El caso mencionado por Fernando VII de la agresión a una hispanoamericana en el metro es un caso típico de lo anecdótico transformado en emblemático por obra y gracia de los medios de difusión. En los noticieros del otro lado del charco no dejaban de mostrar la escena, y en algunos casos llegaban a presentarlo como algo habitual en España. Yo he sido testigo de esa manipulación. Lo vergonzoso no es un caso único en la historia como el de la mencionada agresión. Lo que es de verdadera vergüenza es que ningún pasajero del metro le diera una patada en los testículos a semejante desgraciado. Dese una vuelta por aquí, Fernando VII, y verá que no hay más neonazis que los que pueda haber en su tierra (yo los he visto también en Sudamérica, donde es legal publicar y vender "Mi lucha", pero tanto allá como aquí son cuatro gatos que no pintan nada). Todos los días utilizo mucho los autobuses urbanos de una gran ciudad española, y van llenos de inmigrantes hispanoamericanos, moros, rumanos, chinos y del África negra y no pasa nada. Todos los pasajeros se llevan bien entre ellos, se ceden los asientos y demás. Y en mismo bloque de viviendas conviven vecinos de distintas etnias y procedencias, sin que haya tampoco problema. Y la mayoría de la gente no se ha planteado los problemas que trae la inmigración excesiva, aunque los pocos que lo hemos hecho, como ve, lo hacemos educada y razonadamente y con motivos más que válidos.
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