«Cartas del sobrino a su diablo (XV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 05/06/2020.
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Nunca en mi vida se había reído tu sobrinito Orugario con carcajadas tan estruendosas como cuando recibí tu última carta, en la que me preguntas desasosegado si alguna de las denuncias que se han interpuesto contra los mariachis del doctor Sánchez, acusándolos de mentir u ocultar la verdad sobre la plaga coronavírica, tiene visos de prosperar y restablecer la justicia. ¡Se ve que los años te volvieron medroso, amén de carcamal! La justicia es a los regímenes partitocráticos, ¡oh titopótamo Escrutopo!, lo mismo que el himen a los lupanares: una quimera inencontrable y totalmente fiambre que sólo se puede invocar cínicamente, mientras se persevera en el puterío.
Recuerda, titarraco lindo, que -como advertía la piojosa de Simone Weil- el fin último de la partitocracia es alimentar a las masas de pasiones sectarias y matar en sus almas el sentido de la verdad y la justicia. Y en España, donde las pasiones sectarias alcanzan densidad de mugre, a una mayoría de españoles que votan a las oligarquías de izquierdas les parece de perlas todo lo que los mariachis del doctor Sánchez hagan, así sea dejar que los ancianos se pudran sin respiradores artificiales o fomentar el contagio multitudinario en manifas antifas, como también les parece de rechupete que el trepilla Marlaska, héroe de la operación Faisán y el Yak 42, deponga un zurullo de exorbitado diámetro sobre el artículo 126 de la Constitución. A las hordas partitocráticas, ¡oh titánico tito!, la verdad y la justicia se la refanfinflan; y sólo desean que salga triunfante su facción frente a la contraria, como el forofo futbolero sólo desea que gane su equipo, aunque sea con goles en fuera de juego, falsos penaltis y sobornos al árbitro.
Y, además, las oligarquías partitocráticas se protegen entre sí. «Perro no come perro», titingo tilingo. Aunque ahora las facciones en la oposición galleen mucho, llegada la hora de la verdad opondrán todo tipo de trabas y fomentarán todo tipo de inmunidades para que la Justicia no caiga sobre los mariachis del doctor Sánchez, que así podrán entrar en la ronda de las puertas giratorias. Pero tu inquietud viene sobre todo por los jueces, pues temes que haya algún locatis imbuido de sentido de la justicia que dicte sentencia contra estos queridos bellacos. Y no te digo yo que no haya alguno, entre los jueces de tropa, capaz de arrostrar por amor a la justicia el escrache y el ostracismo; pero sus sentencias serían de inmediato revocadas por los tribunales superiores, que son enteramente sistémicos y al servicio de la partitocracia, de cuyas almorranas maman. Pues ya sabes, ¡oh titanosaurio rex!, que en España no existe separación de poderes; y que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial es un burdo apaño entre oligarquías. Tampoco debes olvidar, en fin, que en España el Derecho ha dejado de ser determinación de la justicia, para convertirse en un barrizal positivista nacido del arbitrio del poderoso de turno, que utiliza las leyes para imponer su voluntad.
Conque estáte tranquilo, tituso pituso, que en la España partitocrática no se hará justicia. Y así, la injusticia no reparada envenenará (todavía más) la convivencia, azuzando deseos de venganza a través de esa septicemia moral llamada resentimiento. Y es que, como advertía el pulgoso de Castellani, el resentimiento se irradia concéntricamente de zona en zona anímica, hasta contaminar incluso el entendimiento; y sólo puede curarse allá donde actúa la Gracia del Enemigo, convirtiendo el odio a la injusticia padecida en «hambre y sed de justicia» para el prójimo, para el vecino, para el compatriota. Pero nada de esto sucederá mientras en España reine la partitocracia, que es el mejor katejon contra la acción de la Gracia jamás inventado por nuestra Legión.
https://www.abc.es/opinion/abci-juan...8_noticia.html
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