Alguna ocasión sí pierdo, hombre.
Vicente Enrique y Tarancón fue ardoroso falangista, como Llanos, como Díez-Alegría, como García Salve, como Jesús Aguirre. Ya entonces se alineaba con el modernismo teológico. (No fue casual. Los escritos de Maritain, prohibidos en las publicaciones católicas españolas, entraron gracias a las publicaciones del SEU; de forma parecida a como el deletéreo movimiento litúrgico cobró carta de respetabilidad gracias a Fray Justo Pérez de Urbel y a la Sección Femenina, entre otros. La influencia de Mounier y su "personalismo cristiano" --condenados por San Pío X-- es algo que algunos falangistas han descubierto, y lo proclaman muy contentos. Podría seguir; la lista es interminable). Tan ardoroso que se manifestaba partidario de la bimilitancia obligatoria en FET de las JONS y Acción Católica. Una Acción Católica que nada tenía que ver con la de Pío XI, sino que se constituiría como afiliación universal de los católicos, absorbiendo y suprimiendo cofradías, hermandades, asociaciones piadosas, etc. El partido único en versión eclesiástica.
No he dicho que las ideas falangistas de Tarancón explicasen su trayectoria posterior. He dicho, o he querido decir, que su modernismo y su progresismo explican tanto las falangistas como las posteriores.
Claro que no. Ahí hubo contradicción radical. La historia de la intelectualidad azul, en cambio, es otra cosa. Pero como le decía más arriba, no tengo tiempo ahora para explayarme.
Proporcionalmente no eran muchos, y tenían en contra a la Jerarquía. Pero se hicieron más influyentes a medida que los modernistas empezaron a escalar puestos, aquí y en Roma; de manera visible en la segunda mitad de la década de 1950.
¿A estas alturas diciendo que los carlistas estábamos en FET? Perdone, pero así como los azules se integraron todos, los poquísimos carlistas que lo hicieron dejaron de serlo. Y la Comunión, en la clandestinidad, mantuvo su estructura y autoridades.
No sostengo que la Comunión sea "la única opción política ortodoxa", porque ni siquiera considero a la Comunión una "opción política". La Comunión es la mantenedora de la tradición española. La Comunión, el Carlismo, la Tradición. Si no se entiende el Carlismo como la España tradicional que resiste, no se entiende el Carlismo.
En eso tiene usted toda la razón. Mea culpa.
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