El tema del duelo de honor hace muchísimo tiempo que no es ni noticia, ni hablar sobre él y sus curiosidades a estas alturas creo que escandalice a nadie ni le disuada de entablarlo. ¡Qué lejos estamos de eso! Bien está hacer saber su prohibición por la Iglesia, pero eso no afecta al conocimiento de sus detalles.
Porque obviamente los duelos formaron parte de la sociedad española de mayor esplendor del catolicismo, y todos los duelistas eran católicos que habrían retado a quien menospreciase a la Iglesia o a la Religión;
No dejan de ser sorprendentes las razones del P. Royo Marín:
Sorprende que un dominico a la antigua encomie la otras veces tan criticada "cultura moderna", destructora, aparte del duelo, de la Religión y de la civilización católica y propugnadora de aberraciones infinitamente más dañinas que el duelo. Que "en España ya casi nadie se bate", es cierto... como también lo es que nadie saldrá ya, y por el mismo motivo, a defender los derechos la Iglesia, se le olvidó decir. Y que en la época gloriosa de capa y espada no había un solo hereje ni ateo en España, ¡qué casualidad! mientras que en la época que se condenaban los duelos... ¡aquéllos eran ya legión!Partiendo de un concepto enteramente equivocado y falso del honor, trataban de borrar o reivindicar con sangre las injurias recibidas organizando el duelo entre los contendientes, a base muchas veces de ceremonias ridículas (padrinos, etc.) que excitan la risa y la indignación de cualquier persona seria. La cultura moderna, afortunadamente, ha reaccionado con energía contra esta aberración, y hoy día --al menos en España-- ya casi nadie se bate.
Duelos de honor se encuentran en romances (Cerco de Zamora), literatura de capa y espada, y especialmente en las obras de los clásicos como Lope o Calderón. ¿Y cómo entender que todo caballero de entonces llevara a mano la espada si no era especialísimamente para defender su honor? ¿y que era eso sino batirse en duelo? Eso sin contar con que el primer duelo conocido fue el del santísimo David que aceptó el reto de Goliat.
En todo caso, más que el uso fatídico de pistolas o de espadas (que no tenía ni muchísimo menos que acabar en muerte ni en entierro) lo que me interesa es hacer destacar las categorías de honor, de afrentas al mismo y de las personas que debían responder ante él, de que trate el capítulo siguiente de la obra.
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