellano, un portugués, un balear, un navarro, un vasco, o un andaluz. Sin embargo sí que sentía que había algo en común, como lo siento con este chico cubano (de padre español y madre cubana) que está aquí detrás de la barra. Pero ese algo no es lo mismo que siento cuando es alguien que pertenece a mi misma nación. A pesar de ser real, no es lo suficientemente fuerte.
Al hilo de esta anécdota, creo que los conceptos de nación y de patria son alienables, pues si la nación desaparece en su, al mismo tiempo, homogeneidad y diversidad (o sea, si desaparece el componente étnico formado por las gentes de los territorios hispánicos), la patria se diluye en algo tan poco real como pueda ser un estado con vínculos tan débiles como pueden ser los colorines de unas banderas. Poco más que el sentimiento de unión tras los colores de cualquier equipo de fútbol, o por poner un ejemplo más exacto el patrioterismo estadounidense detrás de una bandera hortera y la tarjeta de crédito como seña de identidad.
En algún momento de la historia nos olvidamos de escribir un término que definiera el concepto cultural imperial, del mismo modo que olvidamos otro que definiera el concepto cultural territorial. Que en ningún caso son el de Nación y Patria.
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