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Tema: Fuerza Nueva: necesidad de su creación, inicios, dificultades y polémicas

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    Fuerza Nueva: necesidad de su creación, inicios, dificultades y polémicas

    Fuerza Nueva: su necesidad, comienzos y controversias (1966-1976)

    Revista FUERZA NUEVA, nº 486, 1-May-1976

    “FUERZA NUEVA” CUMPLE DIEZ AÑOS DE VIDA (PESE A QUIEN PESE)

    FUERZA NUEVA cumple diez años de vida. Nació el 2 de mayo de 1966. La idea surgió en abril de 1964, durante unas jornadas de oración y de retiro en un monasterio de la reforma franciscana, San Miguel de las Victorias, en la localidad conquense de Priego. Desde entonces, y a su cabeza, ha figurado como principal mentor y guía, al frente de su Junta de Fundadores, Blas Piñar, consejero nacional del Movimiento designado directamente por Francisco Franco, ex Jefe del Estado Español y Generalísimo de los Ejércitos. Hoy, al haber desaparecido el Caudillo de España sin rectificar el nombramiento, se ha convertido en consejero general vitalicio, todo ello según la ley, hoy vigente.

    Desde aquella lejana fecha ha llovido mucho. Y España ha visto discurrir por su piel añosa y dura tanta historia junta que es muy difícil concentrarla en pocas líneas. En las páginas de FUERZA NUEVA, creemos que, con puntualidad, han quedado impresos jirones de nuestras vidas, de las esencias y de las existencias de unos hombres y mujeres que se unieron, sin partidismos, para servir a España jugando la carta exclusiva de la unidad, de la grandeza y de la justicia. Sin excesivos puntos programáticos que después no se cumplen –como ya avisara José Antonio-, sino poniendo los ojos en las raíces morales, políticas y sociales que dieron sustancia al alma y al cuerpo de lo español…

    El 14 de enero de 1967 aparecía en la palestra política y periodística del país una nueva cabecera: FUERZA NUEVA. Formato grande, periodicidad semanal, tratamiento gráfico y una cierta tendencia a tratar sólo temas políticos. Así la veía el hombre de la calle, aquel que cogía entre sus manos un número, el primero de la publicación recién nacida. Y una cabeza en cubierta que en grandes caracteres tipográficos avisaba: “El 18 de Julio ni se pisa ni se rompe”.

    Al lector impregnado de cosa pública no le quedaba ninguna duda. Aquella llamada aludía a principios básicos del Sistema político español, extensivos al cuerpo nacional y no sólo a la tutela de una publicación más o menos interesada. Y surgía la pregunta: ¿Es el propio Estado quien saca una revista para defender los fundamentos de la Nación? ¿Es un grupo de funcionarios…? No. La historia del fenómeno es la siguiente.

    El Estado español no había nacido de unas elecciones municipales: todo el mundo lo sabía y lo sabe. Ni tampoco de un producto caprichoso de voluntades populares con mayores o menores reminiscencias parlamentarias. El sistema político de España era la consecuencia histórica ventilada en campaña bélica y materializada en un hecho de sangre. Más tarde, en la paz física, un manojo de elementos ideológicos fueron elaborados para dar cuerpo a una doctrina que basaba sus pilares sobre dos columnas fundamentales: la Tradición –como norma ideológica sustantiva- y la Revolución Nacional –como acicate de fomento social.

    El Ejército había sido la causa robusta de un alzamiento, pero las milicias civiles, con sus respectivos ejércitos accesorios de combatientes e ideas, constituían los basamentos doctrinales a la hora del estallido de la paz. ¿Quiénes se identificaban con los mismos? ¿Era sólo el producto de un capítulo de la historia nacional –influido por el tiempo- o por el contrario aquilataba voluntades y querencias políticas? ¿Se trataba de un remedio pasajero para salir del paso o esponjaba el meollo metafísico de una manera de ser ante el mundo? A estas interrogantes iba a responder el futuro con una claridad que no dejaría lugar a dudas.

    El Estado tenía doctrina. Se asentaba sobre los cimientos de tres unidades: hombres, tierras, clases. Es decir: unidad espiritual, política y social. Para ello la legislación se inspiraba en principios católicos, apiñamiento y reconocimiento ineludible de la territorialidad y ensamblamiento social a través de sindicatos unidos y únicos. Con esto se pretendía la unidad moral, se quería evitar el separatismo político y se eludía la lucha de clases. Y la Constitución echó a andar.

    El Régimen, en marcha

    Poco a poco, la jefatura del Estado ponía apéndices a las leyes. Unas nuevas disposiciones sentaban la sucesión, ampliaban detalles constitutivos y legislaban sobre materia social. El complejo campo político que se había roturado tenía trazados los surcos pero estaba a falta de siembra. Andando el tiempo, y con celeridades más o menos reconocidas, el Sistema español quedaba configurado como una Monarquía, social, católica y representativa. Pero dicha Monarquía, lejos de querer representar un entronque con un pasado liberal de Restauración, pretendía enganchar con moldes anteriores al pasaje decimonónico y prestar al país el concurso de una cara nueva con talante arraigado en la base. Mucho se dijo que no se trataba de una restauración sino de una instauración, reflejándose más tarde que de lo que verdaderamente se hablaba era de un neologismo que se habilitó de nuevo cuño: reinstauración.

    Pero España, para muchos hombres que habían hecho la guerra, no era ni es un concurso de disposiciones legales, con soporte en la tradición. Además de esto, la Nación resultaba para dichos hombres el espaldarazo histórico de una conducta ante el mundo, incluso de la justificación por las obras ante una cierta conciencia personal. Y de ahí que, no conformes con las leyes, instasen a los responsables a vivir con arreglo a las mismas. Es decir, no solo interesaba una legitimidad en el origen, sino también en el ejercicio. La incógnita quedaba despejada en el preciso instante en que las prácticas políticas concordasen con las ideológicas. En ocasiones ocurría así; pero también se empezaban a descubrir fisuras que no trató de taponar y corregir el propio Estado, sino los hombres que sin estar en su nómina administrativa se sentían carne y sangre de sus fundamentos objetivos. Y para ello buscaron las fórmulas fuera de la mecánica de la acción del Estado, pero dentro de sus legalidades y campos de juego permitidos.

    De un grupo de esa clase de hombres surgió FUERZA NUEVA. Los comentaristas políticos más reconocidos apostaron por seis meses de vida de la revista, ya que, utilizando un rasero superficial de la medida, carecía de sentido mantener ideas que el propio Estado estaba obligado a defender. Pero el cálculo falló y pronto se pudo ver que aquello que no era más que un proyecto de corrección al propio Sistema, incluso de ayuda absolutamente desinteresada tanto en lo ideológico como en lo económico, tomaba formas especiales. En el país comenzó un clamor que ponía sobre FUERZA NUEVA etiquetas muy perfiladas con inscripciones también muy ceñidas a adjetivaciones políticas. FUERZA NUEVA, desde entonces, iba a ser la fosa común en la que iban a caer toda clase de epítetos denigratorios a una política concreta. Y, por elevación, todo el caudal dialéctico que, por temores o precauciones o estrategias, no se atrevería nadie a dirigir al propio Estado en vida del Generalísimo Franco.

    El lenguaje de «FUERZA NUEVA»

    La publicación, que había visto la luz en 1967, desde el primer momento optó por la dialéctica contundente. Ello estaba motivado en la necesidad de acometer la denuncia de una manera directa, sin ambigüedades lingüísticas. La opinión pública notó el choque, ya que no era corriente escuchar aquel lenguaje cuando desde las páginas de los periódicos españoles se había pergeñado un nuevo lenguaje político con intenciones de eludir la censura previa. Ésta ya había desaparecido por la promulgación de la Ley de Prensa e Imprenta en 1966, pero aquella alusión al desmarque dialéctico no afectó a FUERZA NUEVA, que siguió utilizando la vía directa para nombrar las cosas, e incluso las personas.

    Comenzó a surgir en el país una ola de epítetos para la revista, y principalmente para su fundador Blas Piñar. Éste, muchas veces, ni siquiera tomaba parte en muchas de las causas que daban lugar a las adjetivaciones. Pero, de cualquier modo, el baremo de ultra, reaccionaria, fascista, inquisitorial y retrógrada ya no hubo quien se lo quitase a la publicación. Y una especie de tempestad acusadora se despertó por la mayor parte del territorio nacional.

    Los detractores tenían rostro y perfil definidos. Iban montando una cabalgadura que, para deslindar actitudes políticas, resultaba sencilla. La llamada derecha, ya no había duda, la representaba FUERZA NUEVA en su versión más extremosa. Significaba el reconocimiento ineludible a una combatividad demostrada y una inclinación tendenciosa a hacer cargar a ajenos con lo que era propiedad del Sistema. Una cosa quedó clara con el paso del tiempo: quien estuvo con el Régimen [del "18 de Julio"]español –aunque con ciertas reservas en algunos-, estuvo con FUERZA NUEVA; quien siempre se opuso sistemáticamente a la revista, antes o después reconoció su franca oposición al Sistema. La cita parece excesiva, pero en la práctica política, y a nivel de ideas, resulta comprobable. En las siguientes líneas intentaremos demostrar, documentalmente, la argumentación que antecede.

    Algunos datos de interés

    El número 300 de FUERZA NUEVA publicaba el 7 de octubre de 1972 un trabajo que entre otras cosas decía así:
    En ese instante, 14 de enero de 1967, nace FUERZA NUEVA, para ocupar trincheras y taponar fisuras que se descubren. Las voces saltan intrépidas de todas partes. Comienza la guerra de las palabras y el apelativo personal contra los hombres que trabajan en dicha empresa… Y lo más curioso de la trama resulta el lugar de donde sale la acusación, la propaganda, la etiqueta. No es, ciertamente, de los cenáculos marxistas, que esperan el momento de la revancha; ni tampoco de esferas con incidencia extramuros… Es de los grupos que ganaron la guerra en las filas nacionales, de las familias interesadas y de la prensa oficial que sirve los postulados de la Victoria desde donde comienza el combate.”

    Es comprobable que el lenguaje de la publicación no se anda por las ramas. Escueto, directo, apunta a donde le duele… revulsivo de conciencia de parte de algunos administradores de la Victoria… Continuaba así aquel aludido trabajo: “Por eso nació FUERZA NUEVA. Su intención era tanto cubrir trincheras como empujar a los responsables a cumplir con una misión histórica... que en nuestro país señala una dimensión grande, concreta, una labor continua por hacer”…

    Contrastes periodísticos

    Estamos en Guadalajara el 30 de mayo de 1972, día de San Fernando, patrón de la juventud española. Los antiguos miembros del Frente de Juventudes organizan una serie de conferencias entre las que figuran hombres públicos, como Manuel Fraga Iribarne, Tomás Allende García Báxter y Blas Piñar. Éste último tenía que hablar en el Coliseo Luengo, el de mayor capacidad de la ciudad, porque se preveía la afluencia masiva de público, como así fue… Y el discurso, que se anunciaba lleno de matizaciones doctrinales, no desmereció de su profecía.

    Al llegar al análisis político de la Monarquía española, Blas Piñar habló así: “De aquí que la Monarquía que tenemos… sea la Monarquía del 18 de Julio. No trae nada del pasado, como no sea su fidelidad a esa fecha renovadora. El Príncipe es su servidor, más que su encarnación personal. Su derecho no arranca de la dinastía… sino de la voluntad fundacional de un pueblo que de la nada constituye un Estado y coloca al rey en su cabeza. No se restaura lo que feneció, aunque no neguemos gratitud a quienes en un sistema caduco mantuvieron la dignidad”.
    Muy pocos días después, Argos, columnista de «ABC» en pocas palabras sentenciaba: “Una curiosa interpretación(la de Blas Piñar) para ofender la memoria de Alfonso XIII”.

    20 de diciembre de 1973. Un comando desconocido, que más tarde se identificaba como de ETA, asesinaba a Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno. Una crisis política aparece de inmediato. Se teme que, por venir el magnicidio de fuerzas ocultas y clandestinas de la izquierda, la llamada derecha pueda dar un contragolpe. Las rotativas extranjeras ven unos manejos extraños entre los hilos del Estado Mayor español. Se apunta a… un levantamiento derechista. La opinión pública se alarma ante las noticias de los comentaristas políticos. Lectores y simpatizantes de la revista se unen a la manifestación de duelo el día siguiente, 21. Allí van grupos de universitarios ajenos a la revista y muchos españoles a secas que gritan vivas y piden justicia.
    Pero el 13 de enero de 1974 la revista italiana «Epoca» escribe: “El Ejército bloqueó la tentativa de los extremistas de derechas de desencadenar una represión sangrienta contra la oposición al Régimen. Blas Piñar y sus Guerrilleros de Cristo Rey habían preparado una lista negra de miles de personas que debían ser asesinadas por venganza…”

    Opiniones ajenas

    -El «Diario de Mallorca» recogía unas declaraciones de Blas Piñar nada más aparecer la revista, en enero de 1967: “En lo religioso, somos integristas en el dogma y progresistas en la metodología. En lo político aspiramos a recoger y avivar una corriente mayoritaria que ahora se encuentra confusa”.
    La polémica no iba a tardar en desatarse cuando en «Arriba» por aquellas fechas, escribía Jaime Campmany: “Si uno de sus fundamentos ideológicos (de FUERZA NUEVA) es el que usted desarrolla en su artículo (“Violencia y dolo”, por Blas Piñar), tal vez esta fuerza no resulte tan nueva como el nombre indica. Es una fuerza muy anterior al ‘homo sapiens”.
    Es de destacar como «Arriba», hoy mismo (1976) vuelve a utilizar contra nuestra revista esa misma dialéctica.

    -A propósito de unas conferencias pronunciadas por Blas Piñar en Las Palmas sobre fondo religioso, escribía José Luis Albertos en un medio local: “Mucho me temo que este fenómeno llamado FUERZA NUEVA no esté en la línea de lo que Pablo VI pensaba al hablar de la ‘animación ideológica, espiritual y moral de la vida pública. Y entonces, si Blas Piñar y sus amigos descienden a unos niveles que corresponden a lo político propiamente dicho, no acabo de explicarme por qué motivo el Consejo Diocesano de Hombres de Acción Católica involucra en una casi análoga operación, y dentro de su propia casa, un tema religioso, como es el Concilio, y un tema político, como es el movimiento y la revista FUERZA NUEVA”.
    Corría el mismo año de 1967: el semanario estaba en sus primeros pasos.

    -Emilio Romero, director de «Pueblo» hablaba de extremismos también en los primeros meses de 1967 y, entre otras cosas, escribía: “Entonces los ‘integristas’ conceden alguna cosa al tiempo que vivimos, pero bien amarrada, y los ‘progresistas’ tienen que sumarse de algún modo a la ortodoxia de los brahmanes para componer un juego donde sea viable el contraste de pareceres en un país que produce Blases Piñares y Santiagos Carrillos”.
    A esto se añadía, a propósito del debate en las Cortes de la Ley de Libertad Religiosa, y a propósito también de la defensa decidida que hicieron Blas Piñar y FUERZA NUEVA de la unidad religiosa, la cabeza de un artículo que volvía a escribir Jaime Campmany: “La sombra de Torquemada”. La publicación y también su fundador, quedaban bien etiquetados.

    Prosigue la “conflictiva”

    Ya se ha dicho que FUERZA NUEVA intentaba defender –para eso se fundó- las tres unidades españolas: espiritual, política y social. No extraña, por tanto, que tratándose de lo segundo diese importancia a aquellas fuerzas políticas que hubiesen participado en el frente nacional y que más tarde ofreciesen la savia doctrinal al Estado. Así pasó con la Falange, cuya ortodoxia siempre interesó a la revista a la luz del pensamiento joseantoniano… que en diversas ocasiones ha hablado del enterramiento doctrinal de la misma incluso por aquellos que más obligados estaban a servirla.

    -En este sentido…, «Arriba», órgano oficial de la Secretaría general del Movimiento, en tiempos en que era su director Jaime Campmany, escribía por la pluma de Gabriel Araceli: “¿A qué Falange se refiere el periódico que inspira don Blas Piñar? … Si la Falange que echa de menos FUERZA NUEVA es la que tan generosamente sirvió como guardia de la porra a la oligarquía capitalista triunfante, que la entierren cuando quieran”. Esto aparecía el 17 de noviembre de 1970. Más tarde, Jaime Campmany, quien había ordenado retirar el yugo y las flechas de la cabecera de «Arriba» y que había escrito el “Réquiem por el 29 de octubre” [fecha de fundación de Falange en 1933], salía como director del periódico.

    -En mayo de 1970 no sólo interesan ya las ideas de FUERZA NUEVA sino que se bucea hasta en los mínimos detalles la posibilidad de dar con sus raíces económicas. Así publicaba un suelto la revista «Cuadernos para el Diálogo», que después de estudiar la publicidad de FUERZA NUEVA a base de centímetros, páginas, etc. y de hacer unas premoniciones económicas, continúa su autor, A. L. H. : “Conclusión: Entre el Estado y un sector de la Banca privada anda el juego, al menos en parte, de la financiación de los exabruptos del incomparable semanario FUERZA NUEVA. El problema grave es que tanto el primero como la segunda manejan, primordialmente, recursos ajenos…

    -Nuestro Régimen –dice Emilio Romero en «Pueblo» el 30 de julio de 1970- limita al norte con FUERZA NUEVA; al sur con «Pueblo»; al este con «El Pensamiento Navarro»; y al oeste con «ABC»”.

    De lo jocoso a lo notorio

    -… El 23 de diciembre de 1971, paradójicamente «La Solidaridad Nacional», de Barcelona, órgano del Movimiento, editorializaba así: FUERZA NUEVA “si se declara afecta al Movimiento del 18 de Julio, le hace a éste un pésimo servicio al no ajustarse a las normativas de sus jerarquías y de su disciplina”.

    -Y desde la banda contraria, desde «Hora de Madrid», órgano clandestino del Comité de Madrid del Partido Comunista de España, se escribía: “De nuevo rugió el hombre de las cavernas. Del túnel de los tiempos apareció el Fuhrer Blas Piñar, que, acompañado del capitán general de Cataluña, de militares uniformados y de cuanto “picapiedra” hay en Barcelona, celebró la entrada fascista en la capital de Cataluña en 1939”…

    Cinco secuestros

    …A fines de marzo de 1972, había sido recogido un número del semanario, según constaba en el expediente, por una carta de despedida que Blas Piñar dirigía al embajador de Taiwan, convertido, por disposición superior, en una provincia de la China Popular cuando hasta entonces, en España y en el mundo tenía todos los visos de país independiente.

    -Anteriormente, años atrás, el número 163 también había sido secuestrado por aplicación radical de la Ley de Prensa, por reproducir unos panfletos comunistas que ilustraban un artículo de defensa de las Instituciones españolas. Más tarde fue el número 251, por insertar la reseña del discurso de Blas Piñar en Valencia, en aquellos párrafos que hacía mención a la política exterior de López Bravo.

    -Dos números consecutivos, 318 y 319, fueron también retirados de los quioscos. En el primer caso, en relación con un comentario sobre las declaraciones a Tico Medina, en «ABC» del ministro de Asuntos Exteriores. Y en el segundo, con una crónica relacionada con el secuestro del industrial Huarte por ETA (1973) …

    Es una historia que no acaba aquí, ya que en numerosas ocasiones, y a petición imperativa de la Dirección General de Prensa, ha habido que cambiar páginas, retocar informaciones y sustituir trabajos anteriormente compuestos. En el caso del embajador de Formosa, el Consejo de Redacción de la Revista decidió salir adelante a pesar de la amenaza previa que pesaba sobre la publicación en caso de que dicha carta fuese reproducida. En la antigua Redacción de la calle de Velázquez se llegó a empapelar un muro de la habitación con circulares y citas de convocatoria para diversos estamentos oficiales relacionados con expedientes impuestos a la publicación. Contra el propio Blas Piñar, con motivo de la carta aludida, presentó una querella el fiscal general del Tribunal Supremo, pidiendo su procesamiento. Reunida la sala de lo Criminal del Tribunal Supremo… decidió que no había lugar ya que “esa era la postura de un español honrado”.

    Más tarde, con motivo de las posibles responsabilidades del famoso artículo “Señor Presidente” (1974), la actitud del Tribunal Supremo fue exactamente la misma, es decir, desestimación del recurso.

    El 1 de octubre de 1975

    El último “encuentro” con la Administración tuvo lugar con motivo de la aparición del número 457, de fecha 11 de octubre de 1975. Acababa de tener lugar el acto patriótico, espontáneo y multitudinario de repulsa a la campaña antiespañola en la plaza de Oriente. FUERZA NUEVA titulaba en portada: “Un millón de ultras”, sobre una fotografía en que se apreciaba un bosque de brazos en alto y banderas nacionales. El Gobierno de entonces –último de Franco- no estaba en muy buena sintonía política con El Pardo… Estuvo esperando con ansia que saliese el número semanal de FUERZA NUEVA…, ya que ETA seguía asesinando en Vascongadas y FRAP lo hacía en Madrid, y nuestra revista era de las primeras en poner el dedo en la llaga: culpar en gran parte a una política que había sido instada a la reforma no por impulso del pueblo –allí se vio, nadie pedía apertura-, sino por un raro espíritu extraído del discurso programático del “12 de febrero”.

    FUERZA NUEVA salió sin dos de sus páginas, y al número siguiente aparecía sin su director habitual. Tomaba el relevo en funciones Pedro Rodrigo Martínez, actual director. Manuel Ballesteros Barahona, coronel de Sanidad Militar en activo y profesional del periodismo, dejaba el puesto y no precisamente por decisión personal…Había mediado algún otro requerimiento de aquel Gobierno Arias, que efectivamente certificaba la falta de conexión con Franco. En una de aquellas páginas arrancadas, firmada por el director, se hablaba de la “sangre de la apertura”, y en otra, nuestro editorial hacía un llamamiento en la línea manifestada días antes por el ministro de la Gobernación de colaborar todos en la extirpación del terrorismo, pidiéndose desde nuestra revista, algo que estaba en la más pura legalidad: la reactivación del somatén. Pero no todos pensaban igual en aquel gabinete. Pudo más la posible pujanza política de los ultras en instante tan crucial que los hechos mismos a través de la más pura objetividad pública…

    La información en FUERZA NUEVA

    … La economía de la revista es muy limitada y desde hace años ha sufrido la casi retirada total de anuncios. Esto ha sido motivado, al parecer, por la pertinaz crítica económica de la publicación a sectores que van desde la empresa multinacional hasta el monopolio económico-político, base, a juicio de muchos editoriales de FUERZA NUEVA, de un complejo recinto de poder que paulatinamente ha descompuesto la inicial unidad política de los españoles…

    FUERZA NUEVA ha vivido la información con un pálpito especial y como espectador de primera fila: Desde el día que Pablo VI llega a Fátima para rezar con dos millones de católicos hasta los Montejurras en donde tras vitorear a Cristo Rey se pasa al insulto al Caudillo y a los gritos subversivos; las minas de la cuenca del Nalón conviviendo con los mineros…; el 17 de diciembre de 1970 en la Plaza de Oriente de Madrid; los pueblos surgidos del Plan Badajoz, el rastreo siguiendo la pista del secuestro de Huarte por España y Francia; las jornadas sacerdotales de Zaragoza donde 2.000 curas con fe tradicional no reciben la bendición del Papa, etc.


    “FUERZA NUEVA” tras el fallecimiento del Caudillo

    Es obvio que las cosas han cambiado mucho en España… Son ya casi seis meses de la muerte de Francisco Franco y el salto político es ostensiblemente olímpico. Nuestro semanario, por esa razón, y al ver el sesgo que tomaban los acontecimientos, decidió combatir. Y combatir por defensa de las leyes que todavía hoy (mayo 1976) siguen vigentes, aunque violadas y violentadas en la práctica a diestro y siniestro y desde el poder a la base.

    Es notorio –ya lo vio nuestro semanario- que los dirigentes, la llamada clase política entronizada en el directorio, no creía en la ley. Se sostuvo porque su cabeza visible hasta entonces creyó en ella hasta el último instante de su vida, y por temor o por falso agradecimiento o lealtad mantuvieron -muchos- una cautela aparente que se desparramó en desafueros e ingratitudes nada más dejar este mundo el que fuera Jefe de Estado. Porque FUERZA NUEVA lo vio: hemos llegado hoy a la situación actual, en la que el Gobierno no maneja la vara de la autoridad, puesto que ha perdido la fuerza muscular para sostenerla… La fe falta a raudales.

    Ahí están nuestras portadas desde entonces, nuestros editoriales, nuestros artículos y documentos (algunos aquí: http://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/25626-revista-fuerza-nueva-de-la-muerte-de-franco-la-constitucion-1975-78-a.html ).
    Y ahí están los discursos de nuestro fundador (algunos aquí: http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/25691-discursos-de-blas-pinar-durante-y-contra-la-transicion.html) hablados y escritos, para demostrar que es muy grave el momento que vivimos…


    Nuestra línea, hoy, siendo exactamente la misma, aparece más compacta y combativa que nunca. Todo depende, desgraciadamente, de que el cambio ha salido desde las mismas esferas del poder.
    Última edición por ALACRAN; 07/01/2020 a las 18:42
    Valmadian y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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