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Tema: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

Vista híbrida

  1. #1
    Avatar de Juan del Águila
    Juan del Águila está desconectado Jainko-Sorterri-Foruak-Errege
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    No obstante, si Francia hubiere ejercido de católica de verdad ( Con los fallos que humanos son y se sobreentienden ), ¿ no podía haber jugado sus bazas en el cerco hacia el protestante sajón e intentar establecer una gran Confederación Católica para las Américas en lugar de tanto piratear….?
    Exacto.El problema es que Francia en toda la Edad Moderna no se ha comportado como una potencia católica.Se ha aliado con protestantes, turcos y con cualquiera para putear a España...y lo pagó.

  2. #2
    Avatar de Ulibarri
    Ulibarri está desconectado Miembro graduado
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Me acabo de terminar un libro que me ha dejado impresionado: "¡Viva el Rei! Los negros en la Independencia". Se lee de un tirón e impresiona como los negros preferian con mucho su estatus en el Antiguo Régimen (por el cogieron las armas) antes que el liberalismo. Ya vemos los frutos de la emancipación: salvajismo, brujería y sometimiento a los gringos.
    ¡Por España!, y el que quiera
    defenderla honrado muera;
    y el que, traidor, la abandone,
    no tenga quien le perdone,
    ni en tierra santo cobijo,
    ni una cruz en sus despojos,
    ni las manos de un buen hijo
    para cerrarle los ojos.

  3. #3
    Avatar de Juan del Águila
    Juan del Águila está desconectado Jainko-Sorterri-Foruak-Errege
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Ulibarri, ¿podrías por favor poner los datos completos del libro para ver si lo encontramos por ahí con suerte?

  4. #4
    Avatar de Donoso
    Donoso está desconectado Technica Impendi Nationi
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    Bellatrix Castilla
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Cita Iniciado por Juan del Águila
    Ulibarri, ¿podrías por favor poner los datos completos del libro para ver si lo encontramos por ahí con suerte?
    Luis Corsi Otálora
    ¡Viva el Rei!
    Los negros en la Independencia
    Con el auspicio de la Fundación Francisco Elías de Tejada (Madrid)
    Publicación de la Academia de estudios Hispánicos "RAfael Gambra"
    100págs. I.S.B.N.: 987-22256-4-8
    España y resto del mundo: euros 9.00.- Argentina: $ 16.00
    .-
    Del mismo autor del sorprendente "Bolívar, la fuerza del desarraigo", el brillante profesor colombiano indaga aquí sobre las causas que determinaron la generalizada adhesión al Rey de España por parte de los negros americanos, en los complicados años de las luchas por la Independencia. El estudio se centra principal -aunque no exclusivamente- en las regiones de Venezuela y Colombia, pero sus conclusiones pueden hacerse extensivas al resto de América.

    ---------
    Seguro que en la Fundación Francisco Elías de Tejada te lo podrán conseguir.
    También en www.nuevahispanidad.com aunque no sale en la web tienen que tenerlo.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  5. #5
    Avatar de Ordóñez
    Ordóñez está desconectado Puerto y Puerta D Yndias
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Ulibarri pues yo me lo comencé ayer. Que no se diga. Por cierto, aprovecho para promocionar:


    WWW.NUEVAHISPANIDAD.COM


    Donoso gracias por poner la referencia.

  6. #6
    Avatar de Val
    Val
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Del mismo autor del sorprendente "Bolívar, la fuerza del desarraigo", el brillante profesor colombiano indaga aquí sobre las causas que determinaron la generalizada adhesión al Rey de España por parte de los negros americanos, en los complicados años de las luchas por la Independencia. El estudio se centra principal -aunque no exclusivamente- en las regiones de Venezuela y Colombia, pero sus conclusiones pueden hacerse extensivas al resto de América.

    Señalar que la “Primera República” venezolana, o gran colombina, no sé como llamarlo ahora, fracasó por no querer contar Bolívar con las poblaciones mestizas, zambos, mulatas de la Capitanía de Nueva Granada. La nueva República sería una sociedad aristocrática, incluso se barajaba crear una monarquía, presidida por la minoría mantuana (criollos dueños de tierras), dándosele la espalda a la población no blanca, que era la mayoría y por lo general ocupaba los puestos más bajos de la sociedad colonial; braceros y en el peor de los casos esclavos. Éstos pensaron, con buen criterio, que no se iban a arriesgar a peder la vida por cuatro niños bien que en el fondo no les ofrecían nada nuevo, sino más de lo mismo o quizá unas expectativas de vida peores. Preferían depender del Rey de España, que a fin de cuentas estaba al otro lado del océano, que de estos nuevos amos blancos. Por su puesto esa Primera República no prospero, los realistas la aplastaron sin muchos problemas. En el futuro Bolívar tomaría nota para futuros intentos independentistas.
    Curiosamente los indígenas de la América anglosajona también se pusieron de parte de los británicos combatiendo a los colonos blancos que se rebelaron contra el Reino Unido a finales del siglo XVIII, conflicto que conocemos como Revolución Americana o guerra de independencia de los EEUU. Los indígenas temían que unas colonias inglesas independientes se adueñarían de los territorios indios no colonizados que se encontraban al este del Mississippi, de soberanía inglesa. Los indios temían bien, porque una vez terminada la guerra y conseguida la independencia esos territorios acabarían en manos de los blancos (en realidad tanto los territorios del este del Mississippi como los del oeste acabarían en manos de los EEUU). Además que los indios tomaran partido por los británicos sirvió para se creara, si cabía, más animadversión hacía ellos.
    Por lo que veo, por lo general, los pueblos indígenas o mestizos de todas la américas tomaron, en su día, partido por las metrópolis (España-Gran Bretaña) antes que alinearse con los insurgentes blancos que pretendían la independencia de sus regiones... Debe ser por aquello de “Mejor lo malo conocido….”

    Un cordial saludo a todos.


  7. #7
    Avatar de Juan del Águila
    Juan del Águila está desconectado Jainko-Sorterri-Foruak-Errege
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Sí Donoso, muchas gracias por la referencia.


  8. #8
    Avatar de Clanvloar
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Exacto.El problema es que Francia en toda la Edad Moderna no se ha comportado como una potencia católica.Se ha aliado con protestantes, turcos y con cualquiera para putear a España...y lo pagó.
    Solo una acotación: me parecería dificil meter en el mismo saco a los franceses e ingleses en contraposición a España; la solidaridad antiespañola se rompió en multiples ocasiones, lo cual demuestra que el único móvil de estas alianzas entre potencias era unirse contra la más fuerte en turno -la misma España participó en coalisiones antifrancesas, antiinglesas y antiholandesas, según el caso por mar o por tierra.

    El problema fundamental de la colonización francesa en America es la cantidad de oportunidades que dejaron ir para hacerse con la hegemonia -no en el Caribe, en el que filibusteros, plantadores y traficantes negreros mantuvieron siempre una gran iniciativa sostenida por el estado- sino en Norteamérica. ¡Qué diferente hubiera sido la historia mundial si los franceses hubieran aprovechado la enorme ventaja que suponía abarcar la tercera parte de Norteamérica! -por cierto, una parte muy estratégica en el interior del continente: desde el San Lorenzo hasta el golfo de Mexico comunicada por la excelente via fluvial de los Grandes Lagos, cuenca y delta del Mississipi.

    A juzgar por la apatía que mostraron en Luisiana, la manera en que se perdió la Nueva Francia y la imponente -y victoriosa- intervención para asegurar el triunfo de los insurgentes gringos, se puede ver cual era la verdadera prioridad de la monarquía borbónica: en vez de defender lo suyo -que tantas veces imploró por refuerzos-, ¡concentrarse en sabotear a Inglaterra!

    Por otro lado, ¿Por qué Haiti y las otras Antillas francesas fueron el único lugar en América al que Napoleón envió operaciones de reconquista o de pacificación? ¿por qué algunos años antes, con casi todos las posesiones francesas ocupadas por los británicos al finalizar la guerra de los 7 años, Luis XV pudo elegir un territorio para serle restituido, entre Quebec y la isla de Guadalupe y por rentabilidad eligió lo más obvio en ese momento, es decir, la dicha isla? Hoy nos parece absurdo que no solo él, sino la mayor parte de sus súbditos, hubiesen preferido la isla -que por cierto, hoy es una provincia francesa "de ultramar"-, pero en aquel momento, la Nueva Francia reportaba ingresos residuales, y en cambio las islas habían convertido a Francia en el primer productor mundial de Azúcar -una mina de oro en la época. La prospera aristocracia criolla de Martinica dio una emperatriz a Napoleón (Josephine de Beauharnais). Desde su llegada al nuevo mundo, los filibusteros, plantadores, y traficantes franceses siempre estuvieron muy activos en ese pinchurriento -pero jugosísimo-rincón del continente, garantizando los intereses de su patria con toda la atención y apoyo por parte de su metrópoli. Saint Domingue (el actual Haiti) era la joya del imperio colonial francés, y también fue el primer país en el Nuevo Mundo en conseguir su independencia después de EU. ¿Quién iba a pensar que iba convertise en el país más pobre del continente? Si decimos que todo fue culpa de los colonos franceses -que por cierto fueron masacrados o expulsados-, entonces debieron quedar igualmente empobrecidas las otras islas, que hoy siguen siendo francesas...
    Última edición por Clanvloar; 28/08/2011 a las 01:41

  9. #9
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Para ahondar en la cuestión de los contrastes y sus consecuencias, ver cómo se ha planteado esto en otros temas:

    ¿Por qué Estados Unidos es rico y América Latina pobre?

    El otro día estuve comentando este artículo con alguien, quien decididamente decía que la colonización española había dejado un inmenso nido de pobreza en nuestra América a diferencia de la inglesa que dejó EEUU y Australia. Y que el imperio inglés sólo tiene parangón en el romano. Incluso dejó a decir que la única razón por la que Argentina y Chile llegaron a prosperar fue por la ayuda de E.E.U.U y por parecerse menos a España. Como por ejemplo, dijo que Pinochet tuvo amigos expertos en economía de los E.E.U.U. que le enseñaron.

    En fin, sé que es un tema complejo, pero estaría interesada en la opinión de nuestros hermanos foreros de América, que seguro habrán exprimido este tema mucho más que yo.

    Saludos
    Christabel
    Re: ¿Y si América no hubiese sido descubierta por Colón?

    Más o menos viene a ser como la ucronía propuesta esta mañana en los mensajes 44 y 45 de este hilo ¿Por qué Estados Unidos es rico y América Latina pobre? y se le pueden aplicar algunos de los comentarios que le siguen.

    Hyeronimus
    Hola a todos

    Aqui dejo el link de un artículo que me parece esclarecedor:
    Si Latinoamérica hubiera sido conquistada por Inglaterra y Estados Unidos por España

    Clanvloar

    Re: Respuesta: La gran olvidada, España en la historia de Norteamerica

    Otros hilos sobre España en la historia de Norteamérica (entiéndase la Norteamérica hoy anglosajona, sin contar la Nueva España, que geográficamente también es norteamericana):
    Hyeronimus
    Última edición por Clanvloar; 28/08/2011 a las 02:11

  10. #10
    Avatar de Mexispano
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América


    LA CREACIÓN DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO VISTO POR LEOPOLDO ZEA


    “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. – Simón Bolívar


    LA CONQUISTA ANGLOSAJONA E HISPANA EN AMÉRICA

    “El nuevo europeo, cansado de un modo con el cual se había encontrado y en cuya construcción no había tenido participación directa, se lanzaría a la búsqueda de tierras en las cuales empezar una nueva historia. Una historia que no fuese ya la historia que le habían heredado sus antepasados, y en la cual tenía y aun lugar rígidamente señalado. Esta nueva tierra, este nuevo mundo en donde empezar como si nada hubiese hecho, lo fue América (…) Un mundo planificado, uniforme, con leyes claras y distintas, como el orden racional. Un mundo en que la igualdad, que se había patente en la razón como algo común de todos los hombres, se hiciese, también en las relaciones humanas. La igualdad que era el punto de partida para otro tipo de desigualdad, basada, en esta ocasión, en la capacidad (propia) de cada individuo. Esto es, un mundo que ofreciese oportunidades a todos los hombres para hacer patente su destino natural, el destino de cada uno, sin más traba que su capacidad para lograrlo. Destino que, por esta razón, se haría patente en la capacidad o incapacidad para su acción creadora.

    No todos los europeos, sin embargo, se habían dirigido a la América para desembarazarse de su tradición; algunos lo hicieron para prolongarla, para ampliarla, para hacer estas nuevas tierras una prolongación de su mundo: el mundo cristiano. Tal fue una de las principales preocupaciones de los conquistadores de origen ibero”


    EL PURITANISMO NORTEAMERICANO

    El europeo moderno, (anglosajón) al igual que el tradicionalista (portugués o español), verá a la América en función con un punto de vista religioso. El punto de vista religiosos que va a servir a este hombre anglosajón para justificarse moralmente sobre los indígenas, va a resultar el de una interpretación moderna del cristianismo: el calvinismo, que en América dará origen al puritanismo norteamericano. El calvinismo, (…) se trata de una nueva Iglesia, una nueva iglesia cristiana; que empieza por desconocer toda autoridad tradicional, toda autoridad que no tenga como base al individuo que somete a su raciocinio. (…) El punto de partida de esta nueva iglesia lo es, como todas las expresiones del modernismo, el individuo. (…) No acepta la existencia de un poder eclesiástico que pueda salvar al hombre; la salvación del alma tiene que ser por obra personal, individual, algo que cada hombre deberá alcanzar con sus propias fuerzas. (…)

    ¿Cuál es la misión del hombre en la tierra? Glorificar a Dios, establecer su reino en la tierra. De ahí la necesidad de plasmar al mundo de acuerdo con este reino. De allí, también la necesidad de doblegar a los que no aceptan la necesidad divina. (…) El mundo, lejos de ser un lugar de simple destierro, debe de ser el escenario de la acción divina a través de la acción humana. Por ello, el puro ascetismo, a la manera del cristianismo primitivo, no tiene cabida el calvinismo. El mundo, tanto como el hombre, es (para ellos) creación de Dios, expresión, por ende, de su gloria. (…) Es aquí donde se hace patente la vocación del hombre, donde se hace patente su capacidad o incapacidad para la misión que le ha sido señalada. En esta su capacidad para actuar sobre el mundo, el cristiano encontrara la respuesta a sus anhelos de salvación. Dominar la naturaleza, transformarla en obras, es glorificar a Dios. (…) El obrar deja de ser un medio y se trasforma en un fin divino. (…) No basta con tener lo necesario, es menester, además, acumular, capitalizar.

    Ahora bien, este actuar, este acumular, que empieza por ser para la mayor gloria de Dios, acabara siéndolo para la mayor gloria de quien actúa y acumula, para su comunidad. (…) El hombre que empieza buscando a Dios termina confundiéndolo con sí mismo.


    EL EXTERMINIO SISTEMATICO DEL INDIGENA NORTEAMERICANO POR “ACCIÓN DIVINA”.

    Sin embargo, esta América no estaba tan exenta de compromisos como pretendía el hombre europeo, en ella se encontraban otros hombres. Hombres con sus relaciones y compromisos, con su propia historia. Pueblos con otras culturas, (…) como la de los aztecas e incas en México y en el Perú, o incipientes, primitivas, como la de los indígenas de las llanuras y bosques que poblaban en América del Norte. Pero, todos ellos, hombres.

    El puritano se encuentra con ellos. El indígena reduce su trabajo al simple logro de lo que considera necesario, no sabe acumular, ni capitalizar. (…) Actitud que habrá de causar gran desagrado a los puritanos. Para estos hombres, el indígena se ha apartado de la misión que Dios ha encomendado a todos los hombres.

    Los puritanos conquistadores y colonizadores de la América de Norte no aceptaran tener en común con los indígenas sino los orígenes: el pecado. Son sus semejantes en cuanto son hijos de Adán y herederos del primer pecado del hombre contra Dios. Pero son distintos en cuanto que los indígenas, como lo demuestran sus obras y su raquítica civilización, han permanecido en el pecado, se han afianzado a él. (…) El demonio (para los protestantes) se ha logrado establecer su imperio en América a través de estos hombres; los indígenas. El predicador de Boston, Cotton Mather, decía: ‘No sabemos cuándo ni cómo estos indios a ser habitantes del gran continente; pero podemos conjeturar que el demonio atrajo aquí a estos miserables salvajes con la esperanza de que el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo no vendría nunca a destruir un imperio absoluto sobre ellos’.

    (…)

    No quiere decir esto que el colonizador puritano no haya intentado incorporar a los indígenas a su comunidad. (…) Lo intenta pero fracasa. Su concepción religiosa, más racional que emotiva, va a ser el principal obstáculo para esa incorporación. (…) Claro que la incorporación de los indígenas y sus bienes al orden puritano no garantizaba la salvación, - para los puritanos – del alma. Esta salvación solo se alcanza por la voluntad patente de la obra del hombre, frutos de carácter material y físico. Bien poco iban a poder lograr estos hombres indígenas, en una competencia para la cual estaban ya vencidos por sus colonizadores puritanos al iniciarse la misma. (…) Frente a los colonizadores, no quedaba otra alternativa que un sometimiento indefinido, (…) la incapacidad del indígena para comprender la difícil interpretación de la religión puritana; su incapacidad para adoptar de golpe una vida que le era contraria a su naturaleza será vista como signo de la baja humanidad del indígena. La vuelta, la huida a la vida natural, no era otra cosa que el triunfo del demonio sobre el indígena. Nada podía hacer el colonizador para salvarlo; su fracaso como miembro del nuevo orden era la mejor prueba que estaba apartado de Dios.

    Los puritanos crearían una historia en la que ya no tenían cabida los indígenas. Estos hombres, si así podía llamárseles; nada habían hecho por realizar la trasformación que les imponían sus colonizadores.

    Todo lo contrario, los indígenas no habían hecho sino obstaculizar la marcha de la nueva comunidad, oponerse a la gloria que para Dios implicaba la misma. El indígena no era sino un estorbo y un peligro para la extensión del puritanismo, la civilización o el progreso. (…) Pero no solo el indígena será la encarnación del mal, también lo serán sus expresiones culturales; y no solo estas, sino también sus expresiones físicas. (…) A diferencia de los colonizadores católicos en Iberoamérica, se prohibió en Norteamérica, el matrimonio con indígenas y se castigó la relación carnal con el mismo. (…) El puritanismo se impondrá, además, la misión de ensanchar sus dominios del bien arrancándoselos al mal. Por ello, arrancar las tierras americanas da las inhábiles y diabólicas manos de esos engendros del mal será visto como la tarea propia de los adelantados del bien. La ampliación de las fronteras, la colonización, en una permanente marcha hacia el Oeste, fue considerada por una misión por estos hombres.

    De esa manera las ambiciones, los incontenibles anhelos de la expansión material del hombre moderno, encontraron una justificación religiosa. Todo lo que no coincidió con estos anhelos fue visto, de acuerdo con tal interpretación, como una expresión del mal. Punto de vista que el colonizador norteamericano irá extendiendo en otros campos de su expansión, Primero sobre los indígenas, después sobre los pueblos iberoamericanos, y actualmente sobre el resto del mundo en su lucha contra pueblos que le disputan su predominio.”


    LEOPOLDO ZEA. “América en la Historia”. Ed. Revista de Occidente. Pág. 181 – 194.



    (Imagen: Una imagen alegórica del "Destino Manifiesto" en la escena, una mujer angelical que lleva la luz de la civilización hacia el oeste junto a los colonizadores, tendiendo líneas telegráficas y líneas de ferrocarril mientras viaja. Los amerindios y animales salvajes huyen en la oscuridad del incivilizado Oeste.)





    1551730_465354563576145_1082734120_n.jpg



    Fuente:

    https://es-la.facebook.com/nomasmentirasuruguay
    Kontrapoder y Hyeronimus dieron el Víctor.

  11. #11
    Avatar de Mexispano
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Chequen esta serie de artículos de este historiador estadounidense.


    «España en América: Lo real y lo irreal»


    Autor: Philip W. Powell

    «La atroz codicia, la inclemente saña, Crimen fueron del tiempo y no de España» [1],
    «El error más peligroso es aquel que contiene mucha verdad».

    Sydney Smith

    La dominación española en las Américas, que abarcó más de tres siglos (cuatro, si incluimos a Cuba y Puerto Rico) fue uno de los logros imperiales más importantes en toda la historia. Al descubrir a la vista de Europa tan vastos territorios, y al asumir entonces su dirección política, los españoles extendieron enormemente los horizontes materiales e intelectuales de la humanidad. La única acción que puede parangonarse con las actividades de España más allá de los confines del mundo entonces conocido, sería la exploración del espacio en el siglo XX. Si restringimos la comparación a los límites terrestres, esta formidable hazaña española se equipara con ventaja a la creación y durabilidad de los imperios romano e inglés, nada menos.

    La amplitud y complejidad de este proceso imperial español asombran la imaginación y confunden a los eruditos. Son numerosas las pruebas que por escrito existen de él, ya que probablemente sea aquel el período mejor documentado de toda la historia anterior al siglo XIX [2]. La inmensidad de la burocracia del Imperio Español, con un énfasis característicamente hispano sobre la jurisprudencia y sus correspondientes legiones de abogados, agregado a la preocupación real de conservar los archivos, aseguró el que enormes cantidades de documentos oficiales —cuño, parece, de las altas civilizaciones— dieran prueba de la acción de España en ultramar.

    Aquellos siglos imperiales fueron ricos en diversidad humana. En adición al multifacético español, otros europeos y africanos de diferentes clases y niveles de cultura, amén de indios nativos, asimismo de variados matices y timbres, formaron un caleidoscopio de la peor, mejor o indiferente clase humana. Se extendieron a través de la enorme diversidad e inmensidad geográfica del Nuevo Mundo, originando terribles problemas de carácter social, político y económico, que aún subsisten.

    Son frecuentes en demasía, las generalizaciones defectuosas sobre esta extensa zona y sus varios siglos de historia, incluso entre aquellos más familiarizados con tales materias. Todavía no se ha estudiado la documentación en escala suficiente; las variantes geográficas son tantas; la mezcla racial y cultural de europeos, indios y africanos es tan confusa que, incluso para expertos, resulta difícil el establecer juicios definitivos. La abrumadora complejidad de todo ello —a menudo ignorada por profesores y escritores— es la realidad: las generalizaciones simplistas, la irrealidad.

    En comparación con los puntos de vista comúnmente mantenidos sobre la acción de España en América, ciertos hechos e interpretaciones, basados en investigaciones eruditas y agregados a cierta dosis de lógica y a algún conocimiento del comportamiento humano, pueden ser propuestos para la revisión de las falsas interpretaciones populares. Así con mayor claridad, se podrán indicar las causas de estos conceptos erróneos, hondamente arraigados en los temas de la Leyenda Negra.




    Notas


    [1] Citado por Charles L. G. Anderson, Life and Letters of Vasco Núñez de Balboa(New York: Revell, 1941), p. 4. El original proviene de la oda del madrileño Manuel José Quintana «A la expedición española para propagar la vacuna [contra la viruela] en América bajo la dirección de don Francisco Balmis» (1806). Información obtenida por la generosa ayuda de mi distinguido colega el profesor Enrique Martínez-López.


    [2] Dos de las principales colecciones de documentos, el Archivo General de Indias (Sevilla) y el Archivo General de la Nación (México) son tan extensas, que están apenas explotadas. Hay otras colecciones importantes en España y numerosos archivos igualmente inexplorados, tanto locales como nacionales en Hispanoamérica.





    Fuente:

    conoZe.com | «España en América: Lo real y lo irreal»


  12. #12
    Avatar de Mexispano
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    La conquista española

    Autor: Philip W. Powell


    La creencia común de que la conquista española en América estuvo sistemática y profundamente caracterizada por singular crueldad, codicia, rapacidad y corrupción general, no se corrobora con la evidencia.

    Digámoslo lisa y llanamente: No existe nada en toda la historia española que pruebe que los españoles de entonces o de ahora puedan clasificarse como más crueles, más ambiciosos o más corrompidos que otros pueblos. No creo en la existencia de ningún intelectual respetable que, libre de prejuicios raciales y religiosos, pueda contradecir esta afirmación.

    Conquistas de esta naturaleza, por pueblos de alta civilización que dominan sobre otros inferiores, han ido, con mucha frecuencia, acompañadas de crueldades por una y otra parte, saqueos, depredaciones y atrocidades, que tanto contendientes como espectadores calificarían de criminales. El simple hecho de que los seres humanos, sean civilizados o salvajes, estén involucrados en ello, corrobora y confirma este aserto. Hay sobradas pruebas de haberse cometido tales inhumanidades, tanto por parte de los indios como de los españoles, durante el período de la Conquista. Hay, asimismo, suficiente evidencia de que tales atrocidades se consideraron y castigaron como crímenes cometidos contra las leyes vigentes y, como actos punibles, fueron en lo posible castigados según los principios de justicia de las naciones y sociedades más civilizadas. Cuando se reconoce, se comprende y se acepta que la España del período de la Conquista era uña nación hondamente civilizada y de un nivel cultural muy alto a la medida de aquella época, estos criterios y actuaciones resultan del todo comprensibles. En jurisprudencia y diplomacia, así como en materias de orden religioso, político y en general en lo relativo a todas las ramas de la cultura, ostentó España durante todo el siglo XVI y gran parte del siguiente, un prestigio cumbre entre las demás naciones europeas.

    Es común la creencia británica, que nosotros heredamos, de que los ingleses hubieran tratado a los indios americanos de forma más humana que los españoles. No hay ni una sola brizna de evidencia en qué apoyar este punto de vista comparativo y sí, por el contrario, argumentos y pruebas en su contra. En circunstancias similares, nuestros antepasados ingleses trataron a los indios con una dureza y crueldad iguales, si no peores, al comportamiento de los españoles. El gobierno y pueblo inglés y sus descendientes en el Nuevo Mundo mostraron, en su mayor parte, una manifiesta indiferencia por la protección y bienestar del indio americano, indiferencia que se destaca especialmente si se la contrasta con los enormes esfuerzos españoles, tanto gubernamentales como individuales, en un sentido diametralmente distinto.

    La afirmación inglesa, «nosotros hubiéramos tratado a los indios mejor que lo hicieron los españoles», es una tesis que se remonta a la época isabelina y que queda bien reflejada en la literatura popular. En una biografía de Francis Drake, del año 1942, por ejemplo, el autor insiste en que Drake puso de manifiesto que «el método inglés de ganarse amigos de razas inferiores, es mejor que el procedimiento [español] de convertirlos en esclavos por medio de matanzas y crueldades». Los españoles «no aprendieron nunca esta lección. Vivieron entre nativos dóciles y cordiales y los mataron y se quedaron sin servidumbre. Emplearon la tortura y se conquistaron acerbos enemigos. Jamás se dignaron hacer amistades con inferiores. Eran los señores del mundo. Para sus esclavos sólo tenían mano de hierro y bota de acero» [3]. Esto ni se aproxima a una descripción exacta de la política española en Indias, ni a la de Inglaterra por contraste. Más de un libro podría escribirse sobre la diplomacia española entre las razas nativas, que incluyó presentes, honores y distinciones, protección y privilegios, educación, y una serie de acciones que hoy en día serían automáticamente calificadas de prácticas y humanitarias.

    Para aquéllos que aún puedan creer en el mito de que el humanitarismo inglés fue superior en contraste al de los españoles, hay mucha literatura rectificadora. A título de ejemplo, podemos citar aclaraciones como las siguientes:

    «El reinado de Isabel fue uno de los más cruelmente bárbaros, en comparación con el cual las medidas represivas de María eran insignificantes. Y a este reinado, sucedió otro de igual crueldad, bajo Jacobo I ... El pueblo [en el tiempo de Carlos I] había sido formado en estos métodos crueles de sus gobernantes anteriores y llegó a ser tan feroz como sus reyes Enrique, Isabel o Jacobo»
    [4].
    «Del estudio de la Europa contemporánea [esto es, en particular, la del siglo XVII, se desprende claramente el patrón universal de crueldad, intolerancia e inhumanidad que caracterizaba la vida social, religiosa y económica del continente. El humanitarismo era, por aquel entonces, un simple concepto de relaciones humanas aún en estado latente y sin desarrollar, siendo por el contrario universal el desprecio de los derechos inherentes al individuo. Para un conquistador, el comportarse de forma compasiva hacia el conquistado, se consideraba generalmente todavía, como un signo de debilidad» [5].
    «Los hábitos de 'terror' adquiridos por los ingleses durante su prolongada agresión contra los últimos Celtas, en las montañas de Escocia y los pantanos de Irlanda, cruzaron el Atlántico y se practicaron sobre los indios norteamericanos» [6].
    Algo de la equivocación nuestra y de los ingleses sobre esta materia, procede de utilizar actitudes de los siglos XIX y XX como plataformas para lanzar cohetes moralizadores hacia los españoles del siglo XVI. Pero algo de ello está también basado en el general complejo de superioridad nórdico, en nuestra actual simpatía por el pobre indio y, lo que es más importante, en el simple desconocimiento de la historia de España e Hispanoamérica. En tanto que toda persona de habla inglesa está perfectamente enterada de, digamos, la victoria de Cortés y la consiguiente matanza de indios, cosa natural en tiempo de guerra, ni uno entre diez mil se enteró jamás de los sinceros intentos de los conquistadores y oficiales reales de evitar y prevenir tal disminución indígena, durante y después de la Conquista.

    El decrecimiento de esta población, debido a múltiples causas, constituyó una seria preocupación para la monarquía y representantes del Rey de España, a lo largo del siglo XVI e incluso más adelante, y se trató repetidamente en cédulas reales, correspondencia virreinal, etc. Es por ello, por lo que el profesor Lewis Hanke, uno de nuestros expertos sobre Latinoamérica, puede hacer declaraciones como esta: «Ninguna nación europea (con la posible excepción de Portugal) se responsabilizó de su deber cristiano hacia los pueblos nativos, tan seriamente como lo hizo España» [7].

    Es opinión popular, y con demasiada frecuencia aceptada como doctrina, que prácticamente todos los españoles vinieron al Nuevo Mundo como buscadores de oro, con una desdeñosa insinuación de que en ello había algo reprensible. El «goldseeker» español llegó a ser un estereotipo desde hace siglos y en tal forma perdura hasta nuestros días. Que para los españoles no era el oro su interés único y fueron atraídos al Nuevo Mundo por otras muchas cosas, queda patente en estas palabras del profesor Irving Leonard:

    «El conquistador ... tenía una poderosa razón para buscar tan implacablemente el oro, tan indispensable en la nueva economía [de Europa]. Si estaba tan seducido por un símbolo de riqueza y eventualmente pagó muy caro por su equivocación, en su propia ruina y en la de su país, no fue el único en la historia de la humanidad, y hay pruebas en tiempos más modernos, de que otros no han aprendido su lección ... Después de 1500, particularmente, la imaginación [del conquistador] estaba enardecida hasta casi una exaltación mística, de aventura y romance por los muchos libros que empezaban a brotar de las imprentas. Estos [los libros de caballería], trajeron a su mente enfebrecida la perspectiva de similares situaciones, de lugares fantásticos, riquezas, monstruos y encantamientos, y por eso ardía en descubrir y poseer para sí mismo las realidades que se describían en ellos. La Conquista misma, como resultado de ello, se hallaba imbuida de un espíritu de romance y caballería, que daba a estas expediciones, tal como [Washington] Irving ha señalado apropiadamente, 'un carácter totalmente distinto de empresas semejantes acometidas por otras naciones».
    De nuevo, comentando la abstracción simplista de Bartolomé de Las Casas sobre sus compatriotas como «buscadores de oro», Léonard señala:


    «Inherente a este concepto, es la imputación de que el español, más que cualquier otro europeo, estaba animado por un anhelo de riqueza material. No obstante, los habitantes de la península ibérica no son hoy, ni han sido nunca, característicamente más avariciosos que sus vecinos continentales. Por el contrario, los españoles y portugueses se cuentan entre las gentes menos materialistas de la Europa occidental»
    [8].

    Raramente se considera la posibilidad de que los españoles emprendieran la ruta a América por un simple deseo de mejorar fortuna, o que pudieran ir animados de sincero celo religioso o un mero anhelo de establecer hogares y colonizar, o que se interesaran en comenzar una industria ganadera, comercial o agrícola, o que ejecutaran cualquiera forma de servicio a la Corona, es decir, tomar parte en todas las múltiples ramas de la actividad humana—.

    Es lógico y evidente el hecho de que la mayoría de los españoles que emigraron al Nuevo Mundo aún durante la Conquista (es decir, primera mitad del siglo XVI) lo hicieron guiados por motivos de similar naturaleza y diversidad a los que mueven en todo tiempo las corrientes migratorias. He aquí una muestra cogida al azar:


    «Aunque no sea generalmente conocido, el hecho es que los conquistadores españoles vinieron al Nuevo Mundo tanto en busca de plantas medicinales como de oro. 'El caduceo, símbolo de los médicos, lo es también de la Conquista española tanto como la espada y la cruz', dice el doctor Francisco Guerra, catedrático visitante de Farmacología de la Facultad de Medicina (Universidad de California, en Los Ángeles) y catedrático de Farmacología en la Universidad de Méjico. España trajo al Nuevo Mundo, según él, un conocimiento de la medicina tan avanzado como el de cualquier otro país en el mundo de aquellos días»
    [9].


    A título incidental, es oportuno el que varias características sobresalientes de la Conquista española, especialmente en contraste con su contrapartida inglesa, sean tenidas debidamente en cuenta. La Corona española no escatimó esfuerzo alguno para evitar que los criminales y otros elementos socialmente indeseables emigraran a América; en tanto que, a veces, la política británica llevó a efecto la deportación de la población criminal a sus colonias de Australia y América. Los españoles, al revés de muchos de los ingleses, no sintieron la necesidad de ir a América para escaparse de persecuciones religiosas o de otra especie. Uno de nuestros historiadores, autor de un texto universitario, da a entender que los españoles no deben ser considerados verdaderos colonos como los ingleses, puesto que ellos no tuvieron que emigrar para librarse de tales condiciones opresivas en Europa [10].


    Como ya hemos visto, en estrecho paralelismo con la deformación del «goldseeker», está el común malentendido de que sólo los ingleses vinieron al Nuevo Mundo para construir hogares, mientras que los españoles vinieron para el saqueo y ulterior regreso a la patria con sus ganancias mal adquiridas. Los hogares más antiguos en América fueron construidos por los españoles en su doble papel de conquistadores y colonos. Cristóbal Colón, en su segundo viaje en 1493, llevaba cerca de 1.500 colonos, junto con los avíos e impedimenta (semillas, plantas, ganado, etc.) necesarios por lo regular en tales empresas. Y el gobernador Nicolás de Ovando, a su llegada al Nuevo Mundo en 1502, lo hizo con una flota de cerca de 2.000 colonos, funcionarios, clérigos, etc. De ahí en adelante, los barcos y flotas que viajaban desde España al Nuevo Mundo llevaban regularmente mujeres, niños, criados, menestrales, operarios, comerciantes, etc.; en suma, todo tipo de carga humana [11].


    Hasta las más lejanas fronteras, incluso a la llegada de los primeros españoles, las mujeres y las familias acompañaban con frecuencia a sus maridos y padres, haciendo frente a todos los peligros y dificultades con los que nuestros propios antepasados hubieron de enfrentarse en la expansión en tales territorios. En nuestros malentendidos sobre la colonización española en el Nuevo Mundo, normalmente ignoramos la fortaleza y el espíritu de la mujer española, y la lealtad hacia sus hombres; un buen número de fascinantes obras podrían ser escritas sobre la mujer española en la conquista y colonización de las Américas [12].

    En nuestra inveterada costumbre de condenar a los españoles como «exterminadores de indios» y «buscadores de oro», además de otros estigmas, pasamos por alto algunas de las cosas inevitables que tales procesos de conquista-colonización traen consigo.

    La conquista española en América fue marcadamente un logro más de diplomacia que de guerra. Tuvo que ser así, puesto que las fuerzas de exploración e invasión fueron tan pequeñas que, de otro modo, no hubieran podido sobrevivir y conquistar. Comparados con la perspicaz diplomacia española, las más famosas armas de fuego, caballos y espadas de acero fueron, a menudo, de menos eficacia. Como un erudito dijo, «Los conquistadores españoles podrían haber dado una lección a muchas de las cancillerías europeas» [13]. La famosa historia de Cortés en Méjico, es ejemplo clásico de un proceso diplomático que se repitió con frecuencia. Los conquistadores tuvieron una constante necesidad de aliados indios y los buscaron por medios diplomáticos, algunas veces con demostraciones ejemplares de fuerza y astucia, a veces por medio de regalos, «palabras endulzadas» y tratados de alianza con ciertas tribus y naciones indias, para combatir a sus enemigos tradicionales [14]. Los líderes españoles de la Conquista, según el espíritu europeo de aquellos tiempos, eran maquiavélicos en todo esto, si bien los jefes indios no les iban a la zaga. [En todo caso, ¿cuándo llegó a ser un crimen la astucia diplomática?, ¿después de la Segunda Guerra Mundial?] El más espectacular choque de armas eclipsa, con demasiada frecuencia, el fascinante y muy significativo juego mutuo de fuerzas diplomáticas en la confrontación hispano-india.

    Asimismo, es correcto caracterizar las victorias españolas en América como un proceso de indios conquistados por otros indios, bajo la supervisión blanca. A menudo, el indio americano fue un mayor conquistador de su propia raza que lo fueron los españoles. Y esto pudo ocurrir porque el indio carecía de una fidelidad básica al concepto de raza; así los tlaxcaltecos tuvieron un gran placer en ayudar a los españoles a derrotar a sus odiados y perennes enemigos, los aztecas; y los aztecas, a su vez, ayudaron a los españoles en su lucha y colonización en otras fronteras. Cualquier semejanza con la formación de una amplia y efectiva confederación de pueblos indios, unidos por el propósito común de batir o exterminar al hombre blanco, es muy difícil de discernir en la historia de la Conquista en general. Si este hecho causa perplejidad, bástese recordar cómo, en los tiempos de nuestra colonia, los Iroqueses, Algonquines, Hurones y otros, lucharon entre sí, instigados por consideraciones políticas trasatlánticas y por nuestros antepasados europeos. Si se recuerda al propio tiempo cómo los europeos de aquellos días se peleaban entre sí, tan a menudo y con tanta impiedad, aun entre grupos de vínculos comunes como religión, raza y cultura, no se hace difícil apreciar el que los invasores españoles fueran capaces de explotar estos odios y rivalidades para ganar dominio, frecuentemente con poco derramamiento de sangre.

    La fidedigna versión de la Conquista, difiere también en otros aspectos de nuestras descripciones usuales de héroes y villanos. Más fue, entre otras cosas, una empresa magna de la clase media —¡ni un solo Grande a la vista!— que una invasión a cargo de una arrogante aristocracia española. Rara vez en las filas de los conquistadores militó alguien más alto que los peldaños inferiores de la nobleza menor que, en nuestra terminología moderna, no pasaría de denominarse clase media. La mayoría de los hombres que componían las fuerzas de exploración y conquista ni alcanzaba este rango. Por lo tanto, la Conquista española y la ocupación de América se llevaron a cabo por niveles sociales aproximadamente equivalentes a los de aquéllos que dejaron a Inglaterra para construir sus cabañas en el Nuevo Mundo. También, como varios historiadores han señalado, esta conquista fue bastante democrática y fuertemente caracterizada por una iniciativa privada y por la aparición de líderes, elegidos a veces por votación popular, y por una especie de división de costos, peligros y recompensas, tal como lo hacen las corporaciones de negocios [15].

    Visto así, las constantes disputas, desavenencias, contiendas y las guerras civiles en miniatura, que tuvieron lugar entre los conquistadores, son perfectamente comprensibles. Estos, no eran soldados profesionales, operando bajo una estrecha disciplina y línea firme de mando —desde la Corona y sus oficiales, hasta el simple soldado; eran una representación variada de casi todas las categorías sociales (excepto, por supuesto, la alta nobleza)— que se podían encontrar en la España de aquellos días. Y buscando la oportunidad, arriesgando sus vidas a la vuelta de cada esquina, ellos naturalmente esperaban grandes recompensas, bien en forma de botín, en trabajo y tributos de indios, en tierras, en empleos gubernamentales o en cualquier otra cosa equivalente.

    Cuando se considera todo esto, aquellos hombres deben de ser juzgados, como ha señalado Salvador de Madariaga, no tanto por lo bárbaros que fueron, sino más bien por su buena conducta dentro de un ambiente de increíbles peligros y casi ilimitadas tentaciones. El hecho de que fuesen profundamente civilizados —es decir, de cultura tan avanzada como la del resto de los pueblos europeos de aquellos días— sin duda alguna explica la barbarie de algunas de sus acciones en el Nuevo Mundo. Se necesitan hombres civilizados para enseñar refinamientos de crueldad a los salvajes.

    Durante su conquista del Nuevo Mundo, algunos españoles cometieron algunas atrocidades a tal escala, que causa horror el contemplarlas; pero hay muchas razones para creer que los ingleses, holandeses, franceses, belgas, alemanes, italianos y rusos, en circunstancias similares en el siglo XVI, se hubiesen comportado tan mal o peor. (La crueldad de los alemanes en Venezuela en el período de la Conquista, fue duramente criticada por los españoles; esto puede indicar que los pueblos del norte de Europa, no eran más humanitarios que los españoles.)

    Las atrocidades españolas fueron severamente censuradas por un clero de gran influencia, decidido y poderoso, y por otros que informaban a una Corona decididamente dispuesta a escuchar las quejas, e inclinada a legislar contra el maltrato de los indios y castigarlo [16]. Tales restricciones, o no existieron, o fueron muy difíciles de discernir en el desarrollo de otros imperios europeos de ultramar hasta tiempos muy recientes. Y la verdadera y horripilante inhumanidad de las civilizaciones del siglo XX, comprobada, por ejemplo, en los campos rusos de tortura y esclavitud, en los atentados de genocidio real izados por los alemanes y otros grupos, y en el lanzamiento de la bomba atómica por los americanos sobre Hiroshima, no deja campo ni da derecho a que los de nuestro siglo sienten cátedra de moralistas y enjuicien la conducta de los españoles del siglo XVI. Si Hernán Cortés se hubiese atrevido a realizar una masacre de poblaciones no combatientes, en escala parecida a las que se han hecho en el siglo XX, la Corona española, con toda seguridad, hubiera ordenado su castigo como un criminal monstruoso.

    Los españoles, como todos sabemos, también buscaron oro y plata en América; es más, hallaron y explotaron fabulosas minas, con métodos similares a los empleados más tarde por europeos y americanos en la explotación del oro, cobre, caucho y petróleo. A lo largo de la Historia, en la cual abundan los casos de fiebre del oro, de la plata y los diamantes, la búsqueda, durante siglos, de ganancias en el comercio de esclavos y todas las demás formas de actividad explotadora, el interés español por las riquezas del Nuevo Mundo parece del todo lógico, enteramente normal y nada singular. Por contraste con el orgullo, eficaz rendimiento e interés con que los ingleses, franceses, holandeses, judíos, alemanes, anglo o italo-americanos buscan la riqueza material, el español aparece generalmente menos preocupado con tales metas, e incluso hasta desdeñoso de ellas. Tiene (y tuvo) mayor inclinación para alcanzar otros objetivos, arriesgando su vida y sus bienes al azar de una carta o de un conflicto bélico, ajustándose a la riqueza y a la pobreza (perennemente esta última), con una ecuanimidad que sorprende a la mayoría de los extranjeros. Con cierta ironía, se puede notar que la característica predominante de la moderna literatura antiyanqui en Latinoamérica, es el desprecio por la preocupación materialista de la gente de los Estados Unidos. Para el español y sus parientes americanos, este proceder viene a ser una censurable prueba de incivilización, si bien en este juicio centellea más de un poco de hipocresía.


    Notas


    [3] Este tema se ha discutido en varios trabajos, incluyendo: Parks, Richard Hakluyt, p. 89;Cawley, Voyagers, pp. 304, 380, 381, 388 y su Un-pathed Waters, pp. 220 y 252-253.

    [4] Hyland, A Century of Persecution, p. ix.

    [5] Leonard, Books of the Brave, p. 8.

    [6] Toynbee, Study of History, citado en Leonard, Books of the Brave, p. 10.

    [7] Hanke, Spanish Struggle for Justice, p. 175. Constantino Bayle, España en Indias, Capítulo 6 (titulado «¿Quién despobló América?») y en otras partes de este volumen introduce muchos comentarios sensatos sobre la disminución de los indios.

    [8] Leonard, Books of the Brave, pp. 4, 12, 3.

    [9] University of California Bulletin, V. núm. 28 (febrero 25, 1957), pp. 134-135.

    [10] Ver a Brown Holmes, A History of the Americas From Discovery to Nationhood (New York: Ronald Press, 1952), p. 190: «La mayor parte [de los españoles] vinieron al Nuevo Mundo como aventureros y buscadores de riquezas; no eran verdaderos colonizadores en el sentido de ser emigrantes huyendo de un país superpoblado o de una condición política opresiva en Europa, buscando nuevos y permanentes hogares en América».

    [11] Para obtener indicaciones de los diferentes tipos de emigrantes que fueron al Nuevo Mundo desde España, véase el Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII, editado por Cristóbal Bermúdez Plata, 2.* edic., Sevilla, 1940, 1942 y 1946. Acerca de este tema y posiblemente como ayuda especial y provechosa para aquellos interesados en corregir las perspectivas de nuestro proceso educacional, sugiero el ensayo del profesor Herbert E. Bolton, «Cultural Cooperation with Latin America», The Journal of the National Education Association(enero, 1942), pp. 1-4.

    [12] Algunas de las más conocidas: Doña Mencía de Sanabria y sus dos hijas, que hicieron un viaje de cerca de seis años para ir de España a Paraguay (por tierra, vía Brasil) y gobernar allí en nombre de su hijo (mitad del siglo XVI); la famosa compañera de Pedro de Valdivia en la conquista y colonización de Chile. Hubo una audaz y enérgica gobernadora en la isla Margarita, por los años de 1570; su entretenida historia espera en el Archivo General de Indias, para ser escrita. Hubo numerosas mujeres españolas viviendo en las más lejanas fronteras del norte de México en el siglo XVI (véase Vito Alessio Robles, Francisco de Urdiñola y el norte de la Nueva España(México, 1931); y también mi «Peacemaking on North America's First Frontier», The Americas, xvi (enero, 1960), pp. 221-250). Obsérvese igualmente a William Lytle Schurz, This New World, especialmente pp.282-299.

    [13] Bayle , España en Indias, p. 83.

    [14] Además de la clásica conquista mexicana, la diplomacia de Vasco Núñez de Balboa en el Istmo y de Domingo Martínez de Irala en el área del Plata, ilustran esta básica característica de la conquista española en América. Puede añadirse que los españoles, al extender sus fronteras americanas, fueron diestros para ganar aliados indios y rápidamente los incorporaron a sus fuerzas para servicios diplomáticos y militares (véase, por ejemplo, mi libro Soldiers, Indians and Silver, capítulo 9).

    [15] Otra vez las historias de Cortés, Núñez de Balboa y Martínez de Irala son ilustrativas. Véase a Silvio Zavala, New Viewpoints, pp. 69-70; en éste y en otros de sus trabajos, Zavala, para enseñar las pretensiones de los conquistadores y de los que les siguieron, revela por fuerza el origen, esencialmente clases media o baja, de estos invasores de América.

    [16] «... Reglamentos sobre conquistas y aquellos que emprendieron la guerra justa en México, Perú y también en la periferia del imperio en Nuevo México, Chile y las Filipinas, nunca escaparon del escrutinio de aquellos que insistieron en que la cristianización y bienestar de los indios fueran las metas principales de la Conquista» (Hanke, Struggle for Justice, p. 174). Véase también a Bayle, España en Indias, especialmente los capítulos 14.







    Fuente:

    conoZe.com | La conquista espaola
    Última edición por Mexispano; 27/02/2014 a las 05:32

  13. #13
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    La colonización lusitana en las Américas tiene puntos de contacto con las no-ibéricas en el continente, por razones que claramente abandonan el ámbito religioso (ver mi comentario):

    En efecto, creo que no deberíamos menospreciar lo que han logrado preservar algunas de [las culturas autóctonas] (y no solo a pesar de la colonización española, sino precisamente GRACIAS A ELLA). El guaraní, por ejemplo, es una lengua que no le causa ningún tipo de conflicto a su propia comunidad de hablantes. Está regulada, enseñada y es hablada por la población de todo un país. Es un elemento de identidad, que la colonización jesuita hizo florecer en aquel rincón de América. Ahora comparen eso con el destino que han corrido las reservaciones indias en EU. Incluso, sin ir muy lejos, podemos atribuir esta marginación a causas distintas de las meramente religiosas: a diferencia de España, Portugal (otra nación católica), no otorgó derechos civiles de ningún tipo a las comunidades indígenas asentadas en sus territorios (la transferencia de territorios españoles en la banda oriental del Rio de la Plata, a la corona portuguesa, trajo consigo el desmantelamiento de las misiones y la esclavización de sus pobladores). Portugal no tuvo su controversia de Valladolid ni sus "repúblicas de indios" con legislación propia.
    Sobre ingleses y franceses, comenté más adelante:

    Ahora quisiera tocar un punto que se mencionado poco: el factor religioso. En contraste con el caso arriba citado de Portugal en el que las diferencias de credo no desempeñaron papel alguno, cabe preguntarse esto: si los ingleses hubiesen prevalecido ¿habrían "blanqueado" a América como hicieron en EU? ¿se debe esto a una tendencia al racismo inherente a su confesión protestante? Aunque parece muy probable (debido a su teoría de la predestinación), tengo mis dudas: también hay que tomar en cuenta el factor coyuntural y el factor "confesional". Entre los protestantes, los puritanos eran el equivalente de los actuales talibanes, y acabaron en un rincón pobre y marginal del Nuevo Mundo ("sin futuro") porque ¡nadie los quería en Europa! A menos que fueran holandeses, los calvinistas no fueron muy bien recibidos en ningún país oficialmente luterano o anglicano. Y es el caso de estos fanáticos ultraradicales que fueron a parar a Massachussets. La razón por la cual era mal tolerada su presencia, la ilustra perfectamente el trato que dieron en América a otros "protestantes": los cuáqueros. Estos últimos, con su perfil de "paleohippies" predicando el respecto a las diferencias, la convivencia pacífica con los indios (nombraron Filadelfia al centro de su colonia) y "el libertinaje", eran discriminados (y hasta linchados) en las colonias aledañas pobladas por la escoria calvinista, "por pecaminosos". Si hay que imaginarnos un escenario en el que los ingleses se hubiesen apoderado de todo el pastel [de las Américas], hay que ver el perfil de los colonos y la manera en que este último se viese determinado por las persecuciones religiosas. Y esto también cuenta para Francia (¿colonización mayoritariamente "hugonota" de Quebec produciría una Nueva Francia Protestante, si las guerras de religión hubiesen tenido otro desenlace? ¿Qué hubiese pasado en Florida sin el asesinato del Almirante Coligny? ¿[igualmente] hubiesen llegado piratas y Caballeros de Malta al Caribe? ¿Quién hubiese ido a buscar a El Dorado? ¿Un Aguirre más parecido a Klaus Kinski?).
    Última edición por Clanvloar; 27/02/2014 a las 06:49

  14. #14
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    En respuesta al comentario de un amigo (publicado en otras redes sociales) que refleja la opinión del mexicano -y del hispanoamericano- promedio:

    “Honestamente, ver a los Españoles como conquistadores de gran parte de Mesoamérica, a la luz de los otros europeos, nos permite darnos cuenta de que no fueron tan manchados*... […] Los Ingleses que llegaron a las trece colonias, hicieron un completo genocidio a su alrededor. Los franceses que llegaron a los territorios de Luisiana también hicieron un horrible genocidio. En Canadá de la misma manera.

    *mexicanismo que alude a una actitud proclive al ensañamiento

    Mi respuesta (publicada en el mismo medio):

    "Coincido completamente que en conjunto, los españoles no eran tan manchados, pero me temo que lo ocurrido en Canadá no puede encasillarse en la clásica dicotomía mestizaje vs. genocidio, y en favor de esto último. O por lo menos no con los mismos actores desempeñando los mismos papeles.

    Lo que hoy vemos superficialmente como "una sola" sociedad blanca y de origen europeo, en realidad es el resultado de un mestizaje en ciernes brutalmente interrumpido. Allá terminó predominando el fenotipo europeo, porque la población algonquina fue súbitamente fulminada (hasta rozar la extinción), por las enfermedades europeas y por las armas de fuego europeas empleadas eficazmente por unos indios más aguerridos que los aztecas, o que cualquier conquistador salido del viejo mundo: los iroqueses (tan es así, que infundieron temor entre los ingleses y fue su alianza a favor de estos europeos enemigos de la Nueva Francia, lo que marcaría el destino de la parte norte del continente).

    Tanto la diversidad étnica como la continuidad del mundo indígena en los países hispanoamericanos, se explican en función del equilibrio geopolítico del mundo prehispánico y de su sucesor: la Pax Hispanica. Algo muy distinto a lo que ocurrió en Norteamérica. Alrededor de los Grandes Lagos se dieron con todo, incluso entre indígenas (ser descubiertos no les cambió esto; más bien parece que lo intensificó). Ya visto así, también podemos afirmar que los aztecas no fueron tan manchados (o bien, por fortuna nunca tuvieron los medios para serlo).

    En cuanto a Luisiana, como bien dices, se trata de un "típico" genocidio perpetrado por el hombre blanco. Allí los franceses no fueron tan débiles como en Canadá y, al igual que los iroqueses (es decir, para su propio perjuicio), aniquilaron a la civilización local: los natchez."

  15. #15
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    La imagen que da el artículo de la colonización francesa es bastante positiva, y diría que hasta casi romántica. Francia por ejemplo, aunque no llegó al nivel castellano y portugués de integración de los nuevos territorios (Francia por ejemplo no dejó en América o África las universidades, iglesias, etc... que España si dejó) consideró posteriormente en África a sus colonias como parte de la metrópoli, y de hecho, cuando la independencia de Argelia en 1962, muchos piednoirs se resistían a abandonar Argelia, que para ellos era un departamento francés más.Supongo que el haber sido un país católico, a pesar de los posteriores galicanismos, absoutismos, mercantilismos, etc... Dejó en ellos una mentalidad más noble que no les convirtió en otra potencia depredadora como Inglaterra o Holanda, con sus compañías comerciales y sus saqueos y exterminios a los nativos.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  16. #16
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    ¿Quién EMPEZÓ a CORTAR CABELLERAS?…¿Los NATIVOS NORTEAMERICANOS?…pues NO.

    28 Mayo, 2016
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    El objetivo final de las guerras entre los pueblos aborígenes norteamericanos raramente consistía en la aniquilación del enemigo, el botín era lo más importante: caballos, esclavos, mujeres, niños, etc.
    La parte mas importante del enemigo era su cabeza y era un trofeo de guerra muy importante para algunas tribus. En otras, como la Cheyenne, eran los testículos. Sin embargo, la cabellera era una forma muy práctica de indicar el triunfo sobre el adversario, era fácil de quitar, pesaba poco y podía ser un adorno.



    Esta costumbre parece que fue instituida por primera vez en América alrededor del año 1630 por William Kieft, gobernador del antiguo territorio de Nueva Holanda. Los holandeses fueron los primeros y los más espléndidos a la hora de pagar las cabelleras de indios hostiles a ellos. La práctica de cortar cabelleras se difundió rápidamente entre los indios y en los territorios coloniales de ingleses y franceses.
    De hecho, quienes lo extendieron por buena parte del interior norteamericano fueron los mercenarios del ejercito francés, ya que los franceses exigían a los guerreros nativos presentar el cuero cabelludo de cada indio muerto para poder cobrar la recompensa. Los pieles rojas empezaron a aplicar el mismo método copiándolo de los colonizadores para causarles el mismo efecto.


    Veinte años antes de la Declaración de Independencia de los EEUU, una proclama del parlamento de Massachusetts, del 3 de noviembre dde 1755, declaraba a los indios Penobscot “rebeldes, enemigos y traidores” y ofrecía una recompensa “por cada cabellera de indio macho traído… de cuarenta libras. Por cada cabellera de cada mujer india o joven macho de menos de doce años que se matase… veinte libras…” En esa misma época, en Pensilvania se pagaban unos ciento treinta dólares por la cabellera de un indio y cincuenta por la de una india.


    Las primeras referencias que existen del corte de cabelleras son del pueblo escita en el siglo V aC. Pueblo considerado por los griegos como salvaje.







    Algunos autores consideran que entre los godos, los francos y los anglosajones existía esta costumbre.


    Fuente:
    http://diegoblogspotmanias.blogspot.com.es/2012/10/cortar-cabelleras.html
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    Kontrapoder y Trifón dieron el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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    Re: Contraste entre la colonización española, anglosajona y francesa en América

    La Guerra de los Castores, el conflicto más sangriento de la historia de América del Norte





    Llamándose Guerra de los Castores no es difícil imaginar el porqué de su nombre y el lugar donde se libró. Efectivamente, el comercio de pieles de estos animales jugó un papel importante -junto con enemistades ancestrales- y la localización fue América del Norte. Pero hubo mucho, muchísimo más. Se trató de un auténtico cacao con contendientes europeos e indígenas repartidos en alianzas que prolongaron los enfrentamientos -distribuidos en cinco guerras sucesivas- durante prácticamente toda la segunda mitad del siglo XVII.

    Dos fueron los bandos básicos: por un lado los franceses y por otro la Confederación Iroquesa. Francia estaba presente en el territorio desde la llegada de Jacques Cartier en 1535, estableciendo diversos asentamientos (de ahí que esa zona de Canadá aún sea francófona). En 1603 fue Samuel de Champlain el que regresó para iniciar una colonización más en serio, firmando una alianza con varias tribus para enfrentarse a los iroqueses y asegurar el suministro de pieles de castor.

    La Confederación Iroquesa, formada por los pueblos mohawk, oneida, seneca, cayuga y onondaga, había alcanzado la primacía regional expulsando a los algonquinos e imponiéndose también a hurones e innus, que fueron los que se unieron a los franceses para librarse del yugo iroqués. Los primeros combates resultaron favorables a los nuevos aliados, que derrotaron a los mohawk. Los galos incitaron a hurones e innu a expandirse hacia el oeste, empujando a los iroqueses cada vez más lejos hasta que el lago Ontario quedó como frontera natural.





    Ello permitió un período de relativa calma que duró unos veinte años y fue bastante fructífero comercialmente para los intereses peleteros europeos. Pero los iroqueses no se resignaban y hacia 1610 trabaron contacto con los comerciantes holandeses, que se habían instalado en la costa, empezando a venderles armas a cambio de pieles. Así desenterraron otra vez el hacha de guerra, primero contra los mohicanos -los holandeses se habían instalado en su territorio- y luego contra sus viejos enemigos. Tras dos años de matanzas se firmó una inestable paz en 1618, en buena parte motivada por un inesperado y terrible acontecimiento.

    Era la llegada de las enfermedades europeas, para las que los nativos no tenían defensas naturales. Al igual que había pasado un siglo antes en la América española, la viruela arrasó Nueva Inglaterra matando al noventa por ciento de la población indígena en sólo dos años. Ello no impidió que, en 1624, mohawks y mohicanos volvieran a enfrentarse. Pese a la ayuda recibida por éstos de algonquinos y conestoga, la victoria fue para los primeros, que les expulsaron y se hicieron con el control absoluto del comercio de pieles con los holandeses. Su superioridad, a base de armas de fuego, una formidable flota de canoas y hábiles tácticas, sería una constante.





    El resultado tuvo un aspecto positivo y otro negativo. Por un lado se enriquecieron, por lo que pudieron seguir comprando mosquetes y extender las hostilidades a algonquinos, hurones e innu; por otro, la matanza de castores alcanzó tal nivel que prácticamente se extinguieron en la región. La Confederación Iroquesa se vio, así, paradójicamente, a punto de morir de éxito. La solución, como tantas veces ha pasado en la Historia, fue lanzarse a una campaña de expansión militar hacia el norte, para hacerse con nuevas tierras de caza. Sus dueños eran los hurones. Fue el comienzo propiamente dicho de la Guerra de los Castores.

    En 1635, tras una serie de batallas que, en general, fueron favorables a los iroqueses, se firmó la paz. Posiblemente influyó también una segunda epidemia de viruela que resultó aún más dura que la anterior y se extendió por el entorno de los Grandes Lagos. Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho, otro par de años, porque los hurones se aliaron con los algonquinos y desataron las hostilidades una vez más; la guerra consistió en una serie de golpes y contragolpes de mano, a cual más bárbaro, hasta el punto de provocar el exterminio de facto de algunos pueblos que se vieron arrastrados al conflicto, como los oneida o los wenro.

    En 1641, la Confederación Iroquesa buscó la paz ofreciendo a los franceses un puesto comercial en su territorio. El gobernador galo rechazó la propuesta para no desairar a sus aliados hurones pero la guerra interrumpía el suministro de pieles, así que al final se llegó a un principio de acuerdo; no fructificó porque los galos impusieron que los iroqueses les vendieran sus pieles con los hurones como intermediarios, lo que fue considerado un insulto. Una vez más hablaron las armas y esta vez Francia decidió intervenir directamente junto a sus aliados.





    No fue suficiente para los hurones, que habían resultado especialmente debilitados demográficamente por la viruela. Poco a poco, pero inexorablemente, con un ataque tras otro, los iroqueses los fueron aplastando y los supervivientes quedaron diseminados, a merced del salvajismo del enemigo, del hambre y del crudo invierno canadiense de 1650. Muchos se integraron en otras tribus y no pocos en pueblos franceses, ya que buena parte de los hurones se había convertido al cristianismo por la esforzada labor de los misioneros (quienes también tuvieron numerosas bajas).

    Como los iroqueses también habían perdido mucha población por la viruela y la guerra, igualmente integraron en sus filas a restos de otras tribus y prisioneros, hurones incluidos, siguiendo una vieja costumbre india. Asimismo, se congraciaron con los misioneros jesuitas y hubo un considerable número de conversiones. Pero eso no significaría tranquilidad ni mucho menos. Los mohawks, que habían quedado como el pueblo predominante de la confederación, inistieron en su belicismo y esta vez lo dirigieron contra los blancos. Los colonos sufrieron un período de terror en el que la caza de cabelleras hizo fortuna.





    No fueron las únicas víctimas. Los tionontaté también fueron pasados a cuchillo y los pocos que escaparon huyeron a las praderas refugiándose con los sioux. Luego cayeron unos tras otros, los neutrales, los ottawa, los erie, los conestoga y los delaware. La Confederación Iroquesa parecía imparable y llegó a las puertas de las ciudades francesas de Montreal y Quebec, contra las que efectuaron algunos asaltos. Demasiado para que Francia permaneciera de brazos cruzados: en 1660 organizó un contingente y sumó a sus soldados lo que quedaba de hurones y algonquinos pero los iroqueses los derrotaron; eso sí, a costa de muchas bajas.

    Fue el canto del cisne iroqués porque París, viendo que su colonia corría peligro, envió un ejército. Además, los holandeses que armaban a las tribus de la confederación fueron desplazados por los británicos. Las dos campañas sucesivas desarrolladas por los galos en 1666 obligaron a los iroqueses a negociar, en parte porque los belicosos mohawk estaban muy debilitados. Pero llevarse bien con los europeos no significaba hacerlo con los otros indios: los shawnee, illinois, powatomi y miami pudieron comprobarlo, pues sólo en 1684, combinando sus fuerzas y tras varias derrotas, lograron detener la nueva expansión iroquesa hacia Ohio e Illinois. También ayudaron las armas de fuego suministradas por los franceses, cuyo armisticio con los iroqueses se había dado por finalizado.

    La nueva guerra duró una década y fue aún más brutal, si cabe. En la década de los ochenta los franceses armaron a ojibwas y algonquinos para frenar a los iroqueses; lo que no sabían es que los ingleses habían empezado a hacer lo mismo con éstos en sustitución de los holandeses. No obstante, consiguieron unir a todas las tribus enemigas de la confederación para desatar una exitosa campaña contra su principal componente, los seneca. En lo que se conoce como la Guerra del Rey Guillermo, las hostilidades ampliaron su nómina de contendientes directos y, así, tropas inglesas y francesas se enfrentaron cara a cara en varios choques mientras los indios seguían matándose entre sí paralelalmente.




    Documento de la Paz de Montreal con las firmas pictográficas de los indios


    Los europeos firmaron la paz en 1697 por el Tratado de Rijswijk. Y entonces el panorama cambió. Los franceses desistieron de eliminar a los iroqueses y éstos estaban ya agotados tras medio siglo de muerte y destrucción, así que firmaron un acuerdo comercial a despecho de los ingleses quienes, no obstante, al final se sumaron al pacto. Fue la Gran Paz de Montreal de 1701, en la que se restablecían más o menos las fronteras de antaño y las respectivas áreas de influencia primigenias. Los iroqueses quedaban, en la práctica, como mediadores in situ entre las dos potencias europeas. Aquel statu quo duró veinte años; los que tardaron los blancos en iniciar su expansión colonial aprovechando la sangría humana sufrida por los pieles rojas.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.labrujulaverde.com/2016/...NDWd3BJbi2Cvzc
    Smetana dio el Víctor.

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