El artículo, querido Kontrapoder, me parece bastante repugnante, porque tiene la clara intención de descalificar a todo aquel que se atreve a discutir a Bergoglio. Aunque concluye que las razones por las que se detesta a Bergoglio son muy diversas (incluso irreconciliables), se termina diciendo que a todos les une su fascinación por Putin. Esto es una mentira como un castillo. En la prensa española, por ejemplo, uno de los mayores y más irrespetuosos críticos del Papa es Guy Sorman, un judío francés ultraliberal colaborador de ABC que odia a Francisco porque lo considera progre y socialista y, sin embargo, también odia a Putin. Lo mismo ocurre con gente tipo Tertsch, Losantos (es decir, comunistas fanáticos reconvertidos en neocones o liberales fanáticos) o Pérez Maura (conservador pijo con fantochadas neocones y liberales). Y todos estos escombros son, a su vez, odiadores de Putin, algunos frenéticos. No, las cosas no son tan sencillas.
Y, como tu muy bien has dicho, las posturas de Putin y del Papa con los musulmanes no son tan distintas. Ni siquiera puede decirse que Putin sea un gran paladín contra el homosexualismo, por más que su posición, comparada con la degeneración occidental, sea mucho más aceptable y esperanzadora.
Yo lo que pienso es que hay gente (casi siempre gentuza) que odia al Papa por razones políticas y gente muy respetable que lamenta actitudes del Papa por razones religiosas de fidelidad al dogma de la Iglesia. Esta es la distinción importante. A mí que tipos como Sorman odien a Francisco me alegra, pues no quiero que mi Iglesia tenga nada que ver con quienes defienden políticas liberales anticristianas. Es más, me parece muy bien que el Papa denuncie los estragos del capitalismo. Pero eso no quita para que me repugnen sus mamoneos con los luteranos, o que arrastre por el fango el sacramento de la Eucaristía. A mí me pueden parecer bien algunas cosas de Putin, y otras no tanto; aunque, desde luego, envidio que los rusos tengan un presidente que defiende los intereses nacionales y no es un felpudo, como nuestros gobernantes.
Pero ese artículo pretende mezclar dos órdenes distintos, precisamente porque está escrito por (y dirigido a) personas a las que la Iglesia les importa un comino y sólo quieren utilizarla como tonto útil para sus intereses políticos.
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