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Tema: Textos históricos de alabanzas a España

  1. #21
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    IDEA DE UNIVERSALIDAD:

    139
    “Puesto que mi origen es la tierra, toda ella es mi país, todos los hombres son mis parientes.
    ABUSALT OMEYA BENABISALT (1067-1134)


    IDEA DE LA UNIDAD:

    140
    “Uní las divisiones del país con mi espada, como quien une con la aguja los bordados, y congregué las diversas tribus desde mi primera juventud.
    Pregunta si en mis fronteras hay algún lugar abierto al enemigo y correré a cerrarlo desnudando la espada y cubierto con la coraza.
    Acércate a los cráneos que yacen por la tierra como copas de coloquíntida.
    Te dirán que en su acometida no fui de los que huyeron cobardemente; antes bien, acometí espada en mano...
    ALHAQUÉM I (796-822)


    ELOGIO DEL IMPERIO DE ABU NASAR:

    141
    “¡Oh, hijo de reyes y de los descendientes de los reyes y de aquellos con quienes las estrellas procuran competir en esplendor, si a su origen se atiende! Has edificado un alcázar que no tiene igual y que ha reunido en sí la excelsitud de tal suerte que no hay grado de excelsitud que le aventaje. Un palacio donde tiene su asiento el Califato, de cuyas maravillas se refieren cosas extrañas, que guardarán las páginas de la Historia.
    Edificaste para la religión, en la preciosa cumbre, una tienda de gloria que no necesita cuerdas para su sostén. ¡Cuántos beneficios habías concedido anteriormente al Islam! Se hallaban ocultos y la admiración descubrió sus huellas. Beneficios sin reprobación, bienes que no han de devolver misericordia sin esperanza, perdón sin interés.
    Es verdad, ¡cuán grande es el imperio que Abun Nasar alcanzó! Los signos presagios de la victoria se elevan sobre su alcázar. Favorecido por Dios, millares de hombres temen su ímpetu. Si amenaza, el firmamento, no lucirán en él las estrellas. El temor impele a los reyes hacia sus puertas, al paso que los que buscan amparo son impulsados hacia él por el deseo. Por lo muy acostumbrado que se halla a la liberalidad y benevolencia, sólo posee sus riquezas el tiempo que tarda en repartirla en dones. Jamás ceda en su poderío; séanle los reyes inferiores a él y por él le teman los árabes y extrañas gentes”.
    Inscripción en el Salón de la Barca, en la Alhambra de Granada.


    PÉRDIDA DEL TERRITORIO PATRIO:

    142
    “Cuanto sube hasta la cima
    desciende pronto abatido
    al profundo.
    ¡Ay de aquel que en algo estima
    el bien caduco mentido
    de este mundo!
    En todo terreno ser
    sólo permanece y dura
    el mudar.
    Lo que hoy es dicha o placer
    será mañana amargura
    y pesar.
    Es la vida transitoria
    un caminar sin reposo
    al olvido;
    plazo breve a toda gloria
    tiene el tiempo presuroso
    concedido.

    .............................

    Con sus cortes tan lucidas
    del Yemen los claros reyes
    ¿dónde están?
    ¿En dónde los Sasánidas
    que dieron tan sabias leyes
    al Irán?

    ..............................

    Montes de escombro y desiertos
    no ciudades populosas,
    ya se ven.
    ¿Qué es de Valencia y sus huertos?
    ¿Y Murcia y Játiva hermosas?
    ¿Y Jaén?
    ¿Qué es de Córdoba en el día,
    donde las ciencias hallaban
    noble asiento,
    do las artes a porfía
    por su gloria se afanaban?
    ¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
    que el Betis fecundo baña
    tan florida?

    ..............................

    Allí doncellas gentiles,
    que al andar perlas y flores
    esparcían,
    para faenas serviles
    los fieros conquistadores
    ofrecían.
    Hoy en lejana región
    prueban ellas del esclavo
    la amargura,
    que destroza el corazón
    y hiere la mente al cabo
    con locura.
    Tristes lágrimas ahora
    vierta todo fiel creyente
    del Islam.
    ¿Quién su infortunio no llora,
    y roto el pecho no siente
    del afán?”
    ABULBECA DE RONDA (Siglo XIII)


    NOSTALGIA DE LA PATRIA:

    143
    “Esto es Egipto; pero ¿do está la patria mía?
    Lágrimas su recuerdo me arranca sin cesar:
    Locura fue dejarte, ¡oh bella Andalucía!
    tu bien, perdido ahora, acierto a ponderar.
    ¿Dónde está mi Sevilla? Desde el tiempo dichoso
    que yo moraba en ella, lo que es gozar no sé.
    ¡Qué apacible deleite cuando, al son melodioso
    del laúd, por su río cantando navegué!
    Gemían las aplomas en el bosque, a la orilla;
    músicas resonaban en el vecino alcor...
    cuando pienso en la vida alegre de Sevilla,
    lo demás de mi vida me parece dolor.
    ¡Y aquellas gratas horas en el prado florido!
    ¡Y aquellas en los placeres suave libertad!
    recordando mi dulce paraíso perdido,
    cuanto en torno me cerca es yermo y soledad.
    Hasta el eco monótono de la movible rueda
    que el agua de la fuente obligaba a subir,
    cual si cerca estuviese, en mis oídos queda;
    toda impresión de entonces en mí suele vivir.
    No eran por la censura mis goces perturbados;
    la ciudad es tan linda, que se allana el Señor
    a perdonar en ella los mayores pecados;
    allí hasta el fin del mundo puedes ser pecador.
    La soberana pompa del caudaloso Nilo
    se eclipsa ante la gloria del gran Guadalquivir.
    ¡Cuántas ligeras barcas en su espejo tranquilo
    se ven, al son de músicas alegres, discurrir!

    ..............................

    A Málaga tampoco mi corazón olvida;
    no apaga en mí la ausencia la llama del amor.
    ¿Dónde están tus almenas, ¡oh Málaga querida!,
    tus torres, azoteas y excelso mirador?
    Allí la copa llena de vino generoso
    hacia los puros astros mil veces elevé,
    y en la enramada verde, del céfiro amoroso
    sobre mi frente el plácido susurrar escuché.

    ..................................

    Pasaron estas dichas, pasaron como un sueño,
    nada en pos ha venido que las haga olvidar;
    cuanto Egipto me ofrece menosprecio y desdeño;
    de este mal de la ausencia no consigo sanar.”
    ABENSAID EL MAGREBI (1214-1274)
    Pious dio el Víctor.

  2. #22
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HECHOS

    LA INVASIÓN :

    144
    “E fincará toda la tierra vacía de pueblo, bañada de lágrimas, complida de apellido, huéspeda de los extraños, engañada de los vecinos, desamparada de los moradores, viuda e asolada, de los sus fijos, confondida de los bárbaros, desmedrada por llanto e por llaga, fallescida de fortaleza, flaca de fuerzas, menguada de conorte, asolada de los suyos... toda la tierra astragaron los enemigos, e las casas hermaron, los omes mataron, las cibdades robaron e tomaron. Los árboles e las viñas e cuanto fallaron verde, cortaron; pujó tanto esta pestilencia e esta cuita, que non fincó en toda España buena villa nin ciudad de obispo oviesse, que non fuesse quemada e deribada e retenida de los moros."
    ALFONSO EL SABIO, ‘Crónica general de España”’.


    MALLORCA:

    145
    “La isla de Mallorca es una de las tierras de Dios más pobladas y de las más abundantes en mieses, provisiones y ganados. A pesar de su aislamiento de las demás tierras, puede pasarse sin ellas, y hasta les envía el sobrante de sus productos. Su prosperidad, su independencia, la densidad de su población, la extensión de su campiña, la enriquecen. Hay en ella multitud de ventajas.
    Tiene hombres ilustres y guerreros que se consagran a defenderla de los enemigos que la cercan: ‘No hay que desear jamás ayuda más que de aquel que tiene a la espada por amigo íntimo’.
    Esto es -¡Dios adorne tus méritos añadiendo el de la justicia y honre tu generosidad haciéndote confesar las excelencias ajenas!- lo que me ha ocurrido ahora, a propósito de elogiar la península de al-Andalus.
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    VALENCIA:

    146
    “Valencia es llamada por sus muchos jardines, el ramillete del al-Andalus. Su Ruzafa es uno de los más bellos sitios de placer de la tierra. En esta región está la célebre Albufera, llena de luz y de brillo, y se dice que a causa del reflejo del sol en esta Albufera, es tan abundante la luz en Valencia, hasta el punto de caracterizarse por eso. Entre los productos especiales de esta tierra está el brocado valenciano, que es exportado a las regiones del Magrib. No faltan en ella sabios, ni poetas, ni caballeros que resisten valerosamente la vecindad de los enemigos y apuran en ella la copa de los placeres mezclados con las desgracias. Sus habitantes son las gentes de más pura conducta, de religiosidad más firme, de amistad más constante y los más compasivos en el extranjero”.
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    147
    “Valencia, Valencia, vinieron sobre ti muchos quebrantos et estás en ora de te perder. Pues si tu ventura fuer que tú escapes desto, será grant maravilla a quien quier que te viese.
    Et si Dios fizo merced a algún lugar, tovo por bien de lo facer a ti; que fueste siempre nobleza et alegría solaz en que todos los moros folgaban et avien plazer.
    Et si Dios quisiere que de todo en todo ayas de perder desta vez, será por los tus grandes pecados et por los grandes atrevimientos que viste en tu soberbia...
    Las tus muy altas torres et muy fermosas, que de lexos parecían et confortaban los corazones de tu pueblo, poco a poco se van cayendo...
    Las tus acequias claras, de que te mucho aprovechabas, se tornaron turbias; et con la mengua del alimpiamiento llenas van de muy grant cieno.
    Las tus nobles et viciosas huertas, que en derredor de ti son, el rilobo rabioso les cavó las raízes et non pueden dar flor...
    El tu muy gran término, de que te llamabas señora antigua los fuegos lo an quemado, et a ti legan ya los grandes fumos.
    Et a la tu grant enfermedad non le pueden fallar melecina, et los phísicos son ya desesperados de nunca te poder sanar...
    AL GUACAXI ( - 1096) ‘Elegía’ (Intercalada en la ‘Crónica General’ de Alfonso X el Sabio)


    MURCIA:

    148
    “Murcia es la capital del Oriente de al-Andalus. Sus habitantes son tan valerosos e independientes como es sabido y notorio. Su río, es un brazo del río de Sevilla, pues entrambos nacen en Segura, y a su lado hay tantos jardines de ramas ondulantes, tantas norias que cantan notas musicales, tantos pájaros gorjeadores y flores alineadas, como habrás oído. Es una de las tierras más ricas en frutos y perfumes. Sus habitantes son las gentes más alegres y divertidas que existen, a causa de que los alrededores de la ciudad ayudan a ello por la belleza de sus panoramas. Es la ciudad en la cual la novia que escoja su ajuar puede equiparse del todo, sin necesidad de recurrir para cosa alguna a otra parte.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    SEVILLA y sus gentes:

    149
    “Si te atreves ahora a entrar en la descripción del país y en la exposición de sus bellezas y de aquello que Dios le atribuyó particularmente, negándoselo a los demás, oye lo que hará morir de tristeza al envidioso:
    Sevilla cuenta entre sus excelencias lo templado de su clima, la magnificencia de sus edificios, el ornato, tanto de su recinto como de los alrededores, y ese tan alto grado de refinamiento que hace que el vulgo diga: ‘Si en Sevilla se pidiese leche de pájaro, se encontraría’.
    Por su gran río sube la marea hasta setenta y dos millas tierra adentro, para después bajar, acerca de lo cual dijo Ibn Safar:

    El céfiro rasgó la túnica del río al volar sobre él y el río se desbordó por sus márgenes para perseguirlo y tomar venganza.
    Pero las palomas se rieron de él, burlándose al abrigo de la espesura, y el río, avergonzado, tornó a meterse en su cauce y a ocultarse en su velo.

    Los sevillanos son las gentes más ligeras de cascos, más espontáneas para el chiste y más dadas a la burla, aun empleando las más feas injurias; y de tal suerte están habituados a esto y lo tienen por hábito, que entre ellos es considerado odioso y cargante el que no se dedica a tales cosas y no da y acepta esta clase de bromas.
    Acerca del Aljarafe de Sevilla, ya has oído lo que dijo uno de los autores de muwassahas en una compuesta en alabanza de al-Mutamid ibn Abbad:

    Sevilla es una novia
    cuyo esposo es Abbad:
    el Aljarafe es su corona;
    su collar es el río.

    Es decir, que el Aljarafe (al-Saraf) ha reunido toda la excelsitud (al-saraf) que quiso. Sus productos cubren las regiones de la tierra, y el aceite que se prensa en sus olivares es exportado hasta la propia Alejandría. Sus aldeas superan a todas las otras aldeas por el primor de sus construcciones y por el celo con que sus habitantes las cuidan por dentro y por fuera, hasta el punto de que parecen, de encaladas que las tiene, estrellas blancas en un cielo de olivos.
    Sus mujeres, sus vehículos (tanto terrestres como marítimos), sus guisos y sus frutos (lo mismo frescos que secos) son especies que en el reparto del mérito han logrado la parte más copiosa. En cuanto a sus casas, ya tienes noticias de su perfección y del celo con que sus propietarios las cuidan. En la mayoría de ellas no falta agua corriente, ni árboles frondosos, tales como el naranjo, el limero, el limonero, el cidro y otros.
    Sus sabios en toda rama de saber, elevada o humilde, seria o jocosa, son demasiados en número para que puedan contentarse y demasiado célebres para que tengan que ser citados.
    Tocante a los poetas que hay en ella, así como compositores de muwassahas y zayales, son tantos, que si se distribuyesen por Berbería sería ésta estrecha para contenerlos y, sin embargo, todos alcanzan el favor y los regalos de los magnates de la ciudad.
    Mi único propósito al mencionar cuanto he citado respecto a esta noble población ha sido dar con ello una idea representativa de las excelencias de todo al-Andalus, pues aunque ninguna de sus ciudades está falta de nada de eso, sin embargo, he puesto a Sevilla, mejor dicho la ha puesto Dios, como madre de todas sus ciudades y centro de su gloria y de su excelsitud, puesto que es la mayor de sus poblaciones y la más grande de sus capitales.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    ALMERÍA:

    150
    “Almería es ciudad de célebre fama y de importancia grande, cuyos habitantes se distinguen por su carácter ecuánime, su brillante fausto, la suavidad del cutis, la belleza de los rostros y las costumbres, la nobleza en el trato y en la amistad.
    Su playa es la más limpia, más abierta y más linda de ver de las playas.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    MÁLAGA:

    151
    “Málaga reúne las dos perspectivas de mar y tierra, con viñas que se suceden sin interrupción, sin que puedas ver entre ellas un claro de terreno falto de cultivo; con quintas que se parecen a las estrellas del cielo, por su gran número y por el esplendor de su brillo; y con el río, que cruza, visitándolo en las dos estaciones del invierno y la primavera, lo hondo de su vega y la rodea para conocer sus contornos.

    .........................

    También es peculiar de esta ciudad un vino delicioso, tanto lícito como ilícito, hasta el punto de que se ha hecho proverbial el vino de Málaga. A un calavera que estaba a la muerte le decían: ‘Pide perdón a tu Señor’. Y él, levantando las manos, clamaba: ‘¡Oh, Señor! De todo lo que hay en el Paraíso, no te pido más que vino de Málaga y pasas de Sevilla.’”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    GRANADA:

    152
    “Granada es el Damasco de al-Andalus, pasto de los ojos, elevación de las almas. Tiene una alcazaba inexpugnable, de altos muros y edificios espléndidos. Se distingue por la peculiaridad de su río, que se reparte por sus casas, baños, zocos, molinos exteriores e interiores y jardines. Dios la ha adornado colocándola en lo alto de su extensa vega, donde los lingotes de plata de los arroyos se ramifican entre la esmeralda de los árboles. El céfiro de su Nayd y el bello panorama de su Hawz encantan ojos y corazones, sutilizando las almas. Todo es en ella nuevo y peregrino.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    153
    “Sobre este palacio de peregrina belleza,
    brilla la grandeza del Sultán.
    Brilla su belleza y sus flores,
    la lluvia de las nubes la cubre generosamente.
    Las manos de sus creadores bordaron en sus lados
    bordados que parecen flores de jardín.
    Su salón parece una desposada que ofrece a la comitiva
    nupcial su belleza tentadora."

    ‘Inscripción en el pórtico del Generalife’.


    JAÉN:

    154
    “Jaén es el castillo de las tierras de al-Andalus, porque es la ciudad más abundante en mieses, la más esforzada en héroes, la más inexpugnable...
    No faltan en ella sabios y poetas. Se le llama ‘Jaén de la seda’ por el gran número de gentes, tanto del campo como de la ciudad, que se dedican en ella a la cría del gusano de seda.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.


    CÓRDOBA:

    155
    “Córdoba fue, en lo antiguo sede del Imperio, centro de la ciencia, faro de la religiosidad, asiento de la nobleza y de la primacía. En ella residieron los reyes y los magnates del tiempo de la Conquista y, más tarde, los reyes Marwaníes. En ella vivieron Yahya ibn Yahya, discípulo directo de Malik, y Abd al-Malik ibn Habid. Ya habrás sentido que sus habitantes sentían gran veneración por el Derecho canónico y rivalizaban con ansia por alcanzar la primacía en esta ciencia, y que los reyes se humillaban ante los ulemas, ensalzando su rango y obrando con arreglo a sus opiniones, y que no elegían ministro ni consejero que no fuese sabio.”
    AL-SAQUNDI, ‘Elogio del Islam español’.

    156
    “Poseen en el más alto grado la elevación y el esplendor. Dominantes intelectuales de la región y consumidos en la piedad, son renombrados por la pureza de su doctrina, la exactitud de su probidad, y la belleza de sus trajes, tanto en la manera de vestir y sus monturas, como en lo que toca a la elevación de sentimientos que manifiestan en sus reuniones y en sus sociedades, así como en la elección de los alimentos y bebidas; añadid a esto que están dotados de un carácter amable, de las maneras más distinguidas, y que jamás en Córdoba han faltado sabios ilustres ni personas notables. En cuanto a los negocios, poseen riquezas considerables, habitaciones amuebladas suntuosamente y no son movidos más que por una noble ambición.”
    ABU-ABDALLA MOHAMED AL-EDRISI, (1099-1165) ‘Descripción de España’


    ZARAGOZA:

    157:
    “Zaragoza es una de las principales ciudades de España. Es grande y muy poblada. Sus calles son anchas y sus edificios muy hermosos. Rodeanla jardines y vergeles. Las murallas de esta ciudad están hechas de piedra y son muy fuertes; han sido edificadas a orillas del gran río llamado Ebro... Este río procede en parte de país de los cristianos, en parte de las montañas de Calatayud, y en parte de las inmediaciones de Calahorra. La reunión de estas diversas corrientes de agua se efectúa sobre la ciudad de Tudela. Zaragoza lleva también el nombre de Al-medina Albaida (la ciudad blanca), porque la mayor parte de sus casas están revestidas de yeso o cal... Una de sus particularidades más notables es que allí nunca se ven serpientes. Cuando un reptil de esta clase se le transporta de fuera y se le introduce en la ciudad, muere al instante. Existe en Zaragoza un gran puente por el cual se pasa para entrar en la ciudad, la cual posee fuertes murallas y soberbios edificios”
    ABU-ABDALLA MOHAMED AL-EDRISI, (1099-1165) ‘Descripción de España’
    Pious dio el Víctor.

  3. #23
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    VI – LOS REINOS MEDIEVALES; SPANIAE SALUS.

    1
    Ante el avance de la turba árabe galopando por las tierras de España hubo un repliegue general de los dispersos grupos militares y un éxodo angustioso de las poblaciones civiles que, “despertando en la sangre ibérica”, huyeron a los montes para organizar la resistencia. ¿En nombre de qué idea o persona se realiza este hecho?
    Les mueve la conciencia católica de España, que es unión de dispersos. Y en virtud de ello se lanzan a la guerra santa de guerrillas y acción. “Jesucristo frente a Mahoma; la Cruz contra la Media Luna”. La fe y la fiereza ancestral forman el ideal de esta contienda, que durará siglos y que acoge en los primeros tiempos en las montañas, cuevas y riscos.
    Cuando el viejo reino visigodo se ha convertido en un gran emirato dependiente de Damasco, un grupo que guerrea en las tierras de Asturias desenvaina la espada y aviva el rescoldo de la antigua unidad. No son ejército ni comunidad; son un embrión de pueblo, “mitad monjes, mitad soldados”, a los que manda un jefe que será rey, llamado Pelayo, “el primer rey nacional de España”.

    Abajo, en las tierras calientes de Al-Andalus, otro príncipe se yergue y se separa del califato de Damasco proclamándose único jefe de los musulmanes españoles. Así nacen en el panorama de España dos ciudades que persiguen lo mismo, con signos contrarios: Oviedo y Córdoba.
    Y así comienza y florece la gesta épica de la Reconquista española. A la llamada cantábrica de Covadonga responderá la cristiandad pirenaica desde Roncesvalles, a Sobrarbe y Egara. La exaltación de la victoria de Covadonga ganará el entusiasmo de los naturales y desde entonces se aprovecharán los menores resquicios para combatir al enemigo.
    El diminuto reino asturiano ensanchó lentamente sus fronteras, y los sucesores de Pelayo: los Favilas, Fruelas y Alfonsos consiguen prolongar sus dominios hasta llegar a León, capital de la primera monarquía española.

    Los hombres de aquellas tierras del Cantábrico, los pobladores de los Pirineos, obedecían a unas conscientes ideas de solidaridad, fundadas junto a los móviles religiosos en una conciencia fija, declaradamente nacional.
    “Los habitantes cántabro-pirenaicos entendieron como obligación ineludible la de oponerse a los invasores, que aportaban una mentalidad totalmente unitaria –Oriente contra Occidente-, de la que jamás se desprendieron. A pesar de los núcleos aislados, la idea de España no desaparece, y aparte de la constante convergencia de todos los esfuerzos de la reconquista, cuyas líneas quebradas se dirigieron continuamente hacia un vértice común, existen los significativos ejemplos de aquellos reyes navarros, aragoneses y, en ciertos momentos, hasta árabes, que se consideran subordinados a la dinastía imperial de León, directa heredera de la unidad, y todas las constantes alusiones con que, desde San Isidoro, se hacen en alabanza de la Madre España apasionadamente canta a través del periodo medieval.”
    Y como para afirmar el carácter de la epopeya, militar o terrena, religiosa o celestial, aparecen en ese periodo inicial dos hechos que serán fuente de otros más preclaros: el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en Compostela, “fuente suprema de energía de la restauración nacional”, y la aparición de la Cruz de los Ángeles, como bendición del Cielo a la tarea emprendida.
    Por la gracia del primero se abre una vía de cultura a través de la España guerrera. Mediante la merced del segundo se ata más el alma española con su tierra, dándole la fuerza que mantendrá aquella lucha.

    Pero tal vez el mayor motivo que impulsa a la gente española a recuperar el territorio perdido es la realización de una idea mucho más grande y de mayor trascendencia:
    “En la segunda mitad del siglo VIII comienza a debilitarse el imperio de Bizancio y se afianza el cisma de Oriente: el arzobispo de Constantinopla se convierte en instrumento del emperador. En contrapartida a esa debilitación de la potestad civil más fuerte que entonces existía y a esa escisión que entonces sufría la Iglesia Católica, surgen en Occidente el Imperio de Carlomagno y el poder temporal de los Papas. Estos dos poderes, estrechamente unidos, van tomando la entera dirección de los pueblos llamados bárbaros convertidos al catolicismo.”
    En este momento el árabe se puso frente a ese poder unificador, porque tenía también una religión única y ‘unificadora’, con su centro en la Meca, al modo de los católicos en Roma, y trató de reducir a Europa pasando por España. En este instante los habitantes del Norte de España se acuerdan de su misión providencial en el mundo y se aprestan a defender, con el suelo patrio, la ‘catolicidad’.
    “La virtud de adaptación característica del pueblo español no se practicó en este caso; y ello única y exclusivamente por servir a esa idea providencialista”.

    Por eso, a pesar de que los reinos y condados pirenaicos estuvieron separados ‘políticamente’, conservaron todos la ‘unidad’. Esta unidad estaba constituida por el anhelo común de extrañar a los mahometanos del suelo patrio para reanudar el lazo que a todos, libres e invadidos, les ligaba, es decir, la ‘catolicidad’. Y en este ideal están unidos Asturias, León, Castilla, Navarra y Cataluña. Y así se ve “al Conde de Urgel, Armengol, y a los obispos de Vich, Gerona y Barcelona asistir juntos, con los demás príncipes del territorio libre, a la expedición guerrera de Córdoba en 1010, y a Armengol III tomar parte en la de 1065 por tierras de Aragón, y a Berenguer Ramón II participar con Sancho Ramírez de Aragón y con Alfonso VI en la infausta batalla de Zalaca (1086), y luego a navarros y aragoneses participar en la gloria de las Navas de Tolosa, al lado de Alfonso VIII, y a Ramón Berenguer IV acompañar al rey castellano Alfonso VII en la conquista de Almería, y a Jaime I ayudar a San Fernando en la toma de Murcia”.
    Este hecho de solidaridad común entre los diversos príncipes de la zona libre, que subsiste íntegro a pesar de las mutuas discordias nacidas de rivalidades personales y opuestos intereses, no tiene explicación satisfactoria si no se piensa en que lo que les movía e impulsaba era el esfuerzo al servicio de la nacionalidad y de la catolicidad.

    Al propio tiempo, y movidos por igual impulso, se agitaban los ‘españoles’ de la zona invadida por responder a los mismos principios, y a los cuales se les planteó el problema de saber cuál había de ser la actitud de los católicos con el poder constituido. Tal fue el caso de los mozárabes cordobeses.
    La gente española que vive con los árabes, aquellos abnegados mozárabes de Córdoba, conocen que en el Norte de España se ha planteado la batalla de la Fe y que el Apóstol Santiago yace en España, todo lo cual apiña y fortalece su espíritu, que a fines del siglo IX creen llegada la hora de sublevarse al mando de un jefe de origen visigodo, Omar ben Hafsun, tentativa que fracasa cuando se derraman en busca de Castilla las huestes de Alfonso III y Ordoño II; o como antes lo fuera con la serie de martirios consumados en Córdoba y sus arrabales, que valió que San Eulogio escribiera su ‘Memorial de los Santos’, el ‘Apologético de los mártires’ y su ‘Documental martirial’.

    El P. García Villada nos resume la acción unificadora y militar de este periodo:

    “Fernando I de León y Castilla (1035-1065) conquistó a Lamego, Viseo y Coimbra, llegó hasta Alcalá e hizo tributarios suyos a los reyes moros de Zaragoza, Toledo y Badajoz; Ramiro I de Aragón (1035-1063) ensanchó sus Estados por Sobrarbe y Ribagorza, y los Condes de Barcelona bajan hasta Tarragona.
    “Con don Sancho el mayor de Navarra entra a reinar en Castilla, en la primera mitad del siglo XI, la casa navarra que, influida perfectamente por el espíritu francés, abre la puerta a los monjes cluniacenses, los cuales, secundando los deseos de los legados del papa Gregorio VII, suprimen el rito mozárabe e introducen el romano. Con esta romanización en el culto y la liturgia coincide la entrega que hacen todos los reyes peninsulares de sus Estados a la Santa Sede, declarándose feudatarios suyos.

    “La descollante personalidad de Alfonso VI sobresale a fines del siglo XI entre todos los demás reyes cristianos. El 25 de mayo de 1085 reconquista Toledo. Almotamid de Sevilla le rinde vasallaje, y las huestes de Alfonso VI pasan triunfantes por el territorio zaragozano, por Almería y Granada.
    “Los musulmanes llaman en su ayuda a los almorávides. Alfonso VI, que estaba sitiado en Zaragoza, levanta el cerco y se dirige con sus soldados y los catalanes y aragoneses a su encuentro. Trabóse la batalla de Zalaca, cerca de Badajoz; las fuerzas cristianas fueron derrotadas el 23 de octubre de 1086. Pero los islamitas no supieron sacar fruto considerable de esa victoria.
    “Entre tanto, el Cid se apoderaba de Valencia (año 1094), Alfonso I, el Batallador, los derrotaba, el 1120, en Cutanda; Ramón Berenguer IV conquista Tortosa (1148) y Lérida (1149), y Alfonso VIII, después del desastre de Alarcos, vencía su resistencia en la célebre jornada de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212), en la que participaron todas las regiones.

    “El siglo XII vio nacer la Orden de Calatrava y demás Órdenes militares, fruto de aquel ideal arraigado en la mente hispana: en su misión, guerrera y espiritual a un tiempo, aunaban estas instituciones las dos fuerzas inmanentes que sostuvieron vivo el aliento de la Reconquista durante ocho siglos.
    “Es éste, además, el siglo de la tendencia a la unificación de España; porque si bien se produce la secesión de Portugal, que no había de soldarse sino momentáneamente durante el reinado de Felipe II, se unen, en cambio, Aragón y Cataluña; se sella la fusión de León y Castilla, y se advierte la aproximación a ellas de Navarra.

    “El siglo XIII produce a Fernando III el Santo (1217-1252), que se apodera de Sevilla en 1248, y a Jaime I el Conquistador, que conquista las Baleares y el reino de Valencia. A la muerte de estos dos grandes monarcas puede decirse que el poderío musulmán estaba reducido al reino de Granada. Sancho IV conquistó Tarifa el año 1292. Y, por fin, el doble ideal, nacional y católico, sostenido aguerridamente contra el invasor durante ocho siglos, triunfó definitivamente con la toma de Granada en 1492. Entonces se conjuró el peligro de islamización de Europa; se conjuró gracias a la sangre vertida por España en una lucha multisecular.
    “Abnegación tan cruenta y prolongada parecía pedir en recompensa una paz duradera; pero quiso Dios exigir aún a España, brazo derecho de la Cristiandad, nuevos y gloriosos sacrificios.
    “Premio a su heroico denuedo frente al mahometismo fue la reconstrucción de la unidad nacional.”

    Este rosario de hechos terminará en la total unidad, con el matrimonio de las dos ramas en que España había estado dividida.




    2
    Hitos españoles de este período, que proporciona cada uno la buena semilla para su alabanza, son los tres en que puede resumir su espíritu:
    a) El camino de Santiago.
    b) La consolidación de Castilla.
    c) La idea de Imperio.


    A) EL CAMINO DE SANTIAGO

    En el siglo IX, cuando la Cristiandad agonizaba, cuando las masas del Asia y del África irrumpían en avalancha sobre Europa; cuando en todas las costas de Occidente los piratas normandos desembarcaban a hierro y a fuego; cuando se anunciaba para el cercano año 1000 el fin del mundo; cuando el soberbio intento romano-germánico de edificar Europa en orbe cerrado parecía ya deshecho y desvanecido, en un misterioso rincón de España, en tierras de Galicia, un ermitaño vio luces de amanecer en la noche del bosque y del mar. Luces anunciadoras y denunciativas sobre una piedra que, como una concha abriendo su valva, dejara aparecer el arca marmórea con el cuerpo del Apóstol.
    Afanoso el obispo Teodomiro, exploró el paisaje en que el valle estaba alumbrado por una estrella que, al ser descubierto el cuerpo convirtióse en “polvo de luz astral” que creó el ‘camino de Santiago’. “Vía láctea –al decir de Unamuno-, nebulosa de estrellas que guiaba a los peregrinos como a los magos su estrella”.

    Se estremece el obispo, y a poco, los pueblos a la redonda, y luego el Papa y al fin toda la Cristiandad. Y lo que fuera en un principio visión alucinada de anacoreta, pasó en seguida a ser símbolo colectivo; guión de combate, fe de reconquista y, al fin, triunfo decisivo de Roma. Porque bajo el emblema de aquel Apóstol, los orientales serían arrojados de Europa. Y Europa volvería a poner su pie en el África. Y frente a aquellas comarcas atlánticas y tenebrosas donde moraba el brujo Merlín y llegaban monstruos devoradores de doncellas e islas, este Occidente peninsular de Europa mandaría después flotas de carabelas y galeones con la cruz del Apóstol, amainando las ondas y amasando a los bárbaros infieles lejanos.

    El misterio de Santiago coincidió por mucho tiempo con el misterio mismo de lo cristiano en Europa. Y es que Santiago significaba el misterio de la resurrección de lo que no podía perecer: de la misma Roma, universal y católica.
    El mundo se estremeció y emprendió la marcha hacia la tumba descubierta, y los pies, muchas veces descalzos, de innúmeros romeros, trazaron las veredas, hollaron las calzadas por las que han de cruzar los reyes, los prelados, los guerreros, los siervos y los grandes señores, sin distinción de clases, de todos los confines de la tierra. Secularmente, pasa por esa ruta la cristiandad devota, con el alma anhelante, el bordón en la mano, con el zurrón y la caperuza que ornamentan con conchas y azabaches. “La cadena de la peregrinación se agita numerosa de un lado a otro del mundo cristiano; por aquellos caminos se hablan todas las lenguas y visten los más distintos trajes”.
    Se organizan desde tierras de Francia las rutas –“el camino francés”- que atravesando todo el Norte de España conducen a Santiago. Ya veremos después cuáles eran sus etapas. Los papas, los monarcas, las casas abaciales protegen la corriente de los peregrinajes; hospicios y hospitales abren su puerta a todos. Florecen las leyendas; se veneran en distintos parajes imágenes sagradas, y por todos los senderos del mundo camina el peregrino de Santiago. A medias por la tierra y a medias por el cielo va el camino francés. De puente a puente y de estrella a estrella va en ansia peregrina. “Sólo es peregrino el que camina hacia la tumba de Jacobo”, dirá Dante Alighieri en la ‘Vita nova’.

    ¿Dónde está el primer paso y la primera memoria del camino compostelano? ¿Quizá bajo la sandalia de piel de cabra de aquel monje maronita que en la duermevela se sus ayunos al traspaso, bajo el sol de Siria, soñaba que se arrodillaba en la tumba de Santiago? ¿En Novgorod, quizá, bajo las nieves rusas? No se sabe dónde empieza a andar el camino mayor de las peregrinaciones. Basta con saber sus posadas alemanas, sus hospitales franceses, sus pausas españolas. Empiecen donde empiecen, unos llevan a cuestas las cadenas de hierro de que se han liberado, en ofrenda al Apóstol; otros, plomos o piedras para ampliar la santa causa; algunos, sus horrendos pecados. Otros, en fin, el óbolo modesto, sus rezos y sus cánticos.
    Y tanto los que llevan una cruz en la mano, los que ofrecen sus bienes, que pródigos reparten, como los menesterosos que reciben la limosna en la palma, guardan la llama de la fe en su pecho y tienen en los labios la ferviente plegaria. La inmensa muchedumbre consume las etapas, atraviesa los bosques, los campos y los prados, y se acerca el momento de ver allá a lo lejos las torres de la ciudad soñada, de franquear sus puertas y sentirse cobijado bajo las bóvedas del templo en que reposa el Apóstol.


    LA PEREGRINACIÓN.

    Almanzor ha pasado por las tierras de España. Sus huestes –furor y saña- destrozan a mansalva. Hieren, destruyen y matan. Su sed implacable de tierras y ciudades tiene como finalidad principalmente anular la costumbre naciente en la España cristiana, quizá sobre precedentes lejanos musulmanes, de la peregrinación al sepulcro del Apóstol, que florecía cada vez con mayor fuerza y que podía llegar a ser un vínculo espiritual tan definitivo para la cristiandad como lo era la propia peregrinación a la Meca entre los musulmanes. Sus temibles hazañas llevaron el estrago y la desolación hasta el propio corazón espiritual de la España cristiana, llegando a destruir la ciudad de Santiago, hasta que a principios del siglo XI, con la vida de Almanzor, se acabaron sus desmanes.

    Truncada la corriente de aquel peregrinaje, queda a un monarca, Sancho I el Mayor, la misión trascendental de restaurar y consolidar las mansiones del camino de Santiago. Vencido el año 1000, en aquel siglo onceno, el mundo, sacudiéndose a sí mismo y despojado de vejeces, se impuso la vestidura de sus iglesias, catedrales, monasterios y ermitas, trocándolas los fieles por otras mejores.

    Se ha dicho que tal peregrinación estuvo inspirada quizás en la musulmana a la Meca y que respondía fundamentalmente al concepto tradicional de que el pecador, por su propio pecado, quedaba excluido de los beneficios de la comunidad con sus semejantes y le era forzoso hacer penitencia. Esta, en general, siempre larga y dura, era a veces pública. Se tiene referencia acerca de la ‘monstruosidad de los delitos’, así como de la severidad de las propias penas del tiempo. Para reconciliarse, toda la grey católica acude con afán a actos piadosos, y de entre todos ellos se considera como el más eficaz aquel por medio del cual se alcanzan más y mejor las indulgencias, la peregrinación lejana a pie, sufriendo toda suerte de incomodidades a lo largo de los caminos, entre actos devotos y meritorios. Roma es el centro hacia el cual tiende todo el orbe católico.
    Pero además se organizan dos peregrinaciones: una tiende hacia el Oriente, con la visita de los Santos Lugares; la otra se encamina al Occidente para venerar el cuerpo de Santiago. A través de estas vías de peregrinación se relaciona el mundo cristiano, llegando a los confines donde se encuentran los centros más intensos de la cultura musulmana. Y si el camino del Oriente hubo de dar lugar a las Cruzadas, el de Occidente lleva consigo el auge definitivo y la propagación de toda la cultura románica.

    ¡Ultreya! ¡Ultreya! “Adelante los peregrinos del camino de Santiago. La ruta es larga y áspera; el camino, fatigoso y expuesto. Venían entonando sus cánticos, tanto los franceses como los alemanes, los ingleses como los irlandeses, los escandinavos como los griegos, los húngaros, los levantinos, los tártaros y los armenios, agrupándose por nacionalidades, en un desfilar asaz dificultoso en un principio, hasta que los monarcas hicieron practicables las primitivas sendas, tendiendo puentes sobre los ríos, erigiendo hospitales y garantizando, aunque sólo fuera parcialmente, la integridad de cuerpos y de bolsas de quienes circulaban por ese torrente de vida y arte” ( Menéndez Pidal: ‘Poesía juglaresca y juglares’). El camino es muy largo y los peregrinos se animan con sus cantos: “Herru Sanctiagu”; Grot Sanctiagu; eultreya, esuseya; Deus, adjuva nos”.

    Florecen las leyendas, florecen los romances a lo largo de la ruta. Los juglares, con su parvo equipaje, no podían faltar; existen testimonios de su paso por Roncesvalles; se les sigue a través de diversas ciudades, ya solos, ya acompañando a personajes cuyos nombres evocan los de las grandes ciudades: tal es mosén Johan de Chartres, o esos tres bardos alemanes a quienes socorre el rey Carlos el Malo, rey de Navarra; o aquellos tres juglares del rey de Escocia a quienes presta ayuda el propio monarca. No falta tampoco la nota femenina de una juglaresa del arpa, una inglesa que aparece en Olite, o un maestro Tomás, inglés también, juglar del arpa. Todos pasan el camino francés, incluso los de procedencia mucho más remota, lo que viene a demostrar una vez más la extraordinaria importancia internacional que hubo de tener esta vía. Otras veces se les ve acompañando a las reinas y a los grandes señores, de cuyo séquito eran inseparables, sirviendo a tales personajes a lo largo del difícil viaje.

    El número de peregrinos en toda la Edad media y en la moderna fue incontable. Desde Alfonso II el Casto, todos los reyes de España han hecho la visita al Apóstol. Del extranjero, según cuentan, Carlomagno fue l primer romero jacobeo. Por la entrada de ese camino de Santiago llegóse el rey francés, el Carlo Magno que, a pretexto de protección a la gente española, invadía nuestro solar, encubriendo extrañas pretensiones.

    En el siglo X fueron a visitar el sepulcro Simeón, obispo armenio; Teobaldo y Gualterio, descendientes de los condes de Champaña; Gotescalco, obispo de Le Puy, con buen número de la nobleza aquitana; Guido Veluti, obispo de Milán.
    En el siglo XI: don Raimundo de Borgoña, conde de Galicia con su esposa Urraca, y los arzobispos de Braga y de Toledo; Sigfrido, arzobispo de Maguncia; la condesa Ricardina de Spanheim; el conde Engelberto; Rotuardo, prior de la célebre abadía de Fulda.
    En el siglo XII: Luis VII, rey de Francia; santa Matilde, hija de Enrique I de Inglaterra y esposa de Enrique V de Alemania; Felipe, conde de Flandes; Raimundo, conde de Tolosa; Guillermo II, conde de Poitiers y duque de Aquitania; Enrique de León, yerno de Enrique II de Inglaterra; la condesa Sofía de Holanda; Guido de Borgoña, obispo de Viena de Francia, que más tarde ciñó la tiara pontificia.
    En el siglo XIII: San Francisco de Asís, con su pobreza; Raimundo Lulio con sus lágrimas; Santa Isabel de Portugal con sus caridades, y otros muchos en siglos posteriores. Basta saber que sólo en Inglaterra transportaron las embarcaciones desde 1397 a 1437 más de 7.000 peregrinos a los puertos de Galicia, poseyendo un hospital para peregrinos en Truro de Cornualles.

    En muchas poblaciones del camino existieron barrios enteros habitados por emigrados de las tierras de Francia, los cuales habían de hacer más acogedora, si cabe, la vida errante de los peregrinos. De sus cantos trasciende la conmoción profunda que había de causarles el épico paisaje de su entrada en España por Roncesvalles: iban a recorrer el camino que el gran emperador había conquistado a la morisma, cuajado de sugestiones para su fantasía. Canciones, gestas, tienen por fundamento la romería a Santiago; desarrollan sus escenas en los lugares o ciudades que el camino francés encontraba a su paso.
    No todos los romeros tiene fuerza para triunfar a lo largo de las etapas. Enfermos o tullidos, quedan no pocos en los hospicios y hospitales. Mas al fin llegan, venciendo mil fatigas; pero al llegar al pie del altar quedan muertos, como le aconteciera a aquel duque Guillermo de Aquitania, a quien pinta el romance con los pies llenos de sangre, con “longas e brancas barbas” y con sus ojos verdes “com’aga d’o mar”, que los cierra para siempre después de abrazar al Apóstol y ser enterrado “nesta santa catedral”.

    Compostela plasma, pues, la eternidad de una Fe y de un destino: la idea romana, universal y católica. Es la Roma de Occidente en cuanto no pensó en traicionar a Roma con ínfulas feudales, sino ser su vicaria en esta punta española del mundo.


    B) LA CONSOLIDACIÓN DE CASTILLA

    Ya en el siglo XIII ‘vio’ Castilla la totalidad y actuó con espíritu director de los intereses colectivos. Después, en el siglo XV, Castilla fundó y organizó la unidad política aun existente. Castilla creó a España.

    Dentro de la dualidad de fuerzas conservadoras y progresivas que determina la trayectoria histórica de toda nación, Castilla nace en la España cristiana del siglo X con una fuerza innovadora en todos los órdenes de la vida.
    El reino asturiano quiere conquistar España entera restaurando el reino de los godos, y para que la unidad política se mantenga, los reyes de Asturias y León se arrogan el título de emperadores. Frente a esta fuerza conservadora de la Cristiandad se levanta Castilla, un país nuevo, hecho a obrar por cuenta propia en los peligros continuos, que lleva con impaciencia el centralismo leonés, y enfrenta rebeliones prolongadas durante toda la primera mitad del siglo X. Fernán González y las generaciones que le anteceden y siguen no obran sólo impulsados por un egoísmo disociante. Su rebeldía era necesidad en el Occidente europeo, en los albores del feudalismo, y por lo que toca a España, lejos de ser egoísta en momentos de gran peligro para el reino, no pretendió rehuir las desgracias de la comunidad, sino, por el contrario, proseguir la guerra antiislámica con más decisión y constancia que León.
    Así, lo que es aspecto negativo mirando hacia el pasado (un pasado es lo que representaba el imperio leonés en su estructura orgánica y en su poder militar, que empezaba a decaer), es aspecto positivo en atención a las nuevas condiciones de vida que en Europa apuntan, lo cual se comprueba con el largo éxito progresivo que alcanzó Castilla.

    Hacia el 931, Fernán González, reuniendo en su persona varios condados menores, constituye el gran condado de Castilla, el más extenso de España. Pero el rey de León quitaba y ponía a voluntad los condes de su reino. Fernán González no queda como inamovible hasta la muerte de Ramiro II. La independencia de la que suele hablarse no existió; es una imperfecta interpretación del hecho. Una de las innovaciones políticas en que Castilla se adelantó a León y que más contribuyeron a dar a Castilla su carácter histórico es obra del hijo de Fernán González, Garci-Fernández, gran organizador y legislador, que, duplicando el número de los caballeros, es decir, de aquellos que podían servir con un caballo en la guerra, se habilitó para sostener con más tenacidad la lucha, mientras León mostraba menos resistencia antiislámica, por no tener caballería suficiente.

    Así, a través de la calamitosa época de Almanzor, Castilla se robustece en la desgracia, y la nota de Fernán González, con sus caballeros nobles y sus villanos ennoblecidos, constituye la fuerza nueva que más se adelanta en la reconquista, la que llegó hasta saquear a Córdoba sólo siete años después de la muerte de Almanzor.
    Al extinguirse la línea masculina de Fernán González, el condado castellano pasa al rey de Navarra, Sancho el mayor, que inicia la definitiva dislocación del eje político de España hacia el centro castellano, proclamándose antes emperador frente al de León.
    Su sucesor, Fernando I, reconoce ostensiblemente la hegemonía castellana cuando reparte sus Estados, dejando Castilla a su hijo mayor; reconocimiento que se repetirá un siglo después en el reparto a los hijos de Alfonso VII.
    La primacía de Castilla se consolida para siempre, mediante su unión definitiva con León en 1230. León se castellaniza profundamente, y esta España engrandecida viene a ser para todos, dentro y en el extranjero, el reino representativo de España entera.
    Ya después es muy conocido el papel preponderante de Castilla en conducir el Imperio español hasta su cumbre, agotando en esa colosal obra todas sus fuerzas.

    La monarquía leonesa representaba la idea tradicional en la Península; era la continuadora de la monarquía visigótica. Pero la unidad visigótica, en principio, era extraña a Castilla. Castilla, por rara paradoja, puesto que al fin ella forjó la unidad moderna, representaba el separatismo ibérico frente a León, exponente de la unidad nacional.

    Ya desde el siglo X, Castilla afirma su personalidad, singularmente en el campo de la administración de justicia. Los jueces leoneses aplicaban, naturalmente, las leyes visigóticas; en tanto que los castellanos creaban el Derecho (a la manera de los jueces ingleses) según los usos del país. Se dice que en Burgos se quemaron cuantas copias del Fuero Juzgo se encontraron en Castilla, para atenerse los jueces a las costumbres hispánicas y germánicas excluidas del Fuero Juzgo, como la solidaridad familiar en materia penal, el duelo judicial, etc.

    Sólo cuando Castilla llega a dominar a León y su papel es preponderante, se desplaza el centro de gravedad de la unidad española; pero de la unidad concebida de otro modo diferente de la que expresaba el imperio leonés. En este desplazamiento la figura del Cid es importante, al serlo en la hegemonía de Castilla.
    Al estallar la guerra entre Castilla y León con motivo del reparto de los reinos y aspiraciones de los hijos de Fernando I, venció, en la batalla de Llantada, Sancho de Castilla; pero Alfonso (VI) de León no se sometió a la derrota. Tras breve reconciliación estalló de nuevo la guerra entre León y Castilla. Se encontraron castellanos y leoneses en Golpejera. Los castellanos, con el Cid, vencieron a los leoneses y se apoderaron de Alfonso de León. Sancho II de Castilla se coronó rey de León, enviando a su hermano a tierras de moros, a la corte de Mamun, en Toledo, tributario de Alfonso.

    La idea hegemónica castellana sufre una crisis como consecuencia del asesinato del rey castellano Sancho II en el episodio del cerco de Zamora.
    Tras el juramento de Santa Gadea, el Cid ,castellano, pasó a ser sospechoso a los ojos de Alfonso, rey común ya a Castilla y a León. Lo cual no fue obstáculo para que, dadas las relaciones entre señor y vasallo, casase el rey al Cid con una dama del reino de León, doña Jimena, sin duda, con la mira política de reconciliar, en aras de la unidad, a castellanos y leoneses.

    El destierro del Cid de Castilla fue para éste una liberación y, a la vez, un motivo para la revelación de Castilla: ofreciendo el Cid sus servicios a Moctadir, rey moro de Zaragoza –rey tributario de Alfonso VI- defendía al protegido de su rey y a la vez, trabajaba para mantener a Zaragoza bajo Castilla, preparando con su actuación y con el pensamiento puesto en la unidad, la anexión de ese reino moro al de Castilla; con lo que continuó de este modo, aun en el destierro, la obra de hegemonía castellana a que nos vamos refiriendo.

    Del lado cristiano ya hemos visto su influencia en el abandono de la idea declinante del imperio leonés para desplazar el eje de la unidad española hacia Castilla, que más tarde habría de traernos la unidad moderna.
    Tendencia unitaria tanto más meritoria cuanto que el siglo era profundamente confuso y en el que tantos conceptos estaban en formación o en permanente evolución.

    Fernán González y el Cid deben quedar juntos como héroes representativos de Castilla en los siglos X y XI, con las naturales diferencias que median entre un siglo de desolación y uno de reconstrucción. Uno y otro pugnaron por establecer modalidades nuevas, dentro del Imperio leonés, no preocupándose sólo de sus propios intereses, sino cargando sobre sí la misma misión antiislámica que se arrogaba el Imperio, por sentirse ellos más decididos y capaces para llevarla a cabo. Ambos fueron tensión operante que no necesitaban descanso, que no sufren quebranto ni laxitud.
    Bien puede unirlos en su veneración Castilla, en pareja inmortal; cada uno de los cuales sería bastante para honrar y embellecer el pasado de un pueblo. Don Juan Manuel resumía la tenacidad de Fernán González en la frase de aliento con que venció el cansancio de sus vasallos maltrechos: “Amigos, por las feridas non lo dexemos, ca estas feridas nuevas ca agora nos darán nos farán que olvidemos las que nos dieron en la otra batalla”. Por esa voluntad incansable del conde, Castilla recibía la primera condición necesaria para constituirse en directora de una vida nueva entre los pueblos de la Península. Ese es el supremo bien de la magnanimidad, y sólo con magnanimidad pueden ser dirigidos los pueblos en convivencia pacífica, duradera.


    C) LA IDEA DE IMPERIO.

    La supervivencia de la idea imperial de España, esa tradición romana, no se pierde en estos siglos. En los albores de la Edad Media tal anhelo se destaca claramente. La idea nacional de España radica en la creación de un Imperio español. La transmisión y elaboración de esta idea imperial española se asocia íntimamente a la Reconquista, basándose en la concepción de un Estado unitario, cuyos fundamentos militares y eclesiásticos hubieran de buscarse tal vez en modelos carolingios, con modalidades especiales.
    Tres reyes de Castilla y León ostentaron oficialmente el título de ‘emperador’, formulado, en fin, con todo el objetivismo del derecho político, considerándose como emperadores de un Imperio español descendiente del pasado romano.

    En León existía, antes que en Castilla, una idea de unidad. El rey era emperador. Esta idea imperial no era exactamente la que encarnaba Carlomagno, que fue el primero, como es sabido, que la representó después del Imperio romano de Occidente. Carlomagno pretendía resucitar la unidad de los emperadores romanos, a lo que se opuso España, según la leyenda de Bernardo del Carpio. Con ese mismo carácter tomó el título de emperador Fernando I, para oponerse a las pretensiones de Enrique III de Alemania. “Quizá pensaba también Fernando I –escribe un historiador- en la explicación práctica de ese título, sobreponiéndose a los reinos de Navarra y Aragón y haciéndoles sus tributarios.” En este sentido emplearon el título de emperador Alfonso VI y Alfonso VII.
    Este Imperio era, pues, español, circunscrito al territorio peninsular, y expresaba una idea unitaria radicalmente española que, al fracasar, frustró la posible confederación de los reinos cristianos peninsulares bajo la autoridad del emperador. La unidad se hubiera forjado, a juicio de Menéndez y Pelayo, aun sin los acontecimientos del siglo XV, si bien venciendo las dificultades del defecto ibérico de falta de interés hacia toda empresa colectiva.

    En los siete siglos de lucha contra la morisma, León y Castilla forman los núcleos principales de acometividad y resistencia. Su monarquía es la heredera genuina del reino visigodo. En virtud de esta idea, León se constituye en primer foco unitario, tras la ruina de España. Sus monarcas, conscientes de la importancia de su misión unificadora, adoptan desde Alfonso III (866-910) el título de ‘Imperator’ o el de ‘Magnus basileus’, afirmando así su supremacía sobre los nacientes reinos pirenaicos, navarro-aragonés y catalán. Y no sólo en lo político; también en lo eclesiástico aspiraron Oviedo y León a recoger la herencia de los primeros toledanos. Imperio pudo significar, en los tiempos de Alfonso III, la renovación del Estado visigótico, con su apuntada ambición imperial y con la clara conciencia del título jurídico sobre las tierras ocupadas por el Islam.

    La preeminencia de los emperadores leoneses sobre los otros reyes de las regiones españolas está reconocida en innumerables documentos. Oliva, abad de Ripoll, llama emperador a Alfonso V; ‘Imperator fortissimus’ llaman las crónicas a Fernando I; ‘Imperator magnus’, sus hijos, resucitando el ‘magnus basileus’ que usó Ramiro III; Alfonso VI adopta el título de ‘Imperator totius Hispaniae’; pero la consagración oficial de esta prerrogativa se lleva a cabo con Alfonso VII, del que se describe, como loa importante, su coronación.

    Roma desplegaba por aquel entonces sus actividades centralizadoras. Alejandro II e Hildebrando, monje de Cluny (que luego fue Gregorio VII), que era la figura más destacada de la Iglesia, afirmaba la soberanía de la Santa Sede sobre los poderes temporales y nacionales. Se documentaba la aspiración con textos canónicos. La Sede Apostólica podía utilizar, como arma, según la interpretación de los textos, la excomunión y aun las expediciones militares contra los Estados.
    El poder de Roma es de origen divino; el de los reyes, de origen humano: tal era la tesis vigente que, a lo largo de los siglos, había de plantear conflictos entre Roma y las iglesias nacionales y dar lugar a la desviación de los excesos regalistas, singularmente en lo que a España se refiere, en el siglo XVIII.
    Esta idea de monarquía universal se expresaba no sólo en nombre de la Santa Sede, sino también del Imperio romano germánico; en 1065, el emperador de Alemania, Enrique IV, predecía que mediante la unión de los magnates sería un hecho el Imperio universal y renacería el Imperio del César y de Carlo Magno, para que fuese regido el universo bajo el signo de San Pedro.

    La centralización romana actuó sobre España. Alfonso VI rechazaba las aspiraciones de la Santa Sede; se negó a pagar el tributo que pagaban otros reinos peninsulares y a proclamar, reafirmándola, la dignidad imperial, no conformándose con que se le reconociese emperador, como su padre Fernando I, sino que él mismo, con intención política clara, frente al imperialismo romano, se designaba emperador: ‘Ego Adefonsus, Imperator totius Hispaniae’.
    En esta reacción nacionalista, según la tradición, el rey, que expresaba la voluntad de Castilla, fue apoyado por el Cid, que llegó a aconsejar la desobediencia al Papa; afirmó que la reconquista era empresa de españoles y no de extranjeros, y llegó a dirigir la resistencia a Francia, que apoyaba las pretensiones de Roma sobre el tributo español. En pleno siglo de religiosidad, como el XI, la idea de unidad política se afirma con su exponente nacionalista frente al imperialismo de Roma.

    La idea del Imperio, reconocida tan solemnemente al monarca leonés, languidece a mediados del siglo XII, si bien algunos reyes, como Alfonso VIII y Alfonso X, aspirarán a reproducirla. En este siglo, Castilla asume la parte principal de la Reconquista y se convierte en heredera de León y creadora directa de España. En las grandes empresas reconquistadoras que darán por resultado la victoria de las Navas de Tolosa y la toma de Córdoba, Sevilla, Jaén y Granada, vienen a ponerse todos (navarros, aragoneses y catalanes) bajo la dirección de sus reyes.

    A medida que se consuma la Reconquista palidece el brillo imperial del medievo, cediendo el paso a la idea renacentista del Imperio antiguo. Ella determina toda la vida y anhelos de Alfonso el Sabio. Encarna este rey un verdadero renacimiento romano en España, tal como iba a surgir en Italia, espiritualmente, merced a Pedrasca, y en lo político, por obra de Cola di Rienzo. Alfonso representa este renacimiento en la periferia del antiguo Imperio romano, engendrado y nacido gracias a la tradición y cultura romanas.
    Y aquí se manifiesta a la vez el europeísmo alfonsino en sus aspectos cultural y político, creando ideológicamente un nuevo Imperio romano de nacionalidad hispánica. Aparece Alfonso X como rival solidario del derrumbado Imperio romano de linaje alemán, que por entonces iba hundiéndose a ojos vistas. Y perseverando en la misma trayectoria histórica, al calor del indeleble recuerdo de gloriosos días de dominio mundial, la política española de las generaciones venideras hallará siempre su más honda correspondencia y su síntesis más perfecta en la idea imperial.

    Pero, llegado el momento de la gran hazaña que Dios tenía reservada a nuestra patria, Castilla, que se había impuesto a todos por su calidad de ser más ‘igualitaria’ que ninguna otra región en el Derecho, en la distribución de la tierra y en la organización municipal y de las clases sociales, mantiene el espíritu unificador. Y es curioso que al hacerse la unión definitiva española por el matrimonio de Isabel y Fernando de Aragón, continúa predominando en el desarrollo del conjunto hispano la región representada por el elemento femenino. Pero por cima de él, aun prescindiendo de las cualidades de la reina, estaban las virtudes unificadoras y universalistas de Castilla. Por eso la cultura y la lengua que adquieren prepotente influjo en todo el territorio son las creadas por Castilla; y es Castilla, asimismo, la que dirige la conquista y civilización del mundo recién descubierto. De ahí que haya podido decirse con verdad que León y Castilla han hecho a España, pero la han hecho por medio de la monarquía y de la Iglesia, sin perder de vista su destino providencial.

    Al final de estos tres hitos, ya en el camino de Santiago, con las canciones de gesta o nuestros poemas épicos, los cánticos y plegarias, no se menciona otro nombre que ESPANNA, L’ESPEGNE o L’ESPAIGNE. Y así en Castilla, la España del poema del ‘Mio Cid’ constituye obsesión, no en su unidad material o política, sino en la espiritual. Y cuando se trata del Imperio, es la España total, con su ‘Imperator totius Hispaniae’ la que brilla en todos los labios.

    Por eso, las crónicas e historias medievales reflejan el fervor nunca disminuido y olvidado de la grande España, sentida al modo de la cima o empresa común de todos los peninsulares, y la unanimidad con que los reinos y pueblos medievales, aislados y en ocasiones reñidos y encontrados, convergían hacia un fin único, al cabo del cual se encontraba solamente España.

    En este periodo será un rey, y por añadidura sabio, el que proclame la alabanza de España.
    Alfonso el Sabio quiere ser señor del ecúmeno y amante de su patria por encima de todas las cosas, y le canta la endecha más tierna y vibrante, más sonora y castiza que dijeron labios españoles.
    Lo más emocionante de esta loa es que la cante un alma llagada por desdenes, deslealtades, incomprensión, traiciones; la misma que en entrañables confidencias confiesa su melancolía ante la triste y espaciosa patria:
    “...pues en la mía tierra me fallece quien me había de servir y de ayudar, forzoso me es que en la ajena busque quien se duela de mí. Pues los de Castilla me fallecen, nadie me tenía en mal que yo busque a los de Venamerin; si los míos fijos son mis enemigos, non será ende mal que yo tome a los mis enemigos por fijos; enemigos en la ley, mas no por ende en la voluntad, que es el buen Rey Aben Yuçef...” (‘Carta a Don Alfonso Pérez de Guzmán’, publ. por Ortiz de Zúñiga).

    Sobreponiéndose a su pena personal, hunde su amargor en los ríos caudales Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir y Guadiana, y con su agua dulce rocía la majestad española, la unge de orgullo y carismas, de misión divina. Con su énfasis y altivez entona el elogio para que sea España quien se entone, se ponga en pie, enhiesta ante una gloria universal y un grandioso horizonte. A fin de suscitar esa conciencia, le da ciencia, ejemplos históricos, recuerdos de gestas, memoria y esperanza.

    A través de su elogio se le ha aparecido el destino español. Alfonso lo sueña desde su cueva islamizante, desde su lejana soledad triste, cual en la estrellada noche del alma.
    Tras él, la España de vocación imperial se queda dormida, y sin sueño, como una piedra. Cuando despierte ya habrá pasado la aurora.

    España tiene la gloria de anticiparse a todo, de ser precursora, y en esos periodos aflora en su sentido un matiz de unidad fundado en la religión, en las leyes y en la independencia.
    Ideológicamente, va saturándose durante esta Edad Media suya del ideal de ‘universitas cristiana’, del deseo de coordinar y dirigir los esfuerzos de todos los reinos cristianos contra el infiel, contra lo que no es espíritu, a fin de lograr la universalidad de la cultura europea.
    Y como un corazón gigante que despidiera destellos de energía y sabiduría, da luz con su pensamiento a esas ideas. Es la nostalgia de la tradición romana que se convertirá después, en nuestros teólogos, en un valor axiológico.
    Y en lo interior –frente a la historia- dibujanse los trazos de amor a la independencia, la fe, la perseverancia, la afición a lo maravilloso, la despreocupación, la tendencia a anteponer lo ideal a lo real, y a despreciar el rendimiento del trabajo penoso, pero lucrativo, prefiriendo las aventuras o la misma pobreza. Es un pueblo que lucha sin tregua ni descanso, y que vence y domina aun pareciendo dominado y vencido.







    3
    LOS DEMÁS REINOS DE ESPAÑA.

    Así como Castilla y León combaten para continuar la idea española, de igual modo Aragón y Cataluña sirven por su lado a tamaña empresa. “Equilibrio de fuerzas y de territorios. Exacta ambición y capacidad de cultura. Dos idiomas ya granados en la flor de dos literaturas. Dos estilos políticos y estéticos. Monarcas genialmente iguales y genialmente distintos”. La guerra santa –primero de independencia, luego de reconquista y después de unidad-, tiene cabezas directoras y brazos ejecutores que, conscientes del destino, no se interfieren si se recelan.
    También Navarra, con sus cumbre pirenaicas y sus tierras generosas y sus gentes de recio temple coadyuvará a la gran tarea.


    ARAGÓN.

    La historia de Aragón nos da la clave de su temple moral. Del condado que se asienta en el siglo IX en el Pirineo central va saliendo aquel reinado del primer Ramiro que lo engrandecerá y al que después ayudan un Pedro I y un Alfonso el Batallador.
    A comienzos del siglo XIII, Jaime I el Conquistador arrebata a los moros Mallorca y Valencia, cuya acendrada fe religiosa fue el móvil de todas sus empresas. El deseo de amplificar el reino de Cristo tuvo parte principalísima en el ímpetu creador de sus conquistas, y hasta soñó con emprender una cruzada a Tierra Santa. Al morir dejaría a sus sucesores un nuevo programa: la expansión mediterránea.

    Don Jaime I, dentro de la actuación particular de su reino, demuestra su conciencia y sentimiento españoles, como un “mandato ineludible de la tierra”, en su ayuda al rey Alfonso X de Castilla cuando se ve combatido por el rey moro de Granada, haciéndolo así para que “sea salvada Espanya”. El rey y sus caballeros sometieron todo el territorio rebelde y, sin demandar ni pretender recompensa alguna, tornaron a su reino.
    Su sentido de hispanidad se acrecienta con los caracteres que él presenta. El rey, catalán de nacimiento, de costumbres y hasta de lenguaje, salvo en documentos, en que ya empleó el idioma nacional, entonces castellano, unido a su pueblo, cuyas comunidades y concejos le acompañan fielmente, da cima con su auxilio a ese sentido de colaboración y de unidad, esa España que ni él ni el pueblo podían olvidar.

    Aragón nos lega en el reinado de Pedro III la concesión del ‘Privilegio de la Unión’, en el que algunos han querido ver una manifestación de las doctrinas políticas modernas, como una ‘Carta Magna’ inglesa, primer y fundamental atisbo del derecho constitucional, estrecha limitación del poder real intervenido por el pueblo.

    A partir del rey don Jaime II, las armas de Aragón no combaten a moros, pero tampoco permanecen ociosas: “Los peces del Mediterráneo se preparan para pintar de sol en sus escamas las barras insignes aportadas por los condes de Barcelona al escudo que será de España”. Italia, Grecia, Nápoles y Atenas son las rutas de gloria de este pueblo. Ya Jaime I, el Gran Conquistador, había plantado sus banderas en Baleares. La sombra de las alas del murciélago de su cimera, después de planear sobre Valencia, Palma e Ibiza, se cierne políticamente sobre Italia.

    En 1303, tropas mercenarias catalanas y aragonesas acuden en auxilio del emperador de Bizancio, Andrónico, y el mundo asiático conoce el valor y la dureza táctica de los ‘almogávares’.
    Más tarde, Alfonso V –“rey militar, político y mecenas”-, por el lauro de sus batallas victoriosas, se proclama rey de Nápoles. Árbitro de Italia, dirime en su favor varios pleitos políticos peninsulares y logra ser reconocido heredero de los Estados del duque de Milán.
    Son los caminos para lograr el futuro Imperio: “Si España, al alcanzar su unidad nacional, obtuvo un vasto Imperio europeo, por el que se vio obligada a luchar varios siglos, no fue por un capricho personal de nadie, ni siquiera por una vena colectiva de ambición y voluntad de mando. La voluntad del Imperio español es lógica consecuencia de una cadena de derechos sucesivos en cuya elaboración intervinieron por igual el secreto designio del Destino y la habilidad matrimonial de la Casa Real Aragonesa, verdadera rival en este aspecto de la Casa de Habsburgo, con la que acabará enlazándose un día”.

    El Imperio europeo de España será, pues, un Imperio de Derecho. Cada trozo que se le fue añadiendo desde el siglo XIV tiene profundas raíces jurídicas que sólo la mala fe de los historiadores enemigos ha podido motejar de ambición. La pérdida sucesiva de cada uno de ellos en guerras desafortunadas contra Estados rapaces –de manera principal con Francia- sí supuso muchas veces la codicia contra el Derecho, la violencia contra la posesión jurídica y la intriga contra la razón de sangre y destino que llevaran hasta tierras ajenas a España a los hombres nacidos en ella.


    CATALUÑA.

    La porción de territorio que a un lado y otro de los Pirineos constituían la Marca Hispánica bajo el cetro de Carlomagno, la formaban los condados de Rosellón, Cerdaña, Pallars, Urgel, Ampurias, Besalú, Barcelona, Gerona y Ausona.
    A fines del siglo IX el conde independiente Wifredo el Velloso reúne bajo su dominio gran parte de los condados catalanes, y con él comienzan los condes-reyes y la historia de Cataluña como tal Estado español.
    No sólo asienta Wifredo las bases del Estado, sino la semilla de la cultura, con la fundación del monasterio de Ripoll, donde se darán cita todas las corrientes literarias: relampagueos de cultura clásica, residuos del saber isidoriano, reflejos de las letras helénicas, influencias del renacimiento carolingio y fiero palpitar de la ciencia islámica.

    En la serie de condes que la rigen a mediados del siglo XI sobresale Ramón Berenguer I el Viejo, que otorga a sus catalanes el ‘Código de los Usatges’, contribuyendo con él a la exaltación de la autoridad condal. A fines de ese siglo y comienzos del XII llega Cataluña a su apogeo con la incorporación de la Provenza bajo el gobierno de Berenguer III. Aliado con la república de Pisa, lleva sus expediciones a las Baleares, preparando su hijo después la unión de Cataluña a la Corona aragonesa al contraer matrimonio con la hija del rey de Aragón. Alfonso II será el primer rey de Aragón y Cataluña, y ambos pueblos, estrechamente unidos, llevarán a cabo la expansión mediterránea.

    A través de la Edad Media, Cataluña aportó a la cultura hispánica el brío de sus geniales producciones. La poesía provenzal, cultivada por juglares y trovadores, influyó decisivamente en las composiciones literarias de los poetas catalanes; la historia y la novela caballeresca fueron los géneros preferidos por los prosistas.
    Cataluña se incorpora a la gran familia hispana, al tiempo que Aragón, en la persona del rey Fernando el Católico.


    NAVARRA.

    En el siglo IX aparece Navarra como núcleo independiente frente al pueblo musulmán, con Íñigo Arista. Sancho III traerá en su cetro el poderío de su reino y con él vendrán al patrimonio Sobrarbe y Ribagorza, y el propio condado de Castilla. En la guerra, Calatañazor lo ve luchando contra los moros, y en la paz, fomenta las peregrinaciones a Santiago, trasladando a la tierra llana el viejo camino que corría por tierras de enemigos y fundando además el monasterio de San Salvador de Leyre. “El alma de Navarra vibraba en medio de aquellos peñascos bravíos. Allí se fortalecía para luchar, allí se recogía para orar, allí encontraba un seguro en los días malos. La abadía era palacio real, curia pontificia, escuela y parlamento del reino y cementerio de los reyes y nobles. Corte y entraña de la tierra navarra” (Fr. Justo Pérez de Úrbel).

    Considerando la monarquía como un bien privado o patrimonial, repartió Sancho los Estados entre sus hijos. Su testamento fue de una importancia inmensa en orden a la Reconquista y a la historia posterior. En él tuvieron origen, como reinos, Aragón y Castilla. Ésta, que había sido condado hasta entonces, fue cedida a su hijo Fernando I, que tomó el título de rey. A su vez, y con carácter de reino, cedió a Ramiro los territorios de Aragón. Y ambas monarquías, cabezas de todos los demás reinos peninsulares, fueron las forjadoras de la Reconquista patria.

    Navarra, tras las vicisitudes de su historia, uniones y separación con Aragón, con la Corona de Francia y las Casas de Evreux y Albrit, vendrá a incorporarse a Castilla en 1515, quedando terminada la empresa gloriosa de la unificación nacional.



    Tales reinos, con sus comarcas, posesiones e ideales, no representan para la historia de la unidad española compartimentos estancos, cerrados en el contacto y a la influencia mutua. Los momentos de separación tal vez obedezcan a un individualismo y falta de cohesión característicos del español, en ocasiones, tan fatales para nuestra acción.
    Pero los instantes de entronque entre ellos van dibujando una España renaciente que, pese a sus diferentes procedencias y no obstante las miras interesadas que cada uno posee, obedeciendo acaso todos ellos de un modo inconsciente a los impulsos misteriosos del ancestralismo, van convergiendo, sin darse cuenta, en el vértice común de la unidad.

    Como dos hondos y anchos caudales de agua, fluyen y corren las vidas de Aragón y Castilla hacia la desembocadura de la unidad nacional. La estabilización de las nacionalidades; la configuración de la Realeza fortalecida por el principio hereditario y por la personalidad eminente de algunos soberanos; la caída del peligro musulmán y el progreso de la cultura y el lujo... traen aparejados un nuevo concepto de la vida pública y privada.
    La monarquía dejará de ser patriarcal para hacerse patrimonial. El rey evolucionará, y de ser caudillo militar de la guerra santa contra el moro pasará a desempeñar las funciones políticas y representativas con una autoridad mucho más limitada.




    4
    Ateniéndonos a lo más concreto en la configuración de esa España ‘total’, las características especiales en lo que atañe a la vida de sus pueblos y a sus gentes son las que siguen:
    Ante todo, como ambiente que envuelve a la Piel de Toro, existía en los ánimos de todos la idea de que la Reconquista había de comenzar por al purificación de costumbres, y de ahí el que pensaran que la más poderosa ayuda había de venir no de su esfuerzo, sino de Dios. Ello obedecía a la idea de que los pecados de los reyes, del clero y del pueblo fueron la causa de su perdición, como lo consignan los cronistas contemporáneos, el ‘Anónimo’ toledano, el Albeldense y Alfonso III.


    Religión.
    En lo que atañe a la religión, España sigue fiel a su tradición de defender la pureza de la ortodoxia con el mismo brío que la defendió San Isidoro y defiende Pelayo con las armas. Beato de Liébana guarda intacta la tradición, el salvador espíritu de Osio y de los padres Iliberritanos, de Liciniano, de Mausona y Leandro. Y la herejía adopcionista sustentada por Elipando, que vive entre los árabes, es vencida y humillada.
    La Iglesia de la Edad Media vive en íntima comunión con el pueblo, alentaba todas sus empresas, apaciguaba sus temores y, en todo momento corría a ponerse a su lado, compartiendo sus riesgos y peligros y aleccionándole con sus conocimientos superiores.
    Dentro de ella, los monjes de la Edad Media realizan una extraordinaria función religiosa, patriótica y social, hablando al pueblo en su tosco lenguaje vulgar, asistiendo a la vida social y mezclándose en la carne viva de las inquietudes y preocupaciones populares.

    Política.
    En el orden político, la institución fundamental donde las demás se apoyan fue la Monarquía. Ella entera simboliza a la Patria. Servir al rey era servirla, porque a los ojos del pueblo el monarca simboliza la nacionalidad. De los reyes dimanaba el poder; fueron fuente de legislación y en su nombre se administraba la justicia.

    Las villas y lugares se desenvolvían bajo un admirable régimen municipal que gozaba de gran autonomía.

    Como derivación de los Concilios toledanos visigóticos surgieron las Cortes de Aragón y de Castilla, constituidas por los tres brazos en que se dividía la sociedad: el clero, la nobleza y el estado llano. Con la intervención de este último elemento, a partir del siglo XII surgió el pueblo español a la vida política mucho antes que otras naciones europeas.

    Legislación.
    En lo que a la legislación se refiere, en los primeros siglos de la Reconquista desarrollóse la legislación foral, conjunto de cartas pueblas y de fueros municipales otorgados por los reyes a los pueblos. La monarquía asturleonesa, entre las demás instituciones de los godos, mantiene el ‘Fuero Juzgo’; a él se atienen también Aragón, Cataluña y los mozárabes de al-Andalus.
    Pero la Castilla alto-medieval repugnaba en general la legislación del viejo Código y prefería regirse por sus costumbres locales, lo que indicaba que había cambiado en sus costumbres más que las otras comarcas y que percibía, en pleno siglo X, la necesidad de la nueva forma jurídica.

    En el siglo XI, tanto León como Cataluña empiezan a aplicar su derecho nuevo, pero aun entonces Castilla sigue distinguiéndose al continuar sus costumbres locales, sin fijarlas por escrito hasta el siglo XIII con el ‘Fuero real’.
    Entre todos los pueblos hispanos León tiene la ventaja de la solidez interna, de la pujanza de lo heroico y lo tradicional; sigue allí la tradición legislativa del ‘Fuero Juzgo’ y se flexibilizan las normas según avanza la Reconquista.

    Cultura
    Júbilo inmenso embarga a toda la cristiandad cuando, en 1085, el rey Alfonso VI entró en Toledo, la vieja capital del reino visigodo. A partir de entonces iníciase una era floreciente en la España cristiana, como si hubiera necesitado cierta base y estabilidad en sus dominios y anchura suficiente en su desenvolvimiento para, de ese modo, encender su luz bienhechora, iluminando a Europa con toda la ciencia de la antigüedad que yacía olvidada.
    Créase entonces la Escuela Alfonsina de traductores, que llegó a su máximo apogeo en tiempos de Alfonso VII el Emperador, con la protección del obispo don Raimundo y la reunión de los cultivadores de las ciencias de entonces, en su mayoría árabes y judíos. El dominio del fanatismo almohade en la España musulmana de la época la favoreció, al perseguir a hombre doctos que hubieron de exiliarse al Toledo cristiano.

    El papel cultural que representa así Castilla es de los más ilustres. El servicio rendido a la ciencia fue definitivo y con ello Europa dio un paso gigantesco hacia su perfección cultural. Traductores fueron, principalmente, el arcediano de Segovia y filósofo Domingo Gundisalvo; el italiano Gerardo de Cremona, el judío converso Juan de de Sevilla, Roberto de Retines, Miguel Escoto y tantos otros, gloria de la Escuela toledana.
    Antes, cuando las armas hacían huir a las ciencias y a las letras, se refugiaron éstas en la santidad de los monasterios, abadías, catedrales, y allí se hacían perdurables. Ahora se crean los Estudios generales de Palencia y Salamanca, origen de las Universidades, que tan próspera vida alcanzaran.

    El lenguaje.
    Otra característica innovadora de Castilla es el lenguaje. Ya en la época de Vardulia, que luego se había de llamar Castilla, discrepaba de todos en varios puntos que se hicieron muy notables cuando los romances se hallaban más diferenciados en el siglo X.
    Sólo Castilla comenzaba a sentar unas normas del decir. La razón principal del comienzo de la fijación del idioma era que Castilla lo mismo hacía con sus costumbres: estimaría la lengua propia a la par que la latina o más. En suma, igual que en la política, en la guerra y en derecho, se adelantaba a cumplir una evolución destinada a triunfar. Entre los siglos XII y XV el castellano, como una formidable cuña, penetra desde el Norte hasta el Sur, sustituyendo la antigua unidad lingüistica, careada por la unidad visigoda. “Políticamente, el reino de Toledo llegó a hacerse Castilla la Nueva. Del mismo modo, la lengua del toledano Cervantes, admirada en el mundo, no es otra que la lengua del burgalés Fernán González”. (Menéndez Pidal)

    La literatura.
    Durante los dos siglos primeros de la Reconquista se restaura en el reino asturiano la Escuela de San Isidoro, con la producción de las crónicas latinas.
    Después también se escribe esta clase de crónicas por toda la España cristiana. Sólo Castilla cultiva una nueva manera de historia, obras de juglares en lengua romance, destinadas al común de las gentes, manera desconocida a la tradición latina eclesiástica -únicamente del latín, pero no a la gótica: sabemos que los godos practicaban cantos épicos.
    El romanismo combatía esa poesía como saturada de ideario bárbaro. Los temas de los cantos épicos castellanos son precisamente esas costumbres germánicas que aparecen al par de la epopeya.


    Desde el siglo XIII se elevará España a esplendorosa altura. Alfonso el Sabio, con sus ‘Cántigas’; Jaime I, con sus ‘trovas’; el infante Don Juan Manuel con ‘El Conde Lucanor’, y la misma nobleza rivalizando en la producción de obras literarias meritísimas, como el Marqués de Santillana, y Pero López de Ayala; Gonzalo de Berceo, monje que inmortalizó su nombre con ‘Los milagros de Nuestra Señora’ y su ‘Vida de San Millán’ y otros poemas, y Juan Ruiz, arcipreste de Hita, con su ‘Libro de Buen Amor’.
    En las ciencias sobresalen Domingo Gundisalvo y Juan Hispalense, que se asimilaron todo el saber filosófico oriental; Petrus Hispanus y Pedro Pascual, y Alfonso de Madrigal, el Tostado.
    Y, por encima de todo ello, el hito inconmensurable del poema del ‘Mio Cid’, ejemplo para los imitadores y modelo para los demás poemas europeos.

    En el siglo XV, Villena, Santillana, Juan de Mena, Jorge Manrique y otros sentarán la base de nuestro clasicismo literario; es el tiempo de los ‘Pasos honrosos’, como el de Suero de Quiñones; de las especulaciones científicas, de los libros de trovas y caballerescos y de los albores del Renacimiento difundidos por las empresas del magnánimo Alfonso V de Aragón, ‘rey de Italia’.

    Las aficiones de los dos soberanos coetáneos Juan II de Castilla y Alfonso V de Aragón, su protección decidida a la literatura y a las artes, la introducción de los manuscritos y textos antiguos, copiados a sus expensas y por su mandato, acreditan el relieve intelectual de la época que, con sus inclinaciones suntuosas, hicieron de las cortes castellana y aragonesa el punto de reunión de los barones y caballeros y artistas extranjeros, lujo y boato de Don Juan II y de Don Alfonso V y de sus respectivos cortesanos.

    En los otros reinos hispánicos, Raimundo Lulio en Mallorca, caballero insigne, teólogo, filósofo y poeta místico, contribuye a la civilización con su vida ejemplar y la influencia de sus doctrinas; Berenguer de Fluvia, Sabunde y Juan Llobet serán sus seguidores.
    El poeta Ausias March, profano y místico, amante y filósofo; Arnaldo de Vilanova en Medicina y Antonio Andrés en Filosofía derraman su renombre por el ámbito peninsular.

    El arte.
    El arte camina a la vera de la historia. El camino de Santiago nos trae el románico -arte que es no sólo belleza del objeto, dibujo de la idea platónica, espíritu incorporado, con exclusión del alma, como el arte griego, sino que además del objeto consistente admite el objeto existente que está fuera de sus causas-.
    Este estilo tiene camino y posada; llega y marcha lento, de piedra en piedra, por Jaca, Loarre, Estella, Silos, Sahagún y la Basílica de San Isidoro -cuyas pinturas y sepulcros recogen la grandeza del momento y son símbolo de nuestra primera unidad política, religiosa e intelectual- para alcanzar su perfección en Compostela, en la Catedral, acrópolis del Cristianismo, Partenón del Occidente, en cuyo Pórtico de la Gloria están plasmados los cantos del paraíso dantesco, o en versos de ‘cuaderna via’, como hechos por Berceo:.
    “El maestro Mateo es el Fidias del primer gran estilo que ha dado la Cristiandad”. El Pórtico de la Gloria ha significado en el románico lo que el Partenón en el arte griego y la portada de la Universidad de Salamanca en el plateresco; una unidad de estilo, una perfección, un clasicismo ejemplar, una cima europea de medida, de canon, de gracia eterna; un módulo inmortal” (E. Montes)

    Pero también estos siglos medios aportan otra innovación del arte, que constituirá, a su vez, característica española; Castilla y la idea de Imperio nos traen, después, las catedrales góticas.
    León, Burgos y Toledo representan la idea del ‘Totius Hispaniae’. El estilo ojival llena las necesidades de su época. Su elevación ideal, los haces esbeltos de sus columnas y nervaduras, la rica floración de sus accesorios y la amplitud de sus ámbitos basilicales, responden por entero a las condiciones espirituales y caballerescas de los siglos bajomedievales, ya idealmente soñadores, preñados de simbolismo.
    El ojival españolizado de Burgos, Sevilla y Toledo en su robusto arqueo de masas, en la fuerza y severidad de su conjunto y en la rica profusión de sus motivos ornamentales señala hondo y peculiar carácter a nuestras catedrales.
    En su época de transición o nacimiento apunta en los monumentos cistercienses; en su florecimiento, surgen la mayoría de nuestras catedrales, y en su decadencia, debida a la pérdida de su severidad, a lo recargado de sus ornamentaciones y al relajamiento de sus cánones artísticos, estará representado por San Juan de los Reyes y la catedral de Segovia.

    La gran aportación que da España a lo ojival es el ‘mudejarismo’, arte exclusivamente peninsular resultante del encuentro de las civilizaciones oriental y occidental; el pensamiento es gótico; la ejecución, detalle y material serán musulmanes o influenciados por tales.
    De ese encuentro, rehabilitación del modesto ladrillo, saldrán las maravillas afiligranadas de Tauste, Teruel y Toledo.

    Como personalidad artística medieval debe señalarse el ‘castillo’ con todas sus vicisitudes, desde el castillo llano de ‘señorío’, como el de Paradilla en Valladolid, pasando por los de ‘mota’, erigidos sobre colinas escarpadas, para llegar al castillo roquero, al montano y a los de raya o salvatierra. Ellos fueron el ambiente de nuestra personalidad histórica y de nuestra propia existencia, defensores de la vida nacional, y los esforzados artífices del alma española del medievo.

    A toda aquella arquitectura peregrina corresponde un algo que los antiguos no habían conocido por la estructura propia de sus lenguas, pero que tampoco los bárbaros, faltos de sentido rítmico, podían inventar: ‘la rima’.
    Vedier ha escrito que la épica romance ha nacido en el camino de Santiago.
    Los cuerpos de los héroes que habían muerto a lo largo del camino de Santiago, allí quedaban como centinelas, como los álamos temblorosos de los ríos, custodiando el camino, y los fresnos de las orillas del Cea eran las lanzas florecidas de los caballeros de Carlos, caídos al atravesar el cauce.
    El mismo espíritu que creó la ‘Chanson de Roland’ inspiró el ‘Pelerinage de Charlemagne’, la ‘Entrada de España’ y el poema de ‘Anseis de Carthage’; los autores de estos poemas escritos en los siglos XII, XIII y XIV insisten en las mismas ideas caballerescas y describen el camino que conduce a Compostela. La juglaría española pide prestados a la francesa algunos asuntos relacionados con el camino de Santiago, como el poema de Roncesvalles y la ‘Peregrinación del Rey de Francia’, incluida en la Crónica del Tudense.

    También en la música influye el camino de Santiago. El texto y la música de los himnos latinos que en el camino se cantaban se conservan el ‘Codex Calixtinus’. Son las voces de toda la Cristiandad cantando las glorias y alabanzas del hijo del Trueno.



    5
    Tipos representativos de este trozo de historia son:

    El Rey.
    Pudiera llevar como lema aquella indicación que se hizo de un rey medieval: “Es ardido y probo y valiente y longánimo en dar y agradable a toda la gente y muy misericordioso y tiene puesto todo su corazón y voluntad en guerras contra los sarracenos”.
    El tipo de nuestro rey es compendio de conquistador, legislador y civilizador de pueblos. Signado con la ley de la Casa de Dios, está predestinado a grandes cosas. Fe insigne es el motor de su vida, y el deseo de emplear el reino de Cristo le impelerá a realizar sus conquistas. En la dureza obligada del oficio pondrá la ternura y el frescor que tienen las fuentes claras en el ardiente desierto.

    La unión de la santidad y de la fuerza, el triunfo sobre los afectos domeñados, la perfección moral convertida en norma de república y buen gobierno, la vida de la Gracia rigiendo la vida política se dará en un San Fernando, ideal del príncipe cristiano.
    Pobre en amor y triste en gobierno, pero rico en ciencia y alegre en su siembra de sabiduría, será un Alfonso el Sabio, que por azares del destino quedará malparadas su autoridad real, oscilante y débil.
    Pero siempre la institución con nobilísimas prendas adornada, con el interés fijo en el bienestar y en la grandeza del pueblo. Su representación podía concretarse en aquella imagen de un rey sobre cuya coraza de guerrero descansa el manto de armiño del soberano. Empuñada en la diestra, la espada, guía y amparo de la Cristiandad española. Con la izquierda sostiene pesada esfera, símbolo de los cuidados y fatigas del mundo. En el rostro, donde la piedad y el amor marcan sus huellas, los ojos humildes y reverentes, levantados a las alturas del cielo, y los brazos aferrados a la tierra, a la que gobierna ambicioso, decidido y valiente.


    El Guerrero cristiano.
    El guerrero cristiano es valeroso, noble, arriesgado, cristiano auténtico y orgulloso. Siente el goce de la lealtad, que no consiste sólo en servir fielmente al señor, sino en hablarle con voz de verdad en todas las ocasiones.
    Ellos nacen en la historia como un fruto de circunstancias. Unas veces pelearán en el desfiladero de Roncesvalles contra un ejército invasor y se llamará Bernardo del Carpio. Otras saldrá de un ‘pequeño rincón’ la cabeza de un reino por obra de un conde que sacará a los suyos del ‘antiguo dolor’, y se llamará Fernán González. Otro será el buen Cid Campeador, o Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Entenza o Ricafort.

    La Mujer fuerte.
    La noble y firme entereza de las mujeres castellanas la representan Doña Berenguela y Doña María de Molina, corazones animosos y bien templados, de voluntad decidida y ardiente. Prodigios de habilidad y de valor realizan para el logro de su ideal, como amas de casa y amas de Reino. Ni las fortunas de la guerra consiguen amilanarlas ni las intrigas quebrantar su tesón.
    El monumento que dejan a su Patria será las constantes del alma femenina española: tenacidad contra los ambiciosos y traidores, fidelidad a la memoria del esposo, el amor a su hijo, el valor, la arrogancia, la generosidad... Todo lo que al cabo de siglos recordará a las mujeres españolas.

    El Poeta.
    Muchas veces llevará un nombre rotundo y sonoro, -que será Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz o Gómez Manrique entre tantos otros-, y cantarán las vidas de los santos, el contraste entre el amor divino y el humano, o problemas de moral, o ‘decires’ de amor en cancioneros o trovas. Exaltar en sus poesías a la religión, a la mujer, las virtudes morales, las glorias y desdichas de la Patria, dentro del canon mesurado de la alabanza sencilla, como consejo callado que da tono a la poesía española de aquel entonces.
    Pero otras será el poeta innominado, que pudo ser juglar, trovero o cortesano, cuyos cantares de gesta, romances o relatos de caballería van creando en el español un subconsciente de audacia, de propensión a las hazañas y al sacrificio; de expansión del nombre de España para surgir esa gloria única de la Patria que es el ‘Romancero’, tesoro de la poesía española y cofre donde se guardan, como en el del Cid, la buena moneda de las costumbres y hechos históricos de la época.

    El Héroe.
    Lo característico del héroe español es que se sitúa dentro de la vida: no es lo mítico ni lo desproporcionado, sino personaje de carne y hueso. Es el centro en torno del cual giran las más hondas alteraciones históricas. El héroes es el triunfo de la voluntad, que supera lo insuperable, característica española muy saliente que arrolla las dificultades y se sobrepone al pensamiento.
    Es la acción antes que la perfección, lo cual ha de caracterizar toda la obra española.

    El Santo.
    Prototipo de santo de hálito ardiente es Santo Domingo de Guzmán. Su siembra es la más prodigiosa del espíritu español.
    “Las demás Órdenes religiosas fueron influidas por el espíritu dominico. La Merced, el Carmelo, Santa Brígida, los Jesuitas. La suya dio santos como Santo Tomás de Aquino, San Vicente Ferrer, Catalina de Sena; pintores como Fra Angélico; teólogos como Victoria, Soto; predicadores como Savonarola, Juan de Vicenza, fray Luis de Granada; fundadores como Peñafort... Sus ‘Constituciones’ llegaron a influir en Washington para fundar los EE.UU, y su Orden, la más universal de España.
    Este hijo de Castilla y de Roma fue para la Cristiandad de la Edad Media una bandera de fuego, como antes lo fuera de luz San Isidoro de Sevilla y como después había de serlo de amor Santa Teresa de Jesús”.

    Este santo puede ser también un Raimundo de Peñafort; puede serlo también un Vicente Ferrer, asceta y misionero, ‘fe hecha carne’, que arrastra las multitudes porque posee el don de lenguas y manifiesta el don de profecía y de ciencia teológica a caballo de la Guerra de los Cien años, el Compromiso de Caspe y en la supresión del Cisma de Occidente.


    El Monje.
    Resalta esta figura en su aspecto humano y español, desenvolviéndose a través de lo que ha rendido a la fe por una vida edificante, al arte y a la cultura, y más aún por su obra civilizadora; trabajadores infatigables, con frecuencia anónimos, cuya vida se desarrolla al compás de la vida nacional.
    Son los campeones de una vida heroica, toman parte en los Concilios, intervienen en las disputas doctrinales, suban a los puestos más altos de la jerarquía eclesiástica, aparecen en los Consejos de los Reyes, se mezclan con la muchedumbre en ciudades y aldeas; enseñan, predican, consuelan, escriben, sostienen la sociedad, defienden la ortodoxia, crean artes, fundan escuelas, son poetas, historiadores, teólogos, pintores, calígrafos y arquitectos; un elemento de influencia capital en la vida religiosa, social, política y cultural de España.

    “¡Monjes españoles! Primavera románica, versos leoninos y leyendas hagiográficas. Catedrales con apariencias y sombras de fortalezas, báculos pastorales blandidos detrás de bosques de lanzas, ritmos de gestas cruzando ritos litúrgicos. ¡El alma de la Edad Media aguzada por el cayado y la azada del monje!”
    ¡Gran cosecha de los siglos medios!

    Eran de temperamento vibrante, alma hermosa y corazón seráfico. Su aspecto risueño es luz y vive siempre alegre y confiado, porque dentro de su corazón bulle el lucero inextinguible que encendió el Paráclito. Caminan al lado del magnate, implorando la bendición del Cielo sobre espadas y escudos.
    Dos clases de hombres son los que trabajan en esta época: el siervo, por fuerza; el monje, por amor. Y como éste es más fecundo, cuaja en seguida en obras que le alabarán a él y a su tierra: levanta el monasterio, fertiliza las tierras con el propio sudor, y lo convierte en asilo de cultura, foco del patrimonio y refugio de los defensores de la patria.

    Así nacen aquellos monasterios: Samos, Sahagún, Nájera, San Pedro de Cardeña, Oña, Veruela, La Oliva etc.
    Prez y orgullo de esta cosecha fueron San Martín de Dumio, San Fructuoso, San Valerio, Odeario, Atilano, Froilán, Genadio y Rosendo, y la monja Eteria, almas místicas y guerreras, cuerpos vigorosos y suaves, abnegados, que junto a la oración y el rezo, lo mismo abaten árboles que rasguean el cálamo sobre los blancos pergaminos.
    Monjes españoles que viven en San Isidoro de León, en Santo Domingo de Silos, San Juan de la Peña, Leyre, Roda, Ripoll y en tantos otros que fueron centros espirituales donde se plasmaron los anhelos colectivos de le Reconquista; monasterios, abadías y santuarios que mantuvieron los recuerdos nacionales y prepararon la unidad de las comarcas para que se fuera realizando la unidad de todos los españoles.

  4. #24
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA

    ELOGIO DE ESPAÑA:

    158
    “Por esso vos lodigo que bien lo entendades,
    mejor es dotras tierras en la que vos morades,
    de todo bien conplida en la que vos estades;
    dezir vos e agora (quantas) ha de bondades.

    Tierra es muy tenprada, syn grandes calenturas,
    non faze en ivierno destenpradas friuras;
    non es tierra en mundo que aya tales pasturas,
    árboles pora fruta siquier de mil naturas.

    Sobre todas las tierras mejor es la Montaña,
    de vacas e ovejas non ha tierra tamaña,
    tantos ha y de puercos que es fiera fazaña,
    sirven se muchas tierras de las cosas d'España.

    Es de lino e lana tierra much’ abastada,
    de çera sobre todas buena tierra provada,
    non sería de azeite en mundo tal fallada,
    Inglatierra nin Francia desto es abondada.

    Buena tierra de caça e buena de venados,
    de rrío e de mar muchos buenos pescados,
    quien los quiere rezientes, quien los quiere salados,
    son destas cosas tales pueblos muy abastados.

    De panes e de vinos tierra muy comunal,
    non fallarían en mundo otra mejor nin tal,
    muchas de buenas fuentes, mucho río cabdal,
    otras muchas mineras de que fazen la sal.

    Ha y muchas veneras de fierro e plata
    Ha y venas de oro, son de mejor barata,
    ha en sierras e valles mucha de buena mata,
    todas llenas de grana pora fer escarlata.

    Por lo que ella mas val aun non lo dixemos:
    de los buenos cavallos mençión non vos fiziemos,
    mejor tierra de las que quantas nunca viemos,
    nunca tales cavallos en el mundo non viemos.

    Dexar vos quiero d'esto, assaz vos he contado,
    non quiero más dezir, que podría ser errado,
    pero non olvidemos al apóstol honrado,
    fijo del Zebedeo, Santyago llamado.

    Fuerte mient quiso Dios a España honrar,
    quand al santo apóstol quiso y enbyar;
    d'Inglatierra e Françia quiso la mejorar,
    sabet non yaz apóstol en tod’ aquel logar.

    Onro le otra guisa el preçioso Señor,
    fueron y muchos santos muertos por su Señor,
    de morir a cochiello non ovieron temor,
    muchas vírgenes santas, mucho buen confessor.

    Com’ ella es mejor de las sus vezindades,
    assi sodes mejores cuantos aquí morades,
    omnes sodes sesudos, mesura heredades,
    desto por tod’ el mundo muy gran d preçio ganades.

    Pero de toda España Castiella es mejor,
    porque fue de los otros el comienço mayor,
    guardando e temiendo sienpre a su señor,
    quiso acreçentar la assi el Criador.

    Aun Castiella Vieja, al mi entendimiento,
    mejor es que lo al, por que fue el çimiento,
    ca conquirieron mucho, maguer poco convento,
    bien lo podedes ver en el acabamiento.”

    POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ (Siglo XIII)



    DEL LOOR DE ESPAÑA, COMO ES CUMPLIDA DE TODOS BIENES:

    159
    “E cada una tierra de las del mundo e a cada provincia honró Dios en sennas guisas, et dio su don; mas entre todas las tierras que El honró más, España la de Occidente fue; ca a ésta abastó El de todas aquellas cosas que omne suel cobdiciar. Ca desde que los godos andidieron por las tierras de la una parte e de la otra probándolas por guerras e por batallas e conquiriendo muchos logares en las provincias de Asia e de Europa, probando muchas moradas en cada lugar e catando bien e escogiendo entre todas las tierras el más provechoso logar, fallaron que España era el mejor de todos, e mucho preciaron más que a ninguno de los otros, ca entre todas las tierras del mundo España a una estremança de abondamiento e de bondad más que otra tierra ninguna.
    Demás es cerrada toda en derredor: del un cabo de los montes Pirineos que llegan fasta la mar; de la otra parte del mar Occeano, de la otra del mar Tirreno. Demás es en esta España la Galia Gótica, que es la provincia de Narbona desuno con las cibdades Rodes, Albia et Beders, que en el tiempo de los godos pertenescien a esta misma provincia. Otrosí en África habíe una provincia señora de diez cibdades que fué llamada Tingintana, que era so el sennorío de los godos así como todas estas otras.
    Pues esta España que decimos tal es como el paraíso de Dios, ca riégase con cinco ríos cabdales que son Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, Guadiana; e cada uno dellos tiene entre sí e el otro grandes montañas et tierra; e los valles e los llanos son grandes e anchos, e por la bondad de la tierra e el humor de los ríos llevan muchos fructos et son abondados. España la mayor parte della se riega de arroyos e de fuentes, e nunqual minguán poços cada logar o los ha mester.
    España es abondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa de pescados, sabrosa de leche et de todas las cosas que se della facen; llena de venados et de caça, cubierta de ganados, loçana de cavallos, provechosa de mulos, segura et bastida de castiellos, alegre por buenos vinos, folgada de abondamiento de pan; rica de metales, de plomo, de estanno, de argent vivo, de fierro, de arambre, de plata, de oro, de piedras preciosas, de toda manera de piedra mármol, de sales de mar et de salinas de tierra et de sal en pennas, et dotros mineros muchos: azul, almagra, greda, alumbre et dotros mineros muchos de cuantos se fallan en otras tierras; briosa de sirgo et de cuanto se faze del dulce de miel et de açucar, alumbrada de cera, complida de olio, alegre de açafrán.

    España sobre todas es engennosa, atrevuda et mucho esforçada en lid, ligera en affán, leal al sennor, affincada en estudio, palaciana en palabra, complida de todo bien; non a tierra en el mundo que la semeie en abondança, nin se eguale ninguna a ella en fortalezas et pocas en el mundo tan grandes como ella. España sobre todas es adelantada en grandez et mas que todas preciada por lealtad. ¡Ay España! non a lengua nin engenno que pueda contar tu bien.
    Sin los rios cabdales que dixiemos de suso; muchos otros ay que en su cabo entran en la mar non perdiendo el nombre, que son otrossí ríos cabdales, assí como es Minno que nasce et corre por Gallizia et entra en la mar; e deste río lieva nombre aquella provincia Minnea; et muchos otros ríos que a en Gallizia et en Asturias et en Portogal et en ell Andaluzia et en Aragón et en Catalonna et en las otras partidas de Espanna que entran en su cabo en la mar. Otrossí Aluarrezen et Segura que nascen en esa misma sierra de Segura, que es en la provincia de Toledo, et entran en el mar Tirreno, et Mondego en Portogal que non son nombrados aquí.
    Pues este regno tan noble, tan rico, tan poderoso, tan onrrado, fue derramado et astragado en una arremessa por desabenencia de los de la tierra que tornaron sus espaldas en sí mismos unos contra otros, assí como si les minguassen enemigos; et perdieron y todos, ca todas las cibdades de Espanna fueron presas de los moros et crebantadas et destroydas de mano de sus enemigos.”

    ALFONSO X EL SABIO (1221-1284), ‘Estoria de España’ 558.



    DEL DUELO DE LOS GODOS DE ESPAÑA ET DE LA RAZÓN PORQUE ELLA FUE DESTROYDA:

    160
    “Allí se renovaron las mortandades del tiempo de Hercules; allí se refrescaron et podrescieron las llagas del tiempo de los vándalos, de los alanos et de los suevos que comenzaran ya a sanar.
    Espanna que en el otro tiempo fuera llagada por la espada de los romanos, pues que guaresciera et cobrara por la melezina et la bondad de los godos, estonces es crebantada, pues que eran muertos et aterrados cuantos ella criara.
    Oblidados le son los sus cantares, et el su lenguaje ya tornado es en ageno et en palabra estraña.
    Los moros de la hueste todos vestidos del sirgo et de los paños de color que ganaran, las riendas de los sus caballos tales eran como de fuego, las sus caras dellos negras como la pez; el mas fremoso dellos era negro como la olla, assí luzíen sus oíos como candelas; el su cavallo dellos ligero como leopardo, e el su cavallero mucho más cruel et mas dañoso que es el lobo en la grey de las oveías en la noche.
    La vil yente de los africanos que se non solie preciar de fuerça nin de bondad, et todos sus fechos fazie con art et a engaño, et non se solíen amparar si non pechando grandes riquezas et grand aver, essora era exaltada, ca crebantó en un hora más ayna la nobleza de los godos que lo non podríe omne dezir por lengua.

    ¡Espanna mezquina!, tanto fué la su muert coytada que solamientre non finco y ninguno qui la llante; laman la dolorida, ya más muerta que viva, et suena su voz assí como dell otro sieglo, e sal la su palabra assí como de so tierra, e diz con la grand cueta: "vos, omnes, que passades por la carrera, parad mientes et veed si a cueta nin dolor que se semeie con el mio".
    Doloroso es el llanto, llorosos los alaridos, ca Espanna llora los sus fijos et non se puede conortar porque ya no son.
    Las sus casas et las sus moradas todas fincaron yermas et despobladas; la su onrra et el su prez tornado es en confusión, ca los sus fijos et los sus criados todos moriron a espada, los nobles et fijos dalgo cayeron en cativo, los príncipes et los altos omnes ydos son en fonta et en denosto, e los buenos conbatientes perdieron se en estremo.
    Los que antes estavan libres, estonces eran tornados en siervos; los que se preciavan de cavuallería, corvos andavan a labrar con reias et açadas; los viciosos del comer non se abondavan de vil maniar; los que fueron criados en pannos de seda non avien de que se cobrir nin de tan vil vestidura en que ante non porníen ellos sus pies.
    Tan assoora fué la su cueta et el su destroymiento que non a torvellinno nin lluvia nin tempestad de mar a que lo omne pudiesse asmar.
    ¿Qual mal o qual tempestad non passó Espanna? Con los ninnos chicos de teta dieron a las paredes, a los moços mayores desfizieron con feridas, a los mancebos
    grandes metiéronlos a espada, los ancianos et vieios de días moriron en las batallas, et fueron todos acabados por guerra; los que eran ya pora onrrar et en
    cabo de sus días echolos a mala fonta la crueleza de los moros; a las mezquinas de las mugieres guardavan las para deshonrrar las, e la su fermosura dellas era guardada pora su denosto.
    El que fue fuert et coraioso murió en batalla; el corredor et ligero de pies non guaresció a las saetas; las espadas et las otras armas de los godos perdonaron
    a los enemigos et tornaron se en sus parientes et en sí mismos, ca non avíe y ninguno qui los acorriese nin departiesse unos dotros.

    ¿Quien me daríe agua que toda mi cabeça fuesse ende bannada, e a míos oios fuentes que siempre manassen llágrimas por que llorasse et llanniesse la pérdida et la muerte de los de Espanna et la mezquindad et ell aterramiento
    de los godos?
    Aquí se remató la santidad et la religión de los obispos et de los sacerdotes; aquí quedó et minguó ell abondamiento de los clérigos que sirvien las eglesias; aquí peresció ell entendimiento de los prelados et de los omnes de orden; aquí fallesció
    ell ensennamiento de la ley et de la sancta fe.
    Los padres et los sennores todos perescieron en uno; los santuarios fueron destroydos, las eglesias crebantadas; los logares que loavan a Dios con alegría, essora le denostavan yl maltrayen; las cruzes et los altares echaron de las eglesias; la crisma et los libros et las cosas que eran pora onrra de la cristiandat todo fué esparzudo et echado a mala part; las fiestas et las sollempnias, todas fueron oblidadas; la onrra de los santos et la beldad de la eglesia toda fue tornada en laydeza et en viltança; las eglesias et las torres o solíen loar a Dios, essora confesavan en ellas et llamauan a Mahomat; las vestimentas et los calzes et los otros vasos de los santuarios eran tomados en uso de mal, et enlixados de los descreydos.
    Toda la tierra desgastaron los enemigos, las casas hermaron, los omnes mataron,
    las cibdades quemaron, los árboles, las vinnas et quanto fallaron verde cortaron.”

    ALFONSO X EL SABIO (1221-1284), ‘Estoria de España’ 559.


    ALABANZA DE ESPAÑA:

    161
    “Loemos los muy famosos
    Prudentes de nuestra España,
    Segund que Sirac se baña
    En loar los gloriosos
    Varones e virtuosos
    Príncipes del pueblo hebreo,
    Pues de nuestros muchos leo
    Nobles e virtuosos.

    Non quedó España callada
    E muda en las istorias
    Por defectos de vitorias
    Nin de virtudes menguada;
    Mas porque non fue dotada
    De tan alto pregonero,
    Como fue de Grecia Omero
    En la famosa Iliada.

    Tanto son más ensalzados
    Los varones excelentes
    Cuanto de los diligentes
    Sabios fueron más notados:
    E tanto más obligados
    Somos a los Coronistas,
    Cuanto de las sus conquistas
    Nos facen más avisados.

    España non caresció
    De quien virtudes usase,
    Más menguó e fallesció
    En ella quien las notase;
    Para quien se igualase
    Debían ser los caballeros
    De España e los Omeros
    De Grecia quien los loase.

    Por amor e afección
    De la patria a quien tanto
    Natura me obliga cuanto
    Debo a mi generación.
    Dejada la introducción
    Vengo a poner la mano
    En loor del pueblo hispano,
    Dando Dios su bendición”.

    FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN (1370-1460), ‘Loor de los claros varones de España’.
    Pious dio el Víctor.

  5. #25
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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HOMBRES

    COMPOSICIÓN DEL HOMBRE (Doctrina mística):

    162
    “El hombre consta de dos substancias: cuerpo y alma. El cuerpo pertenece a la tierra, de donde trae su origen. El alma no tiene origen porque es espíritu, hecho a imagen de Dios...
    Cuando contempla a Dios y le conoce, se llama propiamente espíritu...
    El espíritu es el entendimiento superior y angélico del alma...
    Cuando tiende a Dios y a las cosas celestiales se hace con Dios y con los ángeles un sólo espíritu...
    El espíritu, que es luz, tiene participación con Cristo, que es el sol, y de entrambos resulta una sola luz, es decir, un mismo espíritu, pero no una misma naturaleza...
    El uno es luz que ilumina, el otro luz iluminada...”
    ...............
    “Tiene el alma muchos nombres, según sus operaciones, pero en sustancia es una. Cuando contempla a Dios, es espíritu. Cuando siente, es sentido. Cuando sabe, es ánimo. Cuando conoce, es entendimiento. Cuando discierne es razón. Cuando consiente, es voluntad. Cuando recuerda, es memoria. Cuando preside a la parte vegetativa, se llama propiamente alma... Pero el alma es siempre una.
    BEATO DE LIÉBANA (+798) ‘Carta a Elipando’.


    FIRMEZA EN LA VERDAD:

    163
    “Con nosotros está David, el de la mano fuerte, que con una piedra hirió y postró al blasfemo Goliat. Con nosotros Moisés, el que sumergió las cuadrigas de Faraón en el mar Rojo e hizo pasar el pueblo a pie enjuto. Con nosotros Josué, el que venció a los amalecitas y encerró a los cinco reyes en una cueva. Con nosotros el Padre Abraham, que con trescientos criados venció y arrancó los despojos a los cuatro reyes. Con nosotros el fortísimo Gedeón y sus trescientos armados, que hirieron a Madián como a un solo hombre. Con nosotros Sansón, más fuerte que los leones, más duro que las piedras; el que, solo y sin armas, postró a mil armados. Con nosotros los doce Patriarcas, los dieciséis Profetas, los Apóstoles y Evangelistas, todos los mártires y Doctores. Con nosotros Jesús, Hijo de la Virgen, con toda su Iglesia, redimida a precio de su sangre y dilatada por todo el orbe”.
    BEATO DE LIÉBANA (+798) ‘Carta a Elipando’.


    EL HOMBRE Y SU DIGNIDAD:

    164
    “Otrosí fizo el home a su semejanza et esta semejanza que el home ha con Dios es en el alma, que, así como Dios es cosa espiritual et dura para siempre; pero entre Dios et el alma ha dos departimientos: el uno que Dios es criador et el otro que Dios nunca hobo comienzo; mas siempre fué comienzo et criador de todas las cosas, et el alma ha comienzo cuando Dios la cría et la pone en el cuerpo del home, desque es vivo et formado en el cuerpo de su madre; et desque una vez es criada nunca después puede haber fin et ha comienzo, mas non fin.
    Et así este segundo departimiento es entre Dios et el alma, et semeja el home en la razón a Dios, et en el entendimiento et en el libre albedrío.
    Por estas cosas que puso Dios en el home dijo quel queríe facer a su imagen et a su semejanza, por estos cumplimientos et mejorías quel dió más que a todas las otras cosas; por ende quiso que se apoderase et se sirviese et se aprovechase de todas las criaturas que son en el cielo et en la mar et en la tierra”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘Libro de los Estados’, cap. XXVIII.


    LA FE EN LO SOBRENATURAL:

    165
    “Abu Yacub salió de Sevilla para combatir a Alfonso [VIII], ¡que Dios maldiga!, y vino a acampar cerca de una ciudad llamada Huete, que formaba parte de los Estados de su enemigo, y en la cual, por lo que había sabido, se encontraban los grandes de la corte de Alfonso, así como los jefes de sus tropas.
    Sitió la ciudad y mantuvo el cerco durante varios meses, con tal rigor, que los sitiados querían rendirse.
    Yo sé por muchos jefes, con los que he estado en relación, que los habitantes, agotados por la sed, pidieron cuartel al príncipe de los creyentes, prometiéndole abandonar la ciudad; pero él rehusó aceptar la oferta, llevado de la esperanza que le inspiraban las noticias sobre la miseria ocasionada por la falta de agua y por el número de bajas.
    Los sitiados no tenían nada que esperar de él, cuando una noche los sitiadores oyeron en la plaza un gran ruido, acompañado de clamores; los cercados estaban paseando sus libros santos, rodeados de los sacerdotes y de los frailes, que dirigían súplicas al cielo, mientras el resto del pueblo respondía amén.
    La lluvia empezó entonces a caer a torrentes y tan en abundancia que pudieron llenar sus vasijas y beber cuanto quisieron. Esto les permitió continuar su resistencia, y el sitiador volvió a Sevilla después de haber pactado con Alfonso una tregua de siete años.
    HISTORIA DE LOS ALMOHADES DE MARRAKESH.


    HEROÍSMO:

    166
    “Cercó luego a Tarifa con aquel poder del rey Aben Yacob e combatiéronla muy fuerte, e Don Alonso Pérez de Guzmán, que la tenía, defendiógela muy bien.
    E el infante Don Juan tenía un mozo pequeño, fijo deste Don Alonso Pérez, e envió decir a éste Don Alonso Pérez que le diese la villa, e si non, que le mataría el fijo que él tenía.
    E Don Alonso Pérez le dijo que la villa que gela non daríe; que cuanto por la muerte de su fijo, que él le daría el cuchillo con que lo matase; e alanzóles de encima del adarve un cuchillo, e dijo que ante quería que le matase aquel fijo e otros cinco si los toviese, que non darle la villa del rey su señor, de que él ficiera omenaje; e el infante Don Juan, con saña mandó matar su fijo antel, e con todo esto nunca pudo tomar la villa.
    E cuando los moros que estavan con el infante Don Juan vieron que él facía mucho por tomar la villa e non pudo, levantáronse de la cerca e pasáronse allen la mar.”
    CRÓNICA DEL REINADO DE SANCHO IV (Siglo XIV)


    VALOR:

    167
    “Llegaron los cristianos a Montiel, alzaron los pabellones de su campamento, cayeron después de rodillas y oraron al Señor diciendo:
    ‘¡Oh, Jesús Nazareno, que por nosotros fuiste colgado de un madero y por nosotros derramaste tu sangre; aquí vienen contra nosotros, para perdernos, los moabitas y agarenos, enemigos tuyos y nuestros; compadécete de nosotros y líbranos de ellos! ¡Oh, Virgen de las Vírgenes, intercede por nosotros cerca de tu hijo Nuestro Señor Jesucristo! Si nos libras de este peligro daremos a la Iglesia fundada en Toledo en honor tuyo, el diezmo de lo que nos has dado y nos dieres en adelante. ¡Oh, Santiago, apóstol de Cristo, defiéndenos en la pelea para que no perezcamos en el tremendo juicio de los sarracenos!”.
    Dicha esta oración, Munio Alfonso ordenó dos fuertes hazes de jinetes para resistir a los sarracenos, y dijo de nuevo:
    “Cristianos: confortaos y pelead con audacia y varonilmente contra Abenzeta, rey de Sevilla, que es el más fuerte de todos los sarracenos, porque si Abenzeta fuere vencido o muerto, todos serán vencidos. Que ninguno de vosotros muera volviendo las espaldas al enemigo. Mejor nos es morir todos aquí en la lucha que ser dispersados”.
    Y añadió:
    “Acordaos, compañeros, de que en otra ocasión sesenta y dos caballeros que estaban conmigo, de los cuales hay aquí algunos presentes y otros han permanecido en nuestras ciudades, peleamos con el rey Texufín y con toda la milicia de Córdoba y con muchos miles de peones en Almodóvar de Tiendas o del campo, y el Señor les entregó en nuestras manos y fueron vencidos. Recordad que el rey Texufín huyó, que fueron muertos sus príncipes y caudillos y muchos cientos de caballeros y peones, que escaparon los demás, que no cayó de los nuestros sino un caballero, que cogimos innumerables despojos y que volvimos en paz a nuestras ciudades. Tan fácil es a Dios entregar a pocos en manos de muchos, como a muchos en mano de pocos. hágase ahora como fuere la voluntad del cielo”.
    Comulgaron luego por mano de los clérigos que llevaban consigo y se dispusieron a la pelea”.
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS (Siglo XII)


    NOBLEZA E HIDALGUÍA:

    168
    “E habéis de creer que Dios fizo homes e non fizo linages en que escogiessen. A todos fizo nobles en su nacimiento; la vileza de la sangre e obscuridad del linage con sus manos las toma aquel que dexando el camino de la clara virtud se inclina a los vicios del camino errado.
    E pues a ninguno dieron elección de linage cuando nació, e a todos se dio elección de costumbres quando viven, imposible sería según razón, ser el bueno privado de honra, ni el malo tenerla, aunque sus primeros la hayan tenido. Muchos de los que descienden de noble sangre, vemos pobres a quien ni la nobleza de sus primeros pudo quitar pobreza ni dar autoridad.
    Donde podemos claramente ver que esta nobleza que opinamos, ninguna fuerza natural tiene que la faga permanente de unos en otros, sino permaneciendo la virtud que la verdadera nobleza da.”
    HERNANDO DEL PULGAR (1436-1493) ‘Crónica de los Reyes Católicos’.


    NOBLEZA:

    169
    “Los grandes señores de su naturaleza siempre deben ser mansos et de buen talante et deben querer que todas las gentes, de cualquier manera que sean, quepan en la su merced et vivan et se mantengan et se aprovechen en lo que ellos han. Mas cuando les facen cosas desaguisadas, por fuerza se han de ensañar et de embravecer, et segunt las cosas desaguisadas que les facen, así cresce la saña et la braveza”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘El Libro del Caballero y del Escudero’ Cap. XLVII


    EL CABALLERO:

    170
    “Todo home se debería guardar de facer malas obras, por que Dios non se lo acaloñase en este mundo nin en el otro. Et mayor mente los caballeros que han tanto mester la gracia de Dios para les guardar las almas et para los mantener en este mundo en honra et sin vergüenza, et para los guardar de los peligros en que todo el día andan más que ningunos homes de otros estados, de que sabe Dios que pasé yo muchas en cuanto al mundo duré et viví en estado de caballería et por ende non hobe tiempo nin lugar de aprender mucho de otras sabidurías nin de otras sciencias”.
    ...Cap. XLVI

    “Ca los caballeros, por mucho que vivan, asaz han de facer en toda su vida, en servir sus señores et ayudar sus amigos et defender a sí mismos et a los suyos et en facer mal et daño et vengarse de aquellos que hobieren recibido tuerto”.
    ...Cap. XLVI

    “Digo que el mayor et más honrado estado que es entre los legos es la caballería. Ca comoquiera que entre los legos hay muchos estados, así como mercaderes, menestrales et labradores, et otras muchas gentes de muchos estados, la caballería es más noble et más honrado estado que todos los otros, et los otros deben pechar et mantener a ellos.
    Et otrosí porque de esta orden et de este estado son los reyes et los grandes señores, et este estado non puede haber ninguno por sí si otro non se lo da, et por esto es como manera de sacramento, ca bien así como los sacramentos de Santa Iglesia son en sí cosas ciertas, sin las cuales el sacramento non puede ser cumplido, otrosí la caballería ha mester cosas ciertas para se facer como debe”.
    DON JUAN MANUEL (1282-1348), ‘El Libro del Caballero y del Escudero’ Cap. XVIII


    CABALLEROS:

    171
    “E vos otros defensores
    Que seguís cauallería,
    Non vseys de tiranía
    Como lobos robadores,
    Mas como lindos açores
    Que ninguno de la vanda
    Jamás come con quien anda,
    Antes son sus guardadores.

    “Pues guardad con diligencia
    Los vasallos e amigos,
    A los justos enemigos
    Perseguid syn nigligencia;
    Obseruad la preminencia
    De los vuestros soberanos,
    Dándoles consejos sanos,
    Pospuesta beniuolencia.

    “E conplid sus mandamientos,
    Digo los que fueren justos,
    E poned a los ynjustos
    Honestos defendimientos.
    Nunca fagáys juramentos,
    Que viene grand daño dellos;
    Do pusierdes vuestros sellos,
    Jamás aya mudamientos.

    GÓMEZ MANRIQUE (1412-1490) ‘Debate de la razón contra la voluntad’.


    REBELDÍA:

    172
    “En aqueste tiempo se leuantaron contra el abbad e todos nosotros, non solamente los rricos e aun como quiera deçir los nobles burgeses, mas aun las personas muy biles, ansí como cortidores, ferreros, xastres, pelliteros, çapateros e aun los que en las casas soterrañas façían sus ofiçios; los quales, según su costunbre, llamauan honbres maçeuos, ca aquestos tales tomauan arcos e saetas e armas de dibersas maneras, e por fuerça quebrantando, rrouaban de los guertos, las frutas de los árboles, e el feno de los prados, e las rramas nueuamente salientes fuera de los montes, los pánpanos de las vinnas taçando e destroyendo antes que llegasen a saçón, ca lo vno arrancauan de las manos, lo otro lo pisauan de los pies, en tal manera, que todo lo disipauan e destruían; e los que façían los escudos, e avn los que pintauan las sillas, por siete annos continuamente, cortaban madera del monte, de donde façían e acauauan sus obras, ninguna cosa demandando al abbad nin façiéndoselo sauer; e ya si alguno les rreprehendiese de los excesos sobredichos o les contradixese, duramente rrespondiendo, deçían: de parte del diablo fué e vino quien donó a los monjes poseer tal heredad, e aun añadían, por el braço, por los ojos e por la sangre de Dios jurando: si alguno dixere palabra destas cosas, su caueça cortaremos e quebrantaremos.
    E nos e el abbad, oyendo estas cosas, dentro del claustro nos encerráuamos, ansí como los rratones en sus cauernas, muchas veçes dentro de nos rrebolbiendo e diçiendo aquel dicho del profeta David: Señor, ¿quándo farás de los que nos persiguen juiçio?
    CRÓNICAS ANÓNIMAS DE SAHAGÚN.




    ESTOICISMO:

    173
    “Mayor virtud es non cobdiciar cosa alguna que aver e poseer todas las cosas. Et esto, por ser cosa más cierta e segura non aver muchas cosas, que non averlas et poseerlas, por cuanto el señorío de las cosas se suele perder, mas la virtud siempre queda, la qual non se pierde por ninguna cosa triste de fortuna que acaesca.
    Et como quiera que el acatamiento de las riquezas, quanto a lo de fuera, parezca alegre, pero de dentro es lleno de mucha tristeza e trabajo; porque con trabajo se ganan, e con temor se poseen, e con dolor se pierden.
    E asi la fas de la riqueza es contraria a la de la pobreza; porque la cara de la riqueza es alegre de fuera, e de dentro muy aborrescible e espantable; e la cara de la pobreza es triste de fuera, e alegre de dentro; porque los pobres non han que se duelan de dentro, ca non tienen que perder, e por ende mayor e más seguro estado es el de la pobreza que el de la riqueza.
    El pobre que sea contento o aya paciencia de su pobreza es habido por rico, et el rico que non es contento con lo que tiene, es habido por pobre aunque posea muchas cosas”
    DON ÁLVARO DE LUNA (1390-1453) ‘Libro de las claras e virtuosas mujeres’.

    174
    “Non es dubda que en pos de estas cosas andan et trabajan, que o las cobran o non. Si las cobran, cierto son que les han de durar poco... Et... es a ellos mayor el dolor et la tristeza que sienten en la pérdida que no fue el placer que ovieron quando las dichas cosas ovieron más a su voluntad...
    Lo primero, porque el placer es ya pasado et el dolor es presente, et en esperança de mucho durar; et los placeres pasados so ya fuera de los sentidos, salvo de la memoria, en la qual quedan, porque la remembranza sea mayor acrecentamiento de dolor et de tristeza.
    Los segundo, porque el placer fue poco según el tiempo, et el dolor grande por la mayor dureza; et el dolor es presente et no sabemos cuánto durará.
    Lo tercero, porque los sentimientos de los dolores et de las tristezas son mayores que los de los placeres; et que esto es verdad, sábelo cualquiera que estas cosas logró et las perdió”
    FR. LOPE FERNÁNDEZ ‘Libro de las Tribulaciones’.

    175
    “Partimos cuando nacemos,
    Andamos mientras vivimos,
    Y llegamos
    Al tiempo que fenescemos,
    Así que cuando morimos
    Descansamos.
    Ved de cuán poco valor
    Son las cosas tras que andamos
    Y corremos;
    Que en este mundo traydor
    Aun primero que muramos
    Las perdemos.
    “Non tengamos tiempo ya
    En esta vida mezquina,
    Por tal modo,
    Que mi voluntad está
    Conforme con la divina
    Para todo:
    Y consiente en mi morir
    Con voluntad placentera,
    Clara e pura,
    Que querer hombre vivir
    Quando Dios quiere que muera
    Es locura”.
    JORGE MANRIQUE (1440-1479) ‘Coplas a la muerte de su padre’.



    BREVEDAD DE LA VIDA:

    176
    “Si fuese en nuestro poder
    tornar la cara fermosa
    corporal,
    como podemos facer
    el ánima gloriosa
    angelical,
    ¡qué diligencia tan viva
    tuviéramos toda hora,
    y tan presta,
    en componer la cautiva,
    dexándonos la señora
    descompuesta!

    Ved de cuán poco valor
    son las cosas tras que andamos
    y corremos,
    que, en este mundo traidor,
    aun primero que muramos
    las perdemos:
    dellas desface la edad,
    dellas casos desastrados
    que acaescen,
    dellas, por su calidad,
    en los más altos estados
    desfallescen.


    Dezidme, la fermosura,
    la gentil frescura y tez
    de la cara,
    la color y la blancura,
    cuando viene la vejez,
    ¿cuál se para?
    Las mañas y ligereza
    y la fuerça corporal
    de joventud,
    todo se tornó graveza
    cuando llega al arrabal
    de senectud.

    .........
    Los plazeres y dulçores
    desta vida trabajada
    que tenemos,
    ¿qué son sino corredores,
    y la muerte, la celada
    en que caemos?
    No mirando nuestro daño,
    corremos a rienda suelta
    sin parar;
    desque vemos el engaño
    y queremos dar la vuelta,
    no hay lugar.”


    JORGE MANRIQUE (1440-1479) ‘Coplas’


    177
    “Por aquesto fallesce
    El placer corporal
    Y lo que siempre cresce
    Es lo spiritual.

    Tristesa yo non siento,
    Que más fase penar
    Que el plaser como viento
    Que se ha de acabar.”
    RABÍ DON SEM TOB DE CARRIÓN (...-1369) ‘Proverbios’

    178
    “El bien deste mundo es falleçedor
    Segunt que por obra lo vedes passar,
    Pues non se deve ninguno esforçar
    De mucha rryqueza nin ser grant señor,
    Que non veo en él más fructo mejor
    Que ser diligente en el bien obrar,
    De más synplazeres pudier tomar,
    Que todo lo otro ha poco valor.
    ......
    Por ende, sseñores, querrya de grado,
    Pues vedes la burla que a todos se estiende
    El cuerdo consejo la su vyda enmiende,
    Asy como omme que bive aplazado.”
    ALFONSO ÁLVAREZ (1350-1424) ‘A la tumba de Don Enrique III.’ (Cancionero de Baena)

    179
    “Ca non es vida la que bevimos,
    pues que biviendo se viene llegando
    la muerte cruel, esquiva; e cuando
    pensamos bevir, estonce morimos.
    ...................
    ¿Qué se fizieron los Emperadores,
    Papas e Reyes, grandes Perlados,
    ........................
    Padres e fijos, hermanos, parientes,
    Amigos, amigas, que mucho amamos,
    .......................
    Dueñas, donçellas, mançebos valientes
    Que logran so tierra las sus mançebías,
    E otros señores que ha pocos días
    Que nosotros vimos aquí estar presentes?
    ...........................
    Pues ¿dó los imperios e dó los poderes,
    Rreynos, rrentas e los señoríos,
    A dó los orgullos, las famas e bríos?
    A dó las empresas, a dó los traheres?
    ¿A dó las ciencias, a dó los saberes,
    a dó los maestros de la poetría;
    a dó los rrymares de grant maestría;
    a dó los cantares, a dó los tañeres?”
    FERRANT SÁNCHEZ DE TALAVERA (...-1443) ‘Decir a la muerte de Ruy Díaz de Mendoza’ (Cancionero de Baena)

    180
    “Vyste en el mundo ommes abondantes
    De onrras e viçios e muy alto estado,
    Mas nunca los viste en un ser estantes,
    Nin aver un solo plaser acabado.
    ...............
    Qué pro les tovo la grand exçelencia,
    Nin rricos thesoros tan mal allegados,
    Castillos e villas, baxillas, estados
    Que asy poseyeron con tanta femencia?
    ..................
    Mira qué fué de los que imperaron
    En esta presente e gloria mundana,
    Mira qué fué de los que alcançaron
    Aver la fortuna asy como hermana.
    Así commo sueño é cosa muy vana
    Pasó el rroçío de su vana gloria,
    E de todo ello non finca memoria
    Que para sus almas pudiese ser sana.
    ...........................
    Mira todos estos que viste e pasaron,
    De cuanto tovieron non levaron cosa,
    Desnudos nasçieron e asy se fallaron
    Después d’esta vida esquiva, engañosa.”
    GONZALO MARTÍNEZ DE MEDINA (Cancionero de Baena).


    181
    “Pues todos aquestos decidme ¿dó son?,
    E de sus inperios, rryquesas, poderes,
    Rreynados, conquistas e cavallerías,
    Sus viçios e onrras e otros plazeres,
    Sus fechos, fasañas e sus osadías.
    ¿A dó los saberes e sus maestrías?
    ¿A dó sus palacios, a dó su çimiento?
    Cerrado el ojo, parésçeme vyento:
    Agora lo cred syn muchas porfías.
    Fynida.
    Conviene, pues, mucho rregir vuestras vías
    E çesar el planto de mi morimiento,
    Ca vos esso mesmo faredes mudamento:
    Velat una muerte que van se los días.”
    FR. MIGIR ‘A la muerte de Enrique III’ (Cancionero de Baena).

    182
    “Yo so la muerte cierta a todas criaturas
    que son e serán en el mundo durante,
    Demango e digo: «O homo, por qué curas
    De vida tan breve en punto pasante?
    Pues non hay tan fuerte nin rezio gigante
    Que deste mi arco se pueda anparar,
    Conviene que mueras cuando lo tirar
    Con esta mi frecha cruel traspasante.

    ¿Qué locura es esta tan magnifiesta?
    ¿Qué piensas tú, homne, que el otro morrá,
    E tú quedarás, por ser bien compuesta
    La tu complisión e que durará?
    Non eres cierto si en punto verná
    Sobre ti a deshora alguna corrupción
    De landre o carbonco, o tal inplisión
    Porque el tu vil cuerpo se dessatará.

    ¿O piensas por ser mancebo valiente
    O niño de días que a lueñe estaré,
    E fasta que liegues a viejo impotente
    En la mi venida me detardaré?
    Avísate bien, que yo llegaré
    A ti a deshora, que non he cuidado
    Que tú seas mancebo o viejo cansado,
    Que cual te fallare tal te llevaré.

    La plática muestra seer pura verdad
    Aquesto que digo sin otra fallencia,
    La sancta escriptura con certenidad,
    Da sobre todo su firme sentencia,
    A todos diciendo: «faced penitencia
    Que a morir habedes, non sabedes cuándo;
    Si non ved el fraire que esta pedricando,
    Mirad lo que dice de su grand sabienda”.
    ANÓNIMO. ‘La Danza de la Muerte’.

    183
    “Cuando Turín se vio afincado del infante non osó encubrir la verdad, et por ende le dijo: “Señor, ya vos dije que aquel que era cuerpo de home muerto, et la razón porque non puede facer lo que los otros facen es porque se partio dél el alma que le facía mover et facer todas las cosas que los homes vivos facen”.

    “Turín –dijo el infante– pues decides que el alma se partió dél et non puede facer lo que los otros facen, quiero que me digades, pues atan gran daño et atan grant mengua le vino en partirse el alma dél, ¿por que la dejó partir de sí?”

    Dixo Turin: “Mas esto [que dezides] non puede ser; ca lo mas que ella puede fincar en el cuerpo es en cuanto en él dura la calentura et la humidad natural, et esta calentura et humidad natural del día que nace el hone fasta que muere, cada día mengua et non ha cosa en el mundo que la pueda acrescentar, ca el comer nin el beber non acrescienta en la calentura nin en la humidad natural, mas enmiendal et mantiénelo que se desface del cuerpo por los trabajos et por los vaciamientos que le acaescen.
    Mas ha otras razones por que esta calentura et humidad natural se desface más aina, así como por dolencias o por feridas o por vaciamientos que desfacen más de la calentura et de la humidad natural de cuanto es lo que se mantiene por el comer et por el beber; et aun ha otra cosa por que el alma non puede fincar en el cuerpo para siempre: ca el alma es criatura de Dios espiritual, et por voluntad de Dios ayúntase al cuerpo et fácel’ vivir; et porque el cuerpo es compuesto de los elementos et de los humores, conviene que se desfaga. Et otrosí, porque es compuesto el home de alma et de cuerpo, conviene que se desfaga cuando es voluntad de Dios; ca el alma, él la puso en el cuerpo, et desque la parte dél finca, el cuerpo muerto et desfácese.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’ Cap. IX
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  6. #26
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - TIPOS

    MUERTE DE SANTO:

    184
    Sennor, dísteme regno que non auía, et onrra et poder más que yo non meresçi; dísteme uida, ésta non durable, quanto fué tu plazer. Sennor, gracias te do, et réndote et entrégote el regno que me diste con aquel aprouechamiento que yo y pud fazer; et ofrézcote la mi alma».
    Et demandó perdón al pueblo et a quantos y estauan, que sy dél, por alguna mengua que en él ouiera, querella alguna auien, quel perdonasen. Et todos lloraron mucho de los oios, recodieron que rogauan a Dios quel perdonase, ca dellos perdonado yua.
    Desi tomó la candela con amas las manos, et alçóla contra el çielo, et dixo:
    “Sennor, desnudo salí del vientre de mi madre que era la tierra, et desnudo me ofresco a ella. Et, Sennor, reçibe la mi alma entre conpanna de tus siervos».
    Et baxó las manos con la candela, et adoróla en creencia de Sancti Spiritu. Et mandó a toda la clerezía rezar la ledanía et cantar Te Deum Laudamus en alta boz. Desi, muy sinplemiente et muy paso, enclinó los oios et dió el espíritu a Dios. Et la su alma sea heredada con los sus santos fieles en la gloria de su sancto reyno durable; amén.”
    PRIMERA CRÓNICA GENERAL (Muerte del Rey Fernando III de Castilla)


    EL EMPERADOR:

    185
    El primer día del Concilio se reunieron con el rey en la iglesia de Santa María todos los grandes y quienes no lo eran, para tratar de las cosas que les sugiriese la clemencia de Nuestro Señor Jesucristo y fueran convenientes a la salvación de las almas de todos los fieles.
    El segundo día en que se celebraba la venida del Espíritu Santo a los apóstoles, los arzobispos, obispos, abades, nobles y no nobles y toda la plebe, se juntaron de nuevo en la iglesia de Santa María, y estando con ellos el rey García de Navarra y la hermana del soberano de León, siguiendo el consejo divino, decidieron llamar emperador al rey Alfonso, porque le obedecían en todo el rey García; Zafadola, rey de los sarracenos; Ramón, conde de Barcelona; Alfonso, conde de Tolosa, y muchos condes y jefes de Gascuña y de Francia. Cubrieron al rey con una capa óptima tejida de modo admirable, le pusieron sobre la cabeza una corona de oro puro y piedras preciosas, le entregaron el cetro, y teniéndole del brazo derecho el rey García y del izquierdo el obispo Arriano de León, le llevaron ante el altar de Santa María con los obispos y abades que cantaban el Te Deum Laudamus. Se gritó ¡viva el emperador!, le dieron la bendición, celebraron después misa solemne y cada uno regresó a sus tiendas. Para solemnizar la ceremonia, dio el emperador en los palacios reales un gran convite, que sirvieron condes, príncipes y jefes, y mandó repartir grandes sumas a los obispos, a los abades y a todos, y hacer grandes limosnas de vestidos y alimentos a los pobres.
    El tercer día se juntaron el emperador y todos los otros en los palacios reales como solían hacerlo, y trataron de los asuntos relativos al bien del Reino y de toda España. Dio el emperador a todos sus súbditos leyes y costumbres como las de su abuelo el rey Alfonso; mandó devolver a todas las iglesias las heredades y colonos que habían perdido injustamente y sin resolución judicial, y ordenó que se repoblasen las ciudades y villas destruidas durante las pasadas discordias y que se plantasen viñas y todo género de árboles. Decretó también que todos los jueces desarraigasen los vicios de aquellos hombres que los tuviesen contra la justicia y los decretos de los reyes, príncipes, potestades y jueces... Mandó, asimismo, a los alcaldes de Toledo y a todos los habitantes de Extremadura, que organizaran sus huestes asiduamente, que hicieran guerra a los infieles sarracenos todos los años y que no perdonasen las ciudades y castillos, sino que los tomasen todos para Dios y la ley cristiana.
    Terminadas estas cosas y disuelto el Concilio, marchó cada uno a su casa lleno de gozo, cantando y bendiciendo al emperador y diciendo: "Bendito seas tú y bendito sea el reino de tus padres y bendito sea el Dios excelso que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, el Dios que nos visitó y tuvo con nosotros la misericordia prometida a los que esperan en él".
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS.


    LA EMPERATRIZ:

    186
    En Toledo se hallaba a la sazón la emperatriz doña Berenguela con una gran turba de caballeros, peones y ballesteros que, sentados sobre las puertas, las torres y los muros de la ciudad, la defendían vigilantes.
    Cuando la emperatriz vio los daños que los sarracenos hacían en los campos cercanos, envió mensajeros a los reyes moabitas, diciéndoles: “Esto os dice la emperatriz, mujer del emperador: ¿No veis que peleáis contra mí, que soy mujer y que esto nada dice en vuestra honra? Si queréis batallar, id a Oreja y luchad con el emperador, que os espera con las armas y las hazes preparadas”.
    Al oír el mensaje los reyes, príncipes y jefes sarracenos y todo el ejército, levantaron la vista y vieron a la emperatriz sentada en el solio real, sobre la torre más alta del alcázar, adornada como correspondía a la mujer del emperador y rodeada de un cortejo de honestas mujeres que cantaban acompañándose de tambores, cítaras, címbalos y salterios.
    Los reyes, príncipes y jefes sarracenos, y aun todo el ejército, quedaron admirados al verla y se avergonzaron mucho, se inclinaron para saludar a la emperatriz, y sin continuar sus depredaciones, recogidas las celadas, volvieron a su tierra.”
    CRÓNICA ADEFONSI IMPERATORIS.


    LOA DEL REY ALFONSO X en su HISTORIA DE ESPAÑA:

    187
    “El noble príncipe de Espanna, al qual la graçia de Jhesu Cristo, vengadera de la porfía, lo saluó de toda cosa triste, príncipe digno de alabança, Alfonso nombrado por nombre, príncipe nunca vençido, príncipe venerable, el qual por meresçimientos sobrepuia a todas las alabanças, el qual a la vengança los engannos con fierro condena, al qual la fama de cualquier cosa lo perpetúa, los fechos de Espanna faze manifiestos en este libro, en guisa que cada cual pueda saper por él muchas cosas venideras.
    Onde si por las cosas pasadas quiere alguno saber las venideras, non desdenne esta obra, mas téngala en su memoria. Muchas vezes conviene esto leer, ca podemos muchas cosas ver, por las quales te aprouecharás et en las cosas arduas ensennado te farás; ca saberás cualquier cosa si es açepta la tal o si es ynepta, vayas ante al fin, o el fin a las muy buenas cosas se mueua, por el qual fuyendo de las cossas peores tomarás las meiores.
    O Espanna, si tomas los dones que te da la sabiduría del rey, resplandeçerás, otrosí en fama et fermosura creçerás.
    El rey, que es fermosura de Espanna et thesoro de la filosofía, ensennanças da a los yspanos; tomen las buenas los buenos, et den las vanas a los vanos.”
    PRIMERA CRÓNICA GENERAL (ESTORIA DE ESPANNA).



    RETRATO DE REY:

    188
    “Don Enrique fue mi nombre
    Rey de España la muy gruesa,
    Que por fechos de grant nombre
    Meresco tan rica fuessa;
    Grave cosa nin aviesa
    Nunca fue que yo temiese,
    Por quel mi loor perdiese,
    Nin jamás falsa promesa.

    Nunca yo cesé de guerras
    Treinta años continuados
    conquerí gentes e tierra
    E gané nobles regnados;
    Fiz ducados e condados
    E muy altos señoríos,
    E dia a estraños e a míos
    Más que todos mis pasados.

    En peligros muy estraños
    Muchas veses yo me vi
    E de los míos no saños
    Sabe Dios cuántos sofrí.
    Contenprar me sope assí
    Con esfuerço e mansedumbre,
    El mundo por tal costumbre
    Sojudgar yo lo creí.”

    PEDRO FERRÚS (S,. XIV), ‘Decir al rey Don Enrique II’ (Cancionero de Baena).


    LA MUJER:

    189
    “Esto es por fasannya de Doña Eluyra, sobrina del arçidiano Don Mate de Burgos, el tartamudo, e fija de Ferrant Gómes de Villa Armento; era desposada con vn cauallero.
    Et diol el cauallero en desposorios pannos e abtesas e vna mula con siella de duenna. Et partióse el casamiento que non casaron en uno.
    Et el cauallero demandaua ala duenna quel diesse sus abtesas e todo lo quel auya dado en el desposorio, pues non casaua con él; et dixo la duenna quelo que dado la auya en desposorio non gelo auya de dar.
    Et vinieron ante Diago López dAlfaro, que era adelantado de Castiella, et dixieron sus rasones ante él, et el cauallero e su tío el arçidiano Don Mate, que era rasonador de la duenna.
    Et jusgó Don Diago que sy la duenna otorgaua que auya besado e abraçado el cauallero en desposorio, que fuesse suyo dela duenna todo la quel auya dado en desposorio. Et sy la duenna non otorgaua que la auya besado e abraçado el cauallero en desposorio, quél diese todo lo quel auya dado.
    Et la duenna non quiso otorgar que la auya besado; e diol todo lo quel auya dado."
    LIBRO DE LOS FUEROS DE CASTILLA. (Siglo XIII).
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  7. #27
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    a) ESPIRITUALES.

    LA IGLESIA:

    190
    “Porque estamos obligados a amar y honrar la Santa Iglesia sobre todas las cosas del mundo, y porque tenemos esperanza en ella cuando la guardáramos y la mantuviéramos en sus franquezas y sus libertades, tendremos por ende galardón de Dios en los cuerpos y en las almas en vida y en muerte y porque es honra de nos y de nuestros reinos”
    FUERO REAL.

    191
    “Y comoquiera que están obligados a hacer esto que hemos dicho con todo eso porque las de que la han de guardar no son tan solamente de los enemigos manifiestos que no creen en ella, mas aun de los malos cristianos atrevidos que no la obedecen, ni la quieren tener ni guardar, y porque esto es cosa que se debe prohibir y escarmentar duramente, lo que ellos no podrían hacer porque su poderío es espiritual, todo lleno de piedad y merced, por esto nuestro Señor Dios puso otro poder temporal en la tierra para que esto se cumpliese, así como la justicia que quiso se hiciese en la tierra por mano de los emperadores y de los reyes.
    Y estas son las dos espadas por que el mundo se mantiene, la una espiritual y la otra temporal, pues la espiritual corta los males escondidos y la temporal los manifiestos.

    Y de estas dos espadas habló nuestro Señor Jesucristo el Jueves de la Cena cuando preguntó a sus discípulos probándoles si tenían armas con que lo amparasen de aquellos que le habían de prender; ellos le dijeron que tenían dos cuchillos, y El les respondió como Aquel que sabía todas las cosas, y dijo que bastante tenían.
    Lo que es gran razón, pues aquí se encierra el castigo del hombre tanto en lo espiritual como en lo temporal.
    Y por tanto estos dos poderes se juntan en la fe de nuestro Señor Jesucristo por dar justicia cumplidamente al alma y al cuerpo.
    Donde conviene por razón derecha que estos dos poderes estén de acuerdo siempre, así que cada uno de ellos ayude en su poder al otro, pues el que desacordase vendría contra el mandamiento de Dios y tendría por fuerza menguada la fe y la justicia, y no podría menguadamente conservar las tierras en buen estado ni en paz donde esto se hiciese”.
    LAS SIETE PARTIDAS.

    192
    “Así como Dios hizo en el cielo dos grandes luminarias, la una el sol, para que alumbrase el día y la otra la luna que alumbrase la noche, sí tuvo por bien que hubiesen en la tierra estos dos estados: el estado del Papa, que debe mantener la Iglesia, que es mantenimiento de los cristianos y la clerecía y todos los estados de la religión, y aun los legos en lo espiritual, y el emperador, que debe mantener en justicia y en derecho a todos los cristianos, señaladamente a los que obedecen el Imperio de Roma.
    Por la maneras que habéis oído vieron las gentes que así como el sol y la luna alumbran el día y la noche, el Papa y el emperador debían mantener en el mundo en lo espiritual y en lo temporal; que así como el sol, que es un cuerpo muy claro, alumbra el día y le da gran claridad para que los hombres puedan ver claramente, así el Papa debe mantener muy limpiamente todos los hechos espirituales para que muy claramente puedan los cristianos comprender y usar la santa Fe para salvar las almas, que es la principal cosa para que Dios nuestro Señor crió a los hombres.

    Tan bien como el sol da claridad a la luna, que es cuerpo oscuro, y la hace clara para que pueda alumbrar a la noche, que es cosa muy oscura, así el Papa, que es mantenedor y gobernador de las cosas espirituales, debe dar ejemplo y ayudar al emperador para que pueda mantener y gobernar las cosas temporales, que son muy oscuras y muy tenebrosas y muy dudosas; mas uniendose bien los hechos espirituales y los temporales, que son los estados del Papa y del emperador, estarán todos los hechos del mundo bien ordenados y mantenidos.
    Mas bien así como a las veces acaece que por alguna cosa que se mete entre el sol y la luna no envía el sol su claridad a la luna tan cumplidamente como debe, y, por el contrario, recibe la luna una mengua en sí que llaman en la astrología eclipse, y a veces la luna hace eclipse al sol; pero vemos por unas ocasiones parece eclipse en la luna que en el sol, y esto es porque el sol es cuerpo más noble y mayor y más claro y más alto, y puede lucir más y más ligeramente embargar la luna que la luna al sol, porque de todas estas cosas no es tan cumplido, pues la luna no es un cuerpo tan noble y es más pequeño y oscuro, y más bajo que el sol.

    Y también vemos que cada vez que estos eclipses acaecen son siempre dañosos y nacen de ellos grandes males y mayor daño cuando acaecen eclipses en el sol; todas estas cosas pasan en el estado del Papa y del emperador, pues cuando por pecados y por ira de Dios acaece alguna discordia entre el Papa y el emperador, recibe el Imperio una gran mengua y un gran daño, porque no recibe del Papa aquel consejo y aquella ayuda que debía, así como cuando la luna es menguada de la claridad del sol.
    También cuando el emperador hace alguna cosa contra el Papa porque se embargue alguna cosa y porque no pueda hacer sus hechos como debía, es muy gran mengua y muy gran daño para toda la Iglesia, que son los fieles cristianos, que terminan todos en tinieblas y oscuridad, porque el sol no puede dar su claridad como debe.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’. (c. 1330)

    192
    “Pues es mi intención, según a mi oficio real pertenece, defender a la Iglesia como el protector de ella y que le sea guardada su jurisdicción; los prelados y ministros y jueces de ella deben estar contentos con esto y no sobrepasar ni exceder sus términos, antes deben estar obligados de guardarme a mí, como a su rey y soberano señor, mi preeminencia y soberana jurisdicción real y no entremeter en ella cosa alguna”
    Cortes de Madrigal, año 1476


    QUÉ QUIERE DECIR PAPA:

    193
    “Papa ha nome otrosí el Apostólico, que quiere tanto decir en griego, como Padre de padres. E esto es porque todos los obispos son llamados Padres espiritualmente, e él sobre todos; e por eso lo llaman así. Ca, bien como el poder que es sobre todas las cosas del mundo se ayunta e se afirma en Dios, e dél le resciben, otrosí, el poder que han los Perlados de Santa Eglesia se ayunta e se afirma en el Papa e dél les viene.
    E por eso convino que esos dos nomes, Papa e Apostólico, se ayuntasen en una persona que fuese cabeza de todos los otros Perlados así como dicho es. Onde por todas estas razones debe el Apostólico ser mucho más honrado e guardado, como aquél que es padre de las almas e Señor e mantenedor de la Fe. E por esto todos los christianos del mundo, cuando vienen a él, bésanle el pie. Onde cualquier que dijese, afirmando como quien lo cree, que el Papa non ha estos poderes que habemos dicho aquí, o que non es cabeza de Santa Eglesia, sin que es descomulgado, debe haber tal pena por ello, como hereje conocido”.
    LAS SIETE PARTIDAS.


    CÓMO DEBE SER HONRADO EL APOSTÓLICO E GUARDADO:

    194
    “Honrando los christianos el Apostólico, honran a Jesu Christo, cuyo Vicario es. Otrosí honran a todos los Apóstoles, e señaladamente a Sant Pedro, que fue el mayor dellos, de que tiene lugar; e aun honran toda la Christiandad, cuya cabeza es, como ordenador e mantenedor de la Fe; e quien a él deshonrase, a todos estos que dijimos deshonraría.
    Por ende, todos los christianos le deban honrar e amar en estas tres maneras; de voluntad, e en dicho, e en fecho.
    E la primera, que es de voluntad, que crean que es cabeza de Christianismo e enseñador de la Fe de nuestro Señor Jesu Christo, por que se salvan los christianos, obedesciendo sus mandamientos.
    La segunda, que es por palabra, que le deben honrar llamándole Padre Santo e Señor.
    La tercera, que es en fecho, es que cuando algunos vinieren a él, que le besen el pie, e que le honren en todas cosas más que a otro home”.
    LAS SIETE PARTIDAS DEL REY DON ALFONSO EL SABIO.


    DEFENSA CONTRA ENEMIGOS DE LA FE:

    195
    “En el nombre del muy alto Dios nuestro Señor. Visto por los cathólicos christianísimos Rey e Reina, el muy gran daño procedido de la endurecida opinión y perpetua ceguedad de los judíos, y cómo de allí habían su nudrimento la herética pravedad mosaica; estando en el cerco de Granada el año 1492, mandaron y ordenaron que a todos los judíos de toda España, e todos los reinos della, les fuese predicado el Santo Evangelio e fe cathólica, e doctrina christiana, e que los que quisiesen se convertir e baptizarse, permanecieran en sus reinos, así comos sus vasallos, con todo lo suyo, y los que no se quisiesen convertir, que dentro de seis meses se fuesen e partiesen de sus reinos, e so pena de muerte no volviesen más a ellos, e que llevasen todo lo suyo, o lo vendiesen en lo que quisiesen, salvo no sacasen ni oro ni plata.
    E salido este dicto e mandado en todas las sinagogas e plazas, e iglesias, por los sabios varones de España les fue predicado el Santo Evangelio e doctrina de nuestra Santa Madre la Iglesia”.
    A. BERNÁLDEZ (1450-1513), ‘Crónica de los Reyes Católicos’.


    PATRIA:

    196
    “Pues natural cosa es a las aves amar sus nidos, e a los animales sus cuevas, mucho más deue ser a los ombres razonables que amen las patrias donde nascieron e se criaron”.
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Regimiento de Príncipes’: Proemio.


    LAMENTACIÓN POR LA PATRIA:

    197
    “Oy qué diré de ti, triste emispherio,
    O Patria mía, que veo del todo,
    Ir todas cosas ultra el recto modo,
    ¿Dónde se espera inmenso lacerio?...

    ¡Tu gloria e laude tornó vituperio
    E la tu clara fama en escureça! ...
    Por cierto, España, muerta es tu nobleça,
    E tus loores tornados lacerio.

    ¿Do está la fee?... ¿Dó está la caridat? ...
    ¿Dó la esperança?... Ca por cierto ausentes
    Son de las tus regiones e partidas.

    ¿Dó es justicia, templança, egualdad,
    Prudençia e fortaleça... ¿Son presentes?...
    Por cierto non: que lexos son fuidas.”

    MARQUÉS DE SANTILLANA (1398-1458), ‘Sonetos fechos al modo itálico’.


    EL IMPERIO:

    198
    Imperio es gran dignidad, y noble y honrada sobre todas las otras que los hombres puedan tener en este mundo temporalmente. Pues el señor a quien Dios tal honra da es rey y emperador, y a él pertenece según el derecho y el otorgamiento que hicieron las gentes antiguamente gobernar y mantener el Imperio en justicia, y por eso se llama emperador, que tanto quiere decir como mandador, porque a su mandamiento deben obedecer todos los del Imperio.”
    ...........
    “Y este poder tiene el señor luego que es escogido de todos aquellos que tienen poderío de escogerlo o de la mayor parte, siendo hecho rey en Alemania en aquel lugar donde se acostumbraron a hacer antiguamente a los que fueron escogidos emperadores”.
    ...........
    “Vicarios de Dios son los reyes cada uno en su reino, puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y en verdad en lo temporal, así como el emperador en su Imperio.”
    LAS SIETE PARTIDAS DEL REY DON ALFONSO EL SABIO.

    199
    “De la misma manera que Dios es Señor de todas las cosas, el emperador ha de ser caballero y señor de todos los caballeros; como el emperador no los podría regir directamente a todos, conviene que tenga bajo de sí reyes que sean caballeros, a fin de que le ayuden a mantener el estado de la caballería”.
    RAIMUNDO LULIO, ‘Libre del orde de cavallería’.

    200
    “También tiene el emperador un gran poder en lo temporal; mas cuál o cuánto sea este poder no nos importa, porque yo soy de Castilla y los reyes de Castilla y sus reinos tienen menos sujección que ninguna otra tierra del mundo, y por tanto no sé yo mucho de esto, mas los que son del Imperio o a los que esto atañe, ellos lo vean, pues nosotros no tenemos que adobar en esto nada ni nos queremos meter en lo que no tenemos que librar.”
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Estados’.

    201
    “Siendo la paz tan necesaria a todas las gentes, las naciones y el mundo, se discutió en la antigüedad qué forma de gobierno convendría al mundo para que se viviese siempre en paz, y se estimó por los grandes filósofos que la mejor organización política que podría tener el mundo para conservar siempre la paz sería que todos estuviesen bajo un señorío y bajo un monarca que fuese señor general, gobernador, regidor y emperador de todo el mundo”.
    FRANCISCO EXIMENIS (1330-1409), ‘Regiment de Princeps’


    DE LA REAL E IMPERIAL DIGNIDAD:

    202
    “Menospreciad aquell’alta cumbre
    De los imperios et de los reinados,
    Pues non contiene en sí clara lumbre,
    Nin faze los hombres bienaventurados.
    Son siempre los reys llenos de cuidados
    Y temen aquellos de que son temidos,
    Son con amor vero de pocos amados,
    Nin las más vezes vacan de gemidos”.
    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL (1392-1449), ‘Cancionero de Resende’.
    Pious dio el Víctor.

  8. #28
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    b) POLÍTICAS.

    EL REY:

    203
    “Los reyes en la tierra son a semejanza de Dios, et tener por cierto que, segunt los merecimientos del pueblo, si andan et viven en las causas de Dios, et guardan las sus leyes et los mandamientos et le aman et le sirven como deben, dales Dios buenos reyes derechureros et piadosos que los mantengan en paz et en justicia et vive el pueblo con ellos como los fijos con el padre.
    Et cuando el pueblo yerra contra Dios et non le sirven como deben, dales Dios reyes torticieros et crueles et cobdiciosos et cumplidores de sus voluntades et desordenados et destruidores del pueblo. Et tales reyes como éstos no son llamados reyes, mas son llamados tiranos”.
    DON JUAN MANUEL, ‘Libro de los Castigos’. (1342-44)

    204
    “El rey es cabeça e fundamento de su República, de cuya virtut todos los miembros resçiben influençias virtuosas, e cuyos fechos saon a su pueblo neçesarios enxienplos.”
    RUY SÁNCHEZ DE ARÉVALO (1404-1470), ‘Vergel de los Príncipes’

    205
    “Este nombre de rey de buen regir desciende,
    Quien ha buena ventura, bien así lo entiende,
    El que bien a su pueblo gobierna y defiende,
    Este es rey verdadero, tírese el otro dende.

    De un padre, de una madre con ellos descendemos.
    Una naturaleza ellos y nos habemos,
    De vivir y morir una ley tenemos,
    Sólo obediencia que les leal debemos.


    Quiera por su merced Dios les ayudar,
    Que puedan los sus pueblos regir y gobernar
    Con paz y con sosiego, que gran cuenta han de dar

    A aquel Rey verdadero, que la sabrá tomar.

    Dios les guarde de guerras y de todo bullicio,
    Puedan bien responder a Dios de su oficio,
    Mas mal pecado andan fuera de su quicio:
    Quien les dice el contrario non entiende que es perjuicio.


    Dios les de buen consejo que lo quieran creer,
    Y puedan en sus tierras justicia mantener:
    Según que lo yo entiendo mucho es menester,
    Que veo los sus pueblos suspirar y gemer.


    Y Dios no menosprecia la pobre oración,
    Mas antes la recibe y oye a toda sazón
    Quien humildemente le ruega y de buen corazón:
    Si justamente lo pide, oído es su sermón.”

    .............
    “Deben ser los reyes muy mucho avisados,
    De bien examinar entre los sus privados,
    No amen lisonjeros ni mucho arrebatados;
    Si así se engañaren, ellos son los culpados.”


    P. LÓPEZ DE AYALA (1332-1407), ‘Rimado de Palacio’.

    206
    “Todos devemos temer
    E amar con devoçión,
    Al rey que por discreçión
    Nos muestra su buen saber,

    Dando nos a entender,
    Ssegunt los verbos ancianos,
    Que es su coraçón en manos
    Del soberano poder.
    .....................
    Pues Dios lo fiso nasçer
    En sygno e constelación
    De conplida perfeción
    En mañas e en paresçer,

    El lo quiera engrandesçer
    Sobre los reyes christianos,
    Tanto que sus comarcanos
    Lo vengan a obedesçer.

    Tal rey meresçen aver
    Los que son del todo sanos:
    Gozen con él castellanos,
    Ssyn le errar nin fallesçer”.

    FERRANT MANUEL DE LANDO, ‘Desir’ (Cancionero de Baena).

    207
    “Deven los reyes prudentes
    Ser fuertes e justicieros,
    Temprados, dottos, sçientes,
    Caritativos, non fieros;
    Ser christianos verdaderos,
    E bravos a los infieles;
    A los suyos non crueles,
    En las lides cavalleros.
    .....................
    Al que paga lo prestado,
    Préstanle de buena mente;
    Non es punto avergoñado
    Nin en blasmo de la gente.
    Rey, pues set vos diligente
    En pagar e refferir,
    Pues vos vemos resçebir
    Liberal e francamente.”

    MARQUÉS DE SANTILLANA.

    208
    “¡O pues, reyes que reynáys!
    ¡O magnos emperadores,
    Condes, duques e señores
    Que las tierras sojudgáys!
    Pues los tributos leuáys
    Con no pequeña cobdicia,
    Tened en paz e justicia
    Los pueblos que despecháis.

    Amad vuestros caualleros,
    Honrad mucho a los perlados,
    En tiempos acostunbrados
    Tened francos los porteros;
    Apartad los lisongeros,
    Remunerad los seruiçios,
    Nunca desde los oficios
    De justiçia por dineros.”
    ......................
    “Mi consejo principal
    Es, grand señor, que leays,
    Porque sabiendo, sepays,
    Disçernir el bien del mal.
    Que si la sabiduría
    Es a todos conuiniente,
    Más a la gran señoría
    De los que han de ser guía
    Y gouernalles de gente.
    .................................
    Con esperança desnuda
    De la fe y la caridad
    Alcançar felicidad,
    Yo, señor, fago gran dubda.
    Pues a cualquier miserable
    Deueys ser caritatiuo;
    A los buenos amigable,
    A los fuertes espantable,
    A los peruessos esquino”.

    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Debate de la razón contra la voluntad’.

    209
    “Tened en vuestros consejos
    Ombres justos, sabidores,
    De la virtud zeladores,
    En las discriciones viejos;
    Que maguer la luenga hedad
    Faga los onbres sesudos,
    Los que son en moçedad
    Quando viejos son más rudos”
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Regimiento de Príncipes’.


    EL REY Y EL REINO:

    210
    “Reino se llama a la tierra que tiene rey por señor, y él tiene también nombre de rey por los hechos que ha de hacer en ella, manteniéndola con justicia y con derecho.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO EL SABIO.

    211
    “Están de acuerdo con lo dicho todos los antiguos filósofos, estimando que la mejor organización política y manera de vivir que existe es estar bajo el gobierno de un rey bueno, grande, noble y sabio. Porque, como es sabido, teniendo aquél de manera perpetua y por largo tiempo el gobierno, tiene conocimiento de sus vasallos y estos de él y conoce sus méritos y el valor de los mejores y mayores, de manera que pueda dar a cada uno beneficios y otras cosas necesarias, según su mérito, cuidando mejor de que la nación tenga buenos gobernantes”.
    FRANCISCO EXIMENIS (1340-1409), ‘Regiment de princeps’

    212
    “Entre las distintas formas de gobierno, la monarquía real es la mejor, porque en un sólo príncipe no hay la discordia que se da entre varios. Además, es mejor este principado porque el que más se acerca a la naturaleza lo es, y como el principado monárquico es el que más se asemeja, es el mejor”.
    ALONSO DE MADRIGAL ‘EL TOSTADO’ (1410-1455) ‘Repetitio de optima politia’

    213
    “Rey tanto quiere decir como regidor, ca sin falla á él pertenesce el gobernamiento del regno, et segunt dixieron los sabios amigos, señaladamente Aristóteles en el libro que se llama Politica, en el tiempo de los gentiles el rey non tan solamente era guiador et cabdiello de las huestes, et juez sobre todos los del regno, mas aun era señor sobre las cosas espirituales que estonce se facien por reverencia et por honra de los dioses en que ellos creien, et por ende lo llamaban rey, porque regie también en lo temporal como en lo espiritual. Et señaladamente tomo el rey nombre de nuestro señor Dios, ca asi como él es dicho rey sobre todos los otros reyes, porque del han nombre, et él los gobierna et los mantiene en su lugar en la tierra para facer justicia et derecho; así ellos son tenudos de mantener et de gobernar en justicia et en verdat á los de su señorío. Et aun otra manera mostraron los sabios por que el rey es asi llamado, et dixieron que rey tanto quier decir como regla, ca bien asi como por ella se conoscen todas las torturas et se endereszan, asi por el rey son conoscidos los yerros et enmendados.” .......................“Verdaderamente es llamado rey aquel que con derecho gana el señorío del regno, et puédese ganar por derecho en estas quatro maneras: la primera es quando por heredamiento hereda los regnos el fijo mayor, o alguno de los otros que son mas propíneos parientes á los reyes al tiempo de su finamiento; la segunda es quando lo gana por avenencia de todos los del regno que lo escogen por señor, non habiendo pariente que deba heredar el señorío del rey finado por derecho ; la tercera razon es por casamiento, et esto es quando alguno casa con dueña que es heredera de regno, que maguer él non venga de linage de reyes, puédese llamar rey después que fuere casado con ella; la quarta es por otorgamiento del papa ó del emperador quando alguno dellos face reyes en aquellas tierras en que han derecho de lo facer: et los que ganan los regnos en alguna de las maneras que desuso deximos son dichos verdaderamente reyes”.............................
    “Tirano tanto quiere decir como señor cruel, que es apoderado en algun regno o tierra por fuerza, o por engaño, o por traición: et estos tales son de tal natura, que después que son bien apoderados en la tierra, aman más de facer su pro, maguer sea a daño de la tierra, que la pro comunal de todos, porque siempre viven a mala sospecha de la perder.
    Et porque ellos pudiesen cumplir su entendimiento más desembargadamente, dixieron los sabios antiguos que usaron ellos de su poder siempre contra los del pueblo en tres maneras de artería: la primera es que puñan que los de su señorío sean siempre necios et medrosos, porque cuando atales fuesen non osaríen levantarse contra ellos, nin contrastar sus voluntades; la segunda que hayan desamor entre sí, de guisa que non se fíen unos dotros; ca mientra en tal desacuerdo vivieren non osarán facer ninguna fabla contra él, por miedo que non guardaríen entre sí fe nin poridat; la tercera razón es que puñan de los facer pobres, et de meterlos en tan grandes fechos que los nunca puedan acabar, porque siempre hayan que veer tanto en su mal que nunca les venga a corazón de cuidar facer tal cosa que sea contra su señorío.
    Et sobre todo esto siempre puñaron los tiranos de estragar a los poderosos, et de matar a los sabidores, et vedaron siempre en sus tierras confradías et ayuntamientos de los homes: et puñaron todavía de saber lo que se decíe o se facíe en la tierra: et fían más su consejo et la guarda de su cuerpo en los estraños porquel sirven a su voluntad, que en los de la tierra quel han de facer servicio por premia.
    Otrosí decimos que maguer alguno hobiese ganado señorío de regno por alguna de las derechas razones que deximos en las leyes antes désta, que si él usase mal de su poderío en las maneras que dixíemos en esta ley, quel puedan decir las gentes “tirano”, ca tórnase el señorío que era derecho en torticero, así como dixo Aristóteles en el libro que fabla del regimiento de las ciudades et de los regnos”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    214
    “Hijo mío: es cosa natural y de razón probada, según yo ahora te diré y te mostraré, que los vasallos deben por derecho servir y obedecer, guardar y honrar a su rey en mayor grado y estado; y pues que Dios le da sean reyes y señor natural, que en esto se juntan dos señoríos: el primero, señorío del reino; el segundo, señorío de la naturaleza, que es señorío que hereda de sangre y de hueso. Gran cosa es y muy de apreciar cuando el señor puede decir a sus vasallos: ‘Yo soy vuestro rey y vuestro señor natural de padre y de abuelo y de bisabuelo”.
    ..............................
    “En la mano derecha tiene aquel rey una espada, por la cual se demuestra la justicia en que debe mantener su reino; que así como la espada corta por los dos lados, así la justicia debe cortar igualmente a unos y a otros sin bandería ni mal deseo, pues todo el poder del rey está en tres cosas: la primera en su palabra; la segunda, en la pluma con que escribe sus órdenes, de lo que él ha de mandar; la tercera, en la espada con que apremia a sus enemigos y con que hace justicia a los suyos, pues la espada corta por premio y por justicia las cabezas de los que hacen mal, y la pluma, si no escribe como debe, el rey ha de cortarle a ella la cabeza. Y como quiera que el poder de la espada es grande, mayor es el poder que la tiene, sobre todo es de poder mayor la palabra del rey”.
    REY DON SANCHO IV (1258-1295), ‘Libro de los castigos’.


    EL REY Y LA MONARQUÍA:

    215
    “Nueve cosas yo fallo con cuales tú verás
    El grant poder del rey en que l' conosçerás,
    Las tres de mucha lonje tierras las entendrás;
    Las seis son en el regno, cuáles aquí sabrás.

    Si sus embajadores envía bien ordenados,
    Caballeros buenos, doctores bien letrados,
    Con buen apostamiento e bien acompañados,
    De los que a ellos veen luego serán notados.

    «Algunt muy grande príncipe», dizen, «cierto será
    El que tal embajada honrada enviará»:
    El que nunca le vio luego le notará,
    E su fama muy grande non la olvidará.

    La segunda, si veen su carta mensajera
    En nota bien fermosa, palabra verdadera,
    En buena forma scripta, e con fermosa cera
    Cerrada, bien sellada, con día, mes e era.

    Si veen su moneda que es bien fabricada
    De oro e de plata, redonda, bien cuñada,
    Rica, de buena ley, en todo bien guardada,
    Esta es la tercera señal, d'él muy granada.

    Otrosí en el regno tres otras debe haber,
    Que todo rey o príncipe las debe escoger
    Para ser muy presciado e muy famoso ser,
    El que non le amase que le pueda temer.

    Que sean las sus villas de muro bien firmadas,
    Grandes torres e fuertes, altas e bien menadas,
    Las puertas muy fermosas e mucho bien guardadas,
    Que diga quien las viere que están bien ordenadas.

    Otrosí sus posadas que parescan reales,
    Alcázares muy nobles e otras casas tales,
    Unas fuertes e rezias, otras llanas, eguales,
    Labradas muy fermosas de buenos menestrales.

    Otrosí en su regno tenga oficiales honrados,
    Juezes e merinos, buenos adelantados,
    Todos de conciencia, ricos e abonados,
    E en guardar la justicia sean bien avisados.

    Otras tres cosas son: qu' el rey debe tener
    En la su casa grande por quien puedan saber
    Todos los que lo vieren que lo deben haber
    Por príncipe honrado e de buen parescer.

    Para servir a Dios haya toda vegada
    Su capilla muy noble, muy rica, apostada,
    De nobles ornamentos, fermosa, bien ornada,
    De buenos capellanes muy bien acompañada.

    Otrosí en su consejo haya hombres honrados,
    Ancianos caballeros e notables prelados,
    Buenos homnes maduros, dotores e letrados,
    Estén cabe su estrado, todos bien asentados.

    Los que vieren al rey en tal consejo estar
    Ternán que los sus fechos non se pueden errar,
    Ca por buenas cabezas ha todo a pasar,
    Que antes que determinen lo habrán de examinar.

    Otrosí sea su casa en todo muy granada,
    Su mesa bien servida, solepnemente honrada,
    Su cámara guarnida, mucho bien apostada,
    E de gente baldía su puerta muy dubdada.

    Aquestas nueve cosas que suso he contado
    Fazen a cualquier rey crescer el su estado
    En honra e en provecho, donde será honrado:
    Quien las bien comidiere non lo terná errado.

    E debe abdiencia de sí siempre otorgar,
    Ca muchos son los homnes que tienen de librar,
    Escuche con sosiego e luego quiera dar
    A los homnes respuesta, non los faga tardar.

    Si le pidieren cosa que él deba fazer,
    Catados sus servicios, débelo prometer
    E mandarlo librar sin más ý detener,
    Que lo que así se da grant pro suele tener.

    Si en lo que le demandan dubda si es derecho,
    Mande que los letrados lo vean el tal fecho,
    E lo libren por fuero, sin precio e sin pecho,
    Pues han buenas soldadas, non judguen por conhecho.

    Si piden la ración o tierra servidores,
    Mande que gelo libren luego los contadores.
    Librando así los fechos folgarán los señores
    E pasarán mejor los pobres pecadores.

    Si fuere bien regido el rey o el señor,
    A todo el su pueblo habrá con grant amor:
    Ca cual él en sí fuere, o bueno o mejor,
    Tal querrá parescerle luego el su servidor.

    Por enjiemplo del rey el regno es gobernado,
    Si él fuere muy justo e bien acostumbrado,
    Tal será el vasallo por le fazer pagado;
    Si de otra maña fuer', todo irá errado.”

    PERO LÓPEZ DE AYALA (1332-1407), ‘Rimado de Palacio’


    DEBERES DEL REY:

    216
    “Amado debe seer mucho el pueblo de su rey, et señaladamente les debe mostrar amor en tres maneras: la primera habiendo merced dellos faciéndoles bien quando entendiere que lo han menester: ca pues que él es alma et vida del pueblo, asi como dixieron los sabios, muy aguisada cosa es que haya merced dellos como de aquellos que esperan vevir por él, seyendo mantenidos con justicia: la segunda habiéndoles piedat et doliéndose dellos quando les hobiese á dar alguna pena con derecho: ca pues que él es cabeza de todos, dolerse debe del mal que rescibieren, asi como de sus miembros; et quando desta guisa ficiere contra ellos seerles ha como padre que cria á sus fijos con amor, et los castiga con piedat, asi como dixieron los sabios: la tercera habiéndoles misericordia para perdonarles á las vegadas la pena que merescieren por algunos yerros que hobiesen fecho; ca como quier que la justicia es buena cosa en si, et de que debe el rey usar siempre, con todo eso fácese muy cruel quando á las vegadas non es temprada con misericordia: et por eso la loaron mucho los sabios antiguos et los santos, et señaladamiente dixo el rey David en esta razon que estonce es el regno bien mantenido quando la misericordia et la verdat se fallan en uno, et la paz et la justicia se besan.
    Et honrarlos debe otrosi en tres maneras: la primera poniendo á cada uno en el logar quel conveniere por su linage, ó por su bondat ó por su servicio; et otrosi mantenerle en él non faciendo por que lo debiese perder; ca estonce será asentamiento del pueblo, segunt dixieron los sabios: et la segunda honrándolos de su palabra loando los buenos fechos que fecieron en manera que ganen por ende buena fama et buen prez: la tercera queriendo que los otros lo razonen asi, et honrándolos desta guisa será él honrado por las honras dellos.
    Otrosi los debe guardar en tres maneras: la primera de sí mismo non les faciendo cosa desaguisada, la que non querrie que otro les feciese, nin tomando dellos tanto en el tiempo que los podiese escusar que despues non se podiese ayudar dellos quando los hobiese , et guardándolos asi será ayuntamiento de ellos que se non espargan, et acrescentarlos ha asi como lo suyo mismo: la segunda manera en que los debe guardar es del daño dellos mismos quando feciesen los unos á los otros fuerza ó tuerto. Et para esto ha que los tenga en justicia et en derecho, et non consienta á los mayores que sean soberbios, nin tomen, nin roben, nin fuercen nin fagan daño en lo suyo á los menores: et estonce será atal como dixieron los sabios, que debie seer apremiador de los soberbios et esforzador de los homillosos: et guardándolos de esta guisa vivirán asesegadamente, et habrá cada uno sabor de lo que hobiere: la tercera guarda es del daño que les podrie venir de los defuera que se entiende por los enemigos: ca destos les debe él guardar en todas las maneras que podiere, et será entonce muro et esperanza dellos, asi como dixieron los antiguos que lo debe seer.
    Onde el rey que honrare, et amare et guardare á su pueblo asi como sobredicho es, será amado, et servido et temido dellos, et terna verdaderamente el logar en que Dios lo puso, et tenerlo han por bueno en este mundo, et ganará por ende el bien del otro sieglo para siempre: et el que de otra guisa lo feciese, darle hie Dios por pena todo el contrario desto.”
    .......................
    “Acucioso debe el rey seer en guardar su tierra de manera que non se yermen las villas nin los otros logares, nin se derriben los muros nin las torres nin las cosas por mala guarda. Et otrosi que los árboles, nin las viñas nin las otras cosas de que los homes viven, non las corten, nin las quemen, nin las derraiguen nin las dañen de otra manera , nin aun por enemistad que hayan los unos contra los otros. Otrosi la debe guardar de los enemigos de fuera, de manera que non puedan en ella facer daño.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    TESTAMENTO DEL REY:

    217
    “En el nombre del sumo e incomparable bien, que es Dios.
    Yo Alfonso Rey de los aragoneses, pamploneses, sobrarbienses y ribagorzanos. Meditando y resolviendo en la mente que hizo a todos los hombres mortales por naturaleza; resolví en mi ánimo mientras disfruto vida y salud, ordenar cómo ha de quedar el reino a mí concedido por Dios, mis posesiones é intereses.
    Pues temiendo al juicio divino, por la salud de mi alma, y también por la de mi padre y de mi madre, y la de todos mis parientes, hago este testamento por Dios y Nuestro Señor Jesucristo, y todos sus Santos.
    Y primeramente con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios y la bienaventurada María de los pamploneses, y de San Salvador de Leire, el castillo de Estella, con toda la villa y con todo lo que pertenece al derecho real, para que sea la mitad de Santa María y la otra mitad de San Salvador; de igual modo dono a Santa María de Nájera y a San Millán el castillo de Nájera con todas sus cosas y honores que le pertenecen: también el de Tribia con todo su honor.
    Y de todas estas cosas sea la mitad para Santa María y la otra mitad para San Millán: ofrezco también a San Salvador de Oviedo, San Esteban de Gormaz y Almazán con todas sus dependencias.

    Lego también a Santiago de Galicia, Calahorra, Cervera y Turtulón con todas sus posesiones, lo mismo a Santo Domingo de Silos dejo el castillo de Sangüesa con la villa, con sus dos caseríos nuevo y viejo y su mercado.
    Dejo igualmente al beato San Juan de la Peña, de la villa de Biel, con todo su honor, y a Bailo con la suya.
    Y doy a San Pedro de Siresa aquel puente levantado, como está escrito en otras cartas; y Ardenes con todo su honor, y a Sosa con todo su valle de Aragüés, lo desierto y lo poblado hasta el puerto.

    Asimismo para después de mi muerte, dejo por mi heredero y sucesor al Sepulcro del Señor, que esta en Jerusalén y a los que guarda(n) y lo conservan, y allí mismo sirven a Dios. Y al Hospital de los pobres que hay en Jerusalén; y al templo del Señor con los caballeros que allí vigilan para defender el nombre de la Cristiandad.

    A estos tres concedo todo mi reino: también todo lo que tengo, conquistado en toda la tierra de mi reino; el Principado, el derecho que tengo en todos los hombres de mi tierra, tanto en los clérigos, como en los legos, obispos, abades, canónigos, monjes, nobles, caballeros, ciudadanos, rústicos y mercaderes, varones y hembras, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y moros, con la misma ley y costumbre que mi padre y yo hemos tenido hasta ahora y debemos tener.
    Añado también a la milicia del templo, mi caballo con todas mis armas; y si Dios me concediese a Tortosa, sea toda del Hospital de Jerusalem.

    Además, porque no es imposible, si nos hemos equivocado, pues somos hombres. Si yo o mi padre quitamos algo a los obispados de mi tierra o a los monasterios, de los honores o las posesiones injustamente, rogamos y mandamos que los prelados, al templo del Santo Sepulcro, del hospital y los del templo, lo restituyan legalmente.
    Del mismo modo, si a alguno de los hombres, varón o mujer, clérigo o seglar, yo o algunos de mis antecesores quitamos injustamente su heredad, restitúyase al mismo justamente por compasión.

    De igual manera, de las propiedades que por derecho de herencia nos son debidas (fuera de aquellas que fueron entregadas a los Lugares Sagrados), las dejo íntegras al Sepulcro del Señor, al Hospital de los pobres y a la milicia del templo; a tal tenor, que después de la muerte de ellos, sean íntegras del Sepulcro, del Hospital y del templo y darlas a quien quisieren.

    De este modo todo mi Reino, como se ha escrito arriba, y toda mi tierra, cuanto tengo, cuanto me quedó de mis antepasados, cuanto yo adquirí o adquiera en adelante con la ayuda de Dios y cuanto yo doy al presente y hubiere podido dar antes justamente, todo lo asigno y concedo al Sepulcro de Cristo, al Hospital de los pobres y al Templo del Señor, para que ellos lo tengan y posean por tres terceras partes iguales: todas estas cosas sobredichas doy y concedo al Señor Dios y los Santos nombrados mas arriba, tan propias y firmes, como ahora lo son mías, y tengan facultad de dar, y quitar.
    Y si alguno de aquellos, que ahora tiene estos honores o los tendrán en el porvenir quisiera ensoberbecerse y no quisiera reconocer a estos Santos, como harían a mí, a mis hombres y a mis servidores, apelen de la traición y de felonía, como harían si yo estuviese vivo y presente, vuelvan por la fe sin engaño.
    Y si durante mi vida me agradara dejar lo que quisieren dejar o a Santa María o a San Juan de la Peña o a otros Santos, los que las tuvieren, recibirán de mí lo que valen.
    Hago, pues, estas cosas, por el alma de mi padre y de mi madre, y por el perdón de todos mis pecados; y para merecer tener un lugar en la vida eterna.
    Hecha esta carta en la era 1172, en el mes de septiembre, día martes, de la Natividad de Santa María, en el castillo y población que se nombra Sariñena.
    Signo + de Alfonso, rey, etc.

    Hecho este testamento tres años antes de su muerte, lo ratificó poco antes de su fallecimiento, que acaeció el día 7 de Septiembre del año 1134.”

    TESTAMENTO DE ALFONSO I DE ARAGÓN


    DE LOS MALOS REYES:

    218
    “Los malos de todos son vituperados
    Sus mismos vicios los atormentan;
    De toda la gente son muy desamados,
    De sí claro nombre: muy lexos ausentan.
    Con muertes, engaños, los suyos los tientan,
    Son aborrecidos de Dios et del mundo.
    Dezid, pues, qué gozo tales reyes sientan,
    Ya vivos viniendo en fuego profundo.”
    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    DE LA PRIVANZA:

    219
    “Bolvamos la pluma a tí o privança,
    Ufana, ingrata, mintrosa irada!
    Tú pones en hombre toda tu fiança
    Por ende de males eres recercada.
    Tú has en arena tu casa fundada,
    Si presto te vienes, más presto te partes,
    De quien te conoce eres desamada
    Por tus no fermosas ni gentiles artes.”

    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    DEL PUEBLO Y DE SU VANO AMOR:

    220
    “No amo ni punto el amor popular,
    Ni loo quien mucho en él se confía;
    Ca no sabe amar, ni sabe desamar.
    Los más de sus fechos van torcida vía,
    Sin razón, sin causa mantiene querella,
    Jamás discreción no lleva por guía;
    Nin honrra virtud, nin se cura d’ella.

    A caos profundos a horas abaxa,
    A horas sublimes al cielo loado,
    En él piedad jamás se encaxa,
    Los sus beneficios siempre van errando.
    En todo ingrato, crudo et nefando;
    Los malos enxalça, los buenos oprime,
    A la falssa fama jamás va mirando,
    Nin siento virtud que a él se arrime”.

    INFANTE DON PEDRO DE PORTUGAL, ‘Cancionero de Resende’.


    EL HOMBRE:

    221
    “Hijo Don Fernando: Cierto que una de las principales razones porque nuestro Señor crió el mundo, fue por tener razón de criar al hombre, que es la más noble criatura que hay bajo los cielos, y aun algunos dicen que es más noble que las criaturas celestiales.
    Mas es cierto que la razón por que el hombre es la más noble criatura, es porque el hombre se compone de cuerpo y alma, y tiene entendimiento y razón, y tiene libre albedrío para poder hacer el bien o el mal.”
    REY DON SANCHO IV, ‘Libro de los castigos’


    EL SÚBDITO:

    222
    “Libertad es poderío que tiene todo hombre naturalmente de hacer lo que quisiere, en tanto que fuerza o derecho de ley o de fuero no se lo impide.
    Y puede dar esta libertad el señor a su siervo en iglesia o fuera de ella, y delante del juez, o en otra parte, o en testamento o sin testamento, o por carta.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    EL PRIVADO:

    223
    “Lo que non fice, faced,
    Favoritos e privados;
    Si queredes ser amados,
    Non vos teman, mas temed.
    Tempat la cúpida sed;
    Consejad retos juicios;
    La raçón obedeced.

    Ca si fuéredes medidos
    En rescebir, non dubdedes
    Con mucha raçón faceredes
    A los otros comedidos.
    Los discretos e sentidos
    Pedirán, cuando pidieren,
    De poco les sois tenidos.

    Por tanto, lo que diré,
    Gentes de la nuestra Esperia,
    Acerca desta materia,
    Avedlo como por fe.
    De todos me ensoñereé
    Tanto, que de mi señor
    Cuidava ser el mayor
    Fasta que non lo cuidé”.

    MARQUÉS DE SANTILLANA ‘Doctrinal de Privados’


    MUERTE DEL VALIDO:

    224
    “E de la casa de Alonso Perez esa noche le pasaron a la casa de Alonso Destúñiga, donde toda la noche estuvieron con el aquellos frailes, confortandole e diciendole que muriese como christiano, esperando que Dios habria piedad de su ánima.
    E otro dia muy en amanesciendo, oyó misa muy devotamente, e rescibió el cuerpo de Nuestro Señor, e demandó que le diesen alguna cosa con que beviese, e traxéronle un plato de guindas, de las quales comió muy pocas, e bevió una taza de vino puro.
    E después que esto fue hecho, cavalgó en una mula, e Diego Destúñiga e muchos caballeros que le acompañaban, e iban los pregoneros pregonando en altas voces: ‘Esta es la justicia que manda hacer el Rey nuestro Señor a este cruel tirano e usurpador de la corona real: en pena de sus maldades mándale degollar por ello.’

    E así lo llevaron por la cal de Francos, e por la Costanilla, hasta que llegaron a la plaza donde estaba hecho un cadahalso alto de madera, e todavia los frayles iban juntos con él, esforzándole que muriese con Dios; y desque llegó al cadahalso, hicieronle descavalgar, e desque subió encima, vido un tapete tendido, e una cruz delante, e ciertas antorchas encendidas, e un garabato de fierro fincado en un madero; e luego fincó las rodillas e adoró la cruz, e después levantóse en pie, y paseóse dos veces por el cadahalso.
    E allí el maestre dio a un page suyo llamado Morales, a quien habia dado la mula al tiempo que descavalgó, una sortija de sellar que en la mano llevaba, e un sombrero, e le dixo: ‘Toma el postrimero bien que de mi puedes recebir, el cual lo recibió con muy gran llanto’.
    Y en la plaza y en las ventanas había infinitas gentes que habían venido de todos los lugares de aquella comarca a ver aquel acto: los quales desque vieron al maestre andar paseando, comenzaron de hacer muy gran llanto, e todavía los
    frayles estaban juntos con él, diciéndole que no se acordase de su gran estado e señorío, e muriese como buen christiano.
    El les respondió que así lo hacía, e que fuesen ciertos que en la fe parescía a los Santos Mártires.

    E hablando en estas cosas, alzó los ojos e vido a Barrasa, caballerizo del príncipe, e llamóle e díxole: ‘Ven aca, Barrasa: tú estas aquí mirando la muerte que me dan; yo te ruego que digas al principe mi señor que dé mejor gualardón a sus criados, quel rey mi señor mandó dar a mi.’
    E ya el verdugo sacaba un cordel para le atar las manos, e el maestre le preguntó: ‘¿Qué quieres hacer?’ El verdugo le dixo: ‘Quiero, Señor, ataros las manos con este cordel’. El maestre le dixo: ‘No hagas así’, e diciendole esto, quitóse una cintilla de los pechos, e diógela, e díxole: ‘Atame con esta, e yo te ruego que mires si traes buen puñal afilado, porque prestamente me despaches.’
    Otrosí le dixo: ‘Dime, aquel garabato que está en aquel madero, ¿para que esta allí puesto?’ El verdugo le dixo: que era para que después que fuese degollado, pusiesen allí su cabeza. El maestre le dixo: ‘Después que yo fuere degollado, hagan del cuerpo y de la cabeza lo que querrán’.

    Y esto hecho, comenzó a desabrocharse el collar del jubón, e aderezarse la ropa que traía vestida, que era larga de chamelote azul forrada de raposos forreros; e como el maestre fue tendido en el estrado, luego llegó a él el verdugo, e demandóle perdón, e dióle paz, e pasó el puñal por su garganta, e cortóle la cabeza, e púsola en el garabato.
    Y estuvo la cabeza allí nueve días, y el cuerpo tres días; e puso un bacín de
    plata a la cabecera donde el maestre estaba degollado, para que allí echasen el dinero los que quisiesen dar limosna para con que le enterrasen; y en aquel bacín fue echado asaz dinero.
    E pasados los tres días, vinieron todos los frayles de la Misericordia, e tomaron su cuerpo en unas andas, e llevaronlo a enterrar a una hermita fuera de la villa, que dicen Sant Andrés, donde se suelen enterrar todos los malhechores; y dende a pocos días fue sacado de allí, y llevado a enterrar al Monasterio de San Francisco, que es dentro en la villa.
    E pasado asaz tiempo, fue traído el cuerpo con su cabeza a una muy sumptuosa capilla quel había mandado hacer en la Iglesia mayor de la cibdad de Toledo: e asi ovo fin toda la gloria del maestre e condestable Don Álvaro de Luna.”

    CRÓNICA DEL REINADO DE JUAN II. (ca. 1454)
    Pious dio el Víctor.

  9. #29
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    c) SOCIALES.

    EL PUEBLO:

    225
    “Algunos consideran que pueblo se llama a la gente menuda, así como menestrales, labradores; mas esto no es así, pues antiguamente en Babilonia, y en Troya, y en Roma, que fueron lugares muy señalados y ordenaron todas las cosas con razón y pusieron nombre a cada una según convenía, llamaron pueblo al ayuntamiento de todos los hombres comunalmente, de los mayores, y de los menores, y de los medianos, ya que todos son necesarios y no se pueden excusar, porque se han de ayudar unos a otros para poder bien vivir y ser guardados y mantenidos”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    226
    “El orden no reside solamente en los hombres porque amen su estado, sino más bien por amar los demás estados. Por consiguiente, amar un estado y odiar a otro no es mantener el orden, porque Dios no ha hecho estado alguno contrario a otro cualquiera.
    Así, pues, como el religioso que tanto ama a su estado que es enemigo de otro no sigue el orden, de la misma manera el caballero no tiene oficio de tal amando su estado en una forma que menosprecie otro.”
    RAIMUNDO LULIO (1232-1315), ‘Libro del orden de caballería’


    DEBERES DEL PUEBLO:

    227
    “Et por ende todo cristiano debe haber buena esperanza en Dios, ca asi como la fe serie muerta sin buenas obras, segunt dixieron los santos, otrosi non le complirie la fe á home nin le tendrie pro, si buena esperanza non hobiese, porque ella es esfuerzo de la fe, et la guia para llegar á lo que cobdicia. Onde por todas estas razones conviene mucho al pueblo que la haya, ca asi como debe vevir trabajándose de facer bien, otrosi debe haber firme esperanza que habrá buen gualardon por ello, et acabará lo que cobdicia: et los que asi non lo feciesen, sin el mal que les vernie en este mundo, porque nunca traerian los corazones asosegados por mengua de buena esperanza, darles hie Dios en el otro por pena lo que merescen los desesperados.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    228
    “Establecemos que todos están obligados a guardar y a conservar la vida y la salud del rey, y acrecentar en todas sus cosas su honra y su señorío; y que ninguno sea osado por hecho ni por dicho ni por consejo de ir contra el rey ni contra su señorío, ni hacer levantamiento ni bullicio contra él, ni contra su reino en su tierra, ni fuera de su tierra, ni de pasarse a sus enemigos ni de darles armas ni otra ayuda ninguna por ninguna manera”.
    FUERO REAL

    229
    “Et por ende el pueblo a semejante desto, segunt dixieron los sabios, debe siempre decir palabras verdaderas al rey, et guardarse de mentirle llanamente et de decirle lisonja, que es mentira compuesta; ca el que dixiese mentira á sabiendas al rey por que hobiese á prender á alguno, ó á facerle mal en el cuerpo asi como de muerte ó de lision, debe haber en el suyo tal pena qual feciere haber al otro por la mentira que dixo; et eso mismo decimos si le feciere perder algo de lo suyo tambien mueble como raiz.”
    .........................
    “Onde non conviene al pueblo que guarden al rey tan solamiente de sí mismo, ... mas aun son tenudos de guardalle, de lo non matar en ninguna manera; ... Otrosi le deben guardar que ninguno dellos non lo fiera.... Onde por todas estas razones et por las otras que desuso diximos, farien muy grande traycion los quel feriesen: et aun lo deben guardar de non lo prender porque en esto yacen dos cosas muy malas; la una desapoderamiento et la otra aviltanza; et por ende los que lo prendiesen farien muy grant traycion.
    Et guardarlo deben otrosi de non le baldonar, ó pararse en campo para lidiar con él, porque esto serie traycion conoscida, ca los que lo feciesen non lo farien sinon á fiuza de matarlo ó de ferirlo, ó de prenderlo ó de echarlo deshonradamente del campo.
    Eso mismo decimos de los que corriesen el logar do él fuese, ó le echasen celada; ca la lealtad de España estrañó tanto esto que posieron por fuero que maguer el natural del rey fuese vasallo de otro, si acaesciese que fuese en logar do hobiese de lidiar, que este atal dexase sus caballeros á aquel con quien fuese, et que se veniese él para el otro cuyo natural fuese para estar con él tambien él como todos los otros que sus naturales fuesen.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    LEALTAD:

    230
    “Lealtad es cosa que enderesza los homes en todos sus fechos, porque fagan siempre todo lo mejor; et por ende los españoles que todavia usaron della mas que otros homes, veyendo el grant peligro que podrie acaescer á sus señores et á ellos mismos si las fortalezas del regno se perdiesen, posieron quatro cosas por que fuesen meior guardadas: la primera de como rescibiesen los castiellos et por quién: la segunda de como los guardasen: la tercera de como los defendiesen et los acorriesen quando meester fuese: la quarta de como gelos diesen quando los pediesen ó gelos hobiesen á dar por derecho.”
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    VAGOS:

    231
    “Grandes daños vienen a nuestros reinos por consentir en ellos vagabundos y holgazanes que podrían trabajar y vivir de su afán, y no lo hacen, los cuales, no tan sólo viven del sudor de los otros, sin trabajarlo ni merecerlo, sino que dan mal ejemplo a los demás que les ven hacer aquella vida, por lo que dejan de trabajar y tornanse a la vida de ellos, por lo que no se pueden encontrar labradores, y habiendo muchas heredades por labrar, se yerman los lugares.
    Por eso, para remediar estos daños, ordenamos que los que así anduvieren vagabundos y holgazanes que no quisieran trabajar con sus manos ni vivir con sus señores, cualquiera de nuestros reinos los pueda tomar bajo su autoridad y servirse de ellos un mes sin soldada, salvo que les den de comer y beber.”
    JUAN I DE CASTILLA, CORTES DE BRIVIESCA (1387)


    LA TIERRA:

    232
    “Acrescentar et amuchiguar et fenchir la tierra fue el primero mandamiento que Dios mandó al primero home et muger despues que los hobo fechos.
    Et esto fizo porque entendió que esta es la primera naturaleza et la mayor que los homes pueden haber con la tierra en que han de vevir, ca maguer es muy grande la otra que ganan con ella por crianza que les es asi como ama que los gobierna, et otrosi la que toman morando en la tierra aprendiendo et usando en ella las cosas que han de facer, et se les face asi como ayo et maestro que les enseña lo que han á deprender, con todo eso por mayor tovieron los sabios antiguos que fablaron en todas las cosas muy con razon, aquella naturaleza que desuso diximos que los homes han con la tierra por nascer en ella, ca esta les es asi como madre de que sallen al mundo et vienen á seer homes.
    Et por ende el pueblo debe mucho puñar de haber todas estas naturalezas con la tierra en que ha sabor de vevir, et mayormente que el linage que dellos veniere que nasca en ella, ca esto les fará que la amen...
    Et para facer este linage conviene que caten muchas cosas porque cresca et amuchigue; et la primera es que casen luego que sean de edat para ello, ca desto vienen muchos bienes.”
    .....................
    “Criar debe el pueblo con muy grant femencia los frutos de la tierra labrándola et endereszándola para haberlos della, ca desta crianza se ha de mantener la otra... et della se gobiernan et se ayudan ellos et todas las otras cosas vivas, et mansas et bravas; et por ende todos se deben trabajar que la tierra do moraren sea bien labrada, et ninguno desto con derecho non se puede escusar nin debe... et á todos comunalmente debe placer et cobdiciar que la tierra sea labrada, ca desque lo fuere será abondada de todas las cosas que les fuere meester”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.


    AMOR A LA TIERRA:

    233
    “Una de las placenteras cosas que en el mundo ha es vevir home en la tierra do es natural, et mayormente si Dios le face tanta merced que pueda vivir en ella honrado et preciado.
    Et tan placentera es esta manera de vida, que así engaña a muchos que escogen antes vivir en ella pobres que en tierra extraña en que fuesen ciertos que podrían pasar muy honradamente.
    Et sin dubda esto es gran yerro et grand engaño; ca el que tiene mientes por llegar a algún bien et a buen estado non debe dejar el placer de la voluntad de vevir et de grandescer doquier que más pudiere llevar su honra adelante.”
    DON JUAN MANUEL, ‘El libro del Caballero y del Escudero’.


    LABRADORES:

    234
    “Vosotros, cultivadores,
    Fuyd riñas e malicias,
    De crianças e lauores;
    Biuid por vuestros sudores
    Curando de vuestros bueyes;
    Dexad las armas e leyes
    A fidalgos e dotores”
    GÓMEZ MANRIQUE, ‘Debate de la razón contra la voluntad’


    LABRADOR Y PESCADOR:

    235
    “¡Benditos aquellos que con el açada
    Sustentan su vida e viven contentos
    E de cuando en cuando, conoscen morada
    E suffren pascientes las lluvias e vientos!
    Ca éstos no temen los sus movimientos,
    Nin saben las cosas del tiempo passado,
    Nin de las presentes se facen cuidado
    Nin las venideras do han nascimientos.

    ¡Benditos aquellos que siguen las fieras
    Con las gruesas redes e canes ardidos,
    E saben las trochas e las delanteras
    E fieren del arco en tiempos devidos!
    Ca éstos por saña non son conmovidos,
    Nin vana cobdicia los tiene subjetos;
    Nin quieren thesoros, nin sienten deffetos,
    Nin turban temores sus libres sentidos.

    ¡Benditos aquellos que cuando las flores
    Se muestran al mundo, desciben las aves,
    E fuyen las pompas e vanos honores,
    E ledos escuchan sus cantos suaves!

    ¡Benditos aquellos que en pequeñas naves
    Siguen los pescados con pobres traínas!
    Ca éstos non temen las lides marinas,
    Nin cierra sobre ellos Fortuna sus llaves.”
    MARQUÉS DE SANTILLANA (1398-1458), ‘Comedieta de Ponza’.
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  10. #30
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HECHOS

    LUCHA CONTRA EL INVASOR:

    236
    “Un grito ha sido oído -en medio de las montañas. Y el echecojauna, el amo, de pies delante de la puerta ha abierto las orejas y ha dicho: ‘¿Quién está ahí?¿Qué me quieren?’ Y el perro, que dormía a los pies de su amo, se ha levantado y ha llenado con sus ladridos los contornos de Altobiskar.

    Resuena un fuerte rumor en el collado de Ibañeta. Se acerca chocando contra las rocas a derecha e izquierda. Es el estruendo de un ejército que de lejos llega. Los nuestros les han respondido desde lo alto de las montañas, haciendo sonar sus cuernos. Y el echecojauna aguza sus dardos: ¡Ya llegan, ya llegan! ¡Qué bosque de lanzas! ¡Cómo aparecen sobre ellos banderas de todos los colores! ¡Qué destellos despiden sus armas! ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis, diez y siete, diez y ocho, diez y nueve, veinte.

    -¡Veinte, y miles y miles más! Se pierde el tiempo contandolos. Juntemos nuestros nervudos brazos. Arranquemos de cuajo esas rocas. Rodemoslas monte abajo por la pendiente de la montaña sobre sus cabezas. Aplastemoslos, hiramoslos de muerte.
    -¿Qué querían de nuestros montes esos hombres del Norte?¿Por qué han venido a turbar nuestra paz? Cuando Dios hizo las montañas fue para que los hombres no las pasasen. Pero las rocas caen rodando y aplastan a los invasores. La sangre corre a torrentes ¡Oh, qué de huesos rotos!¡Qué mar de sangre!

    -¡Huid, huid los que os aun tenéis fuerzas y caballos!¡Huye, rey Carlo Magno, con tu pluma negra y tu capa encarnada! Tu sobrino amado, el valiente Roldán, yace allá abajo muerto. Su valor de nada le ha servido. Y ahora, euscaldunas, abandonemos estas peñas. Bajemos al punto, disparemos nuestras flechas contra los que huyen.
    ¡Huyen! ¡huyen! ¿Dónde está, pues, aquel bosque de lanzas?¿Dónde las banderas de todos colores que aparecían sobre ellos? Ya no despiden destellos sus ensangrentadas armas. ¿Cuántos son? Muchacho, cuéntalos bien.
    -Veinte, diez y nueve, diez y ocho, diez y siete, diez y seis, quince, catorce, trece, doce, once, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.

    ¡Uno! ¡Ni uno se divisa ya! Todo acabó. Echecojauna, puedes volver con tu perro a abrazar a tu esposa y a tus hijos, a limpiar las flechas y recogerlas junto con el cuerno y echarte encima de ellas a dormir.
    De noche, las águilas vendrán a comer esos trozos pisoteados de carne. Y esos huesos blanquearán ahí eternamente.”

    CANTAR DE ALTOBISKAR (recreación medieval, siglo XIX).


    PAZ Y ORDEN:

    237
    “Hemos sabido que algunas personas hacen entre sí ayuntamientos y ligas, firmadas con juramento ó pleito homenage, ó con pena, o con otra firmeza, contra cualesquier personas, en general contra cualesquier que contra ellos fueren ó quisieren ser, y como quier que hacen los dichos ayuntamientos y ligas so color de bien y guarda de su derecho, y por mejor cumplir nuestro servicio; pero por cuanto, según por experiencia conoscemos, estas ligas y ayuntamientos se hacen muchas veces no á buena intención; y dellas se siguen escándalos, discordias y enemistades, impedimentos de la egecucion de nuestra justicia.
    Y por ende Nos, queriendo paz y concordia entre los nuestros súbditos y naturales, y proveyendo á lo que es por venir, mandamos que no sean osados infantes, duques, condes, maestros, priores, marqueses, ricoshombres, caballeros y escuderos de las nuestras ciudades, villas y lugares y concejos; y otras comunidades y personas singulares, de cualquier estado o condición que sean, de hacer ni hagan ayuntamientos ni ligas con juramento, ni rescibiendo el cuerpo del Señor, ni por pleito y homenage, ni por otra pena ni firmeza, en que se obliguen de guardarse los unos á los otros contra otros cualesquier.
    Y otrosí que no usen de las que han hecho hasta aqui; y cualquier de los sobredichos que contra esto hiciere de aqui adelante habrán la nuestra ira, y procederemos contra ellos y contra sus bienes en aquella manera que Nos entendiéremos que cumple á nuestro servicio.
    Y porque los hombres se muevan mas de ligero á Nos denunciar lo que dicho es, mandamos y ordenamos que el acusador o denunciador haya la tercia parte de la pena de dineros ode bienes en que Nos condenaremos á aquel que denunciare o mostrare.
    Y en razón de los ayuntamientos y ligas que son hechas hasta aquí, Nos por esta ley damos por ningunas todas las ligas, promisiones y pleitos que hasta aquí se hubieren hecho...”
    JUAN I DE CASTILLA, Cortes de Guadalajara, 1390.


    LA JUSTICIA:

    238
    “Porque dios puso en el mundo los reyes et los señores para mantener las gentes en justicia et en derecho et en paz, les acomendó la tierra para facer esto.
    Por ende, los reyes et los señores que non han otro juez sobre sí sinon Señor Dios, deben catar que los pleitos que entre ellos vinieren, que los juzgaren según lo que fuere verdad; et entre el juicio de los señores et de los oficiales que ellos ponen et han de juzgar los pleitos por fueros et por leyes hay esta diferencia: los jueces que sean puestos por otros non deben juzgar los pleitos que ante ellos vienen según ven nin según lo que ellos saben, sinon según lo que es razonado entre ellos, o lo que fallaren en aquellas leyes et en aquellos fueros por que han de juzgar. Esto es porque son sometidos a aquellas leyes o a aquellos fueros por que han de juzgar.

    Mas los reyes et los grandes señores, porque non son sometidos nin han de dar cuenta sino a Dios, non deben juzgar sinon por la verdad, nin se deben arrebatar fasta que lo sepan ciertamente; mas de lo que supiesen, débenlo juzgar según la verdad et sin ninguna mala intención; et débense acordar que Dios los puso en aquel estado, et que a El han de dar cuenta, et que de El han de recibir galardón bueno o malo, según los juicios que dieren.
    Et deben ser ciertos que el mucho bien que fagan que nunca les será olvidado, et si algún juicio malo dieren o de cualquier fecho malo que fagan que no hayan de haber pena en este mundo o en el otro o en ambos.
    Otrosí deben catar mucho los reyes et los grandes señores que fagan las cosas como deben, ca todos los sus fechos son en dos maneras: ca son tales que non pueden nin los deben acomendar a otro, sinon facerlos et librarlos ellos mismos; o son tales que non pertenece de los librar a ellos, et los deben acomendar a otro.
    Et si ellos los quisieren todos librar o todos acomendar, facen muy gran yerro; ca en cuanto libran lo que deben acomendar a otro, pierden el tiempo de librar lo que les pertenecía a ellos; et si acomiendan a otro lo que ellos debían librar, non se libra tan cumplidamente como debe.”

    DON JUAN MANUEL, ‘Libro del Caballero y del Escudero’ (1326)


    LA JUSTICIA Y LA LEY:

    239
    “Creed por cierto que una de las cosas por las que más se salvan las almas y se mantienen los cuerpos, y los reinos, y los estados y las tierras, es la justicia.
    Y justicia no entendáis que es solamente matar hombres, sino dar a cada uno lo que merece, haciendo bien por bien y mal por mal.
    Y aun todos los que han podido hacer justicia deben agradecer más a Dios que les dé lugar a galardonar que para castigar.”
    REY DON SANCHO IV (1258-1295), ‘Libro de los castigos’.

    240
    “Ley tanto vale como lección o enseñanza escrita que liga al hombre para no hacer mal y le dirige a ser leal haciendo derecho. Y fuero equivale a ley derechamente usada por largo tiempo, esté o no escrita. Y postura es llamada en latín toda buena disposición que hace el rey u otro por su orden o los hombres entre sí y que si es favor del país o de algunos lugares la aprueba el rey y se confirma por privilegio o carta mandándola guardar”.
    LAS PARTIDAS DE ALFONSO X EL SABIO.

    241
    “La ley ama y enseña las cosas que son de Dios, y es fuente de enseñanza y muestra de derecho y de justicia y de ordenamiento y de buenas costumbres, y guiamiento del pueblo y de su vida; y tanto para los hombres como para las mujeres, y para los mancebos como para los viejos; y tanto para los sabios como los no sabios, y para los de la ciudad como para los de fuera; y es guarda para el rey y para sus pueblos.”
    FUERO REAL.


    EL JUEZ Y LA JUSTICIA:

    242
    “Deben ser los jueces en todo abonados,
    Ricos de posesiones y de virtudes dotados,
    De todas buenas mañas y bien sosegados,
    Que no sean crueles a los pobres cuitados.

    Deben amar la justicia y de ella bien usar;
    Pues que el rey de ellos fía, no deben engañar;
    Que si ellos no lo hacen, podrían trastornar
    La justicia que el rey de ellos quiso fiar”.

    ...........................

    “No debe el juez a ninguno dañar,
    Antes debe en común a todos aprovechar;
    A los unos, con miedo, los puede espantar;
    A los otros, con honra, los debe sosegar.

    Ni debe el juez en todo ser muy teso,
    Ni debe ser muy blando, que así le es defeso:
    Si fuere sabedor y tuviere buen seso,
    En la su mano diestra siempre tendrá un peso.

    En la una balanza la justicia tendrá,
    Con la cual él condene aquél que mal hará;
    En la otra balanza la piedad será,
    Que siempre al castigo al pecador dará.

    No debe ser cruel en la ejecución,
    Con lágrimas y lloro de puro corazón,
    Bien la examine gran tiempo y sazón,
    Que matar así un hombre no es juego de piñón”.

    PERO LÓPEZ DE AYALA, ‘Rimado de Palacio’.


    EL PAISAJE:

    243
    “Yo, maestro Gonçalvo de Verçeo nomnado,
    Yendo en rromería caeçí en un prado
    Verde e bien sençido, de flores bien poblado,
    logar cobdiçiadero pora omne cansado.

    Davan olor sobeio las flores bien olientes,
    Refrescavan en omne las carnes e las mientes;
    Manavan cada canto fuentes claras corrientes,
    En verano bien frías, en yvierno calientes.

    Avíe hi grand abondo de buenas arboledas,
    Milgranos e figueras, peros e maanedas
    E muchas otras fructas de diversas monedas;
    Mas non avié ningunas podridas nin azedas.

    La verdura del prado, la olor de las flores,
    Las sombras de los árbores de temprados sabores
    Refrescáronme todo e perdí los sudores,
    Podrié vevir el omne con aquellos olores.

    Nunqua trobé en sieglos logar tan delectoso,
    Nin sombra tan temprada, ni olor tan saboroso;
    Descargué mi ropiella por iazer más viçioso,
    Poséme a la sombra de un árbor fermoso.

    Iaziendo a la sombra perdí todos cuidados,
    Odí sonos de aves dulçes e modulados;
    nunqua udieron omnes órganos más temprados,
    Nin que formar podiessen sones más acordados.”

    GONZALO DE BERCEO, ‘Introducción de los Milagros de Nuestra Señora’.


    COVADONGA:

    244
    “Por aquellos tiempos era prefecto de Asturias, con residencia en León, Munuza, compañero de Taric. Durante su gobierno, cierto espatario de los reyes Witiza y Rodrigo, llamado Pelayo, oprimido por el señorío de los ismaelitas, entró en Asturias con su hermano.
    El prefecto Munuza envió a Pelayo a Córdoba con el pretexto de una legación, pero en verdad con ocasión de su interés por su hermana. Antes de que regresara el antiguo espatario, Munuza, mediante cierto artificio, se unió en matrimonio con la hermana de Pelayo; mas cuando volvió éste, en ninguna manera quiso consentir en tal enlace, sino que se apresuró a hacer con gran osadía lo que ya meditaba acerca de la salvación de la Iglesia.
    Entonces, el nefando Taric envió soldados a Munuza para que apresaran a Pelayo y lo llevasen a Córdoba encadenado. Llegados a Asturias, quisieron cogerle por engaño, y en una aldea llamada Brece supo Pelayo por cierto amigo la decisión de los caldeos.
    Mas como los sarracenos eran muchos, viendo que no podía ofrecerles resistencia, se apartó de ellos despacio, comenzó de repente a correr y llegó a las orillas del Piloña, que encontró desbordado, pero mediante un adminículo natatorio ganó la otra orilla sobre el caballo en que cabalgaba y subió a un cerro, con lo que los sarracenos cesaron de perseguirle.

    Dirigiéndose hacia la tierra montañosa, arrastró consigo a cuantos encontró camino de una asamblea y con ellos subió a un gran monte llamado Auseva y se refugió en la ladera de dicha montaña, en una cueva que sabía era segura y de la que mana un gran río por nombre Deva. Desde ella envió mensajeros a todos los astures, que se congregaron en una junta y le eligieron príncipe.
    Enterados de lo ocurrido los soldados que habían venido para prender a Pelayo, regresaron a Córdoba y manifestaron a su rey que se había sublevado el denunciado por Munuza.
    Cuando el rey oyó tal noticia, conmovido por furiosa ira, mandó salir contra el rebelde una hueste innumerable, reclutada en toda España; puso al frente del ejército a Alkama, su socio, y ordenó que fuese con éste y sus tropas a Asturias Oppas, obispo de Toledo, hijo de Witiza, por cuya traición habían perecido los godos. Alkama recibió orden de su compañero de que si Pelayo no quería aceptar la propuesta del obispo, le apresase por fuerza de armas y le llevase a Córdoba, y entró en Asturias con un ejército de 187.000 soldados.

    Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva, y el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo subió a un montículo situado delante de la cueva de la Señora y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?» El interpelado se asomó a la ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudosostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve de tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos».
    Pelayo respondió entonces: «No leíste en las Sagradas Escrituras que la Iglesia del Señor llegará a ser como el grano de mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?»
    El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito».
    Pelayo dijo: «Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor, porque David ha dicho: Castigaré con mi vara sus iniquidades y con azotes sus pecados, pero no les faltará mi misericordia. Así, pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos».
    El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: «Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido; a lo que adivino de su intención, no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada».

    Alkama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos.
    Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para luchar con los caldeos; emprendieron éstos la fuga, se dividió en dos su hueste, y allí mismo fue al punto muerto Alkama y apresado el obispo Oppas.
    En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Auseva y por el lugar llamado Amuesa descendieron a la Liébana.
    Pero ni estos escaparon a la venganza del Señor; cuando atravesaban por la cima del monte que está a orilla del río llamado Deva, junto al predio de Cosgaya, se cumplió el juicio del Señor: el monte, desgajándose de sus cimientos, arrojó al río los 63.000 caldeos y los aplastó a todos.
    Hasta hoy, cuando el río traspasa los límites de su cauce, muestra muchas señales de aquello.”

    CRÓNICA DE ALFONSO III.


    DEL CAMINO DE SANTIAGO:

    245
    “Los malos posaderos de la ciudad de Santiago la primera comida la dan de balde a sus huéspedes y se esfuerzan para que les compren velas o cera. ¡Oh, fingida caridad! ¡Oh, falsa piedad! ¡Oh, largueza encubridora de toda clase de fraudes!
    Si, por ejemplo, se hospedan en una casa doce peregrinos bajo unas mismas condiciones, el mezquino posadero les pone un plato, ya de carne, ya de pescado, que en el macelo de la ciudad puede comprar por ocho dineros, y al fin les mete doce velas a seis dineros cada una, siendo así que en la plaza pública habrían podido comprarlas a cuatro dineros.
    O después de aquella fraudulenta comida, la cera que podían comprar por cuatro dineros se la vende en seis. Y por la comida en que empleó ocho dineros les exige dos sueldos, o sea veinticuatro dineros. ¡Oh que nefando contrato! ¡Oh que detestable lucro!

    Otros mezclan con la cera sebo de carnero o de cabra y habas cocidas sin monda, y de esta mezcla hacen velas. Otros, cuando los peregrinos les preguntan por los venerandos hechos del Apóstol Santiago, les refieren fabulosas y detestables patrañas.

    Algunos hay que hacen salir hasta Puertomarín al encuentro de los peregrinos a algún criado, el cual así que los ve:
    "Hermanos y amigos míos, les dice, yo soy vecino de la ciudad de Santiago, pero no me hallo aquí por causa de buscar huéspedes, sino porque estoy cuidando de una mula que mi amo tiene aquí enferma: hareís el favor de decirle que pronto se pondrá buena, y si queréis parar en mi casa, aunque no sea más que en agradecimiento de la noticia que lleváis, os han de tratar bien". Así lo hacen los peregrinos, pero reciben un trato pésimo.

    Otros les salen al encuentro en Barbadelo o en Tricastela y después de saludarlos, traban conversación con ellos sobre cosas indiferentes, hasta que cuando creen llegado el momento oportuno:
    “Yo tengo la dicha -les dicen- de ser ciudadano de Santiago; pero vine aquí a ver a un hermano que reside en esta villa. Y justamente podéis parar en mi casa, porque de seguro que si mi mujer y mi familia saben que me habéis visto y que habéis hablado conmigo, se desvelarán para que no os falte de nada. Si queréis os daré una señal para que os reconozcan”.
    Y, en efecto, a unos peregrinos les da como señal un cuchillo, a otros su cinturón, a otros una llave, a otros una correa, a otros un anillo, a otros un gorro o montera, a otros un guante, etc... Llegan los peregrinos a su casa y se hospedan en ella; y después de la comida, una vela que sólo vale cuatro dineros, la mujer se la vende en ocho o diez. Así son engañados por los posaderos muchos peregrinos de Santiago.

    Y si algún peregrino lleva para vender algún marco de plata que valga treinta sueldos, su mal posadero lo dirige a un monedero con quien está en connivencia, y le aconseja que debe darle el marco en veinte sueldos. El posadero no pierde su tiempo, porque recibe en premio del comprador doce dineros, o más o menos.
    O si el peregrino quiere vender alguna cosa que sea de gran valor, el posadero se la desprecia y aconseja que debe venderla en tanto o cuanto para recibir un buen premio del comprador, o, si acaso, de comprador y vendedor.
    (...)

    ¿Y qué diréis de aquellas mujeres que hacen velas de cera para vender, y les meten tales pabilos, que se consumen antes de acabar la misa o las lecciones? ¿O de aquellas que cuando ven llegar una gran muchedumbre de peregrinos, venden el pan, el vino, la avena, el trigo, el queso, la carne o las aves más caro que lo de costumbre?
    (...)

    Si la marca de plata fina del peregrino vale treinta sueldos, el mal cambiador sólo se da por ella veinte. El cambiador inicuo tiene diversos pesos, unos grandes y otros pequeños; con los primeros compra la plata, con los segundos la vende. Pondera y pone en las nubes su oro y su plata; pero rebaja y desprecia la ajena. Va pesando uno a uno los dineros en la balanza que llaman trebuqueto, y al que halla de más peso lo vende más caro, o lo funde con otra plata en el crisol. A los dineros que tienen mayor módulo que el ordinario, los recorta con la tijera y luego los bate con el martillo para que no se conozcan. Vende, si puede, anillos, cálices, candeleros u otros obras de bronce plateado, como si fueran de plata pura. Del mismo modo, vende más cara, si puede, su marca de plata, o su talento de oro, porque dice que están contrastados; y en cambio quiere comprar más barato el oro o la plata ajena, alegando que está por ensayar.
    (...)

    Pues de los falsos especieros o drogueros, ¿qué diré? Algunos hay que venden hierbas podridas por buenas y sanas; otros mezclan las drogas con cosas extrañas y las venden como legítimas; otros humedecen la pimienta para que pese más en la balanza; otros la mezclan con granos de enebro tostado o de arena oscura; otros agregan al alumbre pedazos de greda; otros mezclan con el incienso resina de pino o de abeto; otros echan en las pinturas tierra de color parecido, y así venden por griego a los ignorantes el verde del país; por bermellón el minio, o la mezcla de ambos; otros rocían el azul con agua que pese más. De la misma manera adulteran todos los demás colores.”
    (...)

    ‘De un sermón pronunciado en Compostela’

    HIMNO JACOBEO:


    246
    DE SANCTO JACOBO
    "Dum pater familias,
    Rex universorum,
    Donaret provincias
    Jus apostolorum :
    Jacobus Yspanias
    Lux, illustrat, morum.

    Primus ex apostolis
    Martir Jerosolimis
    Jacobus egregio
    Sacer est martyrio

    Jacobi Gallecia
    Opem rogat piam ;
    Plebe cuius gloria
    Dat insignem viam
    Ut precum frequentia
    Cantet melodiam:

    "Herru Sanctiagu
    Grot Sanctiagu
    E ultreya e suseya
    Deus adjuva nos".

    Jacobo dat parium
    Omnis mundus gratis;
    Ab cuius remedium
    Miles pietatis
    Cunctorum presidium
    Est ad vota satis.

    Primus ex apostolis, etc.

    Jacobum miraculis
    Que fiunt per illum
    Arctis in periculis
    Acclamet ad illum
    Quisquis solvi vinculis
    Sperat propter illum.

    O beate Jacobe
    Virtus nostra vere
    Nobis hostes remove
    Tuos ac tuere
    Ac devotos adhibe
    Nos tibi placere.

    Jacobe propicio
    Veniam speremus
    Et, quas ex obsequio
    Merito debemus
    Patri tam eximio
    Dignas laudes demus.
    Amen."


    DE SANTIAGO:
    (Traducción)


    "Cuando nuestro Padre,
    Rey del universo,
    provincias en reino
    diera a los apóstoles
    Jacobo en España
    es luz de los buenos.

    El primer Apóstol
    martir de Jerusalén
    excelso Jacobo
    en su sagrado martirio.
    Galicia a Jacobo
    ruega en obra pía
    la gleba a su gloria
    le da insigne vía,
    do el frecuente rezo
    cante melodía

    ¡Oh señor Santiago!
    ¡Oh magno Santiago!
    ¡Y adelante, ea!
    ¡Y arriba, sús, ea!
    Dios, ayúdanos.

    Todo el mundo gratis
    parias da a Jacobo;
    para su remedio,
    soldado piadoso,
    bástele el prsididio
    de cumplir sus votos.

    El primer Apóstol, etc.

    Quien espera liberarse
    de sus cadenas
    aclama su nombre
    en los tiempos de peligro
    por los milagros
    de su intercesión.

    El primer Apóstol, etc.

    Oh santo Jacobo,
    nuestra sola fuerza,
    a los enemigos
    aparta, haz que mueran,
    y a tus devotos
    muestra que te agradan

    El primer Apóstol, etc.

    Jacobo propicio,
    tu venia esperamos;
    y cual por obsequio
    así lo debemos,
    a este Padre eximio
    dignas laudes demos”.

    HIMNO JACOBEO.


    POETAS ESPAÑOLES:

    247
    “Pues somos a las completas
    Daquesta pobre obrezilla,
    Fablemos de la cuadrilla
    De los sotiles poetas.
    Iuvenco que en sus tabletas
    Con Gravio versificó
    Los Evangelios, e dió
    Metro a las cuatro Atletas.

    Prudencio que en versos puso
    El utroque testamento
    Viejo et Nuevo, et aun compuso
    Otras obras que el convento
    Cristiano e su documento
    Non solo las aprobó,
    Mas loó e comendó.
    Tanto fué dellas contento.

    A mí conviene que fable
    De Per Alfonso un Doctor
    Que contra el judaico error
    Fizo un volumen notable.
    Fué este varón loable
    De los hebreos nascido.
    Y despues de convertido,
    Cristiano muy venerable.

    Osio fué sabio Perlado
    De Córdoba, e tanto bueno
    Que en el Concilio niceno
    De todos fué muy loado.
    Quien quiera lo habrá fallado
    En la Tripartita istoria
    E, lo que a el es mas gloria,
    En el Decreto es nombrado.

    Valerio e Liceriano
    De Mérida natural
    E dellos tercio e igual
    El poeta Daciano;
    Otro Doctor Castellano
    Que en estilo asaz polido
    Yo me acuerdo haber leído
    Un volumen de su mano.

    Diego de Campos se llama
    Este Doctor que yo digo,
    En tiempo de Don Rodrigo
    Grand Perlado e de grand fama;
    Mi muy excelente dama
    España seas contenta,
    Que quien esto te presenta
    Señal es que mucho te ama.”

    FERNÁN PERÉZ DE GUZMÁN (1370-1460), ‘Loor de los claros varones de España’
    Última edición por ALACRAN; 01/02/2011 a las 13:50
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    VII – LA ESPAÑA DE LOS REYES CATÓLICOS; LA PATRIA UNIDA.

    1
    Está terminando la Edad Media. La España desgajada de esos últimos años está a punto de reparar de manera definitiva todas sus largas desgarraduras.

    Todo es providencial en el logro del matrimonio de Isabel y Fernando, como también lo será en toda la serie de circunstancias que llevaron a la realización de la unidad española, hecho que surgía luego de ocho siglos de gesta y que era la ratificación y complemento de los anhelos no disimulados de tantos heroicos guerreros caídos por la reconquista peninsular, y los ecos que gloriosamente respondían a las angustias llamadas de los siglos medios en Sobrarbe y Covadonga.

    España ha renacido. España ha sido cerrada. Su historia horizontal ha terminado para dirigirse velozmente hacia la más alta verticalidad que vieron los tiempos. Las líneas convergentes han coincidido lógicamente en su vértice común, de donde arranca un recto y prolongado camino por donde, en los sucesivo, habrá de marchar España. La cumbre del destino hispánico comienza ahora. Año de 1492. Es un radiante yugo que ata todo lo desunido. En tal fecha se logra la unificación territorial de España, con la expulsión de los mahometanos; la unificación religiosa de España, con la expulsión de los judíos; y la unificación del mundo, con el descubrimiento de América.

    La anterior España de los Trastamaras era un cuerpo amorfo y disipado, que encerraba en su seno robustas fuerzas desperdiciadas, ocupadas en gastarse en inútiles discordias sin provecho ni ideal. España vivía sin gloria; eran menester unas manos fuertes que la sacudieran y encaminaran hacia su destino. Esas manos vinieron y España echó a andar.

    El talento político, la visión de los problemas de sus reinos, la noción clara de su destino histórico, así como la actividad, energía y prudencia de los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y el éxito que acompaña a sus múltiples empresas, elevan a España a un grado de esplendor no superado. Consiguen el engrandecimiento merced a la paz interior, que nace al amparo de la Santa Hermandad y de las justicias de la reina, calificadas de “temidas, executivas y espantosas a los malos”. La Península queda libre del dominio musulmán cuando ondea en la torre de la Alhambra de Granada el pendón de los reyes. Granada no era solo una empresa guerrera; era una cruzada y como cruzados fueron a conquistarla.

    En lo que atañe al exterior, España traba su destino al de otras potencias europeas por enlaces matrimoniales entre los hijos de los Reyes Católicos y los príncipes de Austria, Inglaterra y Portugal; consolida su dominio sobre el Norte de África, las islas Canarias y sobre Nápoles y Sicilia, en cuyas tierras resuena el nombre de guerra del Gran Capitán.
    Y hacia Occidente, más allá del Atlántico oculto y desconocido, emerge un continente sobre el mar. España lo descubre, clava en su suelo la Cruz y deposita en aquellos territorios los tesoros de su civilización. Así se abren las puertas del Océano al genio y huella de la raza española.

    ¡Cuántas hazañas genuinamente españolas en tantos acontecimientos y glorias! En Granada, el lance del “Triunfo del Ave María”, de Hernán Pérez del Pulgar; en la Rábida, en Santa Fe y en Palos, la preparación, cima y comienzo de la empresa en que, dirigida por Colón con gentes tan españolas como los Yáñez Pinzón. España, sirena de un ideal nunca vencido, camina por mares ignotos y abre a su paso las aguas de una ruta que les lleva a un mundo nuevo; corriente de hispanidad que pasados los siglos traerá la mutua compenetración de los pueblos de allende y la Patria española.
    En los primeros años que siguen al descubrimiento, hijos de España, inteligentes pilotos y bravos exploradores realizan los llamados ‘viajes menores’ desde 1492 a 1506, y sus nombres son Alonso de Ojeda, Pedro Alonso Nuño, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe y Rodrigo de Bastidas. De la ‘Española’, de aquella reproducción pequeña de la vieja España, partirán otras gentes para nuevos triunfos: Ponce de León, Sebastián de Ocampo, Diego Velázquez de Cuéllar, Vasco Núñez etc..
    Y no son menos gloriosas las hazañas de Italia con el Gran Capitán, ceñido aun de frescos laureles granadinos, que renueva en Seminara, Ceriñola, Garellano y Otranto, como lo serán también las expediciones al Peñón de la Gomera, Orán, Bugia y Trípoli.

    Pero la más gloriosa de todas, por ser más española, la hazaña de la propia reina Isabel, ‘el último cruzado’ al decir de Walsh, la cual no solamente alzó a España, sino que cambió el curso de la civilización y el aspecto total del mundo por entonces conocido, sumamente postrado y expirante, viejo navío consumido y presto a naufragar bajo el mahometanismo triunfante representado por los turcos. Reina Isabel que juzgaba en justicia en tiempos en los que ‘el que la tenía, valíale’, y en los cuales se decía por boca del gobernador Gómez Manrique que ‘los tiempos eran cambiados’ y en lo sucesivo la sola condición estimable es ‘la de la virtud’.

    Todo ello culmina en la creación de la empresa común que es “el dolor y la alegría conjuntos, que es la cultura interior y la aventura externa, que es el orden y la gloria, la ley y la espada, pero todo con el respeto a los trazos esenciales, a las tradiciones íntimas y a la personalidad individual”.
    Establece la unidad de los hombres ante la ley, la unidad de ley para todos los súbditos, la unidad de mando para todas las jurisdicciones; al campesino lo convierte en hombre de la tierra española en lugar de siervo de la gleba feudal. El pueblo queda incorporado a la Nación y al Estado, y lo mismo la nobleza, con la pérdida de sus anárquicos privilegios feudales.

    España llega a su madurez con el Imperio de los Reyes Católicos y sus descendientes; entonces es cuando aquellos gérmenes de otros tiempos brotan en una floración definitiva que es el sentido final y único de la gente española. España entonces, sintiendo sobre todo su sangre y ascendencia cristiana y católica, se siente responsable de un orden universal y eterno:
    “Realizada la ruptura de la conciencia europea, España entrega su alma a la causa del ideal religioso, en el que prevalece UNIVERSALIDAD Y ESPIRITUALIDAD, TRADICIÓN y AUTORIDAD, fe en las obras”. (F. de los Ríos: ‘Religión y Estado en la España del siglo XVI’).
    “España se entrega a la causa de la catolicidad y confía al estado la misión de la defensa de su empeño; mas antes de aceptar con exclusividad una de las posiciones en pugna, intenta la conciliación. Su fuerte Estado de fines del siglo XV y comienzos del XVI, espejo de modernidad a causa de su recia estructura interna, y por la dilatada perspectiva de su política, hace posible este hecho. De ahí el querer colocar Campanella, bajo la égida de España, su visión de la monarquía universal.”

    La organización política española del siglo XVI quiso salvar la catolicidad; España defendía así el más importante fundamento de su nacionalidad mediante la pureza de la Fe con el establecimiento del Santo Tribunal de la Inquisición, la expulsión hebrea y la coacción de los moriscos de las Alpujarras. Pero no menos importante fue la misión ejercida sobre la Iglesia estimándose que el clero secular y el regular debían hallarse en cuanto a cultura, preparación y costumbres a la altura de su excelso cometido.

    El clero español, si bien menos intensamente que el de otras naciones, no se había visto libre de la corrupción de costumbres. A ello habían contribuido de una parte, las turbulencias políticas del siglo XV, en que tomaba parte el alto clero; y de otra, el que las más elevadas dignidades eclesiales recaían con excesiva frecuencia en segundones de familias aristocráticas, carentes a menudo de vocación religiosa. En el clero regular se daba el caso de que las cuantiosas rentas de algunos conventos atraían excesivo número de gentes sin cultura y deseosos de vida regalada, con el subsiguiente quebranto de la disciplina conventual.

    Fue la reina Isabel la que tomó sobre sí la ardua tarea de purificar de sus defectos y vicios al clero secular; comenzó por elegir como confesores sacerdotes que se habían distinguido por su cultura, por su unción religiosa o por su virtud, aunque fueran de modesto origen social. La misma pauta siguió para el nombramiento de arzobispos, obispos y demás dignidades eclesiásticas; persiguió con severidad la inmoralidad de costumbres, que desdichadamente había prendido en el clero. Con tan acertadas disposiciones, éste se dignificó y purificó, y en pocas etapas de nuestra historia se puede presentar una pléyade de eclesiásticos notables, por su virtud o por su ciencia, como lo fueron Cisneros, Talavera, Mendoza, Deza...

    Esta admirable labor de la reina fue completada por Cisneros, que llevó a cabo la reforma del clero regular, cuya disciplina restauró a sus primitivas y severas normas de austeridad, dando él elevado ejemplo que imitar, especialmente a los miembros de la Orden franciscana a que pertenecía.

    Unida a esta concepción va la de una ‘Patria única’, idea sentida también por la masa popular. En el variado mosaico que en el mapa político de España desde el siglo XII al XV, apenas iniciados los diversos reinos cristianos, surge entre los más afines la idea de fusión y de unidad, fomentada por la Reconquista y por los matrimonios reales, hasta que culmina en el de los Reyes Católicos, que forman la nación única, la Patria única.

    Y recogiendo esa idea, conscientes de su enorme trascendencia, inician la reconstrucción de esa Patria, dándole una nueva y única estructura para todos los antiguos reinos: es decir, un solo Estado. Con los Reyes Católicos se descubre el ESTADO en la acepción moderna de la palabra. Lo que hasta entonces existía era el inútil plagio de los pequeños estaditos, que no realizan cosa alguna. Faltaba el Estado natural, en la acepción que la palabra ha tenido.

    B. Croce sustenta la teoría de que el Estado natural, el Estado moderno había nacido en Nápoles, y lo razona así: “El Estado moderno se ha constituido contra la Iglesia, en polémica con la Iglesia. Nápoles es tierra fronteriza con los Estados pontificios: era ahí donde había, por un lado, polémicas con dichos Estados y, por el otro, la población católica. Entonces se hace un deslinde entre lo profano y lo sacro, entre los hechos contingentes políticos y las cosas eternas de la fe, donde el Estado moderno nada tenía que hacer”. Corresponde a la teoría de Bodino en Francia: “El Estado con un mínimo de religión, sí; pero no con mucho de religión”.

    Los tres Estados que aparecen son:

    a) El Estado español, que a todo se adelanta y que es concebido como un Estado creciente y trascendente.
    b) El Estado francés, que no es propiamente un Estado nacional, sino un Estado nacionalista.
    c) El Estado inglés, que había de supeditar lo trascendente a sus hechos contingentes y sus contingentes a los políticos.

    El Estado de los Reyes Católicos es un Estado profundamente religioso. No realizan aquel en donde sólo sea posible la convivencia de los españoles, sino que aspiran a realizar uno donde lo sea la convivencia universal. España se había identificado con una fe.
    España no era un territorio, ni una nación en sentido moderno, sino un Imperio al servicio de una fe, por lo cual podían ser españoles los que fueran católicos, pero no eran españoles, en cambio, los que no aceptasen la fe católica.
    La empresa era de gran trabajo; si para todo ideal se precisa siempre una asidua colaboración colectiva, ésta lo exigía quizá con mayor intensidad en razón a que el pueblo no tenía un concepto claro del mismo, la falta de una conciencia nacional sobre el nuevo Estado, y la carencia de un espíritu de solidaridad que reclamase sacrificios y no se detuviera ante ellos.

    Castellanos, aragoneses, catalanes y navarros cada cual tenía una conciencia más concreta de su propio reino, que del nuevo reino que se formó por siglos de existencia con el esfuerzo de las generaciones. Y no podía concebirse que en un momento esa noción se borrase y desapareciese; tal hecho habría de ser obra de muchos años y de una acción inteligentemente concebida y llevada con singular delicadeza.
    Los Reyes Católicos lo comprenden así y ponen al servicio de este ideal su mejor voluntad, su delicadeza política más exquisita, para que lo que ha sido simplemente unión personal de reinos se convierta en una solidaridad entre ellos, con intereses comunes a todos, para no herir la susceptibilidad de ninguno postergándolo o relegándolo en beneficio de otro reino; para que sin imposiciones ni violencias surja espontánea y potente una nueva y más amplia conciencia nacional y se produzca una satisfacción íntima superior a la que los reinos tenían anteriormente.

    Y lo realizan recogiendo eses sentido unánime de todos, lo mismo de castellanos que de aragoneses, de catalanes que de navarros; el ideal de religiosidad de esos pueblos lo entroncan en la forma política que resume el concepto absolutista de gobierno: concentrando en la mano del rey todos los poderes soberanos del Estado y poniéndolo al servicio de aquella idea que todos sienten y defienden.

    Sin declararlo así, sino sencillamente, obrando con arreglo a este designio, como si dijéramos, con acuerdo tácito, Castilla se convierte en Estado esencial, centro de toda la monarquía española.
    No se trata de una superioridad de Castilla sobre los demás reinos; es más bien una especie de hegemonía razonada que alcanza plena justificación: Castilla es el reino más extenso, territorialmente entre todos los peninsulares; de siglos atrás es también el más representativo, hasta el punto de que los reyes de Castilla, recogiendo la idea imperial que conservó León, son, en cierto modo, como de una categoría superior respecto a los demás monarcas españoles. En Castilla y en torno a Castilla es donde nace y fragua la idea de la nacionalidad española.
    Este hecho incontrovertible es el que determina que, al llegar al trono los reyes Católicos, Castilla sea centro y eje del nuevo Estado, sin que ello levante el más leve murmullo en los demás reinos. Castilla, pues, plasma la nación española y el Estado español en su concepto moderno.

    Mas para hacer casi perfecta esta obra, los monarcas españoles alientan un ideal internacional de acuerdo con el nuevo sentir, al que imprimen un sello propio. Todo lo encaminan a que España viva protegida contra Francia, puesto que tal aconsejan la razón de vecindad y los intereses políticos en Italia; de acuerdo con este ideal son nuestras campañas militares que hacen que España adquiera rango de primera potencia. La acción responde siempre a la razón de defensa de nuestro ideal y nuestros intereses frente a Francia en los territorios que se van poseyendo, pero cuidando las alianzas que más nos interesan.

    Pero Dios deparó a los Reyes Católicos, tal vez por su ideal de vida y generosidad, el formidable campo para su misión que sería después la base de origen de un Imperio español auténtico: América, del mismo modo que Dios le galardona con los resultados de aquellos enlaces que formarán su corona imperial.

    Resumiendo este período, nos encontramos con un principio vital (el religioso) arraigado en el pueblo, perfectamente proporcionado a las posibilidades del país, compatible con todos y superior a todos, puesto que su sello espiritual marca a todos; que es eminentemente nacional y que unido al deseo de lograr la unidad territorial, es su empuje y el módulo para alcanzar la posibilidad de existencia de un nuevo Estado, cuya raíz de aceptación es ese sentido religioso convertido en político.

    Y más todavía, un campo virgen donde podía dar rienda suelta a su energía y aplicar su misión. Reyes y pueblo se incorporan a ellos llenos de entusiasmo; los primeros dirigiendo la prosecución del descubrimiento y los primeros jalones de la obra colonizadora. Y el pueblo, ya andaluces, castellanos, vascos o gallegos, animados por un solo espíritu se desparraman por aquel mundo nuevo seducidos por un doble afán de fe, aventura, riqueza y gloria.

    En esta época España tiene ya un espíritu, una Patria y un Estado comunes y un ideal de expansión con el que logrará dar cuerpo, después, al Estado misional.


    2
    Se ha dicho que nuestra colonización de América fue una obra popular. Pero es indudable que no se puede hablar de la ausencia de una preocupación de índole superior, a cargo de una minoría directora que se preocupó de fijar unas normas directrices espirituales a aquella actividad popular que derramó su sangre, sus virtudes y sus vicios en el nuevo continente; esta minoría planteó los más los más altos problemas de índole teológica y moral en consonancia con lo que representaba en aquel tiempo el estado que lo realizaba.

    La actuación de esta minoría dirigente representa la concepción española de gobierno más progresiva; por tratarse de ordenaciones para países nuevos y por ser la época en que se realiza el mayor florecimiento cultural de España. Por eso, en nuestras disposiciones de Indias se encuentran consagradas doctrinas que sólo pasan en la metrópoli como orientaciones teóricas.

    Nuestro ideal misional en el Nuevo Mundo se realizó por una serie de instituciones, leyes y modos de actuar en que preside el espíritu de protección al indígena que ha constituido la característica de nuestro sistema colonial; y que en su valor universal y humano constituye la primera manifestación práctica de la doctrina de protección a las razas inferiores como mandato histórico de las civilizadas, y de la doctrina del estado jurídico del hombre como hombre.

    El nacimiento de esta misión parte del mandato pedido por los reyes al papa Alejandro, que está confirmado en la bula citada, y del codicilo de la reina Isabel, cuando en la primera se dice: “que todas estas tierras os las damos a Vos para reducirlas a la Fe católica. Y os mandamos que procuréis enviar a las dichas tierras hombres buenos, temerosos de Dios, doctos, sanos y expertos, para que instruyan a los susodichos naturales en la Fe católica y les enseñen buenas costumbres”.

    Y ordena la reina: “que nuestra principal intención fue procurar de inducir a traer los pueblos de las tierras descubiertas, e los convertir a nuestra santa Fe católica. Que éste sea su principal fin y no consientan ni den lugar que los indios vecinos e moradores de las dichas islas reciban agravio alguno en sus personas ni bienes: mas mandan que sean bien e justamente tratados.”

    Si se examinan las capitulaciones de la corona con los conquistadores y la legislación indiana se pueden destacar estos rasgos:

    1º América es considerada como una extensión del Estado español; es España misma y se articula orgánicamente en una unidad jurídico-política.

    2º El Estado considera finalidad consustancial a la conquista de América el difundir la fe, llegando a concebir su título sobre América no como meramente político, sino como ‘religioso’.

    3º La actitud del Estado ante los nuevos vasallos, los indios, es, desde el comienzo, de un profundo respeto a sus personas y de preocupación constante por su salvación religiosa (De los Ríos).

    Si los rasgos anotados fuesen esporádicos no tendrían valor como para servir de fundamento a la calificación de un periodo político; mas, en cambio, su continuidad hace de ellos elementos suficientes a tal fin. Coordinando los dos primeros caracteres, tenemos las bases espirituales de un Estado que aspira a la catolicidad, esto es, a la universalidad en la unidad de la fe. Escribe Pedro Quiroga en 1555 (‘Coloquios de la verdad’): “La Iglesia nos manda que ganemos hermanos fieles. A este título tienen y poseen nuestros príncipes esta tierra, y entender otra cosa es ceguedad de corazón”.

    Y en efecto, a cambio de las mercedes que se hacían a los conquistadores, se les exigía que llevaran sacerdotes para convertir a los naturales al cristianismo, o se vedaba el ir a tierras de América “a hombres sospechosos en la fe y que sean hijos o nietos de infames por la Inquisición” (López de Gómara, ‘Historia General de las Indias’). Y la ley de 1526 dice que en llegando los capitales del rey a una nueva provincia en vía de descubrimiento, hagan declarar inmediatamente “a indios y moradores cómo los enviaron a enseñar las buenas costumbres, apartarlos de vicios y comer carne humana, instruirlos en nuestra santa Fe católica y predicársela para su salvación”.

    Así, pues, la unidad de fe que al Estado peninsular caracterizara, es a su vez el rasgo del Imperio español, y tan uno es todo él, que Felipe II pudo decir: “Los reinos de Castilla e Indias pertenecen a la misma corona y, por tanto, las leyes y el sistema de gobierno deben ser tan semejantes e idénticos como sea posible” (Recp. de Leyes de Indias: Ley 13, libro II, título II).

    La persistencia con que se aúnan el “servicio de Dios” y el “de la Corona” resalta muy particularmente en aquella parte de la legislación de Indias que afecta a los naturales del país; en virtud de esa unidad entre lo religioso y lo jurídico surge una política social que prescribe el descanso dominical para el indio, la observancia de los Mandamientos de la Iglesia y la prohibición de trabajos que por su dureza peligra la vida de los indios.

    Triunfa en aquella España una economía señorial vigilada en nombre del principio teológico que debe la unidad al Estado; es la tesis del derecho natural con fundamento religioso, sobre la cual comenzarán a hacer sus construcciones jurídicas Las Casas, Vitoria, Suárez, Menchaca, Molina, Covarrubias, Soto y Ayala preparando la base del auténtico derecho internacional. El Estado era la ordenación de la nación configurada bajo la idea de la justicia; “el Estado es una funciónd el pueblo, y el pueblo sustancia del Estado”.

    A) Conceptos individuales.

    El concepto del valor hombre.

    Domina en el conquistador y colonizador que marcha a América un afán de ensanchar los horizontes del mundo, buscar su medro y goce y extender a otros su propio bien espiritual en que cree. Llenos de ideales fervorosos plantan cruces en la tierra y abren con la espada su costra para hallar la ganancia.

    B) Conceptos sociales.

    Los puntos capitales de la misión de España en el mundo y con relación a América eran:

    a) Igualdad del género humano.

    Alonso de Ojeda, en la proclama que en 1509 dirige a los indios de las Antillas, hace esta declaración, que expresa a la perfección ese ideal:
    “Yo, Alonso de Ojeda, servidor de los altísimos y poderosos reyes de España, conquistadores de las naciones bárbaras, su emisario y general, os notifico y declaro categóricamente que Dios nuestro Señor, que es único y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de los cuales vosotros, yo y todos los hombres que han sido y serán en el mundo, descendemos”.

    Es decir, igualdad de origen de conquistador y conquistado. ¿Qué significa esto en la práctica? Pues justamente el módulo de la colonización y el modo de proceder den ella. Dice un americano a este respecto (Restrepo Megía: ‘Discurso en la Academia Colombiana de la Historia’, 1930):
    “Dueños ya de la tierra americana, no la consideraron como simple campo de explotación, sino como Patria adoptiva, en donde habían de dejar su descendencia y sus huesos. No colonizaron como lo han hecho otras naciones, barriendo de nativos el suelo conquistado, recluyéndolos en regiones remotas o, donde esto no ha sido posible, limitándose a aprovechar sus servicios, con absoluto desprecio de las personas; sino que se mezclaron con los naturales, considerándolos dignos de la comunidad humana, trabajando por ponerlos a su nivel actual y moral, y los prepararon así para la vida política de la civilización cristiana... La sangre indígena que llevamos en nuestras venas y la raza pura que de esa sangre subsiste bendice la colonización española... Sobre los horrores de la conquista, porque toda guerra los produce, hubo una acción piadosa, conciliadora, cristiana. Mezcláronse las dos razas, y resultó la hispanoamericana, prueba irrefutable del humanitario concepto con que estas tierras fueron colonizadas”.

    b) La defensa de la Fe.

    Aquellas frases de la reina Isabel en su codicilo, como ninguna otra, perduraron en nuestra acción en América.

    La célebre cláusula pasó entera a la Recopilación de Indias; y lo que es más, parece como si la embebieran los corazones de los que por tres siglos empuñaron el cetro que, al dictarla, se escurría en las manos de Isabel; todos ellos, con palabras y obras, demuestran que nuestra principal intención fue “... de procurar de inducir a traer los pueblos... a los convertir a nuestra sancta fe católica...”
    Frase estereotipada en las leyes, en las reales cédulas, en el mecanismo de la organización social y política, en las graves resoluciones del Consejo, en las tomas de posesión de tierras, en las actas de fundar ciudades; los más desalmados conquistadores, los que en su conducta alardeaban de libertades soldadescas, cuando en la solemnidad de plantar las semillas de la civilización cristiana y española actuaban en nombre del rey, en nombre de España proclamaron a voces que su principal intento era de “procurar atraer los pueblos e los convertir a nuestra sancta fe católica”.

    De aquí arranca puntualmente la diferencia entre las conquistas españolas y las de otros pueblos; que para nuestros antepasados el ideal, no único, sí el más alto, estaba en aunar el servicio de entrambas majestades, en el que descubrir tierras y someter tribus era desbrozar el camino a la Cruz y al Evangelio. Más que el resplandor del oro alentaba a los soldados el pensamiento de que eran mensajeros de Dios para la gran obra de ensanchar la cristiandad.

    c) La doctrina de la evangelización.

    Al mismo tiempo que los conquistadores llegan los primeros misioneros. Miembros de la orden de los frailes menores de San Francisco iniciaron aquella enorme labor; hombres de estudios que en su patria vivían con las estrecheces de su regla. Después, dominicos, agustinos, mercedarios, jesuitas propagan la fe y enseñan a la niñez y la juventud, labor que se trocó en aquellos reductos cristianos que llevan los nombres de Reducciones del Paraguay, Misiones de Mojos, de Mainas, de los Llanos, de Urabá...


    3
    La orientación secularizadora que se había ido manifestando en todos los órdenes de la cultura en la Baja Edad Media, llegó a triunfar por completo en la segunda mitad del siglo XV. La depuración del gusto, la vuelta a los modelos clásicos y la libertad de crítica debían contribuir a una mejora de la sociedad y del individuo. Comparado el nuevo estado de cosas con el que acababa de extinguirse, aparecía como una reacción frente a lo antiguo. España no permaneció alejada de ese movimiento europeo: los estudiantes españoles que seguían acudiendo a Italia y los italianos ilustres que vinieron a la Península produjeron en ésta también el resurgimiento de lo antiguo.

    Pero el Renacimiento español adquirió características propias. No se adoptó entre nosotros el neopaganismo, de moda hasta en la misma corte pontificia, sino que, por el contrario, el estudio de la antigüedad sirvió para una mejor comprensión de las fuentes cristianas de la época. El Renacimiento fue en España mezcla de tradición y de innovaciones sanas. La aparición de la imprenta contribuyó extraordinariamente a la difusión de la cultura.


    Literatura. –

    En ese amanecer de España abrense también las fuentes de la ciencia y de la inspiración, que fecundarán el solar patrio, haciendo brotar maravillosa floración de poetas, artistas y de sabios.

    Son días en que la Reina Católica favorece las artes y el estudio, trae sabios de Italia, se rodea de personas ilustradas, cultiva el latín, la historia, la pintura y la poesía, dando a la corte altísimo ejemplo de amor a la cultura.

    Por entonces escribe Antonio de Nebrija, gramático y humanista; Luis Vives, filósofo y pedagogo; Diego de San Pedro, Rodríguez de Cámara y Rodríguez del Padrón, cultivadores de la novela sentimental; doña Beatriz Galindo, Francisca de Nebrija, Lucía de Medrano, tipos de perfecta mujer troquelada en moldes cristianos, hacendosa en el hogar y aficionada a las bellas letras.

    Villalobos, Amiguet y Ciruelo, hombres de ciencia, cultivan la medicina, la cirugía y las matemáticas, respectivamente.

    La Iglesia tiene grandiosas figuras: el cardenal D. Pedro de Mendoza, D. Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo; Fr. Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, y Fr. Francisco Ximénez de Cisneros, el fraile franciscano que, vestido de sayal, rige en diversos momentos los destinos de la nación.

    Introducida la imprenta en España, las principales poblaciones cuentan muy pronto con este nuevo invento, que abre horizontes incalculables a la expresión del saber. Cisneros dio inusitado impulso a las artes tipográficas, y su obra cumbre fue la ‘Biblia políglota’, a la que consagró afanes, dinero e influencia. Por orden suya se reproducen en gran escala en las imprentas de Toledo y Alcalá estudios eclesiásticos, tratados morales, libros litúrgicos, teológicos, filosóficos, de medicina y de historia.

    Como broche cierra Cisneros su obra cultural con la fundación de la Universidad de Alcalá. Prestando atención a la teología y a las lenguas hebrea y griega, créase allí un plantel de filósofos y teólogos de renombre universal. Profesores fueron, entre otros, Nebrija, perito en latín; Pedro Ciruelo, que explicaba teología tomista, Francisco y Alfonso de Vergara y Hernán Núñez, el Pinciano, grandes helenistas; Miguel Pedro, que vino de la Sorbona, profesor de lógica y filosofía; fr. Clemente Ramírez, franciscano y gran teólogo, y hasta tres judíos conversos, Pablo Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá, que tenían a su cargo el hebreo.

    El idioma español va tallando sus gemas inmortales: ‘La Celestina’ de Fernando de Rojas; las comedias heroicas de Juan del Encina; las ‘Crónicas’ de Pulgar, Pedro Mártir y Alfonso de Palencia; la versión castellana del ‘Amadís’, y los romances granadinos. Los capitanes y alféreces poetas que van a Italia ensayan el metro endecasílabo en que habrán de cantar Boscán y Garcilaso, frente a la vieja escuela de Castillejo, Santillana y los poetas del Cancionero de Baena.
    ¡Amanecer de la literatura en un siglo que, en su mediar, comenzará a ser dorado, para que, como el sol, alumbre a todos los pueblos del orbe!

    En los estudios teológicos su renacimiento representó una vuelta a Santo Tomás, pero no para caer en las repeticiones anteriores, sino como base para nuevos desarrollos. El apogeo así alcanzado por la Teología repercutió en el Derecho; las construcciones teóricas de cuestiones jurídicas fueron fundamentales para el desarrollo del Derecho político, del internacional y del penal y de numerosas cuestiones del privado.

    La literatura jurídica y política extranjera repercutió en España. Las obras de Maquiavelo fueron leídas por nuestros monarcas y las clases cultas, pero pronto apareció entre nosotros una abundante literatura antimaquiavelista, de acuerdo con la tradición secular española, opuesta a la ideología del florentino.


    Arte y Música. –

    Artistas franceses, flamencos e italianos trabajan en España en estos años finales del XV y primeros del XVI, y aquí dejan sus primores escultóricos en sepulcros y retablos; sus tablas y lienzos, sus labores en madera, en hierro y en oro, en plata, alabastro y marfil.

    La reina Isabel reunirá un tesoro de pinturas de los grandes maestros de Flandes; pero la corte no sólo importa cuadros, sino pintores, algunos excepcionales como Juan de Flandes, en cuya obra vibra “la luz pura y aérea de las mesetas españolas”. Un Melchor Alemán trabaja para la corte, y también artistas españoles como Francisco Chacón, Pedro de Aponte, Fernando Rincón y el más glorioso artista de la época, Pedro González Berruguete, tan recio en sus pinturas y de tan sobria dignidad castellana como los reyes a quien sirvió.

    La escultura de aquella talla incomparable de los sepulcros de alabastro de los padres y del hermano de la reina, obra del judío converso Juan de Siloé, que conserva la Cartuja de Miraflores.

    El arte isabelino, último gesto del goticismo, produce la maravilla de San Juan de los Reyes, de Toledo, y el arte renacentista desflora sus bellezas en una serie de edificios civiles, palacios y mansiones señoriales, gloria y blasón del genio de España.

    “El Renacimiento es acogido con entusiasmo por lo más representativo del pueblo, rápidamente nacionalizado y multiplicado con garbo y alegría triunfales en centenares de monumentos”, como son el Colegio de Santa Cruz en Valladolid; el palacio de Cogolludo, en Guadalajara; el castillo de la Calahorra en Granada; el Hospital de Santa Cruz en Toledo; el Hospital Real, en Santiago, y la Casa de las Conchas, en Salamanca, a los que pone remate el tapiz de piedra dorada de la Universidad de la ciudad del Tormes.

    Los más eminentes compositores españoles de este tiempo están representados, al lado del Encina, por Juan de Ancheta, Lope de Baena, Juan Escobar, Francisco Peñalosa, Juan Ponce, Antonio de Ribera y Francisco de la Torre; autores de ‘villancicos’, cantos amatorios, bucólicos, caballerescos, históricos, religiosos y políticos, o de las llamadas ‘ensaladas’ y madrigales.

    Los Reyes Católicos dieron enorme adelanto al ‘Arte de la guerra’ , colocando las bases de aquella superioridad científico-militar de España que desde allí iba a enseñar a combatir al mundo entero, creando los mecanismos de la táctica moderna de combate.


    4
    Rompen en este tiempo las alabanzas aquellos humanistas que vienen para engrandecer en su obra a la Patria española.

    Pedro Mártir de Anglería, el italiano que en 1498 es traído a España por el conde de Tendilla y que al divisar desde Francia los montes Pirineos la dirigió el triple saludo que después se inserta. Todas las cartas que ese mismo año escribe y muchas de las siguientes están llenas de los cálidos elogios de España, de sus reyes y de su nobleza.

    Antonio Geraldino, que acompañó a Tendilla cuando marchó a Italia de embajador por ese año, y pronunció delante del Pontífice un discurso, en el cual, como grito de su corazón, manifestó que si Italia lo había engendrado, España lo había educado.

    El elogio de Marineo Sículo tiene la misma meticulosidad y grandeza que pudo tener el del Rey Sabio, sin aquellas galas retóricas que le hacen monumento del habla española. No sólo en sus libros; hasta en sus mismas cartas incluye laudes parecidas, y en una de ellas escribe que no sabe de qué tiene más, si de español o de siciliano. Apenas llega a España compone una poesía titulada ‘De laudibus Hispaniae’, que es a manera del guión de su obra posterior ‘De rebus Hispaniae memorabilibus’.

    De nuestros humanistas bastaría mencionar a Nebrija y a Sobrarias y al mismo humilde cura de Los Palacios en el elogio a aquella otra España recién descubierta, ‘la Española’, tan llena de maravillas y tan abundosa y pródiga en vegas y campiñas, en metales y mieses, como si a través de los mares se hubiera desgajado un trozo de la ‘Espanna’ alfonsina y hubiese retoñado entre los mares del Caribe.

    No se pierde, pues, la tradición de alabanzas a la Patria. Todas anidan en el alma de España.


    5
    Los tipos más característicos del breve momento de este periodo son:

    La Reina.
    Prototipo de mujer y de reina varonil y esforzada, prudente y sabia. Como mujer, es toda cariño para los suyos; como reina, verá las cosas por encima del humano mirar, pensando en la unión de las letras españolas.

    Tal vez como en ningún rasgo aparece retratada en esta misiva que dirige al rey su esposo:
    “Muy caro y amado marido. Aunque el reino de Castilla y su gobernación me viene de derecho, pues que Dios vos ha dado por mi marido y compañero de mis trabajos, vos, así como varón, como rey y como marido ordenaréis todas las cosas, vos las poseeréis, vos las gobernaréis. Ninguna cosa reservo para mí, sino que, como es razón, todas las cosas serán comunes entre ambos, y pues que Dios nos ha ayuntado iguales en una compañía en todo el derecho del reino, en todos nuestros señoríos, así se guardarán vuestros mandamientos como los míos, y lo que los grandes y los de nuestro Consejo han querido saber a cuál de nosotros compete el reino y la gobernación, no ha de ser enojoso a nosotros”.

    Y dice el cura de Los Palacios: “Por Isabel fue en España la mayor empinación, triunfo e honra e prosperidad que nunca tuvo”.


    El Político.
    En dos tipos excelsos cuaja esta condición: el cardenal Cisneros y el rey Fernando el Católico. Ambos consagran todas sus actividades al servicio de la Patria. jamás consienten la humillación de España y mantienen su autoridad en los conflictos con los que a ella se oponen. Mantiénense con entereza y serenidad. Apaciguan tumultos, defienden el suelo nacional contra codicias extranjeras, crean milicias para la seguridad interior y prosiguen las conquistas que darán a los sucesores un Estado poderoso y temido.

    Cisneros, hombre de modesta y pobre condición, hijo del pueblo, atenderá las justas aspiraciones de la plebe, proveerá de trabajo y remunerará a los pobres y menesterosos. Su corazón magnánimo y su mente elevada, saturado del espíritu humilde y pobre del Evangelio, le impulsarán a restaurar las primitivas normas franciscanas que, al igual que salvaron a la sociedad en el siglo XIII, salvarían también a España.

    El rey Fernando, con su cautela y talento político, con su actuación rectilínea y justa, dio solución a las más arduas cuestiones, atendiendo a los de abajo y refrenando a los de arriba, a los grandes y a los pequeños, a los pobres y a los opulentos. Rectificó errores y premió méritos y virtudes, sustentando incólume el principio de autoridad, pero sin las arbitrariedades de un déspota o de un demagogo.


    El Capitán.
    También el ‘capitán’ es personaje glorioso del momento, pero aun siendo tan excelso por sí solo en la figura de un Gran Capitán, de un Hernando del Pulgar o un marqués de Cádiz, bien puede incluírsele en el grupo de militares insignes que forman en los siglos imperiales la cohorte que marchará junto al emperador Carlos y sus descendientes.
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA

    ELOGIOS DE LA TIERRA ESPAÑOLA:

    248
    “Todos alaban la tierra española y confiesan que no hay ninguna en el mundo como ella. Los dioses dieron a los iberos lo mejor que tenía cada uno: Palas, sus olivos; Ceres, sus mieses; Pales sus rebaños; Baco, sus viñedos; Pomona, sus árboles frutales. Los céfiros la cubrieron de flores y de hierbas medicinales, con las cuales hubiera podido volver a la vida el desdichado Hipólito, si las hubiera tenido a mano, para curarle, el hijo de Quirón; y los hijos de Esculapio hubieran podido curar con ellas a todos los heridos de la costa Sigea.

    El laurel, que ciñe las frentes de los poetas y de los vencedores, se da mejor en España que en el mismo Parnaso. En España se dan también y se desarrollan con toda pujanza el cidro, cuya fruta exquisita se reserva para las mesas de los reyes, el boj de Cibeles y la pomposa haya; el abeto y el árbol de Dodona, que recuerda los antiguos oráculos de los griegos; el pino, el mirto y el acebo, el enebro incorruptible y el fúnebre ciprés.
    ¿Y qué decir de sus verdes praderas y de sus islas Afortunadas? En estas islas fingieron los poetas que estaban los Campos Elisios, mansión de los bienaventurados. A ellas iban, al morir los que habían derramado su sangre o dado su vida por la Patria, los sabios, los poetas y los oradores famosos y todos aquellos que habían guardado inviolablemente las leyes de la honestidad.

    En España arrastran los ríos pepitas de oro entre sus arenas, hay minas abundantes de plata, de minio, de cobre y de hierro y criaderos de sal más blanca que el mármol de Paros y la nieve de Escitia. En ella no hay tigres ni leones como en África, ni grifos como en Escitia, ni dragones horribles que envenenan el aire con su aliento. Aquí el labrador rompe la tierra con poderosas yuntas de bueyes, unce el carro de los novillos para domarlos o los deja pacer libremente en las dehesas para correrlos en la plaza. Las cabras despuntan los verdes arbustos y tornan a casa por la noche con las ubres henchidas de sabrosa leche. Damón las ordeña. Coridón prensa los redondos quesos y los pone a secar en zarzos de mimbre, y una vez secos los guarda Galatea en la despensa. Producen las ovejas lana abundante, cuyos blanquísimos vellones deslumbrarían de nuevo los ojos de Diana.

    Por acá se oyen los relinchos de un caballo que corre veloz de una parte a otra, amusgando las orejas y agitando orgulloso la crin en torno de la frente, como un penacho de guerra; por allá aparece un bravo guerrero blandiendo sus armas contra aquellos grandes generales a quienes recibió un día en triunfo la soberbia Roma y les entregó el cetro del mundo. Mientras otros pueblos enviaban a la capital del Imperio aceite, vino, cereales o grandes cantidades de oro y plata y de piedras preciosas, España enviaba lo que sólo ella podía enviar: hombres capaces de gobernar a todo el mundo, pues sólo ella produce hombres dignos del cetro y de la corona.

    No hablemos del rey Hispán, del cual, según dicen, se derivó el nombre de España. Prescindamos también ahora de los godos, que vinieron mucho después, y de los reyes de la Reconquista –los Ramiros y Ordoños, los Alfonsos y Enriques, los Jaimes y los Juanes- humillaron mil veces los estandartes de la media luna y legaron a la posteridad un nombre glorioso.”

    JUAN SOBRARIAS (1464-1528), ‘Panegyricum Carmen de gestis heroicis Ferdinandi Catholici’.


    ALABANZA DE ESPAÑA:

    249
    “Dios te salve, deseada de mi corazón, y Dios quiera que un día el cielo, la tierra y el mar no reconozcan más cetro que el tuyo. Dios te salve, ubérrima tierra española, imán de mis amores y de mis deseos: sólo pido a Dios que te haga señora del mundo y que todo lo que hay en él lo ponga en tus manos, Hesperia occidental, a quien yo adoro.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA (1457-1526), ‘Salutación a España’.

    250
    “Nuestros modernos españoles no son menos que Saturno o Hércules o cualquiera de los antiguos que investigaron nuevas regiones y las pusieron en cultura. ¡Oh, cuán latamente extendida verán los venideros la religión cristiana! ¡Qué largos viajes podrán hacer ya los hombres! Lo que entiendo acerca de estas cosas, ni de palabra ni con la pluma me es posible expresarlo.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Primera Década Oceánica’, Libro X.

    251
    “Mientras Italia yace desangrada y convulsa, sin que nadie, ni sus propios hijos, se compadezca de ella, tiende España sus alas más poderosas cada día, y de tal modo va dilatando su imperio que la gloria de su nombre llegará hasta los antípodas”.
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta CXLVII’ (Alcalá, 1494)

    252
    “¡Ay de ti, España! Ha muerto aquel Fernando de Córdoba, llamado por antonomasia el Gran Capitán, que fue el primero en estos tiempos que puso tu nombre sobre las estrellas. Estabas arrinconada y no era conocido el valor de tus soldados. Gonzalo te dio a conocer y te ganó fama inmortal.”
    PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta DLVII’ (Madrid, 1515)


    DE LOS NOMBRES DE ESPAÑA:

    253
    “Según Plinio y otros autores escribieron, España, que es la primera región en el poniente, concluye y cierra los términos de Europa. Muchos afirman que se llama España por Hispali, que es una ciudad señalada en el Andalucía, la cual hoy se
    llama Sevilla. Otros dicen que se llama España de Hispano, nieto de Hércules. Los escritores griegos y latinos la llaman Iberia o Ibera por el río Ebro, que se llama en latín Ibero, y de aquí se dice Ibérico el mar de España. Mas escribieron algunos que el río Ebro y la provincia Iberia tomaron nombre de Ibero, que dicen haber sido segundo rey de España, después de Túbal. La sentencia de los cuales, ni contradiciéndola ni aprobándola, la dejamos a juicio de otros. Llámase también
    Hesperia por una estrella occidental que se llama en latín Hespero, o según quiere el Higinio y otros autores, dícese Hesperia, de Hespero, hermano de Atlante, el cual, huyendo de su hermano a Italia, la llamó también Hesperia de su nombre, y así, cuando decimos solamente Hesperia entiéndese por Italia, y cuando decimos Hesperia última entendemos por España. Por lo cual dijo Horacio: «Volvió de la última Hesperia vencedor.» Diodoro Sículo escribe que Hesperia no tomó el nombre de Hespero, sino Hesperi, su hija, que se llamó Hesperis.

    Llámase también Celtiberia, de unos pueblos de Francia que se dicen celtas, los cuales antiguamente salieron de su tierra y llegaron al río Ebro, y de allí su nombre, y del nombre del río pusieron nombre a la provincia y a los pueblos, llamándolos celtíberos, y a la provincia Celtiberia, y por eso dijo Lucano: «Los celtas, desterrados de su antigua patria, mezclaron su nombre con los iberos.»

    LUCIO MARINEO SÍCULO (1460-1533), ‘De las cosas memorables de España’


    DEL ASIENTO Y FORMA DE ESPAÑA:

    254
    “Justino dice que la forma de España es cuadrada, mas otros la pintaron semejante a un cuero extendido, y así lo demuestran en la traza. Está puesta entre África y Francia, y la cerca el mar Océano y el Mediterráneo y los montes Pirineos, y como muchos escritores han dicho que España es menor que África y que Francia, es, empero, mucho más fértil que entrambas. Porque ni es tan caliente como África ni tan ventosa y fría como Francia. Mas tiene el medio y goza de soles templados en el invierno y en el estío, y de aquí viene que las
    lluvias son muy provechosas y vienen con razón, y son causa de mucha fertilidad de todas las cosas que abastecen no solamente a España, mas también a otros reinos y provincias, y aun a Italia, la cual abunda de todas cosas.

    Es la tierra de España grande en sitio y muy poblada, y, como dijimos, está
    cercada con el mar Océano y con el Mediterráneo y con los montes Pirineos, adonde se junta con la provincia de Francia que se dice Aquitania. Y en esta traviesa del un mar al otro hay camino casi de cinco días, que son ciento y cincuenta millas, y, según escribe Apiano, tiene en largo desde las columnas que
    dicen de Hércules y del mar de Cádiz hasta los montes Pirineos cuasi diez mil estadios, y en anchura, desde Cartagena hasta el puerto de Laredo, es algo más angosta; y en el circuito a la redonda, ansí como está atajada de los dos mares y
    de los montes Pirineos, tiene cuarenta mil estadios, y es de saber que un estadio tiene ciento y veinticinco pasos, y un paso tiene cinco pies y medio, poco más o menos.

    Muchos de los que han escrito quieren que España sea la cabeza y principio del mundo. El Plinio, describiendo a Europa, dice de esta manera: ‘En ella está España, que es la primera de las tierras’, y el mismo dice en otra parte: ‘Toda la redondez de la Tierra se divide en tres partes: Europa, Asia y África, y
    encomienza del Poniente y del mar de Cádiz.’ Mas, a la verdad, poco le va a España que sea el principio o el cabo de la Tierra, y por esto, dejada esta cuestión aparte, diremos primeramente de algunas cosas que la tierra de España engendra y produce de suyo, y luego hablaremos de las provincias, ciudades
    y villas y de los primeros moradores de ella, y de los reyes y emperadores y de sus hazañas; y también escribiré de los santos y mártires y de los varones ilustres en los hechos y oficios de caballería y en otras obras virtuosas, y también de los varones doctos y señalados en letras que en ella han florecido, y esto será contado con verdad y brevemente”.

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’


    DE LAS COSAS QUE HAY EN ESPAÑA EN ABUNDANCIA:

    255
    “Ciertamente que como España está puesta debajo de una próspera región del cielo, la cual los griegos llaman clima, lleva la ventaja a muchas provincias de todo el mundo en la hermosura de su asiento, en los aires más saludables y vientos sanos y fuentes de aguas excelentes, y no menos en gentileza de montañas y bosques; en la fertilidad de la tierra, en abundancia de pastos, en los frutos de los árboles, en todo género de ganados mayores y menores, y en caballos, mulas y otros animales ; y en puertos de mar muy grandes y seguros, y muy deleitosas riberas y de ríos y señaladas fuentes, y en campos, prados y valles, y en caza de aves y otros animales terrestres y de montería, y en pescados de mar y de ríos. Abunda también de vinos, aceites, miel, azúcar, lana, lino, cáñamo, esparto, junco, rubia, bermellón, azogue, alumbre, jabón, vidrio, piedras transparentes a manera de espejos y vidrieras, azabache, jaspe. Ítem, romero, azafrán, cera, pez, resina, grana, seda, algodón, mármol, alabastro, greda, hierro, cobre, plomo, escoria, estaño, plata, oro y otros metales y cosas necesarias a los hombres hay en España en mucha abundancia.

    Mas de más de esto dijo que España fue gobernada de príncipes muy excelentes, y especialmente en nuestros tiempos. Tiene también capitanes esforzados y prudentes, caballeros animosos y toda gente muy belicosa. Hay en ella grandes y muy sabios prelados y sacerdotes muy religiosos. Los ingenios, así de varones como de mujeres, son muy vivos. Hay estudios generales y las artes mecánicas florecen mucho en ella. También hay muchas y señaladas ciudades, grandes y ricas villas. En España hay cerca de sesenta y seis iglesias catedrales, las cuales en otra parte nombraremos, contando la renta de cada una; diremos asimismo cuántas casas hay en España de caballeros y de títulos, y cuánto tiene cada uno, porque hemos visto y contado en España ciento y cincuenta principados entre caballeros y prelados. Hay además de esto en España grandes palacios reales y casas muy suntuosas de grandes señores y de otras personas particulares. Así que, no sin causa, muchos escritores hicieron mención de las grandes casas de España, y yo no solamente las he leído, más aún, he procurado de ver todas particularmente y, maravillado de ellas, me volví a escribir como hombre agradecido por las buenas obras y honra que de la gente Española he recibido.”

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.


    SALUDO A SU PATRIA:

    256
    “Salve, tú, mi casita, y vosotros, Penates;
    salve, Lares, que fuisteis de mi cuna los almos testigos.

    Respiré aquí las auras rosadas del día primero;
    aquí la primera nodriza me dio el pecho florido.

    Aquí su primera sonrisa, los padres;
    y en este lugar mis primeros vagidos llorosos.

    Aquí se meció, entre canciones, mi cuna.
    Aquí, por dormirme, cantaba mi madre.

    Aquí dulce carga fui del cuello del padre suspensa
    y fui peso feliz del regazo materno.

    Aquí gateaba de niño. Este suelo sostuvo mis manos:
    Cuadrúpedo fui por la tierra solar en mis juegos.

    Aquí acompasó la sonaja a mis primeros pasos dudosos
    y a mi madre ofrendé, acariciante, mis medias palabras.

    Estas tierras, jugando con otros muchachos,
    me vieron un día ganar y perder las nueces.

    Aquí, en largas cañas montados, hacíamos guerras.
    Aquí la rodante fortuna del trompo turbaba mi angustia.

    ¡Acógeme salvo después de tan largos peligros.
    Después de los años que huyeron, acógeme salvo!

    Acoge al que vuelve: no reniegues del hijo que torna,
    porque él ciñe de honor y de gloria tu nombre.

    Piedad de mis lares paternos, no acuses
    mi pereza en volver a la tierra nativa;

    ni los días acuses que tardé en ver de nuevo
    tu rostro que debe fingirme sonrisas de dioses.

    ¿Qué sería de ambos -¡oh Patria!- si, ocioso,
    me dejara llevar abrazado a tu dulce cariño?

    Ella fuera ignorada por años sin número
    y en el mundo mi nombre cubierto de sombra.

    Porque gracias -¡oh Patria!- a mi pluma afanada,
    viviremos del Tiempo y la Fama loados.

    No tuve otro afán recorriendo los mundos
    tras el dulce deleite del saber fugitivo.

    Si la frígida muerte, sin cortar mi carrera,
    me dejara vencer los sesenta colmados;

    si las musas me dieran la tranquila vejez bien ganada
    y la Parca no quiebra mis frágiles hilos;

    la tierra nativa, la maestra rectora abundante
    en su seno de paz guardará mis heladas cenizas.

    Aquí, el puerto final de mi vida; el descanso
    de la pena y el dulce reposo hallaré de la muerte.

    Aquí, donde yace la madre tan pura, y robadas
    nos fueron, tan niñas, las dulces hermanas.

    Y de ti ¿qué diré, mi carísimo hermano,
    que moriste, cual héroe, por Cristo y la Patria

    a los buitres dejando tu roto cadáver
    y al señor de los Cielos el alma transida?

    ¡Aquí, donde el sueño del padre se unirá a los abuelos;
    aquí, en la familia mezclada de polvo,

    gozaré, por lo menos, después de la muerte,
    la dulce presencia que en vida no tuvo mi amor!”

    E. A. NEBRIJA (1441-1522)


    ALABANZA DE LA ESPAÑOLA:

    257
    “Desde allí vieron otra isla al oriente distante de estas diez y ocho leguas, la cual puso nombre Cristóbal Colón, la Española, e fueron allá, y siguiendo la parte del Septentrión, ansí como de la Juana, de la cual todas las otras y ésta, vieron ser hermosísimas a maravilla, y esta Española mucho más famosa que todas las otras, que en ella hay muchos puertos de mar muy singulares, sin comparación de buenos, y los mejores que tierra de christianos se pueden hallar; y muchos ríos y grandes a maravilla; las tierras de ella son altas y en ellas hay muy altas sierras y montañas altísimas, hermosas y de mil hechuras, todas andables y llenas de árboles, de mil hechuras y naturas, muy altos, que parece llegan al cielo, creo que jamás pierden la hoja, según por ellos parecía, que era en el tiempo cuan do acá es ivierno, que todos los árboles pierden la hoja, e allá estaban todos como están acá en el mes de Mayo; y de ellos estaban floridos, y de ellos en sus frutos y granas; y allí en aquellas arboledas cantaban el ruiseñor, y otros pájaros en las mañanas en el mes de Noviembre, como hacen acá en Mayo; allí hay palmas de seis ó siete maneras, que es admiración verlas, por la diversidad de ellas; de las frutas, árboles, yerbas que en ella hay es maravilla; hay en ella pinares, vegas, y campiñas muy grandísimas; los árboles y frutas no son como los de acá; hay minas de metales de oro, el cual no era estimado de ella en su valor.

    Pareció a Christóbal Colón, y a los demás que con él fueron, que según la grosedad y hermosura de las tierras, que serían de mucho provecho para labrar, plantar y criar mieses y ganados de acá de España, y por tales las reputaron. Vieron en esta isla Española muy grandes ríos y muy dulces, y supieron que había mucho oro en ellos entre las arenas. Vieron que los árboles montesinos no parecían a los de acá. Vieron y supieron por los indios cómo en aquella isla había grandes minas de fino oro, y de otros metales.
    ...........................
    La isla Española, a quien los indios llaman Haití, es entre las otras ya dichas ansí como oro entre plata; es muy grande, e muy fermosa, de árboles, de ríos, de montes, de campos, es de muy fermosos mares e puertos; tiene un circuito más que toda España desde Colibre, que es en Cataluña, cerca de Perpiñán, por la costa del mar de España en derredor de Granada, y Portugal y Galicia, e Vizcaya fasta Fuenterrabía, que es en cabo de Vizcaya; e ellos anduvieron ciento y ochenta y ocho leguas en quadro por derecha línea de Occidente a Oriente, y por aquí pareció su grandeza de esta Española, que es muy grande, y está en lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y para trato, así de tierra firme de acá, como de la tierra firme de allá”.

    ANDRÉS BERNÁLDEZ, “el cura de los Palacios" (1450-1513) ‘Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel’.
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  13. #33
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:


    LOS ESPAÑOLES:

    258
    “Son también casi todos los españoles asaz hábiles e inclinados a aprender ciencias y otras muchas cosas, por donde fácilmente aprenden las artes liberales y mecánicas y ejercitan las fuerzas de los ingenios y dones de la naturaleza y virtudes del ánimo.
    .........................
    Pero volviendo a los españoles, de los cuales los que se aplican al estudio de las letras, no por el interés por saber y proseguir el camino que comenzaron, volando cada día más alto, llegan a subir hasta el cielo y con la memoria de sus trabajos que nunca mueren, dejan muriendo cierto testimonio de la vida que hicieron”
    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’

    259
    “Los hombres de esta nación son de carácter sombrío y de aspecto adusto, de color moreno y baja estatura; son orgullosos y creen que ninguna nación puede compararse a la suya; cuando hablan, ponderan mucho sus cosas y se esfuerzan en aparecer más de lo que son; agradánle poco los forasteros y son con ellos harto desabridos; son inclinados a las armas, acaso más que ninguna otra nación cristiana, y aptos para su manejo por ser ágiles, muy diestros y sueltos de brazos; estiman mucho el honor, hasta el punto de que, por no mancharlo, no se cuidan generalmente de la muerte”.
    FRANCISCO GUICCIARDINI (1483-1540) ‘Ricordi’.


    ALABANZAS DE LOS ESPAÑOLES:

    260
    “De los grandes loores que los españoles de nuestro tiempo han alcanzado por las armas.
    Si quisiese por extenso escribir las hazañas que en la guerra han hecho los españoles en nuestra edad y otras cosas dignas de memoria, a la verdad haría mayor volumen mi obra que la de Tito Livio y de otros muchos, así griegos como latinos, que escribieron de las grandes hazañas de los romanos. Porque, a la verdad, ni Salustio ni Valerio Máximo, ni Suetonio Tranquilo, que en pocas palabras comprendieron muchas y grandes cosas, bastarían para comprender, no digo en pequeños volúmenes, más en muy grandes, las excelentes virtudes y cosas dignas de memoria y gran alabanza que los españoles de nuestro tiempo han hecho y hacen cada día.

    Porque ¿a qué escritores no fatigarían, a qué poetas no espantarían, a qué ingenio, por muy vivo y alto que fuese, no sobrepujaría el número y la grandeza de las cosas maravillosas y de gran esfuerzo que los españoles de nuestra edad han hecho en sus reinos y fuera de ellos? ¿Quién podrá contar los capitanes de grande ánimo, los caballeros nunca vencidos, la gente de guerra muy diestra y esforzada de España, que vimos pelear tan fuertemente en la guerra de Granada contra los moros, muy feroces y crueles enemigos de Nuestra Santa Fe, o quién podrá enteramente loar a aquellos que con la victoria de tan valientes enemigos merescieron gran triunfo y alcanzaron tanta honra y fama? ¿Quién demás desto podrá escrebir las grandes y muchas victorias que han habido de los franceses, gente tan belicosa, así en la Italia como la gran Grecia y en otras partes?

    Como siempre han sido naturalmente los españoles muy inclinados a las armas y peleas; los cuales de su niñez son más inclinados al ejercicio de la guerra que a otras artes u oficios algunos, por lo cual, como Don Francisco, rey de Francia, caminase por España y viese los mancebos de poca edad y sin barbas ningunas, y ceñidos todos sus espadas, dijo: ‘Oh, bienaventurada España, que pare y cría los hombres armados!’ Por cierto, habló como hombre que había experimentado las fuerzas y los corazones de los españoles. A los cuales deleita en gran manera el uso de las armas y aguza y enciende el sonido de las trompetas en tiempos de las batallas. Por lo cual, a lo que a mí me parece, y a otros muchos, los españoles tienen ventaja en el esfuerzo y arte de guerra a todas las otras naciones del mundo, como hombres que no solamente pueden mucho con las fuerzas y ligereza del cuerpo, mas con la fortaleza grande del ánimo y con el sufrimiento de muchos trabajos y hambres y otras necesidades, y allende de esto tienen muy prudentes consejos, de los cuales se suelen aprovechar los muy buenos capitanes”.

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.


    VIRTUDES DE LOS ESPAÑOLES:

    261
    “Es admirable la virtud de los españoles y su templanza, muy digna de loar, así en las otras cosas como en comer y beber. Porque habiendo yo morado y conversado entre ellos casi por espacio de cincuenta años, en todo este tiempo nunca vi en España un hombre beodo, mas antes conocí muchos aguados y casi la mayor parte de las mujeres no beben vino. Por donde se confirma más nuestra opinión de haber traído los españoles origen de los romanos, los cuales antiguamente tenían ley que la mujer que bebiese vino muriese por ello. Una cosa no quiero dejar de decir, y es que la mayoría de los españoles tienen mucho cuidado de vestirse y ataviarse muy bien, como personas que gastan más en vestidos y otros atavíos del cuerpo que en el mantenimiento ni en otras cosas, por muy necesarias que sean. Lo cual, aunque parezca mal a algunos hombres saturninos, yo no puedo dejar de loar, principalmente en los que lo pueden hacer sin perjuicio de nadie y sin presunción, sino por causa de honrarse y mostrarse su liberalidad.

    Agradanme mucho las costumbres de los españoles, satisfáceme su condición y tengo por bueno su hábito, por lo cual siempre he buscado su conversación y seguido su manera de vivir. Porque no con menos diligencia y cuidado miran las cosas de Dios y la salud de sus almas que las riquezas y pasatiempos del mundo. Verdaderamente, muy grande es el día de hoy la religión de los españoles, grande es el temor y acatamiento que tienen cerca de la honra de Dios, gran cuidado de las almas los sacerdotes, los cuales no solamente celebran sus misas y horas canónicas, mas instruyen también los pueblos que tienen a su cargo con muchos sermones y buenos ejemplos. Y de los seglares, no solamente los nobles y los letrados, mas aun los comunes y sin letras sirven con mucha obediencia a los mandamientos de Cristo y de la Iglesia. Porque vemos que unos se confiesan a lo menos una vez al año y otros dos veces, y algunos tres y muchos cuatro, no solamente viejos, mas aun mancebos que se confiesan diez veces en el año y aun cada mes a sus propios curas y sacerdotes. Por lo cual a mí me parece que no hay gente en todo el mundo hoy en día tan cristiana como la española”

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.


    VALENTÍA DE LOS ESPAÑOLES:

    262
    “Los franceses demandaron campo a los españoles que se matasen doce por doce hombres de armas sobre el derecho del reino porque Dios mostrase su justicia, e los que fuesen vencedores pareciese que su rey tenía mejor justicia y acción al reino; e así fueron señalados de cada parte doce, e salieron al campo, e eligieron de cada parte uno para jueces, e pelearon once por once, los cuales pelearon nueve horas, en que descansaron e se apartaron diversas veces, e después de los primeros encuentros cayeron a tierra cuatro franceses e un español, e de los franceses murió uno, e de los que quedaron a caballo se rindió uno, e los tres que quedaron a pie se rindieron; murieron nueve caballos de los franceses, de los cuales ficieron reparto dentro del cual se pusieron que nunca de allí quisieron salir; de manera que cuando querían llegar los españoles a afrontarlos, se espantaban los caballos de los otros caballos muertos; e ansí estuvieron todo aquel día fasta que la noche los desparció, e todos los españoles rompieron sus lanzas, e en los franceses había nueve lanzas cañas.

    Dentro del tercero día el español que se rindió desafió al francés rendido, diciendo que él tuvo muy mayor causa para rendirse que no él, porque él se había rendido caído en el suelo a tres hombres armados que sobre él cargaron, e él se había rendido estando a caballo a otro caballero solo como él. Concertóse el desafío para día señalado: el español salió al campo e esperó en el campo todo el día, e el francés no osó salir, e el español fizo allí todas sus diligencias, e volvióse del campo con mucha honra.

    E acaeció que el Gran Capitán envió cierta gente a sacar cierto ganado que estaba herbajeando, que era en asaz cantidad, e era dentro de donde había gente gruesa de los franceses, e iban hasta ochenta de a caballo corredores para tomar el ganado a la parte donde estaba la gente francesa, de manera que fuesen vistos, e saliesen a ellos. E el Gran Capitán púsose en celada con quinientas lanzas, e los franceses salieron con hasta quinientos hombres de armas a los españoles corredores; e ansí viendo que huían los corredores, salió el Gran Capitán con la celada e desbarató los franceses, donde fueron presos doscientos hombres de armas, e truxeron el despojo, e treinta mil cabezas de ganado poco menos, e volviéronse con su victoria; e esto fua a diez de diciembre del año de 1502.”

    ANDRÉS BERNÁLDEZ, “el cura de los Palacios’ (1450-1513) ‘Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel’.


    CARIDAD:

    263
    “No es tolerable que en una ciudad, no digo ya de cristianos, pero ni aun de gentiles que vivan según normas humanas, ocurra que mientras unos rebosan de riquezas y gastan millones en un sepulcro o torre o en un vano edificio o en banquetes y ostentaciones, peligre por falta de cincuenta o cien florines la castidad de una doncella y hasta la vida de un probo, y un marido se vea en el triste lance de desamparar a su mujer y a sus pequeñuelos”
    LUIS VIVES (1492-1540) ‘Tratado del socorro de los pobres’

    264
    “...¿De qué te sirve tan gran carga de oro, que parece vas a probar tu resistencia? ¿Serás tenida por mejor o por más hermosa o por más sabia, viéndote cargada de tanto metal?... Tu cuello está agobiado de un oro inútil y niegas una moneda a tantos hambrientos como hay en torno a ti. Despojas a tus vecinos, a tu familia quizá, a tus hijos, a tu propio marido, para que el brillo del oro y de las gemas te atraiga las miradas de cuantos halles en tu camino. ¿Tantas gentes sin vestido, y tú con tanto atavío inútil? ¿Es esta tu caridad cristiana? ¿Este tu juramento en el bautismo de renunciar a Satanás y a sus pompas? ¿Acaso no andas tras ellas y las retienes con mayor tenacidad y prolijidad que las mismas hembras gentiles?
    Examínate bien de pies a cabeza, y reconócete un satélite del demonio. ¿Tú en tu casa hartándote de manjares exquisitos, eructando capones, perdices, faisanes..., entre tantas gentes que se mueren de hambre? ¿Tú en el ocio, entretenida en juegos y placeres, entre tantos sudores del prójimo? ¿Tú exhibiéndote vestida de seda y finísimo lino, entre tantos desnudos? ¿Tú con tanto oro y plata y piedras preciosas a la vista de tanto mendigo? ¿Crees que así eres discípula de Cristo? ¿O no lo eres más de Plutón?”
    LUIS VIVES (1492-1540) ‘Instrucción de la mujer cristiana’.


    EL HONOR:

    265
    “El honor, si no nace de la virtud, es dañoso; y si de ella nace, la virtud de suyo desdeña los honores; no sería verdadera virtud la que obrara por el honor. El honor es consecuencia, no afán.
    Las dignidades, ¿quién podrá llamarlas tal, cuando recaen también en hombres indignos, cuando son buscadas mediante el fraude y la ambición y el favor y las peores artes?”
    LUIS VIVES (1492-1540) ‘Introducción a la Sabiduría’.


    LA NOBLEZA:

    266
    “La verdadera y sólida nobleza nace de la virtud. Necedad es gloriarte de un padre noble, si tú eres vil y mancillas con tu torpeza la hermosura de aquel linaje. A la verdad, todos estamos formados de los mismos elementos y el Dios único es el padre de todos. Menospreciar por humilde un linaje es renegar de Dios, autor de aquella vida”.
    LUIS VIVES (1492-1540) ‘Introducción a la Sabiduría’.


    LA LIBERTAD:

    267
    “Precisamente la suma libertad está en someterse de grado a las leyes y a las autoridades legítimas y mostrarse buenos y moderados ciudadanos, prontos a la voz de las autoridades y las leyes, dispuestos a obedecer con todo ardor. Más aun: la verdadera libertad sólo puede ser ésta de querer vivir como es debido, es decir, limpio de vicios y señor de las pasiones y afanes que tratan de tiranizarnos; porque la de las pasiones sí que es servidumbre, que ni los reyes mismos pueden llamarse libres si andan a remolque de ellas.”
    LUIS VIVES (1492-1540) ‘Condición de vida de los cristianos bajo el turco”.


    ESTOICISMO:

    268
    “Podía seguir contando otros casos lamentables que han acaecido en España estos últimos años y han cubierto de luto a muchas familias ilustres, en las cuales hemos podido admirar la exquisita prudencia y la invicta fortaleza, no sólo de los varones, sino de las mismas mujeres, pues como los españoles, en general casi todos, son gente allegada a la razón y se gobiernan por la virtud, a ella subordinan todos los acontecimientos humanos, todos los cambios de fortuna, y así se han acostumbrado a sufrir con ánimo invencible todos los golpes, por duros que sean, y todas las desgracias que no se pueden evitar; con lo cual procuran, como sabios, la salud del cuerpo y la del alma, y se someten a la voluntad de Dios, imitando los ejemplos que han dado últimamente el rey y la reina, los cueles, habiendo perdido en Salamanca a su hijo el príncipe don Juan, no mostraron la menor flaqueza de ánimo, y poco después cuando murió su hija doña Isabel, la reina de Portugal, dieron orden de que nadie vistiera de luto ni diera señales de tristeza.
    Y habiendo perdido en poco tiempo dos hijos, dos yernos y dos nietos, todo lo llevaron con suma fortaleza y con una prudencia verdaderamente sobrenatural, para que viéramos lo que son y en lo que vienen a parar las cosas de esta vida”
    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘Carta a Lucas Pullastra, de Sicilia’ (1502)

    269
    “No es necesario agora
    Hablar mas sin provecho,
    Que es mi necesidad muy apretada;
    Pues ha sido en un hora
    Todo aquello deshecho
    En que toda mi vida fue gastada.
    ¿Y al fin de tal jornada
    Presumen de espantarme?
    Sepan que yo no puedo
    Morir sino sin miedo;
    Que aunque nunca temer quiso dejarme
    La desventura mía,
    Que el bien y el miedo me quitó en un día”
    GARCILASO DE LA VEGA (1497- 1536), ‘Canción’.

    270
    “Porque al fuerte varón no se consiente
    No resistir los casos de fortuna
    Con firme rostro y corazón valiente.

    Y no tan solamente, esta importuna,
    Con proceso cruel y riguroso ,
    Con revolver del sol, del cielo y luna,

    Mover no debe un pecho generoso,
    Ni entristecello con funesto vuelo,
    Turbando con molestia su reposo

    Mas si toda la máquina del cielo
    Con espantable son y con ruido
    Hecha pedazos, se viniera al suelo,

    Debe ser aterrado y oprimido
    Del grave peso y de la gran ruina
    Primero que espantado y conmovido.

    Por estas asperezas se encamina
    De la inmortalidad al alto asiento
    Do nunca arriba quien de aquí declina.”

    GARCILASO DE LA VEGA (1497- 1536), ‘Églogas’.


    FUGACIDAD DE LO TERRENO:

    271
    ¿Qué otra cosa es esta vida, sino una muerte continua que se consume cuando el alma queda del todo libre de este cuerpo? Cuando nacemos –dijo alguien-, morimos, y nuestro acabamiento pende ya de nuestro mismo principio.”
    LUIS VIVES (1492-1540), ‘Tratado del socorro de los pobres’.


    LOOR DE LOS REYES CATÓLICOS:

    272
    “AL REY E REINA.
    O rey Don Hernando e Doña Isabel;
    En vos començaron los siglos dorados;
    Serán todo tiempo los tiempos nombrados
    Que fueron regidos por vuestro nivel;
    Tenéis él e vos e assí vos como él
    Con Dios tanta fe, que sus deservicios
    Avéis destruído e todos los vicios
    E alguno si queda daréis cabo dél.

    Biváis muchos años acá en este suelo,
    Reinando e saliendo con cuanto quisierdes,
    Mas ya Dios, queriendo después que partierdes,
    Coronas de reyes avréis en el cielo;
    Avréis con los santos su mismo consuelo
    Gozando en presencia la vista de Dios,
    Y el príncipe acá después ya de vos
    Los reinos seguros terná sin recelo”.

    JUAN DEL ENZINA (1468-1529) ‘Traducción de la Egloga IV de Virgilio. Proemio’


    RETRATO DE LA REINA ISABEL:

    273
    “Cuanto toca a la estatura de su cuerpo y hermosa composición de sus miembros y persona, todo se puede decir de ella lo que del rey dijimos. Porque todo lo que había en el rey de dignidad se hallaba en la reina de graciosa hermosura, y en entrambos se mostraba una majestad venerable, aunque a juicio de muchos la reina era de mayor hermosura, de ingenio más vivo, de corazón más grande y de mayor gravedad.

    Fue ella excelente reina, gran amadora de la virtud, deseosa de grandes loores y fama. Fue abstemia, que vulgarmente decimos aguada, la cual no solamente no bebió vino, más aún, no lo probó jamás. Amaba en tanta manera al rey su marido, que andaba sobresaltada por celos por ver si él amaba a otras y si sentía que miraba a alguna dama o doncella de su casa con señal de amores, con mucha prudencia buscaba medios y maneras con que despedir a aquella tal persona de su casa con mucha honra y provecho. Tenía consigo muchas damas nobles de linaje y señaladas virtudes, y gran número de doncellas, a las que trataba con humanidad y les hacía muchas mercedes. Asimismo criaba en su palacio muchos hijos de grandes señores con grandes gastos y a las doncellas mandaba guardar con mucha diligencia, y después de crecidas, magníficamente las casaba y con ricos dotes honradamente las enviaba a sus casas y especialmente a las que casta y honestamente habían vivido.

    Hablaba el lenguaje castellano elegantemente y con mucha gravedad, la cual, aunque no sabía lengua latina, holgaba en gran manera de oír oraciones y sermones latinos, porque le parecía cosa excelente el habla latina bien pronunciada, por cuya causa, siendo muy deseosa de saberla, acabadas las guerras en España (aunque estaba en grandes negocios ocupada), comenzó a oír lecciones de gramática, en la cual aprovechó tanto que no sólo podía entender a los embajadores y oradores latinos mas pudiera fácilmente interpretar y transferir libros latinos en lengua castellana.

    En las cosas del culto divino no se puede fácilmente juzgar si más era diligente que liberal, porque en estas dos virtudes tenía gran perfección. Tenía gran número de capellanes cantores. Escogía los sacerdotes muy sabios y diestros en las cosas sagradas y ceremonias de la Iglesia, asimismo tenía mozos de capilla, para los cuales tenía maestros en letras y de canto muy doctos que les enseñasen, a los cuales daba beneficios eclesiásticos y hacía otras grandes mercedes. Para los pajes que le servían a la mesa, de noble linaje, porque no se ensuciasen en juegos y otros vicios estando ociosos mandaba también que fuesen enseñados en letras y buena crianza. Demás desto tenía también por costumbre que cuando había de dar alguna dignidad u obispado, más miraba en virtud y honestidad y ciencia de las personas que las riquezas y generosidad, aunque fuesen sus deudos. Lo cual fue causa que muchos de los que hablaban poco y tenían los cabellos más cortos que las cejas, comenzaron a traer los ojos bajos, mirando al suelo y andar con más gravedad y hacer mejor vida, simulando por ventura algunos más la virtud que ejercitándola.

    Era gran amadora y hacía mucha honra a las personas graves, modestas y caladas y constantes en la virtud y asimismo aborrecía a los hombres livianos, parleros importunos y mutables. No quería ver ni oír a los hombres mentirosos, vanos, truhanes, adivinos, hechiceros, embaucadores, ni a los que miran en las líneas de la mano la buena o mala ventura, ni volteadores, ni trepadores, ni otros chocarreros engañadores”.

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.

    274
    “Todos convienen en atribuirle la mayor parte de estas cosas porque los negocios pertenecientes a Castilla se gobernaban principalmente por su mediación y autoridad. Despachaba los más importantes, y en los ordinarios no era menos útil
    persuadirla a ella que a su marido. Ni esto se puede atribuir a falta de capacidad del rey, pues por lo que hizo después se comprende fácilmente cuánto valía, por cuya razón o hay que decir que la reina fue de mérito tan singular que hubo de aventajar al mismo rey, o que siendo suyo el reino de Castilla, su esposo, con algún fin loable, lo dejase encomendado a su gobierno.

    Cuéntase que la reina fue muy amante de la justicia, muy casta y que se hacía amar y temer de sus súbditos; muy ansiosa de gloria, liberal y de ánimo muy generoso; de modo que se la puede comparar a cualquiera otra señora distinguida de cualquier época. Dicen también que aunque el rey fue naturalmente inclinado al juego, sin embargo, por respeto a ella, sólo jugaba pocas veces, y a juegos comunes, lo cual acreditaba con la circunstancia de haberlo hecho muchas veces después de su muerte y a juegos arriesgados y no honrosos, gastando en este vicio más tiempo del que conviene a un príncipe que tiene a su cargo el gobierno de tantos reinos”.

    F. GUICCIARDINI (1483-1540) ‘Ricordi’.


    RETRATO DEL REY DON FERNANDO:

    275
    "Era el Rey don Fernando de mediana estatura, tenía los miembros muy bien proporcionados. En la color era blanco con muy gracioso lustre. Tenía el gesto alegre y resplandesciente, los cabellos llanos y de color casi castaño claro, la frente serena pero calva hasta la media cabeza. Las cejas del mismo color de los cabellos y apartadas una de otra; los ojos claros y casi risueños, la nariz pequeña y bien colocada y conforme a las otras facciones del gesto, las mejillas de color
    de rosas coloradas, la boca pequeña y agraciada, los labios colorados y semejantes al coral, los dientes blancos, ralos, y pequeños, la barba venerable y de mucha autoridad, la cerviz ni gruesa ni delgada ni luenga ni breve; la voz tenía aguda, la lengua desenvuelta, y en el hablar gracioso, de ingenio muy claro, y buen juicio, de ánimo benigno y liberal, en consejo muy prudente, en las
    costumbres afable sin ninguna pesadumbre; en el andar y en todos los otros movimientos de su cuerpo tenía meneo de gran señor y verdadero rey.

    Era muy grave en todos sus hechos y dichos, cuya presencia representaba maravillosa dignidad. Por maravilla le vinieron jamás airado ni triste. Era muy templado en el comer y en el beber, porque ni comía muchas viandas, ni bebía comiendo más de dos veces y asimismo cenando. Jamás comía (aunque fuese de camino) sin haber primero oído misa y siempre un prelado o sacerdote bendecía su mesa y daba gracias a Dios después de comer y cenar. En todas las cosas era muy curioso de la limpieza. Usaba ropas honestas y algunas veces, especialmente los días solemnes y grandes fiestas, traía collar o cadena de oro engastado en perlas y otras piedras preciosas. Holgaba mucho con los caballos encubertados y con los jinetes, porque desde su niñez fue muy buen caballero de la brida y de la jineta, ejercitándose en justas y juegos de cañas, en los cuales sobrepujaba, y aventajaba a muchos otros caballeros fuertes y ejercitados en aquel oficio de caballería, porque era gran bracero y bien ejercitado en el
    arte militar. Sufría sobremanera los trabajos, así de la guerra como de los negocios, favorecía la justicia y demandaba muy estrecha cuenta a los que la ejercitaban, preciabase de la clemencia y humanidad cerca de los afligidos y miserables. Era también muy gracioso y afable con las mujeres e hijos que tuvo. Quería mucho y honraba a los hombres sabios y virtuosos, y tomaba de buena
    gana sus consejos y no menos amaba los caballeros, en especial a los de su casa. Diose siendo mancebo al juego de la pelota y ajedrez, y también al fin de sus días al juego de las cartas. Fue también inclinado a la caza y recibía en ella gran deleite, pero más en la caza de las aves que de montería."

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.

    276
    “Sus acciones, sus palabras y hábitos y la opinión común que existe hoy, prueban que es un hombre muy prudente y muy reservado, no hablando de los asuntos importantes sino cuando hay necesidad de ello, tampoco puede ser más paciente; vive con mucho orden, y así aprovecha su tiempo; conoce todos los asuntos graves o insignificantes del reino y todos pasan por su mano, y aun cuando aparente oír de buen grado los pareceres de todos, él es quien los resuelve y todo lo dispone. Se le cree vulgarmente avaro, lo cual no sé si procede de su natural condición, o porque sus grandes gastos y asuntos importantes, compatados con sus ingresos escasos, lo hacen parecer así; pero se piensa que procede con cordura y que reduce sus gastos cuanto puede.

    Es diestro en las armas, y así lo ha mostrado antes y después de ser rey; parece ser muy religioso, hablando con gran reverencia de las cosas de Dios y refiriéndolo todo a Él, manifiesta gran devoción en los oficios y ceremonias divinas, lo cual es, por cierto, común a toda la nación. Es iliterato, pero muy urbano; es fácil llegar hasta él, y sus respuestas son gratas y muy atentas, y pocos son los que no salen satisfechos, a lo menos de de sus palabras. Pero dice la fama que en sus obras se aparta muchas veces de sus promesas, o porque las hace con ánimo de no cumplirlas, o porque cuando los sucesos que ocurren le hacen mudar de propósito, no tiene en cuenta lo que prometiera.Me consta que sabe disimular, pero no sé si el defecto indicado es o no verdadero... En una palabra, es un rey muy notable y con muchas y grandes prendas; y sólo se le acusa, sea o no cierto, de no ser liberal ni buen guardador de su palabra; en todo lo demás brilla su urbanidad y consideración. No es jactancioso, ni sus labios pronuncian nunca sino palabras pensadas y propias de hombres prudentes y rectos”.

    F. GUICCIARDINI (1483-1540) ‘Ricordi’.
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  14. #34
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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    a) ESPIRITUALES.

    LA RELIGIÓN:

    277
    “Dios, no solo hubo de enseñarnos a acudir a Él, sino que nos lleva como de la mano por nuestras flaquezas y frecuentes caídas. Ésta es la religión, que recibimos del propio Dios, rayo de su luz, y fuerza de su omnipotencia. Ella es nuestra perfección, puesto que todo ser en tanto se perfecciona en cuanto alcanza el fin para el que fue creado. Cuando consideramos la fuerza y excelencia del entendimiento humano, su comprensión de las cosas más preclaras, y luego el amor que nace de ese conocimiento y el deseo fervoroso de unión que tal amor le inspira ¿cómo no advertir claramente que el hombre no fue creado para este género de vida y este cuidado y morada terrenales ni para ningún conocimiento penoso, recóndito y molesto, sino para alcanzar otros subidísimos que sacien sus ansias de verdad y ser al cabo partícipe de la eterna y divina naturaleza?
    Por donde, consistiendo la perfección de las cosas y el término de todas sus partes en la consecución del fin para el que fueron creadas, la piedad es el único camino de perfección del hombre; por lo cual, es solamente ella la única condición necesaria. Sin las demás, el hombre puede sentirse cumplido y cabal en todos sus elementos, pero sin la religión, no. Incluso puede carecer de comida y sustento diarios, pero hay modo de prescindir de la religión, a menos de caer en el más miserable estado...
    Por eso, todas las demás artes y disciplinas, en desterrándose la religión, redúcense a juegos de niños.”
    LUIS VIVES (1492-1540), ‘De la enseñanza, I, 2’.

    278
    “Importa atribuir la máxima autoridad a cuanto ordenó y estableció la Congregación de la Iglesia, pues, de lo contrario, todo andaría vacilante, y sobrevendría en la religión la mayor de las confusiones. Pero lo que algunos opinen y hayan inferido de los pareceres y disciplinas humanas, conviene no remontarlo tan alto que venga a reputarse de fe, con el odio y la discrepancia de quienes no lo hallan probado, discordia la más opuesta de la piedad cristiana. De ahí las mutuas recriminaciones y el tacharse de herejes y el detestarse, como si para uno ya no fuera cristiano el otro; que, no habiendo cosa mas atroz que marcar a un hombre con el estigma de hereje, ni a unos ni a otros se les cae de la boca esta palabra, ni hallan a mano un dardo más agudo que arrojarse”.
    LUIS VIVES (1492-1540), ‘De la concordia y la discordia’ II.


    MISIÓN RELIGIOSA DE ESPAÑA:

    279
    “Item, por quanto al tiempo, que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra Firme del Mar Océano descubiertas, y por descubrir, nuestra principal intención fue al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro Sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas, y los convertir a nuestra Santa Fe Católica, e enviar a las dichas Islas y Tierra Firme prelados, religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos e moradores de ellas en la Fe Católica, e los enseñar e dotar de buenas costumbres, e poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las letras de la dicha concesión se contiene. Por ende suplico al rey mi señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la dicha mi hija y al dicho príncipe su marido que así lo hagan y cumplan, e que sea su principal fin, y en ello pongan mucha diligencia, y no consientan ni den lugar que los indios vecinos y sus moradores de las dichas Indias y Tierra Firme ganadas, e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados. Y si algún agravio han recibido, lo remedien, y provean por manera que no excedan cosa alguna de lo que por la dicha concesión Nos es inyungido y mandado.
    REINA ISABEL LA CATÓLICA, ‘Cláusula del testamento’.

    280
    "Que procurasen con gran vigilancia y cuidado, que todos los indios de La Española fuesen libres de servidumbre, y que no fuesen molestados de alguno, sino que viviesen como vasallos libres, gobernados y conservados en justicia; y que procurase que en la Santa Fe Católica fuesen instruidos; porque su intención era que fuesen tratados con amor y dulzura, sin consentir que nadie les hiciese agravio, porque no fuesen impedidos en recibir nuestra Santa Fe, y porque sus obras no aborreciesen a los christianos. Y que, para que mejor pudiesen ser doctrinados, se procurase que se comunicasen con los castellanos, tratando con ellos y ayudando los unos a los otros”.
    REYES CATÓLICOS, ‘Instrucción al comendador Nicolás de Ovando”, (1501).

    281
    “Por ende, sus Altezas deseando que nuestra Santa Fe Católica sea aumentada y acrescentada, mandan y encargan al dicho Almirante, Viso-rey y Gobernador, que por todas las vías y maneras que pudiere, procure y trabaje en traer a los moradores de las dichas Islas y Tierra Firme a que se conviertan a nuestra Santa Fe Católica, y para ayuda a ello sus Altezas envían allá al devoto padre Fray Buil, juntamente con otros religiosos que el dicho Almirante consigo ha de llevar, los quales, por mano e industria de los indios que acá vinieron, procuren que sean bien informados de las cosas de nuestra Santa Fe; pues ellos saben y entenderán mucho de nuestra lengua, e procurando de los instruir en ella lo mejor que se pueda.

    Y porque esto mejor se pueda poner en obra, después que en buena hora sea llegada allá la Armada, procure y haga el dicho Almirante que todos los que en ella van, o los que más fueran de aquí en adelante, traten muy bien, e amorosamente a los dichos indios, sin que les haga enojo alguno; procurando que tengan los unos con los otros conversación y familiaridad, haciéndoles las mejores obras que se puedan. Y asimismo el dicho Almirante les dé algunas dádivas graciosamente de las cosas de mercaduría de sus Altezas, que llevan para el rescate, y los honre mucho. Y si acaso fuere que algunas o alguna persona trate mal a los indios, en cualquiera manera que sea, el dicho Almirante, como Viso-rey y Gobernador de sus Altezas, lo castigue mucho por virtud de los poderes de sus Altezas, que para ello lleva”.

    REYES CATÓLICOS, ‘Instrucción a Cristóbal Colón’.
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  15. #35
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - IDEAS

    b) POLÍTICAS.

    UNIDAD DE ESPAÑA:

    282
    “ ‘¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, del todo o en parte, por galos [celtas], romanos, cartagineses, vándalos, moros?”. A lo que el rey contestó: ‘La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada, de suerte que sólo puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida y en orden’. Y esto es –añade Guicciardini- lo que, en efecto, hicieron Fernando e Isabel; merced a ellos pudieron lanzar a España a las grandes empresas militares.”
    F. GUICCIARDINI (1483-1540) ‘Relazione di Espagna’, Opere inedite, vol. VI.


    LA PATRIA:

    283
    “La patria comprende y abraza a los padres y amigos y ciudadanos todos, no sólo a los presentes, sino también a los venideros, viniendo ella sola a compendiar el amor y vínculos de todos, hasta el punto de que hubo antepasados nuestros de santa memoria que sacrificaron por la patria a sus propios hijos o se consagraron ellos mismos con solemnes votos”.
    LUIS VIVES, ‘Comentario al “Sueño de Scipión”’


    MONARQUÍA:

    284
    “No puede subsistir por mucho tiempo una República donde cada uno procura solamente por sus cosas y las de sus amigos, y ninguno por las comunes... Justa es la República y saludable el Imperio si los ciudadanos y consejos de los gobernantes dirígense al bien público, pero si cada cual trae hacia sí cuanto puede, mediante la astucia y el artificio y el poder, entonces el pueblo es tirano de sí mismo, y no mantendrá durante mucho tiempo su poder y libertad, sino que en breve quedará esclavo bajo el dominio y el arbitrio de otro”.
    LUIS VIVES, ‘Tratado del socorro de los pobres’.

    285
    “Antigua es ya esta cuestión de si conviene más que el pueblo sea el árbitro y señor de sus destinos, o si uno solo debe asumir el cuidado y providencia de la comunidad... En principio es bueno todo gobierno en que el bien público se antepone a los privados, y pernicioso cuando ocurre al contrario. Pero si media la prudencia y demás virtudes y la dicha consideración del bien común, conviene el imperio y el gobierno de uno solo, a ejemplo de este reino del mundo, donde el universo entero está regido por quien es justísimo y sapientísimo y óptimo, y todo lo refiere, no a su utilidad, sino al bien y a la salvación de sus súbditos”.
    LUIS VIVES, ‘Epístola al cardenal Tomás, legado de Inglaterra.’


    ALABANZA DEL REY DE ESPAÑA:

    286
    “¿Qué príncipe hay tan grande entre los cristianos como el nuestro, y a quien teman como a él todas las naciones extranjeras? En las partes de Occidente su nombre es pronunciado con suma veneración, como el de un rey santo y poderoso. En el resto del mundo, y aun en las provincias más apartadas, sólo temen al rey de España. Él es la pesadilla de Oriente, el terror de los pueblos africanos y el muro fortísimo que contiene las acometidas del Septentrión ; él es, finalmente, el que gobierna hoy en España con tanta gloria como ninguno de los reyes pasados la había gobernado. Pero, ¿qué digo a España? Tan grande es su prudencia y felicidad en todo lo que emprende, que bien podemos decir que él es el blanco de los deseos y esperanzas de todo el mundo; el que arrojará de todos los rincones de él a los infieles, a quienes antes perdonó, y el que con la justicia con que gobierna ahora a España dilatará un día su Imperio desde el Oriente hasta el Océano, como dice un poeta, y llegará su fama hasta los astros, imperium Oceano et famam terminat astris; y hará que en adelante no haya en el mundo más ley que la de Cristo”.
    FRAY ALFONSO SEGURA ‘Oración en alabanza de don Alfonso de Aragón, hijo del Rey Católico, Arzobispo de Zaragoza y Monreal y Presidente de Aragón’.


    EL PRÍNCIPE:

    287
    “Importa que el príncipe exceda a los súbditos, no sólo en riquezas y en poderío sino en sensatez y en sus juicios, que deberán ser superiores a los del pueblo, a fin de que no le muevan cosillas exiguas y viles, como al populacho, sino que se distingan, al propio tiempo que por su dignidad, por su singular sabiduría. Pues fuera indigno que aquellos a quienes obedecen los demás no juzguen mejor las cosas que el vulgo de los ignorantes.”
    LUIS VIVES.

    288
    “El mayor y más firme vínculo del Reino es la bondad; los gobiernos duros y tiránicos presto se disuelven y nunca llega su duración a donde su violencia, pues no hay ningún vínculo estable que mantenga unidos al príncipe y a los súbditos, y sólo aguardan la ocasión de separarse. Ningún animal puede quedar retenido contra su voluntad si le es dado huir, y el forzado en nada se afana más que en romper lo más presto posible sus ligaduras”.
    LUIS VIVES, ‘Epístola a Enrique VIII de Inglaterra’.

    289
    “Nada aligera tanto la carga de reinar como el cariño de los súbditos, cariño que afirma y mantiene y perpetúa el Imperio. Porque, cuando el miedo amordaza y coacciona las opiniones, en remitiendo que remita ese miedo un punto, luego se alzará con toda su dureza la crítica...
    El príncipe no debe hacer cosa que mire más a conveniencia privada que al bien público; antes ha de penetrarse de que el día que subió al trono encarnó los ideales y la voluntad de su pueblo, y se despojó de la propia voluntad”.
    LUIS VIVES, ‘Primera epístola al Archiduque Fernando, presentándole las Declamaciones Silanas’.

    290
    “Los príncipes deben esforzarse y aplicarse ahincadamente a ser y a hacer buenos a sus súbditos; éste es el gran arte de amansar a los hombres, la cópula que mejor compenetra a gobernantes y gobernados, dado que la virtud engendra de sí amor, y para el amor nada hay grave ni difícil. Fortuna, hijos, sangre y vida que hayamos de ofrecer por el amado, sacrificio es dulcísimo, y nada fomenta la amistad y la estrecha como estas grandes pruebas y señales inequívocas de amor, en cuanto quepa ofrecerlas. Quienes no son buenos, en la prosperidad afectan muy vivo cariño y en el peligro nos abandonan los primeros.

    Demás de ello, la virtud es natural quieto y moderado, poco amiga de novedades y mudanzas, tan desdeñosa de la fortuna que ni se preocupa del cuerpo ni de sus riquezas, comoquiera que estriba y se mantiene entera en el espíritu. Si media la piedad cristiana, perfección de todas las virtudes, mejor diré, la virtud única, cifrada en la renunciación y el desprendimiento, perfecta sabedora de que esta vida es mera peregrinación, cualquier gobierno es fácil de soportar. ¿Qué nos va al cabo lo que el príncipe ordene sobre las fortunas y los cuerpos si nosotros tenemos nuestra atención puesta en el alma? ¿Ni que le importa al hombre mortal vivir un año más o menos, o vivirlos bajo este o aquel príncipe, si su príncipe es aquel otro celestial, hacia el que marcha raudo por el menosprecio de las cosas terrenas?

    En cambio, el malvado, ignorante o negligente de las supremas y atento sólo a la vida de acá, siempre se halla presto y fácil a trastornar tronos y reinos. Ánimo inquieto, jamás descansa y se aviene a lo presente, sino que hierve en constante anhelo de mudanzas, como el insomne revuélvese en el lecho y busca sin cesar nueva postura, cuando la causa de su desazón no está en el lugar de afuera, sino en el de adentro”.

    LUIS VIVES, ‘Epístola a Enrique VIII de Inglaterra’.

    291
    “Nobles, discretos varones
    Que gobernáis a Toledo
    En aquestos escalones
    Desechad las aficiones,
    Codicias, amor y miedo.
    Dexad los particulares:
    Pues vos fizo Dios pilares
    De tan riquísimos techos
    Estad firmes y derechos”
    GÓMEZ MANRIQUE (1412-1490), ‘Inscripción en las Casas Consistoriales de Toledo’.


    LA SOCIABILIDAD HUMANA:

    292
    “Los hombres no se congregan por satisfacer las necesidades de su vida, sino porque Dios creó al hombre animal social en alto grado: lo cual se demuestra sobre todo en su benignidad y en su palabra. Una vez congregados y constituidos en vecindad, considerado el tumulto de las pasiones y de los malos apetitos que agitan los corazones, fue necesaria una justicia terrena que velara por todos en común y obligara a todos a someterse a la recta razón. La justicia se expresó en leyes y su guarda confióse a un varón recto y prudente que la mantuviera y defendiese con poder y fuerza públicas. Porque, así como el máximo bien de la ciudad es la paz y la concordia, así el mayor mal es la disensión y los odios públicos y privados, de donde nacen las rivalidades y enemistades y pleitos y contiendas y luchas y matanzas”.
    LUIS VIVES, ‘Sobre la verdad de la Fe cristiana’, V, 9.


    ESPÍRITU DE HUMANIDAD:

    293
    “Item, por quanto al tiempo que nos fueron conçedidas por la sancta Sede Apostólica las Yslas e Tierra Firme del Mar Oçéano, descubiertas e por descubrir, nuestra prinçipal yntençión fue, al tiempo que lo suplicábamos al Papa Alexandro VI, de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar de ynduzir e traer los pueblos dellas e los convertir a nuestra Sancta Fe cathólica, e enviar a las dichas Yslas e Tierra Firme prelados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para ynstruir los vezinos e moradores dellas en la Fe cathólica, e les ensennar e doctrinar buenas costumbres, e poner en ello la diligençia devida, segund más largamente en las letras de la dicha conçessión se contiene: por ende suplico al rey mi sennor muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha prinçesa, mi hija, e al dicho prínçipe, su marido, que así lo hagan e cunplan, e que este sea su prinçipal fin, e que en ello pongan mucha diligençia, e no consientan nin den lugar que los yndios, vezinos e moradores de las dichas Yndias e Tierra Firme, ganadas e por ganar, reçiban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien e justamente tratados; e si algund agravio han reçebido lo remedien e provean, por manera que en la dicha conçessión nos es iniungido e mandado.”
    ISABEL LA CATÓLICA, ‘Codicilo a su testamento’.


    EL PUEBLO:

    294
    “Gran maestro de errores es el pueblo. Nada hemos de procurar con más empeño que desviar y libertar al amante de la sabiduría de la opinión popular. Por de pronto, recele de cuanto aparezca aprobado con grandes extremos por la multitud, y redúzcalo al parecer de aquellos que deben el prestigio a su virtud personal’.
    LUIS VIVES, ‘Introducción a la Sabiduría, I’.


    LA POBREZA:

    295
    “Toda la vida y salud del hombre depende de los auxilios de los demás, tanto para cortar la raíz de la soberbia, que se nos transmite desde nuestros primeros padres, cuanto por secretos designios de Dios, que a unos deja sin dinero y a otros priva de salud o de talento porque usaría mal de ellos; a algunos la misma pobreza les es instrumento de grandes virtudes, pues todo lo ordena a nuestro bien aquel Príncipe Gobernador de este mundo, Padre el más sabio y liberal. Así, pues, todo aquel que necesite de la ayuda ajena es pobre y hay que ejercitar con él la misericordia, llamada en griego limosna, la cual no consiste en darle unas monedas, como cree el vulgo, sino en toda obra que pueda remediar alguna miseria humana.
    ...................
    El principal y sumo beneficio estriba en ayudar a la virtud del otro...
    Después de la virtud viene la enseñanza dirigida al conocimiento de la virtud, por la cual alumbra un hombre a otro hombre una luz de su misma luz, sin que ésta disminuya; antes bien, aumenta.
    El dinero queda casi en último lugar. también ayudar con él es cosa liberal y honesta y de maravillosa dulcedumbre... Gustado el placer de la liberalidad, no podemos alejarnos de él mientras tengamos algo que dar, y cuando nada queda, hubo quien buscó hasta hurtándolo...
    Ciertamente nuestra condición semeja de algún modo a la divina, cuando otros necesitan de nuestros auxilios y nosotros podemos pasarnos sin el suyo...
    Así como no solamente debe atenderse al sustento, dado que todo el hombre es quien necesita auxilio, así tampoco nuestros beneficios han de limitarse al dinero. Se ha de hacer el bien con las facultades y mociones del alma, con buenos deseos, consejos, prudencia, máximas de conducta, y, por lo que atañe al cuerpo, con la preferencia corporal, palabras, fuerza, trabajo y asistencia, y, en cuanto a las cosas externas, con la dignidad, autoridad, gracia, amistad y dinero, dentro del cual comprendo todo lo que el dinero proporciona.”
    ........................
    La pobreza se la envía (a los pobres) un Dios justísimo, por un secreto designio, aun para ellos mismos muy útil, pues se les quita la ocasión de vicios y se les da para ejercitar más fácilmente la virtud. Por donde, no sólo han de sufrir con paciencia su pobreza, sino que debe abrazarla gustoso como don de Dios”
    LUIS VIVES, ‘Tratado del socorro de los pobres I, 6’.
    Última edición por ALACRAN; 10/03/2011 a las 10:57
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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HECHOS

    FRATERNIDAD Y PAZ:

    296
    “Dios trajo el amor, la concordia y la paz. Y el diablo, peritísimo artífice, los bandos y las facciones, los provechos particulares con daño de los demás, las diferencias, riñas, contiendas y guerras. Dios, que quiere salvarnos, inspira benevolencia; el diablo, para perdernos, enemistades. Con la concordia aun las cosas pequeñas se consolidan y cunden; con la discordia se disipan hasta las más grandes”.
    LUIS VIVES, ‘Introducción a la Sabiduría, XIII’.

    297
    “Pretexto de la gloria bélica es dilatar las fronteras y el Imperio; ésta aparece como causa de casi todas las guerras cuando los griegos, romanos y cartagineses no podían gobernarse en su propia casa, envueltos en tantas disensiones, rencillas, facciones, revueltas y guerras civiles, y aun andaban en busca de otras gentes a quienes gobernar; es decir, que pretendían el dominio sobre los extraños cuando no lo tenían de sí mismos.
    ......................
    Los príncipes y pueblos poderosos extienden hasta el límite, como redes, sus confederaciones, y reciben a muchísimas gentes en alianza y clientela; pero esto lo hacen, no tanto para proteger a los amigos cuanto por atropellar a los enemigos, so pretexto de aquéllos.”
    LUIS VIVES, ‘De la concordia y la discordia, I’.


    JUSTICIA:

    298
    “El cetro de la justicia
    Que vos es encomendado
    Non lo tornéis en cayado
    Por amor ni por cobdicia,
    Dexando sin pugnicion
    Los yerros y maleficios;
    Assi bien sin galardon
    Y justa satisfaccion
    Los trabajos y servicios.

    No fallen los querellantes
    En vuestra casa porteros,
    Ni dexéis cavalleros
    Que corran a los librantes.

    Oid a los afligidos
    Y dadles algund consuelo,
    Si quereis que sean oidos
    Vuestros çagueros gemidos
    Por el alto Rey del cielo.

    Si los que regis por Él
    Los pueblos mal governardes,
    Con el peso que pesardes
    Vos pesará Sant Miguel;
    Si la balança torcistes,
    Allá vos la torcerán,
    Y no del mal que fezistes,
    Mas de lo que permitistes,
    Cuenta vos demandarán.

    Alcaldías y juzgados
    Y los semblantes oficios
    Non los dedes por servicios
    A onbres apasionados;
    Que si los corregidores
    O juezes que pornéis
    Fueren onbres robadores
    O remisos secutores,
    Ante Dios lo pagaréis.

    Las penas y los tormentos
    Devéis dar siempre menores,
    Los galardones mayores
    Que son los merecimientos.
    Usareis en lo primero
    De la virtud de clemencia,
    Y, señor, en lo postrero
    Seguiréis el verdadero
    Abto de magnificencia.

    Que ramo de crueldad
    Es justicia regurosa;
    El perdonar toda cosa
    Non se llama piedad;
    Dar grandes dones sin tiento
    Es cosa muy reprovada;
    Mas mucho menos consiento
    Que seades avariento,
    Que peor es no dar nada.


    GÓMEZ MANRIQUE (1412-1490), ‘Regimiento de príncipes’.

    299
    “- Labor de la virtud de la Justicia.
    De sirgo fino de grana,
    Muy de gana,
    Se debe luego labrar
    Una espada singular,
    De tal cortar,
    Que haga la tierra llana
    Que la gente castellana
    Es tan ufana
    E tan mal acostumbrada,
    Que nunca será curada
    Si el espada
    De la justicia no afana
    Entre la gente tirana.

    Será de punto real,
    Porque es tal
    Que lo pide el labor,
    Y sangriento su color
    Por dar temor
    A todos en general,
    Y su punto por igual,
    No interesal
    Ni errado por favor,
    Mas al mayor y al menor
    De un tenor
    Darles la pena del mal
    Por labor muy especial.

    - Labor de la empuñadura:
    De seda negra morada,
    Esmerada,
    Labrarán su empuñadura,
    Ca con amor y tristura
    Su amargura
    Debe ser así cercada,
    No con gana apassionada
    De ser vengada
    Afición particular,
    Mas con amor y pesar
    De degollar
    La oveja inficionada
    Por guarecer la manada.

    No piense vuestra excelencia
    Que es clemencia
    Perdonar la mala gente,
    Antes de tal açidente
    Comúnmente
    Se causa la pestilencia;
    Si no ved por experiencia
    Qué presencia
    Os demuestra vuestra tierra,
    Que no pugnir a quien yerra
    Dio tal guerra
    A la real providencia
    Cual vos muestra su dolencia”

    FRAY IÑIGO DE MENDOZA (1425-1507), ‘Dechado del Regimiento de Príncipes, a la reina doña Isabel de Castilla’


    LA LEY:

    300
    “Sean las leyes blandas para los leves, inflexibles para los fuertes, terribles para los pertinaces... Fomenten la paz pública y muestrense duras para quienes traten de perturbarlas.
    ....................
    Las leyes han de originar la concordia, no sólo entre los ciudadanos, sino con todos los hombres, pues la regeneración mística del género humano les concede una ciudadanía tan efectiva como a aquellos otros se la concede el nacimiento. Lo cual sólo se logrará acomodándolas a aquel precepto cristiano de la caridad mutua y universal, por donde no cabe sancionar leyes que sean útiles para los del pueblo y nocivas para los extraños”.
    LUIS VIVES, ‘De la enseñanza, V, 4’.

    301
    “Puesto que la ley es cierta norma a la que cada cual debe acomodar sus actos, es razonable que las leyes sean claras y fáciles y pocas, de suerte que todos sepan a qué atenerse en su vida, y ni la oscuridad de esas leyes motive su ignorancia ni su excesivo número desoriente.”
    LUIS VIVES, ‘Causa de la corrupción de las artes, VII,2’


    EL IDIOMA:

    302
    Cuando bien comigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas, que para nuestra recordación y memoria quedaron escriptas, una cosa hallo e saco por conclusión muy cierta: que siempre la lengua fue compañera del Imperio; e de tal manera lo siguió, que juntamente començaron, crecieron y florecieron, e después junta fue la caida de entrambos.
    ...........................
    Muchos podrían venir en esta duda: ¿quién traxo primero las letras a nuestra España, o de dónde las pudieron recibir los hombres de nuestra nación? E aun, que es cosa mui semejante a la verdad, que las pudo traer de Thebas las de Boecia, Bacco, hijo de Júpiter, e Semele, hija de Cadmo, cuando vino a España, qasi dozientos años antes de la guerra de Troia; donde perdió un amigo e compañero suio, Lisias, de cuio nombre se llamó Lisitania, e después Lusitania, todo aquel trecho de tierra que está entre Duero y Guadiana; e pobló a Nebrissa, que por otro nombre se llamó Veneria, puesta, según cuenta Plinio en el tercer libro de la Natural Istoría, entre los esteros y albinas de Guadalquevir; la cual llamó Nebrissa, de las nebrides, que eran pellejas de gamas que usavan en sus sacrificios, los cuales él instituió allí, según escrive Silio Itálico en el tercero libro de la Segunda Guerra Púnica.

    Así que si queremos creer a las istorias de aquellos que tienen autoridad, ninguno me puede dar en España cosa más antigua que la población de mi tierra e naturaleza; porque la venida de los griegos de la isla Zacinto a la población de Sagunto, que ahora es Monviedro, o fue en este mismo tiempo o poco después, según escriben Bocco e Plinio en el Libro XVI de la Natural Istoría. Púdolas esso mesmo traer, poco antes de la guerra de Troia, Ercules el Thebano, cuando vino contra Geriones, rei de Lusitania, el cual los poetas fingieron que tenía tres cabeças; o poco después de Troia tomada, Ulisses, de cuyo nombre se llamó Olissipo la que agora es Lisbona; o Astur, compañero i regidor del carro de Menón, hijo del Alva, el cual, también después de Troia destruida, vino en España, e dio nombre a las Asturias; o en el mismo tiempo, Teucro, hijo de Telamón, el cual vino en aquella parte de España donde ahora es Carthagena, e se passó después a reinar en Galizia; o los moradores del monte Parnasso, los cuales poblaron a Cazlona, nombre sacado del nombre de su fuente Castalia; o los mesmos fenices, inventores de las letras, los cuales poblaron la ciudad de Calez, no Ercules ni Espán, como cuenta la General Istoria; o después, los cartagineses, cuia possesión por muchos tiempos fue España.

    Más io creería que de ninguna otra nación las recebimos primero, que de los romanos, cuando se hizieron señores della, qasi dozientos años antes del nacimiento de nuestro Salvador: por que, si alguno de los que arriba diximos traxera las letras a España, oi se hallarían algunos momos, a lo menos de oro e de plata, o piedras cavadas de letras griegas e púnicas, como agora las vemos de letras romanas, en que se contienen las memorias de muchos varones illustres que la regieron e governaron, desde aquel tiempo hasta quinientos e setenta años después del nacimiento de nuestro Salvador, cuando la ocuparon los godos. Los cuales, no solamente acabaron de corromper el latín e lengua romana, que ia con las muchas guerras avía comenzado a desfallecer, mas aun torcieron las figuras e traços de las letras antiguas, introduziendo e mezclando las suias, cuales las vemos escriptas en los libros que se escrivieron en aquellos ciento e veinte años que España estuvo debaxo de los reies godos; la cual forma de letras duró después en tiempos de los juezes e reies de Castilla e de León, hasta que después poco a poco se començaron a concertar nuestras letras con las romanas e antiguas, lo cual en nuestros días e por nuestra industria en gran parte se a hecho. E esto abasta para la invención de las letras, e de donde pudieron venir a nuestra España.”


    ANTONIO DE NEBRIJA (1444-1522), ‘Gramática castellana’

    303
    “El habla que ahora los españoles en lugar de romano llaman romance es latín corrompido, y a donde más pulido y copiosamente se habla en las principales ciudades de Andalucía y mucho más en Castilla, y principalmente en el reino de Toledo, aunque es toda muy prima desde la ciudad de Sevilla hasta Burgos y Zaragoza, de Aragón. Creo ser la causa desto o porque en esta región se contiene casi el medio y la tierra más fértil de toda España, o porque en estas partes hubo antiguamente más poblaciones de romanos que en las otras, o porque también en las ciudades desta región moran comúnmente los príncipes y otros muchos señores y caballeros que hablan más pulidamente que otros, y viven allí comúnmente por razones del clima a que está sujeta aquella parte de España, que dijimos; debajo de cuya constelación la tierra es más fértil y los ingenios salen más excelentes...

    La lengua española aventaja a todas las demás en elegancia y copia de vocablos y aun a la italiana, pasando la latina y la griega; la causa de ser más perfecta que todas las demás lenguas vulgares es por la conformidad que tiene con la latina, a la cual es tan semejante que se hallan cartas escritas en romance, y el mismo romance es también latino. De manera que todos los vocablos son castellanos y latinos. Llámase esta lengua romana comúnmente castellana, porque donde más pulidamente se habla y donde más perfecta quedó es en Castilla.”

    LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.
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  17. #37
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    VIII – LA ESPAÑA DEL IMPERIO; PLUS ULTRA.

    1
    A partir de los Reyes Católicos van precipitándose los aciertos históricos, los éxitos militares y los hallazgos espirituales. La cumbre del destino hispánico sigue ascendiendo en este siglo XVI. La unificación interna se completa con Navarra y Portugal, que aun estaban independientes de nuestro común destino universo.

    Triunfa nuestro ejército en Italia, con los capitanes prodigiosos españoles que consolidan nuestro dominio; en la costa norteafricana, que asegura nuestras posesiones; en Flandes, Francia y Alemania para unificar la conciencia religiosa en aquellas tierras, sobre las que se cierne como un águila nuestro Imperio; por el Oriente, en el sublime Lepanto, para vencer a los piratas turcos; en América, con Cortés, Pizarro y otros capitanes; y triunfa, también, en Oceanía, posesionándose de las islas Filipinas, las Molucas y otras llenas de rica especiería.

    Sigue la unificación, a través de la Iglesia, de las jerarquías aristocráticas con las masas populares. El destino común continúa cumpliéndose; España, hija fiel de Roma, realiza al fin la unificación del orbe, la fusión de razas y credos. Cumple el destino de Roma, la cesárea; el destino universal, católico; destino de amor sobre los hombres y las tierras, uniendo el Oriente con el Occidente, al Norte con el Sur.

    La lengua adquiere la universalidad que en tiempos tuvo el latín, y los españoles exaltan el honor de ser españoles y católicos y se estiman el pueblo a quien Dios distingue, pues al decir de un historiador de la época, “han nacido para dilatar la fe católica, oficio y prerrogativa del pueblo escogido por Dios”.

    Forma España una unidad perfectamente descrita por el poeta unitarista: “Un altar, un imperio y una espada”. A pesar de ello, España tiene conciencia, dentro de esa unidad, de la variedad de sus elementos integrantes y de los diversos matices de castellanos, andaluces, gallegos, catalanes etc. Escribe Herrero García: “El lenguaje de la época no se alarmaba de la palabra “naciones” con que eran designadas las que hoy apenas nos atrevemos a llamar regiones. El refranero y el cancionero popular atestiguaban que en casa éramos varios hermanos, cada cual con su temperamento, sus hábitos, sus defectos y sus virtudes”.

    Castilla sigue siendo el núcleo vital de la patria española, en cuyo centro se elaboraba la mentalidad nacional; de tal modo se sentía compenetrada con sus elementos allegadizos, que hasta llega a olvidarse de su primacía y comparte de igual a igual el título de región con catalanes, portugueses y vascos. Todos estos pueblos y los de allende los mares y las tierras lejanas del continente europeo y las playas africanas van ceñidos en la corona del emperador, que es de dimensiones ecuatoriales, porque “España tiene la medida del mundo civilizado”.

    En derredor suyo toda una sociedad de paladines del heroísmo, de la ciencia y de la fe, nombres gloriosos de capitanes, de marinos, de exploradores, de sabios y de artistas, de clérigos, de monjes y de santos, que marchan al unísono bajo las banderas del césar, compenetrados con el gran soldado o gran político que se ganó el cariño del pueblo por su claro entendimiento, su política hábil, su magnánimo corazón y su espíritu prócer.

    La época de Carlos, el emperador, presencia trascendentales hechos históricos: las sangrientas luchas de las comunidades y germanías, las guerras con Francia, con su claro florón de Pavía, donde se vence a un rey cuyo ideal político, mas fuerte que el religioso, era quebrantar la casa de Austria; la presencia de Worms, Augsburgo, Mülberg y Trento, donde el alma de la Patria canta el himno espiritual del catolicismo; el dique que se opone al turco Solimán en las puertas de Viena y las expediciones a la Goleta.

    Al recaer la corona en Felipe II continúa la marcha de los grandes acontecimientos; la cúspide de la Contrarreforma, en la que España es abanderada del dogma y el relicario del espíritu católico. Árbitro el rey de la política mundial, son numerosas las guerras que tiene que sostener: en Granada se vence a los moriscos, al francés en San Quintín, en Lepanto al turco. Felipe II es reconocido rey de la nación portuguesa y la gloria de España se completa. Todos estos hechos son las piedras con las que se edificará la misión que a la patria española se le ha adjudicado en la Historia.


    2
    La idea de una misión o de un destino, justificador de la existencia de una construcción política, que vemos dibujandose sobre la Piel de Toro, llenó ya antes la época más alta que ha gozado Europa: el siglo XIII, el siglo de santo Tomás de Aquino. Y nació en mentes de frailes; los frailes se encararon con el poder de los reyes y le negaron tal poder en tanto no estuviera justificado por el cumplimiento de un gran fin o de una gran misión.

    Donde la idea aparece con mayor claridad es a partir del Renacimiento, como consecuencia de la lucha de ideas y creencias. Ha escrito De los Ríos, en una síntesis acertadísima y muy española, que:

    “Para la cultura occidental, el siglo XVI viene a representar como una divisoria. La conciencia europea se desgarra y nacen dos actitudes de origen renacentista que responden al modo como cada cual coincide: 1º, la relación del hombre con la Naturaleza; 2º, la relación con Dios, y 3º, el modo cómo explican unos y otros la obra que compete a la razón.

    En la lucha de ideas que a partir de esa época tiene a Europa como campo de batalla, concurren los pueblos con distintas actitudes, que vienen a destruir el antiguo concepto: la Edad Media había erigido en sujeto ideal de la Historia la visión de la personalidad divina en Cristo, y sobre ella apoyó su concepción de orden jerárquico; el Renacimiento, por el contrario, rompe esa unidad de la conciencia cristiana y bajo su impulso surgen una serie de dualismos que el espíritu analítico de la época no sólo intenta resolver en una unidad superior, sino que, por el contrario, le lleva a complacerse en exaltar la esencial sustantividad de cada uno de ellos.

    Lo que la conciencia medieval tenía acordado y armonizado, desde el Renacimiento aparece en posiciones antitéticas e inconciliables:
    -frente a autoridad: “libertad”;
    -frente a tradición: “progreso”;
    -frente a universalidad: “individualismo”;
    -frente a espíritu : “razón”.

    Esta dualidad llevada al concepto de patria, proporciona dos visiones de la misma,
    hija de dos ideas distintas: que hallaron símbolo adecuado en la obra de la “reforma” protestante y de la Contrarreforma católica. Los pueblos que enarbolaban esas banderas tienden unos espiritualmente, al universalismo y terrenalmente al individualismo; y los otros al contrario, la universalidad la ven en lo terrenal y lo individual en lo espiritual.

    Ese espíritu crítico del Renacimiento y la tradición teológica medieval, al chocar, descendiendo de los espíritus más egregios a las masas populares producirán las guerras de religión durante el siglo XVI.

    En el momento en que se gesta en el mundo una concepción que otorga la preeminencia a la acción encaminada al logro de bienes sensibles, el Estado español orienta su vida igualmente a la acción, pero señalándose como objetivos la conquista de las almas a fin de obtener su salvación. Esta idea constituye la idea rectora de España en el siglo XVI, iluminando su actitud en Europa como en América, pasando el Estado español del XVI a ser instrumento de la Catolicidad.

    España lanza a aquel roto mundo renacentista el lema religioso de su cruzada: la igualdad del género humano, descendiente de un Padre común, y el lema político: no una monarquía universal sino un imperio cristiano. No ambiciona España tanto conquistas como el cumplimiento de un alto deber moral de armonía entre los reinos cristianos, reavivando la vieja idea medieval. Por eso España, por la pluma de su emperador Carlos V, declaró que estaba decidida a defender la cristiandad milenaria empleando para ello “mis reinos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma”. Lo mismo afirmarán sus cronistas, jurisconsultos teólogos, poetas y guerreros del XVI. Y en su virtud acepta la misión y obligaciones del Imperio contra los infieles enemigos de la santa Fe. Para tales tareas fue España el corazón del Imperio, “el fundamento, el amparo y la fuerza de todos los otros” (Obispo Mota, en las Cortes de La Coruña, 1520).

    Frente al nuevo pensamiento filosófico centroeuropeo, España en la contienda permanece “fiel al Señor”, como en los tiempos en que la cantaba Alfonso X el Sabio; conserva su fe y no destruyen su unidad interior las guerras religiosas; batalla con las armas por el espíritu, para defender en Europa la catolicidad.
    De esta catolicidad se derivan, en sentido político: el rechazo de la mentalidad española hacia el maquiavelismo y la tesis española de la realeza (poderes limitados al servicio de la justicia y de la religión), cuya razón proviene de la concepción iusnaturalista de nuestros pensadores.

    A la individualidad de la razón opuso España en el siglo XVI la unidad religiosa, junto con la unión personal de reinos bajo un mismo rey; y esta unidad religiosa, conservada a todo trance, hace que el ideal católico sea algo que en lo sucesivo, difundido lentamente, penetre e informe lo más íntimo de nuestra cultura y psicología. Y el Estado, entonces creado, condicionará jurídicamente la actividad social manteniendo y salvando en todo momento el ideal misional nacional.

    Internamente dominado por esta idea, sorprende al Estado español de una parte el descubrimiento de América y de otro la herejía protestante, y si la guerra contra ésta le brinda ocasión de mantener la unidad espiritual del Estado, el descubrimiento de América le proporciona campo misional en favor de la Fe.

    Polarizada Europa entre protestantismo y catolicismo, España recoge la bandera de éste, que cuadra a su misión nacional en tres puntos:

    Primero. - Dar al mundo idea de la unidad moral del género humano y de la posibilidad de salvación.
    Escribió Maeztu: “El tema que más preocupó al pueblo español fue el conciliar la predestinación con los méritos del hombre. Sobre todos los mortales debía brillar la esperanza, como afirmaba el padre Vitoria con su doctrina de la gracia; algunos discípulos y colegas suyos la llevaron al Concilio de Trento, donde la hicieron prevalecer, y así empezó la Contrarreforma. Otros discípulos la infundieron en el Consejo de Indias e inspiraron en ella la legislación de Indias, tocándola en empresa evangélica.”

    “¿Han elaborados los siglos sucesivos ideal alguno que supere al nuestro? ¿Hay ideal superior a éste? Jamás pretendimos los españoles vincular la divinidad a nuestros intereses nacionales, nunca dijimos como Juana de Arco: ‘Los que hacen la guerra al santo reino de Francia hacen la guerra al Rey Jesús’’, aunque estamos ciertos de haber peleado en nuestros buenos tiempos las batallas de Dios. Tampoco creímos como los ingleses y norteamericanos que la Providencia nos había predestinado para ser mejores que los demás pueblos. Orgullosos de nuestro credo, siempre fuimos humildes respecto a nosotros mismos y por eso se trató a las razas atrasadas con al esperanza de que podían salvarse, porque el espíritu español consideraba a todos los hombre como hermanos, aunque nunca negara la evidencia de desigualdades.”

    Segundo. – La defensa de la Fe.
    Desde que el cristianismo se difundió en España el ideal religioso fue constante e inalterable, pero a partir del siglo XVI la unidad espiritual de la Península pasa a ser uno de los fundamentos más importantes de nuestra nacionalidad; unidad impedida por judíos, conversos y moriscos. El pueblo clamaba en cortes y municipios exigiendo medidas en defensa de la fe católica de manera que la razón de Estado se doblega a la razón popular y así los reyes copian el tribunal de la Inquisición existente en otros pueblos expulsando a judíos y moriscos y manteniendonos libres del contagio herético luterano. El emperador Carlos V defiende la fe católica en todos los Estados que forman su corona, pero solo España le permanece fiel y ese es su gran consuelo.
    Tercero. – La doctrina de la evangelización.
    Nada hay comparable a este momento histórico, porque en él se incorpora a la civilización cristiana a todas las razas que estuvieron bajo nuestro influjo. Se tenía conciencia de que España era la nueva Roma y el Israel cristiano. Toda España es misión; concibe la religión como un combate en que la victoria depende de su esfuerzo.

    La culminación del sentimiento que reflejan estas ideas y la España con sentido imperial se plasma en el soneto de Hernando de Acuña, lema que podía ser el de la época y blasón glorioso del césar Carlos:

    “Ya se acerca, señor, o es ya llegada
    la edad gloriosa en que promete el cielo
    una grey y un pastor solo en el suelo,
    por suerte a vuestros tiempos reservada.
    Ya tan alto principio, en tal jornada,
    os muestra el fin de vuestro santo celo
    y anuncia al mundo, para más consuelo,
    un monarca, un imperio y una espada.
    Ya el orbe de la tierra siente en parte,
    y espera en todo, vuestra monarquía,
    conquistada por vos en justa guerra:
    que a quien ha dado Cristo su estandarte
    dará el segundo más dichoso día
    en que, vencido el mar, venza la tierra.”

    Su espada es la que le erigen en adalid europeo contra el peligro turco; en árbitro de los destinos de Italia; emperador del mundo germánico; rival del rey francés; rey bondadoso en Flandes y sobre todo, rey español. Como monarca, ésta es su calidad: su españolismo. Tras el interrogante que supone el primer quinquenio de su reinado, será evidente que sus amores son Flandes, su patria de nacimiento y España su patria de adopción, donde buscará su definitivo retiro y descanso. Su genio político comprendió la superior importancia de sus dominios españoles sobre todos los demás, quedando España convertida en centro de su monarquía. Y al Imperio llevará su cénit o perfección.

    La España adolescente del 1500 pasa a la madurez del Imperio universal y comienzan los duros deberes en que se sembrarán de muertos españoles los campos de batalla; vienen los días difíciles del estío imperial en que España lucha para salvar la conservación de la Cristiandad medieval.

    Defensa de la Fe: A nuestro emperador Carlos le cupo la triste suerte de ver iniciar en sus Estados de Alemania la “reforma” luterana, y ver escindida la espiritualidad de Europa. Carlos, en tanto que rey español, sabía que la pureza de la fe en España quedaba garantizada por la religiosidad del pueblo y la vigilancia de la Inquisición, pero que su sagrada obligación era defender la pureza de la fe en los Estados de su Corona incluso por propios motivos políticos, sabiendo tras sí a todos los españoles, respaldándole:
    “Sabéis que yo desciendo de los más cristianos emperadores de la noble nación alemana, de los Reyes católicos de España, de los archiduques de Austria, de los duques de Borgoña, todos los cuales fueron hasta su muerte hijos fieles de la Iglesia de Roma; que todo esto me lo han legado después de su muerte y cuyo ejemplo ha sido norma de mi vida. Pero es evidente que sólo un hermano está en error al enfrentarse con la opinión de toda la Cristiandad, ya que en caso contrario sería la Cristiandad la que mil y más años hubiera vivido en error.
    Por tanto estoy decidido a empeñar en su defensa a mis reinos y dominios, amigos, cuerpo y sangre, alma y vida. Pues sería una vergüenza si por nuestra negligencia entrara en el corazón de los hombres aunque solo fuera una apariencia de herejía y de menoscabo de la religión cristiana.”

    Carlos I sale a los campos de batalla europeos; la política internacional adquiere enorme complicación; media Europa arde en guerra; al emperador no le queda otra atención que no sea la guerra, y habrá un momento en que toda Europa, incluso los Estados pontificios, estarán en contra suya y será preciso abatir su poder... aunque Europa sucumba espiritualmente a manos de Lutero y Calvino, o materialmente quede destrozada por los turcos.

    Júzguese en ese ambiente histórico la intención política del emperador Carlos, expresada en su discurso de 1536 al pontífice Paulo I, cardenales y embajadores, cuando denuncia a Francia por estorbar la paz de la Cristiandad; denuncia los contactos franceses con el turco y expresa sus anhelos de paz y confederación de la Cristiandad contra los infieles.

    Gran misión política: confederación de Estados cristianos, en cuya concepción no se alude a la “reforma” protestante porque el emperador aun no renunciaba a su ideal de impedir la división de la conciencia cristiana. Carlos I clamará, inútilmente, por un concilio general que acabe con al herejía: acude a Roma y no se le escucha; pero frente a esa Roma desidiosa, España ostenta su disciplina, su antigua reforma eclesiástica de Cisneros.

    La “reforma” protestante ha ganado media Alemania, los países nórdicos e Inglaterra y se infiltra en Francia, Flandes e Italia; España esgrimiendo la enseña de la verdadera unidad romana se cubre de gloria en Mühlberg, haciendo morder el polvo a los luteranos, aunque los herejes volverían a la lucha con al apoyo material y moral del “cristianísimo” rey francés; años y años de luchas en que las potencias “católicas” ya apoyando la herejía o ya permaneciendo indiferentes obligarán al césar a conceder la libertad de cultos en Alemania. Pero no se ceja en la misión de defender el catolicismo amenazado, lo mismo en los campos de batalla que en Concilios.

    Después, los soberanos europeos se hacen los sordos ante el peligro otomano; Francia incluso pacta monstruosa alianza con el sultán frente al emperador, y Roma tan sólo impartirá bendiciones. Únicamente el césar Carlos comprende la gravedad del problema y se apresta a detener a los turcos, con el principal apoyo de España con la defensa de Viena (1532) y la expedición a Túnez de 1533-35.

    Pero aun hace más el emperador por el ideal religioso: ante sus llamadas infructuosas, Roma cede al fin y en 1545 abre el Concilio de Trento, que aunque ya tarde para soldar la rota espiritualidad de Europa es útil para dar campo a España en donde ejecutar su misión. De España sale el ímpetu de la teología de Trento, que sabe meter en cintura a aquella Iglesia deslumbrada y desorientada del Renacimiento. Española es la teología de Suárez, de Laínez, de Cano, de Salmerón, que arma el brazo de los españoles con fe y con justicia y que les hace sentirse instrumentos del Eterno.

    De Trento sale la Contrarreforma: la verdadera REFORMA, (no la “reforma” protestante-herética, vocablo de que se apropió la historiografía de los países norte-europeos y que es siempre usado en sentido anti-católico) y su brazo armado, la Compañía de Jesús, órgano que la conciencia española destaca en el siglo XVI para servir a los fines del Estado.

    Y esa misión española en Trento se traduce en ideas y en hechos. En ideas, porque Trento es razón de dar vida al espíritu, y la Compañía es acción. Por eso los jesuitas interpretaron en Trento la catolicidad íntima del pueblo español y no son los órganos adventicios de una circunstancia política. Por eso España se sirve de ellos para lanzarse al mundo: manda a Javier al Japón, y va a dar con Iñigo de Loyola a Roma para afrontar rebeldías, y a llenar de santas intrigas hispánicas Europa, de jesuitas por Holanda, por Polonia, por Bohemia y Valaquia. Trento, como representación de España, es el punto capital de su misión, pues es allí donde se debate la unidad moral del género humano.

    Lutero había sostenido que los hombres se justifican solo por la fe, que es un libre arreglo de Dios. La Iglesia, y con ella España, había sostenido que los hombres se justifican por la fe y las obras; y ante la perplejidad del Concilio, una voz española, la del P. Diego Laínez pronunció el discurso sobre la justificación, en cuyas metáforas resuena el alma española. Se imaginó aquella maravillosa alegoría del rey que ofrecía al guerrero que venciese en el torneo la más preciada joya: “Tú no necesitas sino creer en mí. Si tú crees en mí con toda tu alma yo ganaré la pelea”. A otro de los concursantes le dice: “Te daré unas armas y un caballo; tú luchas; acuérdate de mí, y al término de la pelea yo acudiré en tu auxilio”. Y al tercero de los que aspiran a la joya le dice: “¿Quieres ganar? Te daré unas armas y un caballo, pero tú tienes que pelear con toda tu alma”. La primera es la doctrina del protestantismo: todo lo hacen los méritos de Cristo. La última la del catolicismo: pelear con toda nuestra alma, ayudados por la redención de Cristo y los Sacramentos.

    Y ello trae consigo el que se Trento realice las aspiraciones de verdadera y auténtica REFORMA sentida por la Iglesia logrando una afirmación dogmática frente al protestantismo, gracias a los teólogos y canonistas españoles, a la voz de la doctrina de Antonio Agustín, de Mendoza, Cano y Alfonso de Castro, de Pedro de Soto y de Villalpando, y de diplomáticos como Diego de Mendoza y Vargas, cada uno de ellos una pequeña España que clama con varonil energía contra lo antiespañol a que a veces ayuda la curia romana. Allí se hizo carne la conciliación de la predestinación divina con los méritos del hombre; allí se creaba la unidad física del mundo y la unidad moral del género humano. A Trento se debe, pues, el que en España y, por consecuencia, en el mundo latino, no se diese esa división de pueblos y de clases. Allí se salvó la unidad de la Humanidad, y ello por obra de España.

    En lo puramente político e internacional desarrolla y fortalece el nuevo concepto del Estado misional en el ensayo de la conquista del mundo americano, obra titánica que tiene un carácter de popularidad único en el mundo. Se ha dicho que esas empresas exigieron un esfuerzo económico excesivo para las posibilidades de España. Pero es que ése era justamente el matiz exacto de nuestra misión: todo se sacrificaba a los intereses espirituales y morales, siendo el criterio material de la vida algo inadmisible en el espíritu español de entonces.

    Pues en caso contrario, ¿qué hubiera sido de España desatendiendo su misión? Probablemente, Carlos I no hubiese sido emperador de Alemania; los dominios de Flandes hubieran quedado reducidísimos; no se hubiera señoreado el ducado de Milán; se hubieran perdido Nápoles, Sicilia y Navarra. ¿Quién hubiera contenido a los turcos otomanos? ¿Quién hubiera puesto dique al formidable movimiento herético? ¿Qué hubiera valido el nombre de España en Europa?

    ¿Para qué nos deparó la providencia los fabulosos tesoros del Nuevo Mundo? ¿Para enriquecernos y sumirnos en una vida cómoda y placentera, o para prodigarlos en aumentar el prestigio de España en el mundo y defender la fe católica?

    ¿Qué nos importaba Alemania?, se ha dicho; en Alemania defendimos el catolicismo frente a la herejía.

    ¿Qué nos incumbía en Flandes? Flandes nos daba rango de primera potencia y atacar y contener a las naciones adversarias evitando en ambos casos que fuera España la que recibiera las injurias de la guerra.

    ¿Qué nos suponían Sicilia y Nápoles? La garantía de que el mediterráneo no se convertiría en un mar turco.

    ¿Para qué necesitábamos Milán? Para tener aseguradas las comunicaciones entre España y nuestros dominios europeos; Milán era la llave del Imperio español en Europa.

    Quiso el emperador Carlos, como remate de su rotunda afirmación misional, aguardar la muerte no desde el trono sino desde la celda de un monasterio, mientras dejaba un Imperio y una España con sus súbditos estrechamente unidos a esa política netamente nacional y a la vez auténticamente imperial y universal. Al morir, juramentó Carlos a su hijo Felipe II para que se erigiera en defensor de la fe, de la paz y de la justicia, manteniendo aquella su misión; por ella alcanzó España el ápice de su historia en el mundo, y el emperador aquel reposo del que pudo decir: “Así me alejo de mi morada saturado de la gloria de este mundo como hambriento y deseoso de la de Dios”.


    3
    La cúspide Fernando el Católico- Carlos I- Felipe II representa una elevación de entrega a la integridad cultural que había llegado a ser el alma del pueblo español.
    Toda la grandeza del reinado del emperador se mantiene en el de su hijo; el rey Felipe II imprime huella indeleble en el destino de España como ningún otro monarca. Su reinado señala el punto de equilibrio entre la concepción ideal de España formada por los Reyes Católicos y la grandiosa idea imperial de Carlos I; Felipe II actúa ahora tan sólo como español. De nuestro imperio queda desglosado el alemán con los Estados patrimoniales de Austria, que van a otra dinastía. Ahora el Imperio es España como metrópoli, cerebro y corazón y con sus posesiones en los cinco Continentes, donde hay huellas de su religión, lengua y cultura. Con Felipe II llega a su apogeo la proyección misional de nuestro ideal político-religioso.

    La característica de Felipe II es su profunda religiosidad, que tiene preferencia a todos los demás ideales de gobierno. Y sigue la lucha por la unidad, por el predominio espiritual de Roma, con España como brazo, y el rey de España como guardián del papa. España sabe gritarle a Roma su deber por boca de Melchor Cano y contra las excomuniones romanas gana la batalla católica de San Quintín y funda el monasterio de El Escorial.

    Como rey, Felipe II se sentía cerca de Dios, lleno de tremendos deberes y responsabilidades. Antonio Tovar escribe : “Prefiero el tremendo Felipe II de la leyenda al Felipe II un poco ñoño de los historiadores favorables... Era el suyo el verdadero Dios; el que estremecía al cantor de los salmos y echado a los mercaderes del templo”.

    Felipe II hubo de enfrentarse a un mundo cultural enemigo que llegaba dispuesto a vencer la unidad cultural española: navegación británica, espíritu práctico holandés, inteligencia francesa, luteranismo. En esas raíces empezaba a brotar la planta venenosa del mundo moderno, en el que las mejores porciones del hombre quedaban abandonadas en rincones sombríos; sabía Felipe II que con la derrota de España prevalecería una unidad cultural falsa e incompleta. Eso explica la sobrehumana resistencia de nuestro rey para mantener la unidad cultural católica de aquella Europa: levantó Felipe II una muralla alrededor de España y quiso asegurar a sus súbditos la felicidad humana dentro de la unidad cultural contrarreformista.

    El examen de los procesos por herejía muestra la difusión enorme de la cultura teológica hasta en las clases más bajas de la nación: el odio al hereje llegaba hasta a difundir frases típicas en el lenguaje. El comercio con los herejes era mirado con prevención porque contribuía a que se les perdiera el horror con que se les debía tratar, como escribía escandalizado el beato Juan de Ribera al rey.

    Cuando Felipe II asciende al trono, Europa se ha escindido en su espiritualidad; de una parte la Iglesia católica, de otra, las denominadas iglesias reformadas, heréticas. Ante este hecho la postura de Felipe II es clara: pone su espada, su poder y su monarquía al servicio del catolicismo. Nuestro rey no es capaz de bastardear ese ideal; jamás emprendió guerra de conquista bajo pretexto religioso, pero defiéndele con todo vigor, protegiendo sus Estados sin treguas ni claudicaciones.

    Felipe II remató la obra de su padre ejecutando los preceptos de Trento y ayuda a Roma en la acción que la Contrarreforma desarrollaba en Europa. Y combate contra los rebeldes en Holanda, y prefiere arrostrar una guerra cruel y ruinosa antes que claudicar y pasar por al concesión de libertad de cultos. Y sigue enfrentando sus ejércitos y escuadras contra el turco, en triunfos como el de Lepanto, triunfo eminentemente católico y español. Da cima a la unidad política peninsular incorporando Portugal a la corona española con amoroso cuidado; sólo exigiéndole ello, en reciprocidad, comprensión y amor consolidar el bloque hispánico.

    En la propia España hace arraigar ese tono derivado de la misión española. Monta su corte a la antigua usanza y otorga los cargos del Estado únicamente a españoles dando con ello a España el máximo prestigio en el ámbito de su extensa monarquía.

    En el reinado de Felipe II se entra de lleno en el último ciclo de nuestra acción en América, en el de la organización colonizadora, obra jamás igualada por ningún otro país. Admirable en su espíritu religioso, político y humano, pues España no creó un nuevo sistema de rango inferior para sus dominios coloniales sino que dio a éstos una organización a su imagen y semejanza. Ésta es la gran época de los Virreinatos, Audiencias, Capitanías Generales en América: etapa de gran prosperidad material y en que la semilla de nuestra cultura comienza a producir sazonados frutos en aquel continente.

    La monarquía española, con sus instituciones estatales adquiere el máximo prestigio; la realeza impone respeto. Prende en los españoles el entusiasmo por las empresas bélicas que da origen a ese ejército español que asombra al mundo con sus proezas. Sobre él se asienta majestuoso el Imperio español.

    Pero los enemigos del exterior, haciendo imponer su conciencia protestante consiguen pausadamente que España poco a poco abandone su misión, sus empresas y vayan atando su mano. Escribe A. Tovar:
    “Frente a esta España toda vigilante de espíritu, Europa organiza algo terrible: Holanda e Isabel de Inglaterra participan con tantos por ciento en las expediciones de sus piratas; Raleigh y Drake son socios industriales de su Graciosa Majestad Británica. Mientras España se lanza por el plano de la unidad católica del mundo, Europa, en grosera trasposición, corre por el nivel de los intereses.

    El español, envenenado sutilmente, perderá su fe, su dignidad interior, la conciencia de su superioridad”. Muerto Felipe II y entrado el siglo XVII, el Imperio español acabará perdiendo su sangre y su ideal. No tiene ya destino y se encontrará sin lazo; Francia e Inglaterra comenzarán a darle sus puñaladas.


    4
    En esta época la mayor gloria de España en América es el tránsito del descubrimiento a la colonización: el conquistador dejando el paso al gobernante.

    Los caudillos arrastraron a los más grandes heroísmos, pero esto sólo duró un tiempo: digamos hasta La Española de Colón; hasta el Pacífico, con Balboa; hasta Guatemotzin con Cortés; hasta Cajamarca con Pizarro; hasta Buenos Aires con Pedro de Mendoza; hasta Santiago de Chile con Valdivia; habían llevado fuerzas, luchado, vencido... Después, esta fuerza humana se encontró frente a otra, igual por naturaleza de origen, distinta por estructura política; no de fiereza sino de estructura constructiva; no de camaradería sino de gobierno.

    Las polémicas relativas a la capacidad del indio americano quedaron incluidas dentro de las que tuvieron lugar al tratar del derecho que asiste a las naciones civilizadas para gobernar pueblos de evolución inferior, sin quitarles su señorío, pero arrogándose el privilegio de jurisdicción hasta que los naturales se hayan bautizado y abierto sus territorios al comercio.

    Se percibe la presencia de esta idea en la relación “De Indis” del P. Vitoria: no admite éste los derechos ilimitados de España a la conquista, y pudiera decirse que su esfuerzo radica en la estimación de lo que era y no era “justo” en la adquisición del dominio de Indias mediante la guerra. Su posición es equidistante entre los dos contendientes de 1550: Sepúlveda, que negaba a los indios todo derecho, y Las casas que se los concedía; preconiza el P. Vitoria para los indios un régimen mixto de libertad y sujeción, como de menores tutelados “para el bienestar y el interés de los indios”.

    La justificación radicaba en el mandato de igualdad del género humano y en aquel deseo de arquitectura racional del hombre y de su vida ajustada a costumbres virtuosas dentro de los cánones de la ética aristotélica. Ello queda perfectamente explicado en la carta que el emperador Carlos escribió a los reyes y repúblicas del Mediodía y del Poniente para darles a entender la ley del Evangelio, carta maravillosa, al estilo del “Requerimiento” de Palacios Rubios.


    Legislación.

    Toda esa nobilísima ideología cuaja en las leyes. Por eso la legislación colonial española fue obra de teólogos y juristas-teólogos; sus fines, espirituales: la salvación y cristianización de una raza inferior. Su base no fue la parte positiva y material del Derecho sino su aspecto metafísico y espiritual: el deber.
    La estructura legal de esta idea, primera ley no escrita, la había proclamado la reina Isabel a Colón: “¿Con qué derecho tratáis a mis vasallos como esclavos?”; fue ley perenne y columna vertebral en el problema americano, y que otros varones legisladores repetirían en el transcurso del tiempo.

    Podemos caracterizar los periodos de formación de esta ordenación jurídica de Indias por la significación de cada uno de ellos:

    En el primero, comprendido entre los 1492 y 1520, el tema predominante es el derecho del papa y de los reyes a disponer de las Indias; necesidad de un título justo.

    En el segundo periodo, coincidente con las penetraciones territoriales de México, Perú, Colombia, Charcas y Chile, se añaden los sentimientos humanitarios y la legitimidad del uso de la fuerza según fueran los indios capaces y virtuosos, antropófagos o no, y según acepten o no la religión cristiana.

    Y el tercer periodo es la época de virreinatos, Audiencias, iglesias, colegios y Universidades. Ahora se añaden a las opiniones de los teólogos las recomendaciones de virreyes, oidores, prelados y cabildos. Es entonces cuando se reglamenta el trabajo del indio contra los egoísmos abusivos. La legislación de Indias es obra de profunda originalidad, encerrada en el germen de unos pocos principios: la españolización justiciera y piadosa del mundo indígena, que formará uno de los árboles más gigantescos e inconfundibles que en la vida jurídica han florecido.

    Ideas que pueden representarse en la Recopilación; la Ley 6ª, título I del libro IV, dice: “Conviene que en todas las capitulaciones que se hicieren para nuevos descubrimientos, se excuse la palabra “conquista”, y en su lugar se use de las de “pacificación” y “población”, pues habiéndolos de hacer con toda paz y caridad, es nuestra voluntad que aun este nombre interpretado contra nuestra intención no ocasione ni dé color a lo capitulado para que se pueda hacer fuerza ni agravio a los indios”.

    Hechos.

    El tipo heroico del romancero, del genuino cantar de la formación del pueblo español, se produce en América. Hay una epopeya española , desarrollada fuera de España que supera a las creaciones legendarias greco-romanas y esta nos la cuentan los nombres geográficos, dictados siempre por la gloria, la pena o la desesperación de conquistadores o navegantes.

    Cabe amontonar miles de páginas acerca de nuestra colonización, la más rápida, completa y cristiana que ha visto la Historia, en el orden militar político y religioso. En el contraste con unas tierras cuarenta veces mayor que la propia, con montañas tan abruptas que solo dejan paso a los cóndores, donde las selvas son océanos, los ríos, mares y los bárbaros, bárbaros en todo menos en el arte de matar. Unos grupos de hombres sin otro amparo que sus espaldas mohosas, devorados por hambres caninas, roídos por dolencias, lanzados sin rumbo a Dios y a la aventura, y en menos de cincuenta años (que no serían ni diez de ahora) recorrer el mundo, humillarlo a la Cruz, refundirlo en el crisol de la vida civilizada, empaparlo de Evangelio dando a la Iglesia la mayor conquista desde que el mundo es mundo.

    “Nunca jamás rey ni gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merecido lo que ella, así en armas y navegación, como en la predicación del santo Evangelio y conversión de idólatras; por lo cual son los españoles dignísimos de toda alabanza en todas las partes del mundo. Bendito sea Dios que les dio tal gracia y poder.”
    Así, con ese broche de ufanía cristiana y agradecida, cierra su crónica el historiador de Indias Francisco López de Gómara.


    En lo cultural.

    Es el resultado más noble de la obra colonizadora, que corre unido a la faceta religiosa. Es la imprenta y las Universidades “para que los naturales y los hijos de españoles fuesen industriosos en las cosas de nuestra santa fe y en las demás facultades”; y los colegios para indios; y el teatro, llevando para los indios los autos sacramentales trasladados al quechua para atraerles al conocimiento de la religión. Y lo mismo ocurre con el arte en las capillas abiertas en monasterios y catedrales y sobre todo en las artes menores, obra de indios educados en escuelas misionales.


    En lo religioso.

    Está plasmado en las leyes del título I, libro I de la Recopilación, con especialidad en esta ley: “Que no queriendo los indios recibir de paz la santa fe, se use de los medios que por esta ley se manda: conciértese con el cacique principal que está de paz y confine con los indios de guerra, que los procure traer a su tierra a divertirse o cosa semejante y para entonces estén allí los predicadores revestidos con albas, estolas e sobrepellizas, con algunos españoles e indios, amigos secretamente, y cuando sea tiempo... por sus lenguas e intérpretes comiencen a enseñar la doctrina cristiana y con la santa cruz en las manos, y los cristianos la oigan con grandísimo acatamiento, porque a su imitación los fieles se aficionan a ser enseñados y así para causarles más admiración podrán usar de música... con que conmuevan a los indios para se juntar para amansar, pacificar y persuadir a los que estuvieren en guerra...”.

    Y de ese espíritu nace la organización de la Iglesia en América, obra del clero regular y seglar, los heroísmos de los misioneros, de la inquisición y de tantas manifestaciones de que se cumplía a la letra lo que la reina Isabel ordenó en su lecho de muerte.


    Lo social.

    En el trato del indio es ejemplo lo preceptuado por el virrey del Perú Francisco Álvarez de Toledo durante 1569-1581, en el cuerpo de ordenanzas que le dieron fama y que eran verdaderas innovaciones desde el punto de vista español. El sujeto de su preocupación es el indio frente a los encomenderos: una de sus ordenanzas retira a los indios del servicio personal y los reúne en pueblos para darles doctrina y vivir bajo vigilancia de las autoridades; ordenó se erigiesen iglesias; exigía que los niños menores de diez años residiesen con el sacerdote para recibir doctrina; mandaba que el alguacil trajese a los indios los días de fiesta para oír misa. Acerca de los salarios ordenó que se les facilitasen tierras y aperos; darles un vestido por año; atenderles en sus enfermedades; tenían un día por semana para trabajar en sus propias haciendas y diez días laborales libres al año; los mayores de cincuenta años tenían el derecho de vivir en las chacras sin trabajar etc. Estas ordenanzas se copian tres años después en la gobernación de Tucumán, y en 1577 el gobernador Abreu se inspira en ellas para las suyas y lo mismo hace Ramírez de Velasco, hasta que se recoge su espíritu en la Recopilación, como antes se hizo en las Leyes Nuevas.

    Al finalizar los siglos de los Austrias existe ya en Indias un Estado estructurado, en el que la justicia había logrado imponerse por encima de la avaricia y el egoísmo. Los abusos existían, pero eran castigados; la consolidación moral de la conquista era una magna obra de conjunto. Por esa labor incesante pusieron los españoles de habitantes de América en comunicación con el mundo civilizado y les quitaron las idolatrías y sacrificios humanos. Es decir, los entroncaron en una civilización que aun subsiste.

    Civilización, y no una sociedad compuesta de blancos como la que dejó tras sí Gran Bretaña; una civilización en que españoles, criollos y mestizos fusionaron sangres y costumbres y que al amparo de las leyes de Indias disfrutaron de los beneficios de la cultura española. Civilización española pura, no territorial americana sui-generis.

    Pero... también aquí llegan los tiempos en que la misión se rompe, y esta vez por la propia España, que debió conservarla. Al régimen patriarcal de la casa de Austria, abandonado en lo económico, escrupuloso en lo espiritual, sucedió bruscamente el nuevo ideal de la Ilustración: de negocios, de compañías por acciones. Las Indias dejen de ser el escenario de un intento evangélico para convertirse en un codiciable patrimonio.

    No se vio que la pérdida de la misión espiritual implicaba la disolución del Imperio y por ello la separación de los pueblos hispanoamericanos. La España que veían los americanos de la mitad del XVIII a través de los virreyes y funcionarios no era ya la que los predicadores habían exaltado y mucho menos la del testamento de la reina Isabel.


    5
    Bajo el reinado de los últimos Austrias, cuando España, “pueblo elegido de Dios”, “yema del mundo”, “madre de naciones”, era combatida por todos los países, fue perdiendo aquella lozanía fecunda que la había hecho ser la potencia más grande y temida del siglo XVI.

    La Hacienda empobrecida y desiertos los campos, agotada la nación por las guerras, disgustado el pueblo por las constantes peticiones de subsidios. La decadencia comenzó bajo Felipe IV; enrolada España en la guerra del los Treinta años escribe en nuestra historia el triste episodio de Rocroy. El Tratado de Munster entre España y Holanda y el de La Haya de 1661 arrebataron a nuestra Patria las Provincias Unidas. El Tratado de los Pirineos con Francia (1659) nos arrebató el Artois, Luxemburgo, plazas de Flandes, el Rosellón y la Cerdaña. Portugal se independiza.

    ¿Qué está ocurriendo? La zozobra desde mediados del siglo XVII se transforma en preocupación por el ser mismo de España. Ahora ya se pasa a preguntar “qué somos”, “qué es España y qué es ser español”: desde entonces el ser de España pasa a ser tratado como “problema” por los grandes escritores y tratadistas políticos.


    6
    Todo el pensamiento español del Siglo de Oro arranca de la más severa ortodoxia monárquica y católica. En el siglo XVI, al romperse la unidad de Europa con el Renacimiento y el Protestantismo, España se aparta del rumbo cultural de las demás naciones europeas y se aísla, llegando a una homogeneidad de pensamiento característica.

    Desde fines del siglo XV hasta finales del XVII, es España maestra del orbe, guión de grandeza, con imperio de ideas, instituciones, costumbres, modas e influencias. “Compenetración de clases sociales, unidad al servicio de un ideal religioso y político, fe en su destino providencial, optimismo en sus empresas heroicas; eso es España en nuestro Siglo de Oro. Esto y una teoría inmensa de santos, teólogos, místicos, ascetas, historiadores, legistas y maestros de todas las ciencias”.

    En la Filosofía serán gloria de España Vitoria y Suárez, padres del Derecho internacional y de la Filosofía del Derecho; Valencia, Báñez, Lugo, Molina, Toledo, Fox Morcillo.

    Como cronistas brillarán Guevara y Mexía; como historiadores, Sandoval, Florián de Ocampo, Ambrosio de Morales, Zurita, Moncada, Mariana, Melo, Oviedo, Bernal Díez del Castillo, Gomara, Herrera, Solís etc.

    En Literatura, la confianza ascendente comienza en Nebrija, culmina en el soneto de Hernando de Acuña, y culmina en Cervantes. Toda la “rica fabla de Castilla”, que asentó sus cimientos en las ruinas de las primeras hablas peninsulares, labró los rotos mármoles latinos, atavióse con la elegancia helénica, supo emular los apasionados acentos del Yemen, apacentó sus místicas ternuras en la sacra lengua de Israel, llena de tropos y aspiraciones, de sonidos misteriosos y guturales; imitó las melodías del italiano, pero sin perder nunca su ser propio, tomando las cosas foráneas para hacerlas suyas con invencible señorío, acomodándolas a su genio y virtud.

    Con este arma se forja la grandeza de nuestra literatura, y los artífices se llamaron Boscán y Garcilaso, Sá de Miranda y Hernando de Acuña, Hurtado de Mendoza y Gutierre de Cetina, Fray Luis de León y la escuela salmantina con sus poetas, Herrera el Divino, Rioja, Arguijo, Jáuregui, Caro y demás vates de la escuela sevilana. Aragón dará a los Argensola y a Esteban Manuel Villegas; Valencia a Gil Polo; Granada a Espinosa y Espinel; Córdoba a Juan Rufo, Góngora y Céspedes, Madrid a Cervantes, Lope de Vega, Calderón y Quevedo.

    La mística dará aromas al propio cielo con Santa Teresa y San Juan de la Cruz, con Fray Luis y sus seguidores.

    Los pinceles de luz, gloria de España, los mueven Berruguete, Pantoja, el divino Morales, Juan de Juanes, Ribera, Zurbarán, Greco, Murillo y Velázquez.

    El plateresco y Herrera con su severo arte, inspira a los arquitectos españoles. En el monasterio de El Escorial plasma Herrera en dura piedra de la meseta castellana el alma de Felipe II y la unidad de España, a la que prestan guardia la luz y el cielo y el paisaje.

    Con Berruguete comienza la serie de escultores nacionales cuyas producciones culminan en la imaginería castizamente española. Llamas espirituales son sus tallas, en idéntica ascensión que en sus lienzos enciende el Greco. Después de él vendrán Becerra, Gregorio Hernández, Martínez Montañés y Alonso Cano. Junto a ellos destacarán también los orfebres famosos de custodias, como la estirpe de los Arfe; los Becerril, con sus obras góticas unas, platerescas otras, herrerianas éstas, y los ceramistas y los artífices de las artes suntuarias; casullas y toda serie de ornamentos que pueden agruparse en torno a la gran figura de Fr. Francisco de Sigüenza.

    En los coros de las catedrales resuenan las melodías de Tomás Luis de Vitoria, de Guerrero, Salinas, del maestro Morales, y en los salones los grandes vihuelistas como Luis Milán, Narváez, Daza, Espinel; y los organistas Cabezón, Fr. Tomás de Santa María, Cabanillas, etc.

    Todos, éstos y aquéllos, brotan floridos de un tronco recio: El genio y la huella de España.

    En lo político, la época expone su verdadero sentido. El moderno Derecho político exige el servicio, la obediencia en nombre de una disciplina casi cuartelera. El cadáver obediente que ahora demanda el Derecho público es un cadáver rígido; obedecemos hoy a leyes sin justificación trascendente, a instituciones sin prestigio divino. España, por sus pensadores imperiales, ensayó a tiempo salvar la obediencia en el seno de la dignidad; España realizó como nadie la concordia de la libertad y de la autoridad.

    En lo jurídico no puede hablarse ya de Derecho castellano ni leonés; el Derecho territorial ha ido triunfando sobre el local, que se había reducido a ordenanzas. Este Derecho exigió una sistematización en las Ordenanzas Reales de Castilla (Ordenamiento de Montalvo). En el siglo XVI por sucesivos encargos de Carlos I y de Felipe II preparanse nuevas sistematizaciones como la Nueva Recopilación (1567), y Las leyes de Indias de 1680.


    7
    ALABANZAS

    Numerosas y de calidad son las alabanzas que se dirigen a la España del Imperio y con características varias según el tiempo en que se escriben: las que alaban por las glorias que viven; y las que loan por las que recuerdan, en la decadencia. No puede hacerse catálogo erudito ni menos enumeraciones de todas ellas ni de los libros en que aparecen durante estos siglos.

    Desde la ‘Apología’ de Matamoros hasta las polémicas de Quevedo, pasando por la ‘constancia de la fe y aliento de la nobleza española’ de Cortés Ossorio y tantas otras, el elogio de España se hace, unas veces para ejemplificar y otras para alentar a los que viendo cuánta fue nuestra grandeza y nuestra postración se entregaban al ocio y a la inacción, persuadidos que todo era inútil. La conciencia de nuestra grandeza y el concepto de nuestra unión histórica rebosa durante todo el XVI, y cuando las guerras que trajo consigo la Casa de Austria de llega hasta el engreimiento: Matamoros, con su célebre ‘Apología’ se extiende en el fecundo reguero de la tradición isidoriana, y su puñado de flores retóricas es una exaltación de la cultura nacional:

    ¡Aplaude alegre, belicosa España!
    ¡Tus ámbitos hoy llene de alegría!
    Es honor de las musas y morada
    De las Gracias, este ínclito hispalense.
    que Febo, generoso, te ha otorgado
    para que encienda la extinguida lámpara
    de la Oratoria que con él revive.

    Del brillante alegato humanista se pasará al libro que se opone al ataque foráneo o al libelo político infamante, y será también el tratado de filosofía política que corrige la discrepancia doctrinal, como la ‘Política española’ de Fr. Juan de Salazar. Ese doble carácter de reacción política y de apología de la cultura tendrán los escritos y alabanzas de Quevedo, Solórzano, Alamán, Cabrera, etc.

    Alabanzas puras entonadas con la exaltación de lo muy amado las escribirán el Dr. Mota, Fernando de Herrera, Suárez de Figueroa, Lope de Vega, Bernardo de Balbuena, acompañadas de algunas plumas extranjeras como las de Castiglione, Soranzo, Nicolai, Badoaro, Branthome etc. Los predicadores tienen también elogios parciales para indicar, casi siempre, algún defecto contrario que quieren corregir.


    8
    Tipos de este periodo son:

    La Santa.

    La línea de santidad española henchida de fuego y ardor cristianos llega también a la mujer española a través de un confesor como san Pedro de Alcántara, “santo hecho de sarmientos, a fuerza de rezar y de sufrir”, que hizo de la humildad el criterio fundamental de la vida de perfección, a Teresa de Jesús, “serafín del Carmelo, monja extática y visionaria que fue sembrando España de conventos”. Mientras en Europa se piensa en salirse el hombre del dominio de Dios y de su Iglesia, en España hay una mujer, monja andariega que, por caminos y ciudades , organiza una leva de gente que quiere vivir para el Señor en vida de oración y penitencia.


    El Santo.

    Es caridad y misericordia, en un Juan de Dios; longanimidad en la limosna, paladín de la misérrima pobreza como Tomás de Villanueva; ángel de la caridad, holocausto de mansedumbre como Juan de la Cruz; es Luis Beltrán, “el fraile de Dios”; Toribio de Mogrovejo, floreciendo en Lima; Francisco Solano, apóstol del Perú; pascual Bailón, el pastorcillo santo; José de Calasanz, inspirador de los más sólidos principios educativos; Juan de Ávila, maravilla de elocuencia; Juan de Ribera, patriarca de Valencia...

    Si vacila la misma Cristiandad en su más íntima esencia y hay que restaurarla por la disciplina, restaurando también la jerarquía, surge un Ignacio de Loyola, que concibe el espíritu como arquitectura. Orden militar de combate es la que funda ese capitán español con su bandera para defender el Imperio católico de España contra los herejes; y tal grandeza alcanzará la “Compañía” que sus hijos serán consejeros de príncipes y sabios. Dio grandes santos como San Francisco Javier, San Francisco de Borja, San Alfonso Rodríguez, San Pedro Claver; en Italia a San Luis Gonzaga y a San Carlos Borromeo. Dio teólogos como Francisco Suárez, Salmerón, Molina, Pereira, Belarmino; historiadores como Mariana; inspiraciones de artistas como las de Bernini y Murillo. Arquitectura como la de la Clerecía salmanticense... Y en el Concilio de Trento esa bandera de San Ignacio fue la imperial de España, levantada ante el mundo para defender eternamente a Cristo.


    El Teólogo.

    La generación de la ciencia teológica en troqueles renacentistas es netamente española. Inicia el magno impulso Francisco de Vitoria, que representa el paso de la escolática al humanismo; Suárez y Melchor Cano fabrican el armazón y la cúpula de la obra. España afronta valientemente la gran trilogía cristiana del conocimiento: Metafísica, teología y mística.

    La ciencia teológica española abarca tanto como nuestra dominación política. por Lyon, Amberes y Colonia marchaban nuestras ideas como por Sevilla, Barcelona y Salamanca. La teología protestante es sojuzgada por la cultura teológica española en Jena, en Colonia, en Wurzburgo, en Maguncia, en Ingolstadt, en Viena, en Praga, en Leiden... Hablaba Huarte de San Juan de “la charla, la vanilocuencia y parlería de los teólogos alemanes, flamencos, ingleses y franceses” que, comparados con los nuestros eran bien poquita cosa.

    Nuestros teólogos, con ser mucho como científicos, por su rotundidad, gallardía, independencia y erudición, valen más como hombres: “No hablaban sino como sentían, no sentían sino como vivían y no vivían sino como quienes eran”. Fueron hombres de una sola pieza, forjados en el lema de Pinciano: “Menester es el hombre entero”.

    Antes que servidores de una idea eran cruzados de una causa. En lo profundo y vital de su pensamiento radica la solución a los graves problemas de la culpa, la redención, la predestinación y la gracia. Fueron caballeros de Cristo y dedicaron su esfuerzo a la conquista de almas para él. Nombres: Arias Montano, Diego Laínez, Domingo de Soto, Salmerón, Melchor Cano, Carranza, Covarrubias...

    El Misionero.

    El español sabe que el mundo es lucha y que en él tiene una misión. El genio religioso de España organizó como ningún otro pueblo las batallas contra infieles y anticristianos, o para llevar la palabra de Dios a todo el orbe.

    Si en los tiempos pasados las fronteras de España fueron defendidas con la espada y la cruz por un Raimundo de Fitero y su Orden de Calatrava, y después por las de Alcántara, Montesa y Santiago; si san Vicente Ferrer convirtió a los judíos con sus palabras de amor; si los caminos y los peregrinos eran defendidos por un Domingo de la Calzada; si los cautivos fueron amparados por un Domingo de Silos, un Raimundo de Peñafort o un Pedro Nolasco, en esta época, que ahora se centra en la Acción, nacerán españoles que se dispersan por mundos lejanos: un Francisco Javier, evangelizador del Japón y de la India; un Andrés Urdaneta, en Filipinas; un Pedro Pérez en Abisinia, y los infinitos misioneros que llenan de gloria y de tumbas el suelo de América; el santo Pedro Claver y el obispo Zumárraga en Méjico; Toribio de Mogrovejo en el Perú; el P. Ancheta en el Brasil, san Luis Beltrán etc.


    El Capitán.

    Tendrá un nombre que resuma los antiguos ‘claros varones’ medievales: pelea en varias partes del mundo ganando batallas, y su figura adquiere el halo romántico como un Amadís o un verso itálico de Garcilaso. Abundaban en el ejército que tal empresa realiza los nobles y caballeros ilustrados que impusieron sus modales y el trato decoroso entre ellos y los soldados que mandaban.

    Decía Maquiavelo que el ejército de España no tenía más señor supremo que la Patria y un espíritu individual desconocido para los demás. Capitanes de tal ejército son un Gonzalo de Córdoba, un Antonio de Leiva, un Requeséns, un Sancho Dávila...


    El Conquistador.

    Tal vez sea ésta la figura más recia de los prototipos españoles. Todos cuantos a Indias partieron llevaban en sus venas sangre de caudillos. Como una cosecha única brotaron sobre el suelo de España cientos de ellos que, guardando el recuerdo de su patria nativa fundaban la Nueva España (Méjico), Nueva Granada, Guadalupe, Montserrat, Medellín. Para más compenetrarse el conquistador aprenderá la lengua nativa, se casará con india para crear una nueva raza y será paridor de normas sabias y cristianas.

    Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, realizan descubrimientos y minian mapas como joyas. Vasco Núñez de Balboa se adentra en el Pacífico, Magallanes rodea América del Sur, y Sebastián Elcano cerca el mundo entero. Hernando de Soto y Coronado llegan a Norteamérica; a Panamá, Pedrarias Dávila; a Honduras, Cristóbal de Olid; a Guatemala, Pedro de Alvarado; a Yucatán, Francisco de Montejo; al Plata, Díaz de Solís, al Amazonas, Francisco de Orellana; a Bogotá, Jiménez Quesada. Pero los tres hitos señeros los alcanzarán Hernán Cortés en Méjico, Pizarro y Almagro en Perú y Pedro de Valdivia en Chile.


    El Ingenio.

    Al ingenio de esta época, sea poeta, novelista, filósofo, historiador, dramaturgo, etc. hiere corrientemente su imaginación los grandes acontecimientos en los que se exalta el poder de España. Brotan de él sonetos y canciones, novelas y narraciones, comedias y tragedias, modelos eternos de inspiración heroica y de riqueza imaginativa sin par. Serán Herrera y Lope, y Calderón y Cervantes, y Quevedo y Tirso, y las voces incontables de todos los ingenios españoles de estos siglos.


    El Artesano.

    El antiguo ‘Colegio’ romano o sindicación continúa en la Edad Media, y a la sombra de los castillos y de los monasterios se van formando ‘las familias de criazón’, que transmitirán como un rito religioso las prácticas de los oficios. De esas familias se forman los gremios, con fueros y ordenanzas, y sus grados de maestro, oficial y aprendiz, su cabildo o consejo y sus jurados. Y allí surgen para gloria de España, los componentes de aquellos gremios que se llamarán de boneteros, boteros, candileros, de sombrereros, orfebres, relojeros, plateros...
    Pious dio el Víctor.

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    ALABANZAS DE ESPAÑA:

    304
    “¡Oh, nuestra querida y muy amada hermana, la que tantos nobles y gloriosos hijos ha llevado en su vientre y tan altos clérigos y filósofos hubo de lactar de sus pechos, de quienes todo el mundo se tiene hoy suficientemente iluminado!
    JUAN MOLINET, ‘Templo de Marte’ 1517.

    305
    “Carlos es sólo en la tierra rey de reyes, pues recibió de Dios el imperio. Este Imperio es continuación del antiguo, y como dicen los que loaron a España que, mientras las otras naciones enviaban a Roma tributos, España enviaba emperadores, igualmente ahora vino el imperio a buscar el emperador a España, y nuestro rey de España es hecho, por la gracia de Dios, rey de romanos y emperador del mundo. Este Imperio no lo aceptó Carlos para ganar nuevos reinos, pues le sobraban los heredados, que son más y mejores que los de ningún rey; aceptó el Imperio para cumplir las muy trabajosas obligaciones que implica, para desviar grandes males de la religión cristiana y para acometer la empresa contra los infieles enemigos de nuestra Santa Fe Católica, en la cual entiende, con la ayuda de Dios, emplear su real persona. Para esta tarea imperial España es el corazón del Imperio; este reino es el fundamento, el amparo y la fuerza de todos los otros. Por eso, Carlos ha determinado vivir y morir en este reino, en la cual determinación está y estará mientras viviese. El huerto de sus placeres, la fortaleza para defensa, la fuerza para ofender, su tesoro, su espada, ha de ser España.”
    OBISPO DR. MOTA, ‘Discurso en las Cortes de La Coruña’ 1520.

    306
    “¡Oh feliz nación española, cuán digna eres de loor en este mundo, que ningún peligro de muerte, ningún temor de hambre ni sed, ni otros innumerables trabajos han tenido fuerza para que hayáis dejado de circundar y navegar la mayor parte del mundo por mares jamás surcados y por tierras desconocidas, de que nunca se había oído hablar; y esto sólo por estímulo de fe y de virtud, que es por cierto una cosa tan grande que los antiguos ni la vieron ni la pensaron, y aun la estimaron imposible.”
    NICOLÁS NICOLAI, ‘L’Art de Naviguer’ 1554.

    307
    “De España con alta voz y noble aliento
    Cantaré los triunfos y victorias
    Y daré entre su honor y eterna gloria
    Al valor vuestro insigne igual asiento.
    Mas un dulce esplendor, un cerco de oro
    Que en crespas hebras arde, una armonía
    Y gracia que florece y orna el suelo,
    Una belleza a quien suspenso adoro,
    Impide esta altiva empresa mía,
    Y en su furor me llevan hasta el Cielo.”
    FERNANDO DE HERRERA, ‘Soneto al conde de Gelves’.

    308
    “¡Oh, gloriosa España, numerosa de gente, poderosa de armas, maestra de guerras, rica de perlas y de oro, abundante de vituallas, copiosa de todas las cosas, más copiosísima de devoción, de santidad, de religión y de fe!
    ¿Y de dónde te ha nacido tanta gloria, España? Destos católicos reyes –responde la agradecida España, contenta por su bien, llorosa por su ausencia- y desta santa torre y deste divino tribunal.”
    FR. JUAN LÓPEZ SALMERÓN, ‘Honras de Felipe II’ en la iglesia de Santiago de Logroño. (1601)

    309
    “Nunca ha habido en España tantos y tan grandes letrados, teólogos y juristas y de todas las facultades; nunca tanto libro sacado a la luz, y nunca los hombres doctos y eminentes han sido tan favorecidos y premiados; y sobre todo, nunca las religiones tan reformadas en este reino ni en tanto punto de observancia como lo han estado y están por el patrocinio y providencia de nuestro rey, que no se puede decir la puntualidad con que a esto se acudía”.
    FR. ALONSO CABRERA, ‘Honras de Felipe II’ en Santo Domingo el Real. (1601)

    310
    “¡Oh España noble! ¡Oh nobles y valerosos españoles! ¡Y cuánto daño hace y ha hecho en nuestros reinos el ocio! Para la valentía antigua de España muy dañosa ha sido la paz en ella...

    Fue España antiguamente la más florida de cuantas naciones ha tenido el mundo. Y el ocio y la larga paz dio con ella al traste, pues sabemos que cuando los alárabes entraron en España apenas hubo quien osase esperarlos, sino que todos en aquella ocasión volvieron las espaldas. Y así fue muy para sentir que aquellos que, según Trogo Pompeyo y Justino, se preciaron tan de capitanes; aquellos tan diestros en las armas que, por serlo, pudieron ser maestros de un Aníbal; aquellos tan enseñados a pelear que “si extranens deest, domi hostem quaerunt”, porque aman tanto la guerra que faltándoles con quien pelear, pelean entre sí mesmos (y así dijo Tito Livio que sobre todas las naciones eran los más aparejados para la guerra los españoles); aquellos que siendo los primeros conquistados del poder del Imperio romano, fueron vencidos los postreros; aquellos de quien dice Celio Rodiginio que habiéndoles quitado Porcio Catón las armas, se mataron a sí mismos por no vivir sin ellas; aquellos de quien fue preso el rey Francisco de Francia en la batalla de Pavía y de quien dijo, viendo que los mancebos sin barbas ceñían espadas: ¡Dichosa España que pare los hombres armados!; aquellos de quien dicen las leyes de Partida: ‘E los españoles, que fueron siempre muy sabidores de la guerra e mucho usados de fecho de armas’; y al fin, aquellos de quien confiesan los extranjeros que la virtud de la guerra está en ellos, y de quien hubo tan ilustres blasones, hazañas tan célebres y mil libros llenos de la gloria de sus victorias: ésos, por la paz y ocio en que vivían, volvieron un tiempo las espaldas”.
    FR. MIGUEL PÉREZ DE HEREDIA, ‘Historia de la valerosa y discreta Judit, Trat. I” (En el Libro de sermones de Santos, Salamanca, 1605).

    311
    “España, madre universal y apacible acogimiento de extranjeros, más que de sus naturales.”
    LUGO Y DÁVILA, ‘Teatro popular’.

    312
    “¡Oh España generosa, qué entrañas tan de madre tienes para todos, qué corazón tan magnánimo! No son menos altivas las naciones en tu distrito que en los suyos propios. ¡Cuántas amistades reciben, cuántas medras, cuántos aumentos sacan de tu caudal!
    C. SUÁREZ DE FIGUEROA, ‘El Pájaro’.

    313
    “Rompa con dulces números el canto
    De alguno, al son de la confusa guerra,
    Entre el rumor del escuadrón que cierra
    El silencio a la voz y a Juno el manto.

    Cante las armas de Fernando el Santo,
    O el de Aragón en la nevada sierra;
    Del duque Albano en la flamenca tierra
    Y del hijo de Carlos en Lepanto.

    Otro cante a Cortés, que por España
    Levanta la bandera sobre el polo,
    Que cuando nace el sol, de sombras baña;

    Que yo, Lucinda, si me ayuda Apolo,
    Aunque vencerme tú fue humilde hazaña,
    Nací para cantar tu nombre solo.”
    LOPE DE VEGA, ‘Soneto’.

    314
    “¿En qué región del mundo sus banderas
    No han de dar sombra, y asombrar el mundo?
    En Persia, África, Arabia, y las postreras
    Islas que ciñe y bate el mar profundo?

    Oh venturosa España! si tuvieras
    De tus Eneas un Marón segundo,
    O a tus nuevos Aquiles un Homero,
    ¡Cuán poca envidia hubieran del primero!

    Tus verdades exceden sus ficciones,
    Y tu ordinario estilo a sus portentos,
    Y en descubrir y hallar nuevas regiones
    A los mas arrojados pensamientos:

    En fe y lealtad, las bárbaras naciones,
    En letras, en virtud, y entendimientos
    Cuantos la Grecia y el Egipto encierra,
    Y en armas todo el resto de la tierra.”
    BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo’.

    315
    “Es, España (si valgo para cosmógrafo de cosa tan insigne) la yema del mundo, la cabeza de las armas, el compendio de las letras, la fuerza de los ingenios, la monarquía mas poderosa, el poder mas extendido, el valor mas arraigado, señora de las naciones, sujetadora de imperios, vencedora de cuantos se oponen a su grandeza, columna de la Iglesia, defensión y propugnáculo de la religión; y en suma, por concluir en breves razones, la que no tiene superior y todas son sus inferiores.
    Es su rey el mayor monarca, a cuyos hombros apoya la Cristiandad, en cuya corona comprehende los dos mundos, cuyas armas ven los dos polos, cuyas águilas, tusón y vellocino, ni tienen segundos, ni conocieron primeros. Es en valor invencible, en poder insuperable, en grandeza primero; y en suma, honra grande del mundo que sea su cabeza, y que con mas fidelidad que Alejandro Magno, no solo sea señor de un mundo, mas del viejo y nuevo. Es en riqueza el mayor, el más grande señor que hay ni ha habido debajo del cielo, y mama las tetas de oro de las dos Indias orientales y occidentales.
    ¿Adónde hay nación ni lugar que no reverencie el nombre de España, no se espante de sus hechos, no alabe su monarquía, no envidie sus triunfos y no engrandezca sus hazañas, no tema los filos de sus armas, se atreva a levantallas en competencia?”
    MATEO ALEMÁN (1547-1615), ‘Guzmán de Alfarache’.

    316
    “Si, según la sentencia de Aristóteles, sólo el hallar o descubrir algún arte, ya liberal o mecánica, o alguna piedra, planta u otra cosa que pueda ser de uso y servicio a los hombres les debe granjear alabanza, ¿de qué gloria no serán dignos los que han descubierto un mundo en que se hallan y encierran tan innumerables grandezas? Y no menos estimable es el beneficio de este mismo descubrimiento habido respecto al propio mundo nuevo, sino antes de muchos mayores quilates, pues además de la luz de la fe que dimos a sus habitantes, les hemos puesto en vida sociable y política, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres ferinas y comunicándoles tantas cosas, tan provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro orbe y, enseñándoles la verdadera cultura de la tierra, edificar casas, juntarse en pueblos, leer y escribir y otras muchas artes de que antes totalmente estaban ajenos.”
    JUAN DE SOLÓRZANO PEREIRA (1575-1655), ‘Política indiana’ (1648)



    317
    “1. Aunque es justo y grande el amor de la patria, y suele causar que cualquiera desee y procure aventajarla a otras y engrandecer sus proezas, poco necesitamos de trabajar en esto los naturales de España, pues Dios la dotó de tantas, como es notorio lo conceden aun los extranjeros más envidiosos.

    2. Pero cuando sus glorias no hubieran sido tales y tantas por lo pasado, nadie le podrá negar con razón y justicia, la mucha que se le debe por el descubrimiento y conversión de este Nuevo Hemisferio, en que se han hallado tantas tierras y mares, tantas gentes, animales, riquezas, árboles, yerbas, drogas y otras cosas de precio y provecho como se han referido y considerado una por una infinitos autores, confesando, que por mucho que dicen, quedan todavía cortos en alabarlo. Yo apuntaré con brevedad algunas , que puedan servir como de argumento o ejemplo de otras, que de ellas se van derivando.

    3. Y sea la primera, la excelencia, valor y constancia que nuestros españoles han tenido y mostrado en tantas y tan repetidas, dilatadas y peligrosas navegaciones y peregrinaciones como por Mar y Tierra han hecho en estos descubrimientos. Porque aunque no falta quien haya querido poner en disputa si es bueno en navegar y peregrinar, y si se merece gloria y alabanza por esto, lo cierto es que encaminándolo a fines útiles y honestos, siempre se ha tenido por necesario y loable, y hecho particular estimación de los que en esto se han aventajado, como le resuelven otros que mejor sientan.

    4. Y esta alabanza, aunque ya de tiempo antiguo se comenzó a dar a los nuestros por inclinados a emprender hazañas valerosas, acostumbrados a las armas y cosas arduas, buscando cómo emplearlas en ellas por mar y por tierra, y sin saber contenerse ociosos dentro de la suya después de las navegaciones, de que voy hablando, se les da y se les debe dar con elogio y encomios; afirmando los que las tratan que así castellanos como portugueses se han aventajado en ellas a Hércules, Baco, Osiris, Alexandro, tirios y cartagineses, y a todos cuanto por éstos fueron celebrados y venerados por la antigüedad, y por encarecerlo más a sí mismos, pues nadie se hallará que haya alcanzado mayor pericia o destreza en el navegar, ni se haya engolfado en mares no conocidos; antes reputados por innavegables e inaccesibles, ni atrevídose con tan poca gente a reconocer tantas islas, y tantas y tan remotas, y nunca por otros pisadas provincias y regiones de tierra firme.

    5. La segunda razón para asegurar los méritos de esta gloria, podemos tomar justificación del gran beneficio que al Mundo Antiguo se le ha recrecido en darle tan cumplida noticia de este Nuevo y de sus muchas provincias, habitadores y pobladores, dejándole el paso franco para ir aún descubriendo más cada día, como va aconteciendo. Cosa que no se hallará otra nación que lo haya hecho, como pía y gravemente lo considera Thomás Bozio y otros autores.

    6. Porque, si según sentencia de Aristóteles y de Cicerón, sólo el hallar o descubrir algún arte, ya liberal, o mecánica, a alguna piedra, planta y otra cosa que puede ser de uso y servicio a los hombres, les debe granjear alabanza y muchas veces les ha adquirido nombre y veneración de divinos, como a Ceres, porque halló el trigo; a Hércules, porque metió en Grecia el álamo blanco; a Pixidoro Pastor, el mármol en el Campo Efesino y a otros muchos de que hacen mención las historias a cada paso. ¿De qué gloria no serán dignos los que han descubierto un mundo en que se hallan y encierran tan innumerables grandezas y riquezas? ¿Un cielo con tan nuevas y diferentes estrellas. De que como en profecía hablo el Dante aun antes de nuestras navegaciones diciendo que hacia el Polo Antártico se hallarían cuatro en lugar de la cinosura.
    Jo mi volsi a man destra, eposimente
    Ale altro Polo, vidi quatro stelle;
    Non viste mai fuог che la prima gente.
    ¿Y los que nos pusieron en desengaño de que se podía con certeza navegar y pasar el Océano, y que se vive suave y templadamente debajo de la tórrida zona? consideración que la hallo en un autor bien poco afecto a nuestra Nación.

    7. Y no es menos estimable el beneficio de este mismo descubrimiento habido respecto al propio Mundo Nuevo, que descubrimos, sino antes de muchos mayores quilates, pues de más de la luz de la Fe, que dimos a sus habitadores, de que luego diré, y les hemos puesto en vida sociable y política, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres fierinas, y comunicándoles tantas cosas, tan provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro Orbe, y enseñándoles la verdadera cultura de la tierra, edificar casas, juntarse en pueblos, leer y escribir, y otras muchas artes de que antes totalmente estaban ajenos. En que ya se ve, que asimismo no se hallará gente que tanto haya merecido del género humano.

    8. Y que por el consiguiente debe corresponder a tal mérito condigna estimación y alabanza, pues no tienen las virtudes, y gloriosas y trabajosas hazañas otro premio, que las iguale según la doctrina de Cicerón. Y pues vemos que por menores efectos consagró, y tuvo por dioses el gentilismo a Baco, Castor y Pólux, Orfeo, Anfión y Mercurio tan celebrados por Horacio, y otros poetas.

    9. En tercer lugar, aumenta mucho la excelencia y grandeza de nuestros gloriosos reyes y reinos de España el considerar lo que mediante la voluntad y disposición divina los han dilatado y la gran potencia y monarquía que han adquirido por el descubrimiento y conquista de este Nuevo Orbe.

    10. Porque siendo cierto que antes tenían y gozaban en lo mejor de Europa tantos reinos y estados, como sabemos, y la gran parte que ocupaban de África y mayor del Asia con la dominación de la India Oriental, añadida ahora esta cuarta parte del mundo, si es que dignamente la podemos llamar así, pues sólo ella vence en grandeza, abundancia y riqueza a las otras tres, que antes se conocían, como ya lo dejamos advertido y probado, bien se deja entender que desde que Dios crió el mundo no ha habido Imperio que pueda compararse con el suyo, así en lo dilatado como en lo rico y lo poderoso. Como nos lo reconocen aun los escritores extraños, y con elegancia Bautista Guarini en el prologo o prefacio de su ‘Pastor Fido’, que hablando de nuestro rey de España dice:

    Alacui Monarquia nascono i Mondi,
    E como al Sol, che el Oriente sorge,
    Produce il Mondo herbe, fior, fronde e tante
    In Cielo, in terra, in Mar alme viventi,
    Cossi al vostro possente, altero sole,
    Che uscidal grande, e por voi chiaro Occaso,
    Si veggon de ogni clima
    Nascer Provincie e Regni,
    Ecrescer palme, epullular trofei.
    Avoi Monarca acui
    Ne anco quando annota il sol tramonta.

    A quien novísimamente sigue o imita fray Thomaso Stigliano en su ‘Poema del Mundo Nuevo’, Cant. I, diciendo así en su cuarta estanza u octava:

    Diro in sieme in principio onde prodota
    Fu la grandeza de suo istati tanti
    Al Re Ispan, che Signore de le aurea flota
    Piu Regnihá, che cittá gli alteri Regnanti
    Al dominio del qual mainon se annota,
    Poi en el sol per girar datuta, y canti,
    Non pude in parte del Cielo andar sa cui
    Non veggia terre, e sudditi dilui.
    ..............

    12 Y que le son inferiores los de la China, con ser tanto lo que le escribe de su grandeza, y también la monarquía de Roma en el tiempo de su mayor pujanza... por que se le aventaja la nuestra veinte veces más...

    13. Y se verifica en los términos de su Imperio la distancia, que por vía de encarecimiento se suele decir en la Sagrada Escritura y en otros autores, de lo que hay del Cielo a la tierra, o de Oriente a Poniente, la cual cuanta sea, lo explica bien
    después de otros Martín del Río.

    14. Y queda corto el imperio de los persas que tenían por gloria tener agua de todos los ríos...

    15. Y el de Virgilio y Claudiano, que les pareció habían dicho mucho en decir que el cetro de Roma medía el Océano y su fama y riqueza se terminaba con las estrellas. Porque el nuestro pasa al otro Océano del sur, nunca conocido por los antiguos y da vuelta entera por todo lo que el sol gira y en él se verifican con más propiedad y verdad los versos de Ovidio, en que dijo lisonjeando a Roma que no tenía Júpiter adonde extender la vista que excediese los límites de su imperio....

    17. La cuarta razón, que debiera ser la primera, o bastar sólo para conocer la gloria y excelencia de los reyes y reinos de España por los descubrimientos y conquistas de que tratamos, podemos tomar del gran cuidado y piedad con que siempre han procurado que los bárbaros infieles de este nuevo Orbe viniesen en verdadero conocimiento de Dios y de su santo Evangelio, de que tan remotos estaban, y se incorporasen en el cuerpo y gremio de la Iglesia Católica Romana. De suerte que en solo un siglo le ha dado nuestra diligencia más hijos y fieles en Cristo que cuantos se pueden contar con los pasados. Como también lo reconoce y encarece Tomás Bozio en varios lugares de sus doctos escritos...

    18. ...Y mucho más las encarecidas palabras de Alano Copo, en que se arroja a decir que ha sido tan grande el beneficio que Dios nos hace a todos, y especialmente a su Iglesia, en descubrir este Nuevo Orbe, y reducirle a su Fe verdadera, que no le parece se hallará otro mayor ni más ilustre en divinas y profanas letras, fuera del de la Creación del Mundo y Encarnación del Verbo Divino.

    19. Y el mismo Thomas Bozio con su religiosa prudencia, hizo esta otra ponderación
    piadosa, de que mediante esta conversión no hay hora del día ni de noche en que se estén diciendo y celebrando misas, cantando salmos y alabanzas a Dios; respecto de que cuando en unas partes de las provincias católicas amanece, en otras anochece...

    20. Y otros hay que no menos advertida que piadosamente ponderan que cuando los Reyes Católicos comenzaron este descubrimiento y conversión, acababan de expeler los moros de Granada, para que se vea que Dios los tiene como por propugnadores y propagadores de su Religión.

    21. Y que asimismo sucedió esto cuando Lutero y otros herejes pervertían tantos fieles con sus malditas sectas en Alemania, como cuidando Dios que se les diese centuplicado en estas partes lo que se le quitaba en aquéllas...

    22. Supuesto lo cual, bien se conoce si deben ser estimados y alabados los que con tanto celo, cuidado y gastos han trabajado en empresa tan del servicio de Dios; y que su Majestad Divina, teniéndole por muy agradable, se les ha querido premiar con dilatar y aumentar tanto el Imperio de los que tanto han propagado su religión.

    23. Punto que tampoco le olvidó Thomas Bozio, ni otros muchos escritores católicos, que han mirado esas cosas con cristiandad, convenciendo de aquí a Maquiavelo, Bodino y otros herejes que se han atrevido a decir, que antes en procurar y guardar la fe y la ley cristiana, han enflaquecido y arruinado muchas repúblicas, contra los cuales escribió un elegante capítulo fray Juan Márquéz.

    24. Pero qué no dirán éstos que siempre se están abrasando en envidia de las lustrosas y gloriosas acciones de los católicos, y en éstas es en lo que ella suele cebarse más de ordinario. Pues también han intentado morder y calumniar las que vamos considerando; sólo por decir que las obramos mas con el deseo y codicia del oro y plata que con el celo de propagar la ley evangélica...

    25. Siendo así, que aunque no queremos ni podemos negar que mucha de la gente ordinaria iría a estas navegaciones y conquistas, alentada por ese cebo, en nuestros Católicos Reyes y en sus bien mirados caudillos siempre tuvo el primer lugar el de la conversión de las almas de los infieles, como lo descubre la piadosa oración y protestación que don Christóbal Colón hizo luego que puso pie en las primeras islas y tomó posesión de ellas. Y las cristianas y rigurosas instrucciones que se daban a todos los que se enviaban a todos descubrimientos....”
    JUAN DE SOLÓRZANO PEREIRA, Política indiana’, Lib I, cap. VIII (1648)
    Obra completa: Politica indiana - Google Libros

    318
    “¡Oh España valerosa, coronada
    por monarca del Viejo y Nuevo Mundo,
    de aquél temida, déste tributada!
    .............
    No es éste el bien mayor en que se gasta
    la gloria de tu nombre, aunque éste solo
    podía ser un clarín de inmortal casta,

    Pues desde que amanece el rubio Apolo
    en su carro de fuego, a cuya llama
    huye el frío dragón revuelto al polo,
    Al mismo paso que su luz derrama,
    halla un mundo sembrado de blasones,
    bordados todos de española fama.

    Mira en los orientales escuadrones
    de la India, el Malabar, Japón y China
    Tremolar victoriosos tus pendones,
    Y que el agua espumosa y cristalina
    Del Indo y Ganges tus caballos beben,
    Y el mote Imavo a tu altivez se inclina.

    Y a tu espalda en las selvas de Tidoro,
    De flores de canela coronada,
    Arrodillado ante tu cruz el moro

    ¡Oh España altiva y fiel, siglos dorados
    los que a tu monarquía han dado priesa,
    y a tu triunfo mil reyes destronados!

    Traes al Albis rendido, a Francia presa,
    humilde al Pó, pacífico al Toscano,
    Túnez en freno y África en empresa.
    Aquí te huye un príncipe otomano,
    allí rinde su armada a la vislumbre
    de la desnuda espada de tu mano.

    Ya das ley a Milán, ya a Flandes lumbre,
    ya el Imperio defiendes y eternizas,
    o la Iglesia sustentas en su cumbre;
    El mundo que gobiernas y autorizas
    te alabe, patria dulce, y a tus playas
    mi humilde cuerpo vuelva o sus cenizas.

    BERNARDO DE BALBUENA, (1562-1627) ‘Grandeza mexicana’.


    319
    “Ya de aquí se descubren las regiones
    De la feliz y belicosa España,
    Famoso reyno en las demas naciones,
    Que la tierra encadena y el mar baña,
    Cuya grandeza en todas ocasiones,
    Si de la fama el crédito no engaña,
    Única ha sido y es en cuanto encierra
    De nobleza y valor en paz y en guerra.
    .........................
    "Paso, dixo Orimandro , que el intento
    Mayor que me sacó de Persia un dia
    Fué ver de España el belicoso asiento
    Y asombros del valor que della oía;
    Y pues se me ha venido tan á cuento,
    Y sin buscarlo, lo que hallar quería,
    Templad las velas, y volad despacio,
    Que quiero ver de Marte el gran palacio.
    ........................
    Y pues que vos por sabio, y por vecino,
    Podeis darnos razon y luz de todo,
    Gobernad el timon , y abrid camino
    Por este ayre benévolo, de modo
    Que yo os deba este gusto á que me inclino,
    Y el contar su grandeza al reyno godo,
    Y todos tres gozar en este vuelo
    La magestad de tan heroyco suelo."

    Así con blando y sosegado vuelo,
    "¿Quien, señor, dixo, en tan pequeño rato
    Del real valor deste invencible suelo
    Darte podrá qual pides un retrato?
    ¿Quien de su clima, temple y paralelo,
    Fertilidad , riqueza y aparato,
    Decir podrá en palabras suficientes
    Lo que á España se debe, y á sus gentes?

    En lo mejor del habitable mundo
    Como cabeza dél la asentó el cielo,
    Combatida de un crespo mar profundo,
    Que por tres partes ciñe el fértil suelo,
    No en el clima tercero, ni el segundo,
    Ni en el sexto , ni séptimo, en que el yelo
    Con tal rigor sobre sus golfos baxa,
    Que en rocas de cristal los trepa y cuaja.
    ............................
    Penetrada con vientos de ambos mares
    Conserva un ayre limpio y cielo sano,
    Y de riquezas llena singulares,
    No hay quien no tenga algunas de su mano:
    No todas cosas dan todos lugares,
    Ni el mundo es todo cuesta, ó todo llano:
    La India envía marfil, la Arabia incienso,
    Perlas el mar, y á él los rios su censo.
    ..............................
    Por todo el mundo del empíreo cielo
    Dones descienden de influencias varias;
    Esta grandeza es propia deste suelo,
    La otra de aquel, destotra las contrarias:
    Aquí extraño calor, acullá yelo,
    Cosas raras aquí, y allí ordinarias:
    Solo los campos fértiles de España
    Ninguna cosa tienen por extraña.
    ...........................
    No engendra Ormuz mas fina pedrería
    Que tu Puebla Moron y Caridemo,
    Ni á las turquesas que Zamora cria
    Llega el oriente en su mayor extremo:
    A tus jaspes no igualan los que envía
    El Paro, el Copto, ni el helado Hemo,
    Ni á la miel de Beger, y la de Baza,
    De Júpiter el nectar en su taza.
    ............................
    Si á Colcos dio valor un vellocino,
    Y fama en tantos siglos y naciones,
    Por solo un lustre de oro peregrino
    Que en sus guedejas daba reflexiones;
    ¿Quanto le exceden en precioso y fino
    Del extremeño campo los vellones?
    ¿Y á las conchas de Tiro, y de sus riscos
    La grana que se cuaja en sus lentiscos?
    ................................
    Quanto al sustento y pompa es necesario
    Sobre su noble tierra abrió camino,
    El roxo trigo, el vino, el jaspe vario,
    El lustroso azabache , el mármol fino,
    El hierro duro, el cobre su contrario,
    El liviano algodon, el blando lino,
    El vivo azogue , el soliman y afeyte,
    Y de Sevilla y Écija el aceyte.
    .............................
    En qué region del mundo sus banderas
    No han de dar sombra y asombrar el mundo?
    En Persia, Africa, Arabia , y las postreras
    Islas que ciñe y bate el mar profundo:
    ¡ O venturosa España! ¡si tuvieras
    De tus Eneas un Maron segundo,
    O á tus nuevos Aquiles un Homero,
    Quan poca envidia hubieran del primero!
    ............................
    España dió al Imperio los mejores
    Príncipes que ya tuvo en su gobierno,
    Y en todas facultades mil autores
    De soberana fama y nombre eterno:
    Y no solo dió á Roma Emperadores,
    Mas en los siglos de su parto tierno
    Le abrió la zanja, y en feliz agüero
    A su muro arrimó el terron primero.

    De nadie mendigó favor humano,
    Ni tras de la ambicion y zozobra
    El mundo saqueó en rigor tirano,
    Por rehacer su falta de otra sobra;
    Y así en blason pondrá su rica mano,
    "Nada me falta á mí, todo me sobra,
    Todo lo doy, de todo soy barata,
    Césares, Reyes, reynos, oro y plata."
    .................................
    Abuelo de Milon fué Claramente,
    Fundador de la casa de Mongrana,
    Puesta del Alpe en un soberbio monte,
    Y él de la sangre y sucesion troyana:
    De Deifovo nieto , que en Piamonte
    Cetro tuvo y corona soberana,
    Y fué de Franco Hector descendiente,
    Y todos tres de la española gente.

    Y aun yo, no tan de léjos, otra parte
    De español tengo, no de poca estima:
    Egilona, muger de Durandarte
    Segundo, fué del Rey Vitiza prima:
    Desta nacio mi abuelo Balisarte,
    Que en España vivió , y en la honda sima
    Del rico Tajo me crió, con gana
    Que aprendiese la ciencia toledana.
    ................................
    Subió tan alto el vuelo de su llama,
    Que alumbró á España, y de su ardor sonoro,
    Para eternas memorias de la fama,
    Nuevo nombre compró á diluvios de oro;
    El nombre es Pirineo, así se llama
    Del fuego que dio al mundo tal tesoro,
    Que á los fenices, y á su Rey Siqueo,
    Hartar pudo la hambre del deseo.

    Aquella altiva peña es la Collarda,
    Y estotra de Sobrarbe la alta sierra,
    Y la otra donde Atlante tuvo en guarda
    A Rugero por miedo de la guerra:
    Aquella estrecha senda blanca y parda
    El real puerto de Andorra, en cuya tierra
    Alemania clavó de limpio acero
    Una memoria al siglo venidero.

    Guipuzcoa es aquella que los gajos
    Del Pirineo con sus pueblos trilla,
    Haciendo de enriscados altibaxos
    Murallas á los reynos de Castilla:
    Vidaso corre allí, y por valles baxos
    Soberbio al Olearso mar se humilla,
    Ufano en dividir con su corriente
    De la francesa la española gente.
    ..........................
    Entre el de Araxes y este helado rio
    La antigua villa queda de Guetaria,
    Las altas sierras y el asiento frio
    De Arracilo y su cumbre en flores varia:
    Álava allí y el noble señorío
    De Vizcaya, que en costa solitaria
    Su helado y crespo mar rodea y baña
    La hidalga sangre del valor de España.
    ............................
    El que allí da frescura y sombra á un prado
    Es el árbol famoso de Garnica,
    A oir reales consultas enseñado,
    De extrangeros Pelasgos patria rica:
    Allí de un pie descalzo, otro calzado,
    Sus privilegios jura y ratifica
    El que entra á ser señor, y de aquel modo
    Cetro absoluto cobra, y mando en todo.
    .....................
    Allí es Puentelareyna , y su ribera
    De alegres roxos vinos abundante:
    Aquí Estella y Tafalla acullá entera
    La corva costa corre de levante:
    La raya de Aragon es la primera
    Que los Celtas con ánimo arrogante
    Otro tiempo poblaron, y el tebano
    Hércules les dió nombre de su mano.
    .........................
    Aquella es Jaca, á quien fundó el tebano
    Dionisio, y Huesca, donde un dia Sertorio
    Hizo academia, y con rigor tirano
    Degolló en otro todo su auditorio:
    Aquel blanco arroyuelo es el Turiano,
    Y allí en el Edetano territorio
    Parece el pueblo de Teruel antigo,
    Por su cabeza puesto y sano abrigo.
    .........................
    Aquí está Perpiñan, de adonde el fuego
    Del Pirineo asió primer centella,
    Y la sima que abrio, y el pozo ciego,
    Que rubias masas de oro dio á Marsella:
    Gerona es la que allí se sigue luego,
    Que el César ganó ahora , y puso en ella
    Para adorno á su templo en bronce y oro
    Divinos bultos de inmortal tesoro.
    ....................
    Estos riscos bellísimos que al cielo
    Con tantas puntas alzan la cabeza,
    A quien rodean de cristal y yelo
    El rio Lobregat y su aspereza,
    Feliz reventacion del fértil suelo
    Que preñado parió tanta belleza,
    Son entre gajos de encrespadas peñas
    De Monserrate las floridas greñas.
    ........................
    Mas ya dexad esa manchada tierra
    Por ver del ancho mar la costa brava,
    Que á las ricas Asturias hace guerra,
    Y en crespas olas sus arenas lava,
    Donde el arado el oro desentierra,
    O entre sus venas al cruzar se traba:
    Tierra en el resto estéril y olvidada,
    Y de sola esta hambre y sed buscada.
    ..........................
    Aquí está de Monsagro la ancha cueva,
    Que al santo cofre que de Siria vino,
    Por sacro relicario y guarda nueva
    La dió Pelayo y su primado Urbino:
    Y acá entre aquellas peñas, la que lleva
    A todas en altura la de un pino,
    Es Covadonga, humilde fortaleza,
    En que hizo pie de España la braveza.
    ........................
    De Orbion el cerro con su muerto lago,
    De arboledas cercado resonantes,
    Es el que allí con movimiento vago
    Asombra en su quietud los caminantes,
    Y á ver desciende el mauritano estrago
    En torno de los muros mas constantes,
    Que desde el mar de Calpe á su montaña
    Contra la altiva Roma tuvo España.
    ............................
    De aquí se arroja por Berlanga Duero,
    Y de rosas nevado y de jazmines
    A Osma baña y Gormaz , y en curso entero
    De Aranda la ancha vega , y sus confines;
    Y de rios cargado, mas ligero
    Que por el mar Carpacio sus delfines,
    Mejorado de pesca, del gran moro
    Olid descubre el valle, y busca á Toro.
    ........................
    Ved pues de Miño el cristalino curso
    Con que busca la mar, y en su ribera
    A Lugo y su muralla, que el concurso
    De Roma la labró, y conserva entera:
    Y en sus calientes baños el recurso
    De la humana salud, que aun persevera
    El muro argamasado y ricas termas,
    De que cargaron sus riberas yermas.
    ............................
    Aquellos ricos y altos chapiteles,
    Y torres de follages coronadas,
    Del Rey Alfonso y sus gallegos fieles
    De nuevo en Compostela levantadas,
    Arcos son, claraboyas y rejeles
    Al gran Patron de España consagradas,
    Cuyo cuerpo en pronóstico dichoso
    Su Rey le descubrió en un bosque umbroso.
    .....................................
    Las dos Castillas, cuya fortaleza
    Les dio el famoso nombre que hoy les dura,
    Son las que allí dexando la aspereza
    De las montañas buscan la llanura:
    Esta es Segovia, donde la fineza
    De Aragne en sus vellones mas se apura,
    Y aquella la real puente de Trajano,
    Y el Balsahin ó paraiso humano.

    Fundóla el Rey Hispan de gente extraña,
    Aunque en dichosa y favorable estrella,
    Comenzó á tener nombre quando España,
    Corriendo en esto por igual con ella:
    Sigüenza es la que allí la vista engaña,
    Pareciendo de lejos no tan bella,
    Como un tiempo los Griegos, ó Almonides,
    De muros la vistieron y de vides.
    ................................
    Aquí al hondo raudal del rio potente
    Jarama en verle tal los suyos lanza,
    Dándole sin las aguas de su fuente
    Las que de Henares y Tajuña alcanza:
    De adonde con grandeza suficiente
    Soberbio se derriba y abalanza
    Hasta besar con reverencia y miedo
    El pie de las murallas de Toledo.
    ..................................
    Y el pueblo humilde, á cuyos pies se eriza
    De su crespo licor el rumbo hinchado
    Que de álamos frondosos se entapiza
    Sus sombríos sotos y florido prado,
    Es Madrid, donde á España profetiza
    Con limpia estrella el favorable hado
    Que el tiempo le ha de dar de su tesoro
    La monarquía del mundo en riendas de oro.

    Quando aquel fértil monte, ahora inculto,
    Haga gemir la ilustre pesadumbre
    De un real alcázar que el soberbio bulto
    Al mundo espanto dé y á España lumbre,
    Y en pompa insigne del divino culto
    La firme basa estribe en su techumbre,
    Y sea contra el tiempo y la fortuna
    De la Romana Iglesia la coluna.

    ¡O ya al futuro siglo prenda hermosa,
    Donde de España, y de ambas las Castillas,
    El rico tiempo en vuelta presurosa,
    Eterno trono labra en tus orillas!
    Desta que ha de venir edad dichosa
    Mil años goces, goces de sus sillas,
    Y aquellas magestades sacrosantas,
    Que ya contemplo entre tus verdes plantas.
    ..................................
    Es cierto que arará este fértil llano
    Isidro, un labrador, á cuyo zelo
    De su milicia y pueblo cortesano
    Yuntas que aren por él prestará el cielo,
    Con que así Manzanares corra ufano,
    Que su inmortal corona adore el suelo,
    Y él levantada su gallarda frente,
    Al Tajo humille, y crezca la corriente.

    Con que en curso feliz vuelto al poniente
    De Extremadura busca los rincones,
    Y en porcelanas de barniz luciente
    Talavera le ofrece ricos dones:
    Ve de Almaraz la antigua y corva puente,
    De Alconeta los arcos, los blasones
    De Almonte, á quien Orlando quitó el brio,
    Y él en herencia dió su nombre al rio.
    ........................................
    Mas ya volved la vista á la otra parte
    De aquellos campos de texido acero,
    A quien nombre dará el sangriento Marte
    Con timbre ilustre al siglo venidero:
    Calatrava y Montiel, en quien si el arte
    De Merlin no se engaña, un Rey severo,
    Que él allí llama tragadora arpía,
    Morirá á manos de su hermano un dia.
    ......................................
    Aquí está Guadalupe, allí Truxillo,
    Y acá su pueblo en opinion contrario,
    Que el hado adverso al celestial caudillo
    Pleyto á sus campos repartió ordinario:
    Los arruinados muros de ladrillo
    Que hizo Roma y deshizo el tiempo vatio,
    Allí, si aun viva guarda su grandeza,
    Mérida los levanta en la cabeza.
    ................................
    Mas ya volved al reyno de Valencia
    Los ojos, y á sus golfos de Levante,
    Cuyos bellos jardines en presencia
    Son de un mayo inmortal parto abundante:
    Esta de su ancho Grao es la excelencia,
    Y Guadalabiar el que triunfante
    Se arroja al hondo mar, que entre sus olas
    Rodea á Mallorca de islas españolas.
    ...........................................
    Allí de Loja la sabrosa fuente
    Sale alegrando al mundo, acullá Baza,
    De un hondo valle, á su licor caliente
    Florida forma y peregrina taza:
    Guadix, que á los vergeles del oriente
    En flores vence, tiene allí su plaza,
    Con el rio de la vida al muro enjerto,
    De almendras todo y de azahar cubierto.
    .................................
    Allí están los alumbres de Marbella,
    Y de su bella mar el firme puerto,
    Ronda , y su Guadiaro rio con ella
    Es el que cruza por allí encubierto:
    La ciudad nueva de Algecira aquella,
    Y aquel el paso que Hércules dio abierto
    Con su fornida clava á los dos mares,
    Y aquellas sus columnas y pilares.
    ...................................
    Entonces se verá, que aunque colgada
    La tierra tenga el ayre, está sujeta
    A ser de humanos pies toda pisada,
    En firme globo de igualdad perfecta:
    Y llegará esta edad de oro cargada,
    El dia que España á hierro y fuego meta
    La grave carga que ahora le hace guerra,
    Y de una ley y un Dios haga su tierra.

    Entonces sus banderas victoriosas,
    Llevando al sol por relumbrante guia,
    Tremolando darán sombras vistosas,
    Donde se acaba y donde nace el dia:
    Verán pueblos y gentes monstruosas,
    Y descubriendo cuanto el mar cubria,
    Podrán decir que hallaron y vencieron
    Mas mundo que otros entender supieron.

    Verán nuevas estrellas en el cielo,
    Nuevos árboles, plantas y animales,
    Y lleno un abundante y fértil suelo
    De ricas pastas, de ásperos metales:
    De perlas, plata y oro un dulce anzuelo,
    Que con su cebo pesca hombres mortales,
    De cuyo gran tesoro sus armadas
    Cada año á España volverán cargadas”...
    .............................
    BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo, lib. XVI’. (año 1624)

    ‘El Bernardo’: Texto completo: El Bernardo - Google Libros

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    “La tierra y provincia de España, como quier que se pueda comparar con las mejores del mundo universo, a ninguna reconoce ventaja, ni en el saludable cielo de que goza, ni en la abundancia de toda suerte de frutos y mantenimientos que produce, ni en copia de metales, oro, plata y piedras preciosas, de que toda ella está llena. No es como África que se abrasa con la violencia del sol, ni a la manera de Francia, que es trabajada de vientos, heladas y humedad del aire y de la tierra; antes, por estar asentada en el medio de las dos dichas provincias, goza de mucha templanza; y así bien el calor del verano, como las lluvias y heladas del invierno muchas veces la sazonan y engrasan, en tanto grado que de España no solo los naturales se proveen de las cosas necesarias a la vida, sino que aun a las naciones extranjeras y distantes, y a la misma Italia cabe parte de sus bienes, y las provee de abundancia de muchas cosas; porque a la verdad produce todas aquellas a las cuales da estima, o la necesidad de la vida, o la ambición, pompa y vanidad del ingenio humano.

    Los frutos de los árboles son grandemente suaves; la nobleza de las viñas y del vino, excelente: hay abundancia de pan, miel, aceite, ganados, azúcares, seda, lanas sin numero y sin cuento. Tiene minas de oro y de plata; hay venas de hierro
    donde quiera, piedras trasparentes y a manera de espejos, y no faltan canteras de mármol de todas suertes, con maravillosa variedad de colores, con que parece quiso jugar y aun deleitarse los ojos la naturaleza. No hay tierra mas abundante de bermellón, en particular en Almadén se saca mucho y muy bueno; pueblo al cual los antiguos llamaron Sisapone, y le pusieron en los pueblos que llamaron oretanos.

    El terreno tiene varias propiedades y naturaleza diferente. En partes se dan los árboles, en partes hay campos y montes pelados. Por lo mas ordinario, pocas fuentes y ríos: el suelo es recio, y suele dar veinte y treinta por uno cuando los anos acuden; algunas veces pasa de ochenta, pero esto es cosa muy rara. En grande parte de España se ven lugares y montes pelados, secos y sin fruto. peñascos escabrosos y riscos, lo que es alguna fealdad. Principalmente la parte que de ella cae hacia el Septentrión tiene esta falta: que las tierras que miran al Mediodía son dotadas de excelente fertilidad y hermosura. Los lugares marítimos tienen abundancia de pesca, de que padecen falta los que están en la tierra más adentro, por caerles el mar lejos, tener España pocos ríos, y lagos no muchos. Sin embargo, ninguna parte hay en ella ociosa ni estéril de todo. Donde no se coge pan ni otros frutos, allí nace yerba para el ganado, y copia de esparto a propósito para hacer sogas, gomenas y maromas para los navíos, pleita para esteras y para otros servicios y usos de la vida humana.

    La ligereza de los caballos es tal, que por esta causa las naciones extranjeras creyeron, y los escritores antiguos dijeron, que se engendraban del viento: que fue mentir con alguna probabilidad y apariencia de verdad.

    En conclusión, aun el mismo Plinio, al fin de su Historia Natural testifica que por
    todas partes cercanas del mar, España es la mejor y más fértil de todas las tierras, sacada Italia. A la cual misma hace ventaja en la alegría del cielo y en el aire que goza, de ordinario templado y muy saludable. Y si de verano no padeciese algunas veces falta de agua y sequedad, haría sin duda ventaja a todas las provincias de Europa y de África en todas las cosas necesarias al sustento y arreo de la vida. Demás que en este tiempo, por el trato y navegación de las Indias, donde han a Levante y a Poniente en nuestra edad y en la de nuestros abuelos penetrado las armas españolas con virtud invencible, es nuestra España en toda suerte de riquezas y mercaderías dichosa y abundante, y tiene sin falta el primer lugar y el principado entre todas las provincias. De allí con las flotas que cada año van y vienen, y con el favor del cielo, se han traído tanto oro y plata y piedras preciosas, y otras riquezas para particulares y para los reyes, que si se dijese y sumase lo que ha sido, se tendría por mentira. Lo cual todo demás del interés redunda en grande honra y gloria de nuestra nación, y del que resulta no menos provecho a las extranjeras, a las cuales cabe buena parte de nuestras riquezas, de nuestra abundancia y bienes.”
    PADRE MARIANA (1536-1624) ‘Historia General de España’


    DEL NOMBRE DE ESPAÑA:


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    “Por cierta cosa se tiene haber Hispalo reinado en España después de los Geriones, y Justino afirma que de Hispalo se dijo España, en latín Hispania, trocada solamente una letra. Añaden otros que por su industria y de su apellido fundo Sevilla, que en latín se dice Hispalis: ciudad que en riquezas, grandeza, concurso de mercaderes, por la comodidad del rio Guadalquivir y por la fertilidad de la campiña, no de ventaja a ninguna otra en España. Dicen más, que por discurso de tiempo del nombre de Sevilla o Hispalis se llamó toda la provincia Hispania. San Isidoro atribuye la fundación de esta ciudad a Julio César, en el tiempo, es a saber, que gobernó a España, y dice que la llamó Julia Rómula juntando en un apellido su nombre y el de la ciudad de Roma, y que el nombre de Hispalis se tomó de los palos en que estribaban sus fundamentos, que hincaban para levantar sobre ellos las casas, por estar asentada esta ciudad en un lugar cenagoso y lleno de pantanos. Por ventura entonces la ensancharon y adornaron de edificios nuevos y grandes, diéronle otrosí nuevo nombre y privilegios de colonia Romana, pues es cierto que Plinio la llama colonia Romulense. Mas decir que entonces se fundó por primera vez carece de crédito y no hay argumentos ni autores que lo confirmen. Plutarco escribe que venido que hobo el otro Dionisio o Baco, es a saber, el hijo de Semele, a España, después que sujetó toda la provincia con armas victoriosas, uno de los compañeros que él mismo puso por gobernador de todo, por nombre Pau, fue causa de que toda la provincia primeramente se llamase Pania, después Spania, añadida una letra.”
    PADRE MARIANA (1536-1624) ‘Historia General de España’


    DEFENSA DE ESPAÑA:

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    “La poca ambición de España, bien que sean culpados los ingenios de ella, tiene en manos del olvido las cosas que merecieron más clara voz de la fama. Tal fue la ingratitud de sus escritores y el descuido, que pareció desprecio a los extraños, juzgando faltaba qué escribir y quién escribiese; y así padeció la reputación de todos, y sin duda hubieran perdido la memoria como la voz, si fuera en su mano el olvido como el silencio. Poco lugar dio la edad pasada, embarazada en armas, a más de curiosos deseos del ocio que hoy alcanzamos para que, agradecidos y
    deudores dél, en pago demos a la eternidad los peligros con que nos compraron la paz, amiga de buenas letras. Hijo de España, escribo sus glorias. Sea el referirlas religiosa lástima de haberlas escuras, y no a ningunos ojos sea la satisfacción en divulgarlas... Bien sé a cuántos contradigo, y reconozco los que se han de armar contra mí; mas no fuera yo español si no buscara peligros, despreciándolos antes para vencerlos después.”

    Ocasión y causas del libro.

    No ambición de mostrar ingenio me buscó este asunto; sólo el ver maltratar con insolencia mi Patria de los extranjeros, y los tiempos de ahora de los propios, no habiendo para ello más razón de tener a los forasteros envidiosos, y a los naturales que en esto se ocupan despreciados. Y callara con los demás, si no viera que
    vuelven en licencia desbocada nuestra humildad y silencio.

    ¿Qué cosa nació en España buena a ojos de otras naciones, ni qué crió Dios en ella que a ellas les pareciese obra de sus manos?

    Paciencia tuve hasta que vi a los franceses con sus soldados burlando España, y vi a Josefo Escalígero por Holanda, hombre de buenas letras y de mala fe, cuya ciencia y doctrina se cifró en saber morir peor que vivió, decir mal de Quintiliano, Lucano y Séneca, y llamarlos Pingues isti cordubenses; y a Mureto, un charlatán francés, roedor de autores, llamar en un comento a Catulo, con el cual, en lugar de darle a entender a otros, muestra que él no le entendió, y lo confiesa así en muchas partes... Dice, pues en el prólogo, comparando con su veronés Catulo a Marcial español, y con Virgilio mantuano a Lucano el cordobés, no con pureza, que son sus poetas mejores, sino, blasfemo y desvergonzado, trata a Lucano de ignorante y a Marcial de bufón y ridículo y sucio, sólo por español; que el Mureto, de todos cuatro autores, para decir bien o mal, sólo entendió que los unos eran hijos de Roma y los otros de España.

    Más me enojó ver que, cuando ligeramente pasábamos por estas cosas como buscando lo que más debíamos sentir, salió otro, atreviéndose a la fe y a las tradiciones y a los santos, y no quiso que Santiago hubiese sido patrón de España ni venido a ella. Y me espero a cuando otro escribirá que para los españoles no hay Dios: que un aborrecimiento tan grande y tan mal fundado no hará mucho en llegar a hereje un envidioso.

    Llegóse a esto ver que, cuando aguardaban ellos a tan grandes injurias alguna respuesta, hubo quien escribió, quizá por lisonjearlos, que no había habido Cid; y, al revés de los griegos, alemanes y franceses, que hacen de sus mentiras y sueños verdades, él hizo de nuestras verdades mentiras, y se atrevió a contradecir papeles, historias y tradiciones y sepulcros con sola su incredulidad, que suele ser la autoridad más poderosa para con los porfiados. Y no sólo han aborrecido esto los mismos hijos de España, que lo vieron; pero hay quien, por imitarle, está haciendo fábula a Bernardo, y escribe que fue cuento y que no le hubo; cosa con que, por lo menos, callarás los extranjeros, pues los propios no los dejan qué decir.

    ¡Oh, desdichada España! ¡Revuelto he mil veces en la memoria tus antigüedades y anales, y no he hallado por qué causa seas digna de tan porfiada persecución! Sólo cuando veo que eres madre de tales hijos, me parece que ellos, porque los criaste, y los extraños, porque ven que los consientes, tienen razón de decir mal de ti. Demos que se halle un libro u dos u tres que digan que no hubo Cid ni Bernardo. ¿Por qué causa han de ser creídos antes que los muchos que dicen que los hubo? Si no es que la malicia añada autoridad, no sé cual tenga más; y cuando la tuvieren para el extraño, para nosotros no había de ser así: que el enemigo no es mucho que se muestre curioso, que es lo mismo que malévolo. Así lo dice el poeta: curiosus nisi malevolus; pero el hijo de la república, lo que le toca es ser propicio a su Patria.

    No nos basta ser tan aborrecidos en todas las naciones, que todo el mundo nos sea cárcel y castigo y peregrinación, siendo nuestra España para todos patria igual y hospedaje. ¿Quién no nos llama bárbaros? ¿Quién no dice que somos locos, ignorantes y soberbios, no teniendo nosotros vicio que no le debamos a su comunicación de ellos? ¿Supieran en España qué ley había para el que, lascivo, ofendía las leyes de la naturaleza, si Italia no se lo hubiera enseñado? ¿Hubiera el brindis repetido aumentado el gasto a las mesas castellanas, si los tudescos no lo hubieran traído? Ociosa hubiera estado la Santa Inquisición si sus Melantones, Calvinos, Luteros y Zuinglios y Besas no hubieran atrevídose a nuestra fe. Y, al fin, nada nos pueden decir por oprobio si no es lo que ellos tienen por honra, y, averiguado, es en nosotros imitación suya.

    Ya, pues, es razón que despertemos y logremos parte del ocio que alcanzamos en mostrar lo que es España y lo que ha sido siempre, y juntamente que nunca tan gloriosa triunfó en letras y armas como hoy, gobernada por Don Philipe III, nuestro señor. Dos cosas tenemos que llorar los españoles: la una, lo que de nuestras cosas no se ha escrito, y lo otro, que hasta ahora lo que se ha escrito ha sido tan malo, que viven contentas con su olvido las cosas a que no se han atrevido nuestros cronistas, escarmentados de que las profanan y no las celebran. Y así, por castigo, ha permitido Dios todas estas calamidades para que con nosotros acabe nuestra memoria. Pues aun lo que tan dichosamente se ha descubierto y conquistado y reducido por nosotros en Indias, está disfamado en un libro impreso en Ginebra, cuyo autor fue un milanés, Jerónimo Benzón, y cuyo título, porque convenga con la libertad del lugar y con la insolencia del autor, dice: 'Nuevas historias del Nuevo Mundo, de las cosas que los españoles han hecho en las Indias occidentales hasta ahora y de su cruel tiranía entre aquellas gentes', y añadiendo 'la traición y
    crueldad que en la Florida usaron con los franceses los españoles'.

    Causas son bastante todas para tomar la defensa de España a cargo, u de lástima u de amor, quien la viere así afligida.


    Capítulo I - De España, su sitio, cielo, fertilidad y riqueza.

    Propiamente España se divide en tres coronas: de Castilla, Aragón y Portugal. Cierra los términos de Europa; yace entre África y Francia y es ceñida del Estrecho, del Océano y de los Pirineos; y como es menor que entrambas tierras, es más fértil, porque ni es tan encendida como África, de violento sol, ni fatigada de vientos importunos, como Francia, antes medio virtuoso en estos dos extremos; del uno, admitiendo templado calor, y del otro, fértiles y sazonadas lluvias.

    Es abundante de todas semillas; no avarienta para sí sola, sino pródiga para con la copia de mantenimientos, enriquecerá Italia y sustentará Roma. No solamente se precia de troj de África como Sicilia, pues es abundante ella sola en competencia del mundo junto de todo, pues es rica de miel, vino y aceite; y no sólo el hierro de España es el mejor, pues es madre de la mejor casta de caballos, y en ella se crían los más ligeros. Ni es la tierra sola digna de alabanza, pues se les debe a los ricos metales de que siempre está preñada, cuyo parto alimenta tantas ambiciones extranjeras, gran cantidad de lino y esparto, sin que haya tierra tan fértil de bermellón.

    No es el curso de los ríos de España rápido, de suerte que dañe, sino blando y apacible; sus aguas son bastantes para fertilizar, sin admitir crecientes que, como los de Alemania, Francia, Flandes y Italia, tengan temerosos los campos de inundaciones, recompensando el no ser navegables con dejarse tratar, asegurando los labradores. Hácenlos orilla viñas y frutales y son fértiles de buena pesca, y más por la parte que se esconden en el Océano, y algunos arrastran arenas de oro, llevándolas algunas. Solo una espalda se llega al Pirineo francés; por las demás partes, se ciñe del mar.

    La forma de la tierra casi es cuadrada; sólo parecen desdecir algo desta figura por la parte que, apretada de los Estrechos, se arrima a los Pirineos, lo cual dio ocasión a que Estrabón, tratando de la figura de España, en el libro III diga: “Al Ocaso, la primera parte de todas Spaña, semejante al cuero de un buey, cuya parte, extendida como cuello, llega a la cercana Céltica”. Lo demás vea en Estrabón quien lo quisiere ver más largo y en su lugar.

    Y volviendo al primer intento, la salud del cielo de España es igual en todas sus partes, porque el espíritu del aire no es ofendido con ningún aliento ni niebla de lagunas; a esto se llegan los aires del mar, que la bañan. Continuamente frescos y nuevos, enmiendan los vapores de la tierra, y, peregrinando toda la provincia, orean el vaho terrestre y corrigen su pesadumbre, con lo cual conservan en salud los lugares. Esto dice de España no español, hijo apasionado, sino Justino de Trogo Pompeo, y añade tantas alabanzas de la paciencia, fortaleza, sufrimiento y magnanimidad de sus hijos, que, por no hacer largo el capítulo, dejo de referirlas. En él están para quien no las conociere de España misma. Sólo notaré que la tierra, que en España es tenida aun de los mismos españoles en desprecio por ruda, pobre, bárbara y remota notaré que la tierra, que en España es tenida aún de los mismos españoles en desprecio por ruda, pobre, bárbara y remota, poco favorecida de Naturaleza, mereció tales palabras de Justino de Trogo: ‘Los gallegos dicen que es de los griegos su origen’. Dejo la razón como es. Dice más adelante, tratando de la tierra: 'Galicia, región fértil de metales y de plomo y de minio o bermellón, lo cual dio nombre al vecino reino, que, corrompido el vocablo por falta de una letra y adición de una tilde, llaman el Miño, siendo su nombre el Minio, tan rica de oro, que
    muchas veces con el arado se surcaban terrones de oro. Hay en esta tierra un sagrado monte por privilegios de ciega y escura antigüedad, en el cual no tiene licencia el hierro para herir tierra ni árbol; sólo cuando la tierra es tocada con rayo, que es frecuente en ella, se permite coger el oro como dádiva de Dios. Las mujeres tratan los campos y labranzas y sirven a las casas, y los hombres se divierten en armas y robos’.

    No sé yo de cuál de las provincias que contra nosotros y nuestra España toman las plumas, ellos mismos podrán escribir lo que del más escondido rincón nuestro escribe Justino.

    No refiero las grandezas de todas tres coronas, Aragón, Portugal y Castilla, específicamente, porque de todas en común se dice con el nombre de España. Sólo se ha de advertir que es tal la tierra, fertilidad, sitio y clima de España, que tenemos en ella por huéspedes, olvidados de sus patrias, a todas las naciones, haciéndose en nuestra comunicación ricos y dejándonos con la suya pobres y engañados; que como dice Marcial, semper (homo) bonus tiro es.


    ...Capítulo V – De las costumbres con que nació España y de las antiguas.

    Como sea verdad asegurada por los filósofos que de la buena o mala templanza de los humores resultan las complexiones en los cuerpos, y de ellas las costumbres; las cuales, aunque suele corregir la razón, por la mayor parte muestran, o en las obras o en la intención, imperiosamente su malicia, es sin duda que España, teniendo tierra templada y cielo sereno, causará semejantes efectos en humores y condiciones; como se ve, pues, ni la frialdad nos hace flemáticos y perezosos como a los alemanes, ni el mucho calor inútiles para el trabajo, como a los negros y a los indios; pues, templada la una calidad con la otra, produce bien castigadas costumbres.

    Es natural de España la lealtad a los príncipes, y religiosa la obediencia a las leyes y el amor a los generales y capitanes. Siempre en todos los reyes que han tenido, buenos u malos, han sabido amar los unos y sufrir los otros, comprando siempre la libertad de sus patrias con generoso desprecio de sus vidas. Y hanles dado ocasión a tantas glorias, la infinidad de calamidades que, eslabonadas, la han turbado el sosiego; que, como España con la riqueza trujo a sí codiciosos los siros y fenices, los griegos y los romanos y los sarracenos, de quien el mar defendió sus puertos, hasta que los trujo un traidor (o sea lo que otros quieren, ocupados en acreditar lo menos común, aunque sea menos verdadero) sin duda ha ejercitado más las armas y virtud militar que las demás naciones, que por la pobreza y poco abrigo de sus puertos sólo saben de peregrinaciones, y arrimados a la industria, se hacen ricos en España del precio que ponen a su afán y solicitud.

    Y estas costumbres son hijas de la necesidad... Mientras tuvo Roma a quien temer y enemigos, ¡Qué diferentes costumbres tuvo! ¡Cómo se ejercitó en las armas! ¡Qué pechos tan valerosos ostentó al mundo! Mas luego que honraron sus deseos perezosos al ocio bestial en nombre de paz santa ¡qué vicio no se apoderó de ella! Y ¡qué torpeza no embarazó los ánimos que antes bastaron para sujetar al mundo! Viose entonces que la prudencia de los hombres sobra para vencer el mundo; mas no sabe vencerse a sí. Y si es verdad que a la envidia de los enemigos y al miedo precioso que se les tiene se debe el cuidado o disciplina de los perseguidos y envidiados, largo es sin duda en España este fruto; pues como tierra que por todas partes se ve advertida de ojos enemigos de sus principios, ha que se ejercita toda en defensa de su virtud; y así, en esta poca paz que alcanzamos en parte maliciosa, el largo hábito a las santas costumbres de la guerra la sustenta en ellas, aunque a mi opinión España nunca goza de paz; sólo descansa, como ahora, del peso de las armas para tornar a ellas con mayor fuerza y nuevo aliento. Y son a todos, como a ella, importantes las armas suyas; pues, a no haberlas, corriera sin límites la soberbia de los turcos y la insolencia de los herejes, y gozaran en las Indias seguros los ídolos su adoración; de suerte que es orilla deste mar, cuya gloria es la obediencia destas olas que solamente la tocan para deshacerse.

    Así que, concluimos que las costumbres propias y primeras de España, fueron en todo hijas de la templanza de su cielo y de la naturaleza del lugar, y por eso modestas, moderadas y según justa ley y disciplina. Las antiguas, de que hay alguna aunque pobre memoria, fueron en medio de sus desdichas tales; y con nacer entre tantos diferentes bárbaros, en todo medidas con la razón, honrosas y dignas de alabanza, más encaminadas a la virtud robusta y a las armas, que a la paz y sosiego y regalo.

    Todos los antiguos escritores nombran a los españoles entre las naciones más belicosas, como Platón en el De las Leyes, aunque Cicerón, en lo de De Responsis Auruspicum, nos hace insignes por el número y muchedumbre de gente, cosa en que hoy somos vencidos de todas las naciones. Salustio refiere que era costumbre en España que las madres, a los hijos que iban a la guerra, les contasen las hazañas de sus padres; cosa más conforme con la naturaleza de la tierra que de las madres, pues de sí son vencidas del amor de sus hijos, de manera que antes los detienen con lágrimas, y, blandas y temerosas, los ponen miedos con los peligros de la guerra.

    Por esto en España no hicieron las corónicas mucha falta en la parte que tocaba a mover con el ejemplo, pues las madres eran corónicas a sus hijos para darles qué imitar en sus padres. Aristóteles, Politicorum, lib. VII, cap II: “Entre los españoles, gente belicosa tantos verúculos, obeliscos los llaman, ponen alrededor de sus sepulcros, cuantos enemigos ha muerto cada uno: honrosos túmulos, adornados con los vencimientos de los contrarios”. El sepulcro que con la fama y memoria del valor y virtud propia se vuelve cuna, es digno de envidia. ¡Cuanto mejor epitafio era éste y mas digno de que le respetara el caminante y de que le buscara el peregrino, que los que ahora, hechos lenguas de un bulto dorado, lisonjean al muerto y entretienen al vivo! Vense reliquias deste modo de sepulcros en España, y en los edificios antiguos estos obeliscos son frecuentes. Cayó ya todo esto en manos del regalo demasiado, pues ya, por los bultos y los sepulcros y retratos, no diferenciará nadie al soldado del mercader, ni al capitán del médico, ni al general del abogado...

    Pues si bajamos los ojos a las costumbres de los buenos hombres de Castilla de quinientos y de cuatrocientos años a esta parte, ¡qué santidad y qué virtud veremos, que no imitamos ni heredamos, contentándonos con lo menos, que es el nombre! ¡Que leyes tan lícitamente nacidas de las divinas, tan cuidadosamente veneradas de ellos! ¿Qué cosas no advirtieron con castigos en los Fueros Juzgos castellanos, donde se ven con rigurosas penas cosas que por nuestros pecados nos han persuadido los tiempos a que merecen premio? La calumnia de palabras leves, aun como llamar corcovado o tiñoso a uno, se vio sujeta a graves castigos. Y así, con pocas y mal limadas palabras, aunque más propias, tuvieron gloriosos pensamientos; y, de pobres centellas de un godo perdido, se esforzaron de suerte, que dieron pueblo a Dios y libertad a su tierra, y gloria a sus nombres. ¡Qué leales fueron con Ferrant González! Los mismos fueron con su sombra que con él. ¡Cómo amaron los santos reyes y buenos, y cómo sufrieron muchos malos y crueles! Y si algunos castigaron, fue, no por su libertad, sino por la de su patria y religión; y así Dios, cuyo favor es premio justo de los buenos y castigo de los malos, peleó con algunos capitanes y dio sus ángeles a otros. Él vence en todos los que vencen.

    Como Dios de los ejércitos, unas veces nos amparó, y éstas fueron muchas, con nuestro patrón Santiago; otras con la Cruz, que, hecha a vencer la misma muerte, sabe dar vida a todos los que, como estandarte de Dios, acaudilla. Milicia fuimos suya en las Navas de Tolosa. La diestra de Dios venció en el Cid, y la misma tomó a Gama y a Pacheco y a Alburquerque por instrumentos en las Indias orientales para quitar la paz a los ídolos. ¿Quien sino Dios, cuya mano es miedo sobre todas las cosas, amparó a Cortés para que lograse dichosos atrevimientos, cuyo premio fue todo un nuevo mundo? Voz fue de Dios, la cual halla obediencia en todas las cosas, aquélla con que Ximénez de Cisneros detuvo el día en la batalla de Orán, donde un cordón fue por todas las armas del mundo.

    Prolijo fuera y vanaglorioso en querer contar por menudo todas las cosas que nos sucedieron a los españoles gloriosamente en los días que han pasado, sin callar que ha habido hijo suyo que llora estos tiempos y el verla viuda en parte del antiguo vigor, y osa decir que la confianza de haberle tenido introduce descuido de conservarle...

    Hay valerosos capitanes, doctos prelados, y algunos hombres buenos, a quien común devoción y novelero pueblo anticipó el nombre de santos. Las ciencias que se aprendieron para vivir bien, por la mayor parte se estudian para sólo vivir; pero eso con eminencia notable envidiada de todas las naciones, pues en las ciencias sólidas, como filosofía, teología, leyes, cánones y medicina y escritura, todas las naciones nos son inferiores, si bien nos tratan de bárbaros, porque no gastamos el cuidado en gramática y humanidad, las cuales cosas, por inferiores no las ignoran, sino que las desprecian los españoles. Y aun en eso y lenguas, que es su profesión, hay ya españoles que les dan cuidado y envidia a todos. Y así se ven hoy muchos pobres virtuosos en altos lugares, más por cuerda advertencia de don Felipe III, que por costumbre que hubiese de premiar beneméritos...”

    FRANCISCO DE QUEVEDO, ‘España defendida de los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros y sediciosos’ (1609)

    323
    “Puso Dios en el principio del mundo la provincia de España, en testimonio de que en todo él no había otra más principal ni soberana”.
    JUAN DE CARAMUEL, ‘Explicación mística de las Armas de España, invictamente belicosas’, 1636.

    324
    “Partid con este presente
    veréis la mejor provincia
    de Europa, donde la Iglesia
    da a la fe segura silla:
    donde las ciencias florecen
    donde la nobleza habita,
    donde el valor tiene escuela
    y donde el mundo se cifra”
    TIRSO DE MOLINA, ‘El Caballero de Gracia’.

    325
    “Lo que dices que en lo seco nos parecemos en la tierra, ¿hay otra más hermosa de frutas, aguas y saludables vientos? ¿Hay otros hijos de más vivo ingenio, pues tienen asombrados los tiempos sus escritos tan elegantes? Y cuando vosotros venís a España, sólo os avisan que os guardéis de tres cosas: de sus vinos, porque os calabrean los cascos...; de sus damas, que os enloquecen, y de sus soles, que os abrasan. Si te parece que en España hay pocas poblaciones, busca pueblos en Francia. Si te parece que está apartada del comercio de las otras provincias, pluguiese Dios lo estuviera más, pues todos nos buscáis y nos quitáis llevando nuestros frutos. Hable Inglaterra, si acaso nuestros vinos la alegran. Mira si Holanda se aforra con nuestras lanas, que todos nos trasquiláis. Hasta Venecia se ha llevado nuestro vidrio, y nuestro azafrán Alemania. Y mira si Nápoles se hace con nuestras sedas y se paladea Génova con nuestra azúcar. Pues Francia, ¿no se ensoberbece con nuestros caballos? ¿Y todo el mundo con nuestra plata?
    FRANCISCO SANTOS (1617-1698), ‘La verdad en el potro’, 1686.

    326
    “Es cierto que, aun cuando se negara lo restante del orbe, España encierra en sí cuanto necesitan los hombres, sin haber menester las ayudas que ella hace a diversas provincias, que se aumentan y viven con las relieves de sus frutos y metales... No hay parte en sus contornos, que son de 634 leguas, que igualmente no se muestre abundante en los frutos, próspera en las riquezas, sobrada en los metales, todo merced de sus benignas influencias, puros y saludables vientos, de su cielo y asiento felicísimo”.
    GONZALO DE CÉSPEDES (1585-1638) ‘Historias peregrinas’.


    ELOGIO DEL NUEVO MUNDO, DESCUBIERTO POR ESPAÑA:

    327
    “A Don Carlos, emperador de romanos, rey de España, señor de las Indias y Nuevo Mundo, Francisco López de Gómara, clérigo.

    Muy soberano señor: la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias; y así las llaman Mundo Nuevo...
    Empero los hombres son como nosotros, fuera del color, que de otra manera bestias y monstruos serían y no vendrían, como vienen de Adán. Mas no tienen letras, ni moneda, ni bestias de carga; cosas principalísimas para la policía y vivienda del hombre; que ir desnudos, siendo la tierra caliente y falta de lana y lino, no es novedad. Y como no conocen al verdadero Dios y Señor, están en grandísimos pecados de idolatría, sacrificios de hombres vivos, comida de carne humana, habla con el diablo, sodomía, muchedumbre de mujeres y otros así. Aunque todos los indios que son vuestros subjectos son ya cristianos por la misericordia y bondad de Dios, y por la vuestra merced y de vuestros padres y abuelos, que habéis procurado su conversión y cristiandad.

    El trabajo y peligro vuestros españoles lo toman alegremente, así en predicar y convertir como en descubrir y conquistar. Nunca nación extendió tanto como la española sus costumbres, su lenguaje y armas, ni caminó tan lejos por mar y tierra, las armas a cuestas. Pues mucho más hubieran descubierto, subjectado y convertido si vuestra majestad no hubiera estado tan ocupado en otras guerras; aunque para la conquista de Indias no es menester vuestra persona, sino vuestra palabra. Quiso Dios descubrir las Indias en vuestro tiempo y a vuestros vasallos, para que los convirtiésedes a su santa ley, como dicen muchos hombres sabios y cristianos. Comenzaron las conquistas de los indios acabadas la de moros, por que siempre guerreasen españoles contra infieles; otorgó la conquista y conversión el Papa; tomaste por letra Plus Ultra, dando a entender el señorío de Nuevo Mundo. Justo es, pues, que vuestra majestad favorezca la conquista y los conquistadores, mirando mucho por los conquistados. Y también es razón que todos ayuden y ennoblezcan las Indias, unos con santa predicación, otros con buenos consejos, otros con provechosas granjerías, otros con loables costumbres y policía.”

    FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA (1511-1566), ‘Hispania victrix: Historia General de las Indias’.


    ELOGIO DE ‘LA ESPAÑOLA’:

    328
    “En comprobación de esta templanza y amenidad se puede considerar que Don Cristobal Colón, primer descubridor de las Provincias de este Nuevo Orbe, haviéndola comenzado a reconocer, aun en la menos acomodada, que es la isla de Santo Domingo, por otro nombre La Española, vino casi a pensar que en ellas podia haver estado el Paraiso terrenal, que muchos dicen estuvo plantado debaxo de la Equinoccial. Pero, aunque esto no se pueda afirmar sin temeridad por las varias opiniones, que hay sobre el lugar donde es ó fue el Paraiso, el qual parece que Dios ha querido encubrir, y reservar para sí, todavia no se puede negar que considerada la templanza, y casi perpetua primavera de las mas de esas Provincias, merezcan sino el nombre de Paraiso, el de Huerto del deleite, ó las alabanzas del Tempe, Campos Eliseos, Islas Atlantidas ó Fortunadas, que con menos causa fueron tan estimadas y celebradas de los Antiguos, porque ni en ellas ofende con su frio el invierno; ni abrasa con su calor el Verano, en tanto grado, que con casas de caña embarradas por fuera se rechazan en muchas partes las injurias del tiempo, y apenas hay necesidad de mudar de vestido.”
    J. DE SOLÓRZANO PEREIRA ‘Política indiana’ lib. I, cap. IV.


    ALABANZA DE LA NUEVA ESPAÑA:

    329
    “Juanote Durán, en el libro que hizo, que aún no ha salido a luz, de la Geografía y descripción de todas estas provincias y reinos por veinte e una tablas, llama Grande España a todo lo que los españoles, desde la Isla Española hasta Veragua, conquistaron y pusieron debaxo de la Corona Real de Castilla. Movióle llamar Grande España a toda esta gran tierra, por haberla subjectado subcesivamente los españoles, de la cual en la parte primera desta Crónica tractaré (dándome Dios vida) copiosamente, y porque al presente es mi propósito de escrebir el descubrimiento y conquista de la Nueva España, que es mi principal empresa, en breve relataré qué es lo que ahora los nuestros llaman Nueva España, diciendo primero cómo la ocasión de haberle puesto este nombre fue por la gran semejanza que con la antigua España tiene, no diferenciando, della más de en la variedad y mudanza de los tiempos; porque en todo lo demás, temple, asiento, fertilidad, ríos, pescados, aves y otros animales, le paresce mucho, aunque en grandeza le exceda notablemente.”
    FCO. CERVANTES DE SALAZAR (1514-1575), ‘Crónica de la Nueva España’.


    ESPAÑA Y SUS MÁS PRINCIPALES CIUDADES:

    330
    “Confiada en sus reyes la dilatada España, no pudiendo sufrir por más tiempo el verse contenida por las columnas de Hércules, se lanzó intrépida al mar desconocido e iluminó los dos hemisferios del orbe con un solo sol, para que no hubiese en el mundo más rey que Felipe. Sevilla es famosa por su puerto y sus mareas; Granada, por la industria de la seda; Córdoba es noble por su piedad y piadosa por su nobleza; Lisboa nos envía espléndidos regalos de Arabia y de la India; Barcelona está sentada junto a su puerto con las vistas puestas en el mar; Zaragoza nos presenta los primeros monumentos marianos; Galicia y Asturias, sus castañales y rebaños; Compostela, el sepulcro del Apóstol; el indómito cántabro, el hierro domado por él en sus ferrerías; Burgos fue famosa antiguamente por su mercado; Valladolid, por sus reyes y riquezas; Salamanca es la gran madre de las ciencias; Ávila, alumna de Marte y muy inclinada a las armas; Medina tiene la tierra más fértil del mundo; Toro enrama sus cuernos con pámpanos de vid; Segovia está orgullosa con su acueducto y sus paneras; Toledo se alza majestuosa en medio de España con su triple primado; pero Madrid es la corte de Felipe de Austria, madre de reyes y señora de dos mundos. Roma es la cabeza del orbe y Madrid el corazón”.
    P. PEDRO DE SALAS (1584-1664) ‘Thesaurus poetarum’ (1616).
    Última edición por ALACRAN; 07/06/2011 a las 23:15
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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - HOMBRES

    ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES:

    331
    “¿Qué te ha parecido de España? —dijo Andrenio—. Murmuremos un rato della aquí donde no nos oyen.
    —Y aunque nos oyeran —ponderó Critilo—, son tan galantes los españoles, que no hicieran crimen de nuestra civilidad. No son tan sospechosos como los franceses; más generosos corazones tienen.
    —Pues, dime, ¿qué concepto has hecho de España?
    —No malo.
    —¿Luego bueno?
    —Tampoco.
    —Según eso, ni bueno ni malo.
    —No digo eso.
    —¿Pues qué?
    —Agridulce.
    —¿No te parece muy seca, y que de ahí les viene a los españoles aquella su sequedad de condición y melancólica gravedad?
    —Sí, pero también es sazonada en sus frutos y todas sus cosas son muy substanciales. De tres cosas dicen se han de guardar mucho en ella, y más los extranjeros.
    —¿De tres solas? ¿Y qué son?
    —De sus vinos, que dementan; de sus soles, que abrasan; y de sus femeniles lunas, que enloquecen.
    —¿No te parece que es muy montuosa, y aun por eso poco fértil?
    —Así es, pero muy sana y templada; que si fuera llana, los veranos fuera inhabitable.
    —Está muy despoblada.
    —También vale uno de ella por ciento de otras naciones.
    —Es poco amena.
    —No la faltan vegas muy deliciosas.
    —Está aislada entre ambos mares.
    —También está defendida y coronada de capaces puertos y muy regalada de pescados.
    —Parece que está muy apartada del comercio de las demás provincias y al cabo del mundo.
    —Aun había de estarlo más, pues todos la buscan y la chupan lo mejor que tiene: sus generosos vinos Inglaterra, sus finas lanas Holanda, su vidrio Venecia, su azafrán Alemania, sus sedas Nápoles, sus azúcares Génova, sus caballos Francia, y sus patacones todo el mundo.
    —Dime, y de sus naturales ¿qué juicio has hecho?
    —Ahí hay más que decir, que tienen tales virtudes como si no tuviesen vicios, y tienen tales vicios como si no tuviesen tan relevantes virtudes.
    —No me puedes negar que son los españoles muy bizarros.
    —Sí, pero de ahí les nace el ser altivos. Son muy juiciosos, no tan ingeniosos. Son valientes, pero tardos; son leones, mas con cuartana. Muy generosos, y aun perdidos; parcos en el comer y sobrios en el beber, pero superfluos en el vestir. Abrazan todos los extranjeros, pero no estiman los propios. No son muy crecidos de cuerpo, pero de grande ánimo. Son poco apasionados por su patria, y trasplantados son mejores; son muy allegados a la sazón, pero arrimados a su dictamen. No son muy devotos, pero tenaces de su religión. Y absolutamente es la primer nación de Europa: odiada, porque envidiada.”
    BALTASAR GRACIÁN (1601-1658), ‘El Criticón’.


    EL CARÁCTER ESPAÑOL:

    332
    “Los españoles son, en general, de ánimos generosos, pero cuando prevén la necesidad, parcos; su genio es melancólico; su natural, sospechoso y aprensivo; en la paz descuidados; en los aprietos, solícitos; en el obrar, flemáticos; pero, aunque sucedan nuevos accidentes, no precipitosos; sufren, pero no perdonan fácilmente las injurias; en lo que emprenden son tenaces, y en la adversidad, constantes. A quien no los practica, a la primera vista parecen de trato altivo; después son buenos amigos y conservan la fe prometida; cuando hallan conveniencias se repatrían con facilidad en lejanas tierras. En la guerra son buenos para la caballería y mejores para la infantería, pero tenaces para la defensa de una plaza, siendo sufridores de grandes trabajos; profesan la vanidad de saber mucho y quieren mandar en cualquier parte donde se hallan. En la milicia, cuando no son bien pagados, excitan fácilmente los tumultos, pero en valor no ceden a alguna de las naciones”.
    J. A. DE LENCINA, ‘Comentarios políticos’.


    LOS ESPAÑOLES:

    333
    “Entendiendo cuán grandísimas tierras eran las que Cristóbal Colón descubría, fueron muchos a continuar el descubrimiento de todas, unos a su costa, otros a la del rey, y todos pensando enriquecer, ganar fama y medrar con los reyes. Pero como los más de ellos no hicieron sino descubrir y gastarse, no quedó
    memoria de todos, que yo sepa, especialmente de los que navegaron hacia el norte, costeando los Bacallaos y tierra del Labrador, que mostraban poca riqueza. Ni aun de todos los que fueron por la otra parte de Paria, desde el año de 1495 hasta el de 1500. Pondré los que supiere, sin contemplación de ninguno, certificando que todas las Indias han sido descubiertas y costeadas por españoles, salvo lo que Colón descubrió; ca luego procuraron los Reyes Católicos de las saber y señalar por suyas, tomando la posesión de todas ellas, con la gracia del Papa.”
    FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA (1511-1566), ‘ Historia General de las Indias’.

    334
    “Es su gente feroz, sabia y aguda;
    Que es notable de España la agudeza;
    Tan firme, que jamás su intento muda.

    No es tanta como Italia su grandeza;
    Pero tiene grandezas que la encumbran
    Por su espaciosa y fértil aspereza.

    Sus hombres más las armas acostumbran,
    Que no las letras, porque las de Roma
    Desnudas siempre en su cerviz relumbran”.

    LOPE DE VEGA, ‘Roma abrasada’.

    335
    “Entiendan que tienen campo abierto, fértil y espacioso, por el cual con facilidad y dulzura, con gravedad y elocuencia puedan correr con libertad, descubriendo la diversidad de conceptos agudos, graves, sotiles y levantados que en la fertilidad de los ingenios españoles la favorable influencia del cielo, con tal ventaja, en diversas partes ha producido y cada hora produce en la edad dichosa nuestra.”
    CERVANTES, ‘La Galatea’.

    336
    “Todos los españoles pretenden que su virtud principal es el valor; a pesar de ello, sus acciones no estaban siempre regidas por esta virtud y si, con frecuencia, muestran una audacia extrema, también muchas veces se les puede tachar de pusilánimes. Los que cuentan con medios para hacerlo comen y beben con exceso; esto, unido al calor del clima, hace que se entreguen con ardor a los placeres del amor, y que las mujeres se vean sometidas a toda clase de vicios. No hay nación alguna que tenga tan desarrollada la pasión del juego de cartas y de dados. Su avaricia les hace vivir pobremente, sobre todo en Cataluña; son siempre derrochadores en sus vestiduras; más que debieran, atendida su condición... Tienen costumbre de ser muy cariñosos con los extranjeros, y cuando éstos tiene alguna querella con los habitantes del país, todos acuden en su auxilio. Lo que les caracteriza, y más que otros a los vizcaínos es la arrogancia y, en general, déjanse llevar rápidamente a la injuria y a la cólera, empleando palabras altaneras y soberbias... En suma puede decirse que los castellanos se parecen mucho a los napolitanos y los aragoneses a los lombardos.
    .......................
    De los habitantes de España, de la que declara ser “la más fuerte y segura columna de la cristiandad”: ‘Se halla habitada por hombres que se destacan por su industria y sagacidad, mostrándose en todos los momentos una raza altiva.’ De los aragoneses: ‘Pretenden ser libres y gobernarse por sí mismos con la forma republicana, teniendo al rey como jefe, por lo cual éste no sucede en el reino si no es elegido por aquéllos, y conservan éstos su libertad con tanto celo, que se esfuerzan por la más mínima cosa en que el rey no disfrute de mayor autoridad sobre ellos”.
    FEDERICO BADOARO, ‘Relación de España’ (1557).

    337
    “Los españoles siempre tuvieron fama de soberbios y blasonadores; esta soberbia revestida de gravedad es tan grande, que puede considerarse un orgullo desmedido; son valientes sin temeridad, y es tanto en este punto su cordura, que no falta quien los crea poco animosos; son coléricos y vengativos, teniendo siempre cuidado de disimular su arrebato; generosos sin ostentación; sobrios en la comida; tan presuntuosos en la suerte próspera como serviles en la suerte adversa; adoran a las mujeres y son tan amantes de la belleza, que para sus pasiones pocas veces cuentan con el talento de sus elegidas; sufridos con exceso, tenaces, perezosos, independientes; honrados hasta el punto de arriesgar la vida por sostener una palabra empeñada. La naturaleza los dotó de atractivo, ingenio y clara inteligencia; comprenden fácilmente y expresan con sencillez y precisión sus ideas. Son, además, prudentes, celosos con exceso, desinteresados, derrochadores, reservados, supersticiosos y muy católicos, al menos en apariencia. Versifican sin trabajo y podrían fácilmente abarcar los conocimientos científicos más difíciles e interesantes, si decidieran aplicarse a su estudio, que, regla general, desdeñan. Muestran grandeza de alma y elevación de miras, firmeza, seriedad y un respeto hacia las damas a ningún otro comparable; sus maneras son estudiadas, llenas de afectación; cada español está convencido de su propio mérito, y raras veces hacen justicia tratando del mérito de los demás.

    Su bravura estriba en sostenerse valerosamente a la defensiva, sin retroceder y sin temor al peligro; pero así como no lo temen cuando en él se hallan, no lo buscan por afán de arriesgarse, y esta buena cualidad, que algunos juzgan timidez, proviene de su sereno entendimiento. Cuando adivinan el riesgo, procuran evitarlo con noble cordura; sólo cuando quieren vengarse no perdonan medios ni escuchan razones; sus máximas en este particular son absolutamente contrarias al cristianismo y al honor. Cuando reciben afrenta mandan asesinar al que se la infiere; y advertidos por esta costumbre, muchas veces asesinan traidoramente al ofendido para librarse de su venganza, sabiendo de seguro el ofensor que si no mata será muerto. Pretenden justificar esos abusos diciendo que, cuando su enemigo logra por malos medios una ventaja, puede cualquiera procurarse otra por medios peores. La impunidad lo autoriza todo, valiéndose del privilegio de que gozan las iglesias y los conventos en España, donde la justicia no tiene derechos contra un hombre que se acoge a lugar sagrado.”
    ..............................
    Entre los españoles es fácil descubrir honrosas condiciones: generosidad, amistad franca, bravura, secreto; en una palabra, los exquisitos sentimientos del alma que dan carácter al perfecto caballero. Creo, después de cuanto acabo de indicar, que a cualquiera inspirará simpatía más bien que repulsión la manera de ser de los españoles, y, por mi parte, afirmo que me agradan sus condiciones, mal comprendidas por los muchos que les denigran sin haberles estudiado profundamente.”

    MADAME D’AULNOY (1651-1705), ‘Viaje a España’ (1679).


    ELOGIO DE LOS ESPAÑOLES:

    338
    “No las damas, amor, no gentilezas
    de caballeros canto enamorados;
    ni las muestras, regalos ni ternezas
    de amorosos afectos y cuidados;
    mas el valor, los hechos, las proezas
    de aquellos españoles esforzados
    que a la cerviz de Arauco no domada
    pusieron duro yugo por la espada.”
    ALONSO DE ERCILLA (1533-1594), ‘La Araucana’.

    339
    “FLORA. ¿Sois español?
    DON VICENTE. Sí.
    ¿En qué lo visteis?
    FLORA. Lo vi
    En que sois arrogante;
    No queréis ignorar nada;
    Todo a su brío lo fía
    La española bizarría
    Con presunción confiada.”
    .............................
    “Estos son españoles, ahora puedo
    Hablar encareciendo a estos soldados
    Y sin temor, pues sufren a pie quedo
    Con un semblante, bien o mal pagados.
    Nunca la sombra vil vieron del miedo
    Y aunque soberbios son, son reportados.
    Todo lo sufren en cualquier asalto;
    Sólo no sufren que les hablen alto.”
    CALDERÓN DE LA BARCA (1600-1681), ‘El Sitio de Breda’.

    340
    “¿Quien á un bravo español en osadía
    Y atrevido ademán pasó adelante?
    ¿O al trato hidalgo y noble cortesía,
    Igualar pudo en ánimo arrogante?
    ¿Quien la reportacion y valentía
    No ve ser destas gentes semejante
    A sus furiosos rios, que en sonoro
    Curso llevan cristal envuelto en oro?

    Son de ánimos valientes, atrevidos,
    Prestos en los peligros, y arrojados,
    Francos en amistades, comedidos,
    Graves, briosos, nobles, arriscados:
    Para trabajos, fuertes y sufridos,
    Para nobles, leales y esforzados;
    Que la traicion es mancha de cobardes,
    Y estos desta nacion propios alardes.”
    BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo,

    341
    “Señor español:
    Vos vais a la guerra,
    La trompeta os llama,
    La victoria os lleva,
    Las armas son honra,
    Gloria las empresas”
    LOPE DE VEGA, ‘Pobreza no es vileza’.

    342
    “Estos, que al impio Turco en cruda guerra
    Al Moro, al Anglo y al Escoto airado,
    Y vencen al Tudesco y al dudado
    Frances, y al Belga en su cercada tierra;
    Y los estrechos, que el mar hondo encierra,
    Sobran, pasando por lugar vedado
    Con valor, qual vió nunca el estrellado
    Cielo, que tantas cosas mira y cierra;
    Bien muestran en la gloria de sus hechos,
    Que son tus hijos, ó felice España,
    Honra del alto Imperio de Ocidente.
    Alabe Roma los famosos pechos
    De los suyos, que nunca (y no me engaña
    El amor) fue á esta igual su osada gente.”
    FERNANDO DE HERRERA (1534-1597).

    343
    “No ha habido nación tan poderosa ni tan remota que no haya admirado y temido el valor de los españoles. Era éste tan conocido, que en África, América, Asia y Europa nos han dado más victorias las banderas que las espadas. Por esta constante fama, un español, con sólo serlo, era noble en cualquier parte del mundo; y aun siendo cautivo de bárbaros infieles, hallaba respeto y veneración en tanto grado que el más ilustre español no heredaba de sus padres mayor nobleza que la de su Patria. Las riquezas han sido tan grandes que con nuestros desperdicios hemos enriquecido las demás provincias del mundo. Vaciáronse todas las Indias en España, de tal suerte que las piedras y los metales preciosos vinieron a ser vulgares y tan viles que hasta ahora en España se pesa la fruta, pero no el oro”.
    P. JUAN CORTÉS OSSORIO, S.J., ‘Constancia de la Fe y aliento de la nobleza española’. Madrid 1684.

    344
    “Tanta tierra como dicho tengo han descubierto, andado y convertido nuestros españoles en sesenta años de conquista. Nunca jamás rey ni gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merecido lo que ella, así en armas y navegación como en la predicación del santo Evangelio y conversión de idólatras; por lo cual son españoles dignísimos de alabanza en todas las partes del mundo. ¡Bendito Dios, que les dio tal gracia y poder! Buena loa y gloria es de nuestros reyes y hombres de España que hayan hecho a los indios tomar y tener un Dios, una fe y un bautismo, y quitándoles la idolatría, los sacrificios de hombres, y el comer carne humana, la sodomía y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborrece y castiga. Hanles también quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida costumbre y deleite entre todos aquellos hombres carnales; hanles mostrado letras, que sin ellas son los hombres como animales, y el uso del hierro, que tan necesario es al hombre; asimismo les han mostrado muchas buenas costumbres, artes y policía para mejor pasar la vida; lo cual todo, y aun cada cosa por sí, vale, sin duda ninguna, mucho más que la pluma ni las perlas ni la plata ni el oro que les han tomado, mayormente que no se servían de estos metales en moneda, que es su propio uso y provecho, sino contentarse con lo que sacaban de las minas y ríos y sepulturas. No tiene cuenta el oro y plata, ca pasan de sesenta millones, ni las perlas y esmeraldas que han sacado de bajo la tierra y agua; en comparación de lo cual es muy poco el oro y plata que los indios tenían. El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiadamente a los indios en las minas, en la pesquería de perlas y en las cargas. Oso decir sobre esto que todos cuantos han hecho morir indios así, que han sido muchos, casi todos han acabado mal. En lo cual, paréceme que Dios ha castigado sus gravísimos pecados por aquella vía. Yo escribo sola y brevemente la conquista de Indias. Quien quisiere ver la justificación de ella, lea al doctor Sepúlveda, cronista del emperador, que la escribió en latín doctísimamente; y así quedará satisfecho del todo.”
    FCO. LÓPEZ DE GÓMARA, ‘Historia general de las Indias’.

    345
    “Los españoles han poseído y tienen más oro y plata que nación otra alguna y son los más lustrosos, magnánimos y liberales de todo el mundo”.
    ...................
    Con decir: soy español y se me debe toda cortesía y respeto, basta para gran blasón; y no tiene necesidad de otro apellido para todo lo que intentare de honra
    ....................
    El español... tiene el corazón anchuroso y magnánimo y a todas las naciones hace ventaja en grandeza y liberalidad; gasta opulentamente, y en todas partes derrama plata, ostenta con magnificencia el lustre de su persona y, por su hidalgo trato, todas las naciones del mundo caben en él, siendo siempre España madre de extranjeros.”
    FR. BENITO DE PEÑALOSA, ‘Libro de las cinco excelencias del Español’ (1629).

    346
    “CRIADO. ¿No lo veis en los aceros?
    Sangre apurada en crisoles.
    DAMA. ¡Que todos los españoles
    Decís que sois caballeros!”
    LOPE DE VEGA, ‘La Francesilla’.

    347
    “Los españoles son de su naturaleza generosos, de pechos ahidalgados, con algunos humos de vanidad. Claramente lo muestran en siendo trasplantados fuera de sus tierras y puestos en las ajenas; porque luego son todos godos y nacidos de sangre real, aunque vayan desgarrados. Y para sustentar esta vanidad hacen muy bien obras que corresponden con su jactancia fantástica”.
    PEDRO DE MEDINA, ‘Grandeza y cosas notables de España’ (1595).

    348
    “CONSTANZA. Gentil hombre, ¿sois de España?
    DON LOPE. Sí, señora, y de una tierra
    donde no se cría araña
    ponzoñosa, ni se encierra
    fraude, embuste ni maraña;
    sino un limpio proceder,
    y el cumplir y el prometer
    es todo una misma cosa.”
    M. DE CERVANTES, ‘Los baños de Argel”.

    349
    “Estaban también los Tercios Viejos de españoles, que, aunque poca gente, pues no pasaban de ocho mil, no infundían menos esperanza a los nuestros que temor al enemigo. No ya por su veteranía y por estar armados de arcabuces, en cuyo manejo eran expertísimos, sino por la gloria militar y el recuerdo de las grandes victorias obtenidas en Italia sobre enemigos mucho más numerosos, refiriendo la fama a su llegada, en ambos campamentos, lo que ya era conocido de muchos; que hacía poco, junto al Tesino, vencidos muchos capitanes franceses y deshecho su ejército, habían hecho prisionero al rey Francisco. Que en Milán habían hecho frente a las fuerzas coaligadas de Italia, Francia e Inglaterra, que habían tomado Roma y que en Nápoles habían deshecho una gran fuerza de franceses.
    ............................
    Y no solo acudieron a la guerra estos Tercios de nación española y Antonio Leyva que, desde los Insubres, había venido con su gente, sino muchos caballeros principales y una numerosa juventud noble que, anunciada la llegada del turco, había volado, desde todas las regiones de España, por deber y por religión, a socorrer a su rey y emperador en esta guerra santa”.
    J. G. DE SEPÚLVEDA (1490-1573), ‘Hechos del Emperador Carlos V’,


    VIRTUDES DEL ESPAÑOL:


    350
    “Volviendo a la hambre y necesidad que el gobernador y su ejército pasaron aquellos días, me pareció contar un caso particular que pasó entre unos soldados de los más aventajados que en el real había para que por él se considere y vea lo que se padecería en común, que decir cada cosa en particular sería nunca acabar y hacer nuestra historia muy prolija. Es así que un día de los de mayor hambre cuatro soldados de los más principales y valientes, que por ser tales hacían donaire y risa (aunque falsa), del trabajo y necesidad que pasaban, quisieron, porque eran de una camarada, saber qué bastimento había entre ellos, y hallaron que apenas había un puñado de zara. Para lo repartir, porque creciese algo, la cocieron, y en buena igualdad, sin agravio alguno, cupieron a diez y ocho granos. Los tres de ellos, que eran Antonio Carrillo y Pedro Morón y Francisco Pechudo, comieron luego sus partes. El cuarto, que era Gonzalo Silvestre, echó sus diez y ocho granos de maíz en un pañuelo y los metió en el seno. Poco después se topó con un soldado castellano, que se decía Francisco de Troche, natural de Burgos, el cual le dijo: "¿Lleváis algo que comer?" Gonzalo Silvestre le respondió por donaire: "Sí, que unos mazapanes muy buenos, recién hechos, me trajeron ahora de Sevilla." Francisco de Troche, en lugar de enfadarse rió el disparate. A este punto llegó otro soldado, natural de Badajoz, que se decía Pedro de Torres, el cual enderezando su pregunta a los que hablaban en los mazapanes les dijo: "¿Vosotros tenéis algo que comer?" (que no era otro el lenguaje de aquellos días). Gonzalo Silvestre respondió: "Una rosca de Utrera tengo muy buena, tierna y recién sacada del horno. Si queréis de ella, partiré con vos largamente." Rieron el segundo imposible como el primero. Entonces les dijo Gonzalo Silvestre: "Pues porque veáis que no he mentido a ninguno de vosotros, os daré cosa que al uno le sepa a mazapanes, si los ha en gana, y al otro a rosca de Utrera, si se le antoja." Diciendo esto sacó el pañuelo con los diez y ocho granos de zara y dio a cada uno de ellos seis granos, y tomó para sí otros seis, y todos tres se los comieron luego antes que se recreciesen más compañeros y cupiesen a menos. Y, habiéndolos comido, se fueron a un arroyo que pasaba cerca y se hartaron de agua ya que no podían de vianda, y así pasaron aquel día con no más comida porque no la había. Con estos trabajos y otros semejantes, no comiendo mazapanes ni roscas de Utrera, se ganó el nuevo mundo, de donde traen a España cada año doce y trece millones de oro y plata y piedras preciosas, por lo cual me precio muy mucho de ser hijo de conquistador del Perú, de cuyas armas y trabajos ha redundado tanta honra y provecho a España.”
    INCA GARCILASO DE LA VEGA (1539-1616), ‘Historia de la Florida’.


    VALOR DE LOS ESPAÑOLES:

    351
    “Tienes a los españoles, cuyo gran valor y aptitud para la guerra es demasiado conocido, no solo de ti, sino de todos los hombres para tener que explicártela con mis palabras. No hay por qué buscar en las viejas historias el testimonio de las cosas que hicieron por todo el mundo, con valor y esfuerzo; no es necesario alabar la guerra de Sagunto o recordar la gloria de Numancia, en donde se sabe que 4.000 españoles resistieron, durante catorce años, un ejército de 50.000, no medos o persas o débiles asiáticos, sino fuertes soldados romanos, y no sólo los resistieron, sino que más de una vez, vencidos y rechazados, les impusieron condiciones deshonrosas. Lo que atestiguan muchos historiadores, no españoles, sino de los mismos romanos vencidos. No hay, pues, que recordar estas cosas viejas; abundantes son los testimonios de nuestro tiempo, en el cual, peleando contra suizos y franceses, mostraron el mayor valor, obteniendo, por largo tiempo, victorias siempre sobre fuerzas superiores.”
    J. G. DE SEPÚLVEDA (1490-1573), ‘Exhortación a Carlos V’.

    352
    “AL. Os digo que, bien mirado, me parece que aquí y allá, y en toda Europa, se acaba la casta de los hombres valerosos, capaces de mantener la verdadera honra militar. Y si no, decidirte, ¿qué es de la ferocidad de los nervios, la robustez de los burgundios, la soberbia de los turingios, la animosidad de los cimbrios, la fortaleza de los teutones y el valor de los alanos y godos? ¿Es posible que hayan llegado a tanta blandura y vileza? Pues por estas partes poco se acuerdan de imitar, en la presunción de honra y clara fama, a un Decio, a un Escévola, a un Curcio, a un Oratio, a un Regulo, a un Lucio Emilio, a un Cid, a un Gran Capitán, a un Antonio de Leiva, a un marqués de Pescara, a un valerosísimo Hernán Cortés, quienes tuvieron en poco los trabajos, los Imperios y la vida para dar gloriosa y eterna fama a su esclarecido nombre. A ellos, pues, quiero seguir, y sus heroicas obras imitar, y dar a conocer al mundo en el campo del honor que no se ha acabado en mi tierra la casta de los hombres valientes. Y mostraré a Belmar que soy mejor que él, o no menos digno de honra que aquellos que, no siendo más nobles que yo, lograron por la espada y con la fuerza de sus brazos grandes dignidades y honores.
    FR. Aquellos de los que habláis, ¿no lograron más honra por la virtud del alma que por la fuerza de sus brazos?
    AL. En verdad, yo estudié poco porque salí más inclinado a las armas que a las letras, y por ello, no aprendí sino romances viejos y caballerías que, ciertamente, me alentaron a seguir cosas heroicas. Holgábame de leer las escaramuzas y guerras de Granada: aquel ardor y fortaleza de corazón del buen Rey Católico, aquellas lanzadas que daba el maestre de Calatrava y Garcilaso de la Vega, y el conde de Cabra, Reduán, y Bencerax; aquel desasosegar al mundo del alcalde de Castro Nuño y otros, así me inclinaron, y encendieron mi ánimo para hacer maravillas. Más para esto es menester ser reputado como caballero que no
    sufre ultrajes, que se sabe vengar y satisfacer, a quien nadie osa injuriar. Y toda esta estima la conseguiré venciendo en desafío a quien tan sin razón me ofendió, y de esta manera entiendo que aclaro mi nombre.”
    G. XIMÉNEZ DE URREA (1486-1530), ‘Diálogo de la verdadera honra militar’.

    CUALIDADES DEL CABALLERO:

    353
    “Hemos de matar en los gigantes la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud de ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros”.
    ......................
    “Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas comoquiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta...”
    ..........................
    “Porque bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde; que así como es más fácil venir el pródigo a ser liberal que al avaro, así es más fácil dar el temerario en verdadero valiente que no el cobarde subir a la verdadera valentía.”
    ...........................
    “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
    ..............................
    CERVANTES, ‘Don Quijote’,


    FE ESPAÑOLA:

    354
    “El Señor, que mostró su fuerte mano
    Por la fe de su príncipe cristiano
    Y por el nombre santo de su gloria,
    A su España concede esta victoria.
    Adórante, Señor, tus escogidos;
    Confiese cuanto cerca el ancho cielo
    Tu nombre ¡oh nuestro Dios, nuestro consuelo!
    FERNANDO DE HERRERA, ‘A la batalla de Lepanto’.


    LIBERTAD HUMANA:

    355
    “La libertad en los hombres es natural; la obediencia, forzosa. Aquélla sigue el albedrío; ésta se deja reducir de la razón. Ambas son opuestas y siempre batallan entre sí, donde nacen las rebeldías y traiciones al señor natural; y como no es posible que se sustenten las repúblicas sin que haya quien mande y quien obedezca, cada uno quisiera para sí la suprema potestad y pender de sí mismo; y no pudiendo, le parece que consiste su libertad en mudar las formas de gobierno. Este es el peligro de los reinos y de las repúblicas y la causa principal de sus caídas, conversiones y mudanzas, por lo cual conviene mucho usar de tales artes que el apetito de libertad y ambición humana estén lejos del centro y vivan sujetos a la fuerza de la razón y a la obligación del dominio.”
    SAAVEDRA FAJARDO (1584-1648), ‘Empresas de un príncipe cristiano’.

    356
    “Natural es en los hombres la libertad, y aunque o con razón obedezcan o con igual imperio manden, no se juzgan libres, y cada uno pretende tener autoridad absoluta sobre los demás, y cuando llega a alcanzalla, se desordenan con el poder las pasiones y obedece a ellas quien manda a los demás. Destas dos causas nace la tiranía, que es contraria y opuesta a la monarquía.”
    SAAVEDRA FAJARDO (1584-1648) , ‘Política y razón de Estado’.


    HONRA:

    357
    “Nadie tiene poder en esta vida para quitaros vuestra honra, ganada y conservada por vuestra propia virtud, y que conservando vos ésta, tenéis honra, gozaréis del fruto de ella, que es tener buena fama y reputación en todas las honestas obras y nombres de sabio y fuerte, que por ventura este título no lo ganan los que combaten en duelo.”
    GERÓNIMO XIMÉNEZ DE URREA (1486-1530), ‘Diálogo de la verdadera honra militar’.

    358
    “Afortunadamente los españoles se distinguen por su lealtad, ya para con la república, ya para con sus reyes, pues mal hubiéramos podido llevar a cabo por mar y tierra tantas empresas ni retirar hasta los límites del mundo las fronteras del Imperio si no hubiese habido entre nosotros armonía, constancia y una integridad de costumbres”.
    PADRE MARIANA (1536-1624), ‘Del rey”.

    359
    “Aseguro a vuestra alteza
    Que cría unos españoles
    Como leones, y soles
    De lealtad, honra y nobleza”.
    LOPE DE VEGA, ‘El vaquero de Moraña’.


    NOBLEZA:

    360
    “Anda, que en España no hay bestias, ni hay vulgo, como en las demás naciones. En España, todos somos nobles.”
    B. GRACIÁN, ‘El Criticón’.

    361
    “El español que inventó este nombre, hijodalgo, dio bien a entender la doctrina que hemos traído. Porque, según su opinión, tienen los hombres dos géneros de nacimiento: el uno es natural, en el cual todos son iguales, y el otro, espiritual. Cuando el hombre hace algún hecho heroico o alguna extraña virtud y hazaña, entonces nace de nuevo, y cobra otros mejores padres, y pierde el ser que antes tenía: ayer se llamaba hijo de Pedro y nieto de Sancho; ahora se llama hijo de sus obras (de donde tuvo origen el refrán castellano que dice cada uno es hijo de sus obras). Y porque las buenas y virtuosas llama la divina Escritura algo, y a los vicios y pecados nada, compuso este nombre, hijosdalgo; que querrá decir ahora: «Descendiente del que hizo alguna extraña virtud por donde mereció ser premiado del rey o de la república, él y todos sus descendientes para siempre jamás»”.
    J. HUARTE DE SAN JUAN (1529-1588), ‘Examen de Ingenios’.

    362
    “De ser altivo el español y preciarse de señor le nació el apetecer llamarse don, que es lo mismo que señor. Y es tal el caudal que nace de esto, que no hay céfiro más regalado ni suave a sus oídos como el oírle; ni ama que no se le ponga desde la cuna al niño que cría, chillándole con él; ni criado que no haga lo mismo con su señor, de que las demás se admiran”.
    FR. BENITO PEÑALOSA, ‘Las cinco excelencias de España’.


    SOBERBIA:

    363
    “La bizarría española
    naturalmente soberbia”.
    CALDERÓN DE LA BARCA, ‘Encanto sin encanto’.

    364
    “Mirá los españoles... decí si hallaréis muchos que no traigan consigo una soberbia y una fantasía loca dondequiera que se hallen con hombres y con mujeres”.
    BALTASAR DE CASTIGLIONE, ‘El Cortesano’.

    365
    “Son muy presuntuosos de sí mismos; grandes encarecedores de sus cosas; reconocen con facilidad la ventaja y procuran cobrarla con gran cuidado’.
    JUAN BOTERO (1533-1617), ‘Relaciones generales del mundo’.


    CORTESÍA:

    366
    “Español soy, que me obligas a ser cortés y a ser verdadero”
    CERVANTES, ‘Don Quijote’.

    367
    -¡Ay, padre mío –dijo la doncella-, qué corteses son los españoles!
    -Pueden –dijo el padre- enseñar cortesía a todas las naciones del mundo.
    VICENTE ESPINEL (1550-1624), ‘Marcos de Obregón’.


    SENTIDO DEL AMOR:

    368
    “Los poetas españoles sobrepasan a los franceses por su concepción del amor cual un hábito nobilísimo y constante de la voluntad”
    TORCUATO TASSO, ‘La Jerusalén perdida’.


    SUFRIMIENTO:

    369
    “Los trabajos de la guerra, invictísimo César, puédenlos pasar los hombres, porque loor es al soldado morir peleando; pero los de la hambre concurriendo con ellos, para los sufrir, más que hombres han de ser: pues tales se han mostrado los vasallos de V. M. en ambos, debajo de mi protección, y yo de la de Dios y de V. M., por sustentarle esta tierra. Y hasta el último año destos tres que nos simentamos muy bien y tovimos harta comida, pasamos los dos primeros con extrema necesidad, y tanta que no la podría significar; y a muchos de los cristianos les era forzado ir un día a cavar cebolletas para se sustentar aquel y otros dos, y acabadas aquéllas, tornaba a lo mesmo, y las piezas todas de nuestro servicio y hijos con esto se mantenían, y carne no había ninguna; y el cristiano que alcanzaba cincuenta granos de maíz cada día, no se tenía en poco, y el que tenía un puño de trigo, no lo molía para sacar el salvado. Y desta suerte hemos vivido”.
    PEDRO DE VALDIVIA, ‘Carta al emperador Carlos V’ (1545).

    SOBRIEDAD:

    370
    “A los españoles poco les basta para entretener y sufrir mucho trabajo”
    MATEO ALEMÁN, ‘Guzmán de Alfarache’.

    371
    “Un español se entretendrá tres días enteros con un pedazo de pan, sin perder el ánimo ni mostrarse más afeminado que si tuviese todas las vituallas del mundo".
    DR. CARLOS GARCÍA (1580-1630), ‘Libros de antaño’.


    ESFUERZO:

    372
    "Muchas veces, ahora que soy viejo, me paro a considerar las cosas heroicas que en aquel tiempo pasamos que me parece que las veo presentes, y digo que nuestros hechos que no los hacíamos nosotros, sino que venían todos encaminados por Dios; porque, ¿qué hombres ha habido en el mundo que osasen entrar 400 soldados, y aún no llegábamos a ellos, en una fuerte ciudad como es Méjico, que es mayor que Venezia, estando apartados de nuestra Castilla más de mil quinientas leguas, y prender a tan gran señor y hacer justicia de sus capitanes delante de él? Porque hay mucho que ponderar en ello, y no ansí secamente como yo lo digo.
    ..................................
    Digo de nosotros estar a punto, no había necesidad de decirlo tantas veces, porque de día ni de noche no se nos quitaban las armas, gorjales y antiparres, y con ello dormíamos. Y dirán agora dónde dormíamos; de qué eran nuestras camas, sino un poco de paja y una estera, y el que tenía un toldillo ponerle debajo, y calzados y armados, y todo género de armas muy a punto, y los caballos ensillados y enfrenados todo el día, y todos tan prestos, que en tocando el arma, como si estuviéramos puestos e aguardando para aquel punto; pues velas cada noche, que no quedaba soldado que no velaba. Y otra cosa digo, y no por me jactanciar de ella: que quedé yo tan acostumbrado a andar armado y dormir de la manera que he dicho, que después de conquistada la Nueva España tenía por costumbre de me acostar vestido y sin cama, e que dormía mejor que en colchones; e agora, cuando voy a los pueblos de mi encomienda, no llevo cama; e si alguna vez la llevo, no es por mi voluntad, sino por algunos caballeros que se hallan presentes, por que no vean que por falta de buena cama la dejo de llevar, mas en verdad que me echo vestido en ella. Y otra cosa digo: que no puedo dormir sino un rato de la noche, que me tengo de levantar a ver el cielo y estrellas, y me he de pasear un rato al sereno... Y esto he dicho por que sepan de qué arte andábamos los verdaderos conquistadores tan acostumbrados a las armas y a velar.”
    BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO (1496-1584), ‘Relación de la Conquista de la Nueva España’.


    INSTINTO GUERRERO:

    373
    “Otro aquí no se ve que, frente a frente
    animoso escuadrón moverse guerra;
    sangriento humor teñir la verde tierra,
    y tras honroso fin correr la gente.
    Este es el dulce son que acá se siente:
    España, Santiago, cierra, cierra;
    y por suave olor que el aire atierra
    humo que azufre dar con llama ardiente.
    El gusto envuelto va tras corrompida
    agua; y el tacto sólo palpa y halla
    duro trofeo de acero ensangrentado,
    Hueso en astilla, en él carne molida,
    despedazado arnés, rasgada malla;
    ¡oh sólo de hombre digno y noble estado!”
    FRANCISCO DE ALDANA (1537-1578), Soneto.

    374
    “¿Qué no se aprende en buena soldadesca,
    De camaradas hay de gente noble,
    Que no por menester mas por servicio
    De Dios y de su rey, lanza de roble
    Y laureles pretenden, bella y fresca?
    .......................
    Allí la discreción, la cortesía,
    La justicia, prudencia y temperancia
    Entre las balas y el furor se aprende;
    La vigilia, oración y la constancia,
    La música también y la poesía,
    Los ratos que la guerra se suspende;
    Allí se compra y vende
    A precio de honra y gloria,
    Por alcanzar victoria,
    La insaciable sangre de las venas;
    Allí se vencen monstruos y sirenas,
    Se mortifica el cuerpo, apura el alma,
    Y temporales penas
    Vienen a merecer perpetua palma.”
    BARTOLOMÉ CARRASCO DE FIGUEROA (1538-1610), ‘Santa soldadesca’.

    375
    “Ese ejército que ves
    Vago al hielo y al calor,
    La república mejor
    Y más política es
    Del mundo, en que nadie espere
    Que ser preferido pueda
    Por la nobleza que hereda,
    Sino por la que él adquiera;
    Porque aquí la sangre excede
    El lugar que uno se hace
    Y sin mirar cómo nace
    Se mira cómo procede.
    Aquí la necesidad
    No es infamia; y si el honrado,
    pobre y desnudo soldado,
    Tiene mayor calidad
    Que el más galán y lucido;
    Porque aquí, a lo que sospecho,
    No adorna el vestido el pecho,
    Que el pecho adorna el vestido.
    Y así, de modestia llenos,
    A los más viejos verás
    Tratando de ser lo más
    Y de parecer lo menos.
    Aquí la más principal
    Hazaña es obedecer,
    Y el modo con que ha de ser
    Es ni pedir ni rehusar.
    Aquí, en fin, la cortesía,
    El buen trato, la verdad,
    La fineza, la lealtad,
    El honor, la bizarría,
    El crédito, la opinión,
    La constancia, la paciencia,
    La humildad y la obediencia,
    Fama, honor y vida son
    Caudal de pobres soldados;
    Que en buena o mala fortuna
    La milicia no es más que una
    Religión de hombres honrados”.
    CALDERÓN DE LA BARCA, ‘Para vencer a amor, querer vencerle’.

    376
    “¡Oh españoles! ¡Oh, portentos
    De la milicia y asombro
    Del mismo Marte!”
    CALDERÓN DE LA BARCA, ‘El Sitio de Breda’.


    ESTOICISMO:

    377
    “Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales, por la misma manera todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afectaciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman Exercicios espirituales.”
    SAN IGNACIO DE LOYOLA, ‘Libro de los Ejercicios’.

    378
    “Cierto es que el verdadero pasto del hombre está dentro del mismo hombre, y en los bienes de que es señor cada uno. Porque es sin duda el fundamento del bien aquella división de bienes en que Epicteto, filósofo, comienza su libro; porque dice de esta manera: De las cosas, unas están en nuestra mano y otras fuera de nuestro poder. En nuestra mano están los juicios, los apetitos, los deseos y los desvíos, y, en una palabra, todas las que son nuestras obras. Fuera de nuestro poder están el cuerpo y la hacienda, y las honras y los mandos, y, en una palabra, todo lo que no es obras nuestras. Las que están en nuestra mano son libres de suyo, y que no padecen estorbo ni impedimento; mas las que van fuera de nuestro poder son flacas y siervas, y que nos pueden ser estorbadas, y al fin son ajenas todas. Por lo cual conviene que adviertas que, si lo que de suyo es siervo lo tuvieres por libre tú, y tuvieres por propio lo que es ajeno, serás embarazado fácilmente y caerás en tristeza y en turbación, y reprenderás a veces a los hombres y a Dios. Mas si solamente tuvieres por tuyo lo que de veras lo es, y lo ajeno por ajeno, como lo es en verdad, nadie te podrá hacer fuerza jamás, ninguno estorbará tu designio, no reprenderás a ninguno, ni tendrás queja de él, no harás nada forzado, nadie te dañará, ni tendrás enemigo, ni padecerás detrimento."
    FRAY LUIS DE LEÓN (1527-1591), ‘Nombres de Cristo (Pastor)’


    BREVEDAD DE LA VIDA:

    379
    “¡Oh, engaño de los hombres, vida breve,
    Loca ambición al aire vago asida,
    Pues el que más se acerca a la partida,
    más confiado de quedar se atreve!
    ¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve!
    Lejos del tronco!, si en llamarte vida,
    tú misma estás diciendo que eres ida,
    ¿qué vanidad tu pensamiento mueve?
    Dos partes tu mortal sujeto encierra:
    una que se derriba al bajo suelo,
    y otra que de la tierra te destierra;
    tú juzga de las dos el mejor celo:
    si el cuerpo quiere ser tierra en la tierra,
    el alma quiere ser cielo en el Cielo.”
    LOPE DE VEGA, ‘Brevedad de la vida’

    380
    “Esa porfía que la vida cava
    y cada instante acuerda su ruina,
    si ya pasó el morir, ¿dónde camina?
    y, si no vive, ¿cómo siempre acaba?
    Frente que inmenso rayo coronaba
    índice es que las horas determina;
    segunda vez en la inconstancia fina
    la que en ocio infausto descansaba.
    Alma el hueso le da nunca dormida
    del tiempo que en su polvo se convierte
    la numerosa fuga repetida.
    ¡Oh ciega vanidad!, toda te advierte
    para enseñar que así muere la vida,
    así con inquietud vive la muerte.”
    FRANCISCO DE LA TORRE SETIL, ‘A un relox de vidrio, cuyas arenas eran cenizas de una belleza difunta’.

    381
    “Cánsate ya, oh mortal, de fatigarte
    En adquirir riquezas y tesoro,
    Que últimamente el tiempo ha de heredarte,
    Y al fin te ha de dejar la plata y oro:
    Vive para ti solo, si pudieres,
    Pues sólo para ti, si mueres, mueres.”
    QUEVEDO.

    382
    “Aquí el valor de la española tierra,
    Aquí la flor de la francesa gente,
    Aquí quien concordó lo diferente,
    De oliva coronando aquella guerra.
    Aquí en pequeño espacio veis se encierra
    Nuestro claro lucero de Occidente;
    Aquí yace enterrada la excelente
    Causa que nuestro bien todo destierra.
    Mirad quién es el mundo y su pujanza,
    Y cómo, de la más alegre vida,
    La muerte lleva siempre la victoria.
    También mirad la bienaventuranza
    Que goza nuestra reina esclarecida
    En el eterno reino de la gloria.”
    CERVANTES, ‘A la muerte de la reina Doña Isabel de Valois’.

    383
    “Este mortal despojo, oh caminante,
    Triste horror de la muerte, en quien la araña
    Hilos añuda, y la inocencia engaña,
    Que a romper lo sutil no fue bastante.
    Coronado se vio, se vio triunfante
    Con los trofeos de una y otra hazaña;
    Favor su risa fue, terror su saña,
    Atento el orbe a su real semblante.
    Donde antes la soberbia, dando leyes
    A la paz y a la guerra, presidía,
    Se prenden hoy los viles animales.
    ¿Qué os arrogáis, oh príncipes, oh reyes!
    Si en los ultrajes de la muerte fría
    Comunes sois con los demás mortales?”
    D. SAAVEDRA FAJARDO, ‘Ludibria mortis’.
    Última edición por ALACRAN; 07/06/2011 a las 23:23

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    Re: Textos históricos de alabanzas a España

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    LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:

    - TIPOS

    EL EMPERADOR:

    384
    “Entró en Aquisgrán el emperador, yendo delante los tres mil alemanes infantes, siete en siete por hilera, vestidos en colores. Y a éstos seguían los gobernadores y gente de la villa; y luego un duque alemán entre ciento cincuenta de a caballo del Imperio, vestidos de negro, y un guión negro con la divisa del emperador. Tras éstos iban cuatrocientas lanzas del conde palatino; y luego la guardia del arzobispo de Maguncia, que eran doscientos ballesteros de a caballo, vestidos de colorado. En pos de ellos los arzobispos de Colonia, de doscientos y cincuenta. Y después de estos guardas entraron dos mil y doscientos hombres de armas que el emperador traía en tres escuadrones. Y luego venía el mayordomo mayor Monsieur de Xevres, con otro muy hermoso escuadrón de gentiles hombres, y los otros criados de la casa del emperador, rica y costosamente aderezados, armados los cuerpos, salvo las cabezas... Y al escuadrón de la casa del rey seguían todos los grandes señores y caballeros españoles, alemanes y flamencos y borgoñones, que eran en gran número, todos vestidos de brocados de telas de oro y plata y grandes recamados y otros géneros de galas, así en sus personas y caballos como en las libreas y vestidos de sus criados. Entre los cuales iban muchos menestriles altos, trompetas y atabales de los del emperador y de los príncipes electores. Tras esta caballería venía la del emperador, que era un gran número de caballos maravillosos y ricamente aderezados, a la brida y a la jineta, y en cada uno de ellos un paje, y algunos de los pajes tocados a la morisca, y todos con libreas de oro y plata y raso carmesí. A los cuales seguían seis reyes de armas en la forma ordinaria derramando monedas de oro y plata por el campo y por la villa. Y junto a estos reyes de armas llegaba la gente de guarda de a pie del emperador con su librea. En medio de los cuales venía él armado de hombre de armas en un gran caballo, y el sayo de armas y cubiertas del caballo de muy rico bordado blanco, recamado de perlas...

    Caminaron por la ciudad... yendo a los lados del emperador el arzobispo de Maguncia y el de Colonia. Detrás de ellos los legados o embajadores... Después de todos venían los arqueros de la guardia del emperador, de la librea y colores de los pajes. Había entre todos más de quince mil caballos. Salió a recibir al emperador... el doctor Carvajal, del Consejo de Cámara del Rey Católico y suyo, y salió armado en blanco y encima del arnés un alba carmesí... Llegado a la puerta de la villa salió la clerecía y cruces de procesión, y traían en unas andas muy ricamente aderezadas el casco de la cabeza de Carlomagno. Y... el emperador, en la orden ya dicha, entró por la villa, cuyas calles estaban ricamente aderezadas, y se fue a apear a la iglesia mayor de Nuestra Señora. Tendióse en el suelo en forma de cruz, y así estuvo hasta que se acabó de cantar el ‘Te deum laudamus’...

    Contaré por menudo las ceremonias de la coronación para que todos entiendan que si es grande la gloria del Imperio romano, no son menores las obligaciones que el emperador tiene; antes bien sin comparación son mayores. Porque se obliga y promete de impugnar y expugnar a las gentes de otra secta; destruir a los herejes que son contra la Iglesia; recuperar las tierras del Imperio; ser padre de los huérfanos y viudas que viven con pobreza; mantener igualmente a todos en justicia; morir por la fe católica; estar sujeto a la Iglesia Romana; finalmente se obliga a defender y amparar a todos los católicos...

    En Aquisgrán, a 23 de octubre del año 1520, a las seis de la mañana, los príncipes electores y todos los demás vinieron a Palacio a acompañar al emperador en la forma y manera que el día antes. El emperador salió vestido de ropa larga, brocado y un collar muy rico al cuello. Y de la misma manera vinieron todos gallarda y
    muy ricamente vestidos. Llevóle la falda Federico, conde palatino; salieronle a recibir en procesión los prelados. Tomáronle en medio los dos arzobispos, el de Maguncia y el de Tréveris, vestidos de pontifical. Llegando así al altar mayor, el emperador se tendió a la larga en las gradas debajo de una rica y gran corona de
    oro, que como una lámpara está pendiente. (A continuación se describe el acto del canto de las oraciones y textos de la Biblia entonados por el arzobispo de Colonia).
    Dicha esta oración, los dos arzobispos de Maguncia y Tréveris levantaron el
    emperador y le pusieron junto al altar de Santa María, donde está puesto un rico sitial. Y el emperador hizo oración de rodillas. Comenzó luego la misa, que dijo el arzobispo de Colonia (cuyo es consagrar al emperador); los ministros fueron los arzobispos de Maguncia y Tréveris...

    Dicha la epístola, los arzobispos quitaron al emperador la ropa larga, que era a manera de casulla: y luego se tendió a lo largo en cruz en las gradas del altar mayor, y cantaron sobre él la letanía; y cuando llegaron al paso que dice: Ut obsequium servitutis nostrea tibi rationabili facias. Te rogamus audi nos...,
    levantóse el arzobispo que decía la misa, y teniendo el báculo en la mano izquierda, dijo en alta voz: Ut hunc electum famulum tuum Carolum regere, benedicere, sublimare ct conserrare digneris, Te rogamus audi nos... (Siguen otras oraciones).

    Hecha esta ceremonia, el emperador se levantó y el arzobispo de Colonia le preguntó en voz alta: ¿Vis sanctum fidem Catholicis viris traditam tenere et operibus servare? ¿Quieres tener y guardar con obras la santa fe católica que se dio a los varones católicos?
    Respondióle el emperador: Volo, quiero...
    Acabadas las preguntas los dos arzobispos de Colonia y Tréveris llevaronlo al altar. El cual puso un dedo de la mano derecha y otro de la izquierda sobre el altar y dijo: - Aquí quiero guardar y cumplir todo lo que he prometido en cuanto me ayude el divino auxilio y las oraciones de los fieles cristianos. Así Dios y sus santos me ayuden.
    Esto hecho volvióse el emperador a su silla. Y el arzobispo de Colonia que le consagraba, vuelto al pueblo dijo en latín con voz alta:—¿Os queréis sujetar a tal príncipe y gobernador, fortificar fielmente su reino, obedecer sus mandatos según lo que dice el Apóstol, a saber: toda alma está sujeta á las potestades superiores?
    Todos á grandes voces respondieron: —Hágase, hágase, hágase. Y porque el vulgo no entendía el latín, el arzobispo dijo en alemán:—Queréis al rey Don Carlos, que está presente, por emperador y rey de romanos y hacer lo que él os mandare?
    —Todos contestaron:—Sí, sí, sí...
    Después de lo cual el arzobispo de Colonia entonó estas palabras:—Señor Jesucristo que riges todas las acciones de los reyes echa tu saludable bendición sobre nuestro rey Carlos.

    Acabada esta oración y bendición, hincóse el emperador de rodillas y los dos arzobispos de Colonia y Tréveris le descubrieron las espaldas (para lo cual iban ya las ropas partidas) y le ungieron con el óleo de catecúmenos. Y luego las junturas de los brazos, junto a los hombros y luego a los pechos, y luego las manos y
    en lo último, de la cabeza. Y en cada parte en que untaban decía el arzobispo:
    —Te unjo como rey con el óleo santificado, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
    Entretanto en el coro se cantaba: — Ungieron como rey a Salomón el Sacerdote Sadoch, y Xatham. Y cada vez que acababan la antífona decían todos:—Viva, viva el rey para siempre; que es lo que se dijo a Salomón cuando le coronaron por rey de Jerusalén....

    Acabadas las unciones, los dos arzobispos llevaron al emperador a la sacristía, en donde le limpiaron con algodones y le vistieron de blanco como a diácono, con una estola atravesada desde el hombro izquierdo hasta debajo del brazo derecho. Estas vestiduras habían sido del emperador Carlomagno y se conservaban con mucha estimación en la ciudad de Norimberga, usándose de ellas solo en casos semejantes al que vamos narrando. Asi revestido, volvió Carlos V al altar, y postróse en las
    gradas como anteriormente. Dichas ciertas oraciones breves se levantó, y juntamente los tres arzobispos le dieron una espada desnuda, la cual fue del emperador Carlomagno, y le dijeron:—Recibe la espada por las manos, aunque no dignas, de los obispos; pero consagrados en la vida y autoridad de los santos Apóstoles.

    Luego el arzobispo de Colonia le dio un anillo y le vistió una ropa diciendo:—Recibe el anillo de la dignidad y conoce en este sello la Fé católica. Pusiéronle un
    cetro real en la mano y un globo del mundo en la otra, diciendo: —Recibe este cetro de virtud y equidad, con que sepas amar a los piadosos y aterrar a
    los réprobos. Los otros arzobispos le pusieron en la cabeza la corona de oro de Carlomagno diciendo:—Recibe la corona regia y del reino, y sea puesta en tu cabeza por las manos, aunque indignas, de los obispos, obra de santidad y fortaleza.

    Lleváronle luego al altar; y, puestas las manos sobre él, dijo:—«Yo prometo delante de Dios y de sus ángeles, que de aquí en adelante conservaré la Santa Iglesia de Dios su justicia y su paz.»
    Hecha esta promesa lleváronle a una silla de piedra muy rica de los reyes pasados, y le sentaron allí diciéndole:—Ten pues el lugar del reino, que se te da, no por derecho hereditario ni por sucesión paterna, sino por los príncipes y electores del reino de Alemania, y por delegación de sus votos, y muy principalmente por la autoridad de Dios omnipotente...

    Estuvo el emperador sentado largo tiempo en aquella silla con la espada ceñida, y llegaron allí muchos gentiles-hombres armados caballeros, y el emperador dábales tres golpes en los hombros con la espada de Carlomagno, quedando armado caballero el que recibía los golpes...
    Vuelto el emperador al altar mayor se prosiguió la Misa leyéndose el Evangelio: Cum natus esset Jesús, etc., y el ofertorio: Reges Tharsis, etc.

    Acabada la misa, el nuevo rey de romanos y electo emperador volvió a su palacio con la misma comitiva que había venido a la Iglesia. Sentóse a comer solo en una mesa servida con la esplendidez y grandeza que era de esperar. Bendijéronla los tres arzobispos que se habían hallado en la coronación...

    Y es muy de notar que en el mismo día en que Carlos V se coronaba en Aquisgrán, se verificaba en Constantinopla la coronación del Gran turco Solimán o Suleiman, subiendo al trono imperial por muerte de su padre Selim. Es asimismo notable que ambos eran undécimos de sus respectivas familias, y que estas habían comenzado a reinar al mismo tiempo, por el emperador Alberto en Alemania, y por el primero de los Otomanos en Oriente. Y parece misterio del cielo, que el día que daban a un bárbaro poderoso, cruel y tirano, la espada contra el pueblo de Dios en el mismo día se diese la imperial, legítima, católica y verdadera al mejor emperador y caudillo que ha tenido la Iglesia.”

    FR. PRUDENCIO DE SANDOVAL (1553-1620), ‘Historia del emperador Carlos V’.

    385
    “Do el suelo hórrido el Albis frío baña
    Al sajón, que oprimió con muerta gente
    Y rebosó espumoso su corriente
    En la esparcida sangre de Alemaña;
    Al celo del excelso rey de España,
    Al seguro consejo y pecho ardiente,
    Inclina el duro orgullo de su frente,
    Medroso, y su pujanza, a tal hazaña.
    La desleal cerviz cayó, que pudo
    Sus ondas con semblante sobrar fiero
    Y sus bosques romper con osadía,
    Marte vio, y dijo, y sacudió el escudo:
    ¡Oh gran Emperador, gran caballero!
    ¡Cuánto debo a tu esfuerzo en este día!”
    FERNANDO DE HERRERA.

    386
    “Temiendo tu valor, tu ardiente espada,
    Sublime Carlo, el bárbaro africano,
    Y el espantoso a todos otomano
    La altiva frente inclina quebrantada.
    Italia en propia sangre sepultada,
    El invencible, el áspero germano,
    Y el francés osado el pecho ufano
    Al yugo rinde la cerviz cansada.
    Alce España los arcos en memoria,
    Y en columnas a una y otra parte
    Despojos y coronas de victoria;
    Que ya en tierra y en mar no queda parte
    Que no sea trofeo de tu gloria
    Ni reste más honor al fiero Marte.”
    FERNANDO DE HERRERA.


    EL CONQUISTADOR:

    387
    “Miren las personas sabias y leídas esta mi relación desde el principio hasta el cabo, y verán que ningunas escrituras que estén escritas en el mundo, ni en hechos hazañosos humanos, ha habido hombres que más reinos y señoríos hayan ganado como nosotros, los verdaderos conquistadores, para nuestro rey y señor; y entre los fuertes conquistadores mis compañeros, puesto que los hubo muy esforzados, a mí me tenían en la cuenta dellos, y el más antiguo de todos, y digo otra vez que yo, yo y yo, dígolo tantas veces, que yo soy el más antiguo, y lo he servido como muy buen soldado de su majestad, y diré con tristeza de mi corazón, porque me veo pobre y muy viejo, y una hija para casar, y los hijos varones ya grandes y con barbas, y otros por criar, y no puedo ir a Castilla ante su majestad para representalle cosas cumplideras a su real servicio, y también para que me haga mercedes, pues se me deben bien debidas.

    Dejaré esta plática, porque si más en ello meto la pluma, me será muy odiosa de personas envidiosas, y quiero proponer una quistión a manera de diálogo, y es que habiendo visto la buena e ilustre Fama que suena en el mundo de nuestros muchos y buenos e nobles servicios que hemos hecho a Dios y a su majestad y a toda la cristiandad, da grandes voces, y dice que fuera justicia y razón que tuviéramos buenas rentas y más aventajadas que tienen otras personas que no han servido en estas conquistas ni en otras partes a su majestad, y ansí mismo pregunta que dónde están nuestros palacios y moradas, y qué blasones tenemos en ellas diferenciadas de las demás, y si están en ellas esculpidos y puestos por memoria nuestros heroicos hechos y armas, según y de la manera que tienen en España los caballeros que dicho tengo en el capítulo pasado que sirvieron en los tiempos pasados a los reyes que en aquella sazón reinaban, pues nuestras hazañas no son menores que las que esos señores hicieron, antes son de memorable Fama y se pueden contar entre las muy nombradas que ha habido en el mundo, y además desto pregunta la ilustre Fama por los conquistadores que hemos escapado de las batallas pasadas y por los muertos dónde están sus sepulcros y qué blasones tienen en ellos.

    A estas cosas se le puede responder con mucha verdad: Oh excelente y muy ilustre Fama, y entre buenos y virtuosos deseada y loada, y entre maliciosos y personas que han procurado escurecer nuestros heroicos hechos no los querían ver ni oír vuestro ilustre nombre, por que nuestras personas no ensalcéis como conviene! hágoos, señora, saber que de quinientos y cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba, no somos vivos en toda la Nueva España, de todos ellos, hasta este año de mill y quinientos sesenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco, y que todos los más murieron en las guerras ya por mí dichas, en poder de indios, y fueron sacrificados a los ídolos, y los demás murieron de sus muertes; y los sepulcros que me pregunta dónde los tienen, digo que son los vientres de los indios, que los comieron las piernas e muslos, brazos y molledos, y pies y manos y lo demás fueron sepultados, e sus vientre echaban a los tigres y sierpes e halcones, que en aquel tiempo tenían por grandeza en casas fuertes, y aquellos fueron sus sepulcros, y allí están sus blasones. Y a lo que a mí se me figura, con letras de oro habían de estar escritos sus nombres, pues murieron aquella crudelísima muerte por servir a Dios y a su majestad, e dar luz a los que estaban en tinieblas, y también por haber riquezas, que todos los hombres comúnmente venimos a buscar.”

    BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, ‘Relación de la conquista de la Nueva España’.

    388
    “Di a España triunfos y palmas
    Con felicísimas guerras,
    Al rey infinitas tierras,
    Y a Dios, infinitas almas”.
    LOPE DE VEGA, ‘La Arcadia’.
    Última edición por ALACRAN; 07/06/2011 a las 23:26

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