Estimado Eduardo Martínez:
¿Desde cuándo ha sido la tolerancia una virtud cristiana?
Católicamente tolerar es soportar un mal cuando, por determinadas circunstancias, eliminarlo resulta peor; o sea, lo soportado es evidentemente un mal. Y para soportar, la Iglesia siempre ha empleado la virtud de la fortaleza en cuanto tiene de “sustinere”, o sea de permanencia en el tiempo, por supuesto más noble que el “agredire” que constituye más bien el ímpetu inicial. Por ello es que nunca en moral católica se habla de “tolerancia”, palabreja cuyo nuevo sentido, acuñado por la progresía, es dar por normal todo cuanto sea naturalmente anormal.
La tolerancia transforma nuestra mente en un retrete, dónde, a fuerza de privarse voluntariamente de criterio, se acepta sin más cualquier disparate.
Esta privación de criterio, por su carácter de voluntaria, constituye un hábito, de donde se sigue, evidentemente, que la tan mentada tolerancia no es más que un vicio profundamente corrosivo.
EXURGE DOMINE ETJUDICA CAUSAM TUAM
Marcadores